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José Samuel Rodrigo Garrón Claure

CONTRARIADAS OPINIONES SOBRE LA “WHIPALA”

José Samuel Rodrigo Garrón Claure∗

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La bandera boliviana sufre deformaciones, anulando la unidad de los bolivianos, todo pabellón nacional es un símbolo que une a los pueblos en un determinado territorio. Es un símbolo sagrado respaldado por una Ley al haber participado en su historia, su sociedad.

Cuando vemos la bandera nacional flamear en el cielo radiante nuestra tricolor se distingue en el contraste de sus colores; emocionados le cantamos himnos, glorias, le rendimos respeto, honor; le dedicamos marchas, poesías, prosas por haber estado presente en guerras, mil batallas y cien combates; porque concentra todo máximo valor moral: como la libertad, justicia, democracia, igualdad, fraternidad, ética. A nuestra bandera nacional le rendimos todo nuestro amor, la besamos y la juramos defender, nos reclinamos respetuosos ante ella, porque encierra nuestras buenas costumbres, nuestra simbiosis criolla en tradiciones. Sobre todo: LA UNIDAD DE LOS BOLIVIANOS.

En nuestra vexilología nacional, la heráldica boliviana intenta por todos los medios equiparar nuevos símbolos, buscando incorporar legalmente la “whipala”, un conjunto cuadriculado multicolor, en ajedrezado, damero o “escaqueada”; como dicen los entendidos en esta ciencia quienes discuten su origen, confuso, de caprichosa como terca obsesión, entre once millones de habitantes en Bolivia debe haber máximo cinco entendidos en vexilología. A ninguno se le preguntó sobre la “whipala”, menos a las academias de historia o de historia militar.

A mediados de mayo de 1996 recuerdo una magistral conferencia en el “Auditorium” de La Paz, calle Rosendo Gutiérrez de Sopocachi, entre las avenidas 20 de octubre y 6 de agosto, participando como expositores de las repúblicas de Perú y Bolivia, respectivamente; los maestros investigadores José Huidobro Bellido y Mario Montaño Aragón de ambos países; la asistencia fue grande, catedráticos y escritores asistieron a las exposiciones de dichas palabras autorizadas en temas andinos. Ambos expositores concluyeron que en las revisiones de bibliografías tanto peruanas como bolivianas. Tanto ellos, como en las Universidades de Lima y La Paz, los trabajos de estudios andinos habían establecido que la bandera del “Tawantinsuyu” no existió como “whipala”, que jamás se la izó ni flameó milenios atrás; pero, José Huidobro Bellido siguiendo a la estudiosa Rosa Wostoroski se pudo haber dado una bandera aymara en el “Kollasuyo” de tela negra, que fue color de los aymaras con una luna plateada naciente plateada al medio y en el ángulo inferior derecho un signo que las mujeres llevaron en el cuello para distinguir su sexo en los tiempos de los ayllus. Mario Montaño Aragón por su parte expresó que la “whipala” no existió ni remotamente en el altiplano; porque llegó con los españoles que la crearon en los “tercios de Flandes” durante la “almagrización” y “pizarrización” de Alto Perú hasta Tucumán y la puna de Atacama. Igualmente, los colores, combinación de ellos, la degradación de colores, tonalidades, brillos, espacios que dieron origen a las pinturas de las escuelas cuzqueña y potosina de los siglos XVI y XVII, lo que se confirma en los cuadros de la entrada del Virrey Morcillo a Potosí y el Arcangel Arcabucero de Calamarca.

Estos hechos son reafirmados por el catedrático Fernando Untoja, quien en varias oportunidades se refirió a un forzado intento de crear una nueva simbología con la “whipala”, como una idea para una tesis de grado, que conoció a su autor como forma de buscar nuevos símbolos para una “nación aymara”, buscando equiparar a la bandera boliviana tricolor cuya trayectoria es sin par, pretendiendo

∗ Licenciado en Derecho, docente universitario, miembro del Instituto Boliviano de Estudios Tributarios, Centro Interamericano de Administración Tributaria, Academia de Historia Militar y de la Academia de Genealogía de Bolivia. Trabajó en el Servicio de Impuestos y la Aduana Boliviana. Correo electrónico: ROGACLA@yahoo.com

destrozar lo más íntimo del sentimiento boliviano, dividiendo la unidad nacional de los bolivianos, intentando molestar el profundo amor a la Patria que el común de los compatriotas sienten. Es necesario anotar que juristas de prestigio como el Dr. José Valverde comentaron en domingos de iza de la bandera nacional, quien con una amistad que conoció los hechos de Laja, cuando la feria campesina en los años de la migración de italianos a Bolivia, en los años que la “whipala” se armó con el sacristán del cura de la Iglesia en la localidad de Laja, para atraer a los lugareños a probar la entonces “soda water” sabor a fresa, entre ellos los señores Bruzone y Salvietti, que funcionó en la calle Nicolas Acosta del barrio de San Pedro, donde estuvo instalada la fábrica embotelladora de gaseosas. Aún recuerdo sus botellas “ambar” café oscuro sin tapacorona, importadas en jabas de paja desde Estados Unidos de Norte América en 1976 vía marítima y terrestre por ferrocarril por Mollendo, dentro la misma estaba la famosa “khachita” (bolita de vidrio) que servía de tapa a la botella dentro el alma. Su etiqueta era color “beisch” con letras blancas, gruesas desde el ángulo izquierdo inferior hasta el superior derecho y en el superior izquierdo la “whipala”, las posteriores fueron de una bandera de más colores y más cuadrados sobre fondo café con la leyenda “shampancola” o “fresa shampan”.

Finalmente, también supe que la “whipala” fue creada en el año del Gobierno del Teniente Coronel Gualberto Villarroel en el Primer Congreso Campesino de La Paz en el taller de “Bueno Bonita y Barato” (B.B.B.) del Señor Gastón Velasco con la iniciativa de German Monrroy Block en la avenida 16 de julio (el prado) antigua alameda en 1946, que no tiene nada de ancestral ni de guerrero.

Con tanto emblema, aún la tricolor boliviana se mantiene firme y orgullosa, en alto, flameando al viento, con el fondo del cielo azul más prístino de América sin equiparación de ninguna de las 36 banderas que aparecieron que flamearon en el territorio de nuestra República de Bolivia.

Recepción: 12 de octubre de 2021 Aprobación: 2 de noviembre de 2021 Publicación: noviembre 2021

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