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Clausura

acto de clausura

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mons. angelo vincenzo zani

“La Educación hoy es una tarea compleja, desafiada por los cambios sociales, económicos y culturales; por eso la misión específica de la escuela es seguir ofreciendo una formación integral”. Con estas palabras arrancaba la clausura del Encuentro Mons. Angelo Vincenzo Zani, Secretario de la Congregación para la Educación Católica de la Santa Sede, quien centró su intervención en el importante papel que desempeña la asignatura de Religión no solo en el aula, sino también en el entorno social, cultural y antropológico.

En este punto confluyen las distintas posturas a favor de no relegar la materia de Religión en la escuela, clave, en palabras de Vicenzo Zani, “para enseñar a las nuevas generaciones a leer un mundo cada vez más globalizado, saliendo así de la visión individualista que concibe a la persona como un ser aislado”. En línea con lo pronunciado por Andreas Schleicher, sostiene que la Educación que viene no puede entenderse sin un prisma de integración: “Es necesario formar personas capaces de respetar el sufrimiento y las necesidades ajenas con la consciencia de que todos somos responsables de todos”.

Partiendo de esta base, el secretario es tajante respecto a un escenario donde la Religión tenga cada vez menos cabida en el aula. Sin ella, advierte, “los alumnos serían mas pobres porque se verían privados de un elemento esencial para su formación y desarrollo humano”. Lo considera así porque, para él, la formación religiosa contribuye, ante todo, a las virtudes cívicas y al bien común. Para que esto sea posible, pone como requisito ineludible un escenario de libertad religiosa en el que el Estado respete los derechos y convicciones religiosas de sus ciudadanos.

También, en el que el docente de Religión adquiera la relevancia acorde con la función que cumple. Así lo defiende Vicenzo Zani: “El docente de Religión es una figura central en la escuela, llamado a llenar las lagunas de otras asignaturas”. En esta línea, se refiere a la de Religión como “una enseñanza que tiene una especificidad con respecto al resto de asignaturas”. Por ello, defiende, “debe impartirse con la misma exigencia, dignidad y rigor que el resto”. Todo ello, buscando las relaciones útiles entre el saber humano y el conocimiento religioso.

En consonancia con esta especificidad que reconoce en la asignatura de Religión, propone que se creen centros de formación específicos para su profesorado, en colaboración con las instituciones educativas eclesiásticas. El secretario de Educación de la Santa Sede concluyó su intervención con un mensaje claro: “Toda improvisación es gravemente nociva”.

acto de clausura

encarna cuenca

“Necesitamos buenas personas para que este mundo funcione mejor”. Con estas palabras Encarna Cuenca, presidenta del Consejo Escolar del Estado, puso el broche al I Encuentro Iberoamericano de Profesores de Religión, cuyas conclusiones extrapoló al resto de asignaturas del currículo: “El profesorado en su conjunto debe procurar que nuestros alumnos aprendan a ser personas y, sobre todo, a convivir porque nos hacemos juntos, necesitamos al otro para crecer”.

Para Cuenca hay que dar ejemplo para que “el terreno esté suficientemente abonado”. De nada sirve, subraya, “lo que estemos enseñando en clase si después los alumnos salen a la calle y se encuentran con un terreno que no es el apropiado”. Y el terreno es una cuestión clave porque las personas somos como semillas. Así lo concibe: “Tenemos un gran potencial dentro de cada uno de nosotros, pero según las plantemos en una maceta o en un terreno en buenas condiciones, crecerá un bonsái o, por el contrario, la semilla crecerá en todo su esplendor”.

¿Y quién tiene la responsabilidad de abonarlo? Para la presidenta del Consejo Escolar del Estado “somos la comunidad educativa en su conjunto la que tenemos obligación de facilitar estos entornos porque, sin ellos, el trabajo que los profesores hacemos en el aula va a parar a terreno baldío”. La Educación de la mirada es otro de los retos por delante. No solo, subraya Cuenca, “para ser capaces de vernos por dentro, sino también para conocer nuestros potenciales y ver qué podemos ofrecer al resto”.

Este diálogo entre individuo y sociedad es una de las conclusiones clave en la que confluyeron los ponentes del coloquio interreligioso. Así lo recuerda Cuenca: “Si educamos nuestra mirada para ver al otro como alguien que me ayuda a crecer, en el que puedo confiar, veremos el milagro de la profecía autocumplida, veremos cómo los más pequeños se esfuerzan para sacar lo mejor de sí mismo”.

En esta línea, Cuenca defendió en su intervención el reclamo por el que nació nuestro Encuentro, la formación integral del alumno, porque es la vía, argumentó, “de asegurarnos buenos profesionales y, sobre todo, los elementos esenciales para construir una sociedad libre y en paz”. El otro requisito para que esto se materialice es, en su opinión, la perspectiva integradora, que pasa por “no compartimentar los saberes”.

Encarna Cuenca ponía fin así a más de siete horas de directo, que bien podrían compendiarse con sus últimas palabras: “No podemos separar el conocimiento del espíritu porque somos personas, con mayúsculas”.

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