El Ecologista Vol. 19

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EL ECOLOGISTA • PAGINA 1 4TO TRIMESTRE 2022 • VOL 19
MATRIMONIO INFANTIL FEMINICIDIOS
VIOLENCIA DE GÉNERO

El Ecologista año V, Nº 19 Septiembre-Diciembre 2022 Periódico oficial del Partido Verde Ecologista de México en el Estado de México.

Consejo editorial: José Alberto Couttolenc Buentello María de los Angeles Romero Ochoa Dionisio Manuel Deseano Domínguez Pedro Edgar Cortes de Jesus

El ecologista, año 5, número 19 Septiembre/Diciembre 2022

Es una publicación Trimestral, diseñada por MV MARKETING DIGITAL Y PUBLICIDAD, con dirección en Cda 2 de Marzo, MZA F LT 4, Casa 104C, Fracc Valle de Lerma, C.P. 52004, Lerma, Estado de México. Diseñado en México. Septiembre 2022 Correo: info.mvmkt@gmail.com

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EL ECOLOGISTA • PAGINA 2 3 Introducción 4 Violencia de Género 10 Tipos de violencia contra las mujeres, adolescentes y niñas 14 Violencia económica 16 Violencia psicológica 20 Violencia patrimonial 22 Violencia física 24 Violencia sexual 26 Feminicidios 28 Matrimonio infantil 30 Nuevas formas de violencia. En línea o digital 32 Ciberacoso 34 Sexteo o sexting 36 Doxing 38 Impulsos legislativos PVEM
CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

Tu Revista EL ECOLOGISTA tiene el gusto de presentarte su edición número 19, en la que abordaremos un tema coyuntural y de gran relevancia en el país y en nuestro Estado de México, por ello, en esta ocasión te escribiremos sobre la Violencia de Género.

Este tema ha cobrado gran interés ante el acelerado incremento de casos de violencia donde las mujeres, adolescentes y niñas se encuentran expuestas, y al que millones de ellas desafortunadamente experimentan; cifras que parecieran incluso no detenerse, sino tristemente caer en la cotidianeidad de los males sociales que aquejan a la población y que se normalizan.

Hoy más que nunca la frase “ser mujer en el Estado de México, es un peligro” cobra total sentido ante los miles de casos que a diariamente se denuncian en la entidad, sin dejar de lado aquellos que son ocultados o simplemente callados, y que, constituyen una realidad; pero que no forman parte de los ya de por sí alarmantes índices de violencia.

Asimismo, te platicaremos acerca de las nuevas formas en las que este tipo de males sociales se están manifestando, invadiendo así nuestras calles, hogares, redes sociales, centros laborales, ámbitos escolares e incluso, en el ejercicio de la vida política y pública; es decir, las manifestaciones de violencia en contra de las

mujeres han permeado en todos aquellos espacios en donde el género femenino se desenvuelve.

Este cáncer social está creciendo al amparo de la impunidad, y es por ello que, hoy te traemos información oportuna sobre esta problemática que viven las mujeres, adolescentes y niñas de la entidad, y que sin duda, limitan, anulan y menoscaban el ejercicio de sus derechos humanos.

Esperamos querido lector lograr despertar tu interés en este tema; para juntos sumar voluntades a fin de frenar y erradicar todo tipo de violencia en contra de las mujeres mexiquenses.

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VIOLENCIA DE GÉNERO

Es preciso iniciar nuestro artículo conceptualizando el término Violencia de Género, considerando la definición de ONU-MUJERES que refiere son “actos dañinos dirigidos contra una persona o un grupo de personas en razón de su género”.

En México contamos con la Ley General de Acceso de las mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), cuyo principal objetivo es: garantizar la prevención, atención, sanción y erradicación de todos los tipos de violencia contra las mujeres durante su ciclo de vida y promover su desarrollo integral y plena participación en todos los ámbitos de la vida.

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Dicho organismo internacional, ha señalado que este tipo de violencia se sustenta en la desigualdad entre los géneros, el abuso de poder y en marcos normativos desequilibrados, obsoletos e inobservados; que colocan a las mujeres y niñas en una posición de desventaja respecto del género masculino.

Este tipo de violencia en gran proporción afecta a mujeres y niñas, sin embargo en una pequeña escala los hombres también pueden ser blanco de este tipo de afectación social.

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No se omite referir que, fue la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, el primer instrumento que colocó a nivel internacional el combate a una vida libre de violencia como parte del respeto a los derechos humanos de las mujeres.

Ahora bien, es cierto que la violencia de género ha existido desde tiempos remotos, sin embargo, en los últimos años ha cobrado mayor relevancia en virtud del aumento en el número de casos que se han presentado; mismos que van de la mano con otros tipos de violencia, tales como la intrafamiliar, la sexual, y así como los casos de feminicidios que se han presentado en todo el país.

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En esta tesitura, es importante destacar el caso de “Las muertas de Juárez”, el cual marcó un precedente en materia de violencia de género a nivel internacional, ante las 300 mujeres que desaparecieron en Chihuahua durante el periodo entre 1993 a 2003; destacando que, aquellas que fueron encontradas sin vida, presentaban rasgos de violencia sexual y/o mutilación.

Este caso tan polémico, encendió las alarmas respecto del ambiente de violencia e inseguridad en el que mujeres y niñas se encontraban; sin embargo, no ha sido la única entidad que representa un peligro para el género femenino; ya que, el Estado de México, también se ha convertido en uno de los estados con el mayor número de feminicidios.

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Las entidades federativas donde las mujeres de 15 años y más han experimentado mayor violencia a lo largo de su vida son: Estado de México (78.7 %), Ciudad de México (76.2 %) y Querétaro (75.2 %) (INEGI 2021.

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Tan es así que, en 2015, el Sistema Nacional de Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia, emitió en 11 de los 125 Municipios del Estado de México, una Declaratoria de Alerta de Género y en 2019, se emitió una segunda Declaratoria ante la desaparición de niñas, adolescentes y mujeres en 7 Municipios; entre los que destacan: Chalco, Chimalhuacán, Cuautitlán Izcalli, Ecatepec, Ixtapaluca y Naucalpan de Juárez. El

Los actos de violencia que sufren las mujeres y niñas, son más comunes de lo que parece o de lo que podríamos imaginarnos; cuyos estereotipos sociales son las principales causa y consecuencias generadoras de este tipo de actos y que se suscitan en los hogares; centros laborales y educativos; en las calles; en el ejercicio de la vida pública y política y; en las calles del Estado de México. ◊

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Estado de México ocupa la primera posición a nivel nacional en materia de violencia de género en contra de las mujeres y niñas; recibiendo el mayor número de llamadas de emergencia por actos violentos contra el género femenino, siendo las agresiones sexuales la principal causa de denuncia, seguida de la violencia familiar y de los actos violentos por parte de sus parejas o exparejas.

TIPOS DE VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES, ADOLESCENTES Y NIÑAS

Es preciso referir que, en México, la violencia de género tiene su raíz en sus pueblos originarios al amparo de la cultura patriarcal; de los usos y costumbres que estereotipan a las mujeres como seres inferiores respecto de los hombres; sin dejar de referir que en algún momento de la historia e incluso actualmente en algunas comunidades, aún son tratadas como “cosas”.

Por años, la violencia de género se ha sustentado en estereotipos y prejuicios relacionados con los atributos y características que existen entre hombres y mujeres, así como, en las expectativas sociales que por “naturaleza” se le atribuye a un género respecto del otro; es decir, los roles sociales y patrones socioculturales, han calificado a la mujer como el sexo débil, poco inteligente y/o capaz; generando ya desde ese simple calificativo, un acto de violencia en contra de ellas.

La desvalorización social y cultural de la mujer, es un tema alarmante a nivel internacional, nacional, estatal y municipal; ya que, sus derechos fundamentales no están siendo garantizados al verse afectadas en su integridad, libertad, dignidad e incluso, en el respeto al derecho máximo a la vida.

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La violencia contra las mujeres y las niñas ha sido definida por las Naciones Unidas como todo acto violento basado en el género, que produzca un daño o sufrimiento físico, sexual o mental en la mujer, asimismo; incluye en su definición a las amenazas, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, destacando que este tipo de conductas se puede presentar tanto en la vida pública como en la privada.

Es propicio referir que, cuando hablamos de violencia de género, no se incluye aquella que se ejerce en contra de las personas que se identifican como parte del género masculino; esto, debido a que la concepción de este tipo de actos violentos, es el que se entiende únicamente contra las mujeres por el simple hecho de ser mujer.

En este orden de ideas, cabe mencionar que, la violencia de género es fomentada tanto por hombres, como por mujeres que, al repetir patrones “machistas” de educación y comportamiento en las niñas y niños, así como la tolerancia, la permisibilidad y la ausencia de denuncia por parte de quienes son víctimas de estos actos, inculcan en los menores de edad una concepción de resistencia y aguante de insultos, golpes y amenazas a pesar de las afectaciones que les generan.

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Es importante recalcar que la violencia de género a la que se enfrentan mujeres, adolescentes y niñas, en un gran porcentaje ha sido perpetrada o tolerada por ellas mismas, por la sociedad en general e incluso por el mismo Estado, quien se supone tiene dentro de su esfera de competencia la ardua labor de garantizar seguridad y el acceso a una vida libre de violencia.

Las manifestaciones de violencia se pueden presentar en cualquier ámbito, en el hogar, en las escuelas, en las calles, en los centros laborales, en el ejercicio de la vida pública e incluso en la política; es decir, los actos violentos en contra del género femenino no son exclusivos de un área determinada o de la vida privada; pero lo cierto es que, independientemente del espacio en que se ejecute, su impacto y grado de afectación en las mujeres, adolescente y niñas; puede alcanzar niveles deplorables.

A raíz de la aparición del virus de Covid-19 y del confinamiento que se suscitó como consecuencia de la pandemia, los índices de violencia en los hogares se vieron aumentados, tan es el caso, que para agosto del 2022 se han registrado 2 mil 431 casos de violencia familiar, que en comparación al 2021 se incrementó en un 35%; concluyéndose que, estas cifras se aceleraron en virtud de que las mujeres, adolescentes y niñas pasaban más tiempo con sus violentadores.

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Es derecho de las mujeres, adolescentes y niñas, vivir y desarrollarse en un entorno libre de violencia, es una máxima en la que las autoridades, instituciones y sociedad en general debe trabajar y garantizar; pues no olvidemos que el Estado de México, está comprometido a cumplir los objetivos y metas determinadas en la Agenda 2030, la cual, en su Objetivo de Desarrollo Sostenible, 5 Igualdad de Género, se ha propuesto poner fin todas las formas de discriminación que sufren el género femenino de todo el mundo, así como eliminar todas las formas de violencia, incluyendo la explotación en todas sus vertientes.

Es por lo anterior, que resulta de suma importancia que ampliemos este panorama y te presentemos los principales tipos de violencia a los que el género femenino se enfrenta y que es tarea de todos atender; por lo que es necesario, entremos en materia y conozcamos un poco más sobre la violencia física, sexual, psicológica, económica y emocional que con mayor frecuencia es la que se ejerce en contra de las mujeres.◊

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VIOLENCIA ECONÓMICA

En este apartado te escribiremos sobre un tipo más de violencia de género que se suscita preponderantemente en el ámbito familiar, justo nos referimos a la violencia económica, la cual, se expresa a través de la restricción, limitación o control de los ingresos o recursos de una persona, es decir, existe una dependencia económica que implica una dominación por quien aporta los recursos económicos y que somete y abusa de su dependiente económico.

Asimismo, encontramos que este tipo de violencia se puede manifestar a través de una acción o una omisión que pone al límite la supervivencia económica de quien es víctima de ella; estos actos se pueden presentar de padres a hijos o viceversa; de abuelos a nietos, o en las relaciones de pareja; destacando que las tendencias nos indican que son las mujeres quienes en mayor medida son víctimas de estos abusos.

Por mucho tiempo, la dependencia económica de la mujer se sujetó a las finanzas de sus esposos, padres o figura masculina, actividad considerada como una práctica común, pues se estilaba que el género femenino se quedara en casa haciendo las labores propias del hogar, sin que dicho esfuerzo fuera reconocido y mucho menos considerado como una aportación de igual valor que el ingreso monetario que efectuaban los hombres.

Saliéndonos un poco del ámbito privado, es oportuno referir que, en el terreno laboral, también encontramos este tipo violencia que desvalorizan el trabajo de las mujeres materializándose en percepciones salariales inferiores a la de los hombres a pesar de que ambos realicen o ejerzan cargos similares, esto lo podemos refrendar a través de las encuestas realizas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en las que se estima que el ingreso promedio mensual de las mujeres de entre 18 y 29 años de edad, en el ámbito formal, es en promedio de 7 mil 757 pesos; mientras que para los hombres, es de 7 mil 950 pesos; en un rango de edad entre los 30 y 64 años, el primer grupo recibe aproximadamente 8 mil 762 pesos, mientras que el segundo grupo percibe alrededor de 9 mil 823.

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Este tipo de violencia tiene sustento en la consideración de que la mujer es un ser débil, inferior, de menores capacidades o habilidades respecto del género masculino, asimismo, la fijación cultural de roles sociales que encasillan a las mujeres dentro de ciertos ámbitos de bajo impacto o que desvalorizan su actuación en el desarrollo de la misma sociedad.

Es importante referir que la Encuesta sobre Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2021, arrojó que en el Estado de México el 27.1% de las mujeres fueron víctimas de violencia económica o patrimonial; sin dejar de referir que, actualmente tenemos muchas comunidades en la entidad, que siguen ejerciendo este tipo de practicas como parte de la cultura paternal y machista que aún se encuentra arraigada y cuyos casos usualmente no se ven reflejados en las encuestas.

Paulatinamente, hemos avanzado en la lucha contra este tipo de violencias, reconociendo que hoy en día el trabajo de la mujer en casa ha cobrado un mayor valor equiparándolo a las aportaciones que hacen los hombres; se ha dado reconocimiento al trabajo doméstico y se ha pugnado por igualar los salarios; sin embargo, la brecha de las desigualdades aún es muy extensa, el número de víctimas aún es alto y la igualdad no ha llegado a todos los espacios de la entidad. Es por lo anterior, que podemos concluir que las mujeres han sido históricamente víctimas de la violencia económica dentro y fuera del hogar, situación que desafortunadamente genera diversas afectaciones en la estabilidad emocional y psicológica de las víctimas, ya que, este tipo de conductas coacciona el ejercicio de sus libertades y las hace vivir en un entorno de miedo y represión. ◊

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VIOLENCIA PSICOLÓGICA

La Dirección General de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, define a la violencia psicológica como: “cualquier acto u omisión que dañe la estabilidad psicológica, y puede consistir en negligencia, abandono, manipulación, descuido reiterado, celotipia, humillación, insultos, marginación, indiferencia, comparaciones destructivas y amenazas”.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía proporciona una definición muy similar, sin embargo, agrega dentro de su conceptualización a los efectos que este tipo de violencia puede generar, señalando que se trata de: “cualquier acto u omisión que dañe la estabilidad psicológica, que puede consistir en: negligencia, abandono, descuido reiterado, celotipia, insultos, humillaciones, devaluación, marginación, indiferencia, infidelidad, comparaciones destructivas, rechazo, restricción a la autodeterminación y amenazas, las cuales conllevan a la víctima a la depresión, al aislamiento, a la devaluación de su autoestima e incluso al suicidio”.

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De un análisis a ambas definiciones, podemos deducir que los actos de violencia psicológica que se cometen en contra de las mujeres, tienen como coincidencia la generación de un daño en la estabilidad mental de las víctimas, con repercusiones de difícil reparación que incluso pueden costar hasta la vida de quien la sufre.

La violencia psicológica es más común de lo que parece, sin embargo, al no presentar signos notoriamente visibles suele no ser percibida o detectada, ya que, este tipo de conductas nocivas se esconde o disfraza en palabras o gestos sutiles, se justifica en juegos o castigos, se expresa de manera directa o mediante un lenguaje no verbal que van desde miradas, gestos, ademanes y tensión muscular.

Lo cierto es que, no siempre son las palabras en voz alta o las groserías las únicas herramientas en las que se sustenta la violencia psicológica, sino que, el violentador, logra incluso afectar la estabilidad mental de su víctima incluso de manera sigilosa y bajo un lenguaje que en muchas ocasiones solo la victima identifica, ya sea por el tono de voz con la que se expresa, la utilización de alguna palabra clave o a través del lenguaje no verbal; y es que, este tipo de conductas dañinas, también se ampara en actos de omisión, es decir, en ignorar a la víctima; no tomarla en cuenta; no escucharla o simplemente tratarla como un objeto más.

La gravedad de este tipo de violencia radica en que, el violentador suele jugar y alterar la mente de la víctima, logrando incluso que ésta se sienta culpable y merecedora de este tipo de actos que la lastiman y que ella misma va consintiendo; haciendo así complicado dar ese paso que las ayude a salir o denunciar la situación en la que se encuentras; en ese mismo sentido, debemos precisar que el tiempo de recuperación suele ser paulatino, destacando que, mientras más tiempo persistan dentro del esquema violento, más sólido será el daño causado a la víctima.

La Encuesta Nacional sobre la dinámica de las Relaciones en los Hogares 2021 (ENDIREH), señalo que el 51.6% de las mujeres de 15 años y más han sufrido por lo menos una situación de violencia psicológica a lo largo de su vida, y el 29.4% lo han experimentado en los últimos 12 meses, aunado a esto podemos ver que los principales agresores son los herman(a)s, en un 23%; seguido de los padres con un 16.1% y en tercer lugar las madres con el 14%

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De lo anterior, podemos visualizar que el lugar en donde más se suscita la violencia psicológica es dentro de los mismos hogares, ya que son los familiares los que promueven estas conductas, tan es así que, de la misma encuesta desprendemos que las mujeres que sufren este tipo de agresiones, en más de un 30% lo replican ahora con sus hijas e hijos, generando una cadena de violencia y una afectación en el desarrollo de las personas que se encuentran inmersas en esta problemática.

Es por lo anterior que, podemos concluir que la violencia psicológica se presenta con tal cotidianeidad que en muchos de los casos no se logra percibir; sin embargo, son situaciones que afectan en desarrollo de quienes las padecen, generándoles desequilibrios emocionales, cuadros de ansiedad, angustia, depresión, desorden alimenticio, trastornos de identidad, bajo

autoestima, sensación de soledad e incluso, puede llevar a las víctimas a dañar su cuerpo o incluso al suicidio a consecuencia del mismo desorden mental en el que se encuentran.

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Atender la violencia psicológica es igual de importante que sanar cualquier herida en el cuerpo; es parte del cuidado de su salud y de la integridad de las mujeres, adolescentes y niñas víctimas de este fenómeno social. ◊

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VIOLENCIA PATRIMONIAL

Qué te parece si ahora conocemos un poco más de la violencia patrimonial, la cual, es definida por la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, como aquellos actos u omisiones que afectan la supervivencia de las víctimas y que se expresa a través de la transformación, sustracción, destrucción, retención o distracción de objetos, documentos personales, bienes, valores, derechos patrimoniales y/o recursos económicos destinados a satisfacer sus necesidades; y que pueden ejecutarse respecto de los bienes comunes o propios de la víctima.

Este tipo de violencia suele confundirse con la económica; sin embargo, su principal diferencia radica en que ésta versa sobre los recursos monetarios para la subsistencia; en tanto que, la patrimonial se enfoca a los bienes, objetos o documentos de valor.

En este entendido, el objetivo principal que tiene la violencia patrimonial consiste en restringir el manejo de los bienes por parte de las mujeres, anulando así su autonomía en la toma de decisiones, quitándoles propiedades o documentos que comprueben su titularidad; obligándolas a ponerlos a nombre de otras personas; venderlos, cederlos o; simplemente reteniéndoles o despojándolas de sus documentos básicos como Acta de Nacimiento personal o de los hijos, Credencial para Votar, Pasaporte, por mencionar algunos.

Este tipo de conductas generan en las mujeres diversos efectos negativos, viéndose afectada principalmente su autoestima y autonomía; lo que las coloca en una estado de vulnerabilidad; en esa tesitura, no es menester referir que este tipo de violencia usualmente se vincula con otras, tales como, la física y la psicológica.

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Las víctimas, al sentirse despojadas de sus bienes, al carecer de recursos mínimos e incluso al no contar con sus documentos básicos de identificación, se sienten desamparadas, desprotegidas; sentimientos que inhiben la posibilidad de que salgan de estos cuadros de violencia o alcen la voz para denunciarlos.

Es así que, la violencia patrimonial es una de las más difíciles de detectar, ya que suele realizarse de manera sigilosa y al amparo de la opacidad, la intimidación o el engaño; aunado a ello, la poca información y difusión de la misma hace más complicado el hecho de que las mujeres detecten o conceptualicen estas conductas de las que son víctimas, como actos de violencia.

En este tipo de violencia se engloban situaciones que la población en general no creería que es un acto violento, y que van de cosas que parecieran tan simples como el hecho de que vendan o destruyan el televisor, que las dejen sin su automóvil, que les controlen el dispositivo móvil, que empeñen sus artículos personales o sentimentales, que en los casos de separación el hombre se deshaga de bienes para no hacer la división de los mismos y así no darle nada a la mujer; en fin, una serie de conductas que desafortunadamente se han consentido y naturalizado.

Si bien es cierto, este tipo de actos se observa con mayor incidencia en los matrimonios; lo cierto es que los padres, hermanos o primos también ejercen este tipo de conductas y; en menor medida, las mujeres son las que se convierten en las violentadoras.

Es importante concluir, resaltando la importancia que tiene el detectar cuando nos encontramos frente a un acto de violencia patrimonial; saber que existe ayuda, que las mujeres no están solas y que también tiene derecho a decidir y disponer respecto de sus bienes y documentos. ◊

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VIOLENCIA FÍSICA

Es momento de hablar de uno de los tipos de violencia que genera una diversidad de afectaciones y que suele ser más fácil de percibir o detectar; justamente nos referimos a la violencia física, la cual, afecta en mayor medida a las mujeres, trasgrediendo su integridad y el respeto a sus derechos humanos.

Al respecto, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, define a la violencia física como cualquier acto que genere un daño no accidental, usando la fuerza física o algún tipo de arma u objeto que pueda provocar o no lesiones, ya sean internas, externas o ambas.

Este tipo de violencia en la mayoría de los casos deja huella, siendo más fácil así para las víctimas acreditar los actos que le son perpetrados y que afectan su integridad física, psicológica y emocional; sin embargo, es preciso mencionar que, existen violentadores que generan daños internos de difícil detección; sin dejar de referir el empleo de amenazas e intimidación de las que suelen valerse para evitar ser denunciados o que las víctimas intenten escapar.

Como lo mencionamos con antelación, las mujeres suelen ser el grupo más afectado por la violencia física; destacando que, dicha conducta se basa principalmente en estereotipos de machismo, dominación y fuerza; en donde los hombres se colocan en una posición de superioridad respecto de las mujeres haciendo uso de la agresión como parte del sometimiento al género femenino.

No omitimos referir, que la violencia física, también es el resultado de una cultura que por años permeo en nuestra sociedad; si bien es cierto, hoy los actos violentos contra las mujeres son considerados un delito, pero, no siempre fue así, ya que los golpes y agresiones el interior de los hogares era algo cotidiano y normalizado.

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La Organización Mundial de la Salud ha señalado que en el mundo, una de cada tres mujeres es víctima de violencia física o sexual desde que son jóvenes, destacando que dichos actos, son generados al interior de los hogares, tanto por sus parejas, padres, hermanos, exparejas, primos; en los centros laborales por sus superiores jerárquicos o compañeros; y en su tránsito por las calles a mano de desconocidos que encuentran a su paso.

Es importante mencionar, que la violencia física genera una desestabilidad en la víctima, esto puede implicar que ella misma se sienta merecedora de este tipo de actos; que los confunda como parte de una errónea apreciación de amor o que los soporte con tal de no ser abandonada. Asimismo, las consecuencias de este tipo de conductas son múltiples, y van desde las lesiones simples, hasta cobrar incluso la vida de quien las sufre.

Desafortunadamente, el Estado de México es una de las entidades en donde las mujeres de 15 años y más, han experimentado mayor violencia a lo largo de su vida con un 78.7% de las encuestadas, seguido de la Ciudad de México con un 76.2% y en tercer lugar Querétaro con un 75.2%, esto indica que la prevalencia de la violencia en contra de las mujeres sucede mayor mente en las áreas urbanas.

La Organización de las Naciones Unidad ha referido que, tras el confinamiento relacionado con la pandemia generada por COVID-19, se vieron aumentados los casos de violencia intrafamiliar, provocados por el estrés, la inactividad social, la pérdida de ingresos, no poder acceder a los servicios básicos, factores que colocaron en mayor riesgo de violencia a las mujeres.

Podemos concluir que la violencia física contra las mujeres ha estado presente en todas las etapas de la humanidad y que no es exclusiva de un país o una región; que atenta contra sus derechos humanos y que cobra la vida de millones de mujeres ◊

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VIOLENCIA SEXUAL

Otro tipo de violencia del cual es importante que estés informado ante su acelerado incremento, es la de índole sexual; la cual, es definida en la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia como cualquier acto que degrada o daña el cuerpo y/o sexualidad de la víctima y que por tanto atente contra su libertad, dignidad e integridad física. Es una expresión de abuso de poder que implica la supremacía masculina sobre la mujer, al denigrarla y concebirla como objeto”.

Este tipo de violencia, afecta principalmente a mujeres, adolescentes, niñas y niños; y se expresa a través de los piropos callejeros, el exhibicionismo, el acoso sexual, la violación, trata de personas, la prostitución, por mencionar algunos; estos actos atentan contra la libertad sexual de las víctimas; afectan su salud integral y generan otro tipo de problemáticas sociales tales como, los abortos, los suicidios o trastornos mentales.

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Asimismo, es de relevancia mencionar que la violencia sexual es el resultado de un acto de dominio, desorden mental o de ejercicio de poder respecto de otra; y que, usualmente va acompañada de otro tipo de actos violentos, tales como las agresiones físicas, amenazas, intimidación, violencia psicológica.

En el 2021, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), destacó que, en el Estado de México, los delitos sexuales presentaron un aumento del 51.06%. Asimismo, señaló que, más del 40% de los casos de violencia de los que son víctimas las mujeres, se dan en el ámbito de pareja; siendo la sexual la que presenta mayor incidencia con un 60.7%, seguida de la psicológica con un 57% y la física con un 41.5%.

La violencia sexual tiene impactos en la vida de quien las padece, de sus familiares y e incluso sociales; convirtiéndose en una problemática con efectos de imposible reparación, que generan en las víctimas, sentimientos que van desde la culpa, la vergüenza, miedo, tristeza, vulnerabilidad, enojo, trastornos y desequilibrios que afectan su sano desarrollo.

Las causas por las que las víctimas tienden a no denunciar son diversas, sin embargo, las que más destacan son: el sentimiento de culpa o miedo; la falta de credibilidad y la impunidad por parte de las autoridades; el hecho de que el agresor sea algún conocido o integrante de la familia, por referir las más comunes.

La violencia sexual se puede presentar en cualquier entorno y momento; la víctima puede ser una mujer, adolescente, niña o niño; y el agresor también radicar en la misma pareja, un familiar o simplemente un desconocido, lo cierto es que, aleja a las víctimas de su libertad de ejercer su sexualidad, las coloca en un entorno violento y las somete a un dominio de poder que vulnera sus derechos humanos. ◊

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FEMINICIDIOS

En un contexto de violencia generalizada como en el que se vive en el Estado de México y en el mundo, es primordial reconocer que la violencia que se ejerce en contra de las mujeres y niñas se presenta de manera progresiva, abarcando una amplia gama de actos, desde el acoso verbal y otras formas de abuso emocional, físico y sexual, hasta llegar al feminicidio.

El feminicidio es considerado el peor rostro de la violencia en contra de las mujeres, producto de la violación de sus derechos humanos tanto en el ámbito público, como en el privado, y se conforma por el conjunto de conductas misóginas, maltrato, violencia física, psicológica, sexual, educativa, laboral, económica, patrimonial, familiar, comunitaria e institucional, que colocan a las mujeres y niñas en estado de indefensión, y que puede culminar en el homicidio y otras formas de muerte violenta.

Es importante destacar en este tema, el hecho de que el origen del feminicidio difiere de otros tipos de asesinatos, en virtud de que, el primero, se origina en contra del género femenino por el simple hecho de pertenecer a él; asimismo, se vincula con la posición que tiene la mujer dentro de la sociedad, la discriminación, los roles y estereotipos de género, la distribución desigual del poder, el ingreso económico y el acceso a las oportunidades.

Desafortunadamente, las mujeres a través de la historia han sido víctimas de violencia en sus diferentes tipos; lo que ha llevado al activismo por parte del género femenino para luchar y llevar este tema a las mesas de discusión política a nivel internacional. En 1975, se decretó el Año Internacional de la Mujer, por la Organización de las Naciones Unidas, y se convocó la primer Conferencia Mundial de la Mujer en el mes de junio de ese año, en la Ciudad de México, donde el tema principal fue la igualdad para las mujeres y su participación en la construcción de la paz y el desarrollo.

Por mucho tiempo no se contemplaba individualmente al feminicidio en la normatividad mexica, si no que, fue hasta el año 2012, con esta inclusión legal, se buscó además de proteger el derecho a la vida de las mujeres, también sancionar la violación a la dignidad humana de la mujer, al considerar que su vida es un bien jurídico que debe ser tutelado por el Estado.

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La premisa general para el delito de feminicidio es la razón de género y es que en teoría se tiene un catálogo de modalidades las cuales son:

Íntimo: muerte de una mujer cometida por un hombre con quien la víctima tenía una relación o vinculo íntimo;

No íntimo: muerte de una mujer cometida por un hombre desconocido, con quien no tenía relación la victima;

Infantil: muerte de una niña menor de 14 años cometida por un hombre mayor a ella; Familiar: muerte de una mujer en el ámbito de una relación de parentesco entre víctima y victimario;

Por conexión: cuando una mujer se encuentra en el mismo escenario donde el victimario ataca a otra víctima y es asesinada por el hecho de estar presente;

Sexual sistémico desorganizado: cuando es secuestrada, torturada y/o violada y al final asesinada;

Sexual sistémico organizado: cuando una organización de personas se dedica al asesinato de mujeres con un método consciente y planificado;

Por prostitución o por ocupación estigmatizadas: muerte de una mujer que se dedica a la prostitución, camarera, masajista o bailarina en locales nocturnos, por la estigmatización social

Ahora bien, en materia de números, destacamos que la entidad mexiquense lleva dos alertas de género, en atención a los elevados índices de casos que se presentan todos los días y de los que las mujeres son víctimas, la primera fue decretada en 2015 y contemplaba 11 municipios y; la segunda en 2019, dirigida a la desaparición de mujeres, adolescentes y niñas en la entidad, por 7 municipios de la entidad: Chimalhuacán, Cuautitlán, Ecatepec, Ixtapaluca, Nezahualcóyotl, Toluca y Valle de Chalco.

Asimismo, las estadísticas señalaron que, de enero a diciembre de 2021, las entidades federativas que más víctimas de feminicidio acumulan son el Estado de México con 143; Veracruz con 69; Jalisco con 68; Nuevo León con 66 y; Ciudad de México con 65.

En esa tesitura y conforme a datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, se determino que en 23 municipios de la entidad mexiquense se concentró el 72.63% de los feminicidios registrados en los primeros tres trimestres del 2022, cifras que no dejan de aumentar.

Por lo tanto, dadas las circunstancias en las que se desarrollan las mujeres en algunos municipios y/o comunidades en el Estado de México, las medidas para prevenir y erradicar todas las formas de violencia de las que son víctimas, incluido el feminicidio, así como de la no repetición de estos actos, constituyen proyecciones que engloban un cambio radical en las formas en que la sociedad se ha desenvuelto, son parte de las exigencias sociales y el mínimo de garantismo que el Estado debería proporcionar al género femenino.

Es importante reflexionar que la violencia contra las mujeres ha sido un problema público, que debe cobrar el interés de la sociedad en general, por ser el fiel reflejo del quebrantamiento estructural social y familiar; que proviene de una relación de poder, dominio y privilegio de los hombres respecto de las mujeres.. ◊

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MATRIMONIO INFANTIL

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), ha catalogado al matrimonio infantil como una problemática a nivel mundial, a la que define como la unión legal o no; informal o consensuado entre dos personas, en donde una de las partes o ambas, son menores de 18 años.

Este tipo de fenómenos sociales se presenta desde nuestros pueblos originarios como parte de sus usos y costumbres, de su cultura o de la extrema necesidad económica que lleva apalabrar matrimonios con menores de edad a cambio de dinero, bienes, ganado, comida o simplemente para colocar a las menores bajo “mejores condiciones” que el marido pueda brindarles.

Analizando la figura de los matrimonios infantiles que afecta en mayor medida a las niñas y jóvenes mujeres; podemos señalar que nos encontramos frente a un fenómeno que a todas luces trasgrede sus derechos humanos, impidiendo su sano desarrollo y alejándolas de su entorno familiar afectando así los lazos de unidad con su primer núcleo social; de igual manera, se afecta su desarrollo físico, emocional y psicológico; sin dejar de referir que quienes son sometidas a este tipo de prácticas no concluyen sus estudios, se enfrentan a la violencia doméstica, embarazos tempranos que pueden generar afectaciones en su salud, enfermedades de transmisión sexual y, sin duda, van truncando su libre albedrio a decidir su proyecto de vida.

El matrimonio infantil es sin duda una forma más de abuso sexual, explotación y violencia que sufren quienes son sometidas a este tipo de figuras; en México, desde el 2019 se prohibió este tipo de prácticas en menores de 18 años, sin embargo, en pleno siglo XXI, aún se siguen realizando estos crueles actos contra la niñez.

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Otras realidades que presenta este fenómeno que se ampara bajo la figura de “matrimonio” es encubrir una realidad sustentada en la explotación sexual, la exposición a redes de prostitución, trata de blancas o la obligación a realizar trabajos forzados, actos que ponen fin a la inocencia propia de la edad. Conforme a un estudio que en 2020 realizó la Red por los Derechos de la Infancia, se concluyó que la entidad mexiquense es la que presenta el mayor número de matrimonios en donde una de las partes o ambas son menores de edad; afectado así su sano desarrollo físico y mental. Es oportuno referir que en el Estado de México, los usos y costumbres juegan un papel trascendental en la conformación de este tipo de prácticas violatorias de derechos humanos; ya que, principalmente los Municipios sureños de la entidad son los que presentan el mayor número de casos de matrimonio infantil, destacando el Municipio de San José del Rincón; en estos lugares, es muy común observar este tipo de hechos a pesar de ser considerados normativamente como un delito. Lo cierto es que hay mucho por trabajar para erradicar estas formas de violencia en contra de los menores de edad; principalmente de las niñas y jóvenes que siguen siendo víctimas de este tipo de fenómenos que afectan su integridad; pues la niñez, tiene reconocidos sus derechos en el artículo 4 de la Constitución Politica de los Estados Unidos Mexicanos, en donde claramente se les reconoce como titulares de derechos, cuyo interés superior del menor, debe ser una máxima para el Estado.

En esta misma tesitura la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, refuerza lo determinado por la Carta Magna, reconociéndole a este grupo vulnerable su derecho a la satisfacción de sus necesidades, el sano esparcimiento y su desarrollo integral. El garantizar el acceso a una vida libre de violencia tal y como nos lo determina el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5, Igualdad de género, de la Agenda 2030, cuya meta aspira a eliminar todas las prácticas nocivas, incluido el matrimonio infantil, precoz y forzado, hoy constituyen un tema que debemos atender y combatir, lo anterior, considerando que si generamos niños sanos, felices e íntegros, en un futuro tendremos adultos más estables que podrán contribuir al mejoramiento y desarrollo de la misma sociedad. ◊

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NUEVAS FORMAS DE VIOLENCIA. EN LÍNEA O DIGITAL

El uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, plataformas y redes sociales; ha facilitado la ejecución de actos de violencia perpetrados en contra de las mujeres, adolescentes y niñas, trasgrediendo así su privacidad, seguridad e integridad; dentro y fuera de los espacios virtuales.

Tradicionalmente, los actos de violencia se limitaban a ciertos espacios, destacando los centros laborales y escolares; sin embargo, con la llegada del internet, el auge de las telecomunicaciones y la era digital que llegaron a integrar y permear totalmente en la vida moderna; se convirtieron en un medio generador de violencia que afecta en un gran porcentaje a las mujeres, sin importar el lugar en el que físicamente se encuentren; pero este caso no para aquí; ya que, se ha comprobado que la violencia de género que se experimenta a través de las redes sociales, plataformas y dispositivos digitales, es también un factor que genera cuadros de estrés, ansiedad, e incluso, causal de suicido. Es importante mencionar que, actualmente no existe una definición adoptada a nivel internacional respecto de la violencia de género en línea o digital; sin embargo, en el 2015, la organización civil denominada Asociación para el Progreso de las Comunicaciones; la conceptualizócomo aquellos actos de violencia en razón de género, ejecutados y/o incitados en parte o en su totalidad a través del uso de las tecnologías de la información y la comunicación. Este fenómeno de la violencia de género en la era digital o en línea; se vió sumamente incrementado tras el confinamiento que se suscitó en México y en el mundo derivado de la pandemia por el virus de Covid-19; lo anterior, en virtud de que, tanto el desempeño de las diversas actividades laborales y escolares; así como la búsqueda de espacios de distracción y esparcimiento, se desarrolló a través de las diversas plataformas y redes sociales; convirtiéndose así en un medio más de vulneración a los derechos fundamentales del género femenino.

Dentro de los principales actos de violencia de género al que se enfrentan las mujeres, jóvenes y niñas a través de medios electrónicos y digitales; se encuentra el hostigamiento, la difamación, el acoso sexual, las burlas; intimidación, odio y la explotación sexual, por mencionar las más comunes.

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En este contexto, es relevante referir que dentro de los espacios y plataformas en los que se presentan el mayor número de actos de violencia de género en contra de las mujeres, se encuentran las redes sociales tales como Facebook, Instagram, YouTube, Twitter y Tik Tok; los servicios de correo electrónico, de mensajería instantánea como WhatsApp, Messenger; Snapchat; plataformas como Tinder, Hinge, Grindr; blogs; sitios de intercambio de imágenes y videos; Reddit; por referir algunas.

Dando continuidad a esta ola de violencia a través de los medios tecnológicos, encontramos también a los videojuegos, los cuales, cobraron gran auge en la década los 80’s, y que también se han convertido en generadores de una cultura de violencia, incluida la de género; en dónde los consumidores reproducen los esquemas de violencia que observan; asimismo, cabe hacer mención que este tipo de juegos electrónicos están hechos principalmente para los hombres, sobreponiendo el género masculino sobre el femenino; sin dejar de considerar que actualmente con los juegos en línea, los actos de acoso, ofensas y denigración hacia las mujeres se ha convertido en una constante.

Y no podemos dejar de considerar aquellas páginas, plataformas y sistemas de mensajería utilizados por usuarios que buscan entablar algún tipo de relación casual, y que, a través de éstas, ponen en peligro la seguridad e integridad de las mujeres.

Los teléfonos celulares, los localizadores, las computadoras, tabletas, asistentes virtuales y demás herramienta digital y/o electrónica; se han convertido en elementos facilitadores de actos de violencia en contra de las mujeres, adolescentes y niñas; no sólo de la entidad mexiquense, sino a nivel incluso mundial; colocándolas en una ambiente de vulnerabilidad que las lleva no sólo a padecer de actos violentos; sino que también, las expone a otro tipos de peligros y delitos como la trata de personas, el narcomenudeo, la prostitución, la pornografía e incluso puede cobrar la vida de quienes son victimas de ello.

Ante estos nuevos tipos de violencia que se ejecutan a través de internet, claramente podemos concluir que nos encontramos en una nueva era de violencia en razón de género que encontró a través de la web, un espacio más en el que puede desarrollarse; traspasando así las fronteras y haciendo casi imposible su detección y, por ende, su erradicación. ◊

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CIBERACOSO

La violencia de género expresada a través del ciberacoso, no es un tema nuevo, ya que, con la llegada del internet tuvo sus primeros inicios, creciendo de manera acelerada con el avance de las tecnologías y ante la gran permeabilidad que las redes sociales han presentado en el desarrollo de las actividades diarias.

Es preciso aclarar que, el ciberacoso y el ciberbullying son la misma figura, su diferencia radica en quién ejecuta el acto, ya que; el primero es realizado principalmente por jóvenes; mientras que, en el segundo, los hombres son los principales acosadores, es importante recordar que en muchos de los casos el agresor no logra ser plenamente identificado, pudiendo encontrarse en cualquier parte del mundo y ejecutar sus actos en el momento del día en que así lo decida.

A diferencia del acoso “tradicional”, el ciberacoso se ejecuta con mayor agresividad, lo anterior, en virtud de que el agresor realiza el acto a través de un dispositivo y no así en persona; lo que le da más confianza, impulso y facilidad para ejecutar la conducta, por encontrarse al amparo de la opacidad que la misma red o la falta de inmediatez le brinda.

El problema del ciberacoso también se intensifica en virtud de la celeridad, y viralidad con la que este tipo de conductas se presenta y se dispersa a través de la web; en dónde fácilmente el público en general puede sumarse al acto de acoso, compartiéndolo, reaccionando o incluso agravándolo.

El ciberacoso es sin duda una expresión más de la violencia de género, en el que se encuentran más vulnerables aquellas mujeres entre los 18 y 30 años de edad; quienes se ven expuestas a actos de burlas, insultos, amenazas, humillaciones, difamaciones, circulación de información, imágenes o videos confidenciales e incluso con contenido sexual.

No es una novedad referir que el ciberacoso se ha convertido en el fiel reflejo del quebrantamiento en los valores sociales; así como en la falta de educación y cultura por parte de la población; en el que sobresale el alto grado de machismo y misoginia que circula en las redes sociales y del que se desprende la ausencia de control y vigilancia por parte de los padres de familia respecto de las cosas que sus hijos observan, realizan o en las que se involucran a través del internet.

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Conforme a datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las mujeres son quienes sufren más actos de ciberacoso de índole sexual que los hombres; y es el género femenino, quien experimenta mayor sentimiento de miedo e inseguridad ante dichas situaciones. Asimismo, dicho Instituto señaló que, en el 59.4% de los casos que se tiene conocimiento, el acosador no fue identificado; en un 23.5% se detectaron a personas conocidas y; el 17.1% se identificó a personas desconocidas.

Respecto al Estado de México, el INEGI reportó que, durante el 2021, cerca del 20.8% de la población mayor de 12 años fue víctima del ciberacoso, sobresaliendo aquellas situaciones en las que fueron contactadas a través de cuentas falsas, recibiendo mensajes o llamadas ofensivas; o recibir contenidos y/o propuestas de índole sexual.

Este tipo de cánceres sociales, que se cometen valiéndose de elementos que cubren la identidad de los agresores, se están presentando cada vez con mayor frecuencia; aprovechándose de la facilidad con la que se pueden crear cuentas falsas para contactar a las víctimas y así ejecutar los actos de acoso en contra de las mujeres, adolescente e incluso niñas, haciendo casi imposible su detección; por operarse a través de servidores difíciles de rastrear.

No es menester referir que, las redes sociales se están convirtiendo en ejes rectores de las conductas, principalmente en el caso de los jóvenes; quienes utilizan la web para ejercer actos de violencia, burlas y acoso, mismo que están cayendo en la cotidianeidad y que pareciera se están normalizando, sin preocuparse o simplemente considerar las grandes afectaciones emocionales y psicológicas que se están generando en las víctimas.

Y es que el tema no concluye ahí; ya que, de igual forma se están adoptando conductas agresivas a través de las redes, afectando la integridad de las victimas por seguir una “moda”; por formar parte de determinados grupos sociales o simplemente porque “los demás también lo están haciendo”.

El ciberacoso se ha constituido en esa conducta que al amparo de una red está vulnerando los derechos humanos de las mujeres, adolescentes y niñas quienes son asechadas, molestadas, engañadas, extorsionadas, humilladas e incluso amenazadas, poniendo en peligro el pleno goce de sus derechos humanos y trasgrediendo principios y valores que se “supondría” debería imperar en el desarrollo de cualquier sociedad. ◊

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SEXTEO O SEXTING

No cabe duda que las redes sociales han llegado para revolucionar las formas en la que los seres humanos nos relacionamos; con nuevas tendencias, retos y formas de interactuar y que se valen del internet para generar un contacto virtual de una manera acelerada y sin límites de fronteras.

El sexteo o sexting surge como una nueva tendencia consistente en el intercambio de fotografías íntimas y/o videos de índole sexual; en los que principalmente se expone alguna parte del cuerpo de manera erótica o al desnudo; se exhibe alguna posición o actos de intimidad; se remiten mensajes de texto con contenido sexual implícito, entre otras prácticas de este estilo que son enviados a través de dispositivos móviles o redes sociales, todo ello de manera consensuada y libre entre las personas involucradas.

Este tipo de prácticas se ha convertido en una actividad común, principalmente entre los jóvenes, quienes a través del sexteo o sexting están encontrado un medio de expresión sexual; cabe referir que, este tipo de tendencias no son exclusivas de la juventud, pues otros grupos de otras edades también se ven involucrados en este tipo de prácticas.

Ahora bien, sin entrar a calificar si dicha actividad es positiva o negativa; lo cierto es que, el grado de peligrosidad y riesgo al que se expone el material circulado es muy alto; poniendo a la persona en un estado de vulnerabilidad, ya que, el destinatario o cualquier otra persona que tenga acceso al contenido, puede llegar a hacer un mal uso del mismo, generando una sobreexposición en las redes sociales, e incluso, se pueden presentar otro tipo de conductas que vulneran la seguridad de quien las protagoniza, tales como el ciberacoso, el ciberbullying, sextorsiones e incluso, puede caer en manos de redes de pornografía o trata de blancas.

Es importante mencionar que, en este tipo de tendencias el consentimiento juega un papel muy importante, destacando que existen dos diferentes momentos en los que éste se debe otorgar, esto es, en un primer momento al realizar la conducta íntima o sexual y; en un segundo momento, al permitir conservar, almacenar, publicar, reproducir o difundir el material; ya que, no por haber consentido la toma o la grabación significa que el destinatario pueda hacer uso del mismo.

No es menester referir que, una vez que alguien remite algún tipo de material de sexteo a través de un dispositivo móvil, tableta, computadora, cámara digital o incluso a través de un videojuego, pierde totalmente el control del contenido que está remitiendo.

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En este punto, también es importante referir que, el avance de las tecnologías actualmente permite la manipulación o recreación de imágenes o escenas, mismas que pueden ser utilizadas para exponer a las víctimas al escrutinio social, esto, enciende las alarmas ante el cuidado que la población debe tener respecto del contenido que remite y de estar plenamente consciente de los fines para los que puede ser utilizado.

La exposición del material producto de la práctica del sexting es una clara vulneración a la intimidad y la seguridad de quienes la ejecutan; y desafortunadamente, se ha convertido en una forma más para generar violencia en contra de las mujeres.

Estas tendencias están generando nuevas prácticas que ya comienzan a tipificarse como delitos; encontrando a la sextorsión, misma que consiste en el chantaje o extorsión de hacer públicas o circular material con contenido íntimo o sexual; asimismo, el ciberbullying que se ha convertido en una tendencia, en la que los usuarios indiscriminadamente reaccionan, insultan o circulan este tipo de sexting; haciendo viral su contenido y afectando la integridad de quien protagoniza el material.

Con lo anterior, podemos arribar que, las tecnologías también se han convertido en una herramienta para expresar la libertad sexual, sin embargo, el verdadero problema del sexteo o sexting, es el riesgo que implica para quienes lo practican, pues los materiales fotográficos o videograbados pueden ser utilizados para acosar, amenazar, asechar, insultar y trasgredir los derechos humanos de quienes ejecutan estos actos en tendencia; convirtiéndose en un medio más para generar violencia y afectar la integridad, dignidad y estabilidad emocional de quienes se convierten en victimas de este tipo de conductas. ◊

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DOXING

La palabra Doxing proviene de la frase en inglés dropping docs que se refiere a la obtención y difusión no autorizada de información de carácter personal, este término se popularizo en 2014, a raíz del Gamergate, movimiento de misógino contra las mujeres principalmente en el mundo de los videojuegos.

El doxing es una modalidad de ciberacoso (del que ya te platicamos en esta edición), que ha cobrado gran auge en este 2022; y que consiste en compartir o difundir información personal, sensible o íntima; con la finalidad de acosar, amenazar, vengarse o exhibir a alguien; invadiendo su privacidad e incluso, proporcionando su información para generar una vía de continuación de estos actos de molestia

Este tipo de conductas ilícitas, también versan sobre documentos laborales, fotografías, videos personales o información vinculada con el entorno familiar; convirtiéndose en un tipo de coacción digital; al respecto, las tendencias señalan que las principales víctimas del doxing son las mujeres..

Y es que, actualmente la exposición de información privada a través de internet es muy alta, lo anterior, en consideración a la cantidad de datos que se proporcionan simplemente para crear una cuenta o algún perfil; al vincular nuestras diferentes redes sociales, al proporcionar ubicaciones, direcciones o la exposición de fotografías que gráficamente proporcionan elementos que pueden ser utilizados para ejercer doxing.

En este caso, no sólo se trata de la información que proporcionamos, sino también, a la que damos acceso o consentimos ingresar, entre ella, a nuestras galerías, ubicación, contactos y demás datos que almacenamos en nuestros dispositivos móviles, tabletas o computadoras; y es que, la realidad nos dice que, si no autorizamos y ponemos a disposición la información requerida, pues simplemente no tendremos acceso a las plataformas, aplicaciones o servicios que requerimos o a los que queremos ingresar como parte de nuestra navegación por la web.

Las plataformas y páginas para generar citas o relaciones casuales, son los principales centros de captación de información privada, que posteriormente es utilizada para vulnerar el derecho a la privacidad y así causar una afectación en la esfera íntima de las personas.

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El doxing se ha convertido en una práctica más de violencia de género a través de las nuevas tecnologías de la información y la telecomunicación, que se inmiscuye en la vida privada de las víctimas con el único propósito de generarle una afectación de manera consciente e intencional. ◊

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IMPULSOS LEGISLATIVOS PVEM

Es momento de platicarte del trabajo que el Partido Verde Ecologista de México, en el Estado de México, ha realizado a fin de combatir la violencia de género que padecen las mujeres en los distintos ámbitos en los que se desarrollan, menoscabando el goce de sus derechos y generándoles en muchas de las ocasiones afectaciones de difícil reparación.

Nuestra lucha no ha cesado, debido constantemente hemos presentado a la Legislatura del Estado diversos instrumentos legislativos con los que buscamos abonar para que el principio de igualdad de género sea cada vez una realidad; y que las mujeres puedan acceder a una vida libre de violencia.

Hemos presentado una iniciativa de reforma para implementar la castración química en violadores, quienes atentan contra integridad sexual, física y psicológica de las mujeres, esto, como parte de las medidas de prevención y erradicación de conductas delictivas en contra del género femenino.

Asimismo, nos dimos a la tarea de proponer que cada uno de los 125 Municipios del Estado de México, cuenten con un refugio para mujeres que viven en un entorno de violencia, brindándoles seguridad y protección ante el peligro que corre su integridad e incluso su vida.

Pensando en las jóvenes mexiquenses, impulsamos un Punto de Acuerdo para prevenir la violencia en el noviazgo, considerando que ya desde esta etapa, las mujeres se enfrentan a conductas violentas por parte de sus parejas, situación que con el tiempo se va acentuando y que desafortunadamente se van convirtiendo en actos consentidos y poco denunciados.

También presentamos una iniciativa para impedir los matrimonios infantiles concertados por tradiciones, usos y costumbres, con los que se vulnera la voluntad de los contrayentes y las expone a la violencia doméstica y la explotación sexual.

Otro de nuestras grandes aportaciones, fue exigir la inclusión de la Ley Olimpia, dentro de la legislación vigente del Estado de México, con la que se busca reconocer a la violencia digital o ciberviolencia que se perpetra en contra de las mujeres.

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Asimismo, pugnamos por la destitución permanentemente de los docentes o personal administrativo que cometan acoso u hostigamiento sexual contra estudiantes; buscamos penas ejemplares para abusadores y prisión vitalicia para quienes reincidan en este tipo de delitos.

Estos fueron, soló algunos de los impulsos que el PVEM abanderó en su constante trabajo y lucha a favor de las mujeres, pues estamos convencidos que ante la gravedad y el incremento de violencia que las aqueja, es indispensable despertar, mantenernos en pie de lucha y para que juntos podamos abatir las condiciones que vulneran el pleno ejercicio de sus derechos humanos.

En el Partido Verde queremos que las mujeres puedan salir a las calles sin peligro, que en sus hogares y trabajos sean tratadas con respeto; que puedan ejercer la política y cargos públicos sin sentirse atemorizadas o amenazadas; queremos que cada mujer en el Estado de México se encuentre libre de todo tipo de violencia. ◊

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CONCLUSIÓN

La violencia de género es un tema que trasciende lo privado para convertirse en un tema de interés general; con graves afectaciones al garantismo de los derechos humanos de las mujeres; por lo que, consideramos que es importante que nuestros lectores estén informados y cuenten con un panorama mínimo de lo que representa esta problemática social que, se ha ido adaptando e incluso ha buscado nuevos espacios y formas para manifestarse y sobreponerse a la integridad y respeto del género femenino.

A nivel internacional, nacional y estatal, se ha generado un marco normativo que busca proteger la integridad de las mujeres y erradicar todo tipo de violencia en su contra; sin embargo, como te pudiste dar cuenta en el desarrollo de nuestros artículos; los roles sociales, la cultura, la impunidad y el abuso de poder, han sido factores y la plataforma perfecta para que esta problemática social persista y siga creciendo en los hogares y en la sociedad.

En el Partido Verde Ecologista, estamos convencidos de que el combate a la violencia de género es un tema que no debe ser postergado, que las altas cifras que invaden este cáncer social no pueden ser ignoradas, ya que, desafortunadamente, la violencia forma parte de la vida de muchas mujeres en nuestra entidad y en el mundo; alzar la voz y no tolerar este tipo de conductas debe ser el primer paso en la batalla contra su erradicación; exigir a las autoridades seguridad para las mujeres es un derecho de todos y todas; detener los actos y cadenas de violencia en contra de las mujeres, es posible.

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“En el Partido Verde luchamos por que todas las mujeres estén sanas, felices y fuertes“

José Couttolenc

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Pugnaremos por la erradicación de la violencia contra las mujeres, niñas y adolescentes.

Seguiremos luchando por que la castración química a violadores sea una realidad en el Estado de México.

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