Página Valdense - Febrero/Marzo 2021

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Periódico de la Iglesia Evangélica Valdense - Mayo 2020 - N° 260 - Afiliado a O.P.I. N° 837

«...porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.» Hechos 4:20

Mirarnos desde las raíces

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LA ENERGÍA COMUNITARIA A TRAVÉS DE LA MÚSICA Fabricia Malán

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PARA LA LIBERTAD Joaquín Peña

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LA IGLESIA E. VALDENSE EN LA ENCRUCIJADA Hugo Armand Pilón

Periódico de la Iglesia Evangélica Valdense -Febrero y Marzo 2021 - N° 266 - Afiliado a O.P.I. N° 837 001/09 - Periódico mensual - Redactor responsable: Rogelio Darío Barolin. Varela 1729. Dolores - Imposición envíos: Dolores - Depósito legal N° 68.638

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Tres Bocas: María Fernández.

Young: Esther Malán | PÁGINA VALDENSE

Apuntes

de la Directora Una manera de vivir Empezó un nuevo año para Página Valdense, y lo hizo rompiendo con lo que podríamos definir como una costumbre: cada edición de los meses de febrero-marzo desde hace bastante tiempo se aborda lo trabajado durante la Asamblea Sinodal. Este año, con señales de esperanza tangibles y algunas en el horizonte, seguimos transitando un tiempo pandémico, lo que hizo necesaria la postergación de nuestro Sínodo Rioplatense.

Esto devino en que la dinámica de trabajo también iniciara de manera diferente. Intercambiamos varios mensajes con quienes integran la Comisión Sinodal y el equipo editor.

Mientras tanto, febrero llegaba con la falta del encuentro sinodal, pero con la celebración de la emancipación en camino. Con la mirada puesta allí, fue que decidimos el tema principal: la historia del Movimiento Valdense.

Claro que una edición no basta para abordar siglos de historia, por eso nos propusimos hacer un ejercicio de memoria, conjugando la historia con el presente, admirando y reconociendo las huellas que fueron dejando muchas personas en el camino para que nos ayuden a continuar proyectando acciones en nuestro presente. Con la intención de que la historia de un movimiento basado en la libertad nos impulse a vivir plenamente, a construir sociedades más justas y empáticas, a luchar por que la vida digna que queremos sea para todxs… con esas intenciones y más, es que les proponemos hacer memoria.

Como mencioné recién, y es algo que aparece en muchas de las páginas de esta edición, la libertad es uno de los valores indisociables del movimiento valdense. Ahora bien, ¿qué significa y qué implica? No caben dudas que en la Iglesia Valdense convivimos en la diversidad, incluso creo que es una de nuestras fortalezas más grandes; y esto significa que podemos tener algunas diferencias en las respuestas que ensayemos, pero creo que estaremos de acuerdo si digo que la libertad no es sólo un valor abstracto y tampoco es algo meramente individual.

Cuando este valor se transforma en una realidad concreta significa que podemos tomar decisiones y acciones de forma independiente, y soPÁGINA VALDENSE I 2

bre todo, que podemos disfrutar de hacerlo; y digo que no es simplemente individual porque también se hace concreta cuando construimos sociedades que permitan que todas las personas puedan hacerlo de la misma manera.

La libertad, además, es acción.

Casi sin querer encontré una cita de Mounier -un filósofo francés– que me pareció muy interesante compartirles: «ser libre, es liberarse comprometiéndose en los caminos que liberan». Esa liberación -de forma personal y colectiva-, puede interpretarse como la lucha por conquistar derechos que nos protejan, nos amparen, nos den marcos legales para poder gozar de nuestras libertades. Y esto, no puede sino ser colectivo, porque la liberación se da en el encuentro con lxs otrxs.

Nuestra historia está plagada de dolores y alegrías, de encuentros y celebración, de luchas y resistencias. A cada paso podemos percibir acciones liberadoras, transformadoras y proféticas.

Mirar hacia atrás en el tiempo no sólo es hacer memoria, es hacer presente siendo conscientes de nuestras raíces, de nuestra identidad. El ejercicio de hacer memoria es mucho más que recordar o maravillarnos con las pequeñas y grandes libertades conquistadas a lo largo del tiempo; sino que nos invita a comprometernos activamente con nuestro presente, con las realidades de nuestras comunidades y de las sociedades de las que formamos parte. Hacer memoria significa no mirar para el costado, no ser indiferentes. Hacer memoria significa preocuparnos y ocuparnos por quienes hoy padecen opresiones de diferentes tipos y en diferentes ámbitos, por quienes este sistema perverso deja en los márgenes o fuera de ellos. Hacer memoria es seguir resistiendo, seguir intentando construir algo mejor. Hacer memoria es seguir luchando, porque si miramos hacia atrás y somos capaces de ver cómo el Movimiento Valdense soportó persecuciones y ejecuciones para que hoy estemos aquí, significa, al menos para mí, que luchar por la libertad no sólo es un slogan bonito, es una manera de vivir.

Daiana Genre Bert

La energía comunitaria a través de La música funciona, muchas veces, como un mecanismo de liberación, de cataclismos interiores, de dolores que nos aquejan, de situaciones de opresión, o simplemente nos ayuda a liberar energías acumuladas que necesitan ser expresadas de alguna manera. La música actúa en nosotros y nosotras como liberadora en cualquier forma de participación y vinculación con ella. Es el cuerpo que lo experimenta escuchando, moviéndose, sonando, generando una energía renovadora.

Los y las valdenses han tenido una especial intención en que la música sea parte de la vida de la comunidad. Ha permanecido en el tiempo como un factor característico del grupo y la práctica se reconoce como una fortaleza. Aunque en algunos momentos haya sido más intensa que en otros o que ha habido momentos de mayor creatividad, siempre se ha mantenido esa energía.

A través de los siglos, los repertorios, los instrumentos, los textos y contenidos de la música practicada se han modificado, se han transformado. Sin embargo, hay una energía especial que mantiene la música como un factor importante en muchas manifestaciones, lugares y actividades de la comunidad. Esto va de la mano con el poder que los y las valdenses le han conferido a la memoria histórica y sobre todo al relato histórico que acompaña siglos de trayectoria. La música se hace presente en la conmemoración de momentos épicos de la lucha y la vida del movimiento valdense, de la conformación de la iglesia adherida a la Reforma, en el recuerdo de los momentos de concesión de libertades, en el viaje oceánico, tanto como en la evocación de las fechas claves de la historia bíblica y en los momentos de reunión y ejercicio de la vida comunitaria. Si nos remontamos un poco a la historia de la región europea, aparecen esos relatos acerca de la práctica del canto mencionados en libros, actas, escritos en general o en la transmisión oral. Un ejemplo de ello lo encontramos en el libro Gianni Long y Ferrucio Corsani donde hacen referencia a la práctica del canto en algunos valdenses que fueron descubiertos realizando esta actividad por quienes los perseguían o que iban cantando mientras caminaban hacia su ejecución en la plaza pública. Giorgio Tourn también menciona en uno de sus libros, el canto del Salmo 68 entonado por el grupo de valdenses que resistía a las tropas del ejército francés en la Balziglia el 2 de mayo de 1689. Y posteriormente aparecen resoluciones respecto a la práctica de la música en las comunidades en las diferentes actas sinodales o parroquiales.

Pero como dije al comienzo, la energía musical se transforma con el tiempo, no se pierde, nunca se ha perdido, se ha modificado como tantas costumbres.

Los y las valdenses que llegaron al Río de la Plata practicaron el canto en las reuniones religiosas, litúrgicas y extralitúrgicas como picnics, encuentros campestres,

la música

jornadas festivas, así como en el ámbito escolar y en el grupo familiar. Más adelante se fue sumando la actividad coral, las reuniones de las uniones cristianas de jóvenes, los campamentos, los encuentros ecuménicos, entre otros. Muchos relatos han descrito ya sea el tipo de repertorio como las formas de expresión musical.

He aquí un par de voces: «… lo del canto yo también lo asocio a la escuela porque las mismas maestras enseñaban canto, yo me acuerdo los que enseñaba la señora Revel, el “Caminito” por ejemplo o “La Barcarola” de los cuentos de Hoffman…» (Violeta) «…yo sabía rascar la guitarra y cuando apareció el primer cancionero abierto aprendimos zambas y carnavalitos y los empezamos a cantar, primero en las reuniones de jóvenes, pero casi enseguida en los cultos». (Heladio) Un momento importarte que quiero destacar es la aparición de las canciones en las décadas de 1960 y 1970 que significaron un especial momento de cambio de energía comunitaria, que llevó a que algunos y algunas se resistieran a ello -como sucede a menudo- y otros y otras a preocuparse para que ese cambio se haga realidad. Las canciones circularon, en primera instancia, en los ámbitos ecuménicos, en ISEDET, en la Escuela de Música Eduardo Carámbula, en los campamentos de jóvenes y posteriormente en las distintas comunidades del Río de la Plata. A través de ellas se expresaba la necesidad de justicia y de paz para mucha gente que vivía en la opresión y el deseo de un mundo diferente a través de la práctica de la fe. Y estos deseos eran compartidos en diversos grupos y denominaciones religiosas.

La energía ha estado siempre entre nosotros y nosotras a pesar del tiempo y de los cambios. Si estamos atentos/as escucharemos temas musicales nuevos, acompañamientos, veremos posturas corporales diferentes en las nuevas generaciones. Es necesario que la música siga siendo parte de la comunidad toda, que siga circulando.

Si pensamos en una fecha conmemorativa de los y las valdenses, el 17 de febrero significó y sigue significando, para quienes así lo sentimos, un cambio de energía que puede liberarnos y transformarnos como comunidad de fe.

Fabricia Malán

Referencias:

GAY, Teófilo, Temples et pasteurs de l’ Eglise Vaudoise de Sait-Jean

de 1555 a 1905. Notas históricas (p 64), Turin: 1905

LONG, Gianni – CORSANI, Ferruccio. Cantar Salmi a Dio...I valdesi

dal Psautier ginevrino agli innari del evangelismo italiano (p 9), Turin: Claudiana, 2002

TOURN, Giorgio. Los valdenses, Tomo II (p 237), Turin:

Claudiana, 1983

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Una historia de peñas,

canto y vínculos Yo nací a principio del año 1959, exactamente el 22 de febrero del 59, año de grandes inundaciones en Uruguay, digo esto porque siempre lo escuché mencionar en mi casa. Al decir mi casa me refiero a mi casa paterna, la que aún se mantiene en pié allí en lo que podríamos definir -aún que a alguien le cause gracia-, como el «Centro» de la Colonia Cosmopolita.

Eran años de gran efervescencia en el llamado Movimiento Juvenil Valdense, se hacían grandes torneos deportivos y había una gran movida cultural. Teatro, música y los coros que eran el plato fuerte de cada una de las comunidades al menos en las del Presbiterio Colonia Sur que era donde nosotros nos criábamos.

Digo «nosotros» porque estoy pensando en los cuatro que formamos el Grupo Vocal Sur, eso fue en el año 1985. Había sido declarado Año Internacional de la Juventud y a la comunidad de Rosario había llegado un pastor muy joven, Hugo Armand Pilón, que tuvo la buena idea de organizar unas peñas donde los y las jóvenes pudieran expresarse a través de la música.

Así fue que Pablo Negrin, que ya había participado en el Grupo Voces Juveniles; Daniel Gonnet, que junto con Pablo habían llegado a participar del Coro Reforma, aquella especie de «Selección» dirigida por Delmo Rostan; Mario Baridon, que desde muy chico cantaba a dúo con su hermano Heber y había participado de todas las etapas corales; y yo, que era un poco de todo eso, formamos ese grupo vocal folklórico, sin muchas más pretensiones que participar de esas peñas.

Demás está decir que los cuatro habíamos coincidido más de una vez en el coro de la Iglesia de Cosmo-

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Pablo, Daniel, Mario y Carlos

polita. Incluso en ese mismo año 85, Pablo, Mario y yo estábamos cantando en la Asociación Coral Rosario que tenía en esa época por director a un joven llamado Eduardo Tancredi que era excelente.

Creo que todo este cúmulo de cosas fue lo que hizo que este grupo trascendiera las peñas y llegara incluso a representar al departamento de Colonia en el Primer Festival de Folklore en San Jose de Mayo donde obtuvimos el primer premio.

También el hecho de movernos siempre en el ámbito de la Iglesia nos llevó a grabar nuestros primeros trabajos en el viejo y querido C.A.V. donde nos reencontramos con Lilio Pons y conocimos a Sergio Paz, grandes amigos que también tuvieron mucho que ver en todo esto.

Nuestras primeras visitas a la República Argentina fueron a través del pastor Hugo Malán y su familia que recién habían llegado a la comunidad de Cosmopolita. Siempre el vínculo con la Iglesia Valdense estaba presente: Montevideo, Tarariras, Colonia, Valdense, Miguelete, etc.

Varios Sínodos Valdenses nos tuvieron como amenizadores de una de sus noches, el último fue en 2002 cuando ya hacía varios años que no existíamos como grupo. Recuerdo que se realizaba en Cosmopolita y nos pidieron participar en una noche de música que la comunidad les quería brindar. Esa historia ya es conocida, la delegación italiana estaba compuesta por el Moderador Gianni Genre y Franco Tagliero, quienes finalizado el encuentro nos dijeron algo que nosotros pensamos era una broma, «los vamos a llevar a Italia».

También recuerdo al pastor Ruben Artus diciéndonos: «miren muchachos que esto es en serio», y así fue nomás, no mucho tiempo después estábamos emocionados cantando, un 15 de agosto, en los Valles Valdenses.

Carlos Negrin

Entrevista a Marcel Gonnet

«Si los valdenses no existieran, habría que inventarlos» Marcel Gonnet es un comunicador social y director de cine. En 2015 presentó su documental «Valdenses», que narra la historia del movimiento. Volvimos a conversar con él para conocer un poco más del proceso creativo y la experiencia de filmación de este documental.

- ¿Cuál es tu vínculo con la Iglesia Valdense?

Mi papá es de familia valdense, y por su lado recibí un influjo muy importante de lo que significa ‘ser valdense’. Siempre me pareció curiosa la historia del movimiento, sobre todo a partir de citas que encontraba en diferentes libros, o en las charlas durante reuniones familiares. Mi tío Pancho, siempre fue la persona con la que conversaba sobre esto.

- ¿Cómo surgió la idea de «Valdenses»?

La idea concreta del documental surgió en Brasil, donde vivo hace más de diez años, cuando vi las denominaciones del poder. Creí que la Iglesia Valdense representaba justamente lo contrario: el voto por la pobreza, la cuestión de los derechos civiles, la libertad...

Me pareció que era una oportunidad para contar una historia alternativa a eso que sucedió con las iglesias del poder. Eso me motorizó.

Concretarla ya fue otro tema. Creo que lo pude hacer una vez que me recibieron en el Centro Ecuménico Ágape, un lugar hermoso con una historia increíble; como dijo Giorgio Tour alguna vez: «Ágape es la frontera de la iglesia», porque allí se trabaja sobre los límites políticos y morales. Incluso creo que gracias a esa visita logré encontrar otro punto de entrada, otra conexión al documental: el de militancia cristiana.

- ¿Siempre tuvo la forma de documental o se fue definiendo en el proceso?

Yo tenía en claro muchas cosas. Había investigado mucho sobre cómo la iglesia -principalmente en el área italiana- había trabajado algunos temas, la eutanasia y la interrupción del embarazo, por ejemplo. Además de encontrar aquel VHS -«Fideli per secoli», película de 1924- en el Centro Cultural de Torre Pellice, que es una joya, realmente tiene un gran valor.

A partir de allí, me interesó contar la historia a través de las imágenes, de los espejos. Fue también muy curioso cómo se dio todo: este VHS, un grupo de teatro italiano de gira por el Río de la Plata y el parque temático que hay en Valdese, Estados Unidos. Todas estas cuestiones de la índole del espectáculo me permitían conectar todo.

Sin el Grupoo Teatro Angrogna tampoco hubiese podido hacer la película. Ellos simbolizan esa tradición de las representaciones teatrales que también existían en el Río de la Plata. Ese es otro punto de entrada: el teatro en la cultura valdense.

Traté de tener mucho rigor histórico y por eso fue que entrevisté a las personas que son referentes en la historia valdense. Me interesó contar muchas pequeñas historias que de alguna manera representen lo que significa ‘ser valdense’. En este sentido celebro el nuevo documental y creo que hay mucho material para hacer miles más, porque bien sabemos que los valdenses fueron campesinos letrados, entonces escribían mucho y además tienen esa tendencia a dejar registro de todo.

- Cuando el proyecto se fue concretando, ¿tuviste que dejar algunas cuestiones afuera? ¿Cómo o qué te ayudó a realizar ese ‘filtro’?

Sí, tuve que dejar afuera historias fascinantes. Son decisiones muy difíciles, pero también se trata de ir viendo cómo fluye la película y lo que necesita. Intenté mostrar la visión de una iglesia abierta, así que dejé afuera muchas cuestiones genealógicas. Hay una historia política muy impresionante, la de Janavel por ejemplo.

Yo tengo mis escenas favoritas, una de ellas es en Paysandú con Marcelo Nicolau cantando; pero tuve que dejar afuera una parte increíble, ¡donde hacía cantar hasta a su perro!

- ¿Cómo fue la experiencia de filmación?

A mí siempre me interesa más el proceso que el resultado, y tuve experiencias brillantes, conocí muchas personas increíbles. Todo el grupo de personas con quienes trabajo quedó maravillado.

A cada lugar que fui me recibieron muy bien. En todos encontraba pequeños gestos que se vinculaban directamente con la historia de ‘ser valdense’ que estaba contando. Me llamaron la atención muchas cosas, pero particularmente la relación con la tierra y el trabajo manual, profundamente campesino, aunque muchas personas sean intelectuales, tienen las uñas metidas en la tierra… Tienen mucho de la multiplicación del trabajo y de la comida, eso también es muy interesante de ver.

- Habiendo investigado muchísimo sobre el movimiento valdense y luego de la experiencia del documental, ¿qué aspectos de la historia consideras que tenemos que rescatar con más fuerza hoy?

Creo que ese modelo de comunidad es de lo más valioso; esa idea de libertad, de independencia, de laicidad… Se nota, en todos los campos, que hay una gran participación política: la primera escuela secundaria, de las primeras mujeres médicas de Uruguay fueron valdenses, y un infinito etcétera.

Mirando desde afuera, creo es una iglesia totalmente necesaria. Reformando una frase conocida: «Si los valdenses no existieran, habría que inventarlos».

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Resistencia Por carta emitida por mandato del Príncipe, referida a los habitantes y demás de los valles de Angrogna, Bobbio, Villar, Guichard, Rorà, Tagliaretto, Rua des Bonnet en dependencias de Torre, San Martín, Perusa, Roccapiata y San Bartolomé, que es desagravio por lo sucedido, perdonados y condonados todos, con respecto de aquellas infracciones que hayan cometido. * La cita corresponde al encabezado del pacto de la Paz de Cavour, firmada por ministros valdenses de ‘os valles de Lucerna’ y el representante de Manuel Filiberto, Duque de Saboya. Este acontecimiento histórico fechado el 5 de junio de 1561, es considerado el primer ejemplo de libertad religiosa, como refiere la placa en la ciudad italiana de Cavour. «El primer tratado de tolerancia europeo», en palabras de la historiadora Susanna Peyronel Rambaldi. «El Soberano concederá de nuevo los privilegios que había retirado a estos valles y les da la concesión inaudita de ejercitar su propia fe, en límites bien precisos. Se forma un pequeño gueto, donde eventualmente serán libres.» Si bien la cita expresada, no aparece en el documental Valdesi. Una storia di fede e libertà (Valdenses. Una historia de fe y libertad), podemos decir, en tono de chiste, que debe ser de las pocas cosas sin mencionar.

Producido por la Sociedad de Estudios Valdenses y bajo la dirección de Massimiliano Grivetti, el documental propone un exhaustivo recorrido por la historia del movimiento, pueblo e iglesia valdense, desde sus orígenes hasta el célebre 17 de febrero. A través del andamiaje conceptual de 13 personalidades entre historiadores y archivistas, y en un estricto orden cronológico, Valdenses aborda las particularidades de quienes terminaron encontrando el lugar ‘que Dios eligió para depositar el Arca de la Alianza’, como escribiera el pastor Jean Leger, quien en el siglo XVII y como lo expresa el bibliotecario e historiador Marco Fratini, fue «fundador del ideario litográfico de los Valles Valdenses y que no solo cuenta en su libro los acontecimientos vividos de la historia valdense y su pasado medieval, sino que escribe

sobre su territorio y por primera vez, asocia a estos el actual escudo valdense» a través de un mapa de los valles.

«Para muchos la elección de este emblema tiene un significado preciso: la espera del final de los tiempos, donde las iglesias perseguidas no saben si sobrevivirán pero no obstante, son testigos de la Verdad, incluso a través del lema: la luz brilla en las tinieblas».

El gueto en los valles occidentales de Piamonte es la condición que terminará de estrechar el vínculo de este refugio montano, con un importante grupo de personas que compartían la tradición iniciada en Lyon por un rico comerciante: Pedro Valdo. Él decide vivir en la pobreza y anunciar el Evangelio. «Si me vuelvo pobre de Cristo, como los monjes, esta condición me autoriza, es más, me impulsa, a anunciar el Evangelio» señala el historiador Grado Giovanni Merlo, al explicar los movimientos pobristas del siglo XII que desdeñaban de una iglesia cada vez más ostentosa y clericalista. «Poner en discusión el sistema, se transforma necesariamente en una herejía.»

En el documental podemos evidenciar el vínculo de la fe y la tradición, desde los primeros barbas que impartían la enseñanza del evangelio en duplas pero mantenían la castidad, hasta el Sínodo de Chanforan (que pudo no haber sido allí) donde sumarse a la reforma implicaba que los predicadores debían casarse para ser fieles a la Palabra (y fue motivo de conflicto). En ambas cualidades estaba implícita la resistencia, como esencia de la libertad de predicar, de creer, y de vivir según estas creencias. Tras los vaivenes político-religiosos de Europa, lxs valdenses de Piamonte constituyeron desde una avanzada hacia el sur del calvinismo de Ginebra, beneficiarixs de una de las primeras campañas de solidaridad protestante tras las matanzas de las Pascuas Piamontesas de 1655, guerrillerxs bajo la dirección de Josué Janavel, parte del gobierno del protectorado napoleónico, razón de la filantropía nunca desinteresada del emisario anglicano Beckwith, adversarixs entre ‘risveglistas’ y ‘tradicionales’, actores sociales de relevancia tras la Restauración, hasta finalmente ser reconocidxs en igualdad de condiciones políticas, junto a otras minorías religiosas, por el Rey Carlos Alberto de Piamonte, un 17 de febrero de 1848. Entonces iglesia y pueblo pudieron encontrar nuevas formas de avanzar, a veces por separado, manteniendo alta la antorcha para anunciar la buena nueva de la libertad, como celebración de la histórica resistencia.

Josué Charbonnier Docu-film Valdenses. Historia de fe y libertad (2019)

Idea y realización: Massimiliano Grivetti y Paolo Salvetto

Duración: 1:43

*Traducción libre del latín de http://exist.ulb.tu-darmstadt.

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Para la libertad Con el correr de los años van cambiando las perspectivas. Los espacios que habitamos, los tiempos de encuentro, las personas y situaciones que nos conmueven y nos hacen repensar-nos. Esta condición afecta a la totalidad de nuestro ser, me atrevo a decir que sentipensamos más de lo que apelamos a la lógica.

Esto mismo me sucede hoy cuando me pongo a reflexionar sobre el 17 de Febrero. Atrás quedo ese pensamiento casi mágico de los valles, de la libertad, de la resistencia, del juramento, de las y los héroes, y comienza a jugar mi lectura actual: con raíz histórica por supuesto, pero con la necesidad de entender tal significado de libertad al día de hoy.

En uno de mis encuentros con esta fecha, me topé con un texto que se conoce poco, pero mucho a su autor: François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire. Él escribió en 1763 el «Tratado sobre la tolerancia con ocasión de la muerte de Juan Calas.»

No pretendo reflexionar sobre ese texto -aunque recomiendo su lectura-, pero sí voy a tomar algún que otro párrafo con la intención de que eche luz sobre los males que vivieron los valdenses en aquel tiempo: “Poco tiempo antes de la muerte de Francisco I, algunos miembros del parlamento de Provenza, animados por ciertos eclesiásticos contra los habitantes de Merindol y Cabrières, pidieron al rey tropas para apoyar la ejecución de diecinueve personas de aquella religión condenados por ellos; hicieron degollar a seis mil, sin perdonar sexo, edad, ni infancia; redujeron a cenizas treinta pueblos. Aquellos pueblos, hasta entonces desconocidos, eran culpables, sin duda, de haber nacido valdenses, ésta era su única iniquidad. (…) fueron degollados como animales fugitivos a los que se da muerte en una empalizada.”

Conceptos fuertes para cualquiera, pero más para aquellos y aquellas que no solo leemos la historia desde la curiosidad, sino que la hemos vivido a través de nuestras ancestras y ancestros. Imagino que al igual que a mí, nos vienen a la memoria los sacrificios, la pascua, el guetto, la resistencia; y después de todo eso: la libertad civil, el sueño de lo nuevo, la construcción de otro horizonte ahora lejos de los valles.

Esa libertad no nos llegó en aquel 17 de febrero, porque el movimiento valdense ya era libre: el Evangelio nos había liberado del yugo de los poderes terrenales; y en lugar de imponer nuestra perspectiva, decidimos y accionamos para que los y las demás también pudieran vivir su libertad; creando un movimiento laico que iba de pueblo en pueblo enseñando, no adoctrinando. Y así se quiso, por lo menos un tiempo. ¿Por qué termino el párrafo anterior de manera tan dramática? Porque al día de hoy, a nivel social y dentro de las iglesias, se levantan pequeños grupos que intentan imponer fundamentalismos que ya parecían superados desde que fuimos excomulgados y excomulgadas.

Voy a ejemplificar a qué me refiero, aunque estas situaciones pueden trasladarse y transformarse en tan-

tas otras: a la señora le parece hermoso que las y los jóvenes se junten, dialoguen y actúen, pero siempre y cuando no vaya en contra de lo que la señora piensa, porque ahí no esta tan bueno que den ese mensaje, porque son parte de la iglesia. O cuando vamos a la fiesta de la cosecha y se habla de la tierra, su trabajo y su cuidado, pero ojo que se vaya a hablar de los agrotóxicos porque capaz que el vecino de enoja, no aporta más y se ve afectada la economía de la comunidad. O cuando algunos exigen no asumir tal postura, o le digo a un hermano/hermana cómo vestir, que calzado o colores puede usar en el templo o cuáles no. Cuando sabemos de situaciones de abuso sexual, espiritual y de poder, pero callamos, no denunciamos. Cuando digo qué temas se pueden hablar y cuáles no, censurando cualquier espíritu crítico. Creo que esos fundamentalismos son los fariseos de nuestro tiempo, esos que amaban al dios de la legalidad, esos que nunca entendieron -ni entienden- el Reino y la Justicia que Jesús vino a anunciar.

Lamentablemente, varios siglos después, esto que dice Voltaire se sigue repitiendo: «El furor que inspiran el espíritu dogmático y el abuso de la religión cristiana mal entendida ha derramado tanta sangre, ha producido tantos desastres...» Pero también, seguimos resistiendo, de pie y con la libertad como bandera, igual que aquel original movimiento de pobres.

Y cuando pienso en esa resistencia, en esa libertad, no puedo dejar de compartir la canción de Joan Manuel Serrat, que, en 1972, tiempos de fascismo y dictaduras, se animó a cantar para la libertad: Para la libertad, sangro, lucho, pervivo Para la libertad, mis ojos y mis manos Como un árbol carnal, generoso y cautivo Doy a los cirujanos Para la libertad siento más corazones Que arenas en mi pecho: dan espumas Mis venas Y entro en los hospitales, y entro en Los algodones Como en las azucenas Porque donde unas cuencas vacías Amanezcan Ella pondrá dos piedras de futura mirada Y hará que nuevos brazos y nuevas Piernas crezcan En la carne talada Retoñarán aladas de savia sin otoño Reliquias de mi cuerpo que pierdo en Cada herida Porque soy como el árbol talado Que retoño Joaquín Peña Zangaro PÁGINA VALDENSE I 7

La Iglesia E. Valdense en la encrucijada Libertad de predicación y de servicio solidario

Los orígenes del valdismo los encontramos en la ciudad de Lyon, Francia, entorno al año 1174, cuando un rico comerciante llamado Valdo, a partir de una crisis de fe decide utilizar sus riquezas repartiéndolas a personas más pobres, a su familia y para traducir partes de la Biblia a la lengua vulgar. Pues habiendo escuchado las enseñanzas de Jesús, resuelve conocerlas más y ponerlas en práctica.

En la clandestinidad el movimiento que se forma en su entorno, desarrolla el ministerio itinerante de la predicación. Así se expande por toda Europa (Austria, Alemania, Bohemia, etc.). Saldrán de dos en dos, de acuerdo con el consejo de Jesús, se les llamará barbas, que en provenzal quiere decir tíos, porque también de acuerdo al mandato de Jesús, a nadie sobre la tierra se le debe decir padre nuestro, porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. (Mateo 23,9).

Comunidad de iguales en una sociedad desigual

Se trata de una precisa vocación del Cristo de los Evangelios donde comunicación verbal y acción son un testimonio indivisible.

El movimiento se conformará como una comunidad laica. Integrada por hombres y mujeres que no se conciben súbditos del poder eclesiástico y político (poderes íntimamente ligados entre sí), sino hermanos y hermanas cuyo único jefe es Cristo.

“

En clara contraposición con el proceso de transformación de la iglesia oficial hacia un organismo jerárquico y patriarcal construido a imagen y semejanza de la estructura del imperio.

“

Sobre la base de la lectura de las Escrituras, especialmente del Sermón de la Montaña (Mateo 5-7) rechazarán los juramentos de fidelidad y obediencia a los superiores, porque Jesús enseña que no hay que jurar (Mateo 5,33-36). Eso significa el rechazo a la legitimación religiosa a través de una sacralización del orden constituido y una actitud sumamente crítica hacia reyes, gobernantes y magistrados.

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Hugo Armand Pilón

Valdense y Reformada

El valdismo franco-italiano en 1532 en la Asamblea de Chanforán, decide su adhesión a la Reforma en su vertiente calvinista.

En cuanto a concepciones doctrinarias básicas, como la justificación por gracia mediante la sola fe en Cristo no hubo mayores inconvenientes. Se notaron sí los cambios en cuanto a la organización. Sobre todo, en relación a la formación de congregaciones constituidas con sus asambleas locales, Consistorios integrados por Ancianos, Diáconos y Pastores residentes en un lugar (ministerios tomados de la iglesia primitiva), la construcción de templos, la relación con las autoridades que venía a ser muy diferente al ministerio itinerante de los barbas y a aquellas autoridades civiles que desde siempre los habían perseguido y procurado exterminar. No obstante, las reservas, sobre todo por parte del valdismo bohemio y moravo ligado a los y las husitas con los cuales formaban una fraternidad ecuménica internacional, el nuevo camino fue emprendido.

Derechos civiles y migración

En 1848, con el edicto del duque Carlos Alberto de Saboya, llega por fin la emancipación para el principal núcleo valdense refugiado desde siglos en los Valles occidentales del Piamonte. Junto a los judíos y judías, ahora se los recibirá como ciudadanos y ciudadanas, con derecho a estudiar, comerciar, tener propiedades, documentación, aunque nada cambiará en lo religioso. Esto será una puerta abierta para el desarrollo de una actividad misionera muy fuerte especialmente en toda Italia y un respaldo para la emigración también a América del Sur.

De aquel entonces en el Río de la Plata la Iglesia Evangélica Valdense comienza a organizarse constituyéndose primero como iglesia local, luego como un distrito del área italiana, luego conferencia y a partir del año 1965 y a hasta la actualidad como área de un mismo Sínodo que se reúne como Asamblea en el mes de agosto en el área europea y en febrero en el área rioplatense.

Visión, misión y valores

De acuerdo a una resolución de la Asamblea sinodal del año 2009 la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata integrada por veinticuatro congregaciones, en Uruguay y Argentina, define su visión como: Una iglesia unida para que el mundo crea, que confiesa a Jesucristo como Señor y Salvador y que anuncia el Evangelio; que a partir de su identidad sea una iglesia inclusiva, participativa, sustentable, afectiva y contenedora; sensible a las necesidades de los demás, comprometida y con presencia profética en la sociedad; una iglesia en la que te den ganas de estar.

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Su misión es buscar el Reino de Dios anunciando su amor y dando testimonio de una vida en comunidad solidaria, restauradora, proclamadora de la justicia y en armonía con la naturaleza. Sus valores: libertad, justicia, solidaridad, integridad, humildad y vocación ecuménica.

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A propósito de la libertad

La libertad podemos entenderla como el camino de liberación por el cual Dios transforma, con mucha paciencia y pedagogía, a un grupo de familias esclavas y de diverso origen, (junto con la familia de Jacob) en un pueblo, el pueblo hebreo, con el cual hace un pacto de mutua fidelidad para que sea instrumento de liberación para todas las naciones. Camino que Jesús el Cristo encarna con su vida, muerte y resurrección (Lucas 4,18-19).

Dice Jacques Ellul: «La gloriosa libertad de los hijos e hijas de Dios, no es como el volar gozoso de una mariposa que va de flor en flor. Sí es gozosa, pero también radical, áspera y absoluta.» (…) Y agrega «Sobrellevando nuestras propias cargas, Dios nos mete en una aventura inesperada, en un conflicto que es, en última instancia, aquel de la libertad.»1 Porque la búsqueda y la práctica de la libertad por la cual Cristo nos libera, está allí, en la búsqueda y la práctica del amor, de la solidaridad y de la cooperación en un mundo esclavizado por las rivalidades, el odio y la violencia, y hoy re encantado con una espiritualidad ajena al pensamiento bíblico.2

Espiritualidad de mercado

En forma sumamente resumida y a riesgo de rayar lo caricaturesco, compartiré una descripción de la espiritualidad actual que hace In Sik Hong en el artículo «Iglesia y Posmodernidad»3, que personalmente me atrevería a llamar espiritualidad de mercado, es decir para el consumo, pasajera y descartable.

La espiritualidad posmoderna es caracterizada por este autor como: - Subjetiva, en cuanto que ya no hay un salvador externo, el mesías es cada persona en sí misma, su conciencia íntima es su propia subjetividad. Por lo tanto, la religión ya no es una herencia recibida de las generaciones anteriores sino el resultado de una búsqueda o elaboración personal. – Emocional. Las comunidades son grupos emocionales reunidos en torno a personas carismáticas, donde lo esencial es el vínculo afectivo, desconfiando de lo dogmático, normativo, institucional y privilegiando lo intuitivo. – Tribal, en tanto se tiende a divinizar la propia comunidad parroquial en torno a un personaje carismático. – Ecuménica, aunque en un sentido muy laxo pues se idolatra la diversidad y se diviniza la unidad. – Sincretista por indiferencia. La libertad individual y la tolerancia, como herencia indelegable de la modernidad, son devaluadas hacia una mezcla de creencias incluso contradictorias entre sí que no se fundamenta en el reconocimiento de la diversidad, sino en una indiferencia donde lo único que vale es la experiencia mística personal, por encima de la autoridad y la razón.

El desafío principal

El gran desafío de la Iglesia Valdense sigue siendo aquel de reivindicar su vocación primigenia: la libertad de predicación y de servicio solidario.

Para lo cual es necesario y urgente la promoción de vocaciones ministeriales, básicamente en las áreas de la proclamación del evangelio y de la diaconía. Una labor que debe anclarse en prácticas comunitarias y capacitación bíblico-teológica a todo nivel y en forma permanente.

Y todo en el marco de la hospitalidad comunitaria de las congregaciones. Facilitando pasantías e intercambios de personas entre las iglesias locales y en las obras o emprendimientos diacónicos propios y ecuménicos. A fin de despertar y cultivar los dones que el Espíritu provee abundantemente y también luego anima a ponerlos a disposición de la vida y misión de la iglesia. Y todo en el correspondiente marco eclesiológico-institucional.

Hugo Armand Pilón

Ellul, Jacques, The Ethics of Freedom, Grand Rapids. William B.Eerdmans,

1

1976, pp. 124-125.

2

«Reconocemos que nos ha cautivado la cultura del consumo y la codicia

competitiva y el egoísmo del actual sistema económico que, con demasiada fre-

cuencia, ha impregnado nuestra propia espiritualidad» Confesión de Accra, Art. 34, segundo ítem. Ver: http://wcrc.ch/wp-content/uploads/2015/06/TheAccraConfession-Spanish.pdf 20210302 12:39 h.

3

Etica y Religiosidad en Tiempos Posmodernos (Fraternidad Teológica

Latinoamericana - Boletin Teológico, Numero 12) (Español) (2001) de In Sik Hong, Edgardo Moffatt, Daniel Tomasini y Nancy Bedford. Ver: http://www.

repci.co/repositorio/bitstream/handle/123456789/511/1-Hong.pdf?sequence=2&isAllowed=y 20210224 4:49 h.

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Relato de un

encuentro

Una vida rioplatense

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«Comencé con los talleres, un poco por la necesidad de devolver lo que yo había vivido en todos los campamentos, la había pasado tan bien gracias a esos líderes que sentía que tenía la posibilidad de devolverle eso a otros niños; además empecé a hacer amistad con algunos adolescentes», dice Jorge, quien como no quiere la cosa terminó formando parte del grupo de jóvenes.

Con mezcla de nostalgia y orgullo, me dice que fue el pastor Carlos Delmonte quién verdaderamente hizo que él tenga sentido de pertenencia con la comunidad, o mejor dicho con sus propias palabras: «Carlitos caló hondo en mi cuestión de fe»; tanto, que hizo catecismo y decidió confirmarse en la iglesia Valdense. Recuerda, además, el gesto tan lindo que tuvo en su confirmación: me regalaron la Biblia con los textos deuterocanónicos; «para mí fue un gesto de total respeto».

Jorge participó de numerosas actividades en la comunidad de Ombués: talleres de capacitación de líderes de campamento, celebraciones, picnics, encuentros; pero fue al asistir a una Asamblea Juvenil Rioplatense cuando comprendió que, valga la redundancia, el movimiento de la Iglesia era a nivel rioplatense.

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Mientras hablábamos sobre esto, vinieron a mi mente un montón de recuerdos de aquella época: todxs reunidxs al calor de alguna fogata y cantando -o al menos haciendo el intento-, sin importar de donde veníamos, sabiendo que, en aquel encuentro, como dice la canción: éramos unx.

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Llegó una solicitud por parte de Página Valdense que me tomó por sorpresa, pero a pesar de tener la agenda cargada no pude negarme, ya que me pareció, como siempre, sumamente interesante.

En un principio pensé en realizar encuentros con diferentes personas acerca de una misma temática, pero fue en el patio del jardín de infantes -lugar donde ambxs trabajamos- que pensé y me decidí a tener este encuentro con él. Muchxs podrán conocerlo, otrxs tantos no, ante la duda se los presento. Él es Jorge Marr Montes de Oca. La verdad es que, al ser mi compañero de trabajo, supuse que lo del encuentro iba a ser algo sencillo, ya que nos vemos a diario, pero… como decimos hoy en día «pasaron cosas». Primero me enfermé y tuve que hacer reposo. Cuando me reincorporé al trabajo, ¡me informan que Jorge no volvería hasta la próxima semana! Vaya suerte la mía, pensé.

Es por esto que nos dijimos que si algo nos enseñó el confinamiento es a vivir con la virtualidad. Fuimos resolviendo muchas cuestiones de esta misma forma e incluso en algún punto podríamos decir que estuvimos más conectados que años anteriores. Teniendo en cuenta esto, no dudé y le escribí un WhatsApp consultándole si lo realizábamos por zoom o por teléfono. Decidimos que nuestro encuentro sea vía telefónica, pusimos día y hora y así fue.

Sonó el teléfono y una de las primeras frases que le dije fue «esto va a ser una charla muy descontracturada», del otro lado se escucharon risas seguidas de «más bien, como debe ser». Esto me dio la clara señal de que iba a ser un momento de disfrute para ambxs.

Jorge comenzó contándome sus inicios en el camino valdense: «vengo de una familia católica. Mis padres son católicos y yo participé en la iglesia católica hasta los 12 o 13 años», esas fueron sus primeras palabras al hablar del tema. Enseguida me contó que su vínculo con la iglesia comenzó en Ombúes de Lavalle, Uruguay.

La puerta de entrada fueron los campamentos, un espacio que excede a la comunidad valdense y es, más bien, parte del pueblo. Participó de los campamentos hasta los 15 años aproximadamente, después decidió hacer talleres de capacitación de líderes en el Parque de Campamentos del Oeste de Conchillas.

Seguimos charlando bastante y llega el momento en que me cuenta que formó parte de la Coordinadora de Actividades Juveniles; me dijo que ahí fue cuando no sólo comprendió las realidades de otras comunidades, sino que también nos vimos por primera vez. Como integrante de CAJ viajó a un encuentro en Colonia Iris, más precisamente en Jacinto Arauz, y fue allí mismo

hogar visitado, que sin duda podrían ser de una hora o sin querer transformarse en cuatro. También pensé en todas las veces que volvía a casa y en lugar de sentirme cansada, se me dibujaba una sonrisa porque había podido ver cómo estaban todxs a pesar de la distancia.

Mientras en mi cabeza pasaban estos recuerdos como imágenes recientes, pensaba que al principio de la pandemia -cuando todo era incertidumbre- no sabíamos como íbamos a encarar algunas situaciones; y ni bien surgió la propuesta de colaborar con el merendero nos dimos cuenta que no es necesario tener todo definido y planificado, teníamos lo que hacía falta: empatía, solidaridad y muchas ganas de hacer algo entre todxs. Ese fue el motor para realizar tan linda tarea, que además nos hace bien y, al mismo tiempo, nos hizo sentir comunidad.

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Al hablar acerca de esto Jorge me dice: «para mí, todo lo que se concrete es donde más vivencio la fe, ya que en las acciones es donde digo: “acá está Dios” o “eso es un acto de fe”; además de determinados encuentros o momentos donde nos tomamos de la mano, es allí donde sentí que había algo más».

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donde conoció a quien hoy en día es su compañera de vida, Emiliana. Al principio, tuvieron una relación a distancia, ya que en aquel momento él estaba en Montevideo y ella en Argentina. Hasta que en 2012 tomaron la decisión de instalarse en Bahía Blanca, ciudad en la cual vivimos actualmente.

A medida que va pasando el encuentro y al compartirme tantas experiencias, Jorge me transmite algo muy lindo que es la empatía. Entre charla y charla me dice: «yo creo que tenemos que trabajar siempre en la cuestión de ponernos en el lugar del otro, y no me refiero a darle la razón, pero por lo menos tratar de comprender y así posicionarnos desde otro lugar». Y pienso en mi interior: es cierto que muchas veces pensamos de forma individualista o con referencia a lo local, olvidándonos que como iglesia somos un todo. Mientras tanto, continuó diciendo: «muchas veces necesitamos experimentar cuestiones en carne propia para poder dimensionar la situación o ponernos en el lugar del otro».

Cuando dijo esto, casi de manera automática pensé en la labor realizada durante el aislamiento social preventivo y obligatorio en la comunidad de Bahía Blanca con el merendero «Todos Unidos»; y a eso hacía referencia: «vos mejor que yo, sabrás lo que es la experiencia del merendero, porque estuviste encargada de hacer la colecta», me dice. Sin darme cuenta me puse a pensar en el camino recorrido durante este tiempo, lo lindo de hacer esa ‘pasadita’ casa por casa llevando no sólo la colecta del merendero, sino también para transmitir saludos y mensajes de un lugar a otro; lo importante de quedarte 20 o 30 minutos en la vereda de cada

Al escuchar eso, no pude evitar pensar en mi primera reunión formando parte del consistorio de Bahía Blanca. Ahí también estaba Jorge y nos hizo realizar un ejercicio muy lindo antes de comenzar con los temas que debíamos tratar. Nos preguntó a cada unx por turnos cómo estábamos y cómo había estado nuestra semana. Recuerdo que ese día sentí que allí estaba Dios, en ese gesto tan simple de un hermano de la comunidad, pero al mismo tiempo en un momento muy preciso. Creo que no lo esperaba, quizá por el perjuicio de pensar que las reuniones de este tipo deben ser solo administrativas.

Con este ejemplo me voy despidiendo, esperando que hayan conocido un poco más de él, de su vida de fe, de su accionar cálido, entre otras cosas. No me queda más que agradecer por la convocatoria a esta linda experiencia de escribir el «relato de un encuentro». ¡Les dejo un hasta pronto!

Ma. Cristina Servetto Dalmás Colecta para merendero «Todos Unidos»

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Movimiento Juvenil Valdense | Año XXI |Febrero Marzo 20201| conexionesvaldense@gmail.com

Conexiones

«...porque ustedes fueron llamados a ser libres» Gálatas 5:13

Nuestro camino hacia la emancipación y liberación como comunidad religiosa ha sido largo y empinado, y la fe que predicamos desde el inicio de nuestro movimiento sufrió una gran y violenta censura.

La presencia física de aquellos y aquellas valdenses, junto con el persistente deseo vocacional de evangelizar, hizo que la fecha del 17 de febrero esté dotada de valiosa significación. Aquel 17 de febrero de 1848, la emancipación valdense se hizo realidad.

LUX LUCET IN TENEBRIS

Las y los perseguidos habitantes de los valles valdenses han tenido un temperamento inquebrantable de predicación del evangelio hasta el punto de poder hallar luz ante tanta oscuridad y reivindicar con ello el lema que lleva nuestro escudo.

Una misión les fue confiada y hacia ello apuntaron dignamente. Una sombra de optimismo alimentado por el deseo de compartir la palabra, y avivado cada vez más el fuego de la libertad buscada.

Esta libertad por mucho tiempo negada, nos hace respetuosos de la de otros y otras, afirmando y realzando una clara vocación ecuménica; lo que nos mueve es la fe y la proclamación libre de la palabra de Dios sin condicionamientos de ningún tipo.

Cuando los valdenses se instalaron en Argentina, en la región sur de la provincia de la Pampa, El Dr. René Favaloro, el más destacado cardiocirujano del país, tomó contacto con ellos y escribió lo siguiente en un libro con sus memorias como médico en la zona: «prendados de la tierra viven con un gran sentido comunitario. La humildad es uno de los atributos principales. Se evidenciaba al observar su sencilla vestimenta… o en la casa que

habitaban construida en general por ellos mismos… A pesar de que a través de los años habían progresado y mejorado su nivel económico, seguían viviendo con la misma austeridad… La iglesia valdense, emplazada hacia el noreste del pueblo, constituía la representación vida de espíritu que los animaba. Era, por sobre todas las cosas, centro de cultura donde se realizaban innumerables reuniones para intercambiar opiniones sobre temas trascendentes relacionados con la comuni-dad. Predominan en los valdenses principios definidos de solidaridad, de sentido comunitario, de respeto mutuo, de rígidos cánones éticos y morales y de gran amor a la libertad, como consecuencia de la acción desplegada por los pastores, con la ayuda de laicos que colaboraban directamente con la iglesia y que, a través del tiempo, se transformaban en verdaderos líderes de la comunidad. Es necesario resaltar que la iglesia se sostiene por contribución de todos los feligreses que aportan de acuerdo a su capacidad económica». 1 El encuentro, tal como afirman las palabras de Favaloro, es lo que mueve al pueblo valdense. Es allí donde se enardece esa llama de luz simbólica de la que tanto hablamos; es en el compartir donde encontramos la gracia de Dios, en la unidad con hermanos y hermanas, en ese amor fraterno y sororo. Dice Hermann Hesse: «Nada en el mundo me inspira una fe tan profunda, ningún concepto para mí es tan sagrado como el de la unidad, el concepto de que el mundo entero y todo cuanto éste contiene es una unidad divina (...)»

Nuestra historia nos hizo fuertes, decididos y decididas, libres. Nuestros antepasados sembraron la semilla del evangelio que los transformó y les dio un sentido; convencidos y convencidas, desparramaron ese jardín con fuerza y carácter, transmitiendo la palabra de libertad a todos y todas. «Quisieron enterrarnos pero éramos semillas».

Para seguir brillando no debemos olvidar nuestras raíces, reivindicándonos como pueblo valdense siendo la Iglesia que heredamos; como hermanos y hermanas en fe, conociendo y comprendiendo la palabra de Dios que permanece, compartiéndola con quienes más la necesitan, invitando a conectarnos en ambiente afectuoso, sincero y, nuevamente, libre.

Florencia Arias

1

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Fuente: Favaloro, René «Crónicas de un médico rural. Los habitantes»

El diálogo como

instrumento de transformación

La libertad de cultos y de creencias es un asunto muy serio y lo es cada vez más. Es responsabilidad tanto de las personas, de las comunidades, de los estados y de los gobiernos. No obstante, en estas breves líneas no plantearé este tema desde el marco jurídico, ni desde los avances y retrocesos que provocan deficientes políticas públicas, ni siquiera me detendré en la historia del diálogo ecuménico e interreligioso en la Argentina que, como todas y todos sabemos, supo ser nave insignia y habría mucho para contar al respecto. Solo pondré el acento en estas preguntas: ¿cómo hacemos para amarnos los unos a los otros?, ¿cómo hacer para dialogar cuando no se quiere ni se puede ser escuchado? ¿Cómo se superan viejas formas y modos de diálogo para dar profundidad y creatividad para la práctica efectiva de la libertad de creencias y cultos?

Las respuestas no las tengo. Solo comparto con ustedes algunas reflexiones.

Hace ya tiempo que, en los diversos espacios y encuentros ecuménicos e interreligiosos prevalece una actitud protocolar, de buenas y respetuosas prácticas, con importantes discursos sobre la libertad de cultos más retóricos que consistentes. Claro que los buenos modales y los gestos amables son recomendables a la hora de intentar construir puentes sobre los milenios de desencuentros. Pero con la cortesía no alcanza para cimentar cambios profundos en las actitudes de las personas que viven en comunidad.

Los buenos modales no perdurarán ni darán fruto si no nos animamos a producir reflexiones teológicamente más robustas, atentos a las nuevas realidades que nos interpelan. El diálogo transformativo comienza cuando se renuncia a querer convencer, para dejarse iluminar por la espiritualidad ajena. Esa renuncia es un acto de humildad personal. A veces, hay que renunciar a la actitud de querer tener la razón y su consecuente imposición de un pretendido protagonismo superador. Es la manera de abrir hacia afuera, con una sonrisa, las puertas del corazón hacia el mundo que vendrá, el de la justicia que podría ser pero que todavía no es. No querer tener la razón, es más que renunciar a bautizar, a usar el velo o circuncidar al otro; es deponer el debate (que usualmente es más conflictivo, que conciliador porque se pone el acento en la diferencia, en vez de destacar aquello que nos une) para abrirse al encuentro. Esto debe ser el diálogo ecuménico, y cualquier otra forma de diálogo. Es decir, la posibilidad que el lenguaje nos da para poder compartir y construir personal y comunitariamente.

Pablo VI decía que el diálogo ecuménico necesita de cuatro condiciones para avanzar positivamente, esto es, que debe ser claro, cordial, confiado y prudente.

Pongámoslo al revés. Hablaba de los buenos gestos y prácticas. Sin embargo, el repudio, la crítica, el juicio, la blasfemia, la injuria, las palabras absolutas o descalificadoras, son gestos y prácticas que van en contra de la

acción de Dios en la historia, cuyo fundamento es –a veces sin saberlo- la consideración del prójimo como una amenaza. Si esto no lo aceptamos, resultará imposible reconocer, no solo la palabra y obra de Dios, sino las posibilidades y herramientas comunitarias para construir nuevos paradigmas. Por algo se afirma con claridad: “por sus frutos los conoceréis”. Es así, las palabras descubren el corazón. Y las prácticas, también.

Con la aparición del Covid 19, todos sentimos el roce de las alas de la muerte y la humanidad entera percibe al unísono la fragilidad de nuestra especie.

En estos tiempos tan inesperados que nos toca vivir, el calentamiento global, la desigual distribución de la riqueza, la globalización y la pandemia desencadenan una avalancha de cambios que moldearán y cambiarán filosofías y teologías. A medida que los robots nos van desplazando en el mercado laboral y la crisis sanitaria nos da unas vacaciones del exceso de consumo hedonista, la humanidad descubre, una vez más, que nos urge encontrar respuestas espirituales y religiosas que legar a las generaciones futuras. Las respuestas a las grandes preguntas morales no pueden provenir de la ciencia, que no está hecha para darlas. ¿Cómo haremos hoy para elegir el camino, guiándonos por la instrucción que les fue dada a nuestros predecesores? ¿Será suficiente proclamar: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, cómo si cada prójimo fuese un otro “genérico”, sin considerar su singularidad? Por ejemplo “Ama a tu prójimo como a ti mismo” quiere decir algo diferente si lo dice un cristiano, un judío o un musulmán o, incluso, alguien no creyente. Entender qué significa ese mandato para nuestro interlocutor de otra tradición religiosa o dentro del ámbito ecuménico requiere un trabajo de desconstrucción. Comprender lo propio a la luz de un encuentro personal y/o comunitario no es fácil, ni rápido. Pero es necesario para aliviar el dolor oculto y escuchar la palabra silenciada por los milenios de malentendidos sobre los que hemos construido nuestras realidades. Por eso escucharnos, es un imperativo para poder amarnos ¡como Dios manda! Este es el desafío para un diálogo ecuménico enriquecedor.

Estoy convencida de que ser colaboradores del acto salvífico de Dios en la historia y comprometerse con ello, contribuirá decisivamente a recobrar la credibilidad, ampliamente perdida, del mensaje de nuestros textos fundantes.

Andrea Paula De Vita Es doctora en Filosofía. Especialista en el estudio comparado de las religiones. Docente de la Universidad del Salvador y de la Red Ecuménica Teológica (REET).

Fue Directora Nacional de Cultos de la Cancillería argentina. Actualmente coordina el área de Asuntos Religiosos del Círculo de Legisladores de la Nación PÁGINA VALDENSE I 13

Comunicándonos

Federación Femenina Evangélica Valdense

Están en nuestra memoria

Compromiso, creatividad, responsabilidad, servicio. Son las palabras que me surgen al recordar dos mujeres que dedicaron sus dones, su experticia en áreas muy importantes de la comunidad valdense, redundando en beneficio de toda la sociedad.

Mireille Gilles y Nelia Baridon, de la IEV de Montevideo, fallecidas en pandemia, nos han dejado buenos recuerdos que compartimos.

Mireille, habiendo trabajado como secretaria de la ACJ, al mismo tiempo, fue apasionada por la historia valdense, especialmente en el quehacer de las familias valdenses en Italia, pero especialmente en el Río de la Plata, en las pequeñas y grandes cosas que los colonos tuvieron que enfrentar y resolver aportando amor fraterno y solidario. Le gustaba poner por escrito sus aprendizajes sobre las tareas sencillas de la convivencia en las colonias y a veces no tenía reparo en expresar sus miradas críticas.

Nelia, habiendo concluido su etapa de nurse en traumatología, se comprometía con las tareas que emprendía como integrante y tesorera en la Liga Femenina Valdense y como administradora en el Hogar de Paso, atendiendo con preocupación y amabilidad a los huéspedes que venían a compartir sus problemas de salud.

Ambas mujeres, de perfil austero, sin grandes manifestaciones, sabían del compromiso evangélico y así lo demostraban.

Agradecemos a Dios la vida de estas mujeres que lucharon por sus compromisos, en fidelidad cristiana.

Todas las personas en nuestro transitar por el camino de la vida dejamos huellas, algunas más otras menos, en nuestras familias, en nuestras comunidades, en el seno de nuestra Iglesia y por ende en nuestras Ligas Femeninas. Cuando se entregan desinteresadamente los dones que Dios nos da en favor de la sociedad en que vivimos, allí quedan, imborrables. Esas son las huellas que dejó, ¡y vaya si hoy están presentes!

Mireille Gilles en el seno de la F.E.E.V. Llegó un día, humilde y delicada como siempre, a ofrecernos hacer un librillo con recuerdos de tiempos pasados en el cual todas las socias de las L. uruguayas y argentinas pudieron participar. No olvidamos su dulce sonrisa, su calidez y el amor que ponía en todo lo que hacía. Pero, no fue uno.... fueron tres. En diciembre del 2009 se editó «Del baúl de los recuerdos», luego en diciembre del 2012 vivencias de mi escuela «No cambiaría ese tiempo por nada» y, por último, en agosto del 2015, sobre jardines: «Siempre hay tiempo para flores».

Hoy decimos: ¡gracias querida Mireille por tu invalorable aporte! Haz hecho pensar, recordar y redactar historias, hechos, vivencias de vida a muchas socias de nuestras Ligas Femeninas, que luego por intermedio de la Comisión Ejecutiva de la Federación y con tu trabajo, hoy podemos disfrutar. Sobre todo, esto queda para las futuras generaciones, porque el pasado no se puede ni se debe olvidar, y por eso tu luchaste mucho.

Gracias Mireille. Gracias a Dios, tus huellas quedan.

Siempre te recordaremos.

Comisión Ejecutiva

Compartimos un extracto de una nota de Mireille publicada en Mensajero Valdense, en el año 1985.

que de una manera u otra me han preguntado en estos primeros meses. La respuesta es bastante simple: volví porque pude volver. (…)

Yo no tuve que emigrar por falta de trabajo como tantos uruguayos o por que la alternativa fuera irse o pasarme varios años en la cárcel por motivos políticos.

Me fui porque quise y eso me ayudó a volver. (…)

Así que yo volví porque pude hacerlo. Porque en su momento pude elegir libremente irme, porque esa misma libertad de elección me permitió disfrutar de gente y de paisajes nuevos, porque tuve la dicha de tener familia y amigos que me ayudaron a mantener una perspectiva sana y objetiva del país y de mi gente, y porque tengo un trabajo al que volver. Yo sé que soy una persona privilegiada y por eso doy gracias.

Mabel Gonnet

¿Por qué volviste?

Volví a mi país en setiembre de 1985 luego de cinco años y medio de vivir en Ginebra, Suiza. A las pocas semanas mientras estaba limpiando mi apartamento en Montevideo, que había sido invadido por albañiles y pintores, recibí un llamado telefónico de una amiga a quien no veía desde hacía mucho tiempo.

Me dio la bienvenida en términos muy calurosos, se ofreció a ayudarme a limpiar, me pregunto cómo me sentía, me contó las últimas novedades sobre su familia y después me dijo: «El país está horrible, nada funciona, los precios están por las nubes, los sueldos no dan, hay mucho descreimiento, estos últimos años nos han dejado deshechos», y terminó diciendo: «¡solamente a vos se te ocurre volver!»

Supongo que este tipo de comentarios los debe recibir todo uruguayo que vuelve al país después de un cierto tiempo. «¿Por qué volviste?» es casi siempre lo PÁGINA VALDENSE I 14

Mireille Gilles

Libertad:

el punto de partida

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Por esta razón, es fundamental que reivindiquemos la libertad como punto de partida para construir vínculos que nos fortalezcan y nos impulsen a vivir de otras maneras, a cambiar de actitud y de pensamiento para volvernos a Dios con fe.

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Evangelio de Marcos 1 9 Por aquellos días, Jesús salió de Nazaret, en la región de Galilea, y Juan lo bautizó en el Jordán. 10En el momento en que salía del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma. 11Y vino una voz del cielo, que decía: “Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido.”

12 Después de esto, el Espíritu llevó a Jesús al desierto.

13 Allí vivió durante cuarenta días entre las fieras, y fue puesto a prueba por Satanás; y los ángeles le servían.

14 Después que metieron a Juan en la cárcel, Jesús fue a Galilea a anunciar las buenas noticias de parte de Dios.

15 Decía: “Ha llegado el tiempo, y el reino de Dios está cerca. Volveos a Dios y aceptad con fe sus buenas noticias.”

Nos relata el Evangelio que Jesús se va de su pueblo natal para encontrarse con Juan el Bautista, quien estaba en el desierto predicando a la gente que se volvieran a Dios y que se bautizaran. Muchas personas de la región de Judea y de la ciudad de Jerusalén se acercaban para oírlo y bautizarse. Allí recibían el anuncio de Juan que anticipaba la llegada de uno más poderoso que él y que lxs bautizaría con el Espíritu Santo.

Juan preparó el camino para la llegada del Mesías,

proclamó un tiempo nuevo, invitó a la gente a convertirse, a cambiar de actitud y volverse a Dios. También se encontró con Jesús y lo bautizó, compartieron ese momento previo al inicio del ministerio público de Jesús.

El mensaje que proclamaron Juan y Jesús tuvo mucha repercusión entre las personas de aquellos tiempos, incluso más allá de los límites geográficos en los que se movían. Como sabemos, en el contexto bíblico era mucha la gente que sufría las limitaciones económicas, sociales y religiosas, la discriminación y marginalidad por parte de los poderes establecidos. Pero Juan y Jesús no solamente anunciaban la llegada del Reino de Dios sino que también dignificaban a las personas que se acercaban a oírles, no les exigían nada a cambio ni le pedían ningún requisito para recibir su mensaje, su sanación o el bautismo.

Cuando Jesús comienza a anunciar las buenas noticias en Galilea habían apresado a Juan, sin dudas, esta situación daba cuenta de la hostilidad reinante para con quienes optaban por dar un mensaje diferente e invitaban a las personas al proyecto de fe de vida buena y abundante.

Por estos días en los cuales estuvimos haciendo memoria del XVII de febrero, el día de la Emancipación Valdense, nos remitimos a la historia de tantas personas que fueron perseguidas por sus creencias religiosas y que perdieron hasta los derechos civiles y políticos, aunque muchxs ni siquiera habían llegado a gozar de ellxs alguna vez, como ser las mujeres o lxs niñxs, y que tampoco los tendrían luego de la declaración de la Emancipación.

Hoy resignificamos el alcance de la tan anhelada libertad, la miramos en perspectiva y la ponemos en diálogo con el relato del Evangelio para reflexionar respecto a las opciones de vida en los contextos históricos que habitamos. Si volvemos a leer el versículo 14, notamos la potencia que conlleva el anuncio de la Buena Noticia que empieza a divulgar Jesús en el mismo momento en el que encarcelaban a Juan.

Yanina Vigna Equipo Editor

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Nadie puede ser perfectamente libre hasta que todos lo sean San Agustín