Página Valdense - edición mayo 2021

Página Valdense

Periódico de la Iglesia Evangélica Valdense - Mayo 2020 - N° 260 - Afiliado a O.P.I. N° 837

«...porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.» Hechos 4:20

Vidas Soberanas 3

TIERRA PA’L QUE LA TRABAJA Tomás Barolín Tron

6

SEMILLAS CRIOLLAS, TRABAJO EN RED Y SOBERANÍA ALIMENTARIA Silvana Machado

9

VIDAS QUE RECLAMAN SOBERANÍA Equipo Editor

Periódico de la Iglesia Evangélica Valdense -Mayo 2021 - N° 268 - Afiliado a O.P.I. N° 837 001/09 - Periódico mensual - Redactor responsable: Rogelio Darío Barolin. Varela 1729. Dolores - Imposición envíos: Dolores - Depósito legal N° 68.638

REDACCIÓN Varela 1729 - Dolores - Soriano - Uruguay e-mail: paginavaldense@gmail.com COMISIÓN SINODAL Wilfredo Bonjour, Alfredo Servetti, Hugo Malán T., Laura Michelin Salomon y Mariano Chialva DIRECTORA Daiana Genre Bert

EDITOR RESPONSABLE Darío Barolín e-mail:dariobarolin@yahoo.com.ar

EQUIPO DE REDACCIÓN Yanina Vigna, Lis Rivoira, Tomás Barolín Tron, Daiana Genre Bert CREACIÓN GRÁFICA, DIAGRAMACIÓN Penélope Chauvie ILUSTRACIÓN DE TAPA Penélope Chauvie

ETIQUETADO Y DISTRIBUCIÓN Grupo de la Comunidad de Ombúes de Lavalle ADMINISTRACIÓN Julio Leal - Juan Bentancur 1623, Barrio El General, 70000 Colonia - Uruguay Tel.: (598) 4522 0620 - Cel.: 099967745 SUSCRIPCIÓN ANUAL Precios subsidiados por el proyecto OPM

Uruguay $U 450 - Argentina $A 500 Europa € 50 - Resto del mundo U$S 70 MEDIA SUSCRIPCIÓN (SEIS MESES) Uruguay $U 225 - Argentina $A 250

CUENTA EN BROU 1521941-00002 Para recibir pago de suscripciones. Por favor en cada depósito o transferecncia poner los datos de contacto.

AFILIADO A OPI N° 837 TIRADA: 900 ejemplares N° Matrícula Dirección de Industrias: 188 Impreso en Imprenta Moyano Ferreira Aldunate y Haedo - Mercedes Soriano - Depósito Legal N° 68638

El equipo editor asume su responsabilidad sólo por las opiniones propias.

Para actualizar agentes, sugerencias u opiniones enviar mail a paginavaldense@iglesia-valdense.org o paginavaldense@gmail.com o bien al celular: +54 3437 448727.

Argentina

Col. Belgrano: Delhy Pastre.

Col. 25 de Mayo: Ruben Bertinat.

Cnel. Suárez: Pablo Rafarelli.

Gral Roca: Oscar Dalmás.

Gral San Martín - LP: Stella Maris Chambón.

La Paz - ER: Marisel Garnier.

Jacinto Aráuz - LP: Susana Tucat.

San Carlos C. - SF: Héctor Cotichini.

Villa Iris - BA: Ema Dalmás.

Reconquista - SF: Dardo Zanuttini S. Martín - SF: Edith Long.

San Gustavo - ER: Orfilia Barolin.

El Sombrerito - SF: Aurora Bertinat.

IERBA (Buenos Aires): Comunidad de IERBA. Gálvez: Rubén Gardiol.

López: Carina Tschopp.

Paraná: Equipo de Comunicación.

Flores Consistorio: Alberdi 2240 (CABA) San Nicolas: Helvecia Catalín.

Laprida: Delta Bertón.

Bahía Blanca: Natalia Coria.

Uruguay

4

Carmelo: Ruth Soulier.

Cañada Nieto: Alba Charbonnier.

Colonia: Ethel C. Negrin.

Col. Miguelete: Ana Félix.

Col. A. Negro: Carolina Galván.

Col. Valdense: Secretaría IEV Colonia Valdense.

Cosmopolita: Milka Charbonnier.

Dolores: Nora Gallo.

Fray Bentos: Cristina Dalmás.

Juan L. Lacaze: Manuel Ávila.

Alférez Lascano: Nylia Gonnet.

Melo: Glenys Rameau.

Montevideo: Mario Pablo Ábalos O. de Lavalle: Juanita Bonjour.

Palmitas: Hilda Geymonat.

Paysandú: Ruben Dalmas.

Rosario: Andrea Montaña.

Mercedes: Natalia Gauthier.Carlos Dodino Tarariras: Consistorio de Tarariras.

Tres Bocas: María Fernández.

Young: Esther Malán | PÁGINA VALDENSE

Apuntes

de la Directora

Reflexiones con el baúl lleno En esta oportunidad, la edición de Página Valdense centrará sus primeras páginas para abordar una temática que desde hace tiempo teníamos ganas de trabajarla: soberanía, con un fuerte énfasis en el acceso a la tierra y la soberanía alimentaria.

A medida que avancen en la lectura van a encontrar ejes transversales, podríamos decir que son cuestiones que vienen como añadidura al hablar de ciertos temas. A veces es fácil encontrar esas ideas que se entrecruzan al pasar de textos, otras no tanto. A veces, desde el equipo editor proponemos intencionalmente que existan conceptos que se perciban entre líneas presentándose sutilmente cada vez que damos vuelta las páginas; algunas aparecen sin que lo planifiquemos, y otras tantas, lxs autorxs producen ese entrecruzamiento para nuestra sorpresa. Esta edición, por supuesto, no va a ser la excepción.

En una de las páginas siguientes, van a poder leer a Mario Vigna que al hablar de lo que implica la soberanía alimentaria, dice: «el gozo o alegría de “meter la mano” en el suelo». Unos días antes, en los primeros minutos de una videollamada cuando nos presentamos y hablamos de cualquier cosa para romper el hielo -y la formalidad-, Silvana Machado me mostraba una bolsa de semillas de arvejas en la mesa de su casa porque un rato antes fue a la casa de unx productorx a llevar semillas y ayudar en la huerta; yo le decía que lo más cerca de la tierra que tengo es mi compost y mis plantas porque no tengo patio.

Y bastante antes de eso, la Chivi -mi tía, que trabaja en INTA de Gálvez, Santa Fe- me pasaba el contacto de Griselda porque estaba segura que ella iba a querer contarnos un poco de su trabajo; y en una suerte de presentación me dijo: «ella es muy inteligente, se expresa con mucha PÁGINA VALDENSE I 2

claridad, es muy trabajadora y muy muy generosa. Siempre que iba, volvía con el baúl lleno. De hecho, ella es una de las que junta semillas de casi todas las variedades y reparte, tiene estantes llenos». Así, casi sin querer, en la cocina del Página de este mes ya había dos ideas que tomaban importancia: la tierra y la generosidad. Sin dudas, hay más, algunas explícitas y otras que se pueden leer entrelíneas.

Cuando me senté a pensar en esta editorial no podía dejar de darle vueltas a las palabras de mi tía, porque a mí también me pasa: cuando voy a visitar a mi mamá y papá, siempre vuelvo con el baúl lleno de sus calabazas, zapallitos, tomates y morrones. Pensé también en el esfuerzo que significa encontrar en Paraná unos tomates que tengan el mismo sabor, porque claro, el sistema que quiere y necesita que se produzca más en menos tiempo -la mayoría de las veces, explotando a lxs productorxs-, es la que pone en las góndolas tomates con sabor a nada.

Intentando no caer en planteos contrapuestos que clausuran el diálogo y entorpecen la marcha, me pregunto qué hay detrás de esas dos lógicas: la del baúl lleno y la del tomate con sabor a nada. Quizás hablar de soberanía también sea empezar a pensar en esto.

Dios quiera que aprendamos a valorar y apoyar a las personas que meten las manos en la tierra, producen nuestros alimentos y lo hacen en armonía con la Creación. Que nuestros baúles estén siempre llenos, pero abiertos… abiertos al compartir, para gozo y bienestar de nuestros cuerpos y también, de nuestros vínculos; porque bien sabemos que hay quienes andan por la vida con sus baúles vacíos... Dios quiera que aprendamos a vivir con lo suficiente.

Daiana Genre Bert

Tierra

pa’l que la

trabaja En ese continuo de realidades diversas, estos grupos han sufrido una realidad común: han quedado relegados a los sectores más pobres de las sociedades.

“

Las comunidades indígenas han visto su ecosistema contaminado y, con ello, perdieron la garantía del acceso a, por ejemplo, un bien tan básico como el agua. Las comunidades más integradas han sido sistemáticamente discriminadas por su ascendencia indígena. El denominador común en todas estas situaciones es la vulnerabilidad.

“

Parte de un legado

Los movimientos campesinos y de reivindicación por el acceso a tierra tienen una larga y rica historia en nuestro continente, y nuestra región no es la excepción. Desde la época colonial, los grupos originarios han sido despojados de sus tierras para dar paso a la civilización occidental. Con ello, se han perdido tierras, fundamentales para la vida y el autoabastecimiento de todos estos pueblos. Culturas milenarias basadas en los recursos que se encontraban a disposición, o producidos en un ambiente infinitamente menos poblado que el de hoy en día, fueron perdiendo terreno frente a la colonización y el avance de la civilización occidental sobre América.

Testimonio de esto es sin duda el pueblo Qom en el Chaco argentino, por nombrar un caso conocido entre nuestros y nuestras lectoras, pero también muchos otros pueblos que no corrieron la misma suerte y fueron perseguidos hasta el aniquilamiento, o que hasta el día de hoy son perseguidos y hostigados constantemente por sus estados. Etnias de todas partes, costumbres y hábitos diferentes fueron perseguidas y despojadas de sus tierras, y con ellas, parte de su historia.

Más acá en el tiempo, la formación de una clase trabajadora rural también fue un fenómeno común en Latinoamérica. La hibridación de un modelo occidental de comercio con esas costumbres milenarias de cultivo fueron dando lugar a un sujeto único: el campesinado. Lejos de ser una realidad homogénea en todo el continente, el campesinado se fue desarrollando con distintas variantes en función de las áreas y territorios, y hoy su realidad es totalmente distinta si nos paramos en México, Brasil, Bolivia o Uruguay.

Desde comunidades rurales que conviven en otras de ascendencia indígena, manteniendo una cultura heredada generación tras generación; pasando por comunidades más mimetizadas con culturas occidentales; hasta la plena integración de las personas en la composición orgánica de las sociedades capitalistas occidentales. El campesinado representa a un sector de la sociedad dedicado al medio rural, autoabastecido en ella y cuya principal tarea es la agrícola.

Ante ello, diversas han sido las formas de organización que se han dado estas comunidades para poder garantizarse a sí mismas el acceso a las tierras que les fueron negadas, para asegurarse una vivienda y una vida más digna.

Las experiencias cercanas

Al sur de México, en el Estado de Chiapas, los y las zapatistas han intentado construir una alternativa autogestionada, creando comunidades autónomas en donde garantizan la alimentación, el trabajo, la vivienda y la educación a sus habitantes. Una experiencia que ha sido reconocida internacionalmente desde sus inicios por su historia y su éxito.

Más acá, en el sur sudamericano, valga la redundancia, la experiencia del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) es también una muestra de otra forma de organización. Mucho más cercana en los aspectos culturales, construida a partir de trabajadores y trabajadoras rurales de Brasil que no tenían acceso a tierra. El MST se conformó en 1985 para intentar dar respuesta a la falta de tierras propias para trabajar de muchos campesinos y campesinas brasileras.

PÁGINA VALDENSE I 3

La creciente concentración de tierras en manos de pocas personas fue uno de los factores determinantes para la explosión de este movimiento. Desde los años 50, y a partir de la introducción de herramientas cada vez más complejas en el manejo agrícola, el campesinado comenzó a verse desplazado de sus lugares de trabajo. Cada vez existían más campesinos y campesinas que, a su vez, eran cada vez más pobres, y el gobierno de Brasil estaba lejos de poder dar una respuesta a esta situación.

Con un fuerte involucramiento de la Iglesia Católica, el MST comenzó su historia como un movimiento de campesinos y campesinas brasileras centrado en los reclamos de su población. Una plataforma a favor de la reforma agraria fue el comienzo de un movimiento que, a partir del 2000, comenzó a formar otras experiencias alrededor de la ocupación de distintas tierras, factor que fue clave para el desarrollo del MST hacia lo que es hoy en día.

El Movimiento de los Sin Tierra hoy y la lucha por la soberanía

Más allá de la historia y de quienes han sido parte en la construcción de este Movimiento, no está en el horizonte del MST fomentar personalismos ni idealizar a quienes supieron llevar adelante los procesos históricos. Su estructura da cuenta de ello: está orientada hacia la participación y la democracia interna. Las decisiones en el MST son tomadas a partir de congresos y encuentros que ocurren entre 5 y 2 años respectivamente, y las familias se establecen con base en los campamentos de la organización, donde se forman pequeñas direcciones que van tomando las decisiones más cotidianas del rumbo de los mismos. Una estructura que sin dudas nos puede recordar mucho a la forma de organización sinodal que nos damos en la Iglesia Valdense.

Y esta forma de organización no es en vano, sino que es la piedra fundamental para la construcción del

PÁGINA VALDENSE I 4

“

Las palabras nunca son suficientes para poder transmitir ninguna experiencia, pero también es importante entender que la tarea del MST en la búsqueda de esa soberanía no se termina en las dos o tres facetas que menciona, que es la búsqueda de la soberanía en los cuerpos, en las ideas, tanto como lo es en el acceso a la tierra, la vivienda, el trabajo.

“

Movilización del MST en Belo Horizonte, junio 2018

trabajo del movimiento. Actualmente en el MST están organizadas 400 mil familias en 24 estados de las cinco regiones del país, las cuales tienen 160 cooperativas y 190 asociaciones en funcionamiento que llevan adelante 120 distintas empresas de pequeño y mediano porte que son el sustento de toda una cadena productiva que se da dentro de los campamentos del MST. Allí se producen alimentos que luego son vendidos a todas partes del Brasil, especialmente en los pequeños mercados y comercios barriales.

La venta de estos productos no está pensada para generar lucro, sino que también tiene una misión de fondo: poder colocar productos en el mercado con precios más accesibles para aquellas personas con menos recursos. La producción de los mismos tampoco es convencional, sino que son producidos desde una perspectiva agroecológica, intentando ir más allá de los modelos de extracción establecidos.

La educación es otra parte importante de esta experiencia. La tasa de analfabetismo en Brasil fue muy alta durante mucho tiempo, y si bien ha bajado, se sigue encontrando en un 6,6% de la población que no sabe leer ni escribir. La instalación de escuelas móviles que se trasladan intentando cambiar esa situación también es parte del proyecto, donde la educación popular toma un papel fundamental como metodología de enseñanza a los sectores más carenciados.

Sin caer en idealizaciones ni forzando paralelismos entre las realidades de países como Uruguay o Argentina y Brasil, la experiencia del MST es una recalcable, no solo por su historia, sino porque demuestra a través de un hecho histórico singular una posibilidad de concretar esa idea tan abstracta, pero de la que tanto se hace eco: la soberanía.

Y este artículo, como parte de esta edición en el cual se publica, no intenta hacer una descripción acabada de este proceso, ni de explicar qué es y qué no es el MST, sino más bien, mostrar un pedacito de una de las tantas búsquedas por la soberanía con la esperanza de que esa idea pueda ser pie para que otras y otros continúen esa búsqueda.

Tomás Barolín Tron

Hablando de

Soberanía Alimentaria Soberanía Alimentaria (SA) se asocia a una presentación de la Asociación Rural Internacional que cuestiona el cambio de la ruralidad en los años ’90, planteándolo en la Cumbre Mundial de la Alimentación (CMA) 1996 de la FAO en Roma, donde la definen como: «existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana». Luego, en sucesivos foros, se amplía: «derecho de cada pueblo, comunidad y país a definir sus propias políticas agrícolas, pastoriles, laborales, de pesca, alimentarias y agrarias que sean ecológicas, sociales, económicas y culturalmente apropiadas a sus circunstancias exclusivas».

Existen dos formas de plantear el problema, desde lo individual o pequeño núcleo familiar y otro colectivo: país, región. Respecto al primero, se asocia fuertemente con la pérdida de la identidad productiva y el empobrecimiento por el cambio en la producción agrícola a gran escala que privilegia la eficiencia económica mediante alto nivel de insumos extra explotación.

Paralelamente, a nivel global o colectivo se comenzó a disponer en supermercados de grandes ofertas de productos agrícolas relativamente económicos, e incluso frescos, de cualquier parte del mundo.

SA, sinónimo de independencia, es tener asegurada nuestra alimentación, que no figure en nuestra agenda diaria de problemas. Quizás esto, muchos/as lo hemos vivido desde niños/as o adolescentes, cuando nuestros abuelos y abuelas tenían esas lindas y productivas huertas o quintas donde compartíamos el placer de recolectar frutos producidos por sus propias manos, con nuestra eventual ayuda. Está claro que no representaba la única fuente de alimentos, pero daba y da esa sensación de seguridad que va más allá de los alimentos.

“

Implica tener un lugar propio (suelo, tierra), el gozo o alegría de «meter la mano» en el suelo, planificar en libertad la tarea a desarrollar, sentirse parte de la naturaleza aceptando sus leyes.

“

Esa independencia no es total, ya que los alimentos provenientes de nuestra producción (huertas) estarán disponibles de acuerdo a las estaciones del año. Esto resulta tan obvio para los del campo como para los citadinos disponer en los supermercados de un produc-

to estacional todos los días del año que se ponen en la góndola provenientes de cualquier confín de la tierra.

En este caso la soberanía alimentaria pasa sólo por tener dinero suficiente para comprarlos. Una historia personal, quizás con final obvio es de un amigo que sembró siete hectáreas de zapallos a unos 100 km de Bahía Blanca con una producción impresionante y calidad, pero tuvo que dejarla tirada por el precio irrisorio que le ofrecían, contrastando con el precio en verdulerías. Se han hecho enormes esfuerzos desde el estado y se siguen haciendo para «juntar» pequeños productores y socios que puedan colocar sus productos cerca de los consumidores. La desconfianza, avaricia, miseria humana, están en todos lados y el avance es lento.

El concepto SA es un disparador para abordar diferentes aspectos a nivel individual, social, político, de país y del mundo a través de distintas organizaciones (gubernamentales o no).

Se puede decir que la alimentación debería estar garantizada para todas las personas que habitan un país o el mundo. Mirada desde «arriba», mirada «protectora», «humana», «cristiana», pero es bueno recordar aquello de «ganarás el pan con el sudor de tu frente».

La calidad y cantidad de alimentos definen una línea base para que la nutrición de las personas sea satisfecha, el tema es si está al alcance de todos/as. Por ejemplo, las comidas «gourmet» se han transformado en un desafío artesanal. Muchas opciones son atractivas por el arte de poner en un plato alimentos naturales de los cuales conocemos su historia y hasta quien los cultivó. Esta atracción es una respuesta humana, una defensa natural, instinto de conservación frente al anonimato que nos ha llevado la globalización. Esta trazabilidad identifica formas de producir en una región (dada por su historia y cultura), cuanto más particular y diferente más valorada será.

Esto me parece alentador como mirada, ya que conscientemente o no, se asume que la tierra, el alimento, la cultura, el relacionamiento humano forman parte de un todo pero que tiene identidad. Aunque es ineludible el desafío de negociar entre quienes producen alimentos, independientemente de la escala, y quienes consumen. ¿Quién tiene la soberanía? Seguramente quien sea más fuerte desde su posición. Ahora bien, ¿quién regula? ¿quién hace de árbitro?

El compromiso es colectivo, solo entendiendo los procesos biológicos y sociológicos podemos ir lentamente adentrándonos a esta problemática, pero no olvidando nuestro compromiso con la creación y con nuestros hermanos «más pequeños».

Mario Vigna PÁGINA VALDENSE I 5

Semillas Criollas

trabajo en red y soberanía alimentaria

La Red de Semillas Criollas es un sistema solidario donde la gente recibe semillas y devuelve semillas. Partimos de la base que sin gente en el campo no hay quien produzca alimentos y sin producción no hay quien sostenga la multiplicación de semillas, por lo tanto, también apoyamos a más de 250 predios familiares y a más de 500 emprendimientos vinculados a la red.

La organización tiene al menos dos características principales, una es que las semillas circulan dentro de la red, no se comercializan ni hay transacción de dinero; y la otra que es un sistema de conservación in situ, es decir, el mantenimiento del material genético se lleva adelante dentro de los predios de los agricultores y agricultoras, no hay un banco de semillas. Cada productor/a es quien hace la adaptación, el mejoramiento genético, el mantenimiento y la selección de semillas.

La Red no tiene un comienzo lineal, sino que fueron confluyendo varias personas, instituciones y organizaciones entorno a un momento de crisis como lo fue el año 2002. Tanto los y las productoras, varios y varias docentes de la Facultad de Agronomía y la organización llamada «Redes Amigos de la Tierra», fueron percibiendo que tenían inquietudes en común. Por un lado, el enorme problema de falta de alimentos y de trabajo; y por otro, la notoria pérdida de variedades de semillas criollas, nacionales.

Otro aspecto que despertó la idea de rescatar y multiplicar semillas criollas fue el hecho de que uruguayos y uruguayas radicadas en Suecia enviaban semillas; sin considerar que podemos ser autosuficientes.

Todo esto confluyó en una propuesta que en el 2004 se consolida como proyecto. En ese momento, estaba centrada en la zona sur del país: productores y productoras de Montevideo, San José, Canelones y Colonia; con una fuerte característica hortícola. Básicamente era productores/as agroecológicas que querían variedades adaptadas a su sistema de producción, en pos de la soberanía alimentaria.

Ese fue el origen: una veintena o treintena de productores y productoras que fueron creciendo, cambiando, madurando. Hoy somos una organización destinada a la agricultura familiar con producción de semillas de forma agroecológica, entendiendo que la agricultura familiar, en general, es muy cercana a la agroecología.

Nos organizamos de esta forma casi de manera natural porque la dinámica del trabajo en red posibilita relaciones horizontales, sin exigencias y flexibles; es decir brinda autonomía y herramientas para la autogestión a cada productor/a. Por otro lado, esta manera de trabajar permite que hagamos los cambios necesarios para adaptarnos a nuestro entorno, en tanto, la Red no comenzó de esta forma y seguramente va a volver a cambiar con el tiempo.

Existe una coordinación, que hoy llamamos Coordinación General, conformada por ocho personas: dos representantes de cada región y dos representantes del movimiento juvenil, y debe ser mixta, al menos el

PÁGINA VALDENSE I 6

cincuenta por cierto deben ser mujeres. Esta es una decisión política que tomamos porque buscamos romper con dinámicas patriarcales. La Coordinación es la encargada de tomar las decisiones necesarias que surjan con el paso del tiempo, pero las cuestiones de fondo siempre se toman en asamblea.

Por otro lado, nos organizamos en regiones: norte, sur y este. Esta estructura surgió a partir de un encuentro donde consideramos que reunirnos cada dos años, -cuando realizamos la Fiesta de la Semilla Criolla- era demasiado tiempo. La división responde a las particularidades de cada zona, por ejemplo, la zona norte es la campaña más abierta, típicamente campesina por decirlo de alguna forma, con producción ganadera familiar sobre basalto; la zona sur tiene más densidad poblacional, predominantemente granjera, y sufre más los impactos de la urbanización, y la del este está vinculada con la serranía, la minería, lo agropecuario y el turismo. Por otro lado, cada zona tiene precisiones en cuanto a los cultivos porque agroclimáticamente son diferentes; entonces mientras que el norte tienen mayores contrastes estacionales y predominan presiones de la forestación, el tabaco o la minería, en el sur y litoral avanza la producción de soja y maíz, y en tanto en el este hay una presencia importante de cultivos de arroz, la presión que ejerce el turismo sobre la geografía y población rural o el estado de riesgo en el que se encuentran áreas protegidas.

Como mencionaba antes, la red surgió con una fuerte impronta hortícola pero hoy tenemos muchas variedades, especies y rubros. Una muestra de ello es que en la región este se están organizando colectas para multiplicar especies nativas de frutales; pero también tenemos semillas de aromáticas, medicinales y cereales como cebada, avena, maíz. En el caso del maíz, una de las grandes defensas que mantenemos es multiplicación de variedades criollas sin contaminación transgénica. Se hace un enorme esfuerzo por continuar con la multiplicación de nuestras semillas que tienen una fuerte identidad cultural, porque nuestros predios son pequeños en comparación con los cultivados de manera convencional, entonces siempre están bajo amenaza, de hecho, las situaciones donde aparecen semillas contaminadas en nuestros análisis periódicos son cada vez más frecuentes y estamos permanentemente buscando alternativas para revertir o evitar esto.

Además del intercambio de semillas, el trabajo de la Red es importante porque conecta a productores y productoras entre sí y con otras instituciones; siempre desde el interés de reivindicar el acceso a semillas agroecológicas, el acceso a la tierra y también de recuperar y poner en valor nuestra identidad cultural.

Silvana Machado

Ing. Agrónoma, integrando el equipo técnico de la Red de Semillas Criollas Más información en: www.redsemillas.uy

Con las manos en la tierra

Hércules, esposo de Griselda

“

Una de las cosas que aprendí de mi trabajo es que, si la tierra nos da vida y sustento, ¿Por qué no cuidarla? Fuimos aprendiendo con el tiempo de qué manera no maltratarla y respetar las rotaciones productivas y biológicas.

“

Mi nombre es Griselda Ludueña, soy de Desvío Arijon en la provincia de Santa Fe. Me dedico a la producción de huerta agroecológica para autoconsumo y venta de excedentes. Lo hago con mi esposo y, cuando se puede, algún familiar ayuda al laboreo de la tierra.

Nuestros productos principales son los ajos pata elefante, verduras de estación, dulces, conservas y multiplicación de semillas.

Comerciamos en ferias en pueblos cercanos y vecinos/as de la comunidad. Cuando no se puede salir por problemas de transporte se decide donar a personas ancianas, niñas y enfermas, en general. En estos tiempos de pandemia se ayudó a familias que se quedaron sin trabajo; tratando de que los excedentes no sean desperdicio. Sinceramente, damos gracias a la madre tierra por tantos alimentos sanos que nos ofrece.

La tierra en la que trabajamos es de una hectárea y cuarto. Accedimos a ella vendiendo nuestra casa y, como no llegábamos con el monto que se nos pedía, hicimos una hipoteca del mismo lugar en 60 cuotas.

Vendiendo bolsones y dulces logramos pagarla. Tener nuestra propia tierra para producir nos da la tranquilidad de no tener que migrar, la seguridad de tener la oportunidad de ser solidarios/as con lo propio.

En cuanto a los insumos, tuvimos la gran ayuda del programa Prohuerta -del INTA-. Eso nos permitió acceder a semillas, sistema de riego, tanques, mangueras, motocultivador; además de brindarnos el aval de la Subsecretaría de la Agricultura Familiar y la asesoría técnica del Prohuerta.

Por otro lado, gracias a esta experiencia pude encontrarme con personas que piensan diferente y otras que tienen las mismas miradas y van aprendiendo, de a poco, como consumir y producir sus propios alimentos sanos y libres de agrotóxicos. El hecho de conocer otros productores y productoras nos permitió construir una gran familia agradecida de aprender y mejorar en cosas simples, como por ejemplo, en el intercambio de saberes y semillas, recetas y comercialización. Me siento acompañada y esto hace que siga por nosotros/as y por otros/as… además participo en encuentros que me dan la oportunidad de conocer a instituciones, docentes, alumnos/as, custodios/as del territorio, estudiantes de la Universidad Nacional del Litoral y extensión universitaria interesados en alimentos sanos.

Hace poco fui convocada para ser parte de la representación de pequeños productores y productoras del departamento San Gerónimo, todas las personas que integramos este grupo producimos de forma agroecológica. Me siento muy contenta de poder ayudar y capacitar a compañeros y compañeras que están apartados del sistema de ayudas del Estado, ya que el pequeño/a productor/a en muchos casos está olvidado/a. Por suerte, hoy se está hablando mucho de la agroecología, y eso nos pone felices.

Griselda Ludueña

Corporalidades y espiritualidades soberanas

el peligro del repudio al cuerpo

«6¿No saben cuál es el ayuno que me agrada?

Romper las cadenas injustas, desatar las amarras del yugo, dejar libres a los oprimidos y romper toda clase de yugo.» (Is. 58, 6) Luchas en torno al cuerpo, a los cuerpos: a la reivindicación de la materialidad. Personas creyentes y no creyentes sumándose a estas filas, sin importar qué tipo de creencia o de no-creencia –sí, acá también pode-

mos seccionar– practiquen en términos religiosos. ¿Por qué? Quizá, porque esa es una de las espiritualidades más importantes que compartimos todas las criaturas humanas, quienes somos apenas uno de los innumerables tipos de vida que habitan este precioso planeta. La espiritualidad de lo corporal.

A través del tiempo, las culturas y las épocas, el cuerpo, su aspecto y los significados ligados a él han sido centro de constante debate, y personalmente dudo que esto PÁGINA VALDENSE I 7

llegue a acabar. No lo hará, pues como seres corpóreos siempre disertaremos en torno de qué sentido tiene para nosotros este soporte material, cómo deberíamos cuidarlo y qué deberíamos hacer respecto de esa recientemente descubierta capacidad que tenemos para alargar su funcionamiento. El desarrollo tecnológico actual nos hace pensar en amplias posibilidades que no tuvimos sino hasta hace muy poco, en donde jugamos no solamente con nuestras vidas, sino también con las de otras especies.

Somos criaturas pequeñas, efímeras, agobiadas por la certeza del final, así que ¿cómo culparnos por querer experimentar? Las posturas moralistas y condenatorias a este respecto me parecen bastante despiadadas hacia el drama que sabemos que vivimos. Ahora bien, en lo que sí coincido es en que una experimentación que solo tenga como meta extender nuestro tiempo en la dimensión material, sin cuidar la calidad de esos años, resulta incompleta y destinada a pecar de la misma insensibilidad señalada anteriormente. Tampoco debemos olvidar que no se interviene todas las existencias de igual manera, pues hay grandes diferencias entre cómo se manipula la vida vegetal y la animal; así como aquella que además de animal es humana, y las enormes brechas inventadas por el ser humano para jerarquizar su propia especie.

Como seres que se aferran a lo dicotómico, las personas tienden a decantarse por uno de los extremos de un espectro, cuya impronta aplican a todas las dimensiones de su vida –por lo general, de manera inconsciente–, con resultados que muchas veces son contradictorios.

Así, en la actualidad evidenciamos un resurgimiento de preocupaciones que giran en torno del cuerpo –su apariencia, salud o nutrición “correcta”–, pero enfocadas de una manera individualista que a la vez impide pensar en el cuidado de los cuerpos ajenos: los de las personas que no pertenecen a nuestros círculos, a nuestro estrato socioeconómico, nacionalidad, fenotipo u orientación sexo-genérica. ¿Cómo puede ser esto posible?

Sabemos que, en el pasado, la idea de mortificar la carne les prometía a las personas devotas una recompensa, por lo general relacionada con el alma y la otra vida. Cada cual buscaba la suya e incluso se autoflagelaba «solidariamente» por otros, como parte de una lógica de separación tajante entre ambas dimensiones: no bastaba con entender que eran cuestiones distintas, sino que había que asumirlas también como opuestas. Semejante manera de ver la vida podría parecer superada, pero lo cierto es que pervive en muchas mentalidades, pues no faltan corrientes modernas cuya base sigue siendo el autocastigo y el sacrificio (propio y ajeno). Felizmente, la humanidad ha tenido razones suficientes para sospechar de tales posturas desde la antigüedad misma, en la cual es posible encontrar voces disidentes a pesar de la presión por acallarlas: indicios escritos de esas y esos rebeldes del pensamiento que cultivaron filosofías contrarias a este dualismo, así como reportes sobre formas de vida alternativas a la hegemónica, mediante las cuales intentaron materializar su protesta. No todos los testimonios corrieron con la misma suerte al no ser textos consagrados por alguna tradición religiosa mayoritaria, pero bien podría uno preguntarse si es eso peor que ser leído y no compren-

PÁGINA VALDENSE I 8

dido –o peor aún, tergiversado– como sucede con Isaías y otros tantos profetas.

Este compendio de textos sobre soberanías que hoy tenemos delante de nuestros ojos nos invita a preguntarnos muy solemnemente si en verdad hemos logrado dejar atrás la mentalidad sacrificial en lo que atañe a las corporalidades, o si solamente ha cambiado la manera de presentarlo. A pesar de las relecturas, en las sociedades modernas pervive una impronta dualista que concibe la corporalidad como separada y opuesta a la espiritualidad, por un lado; mientras que, por el otro, los avances científicos confirman constantemente el papel fundamental de los sentidos a la hora de proveernos las experiencias que configuran nuestras particularidades.

Si esto es así, y si nuestra esencia específica se forma a partir del lugar que ocupamos en un tiempo y un espacio dados, ¿cómo negar que la carne sea absolutamente espiritual? Por el cuerpo pasamos todas nuestras vivencias, y hay sospechas rigurosas sobre que realmente no podemos comprender a fondo lo que no nos atraviesa materialmente. Puestos sobre ese escenario, ¿cuál es el significado de los cuerpos malnutridos, empobrecidos y debilitados? ¿En qué se diferencia un animal violentado y moribundo de una Tierra explotada, arrasada más allá de sus capacidades regenerativas?

A pesar del aparente resurgimiento de la importancia de una corporalidad cuidada, lo cual daría la impresión de que la dicotomía materia/espíritu ha acabado para el ser humano posmoderno, lo cierto es que el desprecio al cuerpo solamente cambia de destinatarios. Las corporalidades son clasificadas entre aquellas dignas del trato preferencial y aquellas que no lo son, en relación con características específicas de las personas que las poseen. Para que haya cuerpos saludables, nutridos y cómodos, debe haber otros fatigados, enfermos y envejecidos, dentro de los cuales se cuenta la materialidad del planeta. El viraje es egoísta, vacío, aparente y superficial, pues no hay interés de valorar a todos los cuerpos como una condición indiscutible del verdadero cumplimiento de ese cambio.

Pienso que replantearnos el tema de la dignidad –humana, animal, vegetal y terrestre– es la clave para comprender que la preocupación por el propio cuerpo nos debería llevar al genuino aprecio por las materialidades ajenas, si lo que deseamos es vivir de manera coherente con nuestras creencias. Un aprecio que se comprenda desde la interdependencia entre criaturas y que, en el caso de los seres humanos, radique en la soberanía de cada grupo: el derecho a proveerse de condiciones aptas para su nutrición y su adecuado desarrollo, tomando en cuenta el uso racional de los recursos naturales. Esta propuesta es, ahora, la forma honesta de ser realmente espirituales; probablemente, más que en ningún otro momento de la historia.

«7Compartirás tu pan con el hambriento, los pobres sin techo entrarán a tu casa, vestirás al que veas desnudo y no volverás la espalda a tu hermano. 8Entonces tu luz surgirá como la aurora y tus heridas sanarán rápidamente. Tu recto obrar marchará delante de ti y la -Gloria de Yavé te seguirá por detrás.» Is. 58, 7-8 M. Gael Zúñiga-Cordero

Vidas que reclaman

soberanía

Si miramos la realidad de nuestra región y de toda Latinoamérica nos encontramos con un panorama de grandes desigualdades socio-económicas, atravesadas por la discriminación sexo-genérica y racial. Las estadísticas públicas al respecto no hacen más que dejar en evidencia números que representan las violencias que afectan a tantas personas y que son producidas por estructuras económicas de miseria y políticas opresoras.

Los cuerpos y los territorios son vulnerados, violentados y explotados sistemáticamente por un modelo consumista y extractivista capitalista que solo ve recursos disponibles donde en realidad hay vidas humanas y no humanas que reclaman soberanía. La Creación toda es víctima de la violencia sobre la cual se establecen las relaciones sociales y culturales en nuestros países, lo cual es un reflejo de un sistema que funciona de esta manera a nivel mundial.

En este contexto hablar de soberanía parece un anhelo lejano, pero sin embargo queremos resonar y amplificar las voces que reclaman a diario otras formas posibles de vivir, con más autonomía, dignidad, goce, libertad.

“

Diversas comunidades organizadas son las que nos desafían a reflexionar sobre las alternativas existentes para paliar la sumisión en la que se encuentran los cuerpos y la naturaleza, intentando transformar la realidad tejiendo redes solidarias que den sustento diario para el buen vivir. Su tarea consiste no solamente en defender lo poco que se tiene, reivindicando su soberanía, sino que buscan las formas efectivas que potencian e invitan a la lucha colectiva.

“

Mientras que se siga perpetuando la lógica de la explotación de nuestras tierras para producir más en menos tiempo, concentrando todo en manos de unos pocos; mientras que se ejerza control sobre nuestros cuerpos, se los adoctrine para no salirse de la norma y sólo sean útiles como herramienta de trabajo; mientras se exija que las mujeres produzcan a igual demanda cuando están gestando, amamantando y criando; mientras esto ocurra, tenemos el compromiso de ensayar al

ternativas superadoras porque su construcción representa nuestro horizonte de esperanza. La lucha colectiva y organizada por la soberanía tiene muchos y variados frentes, lo urgente y lo necesario marcan la agenda, pero también tenemos el desafío de reivindicar nuestro derecho al goce y al placer como soberanía de nuestros cuerpos, que en definitiva es el territorio donde todo sucede, donde todo acontece.

La idea de vidas soberanas, casi en contraposición a las vidas que reclaman soberanía, guarda relación con un modo de vida en el que construyamos vínculos desde la equidad, no sólo con nuestxs pares, sino con toda la Creación; es vivir en armonía y equilibrio. Lo colectivo, en este sentido, es indispensable. Las lógicas individualistas que relacionan de manera directa el esfuerzo con la recompensa o el trabajo con lo merecido, no tienen lugar.

Cuando hablamos de soberanía, también pensamos en la soberanía alimentaria. Este pasado 30 de abril se celebró en Uruguay el día de lxs trabajadorxs rurales, una fecha que nos invita a sentipensar en las mujeres campesinas y sus roles fundamentales en la construcción de procesos de soberanía que alimentan nuestros cuerpos. A lo largo de la historia las mujeres fueron invisibilizadas como sujetas de derecho capaces de tomar decisiones, más aún en territorios donde se magnifican los trabajos en relación a tareas rudas asociadas a los hombres. En este contexto, el feminismo y la perspectiva de género emergieron como eje de análisis para entender el concepto de soberanía alimentaria, lo rural y la participación de las mujeres en el desarrollo. Al hablar de soberanía alimentaria, es fundamental atender las necesidades de las mujeres que ayuden a atender las distintas problemáticas de la vida rural. Fue Karl Marx quien dijo que «el trabajo dignifica», más seamos críticxs ante esta afirmación, teniendo en cuenta que será digno en tanto se respeten los derechos de cada persona, que cada paga sea justa, que cada persona sea tenida en cuenta. Cada reclamo por derechos vulnerados, por paritarias, por reconocimiento, habla de esas vidas explotadas que reclaman soberanía.

Por otro lado, la espiritualidad es un aspecto importante en este planteo. No podemos dejar de buscar y ensayar alternativas contrahegemónicas, que nos ayuden a romper estructuras que nos mantienen inmóviles; necesitamos sabernos acompañadxs, sostenidxs, abrazadxs para quebrar el silencio cómplice de las injusticias, explotaciones y violencias.

Equipo editor PÁGINA VALDENSE I 9

Relato de un

encuentro

Relato de un encuentro

(VIRTUAL)

Hay encuentros y encuentros. Algunos muy particulares, esperados, sentidos, ansiados. Encuentros de afectos y miradas, de noticias compartidas, de dolores y penas, de alegrías y logros, de vida en movimiento, con altas y bajas, buenas y malas, con un tema de excusa o con un objetivo por excusar. Lo cierto es que el encuentro mismo tiene una previa de varios días, a veces semanas. Hay trabajos por compartir, un proceso personal por realizar, lecturas, trabajos, escritura, y al fin, el compartir, los pensamientos, experiencias, acciones y perspectivas. No siempre se repite el día, el grupo se descubre intentando siempre la mejor coordinación.

Los horarios, las actividades, las responsabilidades.

Todo cambia, con vertiginoso devenir, y a veces hay que adaptar posibilidades. Migraciones. Esta vez me voy con el grupo x. Este vienes se va a conectar tal del grupo x. Siempre hay bienvenidas. Siempre hay despedidas. Así son los grupos del Esfuérzate en la Gracia.

Este programa osado, atrevido, que desde hace tres años se desarrolla entre hermanos/as de las comunidades valdenses del río de la Plata principalmente.

La tarea previa incluye la lectura de los trabajos. A veces se puede todo, a veces parte, a veces nada. Cada uno/a a su ritmo. Pero siempre con el mismo espíritu de aprender y celebrar en el compartir. La hora señalada llega y la sala se abre, rostros y fotos comienzan a aparecer. Sonrisas, saludos, comentarios. Noticias de la comunidad, de las familias, de las cosas que pasan en la sociedad. Problemas hay siempre. A veces el cli-

Reunión virtual de participantes de los grupos 2, 3 y 5.

PÁGINA VALDENSE I 10

ma también juega su papel. La alegría de la lluvia, la preocupación de la sequía, el desespero de la inundación, lo ominoso de la tormenta. Las conexiones aumentan. Los diversos lugares se agregan. La Pampa, Palmitas, Entre Ríos, Paysandú, Valdense, Piedras Coloradas y Young, son los que están siempre. Después, pueden agregarse de Rocha, Cosmopolita, Fray Bentos, y aún lejanos lugares como Chile. En el aire de la virtualidad nos encontramos y nos reconocemos uno/a en la diversidad. Un cuerpo extendido en ramificaciones de viento y agua que aletea encendido en el Espíritu. ¿Cómo es posible el milagro de estar tan lejos y de sentirse tan cerca? Lo humano relativiza la geografía.

La física es un obstáculo menor cuando el Resucitado hace de las suyas y genera traviesas coincidencias en la práctica, el pensamiento y la acción de sus secuaces.

“

Así, las experiencias se comparten, las alegrías se multiplican, y los problemas se analizan con sentido, poniendo límites a la angustia y la oscuridad, que lastimosamente siempre existen, pero se conjuran en la fuerza comunitaria que privilegia la vida, el bien, el hacer y el testimonio.

“

Grupo 7 Esfuerzáte en la gracia

Nunca está ausente la realidad, los contextos. La misión es siempre en relación a ese mundo tan lleno de iniquidades, injusticias y desamores que da lástima.

Un mundo al que desde lo chiquito de una semilla de mostaza empezamos a cambiar con porfía creyente. En el trabajo de una escuela bíblica, un grupito de adolescentes, un manojo de voluntades que se afilian a la idea de que siempre es posible hacer algo por el prójimo/a, un grupete de tejedoras que afinan sus manos

Reunión virtual de participantes del grupo 7

en la lana gorda que abriga un alma aterida. Siempre hay tanto para comentar. Siempre hay tanto para compartir. Desde la pregunta inicial sobre la temática del día, en el devocional de arranque o la oración y el canto del final, el espíritu comunitario sobrevuela y alienta, calienta, aconseja, consuela, descubre, reflexiona, se asombra, se ríe, motiva y adora, en la vibra sencilla y profunda de un evangelio hecho práctica en lo cotidiano.

El tiempo vuela raudo en lo sentido de un encuentro. Y si la conectividad no ayuda, y si se cae alguna señal, y si la tecnología nos juega una mala pasada, siempre queda el recurso del teléfono para aclarar en el grupo si pasó algo, si alguien tuvo que salir o si se cortó la luz. Por supuesto, los detalles culturales y pintorescos siempre están. El mate circula de pantalla en pantalla. Alguna galletita nunca falta. ¡En invierno el chorizo seco o un quesito pa´ picar siempre aparecen!

Algún cumple nunca se pasa por alto, lo sencillo de la vida siempre está, como algún que otro gato cruzando por la pantalla o un perro ladrando a la luna llena para escarnio de los micrófonos.

Cuando el tiempo promedia lo prudencial, llega el tiempo de la despedida, no importa si se terminó o no con el tema. Casi nunca se termina.

Los deseos se superponen. La gratitud por lo vivido se derrama generosa en notas cálidas que resbalan por los teclados y se esconden en los ratones llamados por fin al reposo. ¡Hasta la próxima! La seguimos por el WhatsApp. ¡Que pasen lindo! Un encuentro más termino, un encuentro más, que no es más que un encuentro, ¿o sí lo es?

Marcelo Nicolau Pastor valdense en Paysandú.

“

Siempre quedan cosas por hablar, como siempre quedan tareas pendientes y desafíos planteados, que movilizan, que motivan, que desapaciguan la vida para bien. La guitarra es casi siempre protagonista. La oración cantada nos despide en un mar de sonrisas y abrazos.

Hasta la próxima.

Ilustración de Andrea de Santis

PÁGINA VALDENSE I 11

“

Movimiento Juvenil Valdense | Año XXI |Mayo 2021| conexionesvaldense@gmail.com

Conexiones

Tengo

Cuando me veo y toco yo, Juan sin Nada no más ayer, y hoy Juan con Todo, y hoy con todo, vuelvo los ojos, miro, me veo y toco y me pregunto cómo ha podido ser.

Tengo, vamos a ver, tengo el gusto de andar por mi país, dueño de cuanto hay en él, mirando bien de cerca lo que antes no tuve ni podía tener.

Zafra puedo decir, monte puedo decir, ciudad puedo decir, ejército decir, ya míos para siempre y tuyos, nuestros, y un ancho resplandor de rayo, estrella, flor.

Tengo, vamos a ver, que ya aprendí a leer, a contar, tengo que ya aprendí a escribir y a pensar y a reír.

Tengo que ya tengo donde trabajar y ganar lo que me tengo que comer.

Tengo, vamos a ver, tengo lo que tenía que tener.

Nicolás Guillén

Tengo, vamos a ver, tengo el gusto de ir yo, campesino, obrero, gente simple tengo el gusto de ir (es un ejemplo) a un banco y hablar con el administrador no en inglés, no en señor, sino decirle compañero, como se dice en español.

Tengo, vamos a ver, que siendo un negro nadie me puede detener a la puerta de un dancing o de un bar.

O bien en la carpeta de un hotel gritarme que no hay pieza, una mínima pieza y no una pieza colosal, una pequeña pieza donde yo pueda descansar.

Tengo, vamos a ver, que no hay guardia rural que me agarre y me encierre en un cuartel, ni me arranque y me arroje de mi tierra al medio del camino real.

Tengo que como tengo la tierra tengo el mar, no country, no jailáif, no tenis y no yacht, sino de playa en playa y ola en ola, gigante azul abierto democrático: en fin, el mar.

PÁGINA VALDENSE I 12

“Campesinos” de Alfredo Ramos Martínez

Algunos pensamientos sobre el desafío ecuménico ¡Cuánto se ha escrito sobre ecumenismo! ¡Cuántos deseos de adaptar lo que se entiende por ecumenismo a nuestras denominaciones!

Les invito a que pensemos comunitariamente al respecto.

1) Definición de ecumenismo La palabra ecumenismo viene del griego oikoumene, que significa “tierra habitada, humanidad”; de la raíz oikos: “casa”.

Este concepto incluye a toda la humanidad y, por extensión, al mundo habitado que, por supuesto, presupone la creación. Para que todo sea habitado o habitable, cada una de las creaturas tenemos una función y una responsabilidad. Éste es el primer gran desafío que se coloca ahora en tus y en mis manos, lectores. ¿Qué hace habitable al mundo? Saber debatir, mirar, escuchar, a fin de poder construir en medio de la diversidad de pensamientos. Oikoumene no nos conduce al pensamiento unilateral, sino que nos invita al diálogo entre las diferentes concepciones religiosas, filosóficas, espirituales, étnicas e ideológicas.

La teóloga brasileña Ivone Gebara escribió: “No es importante la doctrina de los movimientos religiosos, sino la ética: ¿quién es mi prójimo y cómo me relaciono para ser útil, para practicar la misericordia?”.

2) Objetivos del ecumenismo Si retomamos esta última definición, tenemos que decir que el objetivo general de nuestros organismos ecuménicos es velar por el bienestar integral del cosmos (personas y creación). A partir de aquí, los temas que actualmente se están abordando tienen que ver con la calidad de vida de las personas y el cuidado de la creación.

3) Temas a trabajar de manera conjunta Desde esta perspectiva se retoman los temas de la justicia social, los cuales hoy en día, en el tiempo del Covid-19, son: alimento, vivienda, salud, trabajo y respeto a la dignidad de cada persona.

Cualquiera de estas necesidades que no sean cubiertas para todas las personas es una manifestación de violencia. El ecumenismo, así, debe denunciar estas situaciones. Asimismo debe denunciar las situaciones de violencia que se producen contra las personas migrantes y la violencia de género que crece de una manera desenfrenada.

La ecumene debe también retomar todo aquello que favorece el cuidado de la creación.

4) Hacia una perspectiva del diálogo ecuménico El diálogo ecuménico debe estar siempre en un pro-

ceso de desarrollo. Esto implica trabajar desde la comprensión entre la diversidad de espiritualidades con las cuales convivimos a diario. Teólogos/as como Hans Küng, Leonardo Boff, Ivone Gebara y Elisabeth Schüssler-Fiorenza, entre otros/as, han escrito desde el cristianismo con apertura hacia diversas espiritualidades, filosofías y religiones. Cada espiritualidad, religión o movimiento de pensamiento humano aporta algo de la trascendencia, de la divinidad de aquello que supera a nuestras individualidades personales, o bien, de las etnias o colectividades a las cuales pertenecemos. En el diálogo ecuménico no deben aparecer nuestras doctrinas, sino que el énfasis debe estar colocado en el trabajar hacia la casa común, la dignidad y el respeto, allí donde cada parte de la creación hace lugar para alguien más.

Desde esta perspectiva podemos mencionar por lo menos algunas de las instituciones que intentan trabajar en esa línea: CAREF (Comisión Argentina para Refugiados y Migrantes), MEDH (Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos), FAIE (Federación Argentina de Iglesias Evangélicas), FIEU (Federación de Iglesias Evangélicas del Uruguay), SEDHU (Servicio Ecuménico para la Dignidad Humana), entre otros.

5) Identidad y apertura Cuando tenemos la capacidad de escucharnos y mirarnos con los ojos del amor, es cuando estamos poniendo en práctica el evangelio de Jesucristo desde nuestra identidad. No estamos hablando de negar nuestra identidad cristiana evangélica, pero los valores a mantener siempre son los de la escucha amorosa y el reconocimiento del prójimo como diferente, de quien también aprendemos.

En muchas ocasiones, el escuchar pensamientos diversos nos permite reafirmar nuestra identidad. Pero eventualmente también puede ocurrir que, si se trata de un diálogo franco y fructífero, nos veamos en la necesidad de readecuar, corregir o cambiar algunas de nuestras posiciones anteriores. ¡Esto también es evangelio! La buena noticia es dejarnos transformar por Dios, a través del encuentro con nuestros prójimos, a fin de aprender juntos/as. ¡Qué difícil y desafiante es vivir el ecumenismo entendido de esta manera!

Wilma E. Rommel Pastora IELU (Iglesia Evangélica Luterana Unida Argentina y Uruguay) PÁGINA VALDENSE I 13

Comunicándonos

Federación Femenina Evangélica Valdense

Esta reflexión está escrita desde el corazón mismo, por una socia de la liga Femenina de Juan Lacaze con sus 89 años de edad.

Año 2020, 13 de marzo. La vida transcurría normalmente. Las compañeras de nuestra liga reunidas para celebrar el Día Mundial de Oración. Finalizada la misma terminamos con un «Feliz cumple» a las amigas que llegaron a los 90 años. Regresando a nuestros hogares… ¡Explotó la bomba! Todas las informaciones eran sobre el enemigo invisible que había llegado a nuestro querido paisito. Y comenzó la lucha, lo primero a vencer era el miedo y nos encerramos, por 15 días nos dijeron, pero siguió y siguió. La guerra sin cuartel que fue diezmando soldados/as durante todo el año con cada vez más saña, el mundo entero entró en lucha, cada uno en su puesto. Los estudiosos y estudiosas, día y noche buscando el antídoto para tratar de rendir al enemigo, pero este se reconvierte y sigue la lucha cada vez con más fuerza, los soldados y soldadas de la salud extenuados hacen lo imposible por llevar un poco de amor a los que se van de viaje.

Este enemigo no solo nos diezmó, sino que nos separó cambiando nuestras vidas por completo. Nos hacemos la gran pregunta: ¿somos nosotros y nosotras que no cuidamos el paraíso que nuestro Señor nos dejó y lo estamos convirtiendo en basurero? ¿Nos daremos cuenta algún día que somos todos hijos e hijas de Dios y que nuestro Hermano Jesús murió en la cruz por nosotros/as para salvarnos? ¿Entenderemos algún día que con diferencias y rencores nos dividimos

a perdonar y a ponernos en el lugar del otro/a? ¿Nos daremos cuenta por fin que todos y todas necesitamos de todos y todas? Si, de todos/as, porque nunca vas a saber cuándo te caigas si el que te levante será el vecino/a, el/la policía de la esquina o el hombre o mujer de la calle que duerme con su perro en el portal. Todos y todas, si todos y todas de ésta salimos juntos/as y unidos/as o no salimos, ¿o acaso nuestro Señor no nos amó a todos/as sin distinciones, aunque fuéramos y pensáramos diferente? Y nos enseñó: AMA A TU PROJIMO COMO A TI MISMO.

¡Mujeres de fe!

¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Conservamos aún la chispa que enciende la hoguera para calentar los corazones de nuestros amados pichones/ as? Acá estamos un día sí y otro también tratando de transmitir nuestros valores, nuestros principios y nuestro amor. Algunas veces logramos con palabras o con ejemplos concretar nuestros deseos y otras nos sentimos defraudadas. Pero, no seamos ilusas; el mundo está cambiando cada vez con más rapidez y arrastra consigo las costumbres, las culturas y las ideas que se vuelven más y más diversas. De ahí que convivir con la humanidad tan fraccionada sea más difícil cada día.

Ya no es tan frecuente disfrutar de esa familia que podría atender a los niños/as pequeños/as, acompañar a los y las adolescentes y cuidar a los ancianos y ancianas en el hogar hasta su último día. Todo cambió y PÁGINA VALDENSE I 14

hay que subir en el tren de la vida y viajar lo mejor que se pueda. En eso estamos inmersas dando o tratando de dar algo que ayude a mantener el respeto de las familias, los países y las distintas comunidades del mundo entero. Las que tenemos algunos años añoramos algo de lo que quedó atrás pero aplaudimos poder disfrutar de las tecnologías que usándolas bien nos acercan a seres queridos manteniéndonos informados, aprendiendo hasta el último día como debe ser. No claudiquemos nunca, sigamos viajando con fe, amor y mucha esperanza. El Señor está ahí con su mano tendida…

Adela Duval

Estrategias de

sobrevivencias en contextos de OPRESIÓN

En el contexto de la historia de la conquista de Canaán por parte del pueblo de Israel, el arreglo entre Caleb y Otoniel es más que satisfactorio para ambos, además de conseguir la victoria sobre las tierras. Pero el relato también refleja que el rol de Acsá no va a ser solamente el de víctima, en tanto es parte del “botín de guerra”, sino que ella evidenciando su lugar de sumisión en la estructura patriarcal, decide llevar adelante una acción de lucha para asegurarse un mejor porvenir para su familia. Así es como Acsá, montada en su asno, regresa a lo de su padre para pedirle la concesión de manantiales y consigue el favor ante su solicitud.

“

Esta historia nos invita a reflexionar sobre los papeles fundamentales y transformadores que resultan de la decisión de las personas, que como Ascá, visualizan su lugar de sumisión y se organizan para luchar en pos de poder sobrevivir a las situaciones de violencia en las que se entraman sus existencias.

“

En el Libro de los Jueces se relata la historia del pueblo de Israel, abarcando desde su asentamiento en la Tierra Prometida hasta la institución de la monarquía en tiempos de Saúl y de David. Casi siempre, se trata de episodios guerreros donde el ataque de enemigos externos ponía en peligro la existencia de las tribus israelitas. El rol de liderazgo que van a desempeñar “lxs jueces” o “lxs caudillxs” será clave y hará de hilo conductor en la búsqueda de liberación ante la opresión que sufrían. La preocupación teológica está asentada en la desobediencia del pueblo ante los ojos de Dios al rendirles culto a los dioses de los pueblos vecinos.

En medio de esos relatos, a diferencia de otros textos bíblicos, las mujeres aparecen en casi todos los capítulos, incluso en algunos son centrales en las historias (como la hija de Jefté en Jc 11: 34-40 o la concubina del levita en Jc 19:1 ss) aunque muchas de ellas son desconocidas. Podemos observar como en la mayoría de los casos sus nombres propios no están registrados sino que son nombradas según categorías familiares de género: hija de, madre de, esposa/segunda esposa, soltera, viuda o divorciada, esposa-esclava o concubina.

En otras ocasiones, algunas son más conocidas o son mencionadas por sus roles en la sociedad, siendo protagonistas claves en la historia de Israel: jueza-profetiza-“madre de Israel”; sacerdotisa (Débora y Jael, respectivamente, en Jc 4-5); guerreras, etc.

Las historias de algunas de estas mujeres en el libro de Jueces evidencia la vulnerabilidad a la que estaban expuestas en la casa patriarcal, llevándolo al extremo y convirtiéndolas en parte de los daños colaterales (por ejemplo: son objetos de intercambio en las transacciones entre los hombres).

En este sentido, al principio del libro encontramos el relato de Acsá (Jueces 1): 11 Luego atacaron la ciudad de Debir, que antes se llamaba Quiriat-séfer. 12Y Caleb prometió que al que conquistara Debir le daría por esposa a su hija Acsa. 13El que la conquistó fue Otoniel, hijo de Quenaz, hermano menor de Caleb; entonces Caleb le dio por esposa a su hija Acsa. 14Y cuando llegó ella, Otoniel la convenció para que pidiera un terreno a su padre. Al ver Caleb que Acsa se bajaba de su asno, le preguntó: – ¿Qué te pasa?

15 –Quiero que me concedas algo –contestó ella–. Ya que me has dado tierras en el Négueb, dame también manantiales.

Y Caleb le dio los manantiales de arriba y los de abajo.

Sobrevivir en contextos de ocupación, guerra, opresión y explotación es la opción que les queda a los cuerpos atravesados por las violencias, mostrando las formas específicas en las que se expresan pero también las alternativas que se abren a partir de sus intentos estratégicos por vivir.

Aprender a leer con ojos atentos y críticos estos relatos, nos posibilita ver un mensaje liberador que no se trata de meros triunfalismos individuales sino que nos hablan de las luchas cotidianas en las que se enmarcan las historias de tantas personas que han sido, y siguen siendo, violentadas. El anuncio de la vida buena y abundante para toda la creación se tensiona y resignifica desde esta nueva perspectiva que nos trae la relectura bíblica para ayudarnos a tejer redes que nos permitan ver la realidad y transformala.

Yanina Vigna Equipo Editor PÁGINA VALDENSE I 15

«Pa’ ti que cultivas campo Pa’ ti que cultivas sueños Pa’ ti que con tus manitas recoges el alimento Pa’ ti es que elevo este canto para que sientas aliento y sepas que no estás sólo hay muchos luchando al tiempo …

Siembra el amor, siembra; siembra la conciencia, siembra; siembra la unidad por un mañana mejor que empieza hoy.

Por tus hijos, por tus nietos, por la vida… siembra» …

Canción «Cuando será», Che Sudaka