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OPINIÓN
Carlos A. Mateos Beltrán
Un respiro momentáneo para Nuestro Campo
El 26 de marzo, el Gobierno de México anunció una prórroga indefinida sobre el decreto del 13 de febrero de 2023 que prohibía la importación de maíz transgénico y el uso de glifosato, reconociendo la necesidad de seguir utilizando este herbicida ante la falta de alternativas viables.
Este cambio se dio, en buena medida, como respuesta ante los reclamos de los productores agropecuarios que, previo a esa fecha, vivían en la incertidumbre, así como a la falta de alternativas viables y a la presión de socios comerciales bajo el T-MEC.
El decreto original había sido criticado por su falta de base científica y por no consultar a los productores nacionales. México, dependiente de importaciones de maíz genéticamente modificado, enfrenta el desafío de mantener su seguridad agroalimentaria sin perjudicar su competitividad agrícola. A pesar de la prohibición propuesta, la realidad muestra la complejidad de eliminar el uso de glifosato, destacado por su eficacia en la protección de cultivos contra malezas, según señala la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Científicos y organismos internacionales han confirmado la seguridad del glifosato, utilizado bajo regulaciones estrictas en más de 120 países. La prohibición ponía en riesgo hasta 40% de la producción nacional de cereales y otros cultivos, afectando a unos seis millones de productores al complicar el acceso a tecnologías agrícolas eficaces.
Esta situación evidencia la contradicción de buscar la autosuficiencia alimentaria mientras se importa maíz y soya transgénicos tratados con glifosato de países como Estados Unidos, Brasil, Argentina, entre otros.
La suspensión del decreto invita a un debate más informado sobre cómo equilibrar la seguridad alimentaria con la protección ambiental y la salud pública, destacando la importancia de escuchar tanto a los productores como a la evidencia científica para la supervivencia del sector agrícola mexicano.
El movimiento #PorNuestroCampo ha solicitado audiencias con las candidatas y el candidato presidenciales, esperando que el futuro político del país reconozca la crítica situación del campo mexicano y proponga soluciones basadas en el diálogo y la ciencia.
Este giro en la política agrícola ofrece un respiro momentáneo a nuestro campo, permitiendo un espacio para la reflexión y ajuste de estrategias en pro de la seguridad agroalimentaria y el desarrollo sustentable del país.