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Mary Luz Orellana Huarachi
Mary Luz Orellana Huarachi∗ ¿AHÍ TAMBIÉN? …NI UNA MENOS
Históricamente el sistema patriarcal monopolizó las relaciones humanas generando situaciones de desigualdad entre varón y mujer, no sólo en nuestra sociedad, sino también a nivel mundial.
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Estos sistemas patriarcales han estado siempre latentes en la sociedad, familia, espacio laboral, etc. Las mujeres se han desenvuelto en sistemas de discriminación y subordinación sistemática, así como en las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres. Por tal motivo las mujeres han empezado a naturalizar el trato recibido históricamente sin darse cuenta que esta situación viola y vulnera los derechos humanos. Lo que aún llama la atención es que la violencia llegó a afectar a espacios educativos en los que se supone busca la reversión y reflexión de esta situación. La violencia ha llegado a afectar este espacio que paradójicamente debería estar libre de todo extremismo social, cultural, económico, siendo un espacio neutral que busque una mejor calidad de sociedad de respeto, interculturalidad, tolerancia, igualdad, etc. Las instituciones educativas se han convertido en espacios de violencia casi camufladas pero latentes, pues es una violencia expresada de manera sutil, pero con mucha carga emocional desde expresiones y acciones que parecen inofensivas hasta acciones tan objetivas y sutiles que pasan desapercibidas. Así mismo desde las instituciones educativas se pueden generar acciones decisivas para un cambio total en el tema de la violencia femenina.
Abordar el tema de la violencia que tiene como escenario a las instituciones educativas, requiere de un análisis profundo que permita desentrañar coyunturas, hegemonías comunicacionales, marcos normativos, pautas culturales aceptadas casi sin ningún tipo de oposición desde hace décadas y la formación docente como eje transversal en todo este proceso. En las instituciones educativas las expresiones de violencia son tan sutiles, pero desde ya también poseen ese sesgo patriarcal como marca; pero que también podría ser el punto neurálgico para la generación de transformaciones sociales más equilibradas “Pese a lo anterior, la educación es también una apuesta a la transformación de las relaciones de poder desiguales entre mujeres y hombres y de superación de los estereotipos de género”. (Moreno, 2014, p. 8). Si bien las instituciones educativas pueden generar transformaciones sociales es necesario reconocer y analizar las expresiones de violencia femenina observadas en ella, ya pueden ser acciones de violencia menos específicas, pero afectan el equilibrio de las relaciones y derechos humanos armónicos.
La violencia en la escuela es un fenómeno complejo y no todas las formas que adquiere, están dirigidas de manera específica a las mujeres y las niñas, es necesario precisar que, en todos los casos, existe un impacto diferenciado de ésta, tanto para mujeres como para hombres, por tanto, resulta indispensable considerar los enfoques de derechos humanos y de género para una mejor comprensión del fenómeno (Moreno, 2014, p. 20).
Si bien las expresiones de violencia observada en las instituciones educativas no son específicas, es importante focalizar la transformación y el servicio social que presta en el ámbito educativo, renovando los esquemas patriarcales que históricamente se posicionaron en las instituciones escolares. Por ello se procede a reflexionar y analizar expresiones de violencia visibilizadas en la labor educativa. Es
∗ Maestra de Comunicación y Lenguajes: Lengua castellana y originaria, posgrado en Educación Superior basada en Competencias, Gestión Educativa, bachillerato Técnico Humanístico y maestría en Comunicación y Lenguas para Educación Secundaria Comunitaria Productiva. Correo electrónico: mary.orellana858@gmail.com
necesario aclarar que las violencias en entornos escolares pueden darse en el aula, la escuela y sus alrededores y está íntimamente relacionada con la violencia experimentada en la comunidad y en el seno familiar, así se expresa la violencia institucional, la violencia del personal docente hacia las mujeres y las niñas, la violencia entre pares por razones de género (bullying), la violencia alrededor de la escuela y la violencia en la pareja y/o en la familia.
La violencia al interior de las instituciones educativas se producen en diferentes relaciones interpersonales, entre ellas de docentes hacia las niñas o mujeres, así surge el acosos sexual a cambio de calificaciones o promoción de grados escolares, que en las instituciones de educación superior suele ser notorio, así mismo la no inclusión de mujeres o niñas en actividades deportivas o la relativa discriminación familiar o la participación femenina en el servicio militar, el estereotipo de que los niños o jóvenes son los que deberían conformar equipos de futbol y suele ser raro ver a mujeres jugando futbol entre varones. El profesor de educación física tiende a seleccionar actividades y deportes exclusivos para niñas o niños. La actividad educativa siempre ha estado limitada en cuanto a la inclusión de las mujeres, pero esta situación se ha revertido, puesto que la participación en las instituciones educativas paulatinamente ha ido incluyendo a mujeres y niñas, sin embargo en las zonas rurales se sigue percibiendo la limitación de las jovencitas a seguir sus estudios, la división sexista del trabajo en aula es una forma de discriminación, la enseñanza basada en estereotipos masculinos y patriarcales que en ciertas prácticas docentes aún perviven.
La violencia femenina es también demostrada en acciones desatadas entre pares, acciones en las que entre compañeros de aula generan bulling, insultos, apodos, que denigran no solo la integridad física, emocional y cognitiva, si no que afectan la identidad ya sea de la mujer o el varón. Una forma también de expresión de violencia en la escuela es aquella generada en el contexto familiar, la que está íntimamente relacionada con la violencia en la escuela. Existen en ese sentido relaciones de dominación, control, sometimiento de las mujeres, las mismas se replican en las escuelas, y aun es acentuada por los estereotipos de roles que suele enseñar en la escuela, por ejemplo: las mujeres se dedican en la escuela y aprenden técnicas manuales, labores del hogar, taller de gastronomía y los varones acuden a talleres de mecánica, electricidad y carpintería. Así mismo la violencia hacia la mujer se establece en entornos cercanos a la unidad educativa, por ejemplo: se visibiliza la violencia en la inseguridad de camino a la escuela, el pandillerismo, los robos continuos en las inmediaciones de los centros escolares, la presencia de personas dedicadas al "enganchamiento" de mujeres y niñas con fines de trabajo forzado, explotación sexual o narcotráfico.
Las expresiones de violencia sin duda alguna están presentes en las instituciones educativas, que llegan a convertirse en espacios en los cuales las mujeres no poseen toda la libertad para poder expresarse, desarrollarse libres de estereotipos y de sometimientos. La violencia presente en las instituciones educativas es muy peligrosa, ya que se las considera espacios en los que se construyen identidades, aprendizajes las cuales se replican en la sociedad, en ese sentido si se generan espacios de violencia al interior de las instituciones por ende las sociedades también serán violentas. Los contextos educativos al percibir y sentir la violencia femenina deben ser capaces de repensar las acciones desarrolladas, la educación debe convertirse en un ente sensible y transformadora de la realidad violenta que se vive, para ello se debe desestructurar el constructo personal e identitario de quiénes hacen educación, el punto de partida, los maestros, quienes deben irradiar contextos de tolerancia, respeto, solidaridad, comunicación, equidad, equilibrio en pos de una sociedad libre de violencia y llegando a convertir a las instituciones educativas en espacios de aprendizaje y enseñanza integral.
Recepción: 10 de noviembre de 2021 Aprobación: 20 de noviembre de 2021 Publicación: noviembre 2021