elCaribe, SÁBADO 21 DE JUNIO DE 2025 elcaribe.com.do
Cuando el infierno queda aquí al lado
Pedro Delgado Malagón brinda una segunda entrega de su imperdible análisis sobre la situación de Haití y define qué actitud debe tomar nuestro país. P.5
Sobrevivientes de la heroica gesta 14 de junio
Con los testimonios de Poncio Pou Saleta y de Isidro Jiménez Grullón, OGM cierra el homenaje a los héroes y mártires de la “Raza Inmortal”. P.7
Luchy Plasencia y su pasión por la escritura
Es la primera escritora dominicana que ha ganado un premio en la plataforma de Amazon, y creadora del mayor repositorio virtual de libros. P.10
Hollywood no siempre ha sido un bosque encantado (ll) Cultura
Secuelas y remakes no tienen un objetivo artístico, solamente sacar más cuartos
JOSÉ MERCADER
666mercader@gmail.com
Con muchísima frecuencia, por mi especialidad de caricaturista y estudioso del rostro, le encuentro el doble a buena cantidad de gente que conozco. Para citar unos cuantos: Cynthia, secretaria de la Regional Norte de Cultura (2019) me recordó inmediatamente a Jaqueline Picasso. El mariachi Caballero, sin sombrero, es el personaje Hell Boy. Antonio Taveras, el senador agroindustrial, me trajo a la memoria a Hopalong Cassidy. En la película turca Masum, encontré a Mariano Hernández al igual que en El Vuelo del Cucú. En la serie turca también, Karadayi, un gángster bueno, Dalyan, es el mellizo de Ray Vásquez, el arquitecto y ciclista conocido con el mote de “El americano”. Defelt, que es uno de los locos del “Nido del Cucú” de Milos Forman, es, por lo menos, primo de Amable Aristy. Jean-Baptiste Belley conocido como Mars e inmortalizado por Anne-Louise Girodet en 1797 y es exactamente Peña Gómez. Y la lista es larguísima. Omar Fortuna es, manque sea, sobrino de Sanvitor, mi mecánico de Pontezuela y vecino de Leonardo Padura. Juampa, carnavalero de Cotuí, viene de la misma tribu que Johnny Ventura, y hay más. entonces, ¿por qué en Hollywood tienen que poner a Anthony Hopkins como Picasso que no pega ni con almidón de chichigua? Ni Molina como Diego Rivera en “Frida”. Porque cuando se trata de un personaje de la vida real no basta la interpretación, el rol. Es importante el parentesco, para que sea creíble. Pero a mí no me crean. l
Curly Howard. FUENTE EXTERNA
historia de la medicina
La salud durante la ocupación haitiana
salón de la fauna
una institución que agrupaba tí era muy difícil regular el ejercicio médico porque los militares protegían a algunos curanderos y otros que habían
taba formado por los doctores
rante la invasión haitiana a nuestro territorio se cerró la Universidad ylos
des de sus empleados, lo que motivó a que los servicios médicos fueran muy deficientes. La aguda escasez de personal médico calificado fue una constante en ese periodo en la isla Española.
La medicina en Haití siguió en los primeros años del siglo XIX todas las normas francesas que estaban en la Isla. Una de ellas fue el jure medical o Juro Médico que trajeron e implantaron en la parte este de laisla. El Juro Medico Dominicano nació con la Independencia de la República Dominicana, como herenciadel Jure Medical Haitiano, establecido durante la ocupación militar haitiana, fue el organismo gubernamental regulador del ejercicio de las profesiones médicas. Se formalizó como un reglamento en 1882 y como ley en 1883. En 1808 el gobierno de Petion creó Escuelas de Salud en Puerto Príncipe y Los Cayos, en Haití y formó una comisión que examinaba a los aspirantes al ejercicio médico y le denominó Jure Medical. En la Escuela de Medicina de Haití en 1823 se establecía que los alumnos que quisieran ejercer la Medicina debían “sufrir examen en presencia de un Jurado Medico, para obtener la autorización necesaria parapracticar como Médico o Cirujano”. En la parte este de la isla el Dr. Antonio María Pineda en 1815 intentó establecer sin éxito el protomedicato,
quier otra profesión recibían clases particulares. El Juro Médico regulaba también el ejercicio farmacéutico autorizando la apertura de farmacias, como en 1827 cuando autorizó la apertura de la farmacia a Wenceslao Guerrero. En 1830 en Haití se crearon la Escuela de oficiales de Sanidad y la Escuela Nacional de medicina. Muchos ciudadanos que vivían en la parte este de la isla se trasladaban a Haití para presentar sus exámenes.
También clasificaron a los hospitales en tres categorías y que se aplicaba a los médicos de esos centros, y de esta forma surgen los médicos de primera, segunda y tercera clase.
En 1822 en el mes de junio se reabrió la universidad, que estaba situada en la Iglesia del Ex conventode predicadores, la orden de los dominicos. El rector doctor Francisco González Carrasco, le pidió aldoctor López de Medrano, catedrático de medicina pronunciar las palabras de agradecimiento al presidente Boyer. En la facultad de derecho se tenían como profesores a las figuras relevantes del mundo jurídico de aquellos años. La idea era convencer a Boyer de las ventajas para la ciudad de SantoDomingo y por ende para el gobierno de ocupación de una plataforma adecuada de formación yprogreso. Pero lamentablemente las buenas intenciones no bastaron y al año siguiente se cerró de nuevo la Universidad. l DR. HERBERT STERN
Monseñor H.
R. Rodríguez
(DÉCIMA CIBAEÑA)
Bonita palabra dijo
Ei monseñoi de Santiago
Aunque no fueron halago
Tampoco fue que maidijo
Poique éi ej un buen hijo
De la Iglesia ei Vaticano
Dei papa, éi e su heimano
Dei que habló con to repeto
Pa defendei ei derecho
De to lo dominicano.
Habló de la inmigración Y de acusacione seria
Dei tranpoite como feria Y llamó a refleixión
No hay que abusar con camión
Pue dice que desaj noticia
Hay mucha que son ficticia Y son paquete e mentira
Eso ha provocado la ira Y ei tema sigue que afixia.
l JOSÉ MERCADER
Hollywood está lleno de monstruos y locos
•Para interpretar el rol de Alberto Giacometti en la película “Final portrait” de Stanley Tucci, se eligió a Geoffrey Rush, el capitán Barbossa de “Los piratas del Caribe”. El parecido es perfecto, sin embargo, es decepcionante el carácter de cascarrabias atribuido al escultor. O Geoffrey es mal dirigido, o él sigue siendo Barbossa con ropa de bohemio parisino. Es fácil comprobarlo porque existe un documental en el que se puede captar, al vuelo, el carácter tímido, tranquilo, humilde y humano del artista. Barbossa lo convierte en un Pitufo Gruñón, arrogante, maleducado, & C.
•En una serie de Netflix, El ministerio del tiempo, donde presentan pasillos con numerosas puertas que se abren en una fecha o en un año específico para ir al pasado y velar por que nada altere la Historia, aparecen personajes cuyo parecido es tal que nos da la impresión de haber viajado al pasado con ellos. El general Ambrosio Spínola que se hizo famoso en el cuadro “La rendición de Breda” de Velázquez más que en sus batallas contra los holandeses; Federico García Lorca y Salvador Dalí que se le ve hasta mejor, menos arrogante y menos pretencioso. ¡Qué toque mágico, el parentesco! Y no es Inteligencia Artificial.
•La muerte de Jerome Lester Horwitz o Curly Howard, el gordo de “Los tres chiflados” y físico de profesión, es igualito al Rey de Inglaterra Henry Vlll. Después de más de 200 películas, parece que no les importó mucho y el hermano mayor de Curly y Moe, Shemp, reemplazó al simpático gordito con una actuación que da-
ba pena por lo aparatosa en su empeño de hacerse el gracioso. Peor fueron los que vinieron luego como sustitutos de Curly. Esa es la vaina de Hollywood, que cuando inventan una maquinita de hacer cuarto no los para ni su madre.
•En las películas de vaqueros de los años 40, 50, 60, todas en blanco y negro, podíamos apreciar la destreza de los actores cabalgando sus caballos a toda velocidad, detener la diligencia y hasta, en algunas, exhibición fortuita, como la que hizo John Wayne joven sobre dos “mustangs” al galope con un pie en uno y otro en el segundo. Pero lo que nunca pudimos descifrar fueron dos cosas: 1. ¿Cómo diablo corría la diligencia si sus ruedas giraban en sentido contrario del movimiento? Se produce una ilusión óptica según nos contó el Dotol Suárez en sus magistrales clases de Física. Lo otro era, ¿cómo lograban los vaqueros saltar des-
de un balcón y caer en la silla del caballo que los esperaba atrás, luego de un silbido cómplice? La preocupación y la incógnita no era por el silbido, ni por la silla de montar y menos por el lomo del caballo.
•Si hay una cosa en el cine que no tiene sentido, es querer hacer la biografía de un actor. ¿A quién se le puede ocurrir escenificar a Chaplin? ¿No es una pendejada de mal gusto poner a alguien a imitar a Cantinflas? ¿Puede Hollywood reemplazar a Curly Howard en “Los Chiflados”? y menos en la película. Y ahora, los mexicanos, copiones, quieren poner un monigote que haga de Chapulín.
•Los “remakes” o repeticiones, en su afán de dinero, no aportan nada al arte cinematográfico.
Uno de los peores que he visto fue “La fille du puisatier” (la hija del pocero) en la que Daniel Auteuil, que le falta imaginación y creatividad, y que le sobra codicia, pretende meter a Kad Merad en el rol que inicialmente jugó Fernandel en 1940. Es, sencillamente, conseguir fama y dinero a costilla del talento de otro. ¡Voila!
•Finalmente, y cayendo en Santo Domingo, a nosotros, más que “ley de mecenazgo”, necesitamos un escuela para poder empezar dentro de 30 ó 50 años. Es claro que confundimos los cuadros de comedia de la televisión, o las discusiones de cualquier pulpería para engachar a “actores” que, aparte de mal actuar, hablan más duro que un sordo. Obviaron la escuela cinematográfica que debe pasar por Chaplin, Eisenstein y un buen etcétera. Nos salvan los turcos con sus kilométricas series bien elaboradas, inspiradas en la literatura rusa, en muchos casos, y, buenos guionistas como Harlan Coben (“El Bosque”, “Engaños”, “Quédate cerca”, “No hables con extraños”, “Ni una palabra”…) que está elevando las policíacas mucho más allá de donde la dejaron Conan Doyle y Agatha. l
German Monster. F. E.
Jean Baptiste Belley por Anne-Louise Girodet.
Fernandel. F. E.
Miss Ratched. F. E.
Jacqueline Rocque 1954 by Pablo Picasso.
Kenneth MacDonald. F. E.
Moe Howard. F. E.
Jacques Tati. F. E.
Hollywood en 1960. F. E.
Jack Palance. F. E.
<
4 Cultura
George Orwell y el elefante (2 de 2)
PEDRO CONDE STURLA pinchepedro65@yahoo.es
El oficial comprende oscuramente que tiene que matar al elefante. Tenía que matarlo para impresionar a los nativos, para merecer su respeto, para guardar las apariencias, por algo tan banal como el mantenimiento de su imagen pública. En el fondo, sin embargo, siente que el elefante no se merece la muerte:
“Es una cosa seria matar a un elefante de trabajo —comparable a destruir una maquinaria grande y costosa— y es obvio que no debe hacerse si puede evitarse. A la distancia en la que se encontraba, comiendo pacíficamente, lucía tan peligroso como podría ser una vaca».
No quería matarlo, en principio. El animal le inspiraba simpatía, le inspiraba quizás admiración y hasta le inspiraba ternura:
«Lo miraba batir los mazos de hierba contra sus rodillas, con ese aire de abuela preocupada que tienen los elefantes. Me parecía que dispararle sería un crimen. A aquella edad no tenía muchos escrúpulos para matar un animal, pero nunca había matado un elefante ni querido jamás hacerlo. (De alguna manera siempre luce peor cuando se trata de un animal grande)».
El problema es que la multitud que se había congregado en el lugar quería pan y quería circo, estaba sedienta de sangre y ávida de carne. Esperaba que el oficial cumpliera con lo que el rifle en sus manos prometía. El oficial sentía la presión a sus espaldas, la vehemencia de la multitud. Ahora no podía dar marcha atrás. El elefante le infundía desde luego cierto temor, pero su mayor miedo era quedar mal, lo aterrorizaba hacer el ridículo frente a aquella multitud. La multitud quería que él matara al elefante, pero también seguramente quería que el elefante lo matara a él. No podía permitirse fallar; «El único pensamiento en mi mente era que, si algo salía mal, esos dos mil birmanos verían cómo un elefante me iba a perseguir, atrapar y destruir, reduciéndome a un cadáver con los dientes expuestos, como el del indio en la colina. Y si eso ocurría, era bastante probable que muchos de ellos se rieran. Jamás permitiría que eso me pasara». Entonces era evidente que tenía que matar al valioso y majestuoso elefante. Estaba ahora obligado a matarlo. El era sólo una pieza de un deshumanizado engranaje del dominio colonial, lo presionaban desde arriba y desde abajo y tenía que cumplir su cometido. Hacer lo que le
repugnaba hacer:
«Cuando halé el gatillo, no escuché la detonación ni sentí el golpe del retroceso —nunca se siente cuando has acertado el tiro—, pero escuché el rugido de alegría diabólica que emanó de la muchedumbre. En un instante, muy corto aún, pensaría uno, para que la bala lo hubiera alcanzado, un cambio misterioso y terrible se había producido en el elefante. Ni se sacudió ni cayó, pero cada perfil de su cuerpo se había alterado. De repente lució conmocionado, encogido, increíblemente viejo, como si el impacto de la bala lo hubiese paralizado sin derribarlo. Al final, después de lo que pareció un largo tiempo —quizás cinco segundos, me atrevería a decir— se postró flácidamente de rodillas. Su boca babeaba. Una pátina densa de senilidad parecía haber caído sobre él. Cualquiera habría imaginado que tenía miles de años».
El elefante herido adquiere una dignidad impresionante. Adquiere la dimensión de un coloso. El disparo se siente como un ultraje. Cada disparo es un nuevo ultraje. Una irreparable ofensa a su salvaje inocencia. Nótese la maestría con que Orwell describe el episodio, la intensidad y dramatismo que adquiere la narración:
«Disparé de nuevo en el mismo punto. Con ese segundo disparo no cayó sino que, con desesperante lentitud, patas temblorosas y gran debilidad, se puso de pie e inclinó la cabeza con languidez. Disparé por tercera vez. Y ese fue el tiro que lo acabó. Se podía ver cómo la agonía agitaba todo su cuerpo y destruía los últimos remanentes de fuerza en sus miembros. Pero al caer, pareció levantarse por un momento porque cuando sus patas traseras colapsaron, cual una roca que se voltea, dio la impresión de que se elevaba, con su tronco al cielo, como un árbol. Hizo sonar su trompa por primera y única vez. Y entonces se desplomó, su panza hacia mí, con un golpe que hizo temblar la tierra incluso hasta donde me hallaba». Al final, el oficial parecería que se arrepiente de su trabajo, toma un poco conciencia de lo que ha hecho y de la inutilidad de su presencia en aquel lugar. Además, la desesperante agonía del gigante que acababa de abatir le resulta insoportable:
«Me levanté. Los birmanos ya me sobrepasaban corriendo entre el lodo. Era obvio que el elefante no podría levantarse más, pero no estaba muerto. Respiraba rítmicamente con jadeos muy
largos, y su costado voluminoso subía y bajaba de manera dolorosa. Su boca estaba muy abierta —podía ver muy adentro en las cavernas rosadas de su garganta—. Esperé un largo rato a que muriera, pero su respiración no se hacía más débil. Finalmente, disparé los dos cartuchos restantes en el punto donde creí que debía estar su corazón. La sangre brotó de él espesa como un terciopelo rojo, pero aun así no murió. Cuando los tiros entraron en su cuerpo ni siquiera reaccionó, continuó sin pausa su respiración torturadora. Estaba muriendo muy lentamente, con gran agonía, pero en algún mundo remoto, lejano del mío, donde ni siquiera una bala podría hacerle más daño. Sentí que debía poner fin a ese ruido espantoso. Era horrible ver a aquella gran bestia, yaciendo ahí, sin fuerzas para moverse y sin fuerzas para morir, y ni siquiera ser capaz de terminar con ella. Mandé a buscar mi rifle pequeño y disparé un tiro tras otro en su corazón y en el fondo de su garganta. No parecieron causar efecto alguno. Los jadeos angustiados continuaron tan persistentes como el tictac de un reloj. Al final, no aguanté más y me largué de allí. Después escuché que le había tomado media hora más morir. Los birmanos estaban trayendo cuencos y cestas incluso antes de mi partida, y me contaron que, para la tarde, ya habían descarnado su cuerpo hasta dejarlo casi en los huesos».
La muerte del elefante no tendría, por lo demás, mayores consecuencias. Sólo daría un poco que hablar. Solo le dolería verdaderamente a su dueño, que no era una persona importante.
«Por supuesto, durante un tiempo, hubo discusiones interminables acerca de la muerte a tiros del elefante. El dueño estaba furioso, pero solo era un indio y nada podía hacer. Además, yo había actuado de manera correcta según la ley, porque a un elefante enloquecido hay que matarlo, como a un perro, si su dueño no puede controlarlo. Entre los europeos las opiniones estaban divididas. Los más viejos afirmaban que había hecho lo correcto, los más jóvenes decían que era una vergüenza matar un elefante porque había matado a un culí, visto que un elefante vale más que cualquier maldito culí. Y finalmente, fue bueno para mí que el elefante hubiera aplastado al culí; eso me mantuvo dentro de la ley y fue suficiente pretexto para matarlo. Siempre me pregunté si alguno entre los demás europeos habría percibido que lo había hecho solo para no parecer un tonto». (1936).
Por eso le había quitado la vida al noble animal. Sólo por aquello de las apariencias. Por el mantenimiento del orden… Con su vistoso uniforme y el rifle en las manos, el oficial se confundía a simple vista con uno de los amos, pero era solo un siervo, un esclavo del sistema y de las bajas pasiones de la multitud. l
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Apuntes de infraestructura
Haití: el vecino a un paso del abismo
Una reflexión dominicana
PEDRO DELGADO MALAGÓN pedrodelgado8@gmail.com
Hay momentos en los que la política, la inspiración y la conciencia se entrelazan. Este es uno de ellos. Desde la intelección del dominicano —de cualquier dominicano que pretenda pensar la historia con honradez—, Haití no es un acontecimiento distante, sino el espejo inevitable que revela, a un tiempo, nuestro acervo y nuestras flaquezas. Quien crea que podemos salir indemnes del naufragio haitiano, no entiende la geografía que nos une, como tampoco advierte el adeudo histórico que nos fuerza.
I. Los orígenes: génesis de una singularidad Haití nace en 1804 tras la revolución de esclavos más radical de la era moderna. Fue una hazaña —sería mezquino negarlo— pero también una declaración de soledad. Un Estado fundado por antiguos esclavos que expulsó a sus élites blancas y mulatas, que cerró puertas a la inmigración y que, asfixiado por la indemnización impuesta por Francia en 1825, hipotecó su futuro financiero. Mientras en la parte española la Corona alternaba el abandono con una lenta integración al mundo atlántico, el naciente Haití se encerraba en su épica.
II. La ocupación de toda la isla (1822 1844)
En 1822 la joven república haitiana ocupó Santo Domingo. Durante veintidós años gobernó toda la isla con mano militar y un proyecto igualitarista que chocó con la cultura hispánica, el catolicismo y la tradición de derecho romanista dominante en el este de la ínsula. Aquella experiencia dejó heridas profundas: propiedad expropiada, idioma impuesto, culto vodou frente a la liturgia católica, y un resentimiento recíproco que aún condiciona el subconsciente colectivo. Jean Pierre Boyer pretendía la unidad, pero administró una dominación percibida como ajena y centralista. Cuando los dominicanos proclamamos la independencia en 1844, sellamos más que una ruptura política: consolidamos dos horizontes que, con el tiempo, devendrían incompatibles.
III. Trabajo forzado y dictadura: de Duvalier a la diáspora En el siglo XX, los gendarmes estadounidenses ocuparon Haití (1915 1934) y alen-
taron el code rural que reforzó la servidumbre. Pero fue en 1957, con François Duvalier —Papa Doc— y luego con su hijo Jean Claude, cuando el país ingresó en el infierno. Milicias Tonton Macoute, culto a la personalidad, persecución política y un éxodo masivo. Al morir Baby Doc en el exilio (2014), Haití ya no contaba con instituciones sólidas: había un vacío que ninguna elección logró llenar.
IV. El derrumbe: de la esperanza al gobierno de las pandillas
La caída de Duvalier abrió un intervalo de ilusión democrática: Aristide en 1990, la intervención de la ONU en 1994, promesas de inversión. Pero nada cuajó. Terremotos, huracanes y un aparato estatal sin musculatura ahogaron cualquier brote. Hoy, las bandas —G9, 400 Mawozo y decenas más— ejercen soberanía de facto. Cobran peajes, secuestran escolares, controlan puertos. Ya no hablamos de un Estado fallido; hablamos de una geografía reconfigurada por la violencia.
V. El presente: la frontera como línea de fractura
En nuestros hospitales fronterizos, siete de cada diez partos ya son de madres haitianas. En Dajabón y Pedernales el comercio se ha transformado en refugio. El Ejército dominicano detiene a diario a migrantes que no huyen de la pobreza, sino de la guerra privada librada por las bandas. Si Haití colapsa —y, seamos francos, está colapsando— nuestra soberanía, nuestra seguridad sanitaria y nuestro tejido social se verán amenazados. No por invasiones militares, sino por la marea humana.
VI. Una propuesta desde la razón liberal (y la prudencia patriótica)
1. Blindaje fronterizo inteligente. Cons-
truir un muro fronterizo, con puestos de vigilancia militar espaciados a lo largo de la línea divisoria con Haití. Instalar un sistema inteligente de blindaje, con drones, sensores térmicos, puestos sanitarios y un registro biométrico binacional administrado con ayuda de la OIM (Organización Internacional para las Migraciones).
2. Corredores humanitarios regulados. Crear tres pasos oficiales donde la Cruz Roja y ACNUR (Agencia de la Organización de Naciones Unidas para los Refugiados) administren el flujo de desplazados, evitando que las bandas usen la frontera como ruta de tráfico.
3.Regularización y repatriación digna. Documentar a los haitianos ya integrados en la economía formal dominicana, y repatriar —con apego al debido proceso— a quienes no cumplan los requisitos. El objetivo: separar al trabajador honesto del traficante de armas.
4. Diplomacia ofensiva. Santo Domingo debe liderar una coalición que involucre a Estados Unidos, Canadá y Francia. Sin ellos no habrá seguridad ni inversión. No reclamamos tropas dominicanas en Puerto Príncipe; pretendemos que quienes tienen poder de fuego asuman su responsabilidad.
5. Plan Marshall caribeño. Zonas francas binacionales en Ouanaminthe —Dajabón y Belladère — Comendador, con incentivos fiscales de veinte años y financiamiento del BID (Banco Interamericano de Desarrollo). El empleo es la forma más eficaz de desarticular una banda.
6. Misiones de policía civil internacional. No se trata de repetir la MINUSTAH (Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití), sino de una fuerza limitada, con mandato de desarme y reforma judicial, acompañada por jueces iti-
nerantes haitianos y dominicanos que encarcelen a los jefes de pandillas.
7. Educación bilingüe creole español en la franja fronteriza. Formar mediadores culturales capaces de servir en tribunales, hospitales y escuelas. Sin comunicación no hay integración posible.
8. Inversión en salud pública compartida. Construir hospitales en la zona limítrofe, operados por consorcios dominico haitianos, con financiamiento de la OPS (Organización Panamericana de la Salud) y la Unión Europea. Evitamos así que nuestras salas de emergencia colapsen y que los haitianos mueran sin atención.
VII. Conclusión: deber moral y lucidez histórica
Negar el drama haitiano es un acto de miopía; asumirlo en solitario, un suicidio altruista. Propongo una tercera vía: una política de defensa racional unida a una ofensiva diplomática que obligue a los responsables históricos —Francia, EE. UU., Canadá— a comprometer recursos y presencia. Haití no se reconstruirá con discursos de ONG ni con limosnas; se reconstruirá con instituciones, seguridad y trabajo.
Como dominicanos debemos proteger nuestra casa. Pero recordemos, parafraseando a Mario Vargas Llosa, que la libertad y la dignidad se defienden mejor cuando no se mezclan con la indiferencia. Haití está a un paso del infierno; nosotros estamos a un paso de Haití.
Nuestro deber, y quizá nuestro destino, sea tender una mano firme: una mano que salve, pero que también imponga reglas. Solo así la isla volverá a merecer su antiguo nombre: La Española. La tierra donde dos pueblos distintos aprendieron a convivir sin devorarse. l
El Haití de hoy
6 Cultura
Artistas refugiados españoles y sus aportes a la plástica dominicana
M.A. MARÍA DE LAS NIEVES FALS FORS.
PROGRAMA: ESTANCIA DE DOCTORADO EN CIENCIAS
HUMANÍSTICAS DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO. mfalsfors@gmail.com
Durante la década del treinta del siglo XX, el gobernante Rafael Leónidas Trujillo Molina propició la llegada de europeos, fundamentalmente de españoles, a la República Dominicana. Según Rafael Brea López y Rita María Pérez: “El gobierno de Trujillo veía con buenos ojos la inmigración europea, pues predominaba en las altas instancias del poder la preferencia por lo hispánico y por favorecer la inmigración caucásica” (2010, p. 120).
Por eso, europeos de diferentes oficios llegaron a partir de 1939 al país, huyendo de la situación de la Guerra Civil Española (1937-1939) y de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), entre ellos “más de treinta artistas foráneos” (Brea y Pérez, 2010, p. 123).
Entre las obras de los creadores recién llegados y el medio en que se insertaron se produjo un intercambio cultural, una mutua influencia. Los europeos aportaron modernidad a través de sus estilos cubista, expresionista o surrealista e indujeron a la renovación del arte. Sin embargo, el ambiente dominicano les aportó un colorido más cálido, un manejo de la luz diferente, reflejo del ambiente caribeño en que vivieron.
Entre los artistas españoles que llegaron a la República Dominicana en el período 1939 a 1945 estuvieron: Eugenio Fernández Granell (1912-2001), Manolo Pascual (1904-1983), José Vela Zanetti (1913-1999), José Gausachs (1889-1959) y Antonio Prats Ventós (1925-1999) Fernández Granell fue violinista de la Orquesta Sinfónica Nacional, escritor, dibujante y pintor. Amigo de André Bretón, de Manolo Pascual, de José Gausachs, su obra de carácter autodidacta estuvo dotada de una enorme fuerza expresiva. Su pintura surrealista tuvo influencia de Giorgio de Chirico y de Pablo Picasso. Hizo la primera exposición surrealista en 1943 en República Dominicana. Publicó poemas y artículos en la revista del grupo literario dominicano La poesía sorprendida que surgió en octubre de 1943, para la que también diseñó varias viñetas.
Manolo Pascual fue un pintor, dibujante, escultor, ceramista y orfebre. Fue el primer director de la Escuela Nacional de Bellas Artes, fundada el 19 de agosto de 1942. Representó mulatas e indios en sus dibujos y pinturas. “Trató con frecuencia el tema dominicano y en especial se ocupó de representar lo mulato” (Brea y Pérez, 2010, p. 133)
Utilizó en sus esculturas materiales diversos como el mármol, el bronce, la
el
madera de caoba, el hierro y el plástico. En 1951 se marchó de la República Dominicana por un contrato de la Escuela de Investigaciones Sociales de Nueva York.
José Vela Zanetti estudió en Madrid con José Ramón Zaragoza y obtuvo una beca de estudios a Italia. Llegó a Santo Domingo a los veintiséis años y acá completó su formación. Realizó pinturas en óleo sobre tela, cartón y madera y excelentes murales, trabajando diversos temas diversos. Entre sus murales destacan La historia de la Fundación de la ciudad de Santo Domingo (1945) para el Antiguo Consejo Administrativo del Distrito de Santo Domingo en el Palacio de Justicia, La Historia de la Medicina (1945) en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y los veintidós murales de la Iglesia de San Cristóbal, dedicados a representar la vida de Jesús (1948) Su arte muestra reminiscencias re-
nacentistas, logrando un perfecto equilibrio entre la línea y el color. Los “personajes indígenas, criollos y dominicanos que aparecen en los murales se presentan en ocasiones avergonzados, cabizbajos y en actitud de rebeldía, por lo que se puede interpretar que aprovechaba la ocasión para expresar de manera sutil su inconformidad con el régimen de oprobio del Generalísimo Trujillo.” (Brea y Pérez, 2010, p. 208). Ganó la beca Guggenheim y se marchó a Nueva York en 1951. José Gausachs nació en Barcelona. Luego de su llegada a nuestro país en 1940, trabajó en sus pinturas elementos que expresaban la identidad dominicana, “identidad que manifiesta al explorar la realidad con una mirada entusiasmada y recreadora, asociándose con el arte dominicano de manera arquetípica, influyente e indisoluble” (De los Santos, 2003, p. 139).
Había iniciado su formación en su ciu-
dad natal y viajó a París a los veintidós años, residiendo en Montparnasse. Allí conoció a Tristán Tzara, Modigliani, Picasso, Braque, Juan Gris, Albert Marquet, entre otros tantos genios de las Vanguardias del siglo XX.
Por las guerras en Europa vino a la República Dominicana y aquí permaneció casi ininterrumpidamente hasta 1959. A partir de 1942, formó parte del primer claustro profesoral de la Escuela Nacional de Bellas Artes. En 1946 fue nombrado subdirector de esa institución e influyó artísticamente en numerosos discípulos como Clara Ledesma y Gilberto Hernández Ortega con quienes fundó, junto a Jaime Colson, el grupo “Los Cuatro” (1954).
Trabajó el tema de la negritud. Evolucionó hacia un arte de Vanguardias, siendo evidente su fascinación por lo dominicano, por su sistema de creencias, por sus tipos sociales y raciales, sin caer nunca en lo exótico y lo folclórico.
Antonio Prats Ventós, de origen catalán, llegó adolescente el 11 de enero de 1940 y se asentó en Azua con su familia. Posteriormente se trasladó a Santo Domingo y asistió a los talleres impartidos en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Se convirtió en profesor de esta institución entre 1950 y 1958 y de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) entre 1967 y 1978.
En sus esculturas utilizó materiales muy diversos como la madera, el ónix, el granito, el mármol, el travertino y materiales reciclados. En sus pinturas se observa un uso abundante del color, aunque las figuras permanecen envueltas en líneas definidas y elegantes. En su arte se aprecia la interpretación de lo dominicano a través de sus representaciones de personajes mulatos y negros en las que resaltan las vestimentas de sus personajes que evocan textiles de origen africano. En términos generales, estos artistas de origen español contribuyeron a renovar las artes plásticas dominicanas, tanto desde el punto de vista temático y estilístico, sumándose a la labor iniciada por los dominicanos Celeste Woss y Gil, Jaime Colson y Darío Suro, fomentando con su arte y enseñanzas la exploración en temas identitarios que respondieran a las preguntas universales: “¿Quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos?”
Referencias:
Brea, R. y Pérez, R (2010). Los artistas exiliados en la República Dominicana y su influencia. Perspectivas Humanísticas. 1 (1). 119-133.
De los Santos, D. (2003). Memoria de la Pintura Dominicana. Impulso y desarrollo moderno.1920-1950. Colección Centenario. Grupo León Jimenes. l Centro estudios caribeños. PUCMM.
Vela Zanetti, J. (1948). Diablo Cojuelo. Museo de Arte Moderno, Santo Domingo. En J. Miller (2006). Importancia del contexto histórico en
desarrollo del arte dominicano (p. 55). SEESCYT
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elCaribe y los ecos de la libertad
Lo que contaron los sobrevivientes del 14 de junio de 1959 (2)
Excombatiente y uno de los protagonistas del Movimiento de Liberación Dominicana explican cómo se gestó la expedición de junio y qué la condenó al fracaso
SERGIA MERCADO smercado@elcaribe.com.do
Continuamos en esta semana con la segunda y última entrega de este trabajo sobre los testimonios de los expedicionarios que sobrevivieron a la gesta heroica de Constanza, Maimón y Estero Hondo del 14 de junio de 1959.
Además de Mayobanex Vargas, cuya voz compartimos en la entrega anterior, elCaribe recogió también las declaraciones de otros dos actores fundamentales en esta historia: Poncio Pou Saleta, combatiente que sobrevivió al desembarco en Constanza, y Juan Isidro Jiménes Grullón, ideólogo del Movimiento de Liberación Dominicana. Ambos ofrecieron claves importantes para comprender la preparación, el desarrollo y el significado de la expedición que desafió al régimen trujillista en 1959.
Era una obligación moral De acuerdo con documentos periodísticos de junio de 1962, para Poncio Pou Saleta, uno de los cinco sobrevivientes de la gesta del 14 de junio, la causa principal del colapso de aquella epopeya libertaria fue la falta de compromiso real y de espíritu de sacrificio entre los opositores al régimen trujillista. En una entrevista concedida a elCaribe, Pou manifestó que el fracaso se debió “a la falta de espíritu de sacrificio de la mayoría de los exiliados dominicanos, quienes se limitaron a una propaganda sin organización, sin propósito definido y sin lucha activa contra la tiranía”.
Pou Saleta, quien en ese entonces era director de Radio Caribe, participó en la histórica expedición junto a Mayobanex Vargas, Francisco Medardo Germán, y los cubanos Delio Gómez Ochoa y el joven Pablito Mirabal. Fueron ellos los únicos sobrevivientes directos. En su reflexión, Pou no solo lamentó la falta de acción de muchos compatriotas que, desde el exilio o desde la misma isla, no dieron el paso necesario, sino que también rememoró con amargura los momentos más duros de aquel intento armado.
El excombatiente también destacó que “la falta de ambiente propicio y la falta de fe en el éxito de la campaña bélica” influyeron negativamente en el resultado de la expedición. En este sentido, señaló que la lucha estaba necesariamente vinculada a los intereses invasores, lo que generó incertidumbre en las filas opositoras.
Concentrado y sereno, recordó cómo, tras el aterrizaje forzoso del avión que pilotaba Juan de Dios Ventura Simó, los expedicionarios se vieron en la obliga-
Poncio Pou Saleta, director de Radio Caribe y uno de los sobrevivientes de la gesta del 14 de junio, durante la entrevista con El Caribe. OGM
ción de dispersarse y combatir con una desventaja numérica abrumadora en las montañas de Constanza. Explicó: “Mientras nosotros, siendo apenas 200, nos enfrentábamos a un ejército de más de 30,000 hombres, poderosos”.
A pesar de ello, Pou Saleta rindió homenaje a figuras como Ventura Simó, a quien describió como un patriota de primera línea, “con toda la dignidad que se le reconoce”. También criticó la pasividad de algunos sectores políticos dominicanos que, aun comprometidos con la causa, se limitaron a esperar decisiones “desde afuera” sin asumir responsabilidades internas.
Cuando el periodista le preguntó por qué no fue fusilado, respondió que “siempre pedí a Dios en mis oraciones que me diera valor y fuerza para combatir a Trujillo, para trabajar honestamente después, y para darles a mis hijos una educación en libertad, si lograba salir con vida del campo de batalla”.
Pou Saleta continuó sobre la gesta y mencionó que las fuerzas que trajo Ventura Simó a Constanza causaron al ejército trujillista más de mil bajas. Explicó, además, que la falta de apoyo de quienes estaban moralmente obligados a dárselo, sumada a las condiciones naturales del terreno que era abrupto y difícil, y el excesivo número de las fuerzas contrarias, fueron factores determinantes para que la invasión aérea de Constanza no tuviera el éxito esperado.
Según la publicación, tras la captura de los cinco sobrevivientes, Pou fue encarcelado durante siete meses en una celda solitaria, donde permaneció comple-
Juan Isidro Jiménes Grullón, considerado uno de los principales ideólogos del Movimiento de Liberación Dominicana. OGM
tamente desnudo y mal alimentado. Durante ese tiempo perdió 85 libras y sufrió “el trato cruel que se acostumbraba a dar a todos los presos políticos”.
Al hablar de su visión política y de los retos del país en ese momento de transición, Pou fue enfático al advertir que no bastaba con proclamar la libertad. “A veces, en nombre de la libertad, se cae en el libertinaje”, señaló, subrayando que el país necesitaba madurez democrática y un verdadero sentido de responsabilidad cívica.
En cuanto al Consejo de Estado, instaurado tras la caída de la dictadura, Pou opinó que había sido “el más inteligente y civilista intento de transición”, destacando su carácter democrático y su funcionamiento sereno en medio de un clima nacional aún convulso.
Poncio Pou Saleta, desde su rol de comunicador, combatiente y testigo directo de la historia, dejó claro que la conquista de la libertad exige mucho más que discursos: requiere entrega, acción y coraje. Su testimonio sigue siendo una voz autorizada y viva de uno de los capítulos más decisivos de la lucha contra el régimen de Trujillo.
El ideólogo y los planes
Por su parte, Juan Isidro Jiménes Grullón, considerado uno de los principales ideólogos del Movimiento de Liberación Dominicana, reveló los detalles del proceso que dio origen a la expedición de junio. En una entrevista también publicada por El Caribe el mismo día, explicó cómo se organizaron los entrenamientos, las alianzas internacionales y los esfuer-
zos por estructurar una ofensiva bien planificada.
Según Jiménes Grullón, las expediciones de Maimón y Estero Hondo partieron primero que la de Constanza, ya que se calculó que la travesía marítima tomaría más tiempo. Se ideó que la llegada a las costas dominicanas coincidiera con el aterrizaje en Constanza, pero un capitán de barco de nacionalidad griega traicionó a los combatientes dominicanos.
La traición por parte del capitán griego, quien habría provocado fallas intencionales en los equipos del buque, lo que mantuvo a la embarcación inmovilizada en alta mar durante varios días y afectó el curso de la operación.
El revolucionario, sostuvo que los expedicionarios partieron hacia la República Dominicana “llenos de optimismo y confiados en el triunfo”, aunque plenamente conscientes del riesgo que enfrentaban. “Todos estaban inflamados por el más bello ideal de crear una nueva República para la libertad y la justicia”, expresó, destacando el compromiso moral de quienes se lanzaron a la aventura.
Para Juan Isidro Jiménes Grullón, la conexión con la Revolución Cubana fue clave para la organización de la expedición de junio de 1959, pero sin que eso implicara subordinación. Según explicó, los planes de los combatientes dominicanos mantuvieron siempre como principio la independencia de acción frente al régimen de Fidel Castro.
Sin embargo, de acuerdo con su relato, una vez iniciadas las operaciones militares, Castro solicitó un “compás de espera” tras el desembarco en Constanza, argumentando que el avance de la expedición podía acarrear complicaciones internacionales para Cuba. Esta petición generó tensiones con los dirigentes del movimiento dominicano, quienes le recordaron al líder cubano que la acción había sido coordinada previamente y que él mismo había prometido no dejarse frenar por esos obstáculos. “Nuestros dramáticos reclamos fueron vanos”, lamentó Jiménes Grullón.
El encuentro con Fidel, que los dominicanos trataron de reactivar, nunca se produjo. Desde ese momento, narró el ideólogo, vivieron “bajo la congoja por la conciencia de que los compañeros que vinieron en las expediciones estaban siendo exterminados”, sin que se produjera un respaldo efectivo.
Jiménes Grullón no dudó en resaltar el calibre humano de quienes participaron en la gesta. A su juicio, se trataba de “la flor y nata de nuestra juventud en el exilio”, alrededor de 165 dominicanos, entre ellos médicos, abogados y otros profesionales comprometidos con la causa libertaria. l
Aproximaciones a “Diario de un loco”, de Nikolái Gógol
LISSANGIE FÉLIZ MATOS
Especial para elCaribe
En primer lugar, para conocer y comprender de mejor manera nuestra historia, es importante que conozcamos acerca de nuestro autor, porque como bien sabemos, muchas veces su vida personal puede llegar a influir en sus escritos. Entonces, ¿quién fue Nikolái Gógol? Nikolái Vasílievich Gógol fue uno de los escritores más influyentes de la literatura rusa del siglo XIX. Nació en Soróchintsi, en la actual Ucrania, entonces parte del Imperio ruso, en una familia de la pequeña nobleza. Desde joven mostró un gran interés por las artes, la literatura y el teatro, y se trasladó a San Petersburgo en busca de reconocimiento como escritor. A pesar de varios fracasos iniciales, Gógol alcanzó la fama con obras como Las almas muertas (1842) y El inspector (1836), y relatos como La nariz, El capote y El diario de un loco, publicados en su célebre ciclo Historias de San Petersburgo.
El estilo de Gógol combina el realismo con elementos grotescos, fantásticos y absurdos, lo que lo convierte en precursor tanto del realismo social ruso como de corrientes posteriores como el simbolismo y el surrealismo. Famoso por su aguda sátira, Gógol expuso con mordacidad la corrupción burocrática, la hipocresía social y el vacío espiritual del Imperio ruso. Su escritura influyó profundamente en autores como Dostoievski, Tolstói y Chéjov. Murió en Moscú en 1852 tras una intensa crisis espiritual, y dejó inconclusa la segunda parte de Las almas muertas. Su obra, sin embargo, continúa siendo un referente clave en la literatura universal.
El diario de un loco, escrito en 1835, es uno de los relatos más complejos y conmovedores de Nikolái Gógol. A través del diario íntimo de Aksenti Ivánovich Poprishchin, un funcionario de cuarta categoría atrapado en la burocracia rusa, el autor construye un retrato desgarrador de un individuo que desciende progresivamente a la locura. Sin embargo, esta locura no es solo un fenómeno personal, sino también una denuncia social que revela los mecanismos de opresión, humillación y alienación en la Rusia zarista.
Gógol utiliza la técnica del monólogo interior disfrazado de diario íntimo para sumergir al lector en el proceso de descomposición psíquica del protagonista. Lo que en principio parece una simple neurosis o extravagancia se convierte, entrada tras entrada, en un delirio completo. Este descenso a los abismos de la mente no solo estremece al lector, sino que lo obliga a preguntarse por el papel de la sociedad en la construcción o destrucción de la subjetividad humana.
Aksenti Ivánovich Poprishchin es un personaje insignificante dentro del engranaje de la administración estatal. Es
un “funcionario del octavo rango”, una de las categorías más bajas de la estricta jerarquía burocrática zarista. Su vida está marcada por la monotonía, la mediocridad y el desprecio de sus superiores. Gógol lo presenta como un sujeto común, que pasa inadvertido, pero cuyo deseo de ascenso social lo lleva a imaginar un mundo paralelo en el que pueda ser respetado, amado y, sobre todo, visible.
Desde el inicio del diario, Poprishchin expresa sus frustraciones y sus pequeñas obsesiones cotidianas. Se siente constantemente humillado por la diferencia de clases, por la distancia jerárquica entre él y su entorno. Su enamoramiento imposible de Sofía, la hija del director, es un claro reflejo de esa barrera social. A través de su mirada, el lector observa una sociedad profundamente clasista, donde el valor de una persona depende del rango que ocupa y no de sus cualidades humanas.
Uno de los logros estilísticos más destacados de Gógol en El diario de un loco es el uso progresivo del lenguaje como instrumento narrativo para reflejar la alienación del protagonista. En las primeras entradas, el tono es algo torpe y resignado, pero coherente. A medida que avanza la historia, el lenguaje se vuelve más errático, caótico y delirante.
Las fechas de las entradas, que al principio marcan días reales del calendario, se transforman en absurdos como “43 de
más que la caricatura de un deseo real: ser reconocido y respetado. Dentro de esta trama, encontramos un elemento muy peculiar, el humor. Aunque nosotros como lectores podamos reír ante las ocurrencias absurdas de Poprishchin, la risa se mezcla con la incomodidad y, finalmente, con la tristeza. El autor juega con el absurdo no para ridiculizar al personaje, sino para subrayar su tragedia. A través del recurso a lo grotesco, el autor pone en evidencia las contradicciones de una sociedad que se toma demasiado en serio lo superficial (los rangos, la apariencia, el protocolo), mientras ignora la realidad emocional y mental de sus miembros.
El humor en Gógol nunca es superficial ni gratuito. En El diario de un loco, la comicidad de ciertas escenas, como las cartas de los perros o la llegada de Poprishchin a la oficina convencido de ser un monarca, sirve para intensificar el patetismo del personaje. El lector se ríe, pero también se apiada. Es esta combinación de burla y ternura lo que otorga a la obra su fuerza ética y su profundidad humana.
El relato culmina con Poprishchin encerrado en un manicomio, donde ya no distingue la realidad en absoluto. Sus últimos pensamientos son una mezcla de angustia, desconcierto y sufrimiento. Grita por su madre, suplica comprensión y protección. Esta imagen final, lejos de ridiculizarlo, conmueve profundamente. Gógol nos muestra que, tras la máscara del loco, hay un ser humano vulnerable, herido por una sociedad que lo ha ignorado y lo ha descartado.
abril” o “día del erizo 2000”. Esta ruptura con la lógica temporal es el signo más claro de que Poprishchin ha perdido el contacto con la realidad. Al mismo tiempo, se convence de que los perros pueden escribir cartas y, finalmente, que él es el verdadero rey de España. Estas fantasías revelan no solo una psique quebrada, sino también una necesidad desesperada de reconocimiento y poder.
Aunque el relato parece centrarse en la psicología del protagonista, su sentido más profundo es social. La locura de Poprishchin es inseparable del entorno que lo margina y lo degrada. Su progresivo delirio es la respuesta desesperada de un individuo aplastado por una estructura burocrática que anula la dignidad humana. Como lo observa el crítico literario ruso Víktor Shklovski, Gógol no escribe sólo sobre un hombre que enloquece, sino sobre una sociedad que vuelve locos a sus ciudadanos.
La crítica se dirige especialmente al sistema de rangos del servicio civil del Imperio ruso, establecido por Pedro el Grande en la llamada “Tabla de rangos”, donde hasta el más ínfimo cargo tenía una posición oficial en la pirámide social. En este sistema deshumanizante, Poprishchin aspira a ser algo más que un “don nadie”, pero sus esfuerzos lo llevan únicamente a refugiarse en el delirio. Su proclamación como “rey de España” no es
El manicomio, en este contexto, no es solo un lugar físico, sino un símbolo del fracaso colectivo. Es el destino que aguarda a todos aquellos que no logran adaptarse al modelo social impuesto. Al final, Poprishchin no es “el otro”; es un espejo que refleja el posible destino de cualquier persona atrapada en una estructura deshumanizante.
El diario de un loco es una obra breve en extensión, pero con un significado inmenso. A través del descenso a la locura de su protagonista, Gógol denuncia con agudeza los males de su época, como la rigidez jerárquica, la insensibilidad de la burocracia, el desprecio hacia los más débiles y la fragilidad de la mente humana frente a la opresión. Pero esta crítica trasciende su contexto histórico. En cualquier sociedad donde el valor del individuo se mida por su utilidad o por su lugar en una jerarquía, El diario de un loco sigue siendo actual.
Nikolái Gógol, con su estilo inconfundible, mezcla sátira, patetismo y absurdo para hablar no solo de un hombre que pierde la razón, sino de una sociedad que ha perdido su humanidad. En tiempos en los que la salud mental, la empatía y la justicia social son temas cada vez más relevantes, esta obra resuena con fuerza y nos obliga a reflexionar: ¿quiénes son realmente los locos?, ¿los que no encajan o los que insisten en sostener un mundo sin alma?, ¿estaré yo loca?
La autora del artículo es estudiante de la Licenciatura en Lengua y Literatura orientada a la Educación Secundaria en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. l
crítica arte
LILIAN CARRASCO lilycarrascor@hotmail.com
El arte como refugio: los silencios que hablan
En tiempos en que lo inmediato parece devorarlo todo, el arte resiste. Sin hacer mucho ruido, en silencio. Con imágenes que no pretenden agradar, sino acompañar. Con formas que invitan a pensar y fluir. Hay algo profundamente humano en esa quietud que muchas obras nos ofrecen: una pausa en medio del vértigo.
La práctica artística, en sus múltiples lenguajes, se ha vuelto un refugio para quienes buscan sentido más allá de la prisa. Ya no se trata solo de crear belleza, sino de convocar otras formas de estar, de ser, de mirar, de sentir. Y eso es, quizás, lo más revolucionario que puede ofrecer hoy un artista: la posibilidad de detenernos. Cada vez valoro más las obras que no se explican, que no saturan de referencias, sino que simplemente están. Las que
parecen emerger desde una experiencia interior auténtica, sin necesidad de artificios. Porque el arte no siempre tiene que contar grandes historias; a veces basta con que nos devuelva a nosotros mismos, con que nos recuerde que también somos materia sensible.
En ese gesto mínimo: un trazo, una textura, un vacío… se convierte en un torbellino de emociones. En ese sentido, mirar arte es también un ejercicio de resistencia: contra la distracción, contra el olvido, contra la desconexión, porque el arte es un potenciador de momorias, de emociones, un medio para confirmar la existencia.
Y es allí donde la crítica también encuentra su lugar: no para imponer significados, sino para acompañar lecturas, abrir preguntas, compartir perplejidades. Como quien conversa frente a una obra y se permite no saberlo todo, pero sí sentirlo todo.
Porque el arte no siempre tiene respuestas. Pero en su misterio, en su pausa, en su silencio… puede enseñarnos a escuchar. Se trata pues de ponernos frente al cuadro como decía mi maestro Oscar Morriña y dejarnos seducir por los fundamentos de la forma, abrir y cerrar los ojos hasta conectar con la esencia del arte y con nosotros mismos. l
crítica cine
ETZEL BÁEZ etzelbaez@gmail.com
La historia no contada de Grace Marks
Impresionante miniserie de seis episodios. Basada en la historia real de Grace Marks, una chica inmigrante irlandesa de 15 años, empleada doméstica en el Alto Canadá que fue condenada por el asesinato de su jefe, Thomas Kinnear, en 1843. Sinopsis: Grace dice que no recuerda el asesinato, pero los hechos son innegables. Una década después, el Dr. Simon Jordan intenta ayudar a Grace a recordar su pasado. Pues bien, lo del crimen sucumbe a una narrativa perfecta sobre la política y la vida de Canadá de mediados del siglo XIX. La puesta en escena se auxilia del personaje Grace, que cuenta la historia de ella y de su familia con el obvio objetivo de sumergirnos en los hechos mediante su mirada (que es la mirada del autor) y explicar los conflictos y guías de su tiempo que motivan la trayectoria de las resoluciones de una justicia de clase, principalmente en lo que atañe al trato machista de una sociedad en pleno auge de intencionalidad de los valores patriarcales. El caso es demostrativo del nacimiento de las luchas feministas que enfrentaron la falta de libertad de la mujer y su opresión que anticipa lo que se ha con-
el
libro
vive
FRANK NÚÑEZ franknunez463@gmail.com
Poética del duelo en Lorenzo Araujo
Laura Araujo, hija del autor nacido en San Cristóbal en 1947, muere asesinada en Filadelfia, Estados Unidos, poco después de graduarse en el Art Institute de esa ciudad norteamericana. Todavía puede leerse en los medios digitales de esa urbe la espeluznante información de que una joven de origen dominicano fue asesinada en agosto del 2014 a la edad de 23 años por un individuo de nombre Jeremía Jackson, de su misma edad, con el objetivo de robarle.
desde mi ventana
SANTIAGO
ALMADA salmada@elcaribe.com.do o
Restaurante freudiano
ElprofesorAustralioPithecus recuerda en una de sus crónicas de viaje que durante un periplo por Budapest, capital de Hungría, encontró en la calle Mihály Vörösmarty, que debe su nombre a un poeta del siglo XIX, un pequeño local con un cartel pintado a mano: Freudi Étterem, que su conocimiento del idioma húngaro tradujo como Restaurante Freudiano. El aroma de canela de los kurtos kalacs, el pastel húngaro más tradicional que se rellena con diferentes dulces, hizo que el profesor ingresara inmediatamente.
vertido la realidad de la mujer en sociedades iguales o nacientes a la que le tocó vivir a Grace Marks: un mundo donde la mujer existía para ser utilizada y profanada. Al no ser equivalentes a un ser social, eran usadas como putas, sirvientas o reproductoras. Ningún hombre jamás sufrió ningún castigo por el maltrato a la mujer. La narrativa está construida con un tempo parsimonioso y minucioso que procura no perder detalles y motivos de cada acción de los personajes muy bien delineados y con absoluto dominio de la infraestructura emocional, sugestionada en la fluidez de los diálogos, y que muestran en los hechos una configuración paralela entre el presente y el pasado en que ocurre el crimen. Así se nos presenta la trama, despojada de explosiones dramáticas superfluas. El alma de la época, su espíritu, se explicita con los gestos, vestuario, personajes secundarios, modos de vida, captados con una cinematografía minimalista. En este sentido, la dirección cuida que los personajes expresen sus emociones plantando semillas de sentimientos por doquier. Ese es un modo que convence más por el sentir que por razones. Puede parecer un truco dramático, pero es el mejor acierto para crear dilema y suspense que nos mantiene sujetos al discurrir de cada escena y de cada episodio. En Netflix como “Alias Grace”. l
“El cuerpo de Araujo fue encontrado frente a una casa abandonada en Kensington, con sus manos y pies amarrados. Había sido golpeada y estrangulada, y sus restos dejados en una bolsa de basura, envueltos en una sábana y luego introducidos en un bolso de lona”, describe en su página el conocido medio Telemundo, donde también publica que el asesino, tras ser descubierto por la policía intentó suicidarse.
Un hecho atroz, sufrido desde la condición de padre que ve partir a su hija, Araujo construye una poética del duelo que le sirve de terapia en lo personal, y para quienes atraviesan por situaciones parecidas en el tratamiento del proceso luctuoso. El perdón es lo más dramático frente al condenado a cadena perpetua en un hilo de la pena capital. Ante lo irreversible, le canta perdonando al asesino de su amada Laura: “Me inclino a socorrer a un alma como tú que estás en pena”.
Araujo dice que cada poema “aspira a ser un mensajero de amor y esperanza para los hombres de todas las razas y credos como una promoción a la fuerza espiritual del cosmos”. l
Una hermosa camarera de pelo castaño y ojos verdes le recibió con un Jó reggelt (buenos días) y una sonrisa, y le entregó el menú. El profesor pidió un gulash (gulyás) con mucha carne, o sea un guiso enriquecido con vegetales y salsa roja, la jovencita anotó el pedido y después de un rato apareció un señor mayor, vestido de mozo, que depositó en la mesa del catedrático una ensalada de tomates con unas berenjenas a la parmesana gratinadas con abundante queso mozzarella.
-Esto no es lo que pedí –protestó el catedrático. Entonces el mozo se sentó a la mesa, hizo una seña y la misma joven que tomó el pedido trajo una botella de merlot y sirvió dos copas. El mozo, que en realidad era el cocinero y dueño del restaurante, le explicó al profesor que en ese establecimiento, antes de preparar la comida, observaban el lenguaje corporal del cliente, lo que les permitía determinar qué tipo de receta combinaba mejor con la personalidad del comensal.
-Es evidente que usted, en su infancia, tuvo una relación difícil con su padre, también sus primeros años de escuela evidentemente fueron difíciles –dijo- porque en lugar de enamorarse de su primera maestra como todos los niños, usted se enamoró de la directora –explicó el dueño del restaurante freudiano.
-¿Y eso qué tiene que ver con mi pedido?
-Oh, que usted en realidad necesita comer más vegetales, más lácteos y beber vinos buenos, eso se acomodaría mejor a su personalidad de viajero, investigador y lector omnisapiente ¿se da cuenta?
El profesor pagó y se fue, después llamó al manicomio más cercano y pidió que cerraran ese lugar, no sea cosa que algún argentino, o peor, un dominicano belicoso entrara allí y ocurriera una desgracia…l
Luchy Placencia
COMUNICADORA, FOTÓGRAFA, ESCRITORA Y CONSULTORA
Lucía Placencia González (Luchy) es una comunicadora, fotógrafa, escritora y consultora en comunicación. Es autora, además, de la obra La niñez de Vega, lo que la convierte en la primera autora dominicana en ganar
un premio literario en la plataforma de Amazon, que la incluyó en la categoría de “Finalista”. Además de trabajar de manera independiente para diferentes medios, es una lectora empedernida, y su preocupación por acer-
car los libros y la lectura a los jóvenes y a los sectores vulnerables, la ha llevado a crear Librotecas.com, una página de internet en la que se puede acceder de manera gratuita millones de libros en internet.
“He creado el mayor repositorio bibliográfico virtual del país”
SANTIAGO ALMADA
FOTO: KELVIN MOTA
l ¿Dónde estudió usted?
l En la UASD hice una licenciatura en Comunicación y maestría en Relaciones Públicas, en Intec hice un posgrado en mercadeo, en APEC hice un posgrado en Mercado de capitales y un montón de otros cursos en el exterior.
l ¿Cómo comienza su acercamiento a la literatura?
l Eso empieza en mi infancia, cuando aprendí a leer, devoré el librero de mi mamá, después seguí con los libros de la biblioteca de mi escuela, y ya de grande, cuando comencé a ganar dinero, me dediqué a comprar libros, aprendí a leer en inglés también, porque hay muchos temas de investigación que no se publican en español, eso se lo recomiendo a todo el mundo, que aprenda a leer en otros idiomas, sobre todo textos científicos.
l ¿En qué lugares ejerció usted el periodismo?
l Cuando era jovencita trabajé en El Caribe, con el señor Germán Emilio Ornes, después trabajé en el Hoy, en Última hora fui reportera de investigación, y en Listín digital.
l ¿Qué obras ha escrito?
l A mí me ha tocado reescribir obras, así que soy coautora en cierta medida, además de La niñez de Vega, he escrito Golosos e incontinentes, Regalo mis días usados, y un montón de artículos periodísticos, y mi otra faceta que es la de fotógrafa, en la que también he puesto mucha dedicación, y estoy preparando un libro de poemas con imágenes que va a estar listo dentro de poco.
l ¿Cuáles son los proyectos en los que se encuentra trabajando actualmente?
l Yo he creado el primer repositorio bibliográfico virtual del país, es todo gratuito, para que la gente tenga acceso a los libros, es todo gratuito para que la gente tenga acceso inmediato, se llama librotecas.com y es un sitio donde están los accesos a las más importantes bibliotecas virtuales del mundo.
l ¿Qué la motivó a encarar esa iniciativa?
l La falta de acceso a los libros para la mayoría de la gente. A principios de este año se publicó una investigación del Ministerio de Cultura y de la Oficina Nacio-
Luchy Plasencia habla con pasión de sus inquietudes literarias y artísticas.
Libros y lectura
En el país no quedan más de cien librerías, y cuando mueran los fundadores, los hijos las van a cerrar para convertirlas en negocios más redituables”
nal de Estadísticas, que da cuenta de que de 405 bibliotecas públicas que hay en el país, solamente diez bibliotecas permiten que las personas puedan tomar libros prestados y llevarlos a sus casas. La mayor parte de las bibliotecas está en Santo Domingo y en Santiago, el Cerlalc, que es el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, dice que se necesitan diez mil libros por cada cien mil personas, y en el país la única biblioteca que cumple con todos esos requisitos es la de la UNPHU, Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña.
l ¿Qué la motiva a trabajar en ese proyecto?
l La situación educativa de nuestro país, que está tan mal que hay comunitarios
de la provincia La Altagracia que dicen que sesenta mil niños de esa zona, de Bávaro, de Verón y de Higüey se quedaron el año pasado sin aulas porque esas aulas fueron destinadas a niños haitianos, y resulta que mientras el presupuesto educativo del año pasado fue de RD$296 mil millones, en el informe PISA del año pasado, quedamos en el último lugar de trece países de América Latina. Esa prueba se hace a todos los estudiantes, sean de centros públicos o privados, en lectura se quemó el 92 por ciento, en Ciencias el 77 por ciento y en Matemáticas el 75 por ciento. El 81 por ciento de los ricos se quemó y el 98 pobres se quemó. Esos resultados son más que preocupantes.
l ¿Cree usted que es una cuestión de cómo se gasta ese presupuesto?
l En parte sí, este país gasta todos los años entre ochenta y ocho y cien millones de pesos en una feria del libro, que para mí no está mal, porque a todos nos gusta la feria, uno va y se divierte, compra libros, conoce autores, pero en términos prácticos eso no resuelve nada. Estamos diciendo que somos el último de trece países de América Latina, pero,
además, y esto es muy optimista, en el país no quedan más de cien librerías y las más importantes que quedan, cuando los fundadores de esas librerías se mueran los hijos las van a cerrar para convertirlas en negocios más redituables. Esto no está diciendo que tenemos que cambiar la forma de hacer las cosas si queremos resultados diferentes. l ¿Cuál es, según usted, el desafío que presenta la difusión de la lectura? l Yo creo que la solución está en el libro digital, porque aunque los jóvenes son reacios a leer en digital, pero tampoco leen en papel, entonces por ejemplo, si una maestra de Haina, de Bayaguana, de la línea fronteriza o de cualquier otra zona lejos de la ciudad, quiere darles a sus alumnos una tarea sobre un cuento de Juan Bosch, el problema es dónde conseguir ese libro. Por eso es que yo he creado este repositorio de libros digitales, lo hice con estos parámetros: que sean gratuitos, que se puedan bajar o leer en pantalla, y que el acceso sea inmediato. En realidad, si uno busca con un poco de dedicación, el acceso no es tan limitado. El Centro Cultural Banreservas, el Banco Popular tiene también verdaderas joyas, la biblioteca virtual Rosa María Bonetti, especializada en conservación ambiental, los dominicos tienen una biblioteca buenísima también. El proyecto Gutenberg, Freeditorial, Issu tiene más de sesenta millones de publicaciones, el Instituto Cervantes, y esto son solo unos ejemplos que le doy. Yo por ejemplo, estoy buscando socios del Gobierno y del sector privado para premiar el mérito estudiantil con lectores de libros electrónicos, que eso también sería un gran fomento para la lectura.
l ¿Hay que ser un buen lector para ser escritor?
l No es que necesariamente todo buen lector va a ser un buen escritor, pero sin la lectura, sin conocer el acceso a los diccionarios de la RAE, sin libros, nunca se va a tener la riqueza de vocabulario que se necesita para ser un buen escritor, los jóvenes tienen que aprender además, a investigar, y sobre todo determinar qué intención tiene tu escritura, a quién va dirigido lo que tienes que decir, y aprender a manejar las nuevas tecnologías, pero también aprende a desconfiar de ellas, porque la Inteligencia Artificial tiene muchas fallas. La clave está en dudar siempre y escribir mucho. l