De ningún sitio a ninguna parte: arquitecturas perecederas de Prada Poole Antonio Cobo Arévalo
La conferencia titulada «De ningún sitio a ninguna parte: arquitecturas perecederas de Prada Poole» trata de dar cuenta de la naturaleza visionaria y claramente adelantada a su tiempo de un autor singular, a lo largo de cuya carrera consiguió fusionar en sus proyectos arte y ciencia, realidad y utopía, presente y futuro. Un arquitecto que destacó por su voluntad de adaptación a los cambios sociales y medioambientales, generando proyectos arquitectónicos de naturaleza temporal, como respuesta a y al servicio de la necesidad del momento, flexible y adaptativa, con una marcada sensibilidad hacia los recursos naturales y gasto energético que a día de hoy siguen siendo de plena actualidad. Desde sus primeros proyectos, Prada Poole entendió la arquitectura como una labor predictiva frente a una realidad cada vez más líquida e inestable. Diferentes perspectivas de futuro fueron, de hecho, constantes en sus proyectos, en ocasiones convertidos en «arquitectura ficción» en cuyo diseño especuló racionalmente sobre avances científicos, técnicos o sociales. El título de la conferencia remite a un artículo escrito por el propio José Miguel en un número especial de la revista El Urogallo publicado en 1974 y dedicado al análisis de la «ciudad» donde enunció los cimientos de su trabajo, en defensa de una arquitectura en la que el material utilizado para construir la ciudad aporta la dimensión temporal de su propia existencia: de ahí su predilección por el término perecedero en lugar de efímero —empleado de manera más habitual en el campo de la arquitectura para referirse a construcciones provisionales—. Lo efímero no dura mucho; lo perecedero desaparece al tiempo que lo hace la materia que le da forma. El texto de Prada Poole también exponía las razones que hacen que la configuración urbana sea demasiado rígida en la ciudad tradicional. Según su parecer, las estructuras económicas y sociales urbanas hacen que «duren demasiado» y, por esta razón, la ciudad es incapaz de adecuarse a las nuevas y cambiantes demandas.
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Con esta premisa, que engloba los factores configuradores de la ciudad y sus edificios, Prada Poole construyó un relato sobre la ciudad del futuro a través de lo que denominó «los tres escalones de la arquitectura inexistente». En esta descripción, la ciudad tradicional mutaría, a través de sucesivas transformaciones, en una ciudad inmaterial, en la que los edificios sólidos serían sustituidos por acumulaciones de espuma que «aparecerían y desaparecerían, agrupándose y separándose según las diferentes necesidades». Cada edificio se convertiría en una «burbuja» definida según las condiciones físicas y atmosféricas adecuadas al uso al que estuviera destinado. La ciudad, tal y como era conocida hasta entonces, sería sustituida por una «realidad inmaterial recorrida por olas estimulares». Esa urbe, evanescente y sin forma, puede parecer una quimera, pero es toda una declaración de principios.














