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fin de semana

elCaribe, SÁBADO 18 DE ENERO DE 2014

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El enamorado de la música Lockward dijo una vez que había compuesto más de mil canciones, y que recordaba a “Felicidad” como la más vieja, de aproximadamente 1936, la cual fue dedicada a una novia que tenía en ese momento, motivo sentimental que fue la causa de muchas otras de sus composiciones. Pero también indicó en diferentes entrevistas que sus experiencias de vida, la belleza exterior y el comportamiento de damiselas eran constantemente su fuente de inspiración. El artista cantó muchas serenatas en Puerto Plata y Santiago, lo que ayudó en los amoríos de varios de sus amigos. En su vida musical nunca dejó el canto, grabó varias canciones y muchas fueron grabadas por artistas nacionales y extranjeros, por las cuales la Peer International le pagaba por el derecho de autor, suma que nunca fue grande, pero que Lockward recibía con gran orgullo. Su amor por su país lo demostró en las numerosas composiciones dedicadas a su tierra, tales como “Canto a Jarabacoa”, “Santiago”, “Santiaguera”, “Ciudad Mocana”, “Puerto Plata” y “Allá en mi juventud”, que también es sobre su tierra natal. En la fotografía, publicada el 11 de abril

Premios y galardones El 24 de marzo del 2005, Juan Lockward se despidió de este mundo, como todo un ganador, un ilustre compositor, que no se sirvió de letra insulsa, ni de letra ofensiva. Con sus canciones se han desprendido lágrimas de emoción y se han sentido latidos amorosos de corazón. Nos brindó música para los enamorados, para las parejas, para las almas, música sensible que nos pone en contacto con sentimientos puros de amor al género humano y amor a la patria. Este “abuelo del romance musical”, como atrevidamente nos damos la libertad de llamar, tiene el logro de una carrera intachable, honesta,

de 1970, vemos a Teté Marcial, exquisita cancionera, mientras cantaba a dúo con Juan Lockward en un homenaje que le rindió a este último el Club Hijos de Quisqueya, en Nueva York.

Su logro más grande: su familia “Alumbra mi camino con tu mirar divino, morena”. A principios de la década del 30, del siglo recién pasado, Servia Tulia, dominicana con muchos años de residencia en Nueva York, cuando contaba 18 años de edad, vino de vacaciones a su país. Fue un día a bañarse al río Yaque del Norte y de regreso a su casa, con el pelo mojado, se encontró con Juan, quien era conocido porque le llevaba serenatas a muchas de las jóvenes de Santiago. Ella se enamoró del cantante y el cantante quedó flechado con la bella joven del pelo mojado. Ella, Servia Tulia Torres, no regresó a Nueva York,

se quedó en Santo Domingo, y en 1935 contrajo nupcias con Juan Lockward, quien es posible que le dijera “siento que estás a mi lado, que no te has marchado tan lejos de mí”, cercanía que se mantuvo, porque llegaron a cumplir 70 años de estar el uno al lado del otro. Este matrimonio procreó nueve hijos, de los cuales Teresa y Servia Altagracia aparecen en esta foto acompañando a sus padres, junto con algunos nietos. En el extremo derecho, Servia Altagracia, jefa de Archivo de OGM y gran asistente para la confección de esta Página en honor a su padre y de todas las Páginas de esta sección Retro.

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humilde y por eso muy grande. De ser hombre de familia, sin escándalos, sencillo, por lo que hoy sus hijos y amigos llevan su imagen en alto y sus letras lo ponen en un sitial donde solamente llegan los elegidos. Sus canciones eran, son y serán un referente musical que no descansan en los oídos nacionales o extranjeros, que constantemente escuchan su “bordoneo”, la magia de su media voz y su melodía, interpretada prácticamente hasta el infinito. Esta foto de 1989 parece reflejar lo que fue su vida: la composición e interpretación de su lirismo, a quien se aprecia haciendo lo que le gustó y lo que brindó: buena música.


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