Periódico de la Iglesia Evangélica Valdense - Mayo 2020 - N° 260 - Afiliado a O.P.I. N° 837Página Valdense«...porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.» Hechos 4:20 ¿CULTO CRISTIANO O LITURGIA? Elizabeth Hernández Carrillo 3 JUGAR CON LAS IMÁGENES DE DIOS Gerardo Oberman 6 LITURGIAS PARA UNA PANZA LLENA J. Javier Pioli 9 Periódico de la Iglesia Evangélica Valdense -Septiembre 2022- N° 282 - Afiliado a O.P.I. 001/09 - Periódico mensual - Redactor responsable: Rogelio Darío Barolin. Varela 1729. Dolores - Imposición envíos: Dolores - Depósito legal N° 68.638 Sentite en casa que hacemos fiesta
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Apuntes de la Directora
Es momento de celebrar
En las próximas páginas van a poder leer diversos textos sobre liturgia. Como todas las veces, in tentamos que cada uno abarque di ferentes aristas, pero como siempre digo en esta hermosa tarea colectiva, quienes escriben hace suyo el espa cio y recorre los caminos reflexivos que quiere, puede, necesita o, simple mente, le surge. La pluralidad de vo ces siempre genera sorpresa, y esta edición no es la excepción. Personal mente me llama mucho la atención cuando sin saber, hasta sin conocer se, muchxs de quienes escriben pa san o llegan a lugares similares. Esas pequeñas o grandes coincidencias de sentido logran tener vida propia, es como si se notaran por unos segun dos aquello que nos une, eso que nos conecta, que nos hermana.
Algo similar me pasa con algunas liturgias; siendo totalmente honesta, no con todas. Supongo que esto es de esperarse, ¿quién se predispone siempre de la misma manera cada celebración? ¿quién puede tener el mismo estado de ánimo? ¿emocio narse con las mismas cosas? ¿acaso no nos toca, no sentimos, diferente cada palabra, cada oración, cada can ción o cada elemento dispuesto en el lugar donde celebremos? Sospecho que si, que no sólo me pasa a mi.
Zully, en una de las páginas si guientes, dice: «Una celebración del culto debe, de alguna forma, movili zar», y creo que no hay palabra más justa que esa: movilizar. Recuerdo con emoción muchas liturgias, mu chos momentos celebrativos que me movilizaron, propiciando un en cuentro íntimo no sólo con Dios sino con mi comunidad o con las perso nas que participaban. Entiendo que lograr esa intimidad, ese momento de conexión, es sumamente com plejo, pero cuando sucede, se siente, nos atraviesa y es difícil de explicar con palabras, porque básicamente a veces es cuestión de dejar que el espíritu nos inunde y recorra libre mente todo ese momento y espacio sin intentar racionalizar.
Somos seres sentipensantes pero durante mucho tiempo primó sólo lo pensante, es difícil escapar del ejercicio de racionalizar todo
cuanto ocurre y nos pasa; y es mo mento que le demos más entidad a aquello que sentimos, es momento que reconozcamos y validemos las emociones, y todo aquello que acon tezca en nuestros cuerpos.
Los encuentros son siempre transformadores. Reconocer y va lorar la sola presencia de unx otrx nos inunda de sentires; sabernos y sentirnos parte de una comuni dad nos emociona y anima, porque aquello que creemos es compartido, incluso habiendo matices. La prepa ración para ese encuentro juega un rol importante también, cómo nos predisponemos marcará la pauta de cuanto nos dejaremos permear; y en este sentido, al menos para mí, la liturgia es esencial. El momento de celebración no depende sólo de quien o quienes lo preparan y lo guían, o de cada uno de los elemen tos que eligieron cuidadosamente, de cada canción, cada gesto, cada recurso utilizado, sino que también depende de nosotrxs mismxs, de cada unx y de todxs.
Es increíble lo que pasa cuando ponemos a andar la creatividad y el dinamismo en nuestras celebracio nes, cuando esa conexión -personal y comunitaria- se encuentra con nuestras realidades, con quienes somos, con lo que sucede en nues tras cotidianeidades, cuando los di ferentes recursos se echan a jugar con nuestra cultura. Es increíble porque entiendo que así es el espí ritu: imposible de definir, enjaular, estructurar. Cuando disfrutamos y celebramos que eso sea así, también pasan cosas increíbles.
Que ese Dios, sensible y senci llo, que viene a nuestro encuentro nos anime a experimentar, gozar, buscar, intentar y esperar el poder transformador en cada uno de los encuentros, sobre todo reconocien do aquello que atraviesa todo nues tro cuerpo y nos llena de las más diversas emociones. Porque fren te a tanta polaridad y a tanto odio desparramado, la celebración de quienes somos y de nuestro trabajo por una vida plena para todxs será nuestra luz en las tinieblas.
Daiana Genre Bert
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¿Culto cristiano
Constantemente alumnos, alumnas de seminarios y miembros de iglesias me preguntan cómo referirse al tiempo de celebración en la iglesia: ¿culto o liturgia? Muchas son las iglesias que han decidido no usar nin guna de estas dos expresiones y han adoptado el tér mino «adoración», que es la traducción a la palabra en inglés worship. Lo cierto es que entre adoración, culto y liturgia hay grandes diferencias. En este breve comen tario hablaremos sobre el culto cristiano y la liturgia.
Cuando hablamos de culto cristiano nos referimos a la identidad que éste guarda con la fe cristiana, la cual tiene tres arraigos: Biblia-teología-tradición. Des de esa perspectiva, hay que considerar los siguientes aspectos del culto:
Primero, tiene una centralidad: el amor de Dios. Todo lo que la iglesia anhela es conocer, experimentar y compartir el amor de Dios. Lo que está al centro de nuestras celebraciones no es la personalidad del pas tor o el «éxito» de una iglesia, o la buena música, sino el amor de Dios.
Segundo, tiene un fundamento y éste es Jesu cristo. La única forma de conocer el amor de Dios es a través de la vida, obra y mensaje de Jesucristo; es por lo que el culto está marcado por la lectura y explica ción del evangelio.
Tercero, el tiempo es otro aspecto importante del culto y esto es porque Dios se revela a través del él. Tiempos importantes en la historia de la salvación la cual está envuelta en el pasado, el presente y el futuro. Observar el calendario litúrgico nos ayuda a vivir y ce lebrar esos tiempos.
Cuarto, el espacio donde se celebra el culto se es coge no porque sea un lugar estratégico para atraer a la gente sino porque es el lugar donde Dios se en cuentra con su iglesia. Ya sea que la comunidad se re úna en una casa, en el campo, en un templo o cualquier lugar, el espacio se prepara para ese encuentro.
o liturgia? “
La liturgia en cambio está en manos de la iglesia. En la liturgia Dios y el pueblo dialogan. Dios habla a tra vés de su palabra y el pueblo responde con oraciones, cantos, símbolos y gestos, expresiones todas que nacen de un pueblo agradecido y dispuesto a transformar al mundo de la mano del Dios de la Vida, y es que no hay culto y liturgia completos si al regresar a la vida coti diana, la iglesia no devuelve ese tiempo de celebración en comunión (koinonía), servicio (diaconía) y compro miso de justicia y paz hacia la sociedad en que vive: fa milia, amistades, vecinos y vecinas, país, mundo. Puesto que la liturgia es realizada por la iglesia, ésta tiene la oportunidad de celebrar echando mano de su creati vidad, utilizando el arte como herramienta para crear momentos que animen la fe y la esperanza, y no como mero espectáculo. Pero no tan solo el arte clásico o las bellas artes, sino también el arte popular, en este últi mo se involucra la cultura de la comunidad que celebra. Tanto la cultura cristiana como la cultura de la comuni dad deben entrar en diálogo de tal manera que faciliten la comprensión y experiencia del mensaje de Dios; en palabras de la Dra. Ione Buyst, teóloga liturgista, «en las culturas hay semillas del reino que Dios esparció».1
“Para la iglesia es importante, necesario y pertinente que mantenga fresco el motivo por el cual celebra culto y hace liturgia, de esa manera evita desvíos y manipulaciones de momen tos importantes donde Dios y su pue blo se encuentran.
Quinto, el orden u «ordo» del culto. La Biblia no tiene un modelo único del orden cúltico, por ello cada iglesia, a partir de su propia tradición cristiana, organiza su orden de celebración. Lo que la Biblia sí nos presenta son «pistas» o «destellos» de lo que puede contener ese orden, según Isaías 6:1-10: llamado a la adoración o en cuentro, un reconocimiento de nuestras faltas y de ser perdonados/as, un mensaje y un llamamiento, y a partir de lo que nos enseña Jesús, un tiempo de acción de gra cia y comunión, Cena del Señor o Eucaristía.
Hablar de culto da las bases bíblicas y teológicas para celebrar la presencia de Dios en su pueblo, en tan to que la liturgia abre la oportunidad de agradecerle su presencia usando los dones, talentos, el arte y la creati vidad con los que Él nos ha bendecido.
Elizabeth Hernández Carrillo Red Crearte
1 Apunte de una clase de liturgia con la Dra. Ione Buyst, en la Escue la Superior de Teología en San Leopoldo, Río Grande Do Sul, Brasil. 2007
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Compartiendo recursos para Recursos y reflexiones tras el taller
animar la creatividad colectiva sobre liturgia del «Esfuérzate en la Gracia»
Hace ya varias semanas se desarrolló el segundo encuentro del taller virtual sobre Liturgia, organiza do por la capacitación para laicos y laicas «Esfuérzate en la Gracia», con la colaboración de la Red Crearte. En esta oportunidad participamos alrededor de 35 personas, entre coordinadores y coordinadoras de grupo, y laicos y laicas de diferentes comunidades de Uruguay y Argentina.
Liturgia es el diálogo entre Dios y su Iglesia durante el culto-celebración. Después de haber trabajado tanto en la capacitación como en el primer taller, sobre las distintas partes de la liturgia, la Red Crearte, por medio de su coordinador Gerardo Oberman y la guía de quien tiene una maestría en liturgia y teología, la mexicana Elizabeth Hernández, nos brindaron un segundo taller.
Para comenzar, Elizabeth nos compartió un video con varias ideas y dinámicas litúrgicas, distintas expresiones de arte recogidas en celebraciones en diversas comuni dades, de múltiples contextos y culturas. Luego, nos fue comentando cada una de las imágenes compartidas mo tivándonos a utilizar diferentes formas donde pudiese estar involucrada toda la comunidad y todo nuestro cuer po. Destacó la importancia de la ambientación temática del lugar, tanto como las expresiones artísticas que se pu diesen llevar a cabo en cada momento de la celebración.
Seguidamente, realizamos un trabajo en grupo donde la consigna fue que dejáramos echar a volar nuestra imaginación y creatividad, en base a los textos bíblicos, y a partir de allí crear una liturgia de celebra ción. Fuimos separados y separadas en salas virtuales, con la guía de un coordinador/a. En cada uno de los grupos, a partir de los dones y saberes compartidos, con la guía del Espíritu Santo que nos sobrevoló, ela boramos los momentos litúrgicos que les compartimos aquí. Por cuestión de espacio, no podemos publicar la totalidad de las producciones colectivas, pero sí algu nas que creemos son un reflejo de lo trabajado.
Ambientación del espacio litúrgico
Texto base: Lucas 7: 11-17
Imaginamos el lugar ubicando los asientos en forma circular, disponiendo en un sector elementos que sugi rieran la muerte: tela de color oscuro y objetos sin vida. También velas apagadas y un encendedor. Esto es para introducirnos en el dolor y en la tristeza de la pérdida.
En el sector opuesto, ubicamos tela de color blanco, semillas, plantas, flores, pan, agua como elementos que den idea de vida. De esta forma quisimos expresar el pasaje a la vida, a la esperanza, al futuro.
Al medio, una cruz y una Biblia, como recordatorio de que por Jesús podemos tener vida plena.
PÁGINA VALDENSE I 4 En determinado momento de la liturgia, los y las pre sentes que lo deseen irán hacia el lugar de las velas y, encendiendo una por persona, la llevarán hacia la mesa o el lugar de la vida, dejándola encendida allí. Esta par ticipación activa a través de la acción y el movimiento, completarán el concepto de interacción.
Creación colectiva
Confesión y anuncio del Perdón
Oración de confesión:
En medio de la muerte, te sabemos vivo. Ante la opre sión, te sentimos aguerrido. En la desesperanza que se pregona, te escuchamos caminando al lado nuestro.
Por eso venimos al encuentro con vos, al encuentro entre nosotres, en esta ronda abrimos nuestros cora zones sabiendo que muchas veces hacemos silencio frente a la injusticia, que decidimos no escucharte. Por eso te pedimos perdón.
(Silencio)
Por lo que no nos animamos a denunciar, por la demora en el servicio, por tardarnos en ponernos de acuerdo, por pensar individualmente y no sentir a la comunidad, por no abrir las puertas en la iglesia. Te pe dimos perdón.
(Silencio)
Anuncio del perdón:
Escuchen la voz de Jesús que dice: Iglesia, «a ti te digo levántate», glorifica a Dios en tu vida, Él ha perdo nado tu pecado. Levanta el rostro porque ha cambiado tu llanto en gozo. Dios ha visitado a su pueblo. Amén.
Proponemos invitar a la congregación a estar de rodillas durante la oración de confesión, al anunciar el perdón. Que se apoyen para levantarse y darse un abrazo de paz. La oración puede hacerse en dos grupos o por dos personas, mientras que el anuncio una sola.
Envío y bendición
Después del pedido de Jesús al joven en Lucas 7:14 de ponerse de pie, respondamos también nosotros y nosotras a ese llamado y caminemos, pongámonos en movimiento, sin temor, con la esperanza de la guía del Señor. Nos esperan los hermanos y hermanas para ha cerlo juntos y juntas.
Luego de estas palabras, podemos invitar a la congregación a seguirnos cantando una canción, por ejemplo: «Caminemos a la luz de Dios»; o con gestos de invitación.
Bendición
Que el Espíritu de fortaleza e iluminación alumbre nuestro caminar de cada día para dar testimonio fiel del mensaje de amor y esperanza.
Que la paz del resucitado llegue a cada uno/a de nosotros/as y llevemos con la alegría el mensaje de salvación.
Entonces, en lo posible, la liturgia debe ser preparada entre dos o más personas para enriquecernos mediante el intercambio de ideas, prácticas y dones. Creo que lo primero a tener en cuenta es pedir la ayuda y bendición de Dios para disponernos a preparar, y luego, antes de ar mar las partes del culto-celebración, pensar en el contex to en el que vive la comunidad, cantidad de personas que asisten, etcétera; porque esto nos ayudara a pensar cómo lograr ese diálogo entre Dios y su iglesia, y viceversa; nos animará a preparar diferentes dinámicas y técnicas que incluyan, en lo posible, todo nuestro cuerpo.
“Una celebración del culto debe, de alguna forma, movilizar; no sólo ese momento, sino también al salir del lugar de reunión para impulsarnos a actuar en la sociedad y que trascienda la proclamación del Evangelio más allá del momento celebrativo. Debe ser una experiencia transformadora que nos incluya a todos y todas.
“A modo de cierre, destaco la alegría y consagra ción con la que Elizabeth nos guio y animó durante el taller. En su momento, nos dijo: «el lugar de la teología es nuestro cuerpo», y como valdenses conservadores y conservadoras es todo un desafío apelar a ello. Perso nalmente, fue una hermosa experiencia trabajar en este formato de taller, aunque haya sido virtual. Pudimos sentir la fuerza del Espíritu Santo, la Ruaj que moviliza, anima y fortalece la fe; esa fe que sólo se alimenta, vive y fortalece con la vida en comunidad, compartiendo con otros y otras hermanas.
Doy gracias al equipo del «Esfuérzate en la Gracia» por hacer posible este taller tan enriquecedor.
Zully Rivoir Negrín Laica de la Iglesia E. valdense en Tarariras
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Jugar con las
imágenes de Dios
Ya hace unos años atrás, la reconocida teóloga fe minista Ivone Gebara nos invitaba a repensar nues tra teología y, consecuentemente, también nuestra liturgia en términos lúdicos. Ella lo expresaba con las siguientes palabras: «Es necesario jugar con nues tras imágenes de Dios, sacarlas de la seriedad, de las teorías cerradas, de las divisiones institucionales. Me gusta jugar en la teología. Eso me acerca al misterio mayor que danza en el universo».1
Tal vez nada demasiado novedoso para quienes hayan leído al filósofo alemán Gadamer o la teología latinoamericana de Rubem Alves, pero sí, ciertamente desafiante para quienes semana a semana buscamos revitalizar nuestra fe y nuestro compromiso con el pro yecto de Jesús en nuestras comunidades.
Pongámonos primero de acuerdo: la liturgia es el corazón de las comunidades de fe, latiendo al ritmo de las enseñanzas y de las acciones de Jesús. La teología podrá ser el cerebro, la misión las piernas, la diaconía las manos abiertas y la pneumatología los pulmones inhalando Espíritu. Pero el alma, el corazón, aquello que hace que todo fluya por las venas de la iglesia es la liturgia, ese tiempo compartido en comunidad donde el canto, la oración, el evangelio compartido y la mesa abierta, amplia y generosa, nutren la espiritualidad pe regrina del pueblo de Dios.
Por ello la necesidad de mantener la liturgia sana, activa y libre de aquello que pueda evitar que lata con toda la fuerza de la ternura divina cada vez que nos re unimos como familia en la fe. A partir de la creatividad y de los dones presentes en cada grupo local es posible apelar a recursos diversos para alimentar la liturgia de aquellos elementos que la nutran de una belleza que sea significativa en cada contexto particular. El arte en la liturgia debe asumir una función evangélica transfor madora, que apele a aquellos mismos valores presen tes en las palabras, en las acciones, en los silencios, en las miradas, en los movimientos y en los compromisos proféticos del maestro palestino: Jesús.
Es importante enfatizar que el nexo entre la liturgia y el arte, muy antiguo, por cierto, no debe ser nunca im puesto desde una tradición religiosa particular ni des de una concepción estética clausurada ni desde alguna cátedra particular. Esa hermandad artístico-litúrgica debe ser sostenida desde la propia experiencia comu nitaria, con los ojos bien abiertos a aquello que sucede en la vereda, con los oídos abiertos a los sonidos del barrio, con los brazos dispuestas a abrazar dolores y sueños de quienes peregrinan con nosotros y nosotras nuestros mundos cotidianos.
Existe una riqueza infinita en los equipos de liturgia locales, que no deben ser cooptados por quienes ejercen
el ministerio ordenado en las iglesias. La cooptación de la liturgia por el clero, por aquellas personas que fueron puestas en autoridad en las comunidades con el firme propósito de mantener un orden prefijado, ha atentado de manera evidente contra el rol profético de las litur gias comunitarias y sobre su potencial creativo.
Déjenme mencionar, solo a modo de ejemplo, una lista de las artes que, en propuesta del teólogo y litur go Luiz Carlos Ramos2, deberíamos tener en cuenta al pensar nuestras liturgias:
1. Literatura: el arte de la palabra. Poemas, cuen tos, testimonios.
2. Coreografía: el arte del movimiento. Diversos ti pos de danza. Incluir el cuerpo de maneras creativas.
3. Arquitectura: el arte del espacio. Hay mucho para decir al respecto sobre nuestros espacios y la distribución de los elementos.
4. Escultura: el arte del volumen. Telas, espejos, co lores, ayudan a crear efectos positivos.
5. Pintura: el arte de la luz. Murales, cuadros, tapi ces, grafitis.
6. Música: el arte del sonido. Diversidad de ritmos e instrumentos y voces, combinación de silencios y sonidos.
7. Cine: es la combinación de todas las artes. En el pensamiento del autor que nos ha facilitado esta lis ta, nuestras liturgias deberían ser como una película, donde cada detalle se ha pensado para darle un claro sentido a lo que se quiere transmitir: la buena noticia liberadora en Jesús.
Cuando hablamos de la vida de la iglesia y ponemos tanto énfasis en la mayordomía, en la educación cristia na, en la formación teológica, en el mantenimiento de es tructuras edilicias o institucionales, estamos poniendo el énfasis en lugares inadecuados. Es necesario y urgente fortalecer al pueblo celebrante a través de liturgias nu tritivas, contextuales, hospitalarias, abiertas y transfor madoras. Jugar con las imágenes de Dios y jugar con las palabras, con los sonidos, con las luces, con el volumen, con el espacio, con los colores, con los cuerpos.
Y lo demás vendrá por añadidura.
No crean que es un imposible. Ya sucedió con las primeras comunidades cristianas y con tantas otras que se dejaron mover por la Espíritu divina a la largo de la historia.
Gerardo Oberman Red Crearte
1Las aguas de mi pozo. Reflexiones sobre experiencias de libertad.
Montevideo: Doble Clic, 2005, p. 191-192. (Final del primer párrafo)
2Miembro de la Red Crearte, hizo esta presentación en uno de los Semina rios realizados en México en el año 2015. (Luis Carlos Ramos)
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Los credos y la liturgia cristiana
En el Nuevo Testamento encontramos los prime ros credos de los que tengamos constancia. Un credo es una confesión de fe. En 1 Corintios 8, 6, el apóstol Pablo afirma que solo hay un Dios del cual proceden todas las cosas, y un Señor, Jesucristo, por quien han sido creadas todas las cosas. Más adelante, en el capítu lo 15, presenta un resumen del mensaje del evangelio que serviría más adelante en la elaboración de los cre dos de la iglesia. El texto allí dice que Cristo murió por nuestros pecados, que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme al testimonio de las Escrituras.
En la primera carta a Timoteo, capítulo 3, verso 16, encontramos un antiguo credo: «Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles; predicado a las naciones, creído en el mundo, recibido arriba en gloria». Este credo formaba parte de un him no cristiano. Es necesario recordar que la recitación de credos era usual en la liturgia de la sinagoga según el Antiguo Testamento, teniendo en cuenta la influen cia del culto sinagogal en la conformación de la litur gia cristiana. En el libro del Deuteronomio, capítulo 6, encontramos la Shemá («Oye») conocida confesión de fe de Israel. La primera frase de esta confesión afirma: «Oye, Israel: Yahvé, nuestro Dios, Yahvé uno es».
Además de los primeros himnos cristianos que ex presaban la nueva fe en Jesús, el ritual del bautismo in fluyó en la elaboración posterior de los credos. El Credo Apostólico, proveniente de Roma, se nutre tanto de tex tos del Nuevo Testamento como de la liturgia bautismal ya en uso en el siglo segundo de nuestra era. La persona que era bautizada debía afirmar su fe en Dios, en Jesu cristo y en el Espíritu Santo. La instrucción -catequesisprevia al bautismo, profundizaba en los contenidos que eran expresados después en el rito bautismal. La for mulación del credo se alimentó de ambas experiencias.
Más tarde, a raíz de los primeros concilios ecumé nicos y en el contexto de las controversias teológicas acerca de la persona de Cristo, los credos pasaron a formar parte importante de la confesión de fe de las iglesias, al menos de las tradiciones cuyas posturas pre valecieron en las decisiones oficiales de los concilios, como es el caso de las iglesias latinas que modelaron el rostro del cristianismo en occidente. Hablamos del Cre do Niceno (Concilio de Nicea, año 325 d.C.) y el Credo Niceno Constantinopolitano (Concilio de Constantino pla, año 381 d.C.) que amplía y ratifica el anterior.
«Credo» es una palabra latina que significa «yo creo», y pasó a ser el nombre de la oración litúrgica que comenzaba con esta expresión, de manera que toda la oración recibió ese nombre. Es la oración en la que la persona o la comunidad que ora expresa el contenido de lo que cree. Los credos precisaron de una labor de sínte-
sis, teniendo en cuenta que lo que la iglesia confiesa está recogido en el testimonio bíblico y este es muy extenso.
“Cuando el credo se introduce en la liturgia cristiana, además de ser una declaración de fe ante el mundo, adquiere un nuevo sentido: es una declaración dirigida a Dios como sacrificio de alabanza, «fruto de labios que confiesa su nombre» (Hebreos 13, 15).
Desde el siglo II en occidente ya estaba en uso el Credo Apostólico. En el siglo V, la iglesia oriental intro duce el Credo Niceno en la liturgia eucarística o Santa Cena. Más tarde, en el siglo XI, la Iglesia de Roma inclu ye el Credo Niceno en su liturgia, antes de la predica ción, así la prédica resultaba siendo una interpretación bíblica a partir del mensaje del credo, en conformidad con su contenido.
En la actualidad, es más usual encontrar el credo después de la predicación. En este sentido, el credo se comprende como una respuesta de la comunidad al mensaje escuchado, donde se proclama la fe y se alaba a Dios por sus hechos. En lugar del credo pueden utilizar se himnos de confesión de fe así como otros credos con temporáneos, los cuales si bien se elaboran a partir de los credos antiguos permiten una actualización de sus contenidos de cara a los desafíos de cada momento his tórico. Así, los credos actúales ofrecen una comprensión renovada de los contenidos esenciales de nuestra fe.
El uso de los credos en el culto cristiano no solamen te ha sido parte del testimonio público de la fe de la igle sia sino que también señala hacia la unidad cristiana que es ratificada en la proclamación de esos textos. Los cre dos nos remiten a los orígenes del cristianismo y consti tuyen una importante señal del espíritu ecuménico que debe animar nuestras celebraciones litúrgicas. Confesar nuestra fe es anunciar que somos uno en Cristo Jesús.
Resumiendo, en cuanto al uso litúrgico de los credos encontramos tres variantes en el transcurso de la histo ria de la liturgia cristiana. Una primera que sitúa el credo en la liturgia eucarística como preparación para recibir la comunión; una segunda que lo sitúa después de la lec tura del Evangelio, como respuesta a la proclamación de las lecturas, y una tercera, más reciente, que lo coloca después de la predicación para reforzar la unidad que debe darse entre las lecturas y la proclamación.
Amós López Rubio
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Sentir comunitario
a través de la música
Me invitaron a escribir este texto con la propuesta de hacer memoria, de recordar instancias donde la música haya sido la protagonista, permitiendo diferentes ma nifestaciones de fe en comunidad. Disponiéndome a la tarea, pienso un poquito y en realidad vienen a mi mente y mi cuerpo varios recuerdos; pero por cuestiones de es pacio tengo que elegir un par de experiencias puntuales así que para eso debo tomarme unos minutos.
Llego a una conclusión: la primera un rioplatense, la segunda una asamblea sinodal. Así sin más.
El rioplatense que quiero mencionar aunque po drían ser varios, es uno de los que se hizo en Cosmopo lita. Como saben, la memoria es traicionera y algunos recuerdos se van difuminando, hay cosas que quedan y otras que se van, a veces un detonante basta para traer de nuevo todo aquello que se fue. Cuestión que no re cuerdo en qué año fue pero si el escenario: tardecita, se podría decir que a la hora del mate; había un amigo y otra gurisada en la caldera preparando el agua para las duchas. Se podría pensar que era cuestión de tiempo o de que alguien tirara el primer acorde, estribillo o mo vimiento; pero de a poquito y sin planificación, como quien no quiere la cosa se fue armando una guitarrea da. Como suele pasar, empezamos unos pocos y pocas que andábamos a la vuelta, pero cada vez la ronda se iba haciendo más grande. El repertorio fue como el mo mento mismo: sin planificación ni estructura, así como la gente se iba arrimando iba proponiendo canciones.
Aunque voy hacer mi mejor esfuerzo, de antema no les aviso que las palabras no harán justicia porque el momento que se siguió fue indescriptible. Ya sabe mos que hay emociones y sentires que nos atraviesan el cuerpo entero y ponerlo en palabras es una tarea de lo más compleja. Es un momento único, donde una gui tarreada tiene vida propia: la ronda se vuelve gigante y
en movimiento, donde se baila y canta sin reparos, donde nadie queda afuera y todo es fiesta. De hecho, en esos momentos suelen surgir los hits de cada riopla tense, porque sí, hay una canción que se vuelve la más cantada y puede que sea porque nos trae, cada vez que la cantamos, a esa ronda donde todo es disfrute.
Casi de manera accidental una guitarreada de pocas personas se transformó en una ronda de todo el campa mento. Todas y cada una de las veces que sucedió esto se respira complicidad, porque te ves y ves a los y las demás cantando cosas en las que crees, bailando porque, en de finitiva, todo transcurre en el cuerpo, disfrutando que hay más personas que creen en las mismas cosas en la que estás convencido/a. Sinceramente, es algo medio mágico.
La segunda de estas experiencias es un recuerdo que tengo muy claro, muy nítido, aunque no es así con la parte previa. Desde la organización del Sínodo se ha bía planificado una noche de música, se había invitado a músicos y músicas de distintos presbiterios, así que se imaginarán que se armó un equipo lindo de gente que trajo canciones nuevas, algunas seculares y varias folclóricas de cada región. Toda esa mixtura cultural, de ritmos, canciones e interpretaciones fue haciendo lo suyo: contagiando alegría. Recuerdo que toda la asam blea cantó, y como no podía ser de otra manera, se iban sumando canciones propuestas de manera espontánea. Nuevamente, se generó una complicidad muy linda.
Quizás la tradición campamentil de nuestra iglesia tenga mucho que ver, porque no sólo se comparte ese momento sino que se convive, se habitan los mismos lugares, actividades y tareas; se comparten fogones y cantos. Esa memoria colectiva es trasversal a todas las actividades eclesiales, por ejemplo pienso cuando la cosa se pone tensa o densa en las asambleas, sólo basta alguien que diga: “Cantemos. Recordemos y vayamos a esa experiencia común, a aquello que nos une”. La mú sica, en ese sentido, no sólo nos une, también nos ani ma, nos alegra y predispone diferente.
En todas las instancias que recuerdo como signifi cativas, identifico una constante: no hubo planificación o estructuras rígidas. Es que sí, ese dinamismo es lo que permite que el espíritu santo se manifieste libre y co munitariamente. Si planificamos hasta el último detalle de cada momento y no nos permitimos adaptaciones espontáneas es como planearle y hacerle lugar al espí ritu, es como vaciarlo de sentido. Por suerte, y gracias a Dios, cuando alguien propone una canción, todos y to das nos motivamos, animamos y torcemos esa rigidez.
El canto tiene ese no sé qué que te hace sentir en compañía, y donde no importan los dones y capacida des sino que lo importante es ese sentir comunitario que hasta te eriza la piel a veces. Esas experiencias son reflejo de una fe viva y compartida, y ojalá dejemos que se filtre hacia otras instancias donde no es tan evidente.
Federico Plenc
Ilustración de Penélope Chauvié
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Liturgias
para una panza llena
«Compartimos hoy los dones en la olla y comunidad. Sea con la tierra y sus criaturas la dignidad»1
Me gusta pensar que, cuando me alimento, lo que incorporo no tiene que ver solo con lo nutricional. En la comida también están presentes gestos, palabras, re laciones y saberes. No es solo un plato de fideos o una porción de locro.
Nuestra especie no come únicamente para satisfa cer una necesidad material. Al alimentarnos, también incorporamos o reafirmamos formas de convivencia, costumbres, significados. La alimentación es un hecho cultural. Y si la alimentación es cultura, también es es piritualidad. ¿Por qué no pensar entonces que las comi das tienen su liturgia?
De los ojos, al corazón
Nunca voy a olvidar un almuerzo en Paysandú, en una de esas casas en las que el fuego siempre parece encendido, donde el primer abrazo que recibís es el de los aromas de la cocina. No recuerdo cómo llegué a ese almuerzo, pero tengo grabado en mi memoria el gesto de la cocinera, que sirvió, se sentó a la mesa, y dio gra cias mirándonos a los ojos.
«Quiero dar gracias por esta comida, porque es tamos juntos y porque podemos compartir. Gracias a Dios por los amigos».
Fue algo así, un gesto espontáneo de oración en contacto visual. Pero me dejó pensando. Litúrgica mente, orar mirando a los ojos tiene una fuerza dife rente, que complementa el gesto más tradicional de bajar la cabeza. En esa oración yo sentí que no dába mos gracias solo por la comida; la mirada era un gesto de gratitud por la compañía.
¡Qué bueno sería generar liturgias de comida en las que no miramos solo el plato y podemos detener nos en los ojos, las manos, la historia de quien está frente a mí! Dar gracias a Dios por eso es reconocer que ese otro/a, que su sentir, sus saberes y recuerdos también pueden ser pan. Ese pan que me nutre en vín culos, relatos y espiritualidad.
Mesas llenas, panzas vacías Este año, en un seminario coordinado por el Centro Emmanuel hubo personas que hablaron sobre la im portancia de elegir alimentos saludables, y de presio nar para que la soberanía alimentaria sea un derecho para todas las personas.2 Posteriormente, en un retiro coordinado por Andrea Kalmbach volvimos a la cocina y a la mesa como espacios de aprendizaje y comunión. Entonces nos dimos cuenta de que, al cocinar y al co mer, generamos pequeños rituales que dan sentido a lo que hacemos.
Hoy, que nuestras iglesias recuperen la cocina y la mesa no es un capricho New Age. Es un acto de so beranía, una apuesta por volver a esos espacios que estaban cargados de espiritualidad, y que este mundo ha vaciado de contenido.
En Una historia social de la comida, la antropólo ga Patricia Aguirre plantea que, en la sociedad actual, cada vez existen más comidas ‘no estructuradas’, de esas que no siguen reglas, comidas en soledad o un rá pido picoteo. Adultos/as sentados contra la pared de una oficina comiendo del táper. Niñas/os con la tablet sostenida por el vaso, aprendiendo a comer sin relacio narse. La comida estructurada, esa comida regulada, en la que circulan tradiciones, saberes y canciones, es una comida necesaria. Necesitamos esos rituales para dar un sentido a nuestra existencia, para sentirnos social y espiritualmente contenidos/as.
Hagamos un repaso del Nuevo Testamento: ¿Cuán tos milagros y enseñanzas de Jesús se dieron en el marco de una comida? ¡Las bodas de Caná! ¡La ‘última cena’! ¡La alimentación de la multitud! ¡La ‘revelación’ en Emaús! ¿Contamos más?
Necesitamos de las comidas en comunidad para experimentar el milagro de estar juntos/as. Pensar la comida como una posibilidad litúrgica nos ayudará a valorar el sentido de la canción, la oración, los gestos y relatos. La comida es un gran guión que puede ayudar nos a construir comunidad. Cocinando y comiendo jun tos/as, nos saciaremos. Será más que un estómago lleno.
Liturgia y sentidos
Cuando alguien prepara una comida caliente me gusta oler el vapor que sale del plato. No soy el único con esa rareza. Es muy grato llenar los pulmones de ese aroma que trae el recuerdo del tomillo, del laurel que se ofrendó en la olla. El estímulo impacta en mi organismo y despierta los sentidos, el vapor sube y me hace sentir conectado con Dios. Y siento gratitud.
Ahora me doy cuenta de la conexión que esto puede tener con una imagen bíblica muy antigua. Dios como soplo. Dios soplando en la nariz de Adán para darle vida (Gn.2:7). Es reconfortante sentir que, en el vapor de la cocción, en los aromas que se elevan puede estar el soplo divino, dándonos vida a través del alimento.
J. Javier Pioli
Encargado de Ecoteología del Centro Emmanuel
1Primeras estrofas de la canción «Alimenta nuestro ser» (carnavalito), publicado en la Revista SABERES A LA MESA (SAM) Nro. 2, de diciembre de 2021. Video completo, letra y acordes disponibles en https://centroemmanuel.org/revista sam/ y en el canal Youtube del Centro Emmanuel.
2Disponible visitando el siguiente link: https://centroem manuel.org/segundo-seminario-agroecologia-produccion-sa na-comunidad-sana/
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Recuerdos
y comunidad
Me interesa especialmente refrescar las historias de personas o situaciones que fueron parte e hicie ron lo que hoy es la iglesia, y no merecen quedar ol vidadas en el pasado. Generalmente mencionamos a nuestros antepasados «gringos», que con todas sus dificultades y penurias dejaron las montañas y forja ron su vida familiar en estas tierras, a quienes agra decemos por habernos trasmitido la palabra de Dios y la fe, la posibilidad de estar hoy en estos lugares y continuar viviendo y compartiendo lo recibido. Pero tan importante como aquellas, son otras historias y vivencias de abuelas y abuelos «criollos», lugareños de los llanos que a partir de aceptar el mensaje de salvación desarrollaron su vida con una fe profunda que supieron compartir y trasmitir.
La visita de hoy apunta a rememorar la vida de una persona, doña Gerónima, mujer que vivió en el pue blo San Gustavo, y participó activamente en la iglesia del lugar. Para hacerlo vamos a charlar con Horacio y Marta, hijo y nuera respectivamente. El día anterior, mientras sus ovejas pastaban, arreglamos la cita con Horacio. Hoy por la mañana, cuando llegué a su casa, había realizado las tareas y esperaba el momento de la entrevista. Nos ubicamos cómodamente alrededor de la mesa y comenzó a recordar y contarme las vivencias de su madre, quien siendo muy joven recibió a Jesús y decidió seguir su vida de fe en la iglesia Valdense.
Cuenta que doña Gerónima conoció la palabra de Dios cuando trabajaba de «sirvienta con los gringos», las familias valdenses que vivían en la colonia San Gus tavo. Con ellos y ellas trabajaba ayudando en todas las tareas que se hacían, incluso en la esquila de ovejas.
“«Y conoció la palabra de Dios, la aceptó y siguió yendo a la iglesia toda su vida, y nos enseñó a nosotros, sus hijos, nos llevó a la escuela dominical desde chiquitos. Doy gracia a ella y a los valdenses por poder conocer la palabra de Dios».
Se acuerda que en algún tiempo se hacían los cultos en las viviendas de las familias, en la suya el lugar era bajo un árbol grande que se encontraba en el patio. Ve nían los predicadores a hacer el culto, un domingo en cada casa. Doña Gerónima también participaba siem pre del grupo de mujeres que se reunían para coser, leer la palabra, cantar coritos de una carpetita que te nían -alguna aún está guardada-, y como en toda reunión compartir alguna merienda. Después de varias jornadas de trabajos en las distintas casas, se juntaban en el templo y realizaban la venta de las prendas que cosían o arreglaban.
«Mamá era una mujer que conocía muy bien la Bi blia, la leía y la entendía. Ella se sentaba en la puerta de su casa y allí nos reunía y leía la biblia. Nos explicaba lo que decía: la ciencia se va a extender... el hombre va a volar... Le ponía mucha atención a la Biblia, se con centraba en su mensaje. Muchas noches se despertaba a eso de las 2 de la mañana, y desvelada, nos contaba las historias bíblicas, que sabía de memoria. Así conoci mos a Ruth, Noemí, y tantos otros personajes bíblicos».
Doña Gerónima era una mujer de mucha fe, la vivía a diario. «Quién tenga fe se va a salvar, el otro no», de cía. Tenía un hermano, Pedro, a quien siempre le habla ba de la palabra de Dios, incluso él concurría a la iglesia, pero tenía el problema que era alcohólico, sin embargo, ella nunca dejó de pedir a Dios por él. Mucho tiempo después, por medio de un telegrama, su hermano la lla mó de urgencia desde una ciudad dónde había fijado
Horacio, Marta y Febe
Relato de un encuentro PÁGINA VALDENSE I 10
“
su residencia, reclamando su presencia. Él quería aceptar al Señor antes de morir, no había olvidado lo que aprendió de joven y necesitaba una conversación con su hermana. Para ella resultó un viaje que la llenó de alegría: su hermano había aceptado a Dios como Señor de su vida.
Con Marta y Horacio también hablamos de la fami lia, la sociedad, la iglesia: «En este tiempo hay dema siadas cosas del mundo que se siguen, vos formas un castillo y lo podés derrumbar en un momento, hay que tener cuidado, como decía el pastor Malán, estamos viendo el reino de lejos, vos sabés que está, pero si no te arrepentís y volvés a seguir, no sirve. Es como una carrera, el premio está adelante, pero no es para uno solo, es para todos, y hasta que morimos estamos co rriendo la carrera. Algunas personas cuando envejecen dicen que no pueden hacer nada, pero estar viejo no es un impedimento, hay tantas cosas que se pueden hacer, leerle la Biblia a alguien, las visitas, cantar.
“
La gente tiene miedo de hablar de ese tema, del fin del mundo, del apocalipsis, pero sabemos que Jesús nació, andaba con la gente, curaba, murió y por medio de él somos perdonados, seguimos adelante. Nosotros festejamos la Navidad, pero hasta ahí, no proclamamos que él va a venir otra vez, que es lo más impor tante, es lo que hay que hacerles conocer a los chicos».
“
Horacio y Marta siempre tuvieron relación con la tarea de las escuelas bíblicas, donde llevaron a sus hijas e hi jos. En este tiempo están participando en la escuelita de San Gustavo. Para ellos es una gran responsabilidad el trabajo entre los niños y niñas. «Los chicos se acuerdan de lo que aprendieron, muchos pasaron por la escuelita y hoy, en el lugar donde están, participan en otras igle sias, donde se sienten bien». Además de atender a los y las niñas y jugar, Horacio se encarga de tocar la guitarra y cantar, como también lo hace en los cultos. Le preo cupa la situación actual de la iglesia, la falta de jóvenes y de quienes sigan con la tarea musical en los cultos y en otras actividades: «Cuando uno se acostumbra a to car con otros es más fácil, da más seguridad, porque lo que no llena uno lo llena el otro». Nos acordamos de los himnos, que en la actualidad en nuestra iglesia de San Gustavo todavía se cantan, aunque se utilizan más los cancioneros. Marta interviene: «Son tan hermosos los himnos, en el grupo de las abuelas de La Paz, donde participo, cantamos himnos, así aprendemos».
Y así seguimos charlando, del pasado y nuestras infancias, de los grupos de mujeres, las manualidades, los bordados, el coro, la importancia de participar en el grupo donde una/o se sienta bien, donde tenga ganas de estar, participar y crecer junto a otras y otros.
Y desandando un largo trecho en el tiempo nos en vuelve el recuerdo de verla a doña Gerónima con su hija Alba, sentadas juntas, siempre presentes en el culto y otras reuniones de la Iglesia, compartiendo con otras tantas Doñas:
Chila, Adela, Ceferina, Matilde, Eufemia, Inés, lsabel, Elena, Celina... Personas que sembraron la semilla de la fe en quienes les sucedieron, dándole vida a la iglesia de aquellos tiempos.
PÁGINA VALDENSE I 11 Febe Barolín
Conexiones
El liderazgo en la Iglesia Valdense
Compórtense no como si ustedes fueran los dueños de los que están a su cuidado, sino procurando ser un ejemplo para ellos.
1Pedro 5:3
¿Por qué cuesta cada vez más motivarnos? ¿Qué nos entusiasma? ¿Es el liderazgo una cualidad innata o ad quirida? ¿Cómo podemos coordinar un grupo de manera eficaz? ¿Qué objetivos tenemos como comunidad de fe?
Estos interrogantes y muchos más fueron los que tratamos de responder en el Taller de Liderazgo lleva do a cabo en la Iglesia Valdense de Colonia Belgrano los días sábado 13 y domingo 14 de agosto. El detonante del taller: la crisis de liderazgos.
Bien sabemos y hemos conversado mucho sobre la nombrada crisis; somos conscientes de cuánto nos está atravesando a nivel global y en nuestra Iglesia. Desde hace un tiempo, las y los integrantes de las comunida des de fe, hemos intentado darle una respuesta y tam bién una solución a dicho problema. Somos de palabras tomar, por lo tanto, en la asamblea del Presbiterio Nor te Argentino se organizó este Taller orientado princi palmente hacia la juventud, con el objetivo de realzar el movimiento e incentivar a las y los jóvenes a volver a la actividad.
¿Por qué decimos «líder»?
Quizás es buen momento para conversar sobre la palabra líder y discutir su significado, su connotación je rárquica y su importancia.
El verbo ‘liderar’ tiene diversas acepciones. Su sig nificado es dirigir o estar a la cabeza de un grupo, de un partido político, de una competición, etc. pero también incentivar, motivar y ejercer influencia en el comporta miento o modo de pensar de un equipo con el propósito de trabajar por un bien común. En este último caso, aparece la palabra «influencia» que, dependiendo de cómo la en tendamos y utilicemos, la acción de liderar puede virar hacia caminos que quizás no son los deseados.
Más allá de significados de diccionario, todas y to dos tenemos una idea de a qué nos referimos cuando hablamos de liderar y tenemos bastante claro cuáles son las acciones que un líder debe llevar a cabo. El obje tivo no es entrar en cuestiones técnicas ni inmiscuirse
en el término como tal, sino ubicarnos más del lado de la acción; sin embargo, es cierto que debajo de la pa labra líder se esconde una sensación de jerarquía que mucho no nos gusta. ¿Por qué no llamarnos acompa ñantes, coordinadores? Esas palabras, a pesar de no ser sinónimos de la palabra líder, suenan más amigables y ejemplifican muy bien las tareas llevadas a cabo en los campamentos o encuentros del estilo.
Utilizamos la palabra líder desde la infancia y nunca nos hace ruido, pero la verdad es que no hay razón para que eso suceda; sencillamente no la hay. Lo único que puede hacernos ruido sobre decir «líder» es el signifi cado técnico, pero en nuestra experiencia no hay nada que nos haga dudar de la palabra ya que nunca tuvimos que pasar por una situación de poder desventajosa. El liderazgo en la Iglesia Valdense tiene un objetivo prin cipal, que es el camino de Jesús, y es por esto que se recalca la importancia de procesos constructivos y bien logrados. No dejamos de lado el hecho de que el líder es alguien que tiene cierto poder sobre el resto, o in fluencia. Pero esto, si es bien ejercido, no tiene por qué demostrar una jerarquía negativa.
Dios es líder, guía, acompañante. Es la cabeza, pero también camina a nuestro lado. Debemos tomar ese ejemplo en nuestro ejercicio de liderazgo y continuar, como ha sido desde siempre -al menos en mi experien cia-, construyendo liderazgos sanos y colectivos, donde todas y todos trabajemos con entusiasmo y no perda mos de vista el objetivo: la invitación a construir una vida buena, una vida de fe.
Florencia Arias
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Espacio del Movimiento Juvenil Valdense | Año XXII |Septiembre 2022| conexionesvaldense@gmail.com
otros
En busca de cruces
Hace algunos años fui convocado a una reunión con movimientos sociales, organizaciones de sociedad civil y organismos de derechos humanos en América Latina, para conversar en torno a un simple pero preocupante interrogante: ¿qué podemos hacer frente a las narrati vas religiosas que intervienen, inciden y hasta bloquean nuestros activismos? Los reclamos fueron muchos: los grupos fundamentalistas eran cada vez más fuertes en espacios de incidencia, costaba convencer a las personas de fe sobre la importancia del trabajo por los derechos humanos, había mucho temor en comunidades religiosas con respecto al avance de ciertas políticas públicas ya que ello iba «en contra de sus creencias», entre otros aspectos.
¿Cuál era una de las propuestas frente a dicho esce nario? Luchar por la restricción de las creencias religio sas a la vida privada para que no intervengan en el fue ro público, espacio que debe ser «secular». Poco a poco comencé a debatir esta afirmación, planteando varios elementos: que la insistencia en la idea de las creencias religiosas como algo privado posee una herencia mo derna y occidental que no condice con la situación de nuestras sociedades ni con el propósito de la fe en su dimensión existencial; que las religiones y espirituali dades son mucho más plurales de lo que vemos a través de las voces hegemónicas y monopólicas; que existen teologías y narrativas religiosas ligadas a agendas de derechos humanos y activismos.
La tensión inicial en el grupo fue mutando, al pa sar de las horas, hacia una curiosidad frente a algo desconocido para ellos/as. Incluso invadió cierto alivio al ver que existen otras posibles formas de abordar la incidencia frente a estos sectores. Finalmente, una asis tente dijo: «¡es estratégico promover estos cruces, des conocidos para nosotres, y demostrar que lo religioso no es lo que siempre dicen, sino que también puede aportar a nuestro trabajo!»
Éste es el espíritu que moviliza nuestra organiza ción Otros Cruces: promover la intersección entre el mundo político/público y el campo religioso/espiritual desde otras claves, para identificar, construir y movi lizar alianzas y esfuerzos conjuntos, especialmente en las áreas de medioambiente, género y espacio público. Como organización creemos que para promover una in cidencia pública a favor de los derechos humanos desde una perspectiva religiosa/espiritual, necesitamos más puentes de trabajo colectivo entre movimientos socia les, organizaciones basadas en fe, comunidades religio sas y espacios académicos, desde miradas más plurales del campo religioso -que salgan del estereotipo reli gión=conservadurismo- y a partir de la promoción de narrativas e instancias de diálogo diversas e inclusivas.
De este lugar, como Otros Cruces promovemos los siguientes ejes:
Insistir en la exclusión pública de las experiencias reli giosas y espirituales sólo alimenta el estigma que final mente legitima el lugar de los sectores conservadores para sus agendas, además de desconocer el derecho so cial que tienen las creencias religiosas, en igualdad con otro tipo de creencias sociales.
La mejor manera de contraponerse a los fundamen talismos religiosos es a partir de una disputa narrativa; es decir, dar cuenta en el espacio público de que se puede creer de formas muy diversas, no necesariamente como las planteadas por los espacios de poder institucional.
La necesidad de crear agendas comunes entre acto res muy variados, dando cuenta que es posible hablar de fe desde el activismo, y que las religiones y espiri tualidades tienen capacidad de articulación.
Es por todo esto que en Otros Cruces priorizamos tres grandes áreas de trabajo. Primero, la construcción de nuevos saberes, a través de una escuela de forma ción, talleres y cursos en distintos países de la región -en formato virtual, presencial e híbrido-, desde temá ticas variadas -aunque dentro de nuestras tres áreas prioritarias: medioambiente, género e incidencia pú blica- y con sectores que van desde juventudes evan gélicas hasta activismos LGBTIQ+. Actualmente traba jamos en más de 10 países de la región, alcanzando a cientos de organizaciones en toda América Latina. Se gundo, la articulación de frentes desde la sociedad civil, buscando espacios de encuentro y diálogo con sectores religiosos, para la conformación de agendas comunes en defensa de la democracia, en temas como profun dización del Estado laico, promoción de derechos hu manos en clave de fe, revisión de las ideas de libertad religiosa en clave de derecho, participación en articu laciones medioambientales, entre otras. Finalmente, la incidencia pública desde una perspectiva tanto local como internacional, trabajando con oficinas nacionales de asuntos religiosos en asesoría y formación, con gru pos políticos y sociedad civil en instancias de articula ción, y con presencia dentro del sistema interamerica no a través de una Coalición de organizaciones.
Creemos que, frente al innegable avance de los con servadurismos y fundamentalismos religiosos, es nece sario construir nuevas estrategias. Las utilizadas hasta el momento no han sido lo suficientemente efectivas. Por ello, apostamos a un diálogo plural para poder sa lirnos de las polarizaciones que, finalmente, legitiman las posiciones de poder. Creemos en la promoción de saberes a partir de amplias campañas comunicativas e instancias de diálogo y formación que den cuenta de una pluralidad que confronta las hegemonías. Defen demos la agenda de los derechos humanos y la cons trucción de sanos espacios democráticos apelando a un elemento constitutivo: el encuentro desde la diferencia para incluir, abrirnos, conocernos y compartir.
Nicolás Panotto
Para más información de Otros Cruces www.otroscruces.org www.instagram.com/otroscruces/ www.facebook.com/otroscruces twitter.com/OtrosCruces
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Ecología, Teología y Ecoteología
Todas oímos muchas veces la palabra ecología. Sa bemos que tiene algo que ver con el «medio ambien te». Intentamos definirla refiriéndonos a la naturaleza que nos rodea. Cuando íbamos a la escuela, la maestra nunca pronunció esa palabra, porque «casi no existía». Estaba en el diccionario, con un significado más limita do que el actual. Era palabra para biólogos y biólogas solamente. Actualmente, se define la ecología como una ciencia que estudia los seres vivos como habitantes de un medio, sus relaciones entre sí y con ese medio. Por eso trata de ecosistemas, nichos ecológicos, cadenas y pirámides alimentarias, etc., etc.
La palabra teología nos suena. Viene de theos, Dios. El diccionario también nos dice que es una ciencia. La ciencia que trata de Dios.
La ecología llamó la atención sobre muchos pro blemas: alteración de los ecosistemas, contaminación ambiental, consumismo, agotamiento de recursos na turales, carrera armamentista y nuclear. Surgió la pre gunta ¿Por qué se presentan esos problemas? Algún ecólogo «echó la culpa» a las religiones. Tomó textos bíblicos para fundamentar sus afirmaciones. Por ejem plo, leemos en Génesis 1: 28: «Los bendijo Dios y les dijo: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y some-
tedla; ejerced potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y todas las bestias que se mueven sobre la tierra.”» En distintas traducciones aparecen las pa labras «sometedla» «domínenla», «gobiérnenla», que habilitarían a los seres humanos para esquilmar los re cursos naturales en su propio beneficio, permitiendo a algunos la acumulación ilimitada de riquezas.
Muchas y muchos teólogos judíos y cristianos, res pondieron llamando la atención sobre textos como el de Génesis 2: 15 «Tomó, pues, Jehová Dios al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo cuidara». Aquí nos encontramos con la responsabilidad por el cuidado de la casa común.
Surge la palabra ecoteología, que tiene sílabas de las que vimos anteriormente. Se la define como reflexión teológica sobre la ecología. Busca nuevas formas de leer los textos bíblicos o los textos «sagrados» de otras reli giones. Trata de ponerlos en relación con lo que sabe mos de la ecología, en armonía y respeto por la natura leza. Podemos decir que es una ciencia en construcción.
El Centro Emmanuel tiene un llamado «Equipo de Ecoteología». Es un equipo cuya integración contem pla gran diversidad: integrantes de edades diferentes, capacitaciones académicas muy variadas, múltiples trabajos y experiencias de vida distintas. Organiza en cuentros y talleres; algunos internos y otros abiertos a todo público, ya sea en las instalaciones del Centro como en iglesias locales. Durante la pandemia, surgió de ese equipo «Saberes a la Mesa», como espacio de in tercambio, un foro virtual para compartir experiencias, un lugar para la resistencia. Este foro se nutrió de nu merosos aportes que ayudaron a transcurrir un tiempo difícil, sin encuentros presenciales. Se pasó después a la publicación de la revista de distribución gratuita, a la que se puede acceder por internet o en papel En octu bre sale el tercer número, cuyo tema es «El agua, savia de un mundo en movimiento».
Señor y Dios nuestro, ¡cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, y la luna y las estrellas que has creado, me pregunto:
¿Qué es el ser humano, para que en él pienses? ¿Qué es la humanidad, para que la tomes en cuenta?
Señor y Dios nuestro, ¡cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!
(Fragmentos del Salmo 8)
Noemí Geymonat
Espacio de la Federación Femenina Evangélica Valdense
Ilustración de Mayumi Otero
PÁGINA VALDENSE I 14 omunicándonosC
creer en lo que no se ve, y esperar confiadxs
«11 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la con vicción de lo que no se ve. 2Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. 3Por la fe entendemos ha ber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. (…) 6Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es nece sario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. (…) 12Por tanto, noso tros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe...» Hebreos 11,1-3, 6; 12,1-2
Esta carta, o sermón, va dirigido a cristianxs judíxs que están flaqueando en la fe cristiana a causa de las persecuciones y empiezan a volver a sus antiguas prác ticas religiosas. El autor trata de disuadirlxs y para eso hace un largo recorrido por distintas personalidades fundamentales de la historia del pueblo hebreo que profesaron una profunda fe durante sus vidas, y que murieron fieles a esa fe, aunque no pudieron ver cum plidas las promesas de ese Dios en quien creían. Sin embargo, el autor les insta a poner la mirada en Jesús, ejemplo perfecto de la existencia de Dios, y de su pre sencia en la tierra. De él procede la fe, él la perfecciona al morir y resucitar.
«El justo vivirá por la fe». Rom 1, 17. «Permanez can firmes en la fe». 1 Cor 16, 13; estas son otras de las muchas referencias bíblicas a la fe, que se orientan en el mismo sentido, y también están dirigidas a las comuni dades cristianas primitivas. Era fundamental para ellas recibir estas palabras de exhortación, de aliento, para sentirse seguras, para sentir que Dios las acompañaba con su Espíritu en la vida cotidiana, en los momentos de tomar decisiones, o ante el desaliento.
Eso que nos hace “
Y más allá del sentido comunitario, se entiende también que la fe es un don que es infundido en cada persona, individualmente, por medio del Espíritu Santo y la conduce a la relación con Dios, y a vivir de acuerdo a las enseñanzas de Jesús.
Incluso saliéndonos de los límites de las creencias religiosas, la fe es un valor protagónico en nuestra vida, ya que denominamos también fe a la confianza que se deposita en alguien, es fe el principio mediante el cual el ser humano establece relaciones con otrxs, sea esta una entidad superior o se trate de otrxs seres humanxs, de quienes se espera que se hagan dignos de esa fe. Es el principio de toda relación interpersonal. Y, de hecho, la aplicamos más de lo que creemos. Cuando al conocer a alguien nos dice su nombre, edad y oficio, ‘damos fe’ a su palabra, a lo que esa persona revela de sí misma, a partir de lo cual se establece una relación.
“Lo mismo puede ser dicho en to dos los aspectos de la vida humana. La fe es lo que nos permite confiar en otrxs y en nosotrxs mismxs, a adquirir actitudes de esperanza y afecto que humanizan nuestra ex periencia vital.
Y para nosotrxs, personas que habitamos este mun do hoy, inmersxs en un ritmo de vida acelerado y loco, ¿qué es la fe? ¿En qué creemos?
La palabra fe proviene del latín fides, que signifi ca ‘lealtad’, ‘fidelidad’. Por medio de la fe las personas logramos creer en la verdad revelada, esto es, en Jesús como el Mesías, Hijo de Dios. Bajo la fe lxs creyentes aceptamos como verdad absoluta los principios difun didos por la iglesia cristiana: la creencia en un ser su premo y el sometimiento a su voluntad divina.
El ritmo de vida actual a veces nos impide pararnos a pensar en qué creemos, cuáles son las esperanzas que nos movilizan, el destino que perseguimos, el objetivo último de nuestros esfuerzos y anhelos. Participando en comunidades de fe, o practicando una religiosidad más individual, íntima, damos por sentado que todo lo hacemos con fe. Pero a veces, ante el infortunio, esa fe tambalea, y ahí está la promesa de Jesús de estar con nosotrxs, de acompañarnos y protegernos, y se mani fiesta en nuestrxs hermanxs, en las personas que nos rodean, que poco a poco van fortaleciendo nuevamen te esa convicción de la existencia de un futuro de vida buena y plena para todxs.
Miriam Brito
PÁGINA VALDENSE I 15
Credo de la esperanza
Creemos en Dios, creador del cielo y de la tierra, fuente de bondad y misericordia cuyo reinado se revela en la historia como amor, paz y justicia, y nos llama a colaborar con su misión redentora en el mundo
Creemos en Jesucristo, su Hijo, nuestro Hermano, Maestro y Señor quien entregó su vida como ofrenda de amor y solidaridad para nuestra salvación y nos invita a ser sal y luz en nuestro tiempo, a servir y a proclamar su evangelio animados por la fuerza de su resurrección
Creemos en el Espíritu Santo, aliento de esperanza, soplo renovador que impulsa y da forma a nuestro andar que junta las manos haciendo posible la unidad en la diversidad y nos capacita para ser un pueblo de buenas noticias
Creemos en la iglesia que se hace familia, comunidad, encuentro y desafío, señal de una humanidad reconciliada que supera toda forma de exclusión y violencia
Creemos en una creación transformada por la fuerza de los sueños, la revolución de la ternura, la limpieza en la mirada, la casa digna y humilde que lava los pies, sirve la mesa y ofrece cobijo, los corazones fundidos, al fin, en el abrazo de Dios.
Amós López Rubio