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Periódico de la Iglesia Evangélica Valdense - Mayo 2020 - N° 260 - Afiliado a O.P.I. N° 837

«...porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.» Hechos 4:20

Navidad y contexto 3

PANDEMIA: EXPERIENCIAS Y REFLEXIONES María Rosa Vigna y Sebastián Michelín Salomón

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NAVIDAD DESDE LAS ORILLAS DEL LAGO Rebeca Huanto

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SEMBRAR COMUNIDAD, COSECHAR FUTURO Agustina Guerreros

Periódico de la Iglesia Evangélica Valdense -Diciembre 2020 y Enero 2021 - N° 265 - Afiliado a O.P.I. N° 837 001/09 - Periódico mensual - Redactor responsable: Rogelio Darío Barolin. Varela 1729. Dolores - Imposición envíos: Dolores - Depósito legal N° 68.638

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El Sombrerito - SF: Aurora Bertinat.

IERBA (Buenos Aires): Comunidad de IERBA. Gálvez: Rubén Gardiol.

López: Carina Tschopp.

Paraná: Equipo de Comunicación.

Flores Consistorio: Alberdi 2240 (CABA) San Nicolas: Helvecia Catalín.

Laprida: Delta Bertón.

Bahía Blanca: Natalia Coria.

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Carmelo: Ruth Soulier.

Cañada Nieto: Alba Charbonnier.

Colonia: Ethel C. Negrin.

Col. Miguelete: Ana Félix.

Col. A. Negro: Carolina Galván.

Col. Valdense: Secretaría IEV Colonia Valdense.

Cosmopolita: Milka Charbonnier.

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Alférez Lascano: Nylia Gonnet.

Melo: Glenys Rameau.

Montevideo: Mario Pablo Ábalos O. de Lavalle: Juanita Bonjour.

Palmitas: Hilda Geymonat.

Paysandú: Ruben Dalmas.

Rosario: Andrea Montaña.

Mercedes: Natalia Gauthier.Carlos Dodino Tarariras: Consistorio de Tarariras.

Tres Bocas: María Fernández.

Young: Esther Malán | PÁGINA VALDENSE

Apuntes

de la Directora Celebrar los intentos Hace exactamente doce meses, en la editorial de diciembre-enero, usaba la palabra ‘complicado’ para definir el año… quizás para ilustrar este 2020 que está por terminar podría decir: atípico, aunque se queda bastante corto. ¿Quién podría haber imaginado la magnitud de esta pandemia? ¿Quién podría haber sospechado que tendríamos un aislamiento social preventivo y obligatorio -a pesar de las diferencias respecto a las decisiones políticas de nuestros países-? ¿Quién podría haber pensado que se celebraría la fe de manera virtual? ¿Y los cumpleaños por videollamadas? Sobran las preguntas sobre las cosas que sucedieron este año y que no vimos venir.

Lo cierto es que intentando hacer ese ejercicio que el cierre de año trae casi por añadidura, ese ejercicio de hacer memoria de lo que hicimos y lo que quedó por hacer, me dí cuenta de varias cosas que se concretaron y qué, posiblemente, nunca creímos hacer. Sospecho que el mayor desafío al que nos enfrentamos en este tiempo fue buscar nuevas formas vincularnos, ser flexibles, creativxs… ensayar maneras para estar y sentirnos cerca, para acompañarnos a pesar del distanciamiento.

Fueron y son muchas las situaciones y complejidades que se pusieron sobre la mesa a raíz del Covid-19. Muchos los sentimientos y sensaciones que nos invadieron. Muchos los tropiezos, las tristezas y dolores. Fueron y son demasiadas las desigualdades evidenciadas… Pero, también fueron y son muchos los intentos, las preguntas que nos invitaron a pensar(nos) y a movernos…

Si tuviese que celebrar algo de este año, sería la resiliencia, la adaptabilidad que supimos experimentar para seguir haciendo, diciendo, escuchando, acompañando, aprendiendo…

Más allá del cansancio del año y de tanta virtualidad, este diciembre me encuentra esperanzada. Creo que es la conjunción de emociones: la ilusión de una luz en el horizonte después de tanta incertidumbre, pensar en el abrazo con mi sobrina después de más de diez meses, en el PÁGINA VALDENSE I 2

reencuentro con mi mamá y mi papá.

Pero también supongo que tiene que ver con el hecho de saber que, más allá de lo extraño que nos pudo haber resultado este año, no dejamos de intentar construir un mundo más justo, equitativo, solidario y con más amor; no dejamos de intentar tejer redes, llegar de diferentes maneras y a varios lugares; no dejamos de ensayar nuevas propuestas y dinámicas. No se me ocurre una mejor manera de celebrar la Navidad que seguir intentando.

Que las cosas que quedaron inconclusas no nublen el brillo y la emoción de cada intento, cada ensayo. Que el distanciamiento social preventivo nos siga desafiando a encontrar nuevas formas de estar cerca. Que redescubramos el sentido de la Navidad en nuestro aquí y ahora, y también la alegría de caminar junto a Jesús en un proyecto de vida digna para todxs. Que sintamos todos y cada uno de los abrazos que aún no podemos concretar. ¡Feliz Navidad! ¡Buen comienzo de año!

Daiana Genre Bert

Página Valdense se construye colectivamente. Por eso creo necesario, al menos una vez al año, tomarme el tiempo para agradecer.

A quienes nos leen. A cada una de las personas que nos hacen llegar comentarios o sugerencias. A quienes realizan la tarea de etiquetado y distribución, por su tiempo y trabajo. A quienes colaboran en cada edición, compartiendo un poco de quienes son, sus experiencias y conocimientos. Al equipo editor, por el compromiso, el tiempo y el amor con el que deciden acompañarme.

A la Comisión Sinodal, por su trabajo y por animarse al desafío de seguir pensando cómo mejorar este espacio.

Nuestro compromiso es que Página Valdense pueda ser un material plural y diverso, que siga sumando miradas y voces que nos impulsen a seguir reflexionando juntxs.

Pandemia: experiencias y reflexiones Pensando en la pandemia…

Pertenezco a la Comunidad Valdense de Bahía Blanca, no muy grande en contexto de ciudad y la pandemia, al igual que al resto del país y del mundo nos trajo desazón, pero también nuevas y muchas expectativas de cómo seguir, a pesar del aislamiento obligatorio.

Nuestra comunidad cuenta con personas grandes, muy participativas en las celebraciones y actividades; y también un grupo de jóvenes y adultos. El desafío fue estar conectados y conectadas recibiendo noticias de tal o cual persona por medio del chat; y de esta manera fueron llegando reflexiones, videos; fuimos compartiendo la palabra por medio de nuestros pastoras y pastores. De esta manera, nos fuimos sintiendo cerca, a través de un pensamiento o un deseo.

La comunidad vive y siente a través de sus voces o pareceres, el mensaje teológico a veces también se construye con los distintos sentipensares de las personas. También, cuando los encuentros virtuales no llegaban a todos y todas, se les alcanzó la celebración impresas o vía mail.

A veces, la tecnología se suma para «reunir» y sostener, siendo creativos en pos de juntarnos.

En ese tiempo, Gonzalo, por medio de sus conocidos en los ámbitos universitarios, junto al Consistorio

Encuentros interculturales y desafíos cotidianos

La interculturalidad es el encuentro entre culturas promovido, de alguna manera, por la composición plurinacional de la sociedad. Hay que tener en cuenta que las relaciones sociales contemporáneas tienen naturalizadas algunas de las formas de dominación que vienen desde la conquista.

En el año 2010 me propuse hacer un voluntariado en la Junta Unida de Misiones, en la ciudad de Castelli, y así aproximarme a conocer las comunidades Qom y Wichí.

Tenía 18 años, me había criado en Montevideo. Cuando me baje en la terminal de Castelli, comencé preguntar si alguien sabía dónde quedaba la J.U.M; mi presencia de varón gringo preguntando por un lugar «de indios» era un poco disruptiva y quizá por eso las personas no me respondían pero, finalmente un tipo, criollo, antes de contestarme, me pregunta sí era médico y venía a operar de la cabeza a los indios «porque están todos locos» (sic), después de eso me indicó hacia dónde dirigirme.

Con el paso de las semanas, los vínculos se afianzan en el tiempo compartido. Los prejuicios y vergüenzas se hacen un poco a un lado y se generan formas más sencillas y sinceras de intercambio.

Experimentar los tiempos pautados por las estaciones, el clima, la calma y los medios, generan otras formas de relacionarse con las personas y el entorno, diametralmente opuestas a las que promueven las grandes ciudades. Como los hábitos y las rutinas tienen una simetría con los pautados por la naturaleza, marca del reflejo de ella en la adaptabilidad propia del ser humano en un mundo tan gigante que impone condiciones. Comprender lo significante de nuestro paso por el mundo de esa manera, lleva a darse cuenta que hay tiempo, y que los tiempos para compartir no pueden estar definidos de antemano, o no necesariamente.

Las formas de entender el mundo; lo que se dice y lo que se comparte; el respeto por la tierra y los seres vivos, son expresiones del complejo entendimiento del mundo, y el encuentro intercultural permite disponerse a comprenderlo y así ‘abrir la cabeza’.

nos invitó a ser partícipes de una red de ayuda al Comedor Todos Unidos y ¡fue de gran bendición! Compartimos la espera alegre de los recolectores y recolectoras con «ayuditas» personales de alimentos y/o aportes para el comedor, los últimos domingos de cada mes. Junto a una «cartita» muchas veces manuscrita con una reflexión, un versículo, una historia.

Fuimos entretejiendo gratitudes y bendiciones, aunque no tuviéramos los encuentros tradicionales. Cada recolector o recolectora dominical sacaba fotos y las compartía, ¡nos veíamos y nos sentíamos! ¡Dios nos desafió a salir de nuestros Templos y seguir en comunidad! Alentando, colaborando, sosteniéndonos.

Este pequeño proyecto comunitario nos mantuvo y mantiene unidos y unidas. Y frente a voces que hablan de un Dios castigador por la pandemia, palpamos la idea de Andrés Torres Queiruga que nos afirma: «Dentro de la historia, Dios no nos salva del sufrimiento, sino que nos salva en el sufrimiento» . El mal no está en sí mismo, sino en nuestra comprensión de Dios.

Agradecemos al Dios de las posibilidades y misericordia y le pedimos que nos siga sosteniendo.

María Rosa Vigna Comunidad de Bahía Blanca, Buenos Aires

En este sentido, la pandemia del covid-19, nos obligó a retrotraernos, a que nos tengamos que quedar en casa para cuidarnos y para cuidar al resto.

Quedó en evidencia que, tanto los modos de organizar la sociedad en su conjunto, la forma de producción y las cosas que se producen, así como la manera en que nos relacionamos con la naturaleza y entre personas, deben ser cuanto menos reconfiguradas con la participación de cada unx.

Por eso mismo, es necesario estar dispuestxs a asumir la participación en las transformaciones que consideramos necesarias. Sin el encuentro y el intercambio con otrxs es difícil que podamos comprendernos y ponernos de acuerdo.

Cuidar a aquellas personas que queremos es algo propio del ser humano. El encuentro intercultural nos propone estar dispuestxs a reconocer las diferencias, las desigualdades y la diversidad cultural que existe y nos desafía a reconstruirnos como partícipes colectivos, dispuestxs a lograr acuerdos en función de los derechos humanos.

Reconocernos y diferenciarnos en la otredad es un ejercicio de respeto, empatía y tolerancia que no significa desconocer y ocultar las diferencias ingenuamente.

Actualmente lo intercultural nos atraviesa y no siempre es necesario emprender grandes movimientos geográficos para transformarnos. Las migraciones actuales y la composición social plurinacional nos proponen que el encuentro intercultural sea habitual, sobre todo en las ciudades. En este sentido, también la pandemia potenció el uso de las tecnologías de la comunicación, y con ello aumentó y mejoró la posibilidad de conectarnos globalmente al instante.

El tiempo post pandemia nos encuentra un poco cambiadxs: no se comparte el mate, nos desinfectamos las manos, se usa tapaboca… por decir algunas rutinas nuevas. También la vida y la muerte cobran relevancia en las agendas temáticas de los encuentros; y con ello urge la necesidad de celebrar la vida deseada, construir el buen vivir, con alimentos sanos, con viviendas dignas, con salud, educación, trabajo y felicidad.

Sebastián Michelín Salomón

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Posibles vínculos entre arte, expresión y pandemia

Entrevista a Amaray Collet Amaray Collet es de origen chaqueño nacida y criada en la Junta Unida de Misiones, cerca de las comunidades Toba-Qom -por trabajo de sus padres-; donde se formó en educación popular e intercultural. Estudió danza en Paraná -Entre Ríos- y al poco tiempo se mudó a Buenos Aires, donde reside actualmente. Trabaja como profesora de danza y bailarina, además participó y participa de diferentes proyectos de interés social desde una perspectiva artística; o como lo dice ella: «el arte acompañando a diferentes demandas sociales».

- ¿Qué sentipensares te despierta el arte?

El arte es un estado, una forma de estar en el mundo. El arte te da la posibilidad de crear. Para crear debemos acudir al estado del juego, de la exploración, de la incertidumbre, de lo que va a venir; acudimos a la imaginación, a la intuición, a todo aquello que somos y que vamos siendo. Para crear hay que dedicarse, es decir que no sólo depende de la inspiración sino del tiempo de trabajo que unx le dé. Es un trabajo que no tiene horarios como otros, sino que tiene que ver con el tiempo del estado de creación que cada unx tenga.

- ¿Qué ‘influencias’ de la danza percibís en tu vida?

La danza en mi vida es una forma de percibir mi alrededor, el mundo. No me veo dedicándome a otra cosa. Mi cuerpo baila cuando entrena, pero también en su vida cotidiana, «en la quietud siempre hay danza porque hay movimiento». Dar clases a niñxs y adultxs es indagar, junto a los participantes/estudiantes, sobre los movimientos de nuestros cuerpos, sobre el lenguaje corporal y su expresión- emoción, despertando las ganas de crear. Dar clases a través del juego nos abre una forma de movernos libremente, siempre con reglas construidas entre todxs, y consignas claras que nos preparan físicamente para abrirnos a la exploración de crear a través del movimiento.

Dar clases a lxs niñxs me enseña a jugar, a cambiar todo el tiempo cuando algo no funciona o nos aburre. A tener los sentidos despiertos. A aprender a caernos sin golpearnos. A descubrir cuál es el camino pedagógico más adecuado para desarrollar su expresión corporal, individual y grupal.

-¿Qué sensaciones/reflexiones te despiertan estas palabras: encuentro, resistencia, esperanza, interculturalidad, arte y corporalidad? ¿Creés que tienen vínculos entre sí?

Hay muchas formas de concebir el arte. Incluso, a través del arte también se construyeron modelos y estereotipos, por ejemplo, mediante la pintura se impuso que Jesús era rubio y de ojos celestes. Entonces, el lugar desde donde voy a habar es del arte como un lugar de resistencia, que siempre indaga, que pregunta si unx está en un lugar de creación, en un estado artístico.

En mi experiencia de pasar por el arte y leer a grandes bailarinas como Pina Bausch, puedo decir que el arte siempre corrompe, conmueve muchas veces o, por lo menos lo intenta. Entonces, si unx está en ese estado artístico que tiene que ver con la creación, con indagarse a si mismx, con repensarse, con sentipensarse, con moverse, con descubrirse desde un lugar más corpóreo, más sensitivo y comunicativo; creo que el arte acerca mundos, acerca culturas y ayuda a tener una mirada más subjetiva sobre lx otrx, sobre la realidad…

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ayuda a construir desde la certeza de la vivencia y del encuentro, no desde verdades absolutas. Podría decir que el arte es un lugar muy humano para encontrarse con lx otrx, o por lo menos es lo que siento desde mi experiencia como docente y como lo vivo desde un escenario. Para mi el arte es un lugar de comunicación muy humano donde confluyen energías que van mucho más allá del intelecto; es una experiencia más sensitiva, más kinética, más sensorial.

- ¿Qué sentipensares creés que se pueden comenzar a dar frente al vínculo arte-pandemia? Por ejemplo, las expresiones artísticas como señales de esperanza y resistencia.

«La vida jamás es como una pista de baile, lisa y tranquilizadora» Pina Bausch Creo que el arte en este contexto de cuarentena y de pandemia, en este contexto de adiestramiento que nos generó esta situación; políticamente me parece que quedó relegado, quedó claro que el arte no era lo importante. Lxs artistas vemos que se abren shoppings, bares y no se abren los teatros. No hubo política para rescatar el arte como un lugar de comunicación, de encuentro. El arte y los artistas siempre somos relegados socialmente, cuesta que se nos considere trabajadores con derechos, cuesta tener trabajos en blanco… Por otro lado, siempre se lo ve como una hora libre, como un recreo o de entretenimiento.

Si pensamos el arte como un lugar de encuentro, de expresión y de redescubrimientos personales, como un entrenamiento hacia lo sensible, hacia lo corpóreo y a través de eso poder entrar en esa subjetividad que es el ser humano con todas las contradicciones que tenemos para poder expresaros y redescubrirnos con lx otrx… me parece que ese sería un lugar muy importante para construir un mundo con menos prejuicios, porque tenemos la tarea de crear y recrear la realidad. Siempre hablo de recrear la realidad, porque la realidad está y unx, como artista, la recrea… esa herramienta hermosa que tiene el arte que es tener la capacidad de ver las cosas desde otro lugar, poder reinventar la realidad y a unx mismx. Esto puede ser un signo de esperanza, siempre que se lo conciba y que se lo apoye como tal, es decir, que socialmente haya un acompañamiento a lxs artistas para lograr estos espacios, este protagonismo.

Como artista, creo que siempre nos estamos reinventando. Hoy estamos dando clases a través de una pantalla, viendo como estar presente corporalmente más allá de que sean clases virtuales, como leer la gestualidad de los cuerpos de esxs niñxs y sus familias en sus casas; como a través del juego y de la creatividad puedo ayudarlxs a expresarse y seguir explorando, descubriendo y construyendo belleza. Por otro lado, también tuvimos que reinventarnos como artistas para hacer funciones y espectáculos en plataformas virtuales.

Más allá de esto, me parece que hay que acudir a la presencia, el aquí y ahora corporal. Estamos tan individualidazadxs y separadxs, y a través de este modo, se corta el sentido de comunidad. Creo que el arte puede unir, como se vio: haciendo música desde las ventanas, inundando el barrio de música o gente haciendo espectáculos a lxs niñxs del barrio.

Creo que el arte acerca, siempre pensándolo cómo un lugar comprometido: que genera redes, que libera porque nos expresamos, y quizás, también nos sane.

Navidad desde las orillas del lago Una experiencia intercultural del relato de la navidad

Cuando armamos pesebres en nuestras casas y/o comunidades eclesiales: ¿qué otras memorias, historias, experiencias confluyen alrededor de ella? ¿Qué forma toman los sentimientos para este evento tan significativo? ¿Qué otras espiritualidades nos acompañan?... Esta reflexión está inspirada por esas preguntas, desde el contexto de las alturas de la región altiplánica boliviana. Será una experiencia contada desde la comunidad de Quiascapa-Chaguaya, ubicada a orilla del lago Titicaca en la Prov. Camacho, La Paz-Bolivia. Son memorias que tienen corpus cultural aymara, donde el relato de navidad es recreado desde el marco de la cosmovisión aymara siendo el nacimiento del niño Jesús envuelta por la ruaj-samana/ ajayu de la «Mama Quta» -madre lago, así llamada al Titicaca- resignificando así el anuncio del nacimiento del Salvador en un ambiente netamente rural y campesino.

«Tu abuelita preguntaba: «¿ya has sacado el k’ink’u -arcilla de color plomo-? ¿Qué cosita te gusta? eso debes hacer». Una vez sacado el k’ink’u, del río «Chaka Jawira», se hacía waqitas -vaquitas-, asnitos -burritos-, ivijititas -ovejitas, khuchisitus -cerditos- y wallpitas -gallinitasen vez de qarwitas -llamitas- porque no teníamos… Uno o dos días antes de la fecha, se ponía los animalitos en la ventana afirmando así que el niño Jesús llegó y deseando que el siguiente año los animalitos se hayan multiplicado también…», relata Elsa Huanto López, mi tía.

Según el evangelio de Lucas, María estaba encinta, «Y dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre…» -Lc 2,7«Utak jupax jiliri yuqall wawap wawachasïna, ukasti wawa isinakar k’irt‘asaw mä uywa manq’añawjar ikt’ayäna, qurpachasin utan jupanakatak jan utjatap layku» ¡Si, un pesebre!, el lugar destinado a los animales, fue el primer cobijo de Dios entre los hombres. Allí Dios irrumpe y se hace presente en la historia humana del modo más humilde.

«Los tiempos» de la festividad en la cultura aymara

Las fiestas andinas, son milenarias, se originaron en el ayllu, surgieron de la vida práctica y cotidiana donde el calendario giraba en torno a la naturaleza; pero con la llegada de los invasores las fiestas andinas han sido forzadas a que coincidan con las fiestas religiosas, sometiendo directa o indirectamente a un sincretismo religioso.

Originalmente, lo que primaba alrededor de la época navideña, era la fiesta de la illa o «Día de la Illa», «Illa Uru» en aymara, celebrada el 21 de diciembre, el día más largo del año -solsticio de verano-; pero dada la coincidencia de fechas será desplazada por la navidad cristiana, y posteriormente traslada al 24 de enero conocido como la «feria de las alasitas».

El sentido de la festividad de la Illa, está vinculada a la energía que da la tierra, el aire, el agua y el sol. Es un atrayente de energías, donde el jaqi -ser humano- se detiene para pensar la vida que lleva, sobre sus logros y/o las dificultades. Pero para comprenderlo mejor, es necesario tener en cuenta los cambios que influye esta época sobre el ciclo agrícola: 1- es tiempo de lluvias y recién empieza a emerger la vegetación 2- los animales se multiplican, porque hasta diciembre generalmente las llamas, alpacas, vacas y ovejas tienen sus crías, y 3se aproxima el «el año nuevo», se recibe al mes de enero conocido como el «p’istañ paxsi» -mes de escasez-, con una noche austera por la falta de productos en casa.

«Casi no nos quedaba nada, siempre se nos acababan las cosas…y la gente empezaba a preguntarse unos a otros: ¿tú tienes…? Y allí confluía el trueque y los préstamos de productos con la promesa de ser devueltos en la cosecha. Mi mamá siempre reservaba para esta época cebada y arveja, pero era insuficiente. Una vez no teníamos nada para comer en año nuevo, y tuve que ir a buscar cerca del lago la “kh’ita de quinua” -quinua pasada, que puede crecer silvestre-, yo recogía sus hojitas y se rebuscaba entre las plantas de las papas alguna papita nueva, llamada “milli”. Luego retostábamos las hojitas para que tenga gusto y hacíamos sopa con ella acompañada de la papita nueva.» -continúa relatando mi tíaAunque el sentido original del «día de la illa» ha sido cambiado por la navidad, en la conciencia todavía se añora este recuerdo y por ello se mantienen vigentes a la par; que al entretejer ambas experiencias, el espacio/tiempo cobra una dimensión espiritual muy especial: 1- los protagonistas centrales son, por un lado, los niños, niñas y jóvenes, y por otro, los animales, y 2- se celebra muy sencillamente en el ámbito privado de la casa junto a toda familia haciendo las esculturas; pero también en el ámbito público con la participación de todos los miembros de la comunidad.

En la fiesta de la «Illa Uru» los niños, niñas y los/ as jóvenes que junto al resto de la familia, en la noche del 21, moldean objetos pequeños con arcilla, en aymara llamado: k’ink’u, llink’i, ñik’i, o q’awchi. Se hacían y hacen animales como llamas, alpacas, vicuñas, vacas, ovejas, cerdos, aves, junto sus crías si es que las tuvieren, como así también otros elementos: casas, herramientas de trabajo, sembradíos, etc., es decir, todo lo que veían por necesidad, pidiendo al sol, la luna, las estrellas y a las illas que todos los objetos realizados se hagan realidad. También, era el día oportuno donde se realizaban proyectos personales de vida, guiados por los achilas -abuelos- y awichas -abuelas- de gran experiencia. Ellos enseñaban y transmitían sus vastos conocimientos sobre la naturaleza, no en la teoría sino en la práctica sobre el arte del buen vivir con todo lo que nos rodea, dándoles encargos -«ixwa» o «iwxa» en

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aymara- para su vida futura y que tengan un suma qamawi -llevar una buena vida-.

En la fiesta de navidad actual se aplica el «dejad a los niños venir a mí, y no se los impidáis, porque de ellos es el reino de los cielos» -Mt 19:14-. Esa noche, el acontecimiento gira en torno a la figura del niño Jesús y el resto de los niños y niñas y presentes. Se les preparan regalos. También se realizan varias actividades recreativas y dinámicas grupales; seguido de un culto que incluye el mensaje de la esperanza que prevalece en medio nuestro y la teatralización del relato del nacimiento que puede incluir animales de verdad donde sus guanos no causan ninguna extrañeza, sino una gran alegría por recrear el relato bíblico fehacientemente. La fiesta no sería completa sin música y una rica chocolatada caliente acompañada de buñuelos.

Pero yendo un poco más atrás, cuando el protagonista mayor era la iglesia católica en mi comunidad y en otras también, se celebraba la «Misa de Salud» el 24 de diciembre. Tal acontecimiento contaba con el siguiente desenlace, según relatos de los pastores Esteban Huanto López -EH- y Eduardo Quispe -EQ-: «Antes de navidad, el 13 de diciembre, se armaba en Ancoraimes la feria de Santa Lucia, y allí se compraban “Koikos” y otros instrumentos pequeños para enseñar a tocar a los niños» -EQ-. «Los “Koikos” son instrumentos parecidos al pinquillo» -EH-… «Esa feria incluso fija el precio de los animales y productos, augurando según sus ventas, si el año que viene tendrá un buen o mal pronóstico; además que se adquirían todos los elementos necesarios para las fiestas o acontecimientos que se aproximan en el año comprándolos en tropas, por mayor.» -EQ-… «El 24 de diciembre, la iglesia católica celebraba una “misa de salud”, esa tarde distintas comunidades como Qiriwati, ok’ola, quilima, etc., debían ir hasta Carabuco como obligación… se tocaban los Koikos y cajas, parecidos al tambor, acompañado de bailarines varones con traje común y cada uno llevando una bandera blanca…» -EH y EQ- «El baile típico de la comunidad de Quiascapa es el WAKATINTI…» -EH y EQ-.

Un pesebre intercultural El reinicio de una relación

«Actualmente, tengo un tío llamado Zacarías, que es católico y sigue haciendo animalitos y hasta lo pone al Thoxo -techo- con la idea de que sean bendecidos y se multipliquen…» Ptr. Eduardo Quispe Esta experiencia de «la navidad a las orillas del Lago», inmerso en un sincretismo cultural, nos acerca hacia una dimensión mucho más integral, más espiritual y relacional entre Dios, su pueblo y la creación entera, nucleados en la noticia del nacimiento que es recibida con alegría por: a- la naturaleza donde los astros guían el sendero de los aymaras para recibir las bendiciones, b- los «awatiris» -pastores, hombres humildes- que resguardaban la seguridad de sus ovejas, más allá de si son dueños o no de ellas; c- y los animales, aquellos que estuvieron presentes en la creación

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y reconocen a su Señor en el pesebre -según Is 1:3- y que en el cultura aymara son considerados «bebés» e «imagen del niño Jesús».

Cuando el profeta Isaías -64:8- afirma que «nosotros somo la arcilla y Dios el alfarero», se complementa con una poesía «obra de sus manos somos», que moviliza porque significa sabernos amados y reconocidos, y nos entregamos para ser moldeados. Esa misma emoción, sentimientos y esperanzas confluyen cuando moldeamos los animalitos en esta época porque con especial cuidado y respeto se busca la mejor arcilla, una muy especial: «El k’ink’u -arcilla de color plomo- debe ser la misma que se usaba para hacer el q’iri -fogón o cocina de barro-, no puede ser cualquiera; ese k’ink’u solo se halla en nuestra comunidad. Había que buscarla en el río “Chaka Jawira” faltando una semana… y por eso venían de todas partes, ya que las otras arcillas no servían… además esta arcilla también se puede comer, cuando ya no tenemos comida; algunas mujeres embarazadas, hasta se enviciaban con ella diciendo que tenía un sabor rico», Elsa Huanto. «La arcilla debe ser como manteca, suave, maleable», Eduardo Quispe. «…no debe tener tierra o arena, porque eso no sería bueno, ya que debemos ponerlos en los techos o Thoxo, y deben quedar allí hasta el siguiente año, hasta la próxima navidad», Esteban Huanto Con ahínco y perseverancia se trabajan las miniaturas cada año.

«En la noche, a eso de las 19 o 21 horas empezábamos a moldear todos los animalitos que teníamos. Cada uno debía hacer lo suyo. Había mayores a los que les quedaba muy lindo, y a nosotros los principiantes no nos salían tan bien, pero con el tiempo íbamos perfeccionando las esculturas», Esteban H. Con fe, esperanza y gratitud se entrega este tiempo a Dios y a las divinidades en señal de respeto, que no es precisamente veneración o adoración, simplemente respeto ya que el hombre -mujer/varón- andino está muy unido a la madre tierra -Pachamama- y sus raíces ancestrales para vivir en armonía, equilibrio e interrelación con todo y todos. Consideramos que todos nos complementamos, que ningún ser es independiente, sino que todos nos necesitamos -reciprocidad- en este mundo que habitamos.

En otras palabras, desde la experiencia intercultural, el nacimiento en un pesebre es ubicada y vinculada intrínsecamente al génesis de la tradición cristiana, que según Gn 1:1, en el binomio de los cielos y la tierra… se deja constancia de la indestructible vinculación entre Dios, que está en los cielos, y su pueblo, que está en la tierra…Esta combinación de los dos términos, representa la convicción de que la historia humana, es una historia en presencia de Dios; enfatizándonos así: la reciprocidad de Dios y el hombre -humanidad- en la tierra. Es un nuevo comienzo que Dios nos regala con Jesús para restaurar esa relación que tenían los seres humanos con toda la Creación, y los animales en especial; luego de haber alejado al caos que habitada el mundo. ¡FELIZ NAVIDAD, que Dios nos ha nacido hoy!

Rebeca Huanto

¡NAVIDAD! «JO JO JO»

Como personas de «mediana edad», cuando pensamos en Navidad se nos vienen algunas «antigüedades», que lejos de ser una nostalgia paralizante quieren ser un «soplo» en la cara; un soplo que nos abre los ojos, nos despierta, nos sacude y nos refresca en estos tiempos. Por eso, decidimos compartirles algunas de nuestras memorias: un personaje, un cuento y una canción…

Un personaje: «Perico» Pérez Aguirre

Sacerdote uruguayo luchador por los derechos humanos y contra la dictadura en nuestro país; militante social en causas de niñxs desamparadxs, trabajadoras sexuales vulneradas. En revista «La Plaza», por 1980, publicó un artículo «Jesús no nació en Navidad».

Algunas ideas y datos al respecto: - Navidad, del latín «natalis dies», comenzó a utilizarse en 1175 para el día en que lxs cristianxs celebran el nacimiento de Jesús. No figura en los Evangelios.

- Recién en los años 300 d.C. comenzó a celebrarse el nacimiento de Jesús en Roma; hasta ese momento, el día de celebración cristiana era la Resurrección.

- Jesús no nació un 25 de diciembre, ni los reyes llegaron el 6 de enero. Estas eran las fiestas paganas del solsticio de invierno (Roma 25/12- Egipto 6/1). Ese «día del sol» se convirtió en «día del Señor». El Emperador Constantino dio vuelta la historia y lxs cristianxs pasaron de ser clandestinxs a «ciudadanxs legales», y así sus creencias comenzaron a ser parte del poder político. Entonces, cuando todxs festejaban el día en que las noches largas se terminaban, lxs cristianxs festejaban al que viene a disipar las tinieblas de la humanidad. Con el tiempo la celebración de Jesús dejó en tinieblas la fiesta pagana…

- Papá Noel. Surge en el siglo III, llamado San Nicolás, una noche de Navidad deja anónimamente una bolsa con oro por una chimenea a una familia que no tenía para la dote de sus hijas. Este personaje se retoma en el siglo XX y luego de pasar por varios países termina siendo el que hoy conocemos.

- La fiesta vuelve a ser pagana. Así como el cristianismo borró el significado de la fiesta del solsticio, luego ésta se transforma nuevamente, olvidando el significado cristiano. Hoy es una fiesta del consumo, de la familia, regalos para lxs niñxs, cenas suculentas con productos calóricos propios para el invierno del norte, árboles con nieve… ¡Comienza diciembre y empiezan los rojos y blancos, barbas, árboles, colores y muchos regalos!

- La Navidad se «ablandó» y allí surgen flashes de ternura hacia lxs pequeñxs llenándolxs de regalos. Surgen pesebres «quietos», donde todxs miran tranquilamente, los «pobres pastores» en su sitio y los «ricos magos» en el suyo; los ángeles acompañando. Todo

tranquilo, armonioso y perfecto… Surge el peligro de achicar y convertir la aparición de Dios en la historia en un maravilloso cuento infantil, tierno, sentimental y nada más... nada de compromiso con su significado.

Un cuento infantil: «La pequeña cerillera», de Hans Christian Andersen (1845)

En una nochebuena del hemisferio norte, nieve y frío, una pequeña niña anda descalza por las calles tratando de vender sus fósforos y por las ventanas ve los manjares arriba de las mesas, las familias reunidas, las estufas prendidas. Niña de una familia muy pobre que para que no la castiguen en casa debe vender todos sus fósforos. Ese día nadie le presta atención ni le compra nada. Por miedo no se anima a regresar a su hogar y se ubica en un rincón entre dos casas con ventanas luminosas, donde las familias comen y ríen. Como tiene mucho frío comienza a prender sus fósforos y a tener sueños, hasta que prende todos y sueña que se va al cielo con su abuelita ya fallecida. Al otro día la encuentran allí, muerta de frío y sonriendo, a las personas le da pena...

Tristeza y realidad para una mirada crítica de estos tiempos de «festejo». Nada más lejos de un cuento infantil sentimental navideño…

Una canción: «Soplo de Dios»

«Ven hoy a nuestras almas, infúndenos tus dones; soplo de Dios viviente, oh Santo Espíritu del Señor» Luego de este recorrido, ¿qué mensaje podemos rescatar nosotrxs dentro de tanto barullo? Uno que nos movilice y que simbólicamente nos renueve en las fuerzas del amor y la justicia. No hay amor sin justicia; no hay poder liberador de Jesús sin la elección por los pobres, por lxs más vulneradxs de nuestra sociedad. Debemos ser forjadorxs de la paz, pero no como quietud sino como movimiento de vida plena, ¡de lucha por una sociedad para todxs! Esa es la esperanza y la felicidad que Dios y Jesús nos proponen con el Nacimiento.

Que estos personajes con sus reflexiones, que este cuento «sacudidor», que esta canción y su mensaje nos refresquen este nacimiento; que no fue un 25 de diciembre ni siempre se celebró, ni se llamaba Navidad; pero que sucedió, nos movió el mundo y nos invita a un enorme compromiso.

Que sea un «soplo» en la cara; que nos abra los ojos, que nos despierte, que nos sacuda y nos refresque. Ese mismo en el que creyó María ese día en que el ángel le anunció el futuro nacimiento… (Lucas 1:35) ¡Feliz Navidad!

Leticia Giano y Marilín Dalmás PÁGINA VALDENSE I 7

Sembrar comunidad cosechar futuro Nos ha tocado transitar un año revuelto. La crisis social, sanitaria y económica agravada por la pandemia del Covid-19, ha dejado al desnudo las estructuras de un sistema injusto e inhumano, pero la solidaridad y el amor del pueblo se pusieron de pie para sostener la vida y a pesar de las dificultades, muchxs enfrentamos uno de los peores momentos de nuestra historia con oración, organización, alegría, lucha colectiva y trabajo comunitario, convencidxs de que, si sembramos comunidad, cosechamos futuro.

En este tiempo de adviento, preparamos nuestros corazones para celebrar el nacimiento de aquel niño, que igual que muchxs hoy, en nuestra Latinoamérica no tienen lugar donde nacer ni vivir. Un tiempo donde somos llamadxs a hacerle lugar a la vida, resistiendo todo proyecto de muerte, planificando la esperanza de un mundo nuevo.

La espera del nacimiento de Jesús, escondido en el vientre de María, aquella joven que enfrentó los poderes patriarcales de su época, debe ser un llamado a reconocer la lucha de las mujeres que abrazamos proyectos liberadores, resistiendo la opresión y luchando por una vida digna, libre de toda violencia y explotación.

El parto subversivo y la exclusión representada en el pesebre bajo el «mando, comando y control» de Herodes, nos invita a pensar en la desigualdad, exclusión y marginalidad de muchos territorios donde la vida de formas subversivas intenta nacer y nos anima a ubicar simbólicamente el nacimiento de Jesús en nuestros días. Sin dudas que el GPS nos llevaría donde la vida no tiene lugar o está amenazada, a los ranchos arrasados por las topadoras en Guernica, a las barriadas popula-

res o los territorios urbanos y rurales olvidados. Y allí, en los espacios comunitarios que sostienen la vida, veríamos nacer a Jesús sostenido por los brazos de amor y trabajo de las mujeres, mientras las ollas humean, las doñas improvisarían el pañal, lxs trabajadorxs de la economía popular ofrendarían los juguetes de madera de la cooperativa y ¡el barrio se convertiría en fiesta!

Al celebrar el nacimiento de Jesús en el contexto que vivimos y hacer una hermenéutica histórica del relato bíblico: encontramos una clara invitación a seguir cultivando la esperanza, a tejer una nueva trama de la vida, abrazando su proyecto liberador, construyendo su Reino de justicia en cada rincón de nuestra patria; donde la fe en su diversidad sea la fuerza motora que nos conduzca a construir signos de que un mundo nuevo y habitable para todxs, ¡es posible! Encontramos un llamado a vivir la fe en comunidad, a romper las barreras de los dogmas y el corset de la necesaria institucionalidad, a salir de nosotrxs mismxs y convertirla en esperanza colectiva, en discurso político, en amor eficaz y quehacer verdadero junto a lxs débiles de la tierra, lxs humildes de nuestra patria.

Es tiempo de parir nuevas formas de relacionarnos, de construir proyectos políticos y económicos emancipatorios que pongan la dignidad de todas las personas y el cuidado de los bienes comunes en el centro de la mesa, impulsando en los territorios experiencias ecuménicas comunitarias animadas por el sentir revolucionario de amar al prójimx, desde las periferias, desde abajo hacia arriba, hombro con hombro, espalda con espalda, para cambiarlo todo de raíz; desaprendiendo las prácticas y lógicas vetustas, poniendo en práctica la pedagogía del Nazareno, con su presencia y ternura como horizonte. ¡Que, en esta Navidad, nazca la vida! Que sea su espíritu el que nos siga transformado en comunidades abiertas con una misión encarnada y en personas nuevas y libres, que nos vayamos encontrando para ir haciendo camino juntxs, convencidxs que la revolución del evangelio es posible!

Agustina Tamar Guerreros Integrante del Equipo Pastoral de la Comunidad Evangélica Fe y Vida.

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Foto: Juan Pablo Barrientos

Integrante de la Mesa de Coordinación Nacional de la Pastoral Social Evangélica.

Movimiento Juvenil Valdense | Año XX |Noviembre 2020 | conexionesvaldense@gmail.com

Conexiones

Cuento de navidad de Ray Bradbury

El día siguiente sería Navidad y, mientras los tres se dirigían a la estación de naves espaciales, el padre y la madre estaban preocupados. Era el primer vuelo que el niño realizaría por el espacio, su primer viaje en cohete, y deseaban que fuera lo más agradable posible. Cuando en la aduana los obligaron a dejar el regalo porque excedía el peso máximo por pocas onzas, al igual que el arbolito con sus hermosas velas blancas, sintieron que les quitaban algo muy importante para celebrar esa fiesta. El niño esperaba a sus padres en la terminal.

Cuando estos llegaron, murmuraban algo contra los oficiales interplanetarios.

-¿Qué haremos?

-Nada, ¿qué podemos hacer?

-¡Al niño le hacía tanta ilusión el árbol!

La sirena aulló, y los pasajeros fueron hacia el cohete de Marte. La madre y el padre fueron los últimos en entrar. El niño iba entre ellos, pálido y silencioso.

-Ya se me ocurrirá algo -dijo el padre.

-¿Qué...? -preguntó el niño.

El cohete despegó y se lanzó hacia arriba al espacio oscuro. Lanzó una estela de fuego y dejó atrás la Tierra, un 24 de diciembre de 2052, para dirigirse a un lugar donde no había tiempo, donde no había meses, ni años, ni horas. Los pasajeros durmieron durante el resto del primer «día». Cerca de medianoche, hora terráquea según sus relojes neoyorquinos, el niño despertó y dijo: -Quiero mirar por el ojo de buey.

-Todavía no -dijo el padre-. Más tarde.

-Quiero ver dónde estamos y a dónde vamos.

-Espera un poco -dijo el padre.

El padre había estado despierto, volviéndose a un lado y a otro, pensando en la fiesta de Navidad, en los regalos y en el árbol con sus velas blancas que había tenido que dejar en la aduana. Al fin creyó haber encontrado una idea que, si daba resultado, haría que el viaje fuera feliz y maravilloso.

-Hijo mío -dijo-, dentro de media hora será Navidad.

-Oh -dijo la madre, consternada; había esperado que de algún modo el niño lo olvidaría. El rostro del pequeño se iluminó; le temblaron los labios.

-Sí, ya lo sé. ¿Tendré un regalo? ¿Tendré un árbol?

Me lo prometieron.

-Sí, sí. todo eso y mucho más -dijo el padre.

-Pero... -empezó a decir la madre.

-Sí -dijo el padre-. Sí, de veras. Todo eso y más, mucho más. Perdón, un momento. Vuelvo pronto.

Los dejó solos unos veinte minutos. Cuando regresó, sonreía.

-Ya es casi la hora.

-¿Me prestas tu reloj? -preguntó el niño.

El padre le prestó su reloj. El niño lo sostuvo entre los dedos mientras el resto de la hora se extinguía en el fuego, el silencio y el imperceptible movimiento del cohete.

-¡Navidad! ¡Ya es Navidad! ¿Dónde está mi regalo?

-Ven, vamos a verlo -dijo el padre, y tomó al niño de la mano.

Salieron de la cabina, cruzaron el pasillo y subieron por una rampa. La madre los seguía.

-No entiendo.

-Ya lo entenderás -dijo el padre-. Hemos llegado.

Se detuvieron frente a una puerta cerrada que daba a una cabina. El padre llamó tres veces y luego dos, empleando un código. La puerta se abrió, llegó luz desde la cabina, y se oyó un murmullo de voces.

-Entra, hijo.

-Está oscuro. No tengas miedo, te llevaré de la mano. Entra, mamá.

Entraron en el cuarto y la puerta se cerró; el cuarto realmente estaba muy oscuro. Ante ellos se abría un inmenso ojo de vidrio, el ojo de buey, una ventana de metro y medio de alto por dos de ancho, por la cual podían ver el espacio. El niño se quedó sin aliento, maravillado.

Detrás, el padre y la madre contemplaron el espectáculo, y entonces, en la oscuridad del cuarto, varias personas se pusieron a cantar.

-Feliz Navidad, hijo -dijo el padre.

Resonaron los viejos y familiares villancicos; el niño avanzó lentamente y aplastó la nariz contra el frío vidrio del ojo de buey. Y allí se quedó largo rato, simplemente mirando el espacio, la noche profunda y el resplandor, el resplandor de cien mil millones de maravillosas velas blancas.

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Relato de un

encuentro

Permiso…

mujer abriendo caminos Cuando Daiana -la directora de esta publicaciónme comentó cuál era la idea de la nota, inmediatamente vino a mi mente un nombre. Al ser ella persona de riesgo, sabía que el encuentro debía hacerse de manera virtual. Charlamos primeramente por teléfono, y con su «buena onda» de siempre, rápidamente coordinamos cómo haríamos la conversación.

Y sin más preámbulos, se las presento.

Ella es Catalina Boonstra de Douma, o «Sesi», cómo la llamamos sus allegados -del holandés zusje, que significa «hermanita», tal como la llamaba su hermano-.

Inmediatamente después de dar su nombre, expresa: «Soy miembro de la iglesia -Reformada- Cristo Vive, docente jubilada y he estado en esta iglesia por más de 60 años». En una frase nombra a la iglesia dos veces, lo que muestra cuán importante es para su vida.

Luego continúa contándome que estuvo casada con Francisco, ya fallecido, que tiene dos hijos, Carlos de 60 años y Jorge de 59; 8 nietos y una bisnieta que le da mucha alegría. Nacida en Tres Arroyos, el 27 de noviembre de 1937, se fue de la ciudad a los 3 años porque su padre, holandés que había venido a la Argentina a los 19 años, se dedicaba a tareas rurales, lo que llevó a la familia a recorrer parte de las provincias de Buenos Aires y Santa Fe. Así fue durante casi 20 años.

Su madre era argentina, hija de holandeses residentes desde muy pequeños en Argentina, así que en su casa se hablaba sólo un poco el holandés, que se fue perdiendo porque la familia recibía a mucha gente lugareña que no hablaba el idioma.

Relata Sesi que, durante muchos de esos años, no concurrieron a ningún templo, pero que era costumbre reunirse los domingos a la tarde.

«Todos cambiaditos, todos arreglados, era un momento de canto, de lectura bíblica y después salíamos a caminar con mis padres por el campo. Cuando uno es chico, eso es lo más lindo que hay», afirma.

A sus 15 años se encontraba viviendo en Brandsen y desde allí, domingo por medio, recorrían en tren los 65 kilómetros que separan a la localidad de la ciudad de Buenos Aires, para asistir al templo de la Iglesia Reformada. Sesi recuerda esos momentos con mucha alegría.

A los 21 años se casa con don Francisco y vuelven a Tres Arroyos para instalarse aquí definitivamente.

Es en ese entonces que Sesi comienza su trabajo en

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la Iglesia Reformada local, pero no en el templo principal o «Iglesia Grande», como se le suele llamar; sino en una misión que se estaba iniciando, conocida en ese momento cómo la «Capilla», hoy templo «Cristo Vive», terminada de construir en 1962.

Invitada por el pastor a cargo, comienza a trabajar en la escuelita bíblica y en otras tareas. Así define aquel tiempo: «La verdad que ese trecho de mi vida me gustó mucho, porque si bien siempre había tenido contacto con la Biblia, sentía como que faltaba algo, poner en práctica todo lo que sentía.»

Algo que en todo momento destaca Sesi, es que ella prefería trabajar en la «Capilla», porque percibía que en la «Iglesia Grande» era sólo asistir a las celebraciones los domingos y no mucho más. Sentía que las estructuras eran demasiado rígidas, así que eligió ser parte del nacimiento de una nueva misión. Esto nos muestra una vez más, la voluntad de Sesi para convertir en acciones la palabra de Dios, que conocía desde muy pequeña.

Una de las primeras misiones de la «Capilla», era compartir escuelita bíblica con alumnos pupilos del Colegio Holandés, que aún hoy sigue siendo parte de la Iglesia Reformada de Tres Arroyos. Había una buena asistencia de niños y con cierres anuales para Navidad, que incluían a no menos de 100 niños en la velada, donde compartían todo lo vivido en el año.

Pregunto a Sesi cómo hizo para congeniar su vida familiar con dos niños pequeños, su trabajo en la iglesia y su profesión docente. Y en ese momento me cuenta que no tenía aún hecho el colegio secundario, ya que su vida en el campo no le permitió poder encarar esos estudios. Es así que, con Francisco a finales de la década del ’60, deciden hacer el secundario nocturno juntos.

Y no conforme con todo esto, terminados los estudios secundarios, continúa con el nivel terciario y en el año ’78 se recibe de maestra. En ese mismo año, atraviesan por una situación de enfermedad y fallecimiento de su padre, por lo que estuvo muy cerca de su madre.

«También fui a ayudar a mi mamá, y después vine a rendir los últimos finales, pero bueno, qué se yo, era cumplir un sueño, un sueño que estaba muy lejos de pensar que yo lo iba a hacer, ¿no?», afirma casi con nostalgia.

Inmediatamente comenzó a trabajar en su profesión, y si bien hubiera preferido hacerlo en contexto rural, debió hacerlo en la ciudad por motivos familiares.

La charla continúa, y aprovecho el tema para preguntarle cómo vivió su profesión y me aclara que siempre trabajó en escuelas marginales, donde había muchos casos difíciles: «Recuerdo chicos muy humildes, a los que uno no les conocía casi la voz, y de pronto cómo que se despertaban y estaban felices en el colegio, porque eso es lo que uno tiene que hacer, ¿no? Hacer que los chicos vayan felices al colegio. Era un trabajo difícil, porque la docencia no es fácil, pero no me fue pesado, al contrario, fue lindo para mí, siempre lo hice con mucha alegría. Cada mañana, recién abriendo los ojos, pedía que en la escuela estuviéramos todos bien y que los chicos pudieran ir.

Uno tiene que aprender a convivir con su fe, el trabajo y todo lo que lo rodea.»

En el devenir de la conversación, llevo a Sesi a un tema que yo conocía, pero que quería profundizar. ¿Cómo es eso que la Iglesia Reformada de Tres Arroyos, por esas épocas: finales de la década del ’70, no tenía ni ‘Diáconos’ ni ‘Ancianos’ mujeres en su Consejo Eclesiástico? Y así era.

Ellas tenían su reunión de señoras y nunca se habían planteado la idea de participar de un Consejo Eclesiástico. Pero sucedió que, en un encuentro de mujeres en la localidad de Chascomús, a Sesi le llama la atención cómo las mujeres de otras comunidades tenían participación activa en el culto y en las tareas de diaconía. «Ese culto me “shockeó” un poco, porque dije, ¿cómo? En Tres Arroyos no había ninguna mujer que juntara la ofrenda, ni que orara, ni nada. En el momento de la oración final, creo que ni escuché lo que oraba el pastor. Mi oración fue que, si era que verdaderamente las mujeres tenían que ser diáconos y ancianos, entonces que en adelante en nuestra iglesia en Tres Arroyos hubiese diáconos y ancianos mujeres» En los dos años siguientes, se manifestó la disconformidad de algunas mujeres por no poder participar de ciertas responsabilidades y así fue como se conformaron binomios para la elección de miembros del Consejo, y en uno de ellos estaba Sesi, pero con la salvedad que el binomio era compartido con un varón. De cada binomio se elegía un miembro para el Consejo.

Y contra todo pronóstico, Sesi se erigió cómo la primera mujer Diácono de la Iglesia Reformada en Tres Arroyos. Recuerda que fue un tiempo de lucha contra muchos prejuicios, en algunos casos de parte de las propias mujeres, e incluso de parte del pastor de ese momento. En ese contexto siente la satisfacción de haber sido siempre tratada con respeto y reconocimiento por parte de sus hermanos varones.

En una oportunidad, durante su mandato, un pastor que debía ir a predicar a la «Capilla», tuvo un contratiempo y Sesi no dudó en tomar la posta. Así fue la primera mujer en dirigir un culto en la Iglesia Reformada de Tres Arroyos. Durante su gestión, en el año 1982, también se llevó a cabo la independencia de la ex «Capilla»; ahora sí, Iglesia Reformada «Cristo Vive». Nace de esta Iglesia la iniciativa de un espacio radial que se

Catalina Boonstra de Douma «Sesi»

mantiene hasta nuestros días, el «Paréntesis Espiritual», que la contó como la primera mujer en preparar reflexiones para este programa. Durante varios años tuve la bendición de compartir esta hermosa tarea con ella, haciendo y editando sus grabaciones, la excusa perfecta para visitarla y compartir largas y jugosas charlas, con unos buenos mates, por supuesto. Lo hicimos hasta abril de este año, cuando comenzó la situación de distanciamiento.

Hoy, a punto de cumplir sus primeros 83 años, con varias operaciones de columna y caderas a cuestas, Sesi sigue irradiando la luz de una persona que no sólo ha llevado a Dios en su corazón, sino que ha sido la muestra fiel de que la palabra es acción, compromiso y amor al prójimo.

Los caminos, antes de construirse, deben abrirse, y estoy convencido de que Sesi es una de esas personas que el Señor ha elegido para abrir caminos. Un ejemplo a seguir.

Alejandro Faber Iglesia Reformada Cristo Vive Tres Arroyos, Buenos Aires, Argentina Profesor de Escuela Secundaria Técnica

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Comparitendo con mis hermanos y hermanas valdenses

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Quienes estamos transitando por esta experiencia, con nuestros altibajos físicos y también emocionales, sabemos que nuestras vidas no serán las mismas.

Hoy para el barrio no somos indiferentes. En la casa/templo de la calle Mercedes 149, nuestrxs vecinxs saben que hay una mano extendida que brindar un trozo de pan, una Feria Solidaria y también música, danza y esperanza que llega a cada hogar por las redes sociales, otras formas de abrazarnos y acompañarnos.

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«La verdadera fe evangélica no puede permanecer adormecida, sino que se manifiesta en toda Justicia y en las obras de Amor, viste a los desnudos, da de comer a los hambrientos, consuela a los tristes, da abrigo a los destituidos, ayuda a los afligidos, busca a los perdidos, venda a los heridos, sana a los enfermos ...»

Menno Simons (1496-1561) En primer lugar, muchísimas gracias por la invitación a compartir con ustedes una breve reflexión de algunas inquietudes y desafíos que se nos presenta a lxs menonitas en Buenos Aires, una pequeña comunidad en el barrio de Floresta.

Claramente estamos en tiempos de reinventarnos o como algunxs dicen, renovarnos. Nuestras prácticas eclesiales no pueden ser las mismas durante y después de esta pandemia.

Al comenzar la cuarentena, hablando con un amigo del movimiento ecuménico le comentaba que las agendas programáticas que habíamos preparado para este año ya no sirven, las prioridades son otras… o deberían ser otras.

En este tiempo se ha popularizado la frase «Nadie se salva solo, nadie salva a nadie, todos nos salvamos en comunidad» del famoso pedagogo brasilero Paulo Freire. Inmediatamente encontramos en ella una absoluta identificación con lo que entendemos es el ideario de nuestra comunidad anabautista menonitas: «una comunidad de discípulxs de Jesús, sin jerarquías, comprometidxs con la paz y la justicia», así como también en la frase de Freire nos sentimos interpeladxs a seguir abriendo las puertas para que otrxs puedan ejercer sus acciones solidarias.

Ya veníamos transitando ese proceso, desde hace dos años, cuando comenzamos con la feria solidaria de ropa, libros y accesorios y con crearte, un espacio Cultural donde se brindan talleres artísticos y recreativos para vecinxs del barrio.

La pandemia en particular trajo a nuestra puerta la necesidad de organizar un Merendero para brindar viandas reforzadas a personas del barrio fuertemente golpeadas por la crisis económica y sanitaria.

Como somos una comunidad pequeña y a la vez extendida en el territorio -algunxs hermanxs vivimos en Córdoba, Mendoza y provincia de Bs As- no contábamos con manos suficientes para afrontar ese desafío, así que abrimos la convocatoria a amigxs dispuestxs a «salvarse en comunidad». Algunxs se sumaron para preparar y entregar los alimentos, otrxs para cocinar desde sus casas.

Como parte de la ecúmene, también vamos compartiendo los recursos que recibimos. Como cuando nuestrxs hermanxs de «la valdense de Flores», nos alcanzan la mercadería que gestionamos como parte de la Pastoral Social Evangélica o la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas. Sabemos que caminamos juntxs con otras comunidades hermanas que en este tiempo se han comprometido con lxs más vulnerabilizadxs por el sistema capitalista y patriarcal.

Estamos transitando aprendizajes, donde también hemos perdido a seres queridxs, tratando de que no nos gane el miedo. Cuidándonos es que también nos organizamos para acompañar y cuidar a lxs que más necesitan. Estamos haciendo «camino al andar», con errores y metidas de pata, pero con la certeza de que éste es el tiempo de jugarnos, de no encerrarnos en los privilegios de nuestros templos/casas.

Como dije al iniciar esta reflexión, es tiempo de reinventarnos, teniendo presente, al menos para aquellxs que somos parte de esta familia confesional llamada anabautista menonitas, que «Jesús es el centro de nuestra fe, la comunidad es el centro de nuestras vidas y la reconciliación es el centro de nuestra tarea».

Luis Ma. Alman Bornes Iglesia Anabautista Menonita de Buenos Aires

Comunicándonos Un año inusual Federación Femenina Evangélica

Al comienzo del mes de marzo tuvimos la primera reunión anual. Con mucho entusiasmo pensamos poder concretar visitas a grupos de Ligas hermanas y varios proyectos para el presente Ejercicio.

Luego, lo que ya es de público conocimiento: ¡la noticia del COVID-19! Se suspenden las reuniones presenciales, acatando las recomendaciones gubernamentales al aislamiento voluntario, como forma de evitar contagios… y ahí comenzamos a tener una comunicación más fluida en el grupo de WhatsApp, que ya estaba activo anteriormente. Éste fue y es una herramienta de mucha utilidad: se comparten los mensajes bíblicos y/o reflexiones de comunidades hermanas, también noticias locales. Es una excelente forma que todas las socias reciban las mismas informaciones. De esta manera nos escuchamos, nos apoyamos en las alegrías y tristezas, disentimos en las diferencias y nos unimos en la pluralidad, cosa nada sencilla…

Fue un periodo de muchos cambios, pero siempre avanzando en el camino de la vida cristiana, mirando las cosas nuevas e impensadas que nos conmovían, como oportunidades de aprender también nuevos métodos de comunicaciones.

De esta manera estuvimos unidas hasta el mes de setiembre, donde retomamos las reuniones presenciales con las medidas que indica el protocolo: distancia, barbijo, alcohol gel y no compartir alimentos. ¡Encontrarnos por primera vez en forma presencial fue una alegría muy grande! ¡Nos veíamos con barbijo y nos reíamos, porque bromeábamos, preguntando si nos habíamos pintado los labios! Comenzaron a asistir solo algunas socias muy entusiastas: en esta reunión se tomó la decisión de suspender el momento del té con repostería por este año, bajo protesta, ¡por supuesto!

Porque el té es una institución. Las demás compañeras informaron que se irían sumando paulatinamente.

Nos dimos cuenta que nos quedaron varios beneficios con fines económicos definidos sin poder concretar.

Por lo tanto sentíamos la necesidad de dar cumplimiento a esos compromisos tan loables. Resolvimos colaborar individualmente entre las socias. No obstante esto, al realizar el informe anual nos sorprendimos gratamente, al evaluar la cantidad de obras que habíamos hecho.

Seguimos transitando esta «nueva normalidad» con la sugerencia de algunas socias que aún no se habían sumado a las reuniones… Dados estos días primaverales, propusieron reunirnos en el patio, a lo cual accedimos gustosamente. Y así fue: buscamos la sombra de los árboles, y allí la realizamos el primer jueves de noviembre. Fue una reunión con muy buena concurrencia, con mucha alegría de poder volver al encuentro. Nos dimos cuenta de la necesidad de dar y recibirlo afecto, agradeciendo en oración por los bienes recibidos y la ayuda prestada. ¡Es muy alentador ver a todo el grupo tan entusiasta! ¡Confiamos en Dios!

Nos enteramos que la Asamblea Anual de Ligas Femeninas quedó suspendida. Pensamos que esta medida es muy oportuna, porque la situación de pandemia requiere cuidados y prudencia, por no mencionar la impo

sibilidad de concurrir que tendrían las hermanas argentinas, y el riesgo que correrían las socias que deberíanviajar en ómnibus. Veamos esta situación como una pausa, un alto en la planificación anual, al menos en forma presencial. Es una exhortación a seguir cuidando nuestra salud y la de nuestras comunidades. Sólo nos queda pedir, como expresa la canción tan oportunamente: ¡que no caiga la Fe, que no caiga la esperanza! ¡Que así sea!

«Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre» Salmos 121:8 Nora Gallo Liga Femenina de Dolores

“Fondo Luisa Rostan” (F.L.R) 2020 El F.L.R fue creado por familiares y amigos de Luisa Unamuno (casada con el pastor Delmo Rostán). Este fondo se inicia luego del fallecimiento de Luisa en Buenos Aires en 1978, ella falleció luego de padecer cáncer. Lleva este nombre reconociendo el optimismo y amor al prójimo con que vivió Luisa.

Este fondo tiene como objetivo ayudar a personas que enferman de cáncer y tienen necesidad de ayuda económica, esta ayuda se complementa con acompañamiento y apoyo espiritual para el paciente y su familia.

En los primeros años este fondo fue administrado por la iglesia a E. Reformada de Buenos Aires, en 1986 dicha administración pasa a la Iglesia E. Valdense del Rìo de la Plata , quien designa a la F.F.E.V para esta tarea, la cual continúa hasta hoy. En Argentina funciona con una administración separada.

Esta obra se sostiene con aportes de las ligas femeninas, otros grupos de la iglesia y personas particulares que hacen llegar sus aportes. ¿ Cómo se solicita la ayuda?

Las solicitudes deben llegar a la F.F.E.V por medio de una liga o por un pastor o pastora. La solicitud deberá ser presentada por escrito y acompañada de documentos de identidad, datos personales y certificado médico sobre su enfermedad. Los/las solicitantes serán el nexo entre la F.F.E.V y la/el beneficiario, tambièn encargadas del acompañamiento a las/los pacientes y sus familias.

Las ayudas podrán ser: puntuales, 1 o 2 veces o mensuales, con un plazo de hasta 12 meses, finalizado éste, se hará una evaluación y si se considera necesario se pasa a una nueva solicitud. De ser posible se extiende la ayuda, dependiendo de la situación financiera del fondo.

En el ejercicio 2019- 2020 se ha ayudado a 25 personas, niñas, niños, adultos provenientes de Rocha, Colonia, Soriano, Río Negro, Paysandú.

Mabel Rivoir Peyronel

Integrante de la F.F.E.V Administradora del F.L.R

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Allí estará tu abrazo

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En este tiempo de Navidad, anun ciamos el nacimiento de Jesús a la luz de la vida de María e Isabel. Que la historia del relato de este encuen tro entre dos mujeres que se sabían hermanas en la fe y que caminaron juntas en un momento muy especial de sus vidas nos ayude a resignificar la esperanza de un tiempo nuevo.

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En el Evangelio de Lucas 1: 39 – 56 se relata que María, luego de recibir el anuncio sobre el nacimiento de su hijo, emprendió el viaje hasta Judea para ir a la casa de su prima Isabel. El texto nos cuenta del encuentro entre dos mujeres que se conmueven ante lo que les sucedía y que se acompañan amorosamente.

Isabel que estaba embarazada, sintió en su vientre la buena nueva que traía María. Conocía a su joven prima y lo supo apenas la vio. Se alegraron y dieron gracias a Dios. Ambas eran mujeres de fe, tenían esperanza y estaban comprometidas con el mensaje de Dios.

María, aún emocionada por la posibilidad de estar un tiempo con Isabel y de celebrar juntas la dicha que estaban viviendo, expresó con gratitud y esperanza un canto. En ese gesto de alabanza trajo a la memoria el canto de Miriam (Éxodo 15: 21) y también el de Ana (1 Samuel 2: 1-10), recordando la promesa de Dios de liberar a su pueblo, optando por las personas más débiles y vulneradas de la historia, dignificando sus vidas.

Estas mujeres comprendían perfectamente su lugar en el mundo, eran parte del pueblo que sufría a diario la discriminación, vulneración y opresión. María entona en su canto su reivindicación, su dignidad al ser mirada por Dios y reafirma su compromiso. Recuerda la promesa que Dios le hace al pueblo y el compromiso del pueblo con Dios, hace memoria de la historia de liberación, de justicia y de reivindicación de quienes sufren.

En este encuentro de María e Isabel, que está enmarcado en cómo inicia el Evangelio de Lucas y relata

el pasado de Jesús, tiene la potencia de conectar la historia (o las historias) del pueblo de Israel, con sus tradiciones y sus memorias colectivas transmitidas de generación en generación. Pero también en su sencillez y amorosidad tiene la potencia de transformar el presente, no solamente ser un puente hacia el futuro: la vida y misión de Juan el Bautista y de Jesús. En el Evangelio de Lucas, estas mujeres son protagonistas de la historia de salvación, son parte activa del anuncio de la Buena Noticia del Reino de Dios. Ellas dan testimonio de lo que Dios hizo en sus vidas, se acompañan en sus ciclos vitales y se ayudan mutuamente para comprender lo que está aconteciendo. Se saben juntas en este proceso que están viviendo y se sostienen en el camino que decidieron tomar con convicción y esperanza.

La fe de estas mujeres, sus formas de comprender a Dios y su accionar en la historia, sus cantos y alabanzas se hacen eco de las voces de las personas humildes que han sido y son marginadas. Denuncian las necesidades de quienes sufren hambre y anuncian que eso se va a acabar, que Dios siempre actúa en la historia de su pueblo fiel. Dan testimonio de la solidaridad, de la amorosidad de acompañarse en momentos difíciles y de la esperanza que se construye en el encuentro cotidiano.

Que sus voces nos resuenen y nos inviten al compromiso de anunciar la buena noticia de que el sufrimiento para el pueblo se va a terminar. Y que nuestras manos se sigan uniendo para transformar el presente y nos sigamos encontrando en aquel abrazo amoroso que unió a María e Isabel.

Yanina Vigna

Equipo editorial

NO HAY HUMOR SIN GRACIA Sección de cuentos, anécdotas... y variedades en clave evangélica

Estela despertó con el resoplido del tren, que se hamacaba a medida que bajaban los pasajeros. Amodorrada, se giró hacia la ventanilla para notar que el cartel «Los Ceibos» la observaba divertido desde la estación. Esa era su parada, y el terror a pasarse la hizo pegar un salto.

Bajó justo cuando el tren cantaba retirada. Él se fue a otra parte con sus ruidos de gran ciudad y con ese olor caliente de motor diesel, dejando un silencio que de a poco se empezó a llenar.

-Usted disculpe, jovencito –preguntó Estela con una formalidad de siglo diecinueve-. ¿Me diría dónde está la iglesia?

El muchacho miraba con los ojos chiquitos hacia la resolana, que le blanqueaba la piel y delataba ese primer bigote pelusiento de la adolescencia.

-¿Iglesia cuál? Acá hay muchas.

A Estela le dio vergüenza, porque sintió que había hecho una pregunta llena de presunciones.

-Digo la parroquia católica. Busco a mi hermano, el cura.

-Ah, ¡el padre Ernesto! –devolvió el muchacho con una sonrisa que le esfumó el bigote-. Ni lo busque en la iglesia. Ái lo va a encontrar.

Con ojos, boca y mentón, el muchacho no apuntaba a la ciudad sino al monte, en dirección al arroyo, allá donde los zorzales se sindicalizan y cantan libertad. Estela sabía que su hermano era un cura de puertas afuera, y le divertía imaginarlo pescando con los pantalones arremangados.

Pero no fue eso lo que encontró.

En lugar de un paisaje bucólico, lo que vió bajo la sombra fue un hormiguero de gente, desplegando sillas, tensando piolas, colgando guirnaldas. Habían elegido un claro en el monte para montar un tinglado de cañas, tablones y bolsas de arpillera.

Estela no tuvo que buscar mucho en ese caos organizado para encontrar a su hermano. Era verdad, Ernesto era el único que andaba de

NAVIDÁ DE ACÁ

pantalón largo, arremangado. Se fundieron en un abrazo largo, palpitante, en el que se cumplían las promesas de tantas cartas y llamadas.

No fue sino hasta las cinco que tuvieron un tiempito para volver a la casa parroquial, donde Ernesto le contó el programa. Ese año en Los Ceibos la Navidad era cosa de todos. Se había corrido el rumor de que la pastora Laura había aceptado un traslado a otra comunidad, y como abrazo y despedida la gente había decidido celebrar una Navidad ecuménica.

Pero como Los Ceibos era Los Ceibos y no otra cosa, aquella fiesta sería un homenaje a lo local. Sin pesebres blancos ni fruta abrillantada, sin ángeles anglosajones ni tarjetas con brillantina. Por eso alguien había hecho un cartel que decía: «Navidá, de acá». Por la ortografía, se sospechaba del viejo Valli.

La fiesta empezó con el gesto de doña Elvira, que con sus tijeras de podar cortó solemne una larga cinta hecha con guías de pasionaria.

La cinta cayó y el telón se descorrió para iniciar un espectáculo de popurrí: un contador de chistes con animales de pesebre, un circo criollo con domadores de ovejas, un mago vestido de paisano al que los niños le descubrían todos los trucos.

Estela se había ofrecido para cuidar el telón, y desde allí podía ver la sonrisa extasiada de los niños, o los ojitos atentos del Alfredo, que cogoteaba para ver mejor los trucos del mago. Sentía que se había sumergido en una dimensión paralela, una Navidad desordenada e idílica a la vez, en la que no se celebraba la repetición del pasado, sino la posibilidad de algo nuevo. En ese desorden creativo de magos improvisados y cintas de mburucuyá, el niño Jesús era una señal de esperanza.

De pronto, Estela vio que detrás del público se encendía un reflector anaranjado. Tuvo que contener el aliento para ver, pieza por pieza,

el pesebre más extraño del mundo.

Los pastorcillos eran niñas disfrazadas de peón, albañil, tambera y tornera; los ángeles mensajeros no eran criaturas celestiales, pero tenían el blanco de un guardapolvo y las alitas dibujadas con tiza. Los magos iban armados con libritos y celular con GPS. Al centro, el pequeño Ólek sostenía a un niñito Jesús de pocos meses, que acunaba en un tierno susurro. El asiento de María estaba vacío, pero sobre él un salto de cama indicaba que ya volvería.

Todas las personas habían formado un enorme círculo en torno al pesebre criollo. La canción que cantaban hablaba de un niño Jesús acunado por los sauces, iluminado por la luna redonda y la Cruz del Sur. Parecía que todo estaba por terminar, cuando otra luz se encendió descubriendo una gigantesca piñata de papel. Sosteniéndola por una cuerda, Atanasio la hacía subir y bajar, mientras todos los niños pinchaban con cañas de tacuara. La dinámica duró muy poco, porque los niños eran persistentes. Pero al romperse, en lugar de caramelos el vientre de cartón dejó caer cientos de semillas, que quedaron suspendidas en el aire, revoloteando por obra de la naturaleza.

Todos quedaron sin aliento al ver el espectáculo mágico de las semillas de asclepia, jacarandá, diente de león y fresno surcando el aire y buscando tierra buena para hacer su hogar. Para recrear, con agua y sol, un pequeño pesebre.

-¡Pero qué fiesta! –dijo Estela, desenmarañando de sus negros cabellos unas semillas de fresno.

Laura volvió a sonreir. Sintió que esa hermosa diáspora aleteante era para ella todo un mensaje. Dios hace brotar las semillas. En nosotros está el placer de hacerlas volar.

FIN

JJP Equipo editor

PÁGINA VALDENSE I 15

Canción de Navidad El fin de año huele a compras Enhorabuenas y postales Con votos de renovación Y yo que sé del otro mundo Que pide vida en los portales Me doy a hacer una canción La gente luce estar de acuerdo Maravillosamente todo Parece afín al celebrar Unos festejan sus millones Otros la camisita limpia Y hay quien no sabe qué es brindar Mi canción no es del cielo Las estrellas, la luna Porque a ti te la entrego Que no tienes ninguna Mi canción no es tan sólo De quien pueda escucharla Porque a veces el sordo Lleva más para amarla

Tener no es signo de malvado Y no tener tampoco es prueba De que acompañe la virtud Pero el que nace bien parado En procurarse lo que anhela No tiene que invertir salud Por eso canto a quien no escucha A quien no dejan escucharme A quien ya nunca me escuchó Al que su cotidiana lucha Me da razones para amarle A aquel que nadie le cantó Mi canción no es del cielo Las estrellas, la luna Porque a ti te la entrego Que no tienes ninguna Mi canción no es tan sólo De quien pueda escucharla Porque a veces el sordo Lleva más para amarla Silvio Rodríguez