El Ecologista

Page 1


VS MUJERES

El Ecologista año VIII, N° 30

Julio - Septiembre 2025

Periódico oficial del Partido Verde Ecologista de México en el Estado de México.

Consejo Editorial:

José Alberto Couttolenc Buentello

Paulina González Cuadros

María Roxana García García

Irán Monserrath Peñaloza Cota

Jaqueline Arzave Cordova

Alejandra Paola Hernández Perdomo

El Ecologista, año 8, número 30

Julio/Septiembre 2025

Es una publicación Trimestral, diseñada por MV MARKETING DIGITAL Y PUBLICIDAD, con dirección en Cda 2 de Marzo, MZA F LT 4, Casa 104c, Fracc Valle de Lerma, C.P. 52004, Lerma, Estado de México. Diseñado en México. Septiembre 2022

Correo: info.mvmkt@gmail.com

Es una publicación Trimestral editada y distribuida por el Partido Verde del Estado de México con dirección en República de Belice, número 109, Col. Las Américas. C.P. 50103, Toluca, Estado de México. Tel: 7229147192

Correo: hola@partidoverdedomex.org

Página: https://partidoverdeedomex.org/

INTRODUCCIÓN

Nos encontramos a unos cuantos meses para cerrar un año más; increíblemente estamos a solo unas festividades del 2026; pero hay cosas que a la fecha no han cambiado de la manera que esperaríamos, una de ellas es la carga que ha existido históricamente para las mujeres sobre las labores domésticas y el cuidado de los familiares, pues si bien se ha avanzado en algunos temas para erradicar la discriminación o la violencia ejercida en su contra –y que sigue faltando mucho para que exista igualdad y equidad en el acceso a ciertos puestos laborales– sigue siendo normalizada la “obligación” de la mujer de cuidar y servir a unos cuantos.

Es por ello que aprovechamos nuestro número 30 de ésta revista para ahondar en una problemática que parece no tener fin para las mujeres; pues deben tener, cuidar y criar a sus hijos; muchas veces a sus esposos; papás, abuelos, tíos, sobrinos, etcétera –pero sin descuidar el hogar– lo que implica cocinar, lavar, limpiar, barrer, trapear y una lista interminable de quehaceres por los que nunca se les recompensa y muy difícilmente se les agradece.

Es importante hacer hincapié en que en las generaciones pasadas era común que la mujer no trabajara y se quedara al frente del cuidado del hogar pero no se les reconociera el papel de cabeza del mismo; por ello tanto se normalizó ver amas de casa a las que se les dijera “mantenidas”; pues era el hombre quien salía a trabajar para proveer; sin embargo, era la mujer quien administraba los recursos para que alcanzara lo más que se pudiera, de ahí que dijeran que detrás de un gran hombre hay una gran mujer.

Ahora, si somos objetivos todas esas mujeres que dejó la historia tras un hombre nunca estuvieron en esa posición, siempre estuvieron a su lado sacando a flote un hogar –y siendo francos– algunas incluso estuvieron delante de ellos, pero sin ese reconocimiento. Cabe aclarar, que ninguna mujer antes o ahora es “mantenida” por el hecho de quedarse en casa y no salir a trabajar; pues las labores de una casa son amplias y pesadas; así que no es que no trabajen, es que su trabajo la sociedad lo normalizó y vió como una obligación o agradecimiento al hombre y por ello no lo consideran de esa manera.

Hay que ser muchos más agradecidos con esa mujer que nos tiende una cama, nos recibe con comida caliente, nos lava la ropa y hace todo por hacer de una casa un hogar. Es así que te invito a continuar por nuestras páginas para que reflexionemos juntos sobre la constante lucha entre las mujeres y la carga de las labores domésticas y de cuidado.

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

1.1 LA DOBLE JORNADA LABORAL.

1.2 EL COSTO REAL DEL CUIDADO INFANTIL Y DE ADULTOS MAYORES.

1.3 MERCADO Y PROFESIONALIZACIÓN DEL HOGAR.

1.3.1 DEL TRABAJO DOMÉSTICO AL SERVICIO PROFESIONAL: RETOS Y DERECHOS LABORALES.

1.3.2 CASOS DE ÉXITO: MUJERES QUE MONETIZARON HABILIDADES DOMÉSTICAS (COCINA, MANUALIDADES, ORGANIZACIÓN).

1.4 TRABAJO DOMÉSTICO Y LA LUCHA POR EL RECONOCIMIENTO.

1.5 MODELOS INTERNACIONALES: PAÍSES QUE YA VALORAN EL TRABAJO DOMÉSTICO EN CUENTAS NACIONALES.

1.5.1 TRABAJO DOMÉSTICO Y DE CUIDADOS NO REMUNERADO.

1.5.2 NORMAS Y REFERENTES INTERNACIONALES.

1.5.3 EXPERIENCIAS INTERNACIONALES.

1.5.4 REFLEXIÓN PARA NUESTRO PAÍS.

1.1 LA DOBLE JORNADA LABORAL

La doble jornada laboral se ha logrado definir por lo trascedente que se ha convertido en la actualidad; se pueden tener diferentes acepciones desde el punto de vista médico y psicológico, analizando esencialmente el impacto de esta en la salud física y mental de las mujeres.

Al mencionar una doble jornada laboral quizás nos imaginaríamos una doble retribución monetaria por tener que realizar un esfuerzo extra, pero para las mujeres no aplica de esta forma debido a que, si bien se desempeñan profesionalmente, perciben un salario y tienen que cumplir con un horario de trabajo, aún queda el trabajo no renumerado doméstico, de cuidado, comunitario y voluntario.

Según la abogada Alejandra Spitaller quien al examinar las licencias de paternidad y la división sexual del trabajo, definió a la doble jornada laboral de las mujeres como “… la ejecución paralela de un trabajo en el espacio público y otro en el privado.”

Por otro lado, Miguel Carbonell ha explicado que la doble jornada laboral implica que las mujeres realicen sus labores ordinarias como empleadas fuera del hogar, y lleguen a sus casas y les espere una segunda jornada.

Ahora bien, de los conceptos antes citados se puede identificar lo siguiente:

• La doble jornada es una situación de vida, que generalmente afecta a las mujeres.

• Se hacen dos trabajos (fuera y dentro del hogar).

• Tal situación crea un desgaste que puede ser físico, económico, emocional o de oportunidades.

Bajo este orden de ideas, la doble jornada laboral de las mujeres es la situación que estas viven por tener responsabilidades por laborar dentro como fuera del hogar, asumiendo preponderantemente las tareas domésticas, causándoles sobrecarga física y mental, así como la posible pérdida de oportunidades; las mujeres absorben trabajo doble, uno de oficina y otro en mantener limpio y ordenado un hogar, asimismo se suma la crianza de los hijos dentro del rol familiar.

De lo anterior se desprende que existen diferentes clases de doble jornada laboral, la primera forma de doble jornada es que la mujer además de tener su trabajo fuera del hogar, tiene a su cargo la ejecución total de las tareas dentro de la casa, la segunda, es que la mujer que labore fuera de casa, aunque no realice directamente las tareas o las gestiones del hogar, tenga a su exclusivo cargo funciones de dirección y gestión del mismo; y la tercera y última, que la mujer haga parcialmente trabajos de hogar, y a su vez, se apoye de su pareja para realizarlos.

Pues bien, después de lo antes mencionado, la doble jornada laboral se hace presente cada día en la vida cotidiana de las mujeres mexiquenses.

Por ende, el Estado de México forma parte de una cultura en donde se han marcado los roles de género, puesto que históricamente se han impuesto actividades para mujeres y otras para hombres, por ejemplo a las mujeres se les encomienda labores del hogar, mismas que son necesarias pero no pagadas, por ello se considera que la sociedad ha invisibilizado la doble jornada laboral de las mujeres, es decir que labores tales como lavar ropa, limpiar y/o cocinar sean un “trabajo invisible”.

El “trabajo invisible” se vuelve monótono, puesto que se ve como una responsabilidad y obligación que

después de una jornada laboral, la mujer tenga que llegar a realizar labores domésticas, sin ninguna sensibilidad a que si esta físicamente cansada o mentalmente, así pasa desapercibido que tenga derecho a un descanso digno.

Dicho lo anterior, como un dato importante el 23 de marzo de 1981, México ratifico la Convención Sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación de la Mujer, en dicha convención en el numeral 5 se estableció que es obligación de los Estados formar medidas para: a) Cambiar los modelos socioculturales, eliminar prejuicios y estereotipos de sexo o de funciones y b) Educar a la familia para que entienda que la maternidad es una función social, pero que la responsabilidad de cuidar y educar a los hijos es asunto de padres y madres, no solo de las mujeres.

Asimismo, corresponde al Estado de México crear medidas para eliminar prejuicios y estereotipos de sexo, educar a la familia para que entienda que la maternidad es una función social en la que el Congreso Local ha ido generando iniciativas de ley para romper las brechas de género que aún se tienen, es decir se trata de generar una sociedad más sensible, en la que se compartan tareas del hogar y que la educación de los hijos sean de ambos padres, para que las mujeres mexiquenses se vean beneficiadas.

En conclusión, la doble jornada laboral aún recae en las mujeres, sin reconocimiento, ni retribución alguna, esperemos que como se siga avanzando en el trabajo legislativo se logren construir nuevas políticas públicas que rompan con las brechas de género que aún se tienen en la entidad mexiquense, y que la sociedad sea más sensible a este tipo de jornada.

1.2 EL COSTO REAL DEL CUIDADO INFANTIL Y DE ADULTOS MAYORES

Todas las personas pasamos por el mismo proceso biológico humano; nacemos, crecemos y morimos; pero durante ese periodo hay etapas en las que necesitamos de alguien que nos cuide, atienda, guie o ayude; pues ciertas circunstancias nos podrían imposibilitar de hacerlo por sí mismo; ya sean factores como la edad o alguna discapacidad.

En 2022, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) a través de su Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC) arrojó que en México del total de hogares el 77.8% equivalente a 30.2 millones, tenía al menos una persona que pertenecía a la población objetivo de cuidados; siendo estas: personas con alguna discapacidad o dependencia, infancias de 0 a 5 años, niñas, niños y adolescentes de 6 a 17 años y población adulta mayor (60 años y más); lo que se traduce en cifras a 4.9 millones tenían al menos una persona con discapacidad o dependencia; 8.4 millones alguna persona de 0 a 5 años; 15.8 millones una persona de 6 a 17 años y 12.4 millones con alguna persona de 60 años y más.

Refleja que las cuidadoras principales de los infantes de 0 a 5 años fueron la madre con un 86.3% y la abuela con 7.6%; de las personas adultas mayores con alguna discapacidad o dependencia, la persona cuidadora principal fue su hija o nieta, con 44.3%; cónyuge o pareja, con 29.4%, e hijo o nieto, con 13.8%. Para las personas adultas mayores que no tiene discapacidad

o dependencia, la persona cuidadora principal fue el cónyuge o pareja (49.2%).

Siguieron hija o nieta con 32.4%, e hijo o nieto con 11.3%; lo que nos permite visibilizar que la carga del cuidado siempre ha recaído sobre todo en el género femenino; y aún a pesar de los avances que se creen haber tenido, las cifras no mienten; son las mujeres quienes tienen la titánica labor de –a veces– trabajar, cuidar, criar, mantener, educar y limpiar la casa, dejando de lado hasta su vida personal.

Y es que, de las 98.9 millones de personas de más de 15 años que participaron en la ENASIC, 28.3 millones participó en los cuidados de los integrantes de su propio hogar; pero al desglosar la cifra por sexo se observó una tasa de 40.9% para las mujeres y 14.2% para los hombres. Al hacerlo más realista para dimensionar tales cantidades; una de cada 4 mujeres en el país es cuidadora de una persona de entre los 6 y hasta los 17 años; mientras que 2 de cada 10 mujeres son cuidadoras de alguien de los 0 a los 5 años.

Por cuanto hace al tiempo que cada género dispone para los cuidados y labores del hogar; las mujeres dedican hasta 37.9 horas semanales, mientras que los hombres solo 25.6 horas a la semana; teniendo una diferencia de hasta 12 horas; el 51.1% de las mujeres cuidadoras principales reconocieron tener en promedio 30.4 horas de trabajo remunerado a la semana, mientras que el 82.7% de los hombres cuidadores principales dedicaron 40.5 horas a la semana de trabajo remunerado; es decir, las mujeres se ven obligadas a sacrificar más tiempo de la vida laboral para dedicarlo a las labores domésticas o de cuidados mientras que los hombres pueden seguir desarrollándose en

lo profesional y laboral; lo que les ha permitido –históricamente– alcanzar más fácilmente un puesto, y con ello, una remuneración económica mucho mayor a la de las mujeres.

De los 8.5 millones de personas responsables del cuidado de la población infantil, el 96% correspondió a mujeres; la cantidad de personas cuidadoras principales de niñas, niños y adolescentes de 6 a 17 años fue 13.4 millones, de las cuales el 90.3% fueron mujeres; respecto a las personas cuidadoras principales de la población con discapacidad o dependencia fueron 2.8 millones, de ellas, 8 de cada 10 fueron mujeres; por cuanto hace al monto de población responsable de cuidar a la población adulta mayor (sin discapacidad o dependencia), se estimaron 2.7 millones y 7 de cada 10 eran mujeres.

Y si bien para muchas personas las cifras son parte esencial para acreditar ciertos aspectos; no hay nada como ver gráficamente esas cifras; ya que es otra forma de vislumbrar la enorme brecha que existe entre mujeres y hombres en cuestiones de cuidados.

De entre los tipos de cuidado más frecuente que tanto hombres como mujeres brindaron a personas del hogar con discapacidad o dependencia fue compañía o estar al pendiente; no obstante, las mujeres participaron con porcentajes más altos en actividades como dar de comer o ayudar a hacerlo con 63.8% y ayudar o apoyar en bañar, asear, peinar o ir al baño con 58.7%; en el caso de los hombres, las actividades con mayor porcentaje fueron acompañar a salir o caminar por la calle con 57.9% y ayudar a desplazarse por la casa con 53.8%.

Para la población de 0 a 5 años las actividades en las que más participaron las mujeres cuidadoras (90%) fueron platicar, jugar o realizar actividades de esparcimiento; hacer compañía o estar al pendiente; bañar, asear, visitar o arreglar, y cargar o acostar; por su parte, los hombres cuidadores participaron en mayor medida (87.1 %) en jugar o realizar actividades de esparcimiento y hacer compañía o estar al pendiente; por lo que justamente con esta información

confirmamos que son las mujeres quienes más se involucran en la vida, cuidado y crianza de los hijos, nietos o sobrinos; pues no solo cumplen con el rol de cuidar y jugar –como el porcentaje de hombres– van más allá y comparten más cosas con los menores que con el paso de los años, son justamente los momentos que valoramos.

Toda vez que son las mujeres quienes cumplen con más horas dedicadas al hogar, así como a los cuidados de los diferentes grupos ya mencionaos, es más que obvio que el desgaste físico y psicológico será mayor para ellas; pues 39.1% de las mujeres cuidadoras señalaron que debido a los cuidados que brindan se sienten cansadas, seguidas por otras afectaciones como disminución de tiempo de sueño con 31.7% y sentirse irritada con 22.7%. Asimismo, 16.3% informó sentirse deprimida y 12.7% ha visto afectada su salud física. Para los hombres que brindan cuidados, las mayores afectaciones fueron la disminución de su tiempo de sueño con 17.3 %, seguida por sentirse cansado con 15.2% y sentirse irritado con 7.4%.

Respecto al ámbito social y personal, es mayor el porcentaje de mujeres cuidadoras que declararon afectación derivado de la labor de cuidados, en comparación con los hombres.

¿Qué tanta vida les cuesta a las mujeres el cuidado y crianza de un familiar? Como se observa con la gráfica anterior, las repercusiones son en todas las esferas, sea social, amorosa, de salud, profesional, etcétera; y aunque con el paso de los años los hombres se han ido involucrando poco a poco en cuestiones que –también son su obligación y responsabilidad– la carga del trabajo doméstico, de crianza y cuidado no deja de ser para el sexo femenino.

Es por ello que no debemos hacer sentir especial a un hombre por lavar su plato, recoger su ropa, tender su cama o hacer cualquier otra tarea que no es responsabilidad de la mujer; sino de un humano responsable y un adulto independiente; incluso si ven un hombre siendo un papá presente que se involucra en la vida de sus hijos; pues no es un logro o uno en un millón; simple y sencillamente está cumpliendo con sus obligaciones y responsabilidades; el problema es que como sociedad hemos normalizado tanto que esas labores corresponden a las mujeres que cuando vemos a un hombre hacerlas pareciera una persona especial.

Debemos empezar a romper con todos esos patrones y esa crianza machista para que las siguientes generaciones sean de adultos que cooperan por igual en labores domésticas, de crianza y de cuidado; que se les permita a las mujeres tener una vida fuera del hogar y que llegue el momento en que no se relacione cierta tarea a determinado sexo.

1.3 MERCADO Y PROFESIONALIZACIÓN DEL HOGAR

1.3.1 Del trabajo doméstico al servicio profesional: retos y derechos laborales.

El trabajo doméstico históricamente siempre ha sido catalogado como una responsabilidad adjudicada al género femenino, por lo que las tareas relacionadas a las labores del hogar, cuidado de los hijos, adultos mayores e incluso el cuidado de personas con algún tipo de enfermedad, son actividades intrínsecamente relacionadas con el papel que desempeñan las mujeres dentro de la sociedad.

Y es que aun con la evolución de derechos en materia de igualdad y equidad, no es tan común ver a un hombre ocuparse tanto de las actividades relacionadas al hogar, como las relativas al cuidado, ya sea de los hijos, adultos mayores o personas que necesiten de algún tipo de asistencia médica.

Ante este panorama, podemos advertir que el rol que juega la mujer dentro del núcleo familiar aún se encuentra con ciertos tintes dotados de machismo, pues si evaluamos las circunstancias, muchas de las mujeres que inciden en el mercado laboral llegan a casa a cumplir una doble jornada laboral, actividad que no es remunerada y en muchas ocasiones subvalorada.

No obstante, también aquellas mujeres que no inciden dentro del campo laboral se ven afectadas en esta subyugación a la que han sido sometidas únicamente por pertenecer al género femenino, donde los cuidados y bienestar de cada uno de los integrantes del núcleo familiar se han convertido en una responsabilidad y trabajo de quienes desempeñan o representan el trabajo del hogar. Al respecto, podemos encontrar que en la lucha y búsqueda del reconocimiento de éste trabajo, tanto para quienes cuentan con un empleo distinto al

hogar, así como para quienes son amas de casa y adicional a ello cubren trabajos extraordinarios dentro del mismo hogar; hoy ven un avance significativo en materia de derechos laborales, pues este trabajo se encuentra reconocido, en los últimos años se ha iniciado un proceso de transformación que busca dignificar esta actividad, equipararla con otros empleos remunerados y reconocer los derechos de quienes la realizan, aunque a veces sin éxito.

Y es que, tradicionalmente las labores del hogar —limpieza, cocina, cuidado de niñas, niños, personas mayores o enfermas— se entendían como una extensión de los deberes familiares y no como un trabajo en sentido estricto. Este enfoque relegaba a las trabajadoras domésticas a la informalidad, con salarios bajos y ausencia de seguridad social. Bajo esa tesitura, actualmente se ha iniciado un cambio cultural y normativo que considera estas tareas como servicios profesionales esenciales para el funcionamiento de la sociedad y la economía.

Sin embargo, para aquellas mujeres que se dedican al del trabajo doméstico para obtener una fuente de ingresos para su propia familia sigue siendo informal, lo que limita el acceso a seguridad social, vacaciones pagadas y prestaciones; situación que en su mayoría se debe a la discriminación y estigmatización de estereotipos que demeritan esta loable labor.

De esta manera, es visible que el trabajo doméstico, de acuerdo y conforme a la evolución que dio como resultado su reconocimiento, puede y debe tomar un giro que implique su visibilización como un servicio profesionalizado pues el solo hecho de contar con conocimientos relacionados a la organización, nutrición, primeros auxilios, cuidado de personas mayores

y administración del hogar, implica diversos conocimientos.

No cabe duda que referente a este tema el recorrido del trabajo doméstico al servicio profesional implica reconocer, regular y dignificar esta labor tan indispensable que trastoca y permea todos los aspectos de la sociedad, del cual, sin su existencia y sin este importante eslabón, muchas de las actividades que hoy se realizan se verían afectadas o imposibles de llevar a la par con otras.

Hoy, el reto es mayúsculo pues este parte desde el aspecto cultural, legal y económico, en razón de que si se cambia la percepción del hogar como un espacio de ayuda por el de una actividad profesional, se tendría un panorama más amplio que permita valorar esta actividad y, por ende, darle la importancia que merece.

1.3.2 Casos de éxito: mujeres que monetizaron habilidades domésticas (cocina, manualidades, organización).

Ya en el apartado anterior, se ha tocado el tema relativo a la profesionalización del trabajo doméstico como un reto a cumplir, no obstante, hoy en día somos testigos de los primeros “pininos” de esta profesionalización que, aunque no se encuentra regulada normativamente, sirve como ejemplo para lo que implicaría esta visión; siendo las plataformas digitales principales instauradoras de este sistema. Al respecto podemos encontrar como las distintas tareas del hogar que van desde la enseñanza, la gastronomía, la organización, las manualidades y otras actividades hoy sirven para sostener a muchos núcleos familiares.

Esta actividad, que inició como un hobby, permitió a diversas mujeres iniciar la profesionalización de una actividad doméstica, incluso la cosmetología brindó un auge importe dentro de las plataformas digitales, permitiendo a los usuarios interactuar más de cerca con quienes comparten un mismo estilo de vida.

Dicho panorama se dio a raíz de la reciente pandemia, que económicamente marco un declive importante en varias familias, donde aunado a ello, el estar en casa ocasionó desesperación y ansiedad en muchas personas; por lo que el giro que tomaron muchas actividades, desde como reparar un aparato domestico hasta el cómo realizar un maquillaje de cierto estilo, significó el inicio de un trabajo cuya potencialización hoy permite a muchos hombres y mujeres monetizar dichas actividades; siendo el género femenino quien más se encuentra presente dentro del mercado en las distintas actividades que ofrecen las plataformas digitales.

Ejemplos de estas actividades domésticas que hoy se hacen “profesionalmente”, encontramos a las organizadoras de alacenas, a quienes hoy podemos contratar para poder tener una despensa de impacto, funcional y moderna; también encontramos a aquellas mujeres que dieron un giro en el ámbito del diseño, las cuales con su talento hoy colocan árboles navideños innovadores, adaptados a cada estilo y presupuesto.

Otro ejemplo de las actividades domésticas que se monetizan en plataformas digitales, es el día a día de una persona dedicada a las tareas del hogar, donde a través de sus videos, muestran y comparten diversos consejos para optimizar los tiempos de cada actividad de la casa, así como las tareas básicas de cualquier ser humano, como hacer el súper, donde comprar y comparar precios etcétera. Es así como a través de la incursión de estas actividades, se puede visibilizar el valor que tiene el esfuerzo de cada mujer que invierte tiempo, en este caso su negocio, pero de no tenerlo, quienes lo hacen como una actividad adyacente a su familia, no merecen menos reconocimiento que quienes han encontrado la manera de monetizar. Por ello resulta trascendente, brindar a estas actividades domésticas el valor que merecen, pues su realización se ha visto a través de los tiempos como las actividades que le toca o corresponde hacer a una mujer, olvidando que para realizarlas, hacen una inversión de tiempo valiosa, que jamás es remunerada.

1.4 TRABAJO DOMÉSTICO Y LA LUCHA POR EL RECONOCIMIENTO

El trabajo doméstico es una de las actividades más antiguas, pero también más importantes si se dimensiona desde el punto de vista de la trascendencia del hogar en la sociedad, en los últimos años este quehacer se ha incrementado sustancialmente, obedeciendo a distintos factores entre los que destacan: la participación de la mujer en la fuerza de trabajo, la lucha de la mujer por combinar su vida familiar con una actividad remunerada, la necesidad por realizar una actividad económica, entre otros aspectos.

Se entiende como aquel realizado en un domicilio particular, es decir en el hogar, en el marco de una relación de trabajo por la que la persona empleada recibe una remuneración realizando tareas domésticas que comprenden labores como limpiar la casa, cocinar, lavar, planchar la ropa, el cuidado de niños, de adultos mayores o enfermos, miembros de la familia empleadora y otros cuidados personales. Por lo general las trabajadoras domésticas realizan más de una de dichas actividades en su lugar de trabajo.

Asimismo, trabajo del hogar es el nombre con que las trabajadoras reivindican su actividad económica productiva, laborando a tiempo completo o tiempo parcial, trabajando para un solo empleador o para varios y pueden habitar en la casa del empleador o en su propia residencia.

Pero resulta importante referir, que esta labor ha sido objeto de condiciones de trabajo inadecuadas, con extensas jornadas, bajos salarios y una escasa o nula protección social, reflejando así una escasa valoración social y económica que la sociedad suele otorgarle, lo que se traduce en la falta de legislaciones adecuadas y en una ineficaz aplicación de las existentes.

En todo el mundo, las personas que trabajan en estas tareas, se desenvuelven en contextos aislados, sin presencia de terceros, siendo con frecuencia víctimas de varias formas de discriminación, violencia, acoso, explotación y coacción, en particular de abuso verbal y violencia sexual, por lo que este grupo de trabajo, se constituye en uno de los más vulnerados.

Datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicados en junio de 2023, en el informe titulado “La vía hacia el trabajo decente para las trabajadoras y trabajadores domésticos” revelan que a nivel mundial en 2019 al menos 75,6 millones de hombres y mujeres mayores de 14 años estaban empleados en el servicio doméstico, lo que se traduce en que una de cada 22 personas asalariadas está empleada en el servicio doméstico, lo que representa el 4.5% de todos los trabajadores del mundo.

Otro dato a considerar de la OIT, señala que el trabajo doméstico tiene un predominio de mujeres, que representan el 76.2% de las personas ocupadas en los hogares, por lo que, una de cada 12 trabajadoras asalariadas está empleada en el servicio doméstico. Convirtiéndose, además, en poco más del 80% de la fuerza laboral en América, Europa y Asia Central. En consecuencia, tratándose de una población trabajadora mayoritariamente femenina, expuesta a condiciones de discriminación, violencia y vulnerabilidad social y económica, las políticas públicas para su protección cobran importancia en la lucha de reivindicarles sus derechos.

Movimientos sociales y organizaciones de trabajadoras del hogar consiguieron que se estableciera el 30 de marzo como el “Día de las Trabajadoras del Hogar”, justamente con la intención de colocar en la agenda pública la situación de discriminación en la que viven y llamar así la atención ante la indiferencia social. Por lo que en 1988 en Bogotá, Colombia, se llevó a cabo el primer Congreso de Trabajadoras del Hogar, donde se conformó la Confederación Latinoamericana y del Caribe de trabajadoras del Hogar (CONLATRAHO), y se instituyó el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, como fecha conmemorativa y de reivindicación de los derechos de este sector.

Así que ya lo sabes, cada 30 de marzo conmemoramos la lucha y esfuerzo de quienes trabajan invisibilizadas, haciendo lo visible y fundamental para el desarrollo humano: las labores del hogar.

En el contexto México es importante saber que está prohibida cualquier forma de esclavitud, de sometimiento a la servidumbre o de ejecución de trabajos forzosos u obligatorios, derivado del reconocimiento de derechos no solo laborales, sino de las prerrogativas que son inherentes al ser humano por el solo hecho de serlo.

En el país algunas de las prerrogativas laborales son: derecho a un trabajo estable, a un salario suficiente, a condiciones satisfactorias de trabajo, a la libre asociación sindical, a la negociación colectiva, a la huelga, a la irrenunciabilidad de derechos adquiridos, al descanso, a la protección de niñas, niños y adolescentes, a la justicia laboral y a la seguridad social.

Mismos que se encuentran consagrados en el bloque de constitucionalidad del Estado Mexicano, razón por la que está obligado a respetar, proteger, promover y garantizar el pleno ejercicio de los derechos humanos laborales en el territorio nacional. Sin embargo, la realidad está muy lejos de los esfuerzos obtenidos en el plano normativo y en el caso de los y las trabajadoras domésticas el Estado incumple con esta obligación, porque no se les garantiza el acceso a estos derechos y no se reconoce el trabajo doméstico como actividad productiva a la par de otras, lo que provoca que este sector laboral se vea expuesto a actos de discriminación, explotación y maltrato, que se traduce en distintos tipos de violencia.

La protección hacia este sector sigue rezagada, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) señaló que:

▶ En México, al tercer trimestre de 2023, había 2.5 millones de personas de 15 años y más ocupadas en trabajo doméstico remunerado, cifra que representó 4.2% del total de personas ocupadas.

▶ En 2023, nueve de cada 10 personas dedicadas al trabajo doméstico eran mujeres.

▶ El 69.5% de las personas ocupadas en trabajo doméstico remunerado en 2023 no recibió ningún tipo de prestación laboral.

▶Las personas dedicadas al trabajo del hogar contaban, en promedio, con secundaria incompleta en el caso de las mujeres y completa para los hombres.

▶ De los 2.5 millones de personas ocupadas en esta labor, 95% lo hizo de manera informal y sólo el 5% de manera formal. En consecuencia, el trabajo doméstico remunerado es una de las ocupaciones con mayor tasa de empleo informal.

▶ 97.1% del total de personas ocupadas en esta actividad laboraban sin un contrato por escrito; 2.5% sí contaba con uno y 0.4% respondió no saber si lo tenía o no.

▶ En relación con el nivel de ingresos, 67.8% tuvo ingresos de hasta un salario mínimo; 24.2% percibió más de uno y hasta dos salarios mínimos y 2.2%, más de dos salarios mínimos.

Con las estadísticas en mira, resulta evidente la situación de discriminación y violencia a la que se enfrentan quienes colaboran con sus esfuerzos en los hogares mexicanos, por lo que es preciso sumar esfuerzos para dignificar el trabajo doméstico, pues no puede soslayarse que a través de su trabajo contribuyen más de 2.5 millones de personas en sacar adelante a sus familias.

Estas cifras reflejan tan sólo una punta del iceberg y una contradicción estructural: el trabajo doméstico es vital para la vida social y económica, pero sigue siendo tratado como una labor marginal, sin derechos plenos ni reconocimiento económico. Superar esta brecha exige políticas públicas integrales, un fortalecimiento de la inspección laboral, pero sobre todo, un cambio cultural que deje de considerar el trabajo doméstico como “ayuda” o “tarea secundaria” para reconocerlo como lo que realmente

es: trabajo esencial, digno y con derechos. El trabajo del hogar, no puede seguir siendo invisibilizado de la economía ni continuar siendo marcado por la precariedad, las violencias y la injusticia; el reconocer a quienes lo realizan como sujetos de derechos es una deuda histórica que exige acciones urgentes. Apostar por la dignificación del trabajo del hogar es, en última instancia, edificar una sociedad más justa e incluyente, donde la vida cotidiana de millones de familias deje de sostenerse en la desigualdad

1.5 MODELOS INTERNACIONALES:

PAÍSES QUE YA VALORAN EL TRABAJO

DOMÉSTICO EN CUENTAS NACIONALES

y comience a edificarse sobre la dignidad.

“Las desigualdades perpetuadas por el modelo capitalista han invisibilizado históricamente el trabajo doméstico”

El trabajo doméstico constituye una de las fuerzas laborales más importantes que tienen los países; sin embargo, históricamente esta actividad ha sido invisibilizada y no se le ha otorgado el debido reconocimiento sobre el impacto que este trabajo abona a la estabilidad de las sociedades emergentes.

La escaza o nula remuneración solo constituye una de las partes más visibles de este problema, hay cuestiones de fondo como la distribución mayoritaria de estas tareas hacia las mujeres que implican abordar aquellos estereotipos y roles de género que se han perpetuado en nuestras sociedades.

El panorama internacional es variado, hay países vecinos en el norte y sur que han implementado acciones que buscan profesionalizar a las personas cuidadoras y crear incentivos fiscales que beneficien a aquellas que dedican tiempo y esfuerzo en mantener los hogares en óptimas condiciones para

que sus miembros puedan desarrollarse plenamente.

En el presente artículo se explorarán algunas de las acciones emprendidas por países como Uruguay que promueven la dignificación de las labores domésticas realizadas por las personas cuidadoras. A su vez, también se plantea reflexionar sobre si estas mismas acciones son susceptibles de ser replicadas en nuestro país según el panorama económico, cultural y jurídico.

1.5.1 Trabajo doméstico y de cuidados no remunerado.

El trabajo doméstico es el conjunto de actividades y tareas que tienen por objeto hacer posible la subsistencia de los miembros del hogar. Para ello, existe el trabajo doméstico remunerado y no remunerado. En el trabajo remunerado se establece una relación laboral de subordinación, mientras que el no remunerado las actividades se realizan sin recibir a cambio una contraprestación monetaria, con el único fin de garantizar el bienestar y la reproducción cotidiana del núcleo familiar.

En ambos modelos se comparte una característica en común, estas actividades se realizan bajo condiciones de precariedad y no reconocimiento. Es por ello, que la intervención del Estado es fundamental para contrarrestar este

problema con soluciones integrales que disminuyan la brecha de género entre hombres y mujeres.

1.5.2 Normas y referentes internacionales.

Las organizaciones de la comunidad internacional constantemente realizan esfuerzos para que los países del mundo adecuen su legislación nacional, con el objetivo de garantizar mayor igualdad entre hombres y mujeres. A su vez, también se busca mejorar las condiciones laborales, de modo que las personas que se dedican al trabajo doméstico reciban mejores y suficientes prestaciones laborales.

1.5.3 Experiencias Internacionales.

URUGUAY

Ubicado en América del Sur, con una población de poco más de 3.4 millones y una alta urbanización, Uruguay es un referente mundial en la implementación de estrategias que protegen e incentivan el empoderamiento de las mujeres en múltiples ámbitos, destacando la creación del Sistema Nacional Integrado de Cuidados en 2015.

Asimismo, Uruguay es un país modelo en materia de institucionalización, pues ha profesionalizado la toma de decisiones mediante la implementación de políticas públicas formuladas con apego a la legislación vigente y precedidas por estudios en materia económica, demográfica, política y social.

SISTEMA NACIONAL INTEGRADO DE CUIDADOS (SNIC).

Este sistema fue implementado en 2015 para garantizar el derecho de dar y recibir cuidados de calidad. El Sistema Nacional Integrado de Cuidados de Uruguay se creó con la finalidad de generar un modelo de responsabilidad compartida a cargo de las familias, el Estado, la comunidad y el mercado.

(Flores, 2024)

Esta política pública integral de protección social reconoce el cuidado como un derecho humano por lo que a través de distintos ejes busca reconocer el trabajo de cuidados y redistribuir estas tareas entre hombres y mujeres.

LÍNEAS DE ACCIÓN DEL SNIC.

• Sensibilización Social: Al compartir los cuidados el programa busca que se concientice sobre los retos que implica llevar a cabo una tarea de este tipo.

• Cuidadoras/es: Impulsar la capacitación de las personas cuidadoras a través de la certificación de competencias.

• Personas mayores dependientes: Innovación tecnológica con teleasistencia a los beneficiarios de este programa.

RESULTADOS DEL SNIC.

• Se logró calcular que el trabajo no remunerado equivale aproximadamente al 20% del PIB Nacional.

• Incorporación de capacitación certificada a cuidadoras/es.

• Se redujo la informalidad en el sector doméstico remunerado.

• El SNIC hasta marzo de 2020 benefició alrededor de 80,000 familias con una inversión de 771 millones de dólares.

• Ampliación de la licencia maternal de 14 semanas y paternal a 10 días.

• La cobertura de atención a las infancias de 0 a 3 años aumento de 33% a 50% (Flores, 2024)

A grandes rasgos, el SNIC logró darle un valor económico y profesionalizar el trabajo de cuidados; sin embargo, aún enfrenta retos importantes, como la asignación de mayores recursos y la incorporación de una mayor corresponsabilidad por parte del sector privado.

1.5.4 Reflexión para nuestro país.

La experiencia internacional siempre será un referente para que nuestro país implemente acciones que beneficien a la población, aprovechando los aciertos obtenidos en otros contextos. No obstante, es importante señalar que existen limitaciones que generan que no sea posible replicar esos mismos resultados en nuestro territorio.

México tiene una población 40 veces mayor a la de Uruguay y enfrenta problemáticas sociales distintas, sin embargo, también cuenta con un presupuesto más amplio y una economía de mayor solidez. También cuenta con un marco jurídico amplio que busca proteger a las mujeres y priorizar su defensa ante posibles actos que pongan en riesgo la propia vida.

Es por ello, que las circunstancias de cada nación son únicas y presentan características particulares, pero la voluntad de nuestros gobernantes es la que marca la diferencia para contrarrestarlas.

La suma de esfuerzos por parte de nuestras autoridades y de la sociedad en su conjunto es importante para que políticas públicas de este tipo se conviertan en una realidad que impulse la igualdad y la corresponsabilidad de hombres y mujeres en las labores domésticas, históricamente invisibilizadas.

Referencia de consulta Flores, S. Y. (2024). Sistema Nacional Integrado de Cuidados de Uruguay. Conferencia Interamericana de Seguridad Social, 108.

“El trabajo doméstico es el trabajo que hace posible todos los demás trabajos.” — Ángela Davis

“El trabajo doméstico es un trabajo de producción. La diferencia es que lo que produce no son mercancías, son seres humanos.”

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.