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Ni ciencias ni letras · Carmen Baeza Rodríguez
Carmen Baeza Rodríguez
Tesorera de la Junta de Gobierno del Colegio de Arquitectos de Málaga
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Saluda
Ni ciencias ni letras
Ni ciencias ni letras, si acudimos a la división más tradicional —básica— de las formaciones académicas. ¿Cómo excluirla de otros contenidos y especialidades como Tecnología, Ciencias, Humanidades, Ciencias Sociales y Artes?
La Arquitectura, como aglutinadora de contenidos y sensibilidades, es una disciplina más allá de la formación al tornarse destreza en el desempeño y toma de decisiones en el momento actual con sus implicaciones a futuro. No en vano, todos conocemos cuál es el valor de una línea o de un cambio de color en una propuesta urbanística, y cómo puede condicionar a una sociedad y su desarrollo. Sabemos cómo nuestros proyectos modelan el habitar de los espacios y la vida de sus usuarios, es una herramienta muy potente y además un modo de vida para los profesionales que la desempeñamos. Por ello, si cabe, nos cuesta aún más clasificarla —acotarla— o definirla de modo breve.
Por todo esto, cuando me enfrento a la orientación de un potencial estudiante, la explicación sobre el contenido y las referencias sobre el desempeño y destino de la profesión me hacen regocijarme y divagar por la embriaguez que me genera la pasión por esta profesión, por su riqueza basada en la multidisciplinariedad y capacidad de adaptarse para dar respuesta a problemas concretos en momentos concretos, con una visión y una repercusión que permanecerán a lo largo del tiempo, algo que constantemente me sorprende.
La Arquitectura es una formación interdisciplinar y un ejercicio profesional camaleónico por su continuo aprendizaje y adaptación al medio. Precisa del conocimiento cultural-artístico-técnico-humanístico-económico. Como base, se nos exige la formación necesaria, además de la específica, para atender, entre otras, a la excesiva burocracia administrativa de las tramitaciones, la competencia voraz con otras profesiones y la numerosa concurrencia de compañeros de formación equivalente en todos los campos, manteniéndonos en constante actualización respecto a metodologías y sistemas que, sumado a la exigencia cada vez mayor de nuestros clientes, ha llevado al profesional de la arquitectura obligatoriamente a aprender a desenvolverse en todos esos campos más allá del ámbito del proyecto. Ha tenido que sumergirse en la narratología, controlando la estructura de las redacciones para una concreta comunicación y recepción; la psicología, estudiando los comportamientos humanos más allá de sus necesidades para habitar con una actitud propositiva y a medida, al cuidado de la salud de los territorios, las ciudades, los edificios y de sus moradores sin dejar en ningún momento de analizar las relaciones entre ellos; y con una especial sensibilidad por preservar y mantener nuestro patrimonio y nuestro entorno, avanzando sin perder de vista el valor de lo ya andado y trabajando por conseguir alcanzar un futuro respetuoso y sostenible. Sirva esta publicación Travesías como pequeño ejemplo de todos los campos de interés que nos estimulan.
Creo que la definición de la arquitectura que podemos extraer de la RAE: «Arte de proyectar y construir edificios» ha quedado corta en cuanto a su contenido y obsoleta. La Arquitectura es más que un arte, que una ciencia… La Arquitectura es gestión, análisis, investigación, es propuesta y, por supuesto, va más allá de los edificios; son espacios, lugares, hogares que generan emociones y formas de habitar, modelando comportamientos y modas.
En esa línea de identificación de esta realidad, recientemente se ha acordado por el Pleno del Parlamento andaluz el apoyo del reconocimiento de la Arquitectura como Bien de Interés General. Este acuerdo requiere que se reflexione y se analicen los parámetros y valores inherentes a esta actividad que generen un producto de calidad que garantice su función social.
Estamos, pues, de enhorabuena con este reconocimiento. Que viene a refrendar lo dicho y a ampliar, si cabe, alguna disciplina más a nuestro currículo.