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Despacho de Audiencias
Dos relojes con esculturas de bronce pavonado, que representan una escena de caza (arriba) y a Juana de Arco (abajo). gato y una cesta de mimbre y un excelente celaje con árboles. Le sigue otra estrecha faja con un fino Árbol casi sin ramas y un fondo de montañas (260 x 27 cm), de autor desconocido.
Entre las ventanas se encuentran otros dos tapices. Las lavanderas (260 x 147 cm), según cartón de Goya (Museo del Prado, nº 786) entregado en enero de 1780 con destino a la antecámara del Palacio de El Pardo, representa a una joven dormida a la orilla de un río, mientras otras dos intentan despertarla acercándole un corderillo a la cara; detrás hay otras dos muchachas, una de ellas con un hato de ropa en la cabeza, y más al fondo, un río y varios árboles. Y El columpio (260 x 145 cm), que, tejido también sobre el famoso cartón de Goya (Museo del Prado, nº 285), fue realizado en julio de 1779 con el mismo destino que el precedente; muestra a una muchacha sentada en un columpio colgado de un árbol, rodeada de varios niños y de dos mujeres, apreciándose al fondo un paisaje con otras personas y un cielo de tonos azules y nubes blancas; es una escena de enorme ternura, sobre todo en la representación del niño que aparece exquisitamente vestido como si se tratara de un aristócrata inglés.
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DESPACHO DE AUDIENCIAS
Este salón, que en un plano fechado el 3 de agosto de 1852 aparece identificado como «Despacho del Señor Ministro de la Guerra» y luego estuvo ocupado por el que lo fue del Ejército, está destinado ahora a la celebración de las audiencias oficiales concedidas por el Jefe de Estado Mayor. También fue escenario de las reuniones de algunos consejos de ministros entre 1930 y 1931, momento en que la Presidencia del Gobierno fue asumida por el entonces ministro de la Guerra, el general Berenguer. En algunos momentos ha sido y es habilitado como despacho del Ministro de Defensa.
Las puertas, de estilo Imperio y en tonos oscuros y con delicados motivos ornamentales en madera dorada, presentan en la parte superior unos adornos a base de figuras mitológicas de exquisita elegancia y telas de gran finura, flanqueadas por pavos reales, motivos vegetales y bichas con alas, talladas en madera y dadas de blanco o doradas. Otras figuras semejantes se muestran sobre el espejo, en este caso en compañía de pegasos o caballos alados. Finas columnas que suben hasta el techo rematan en esbeltos capiteles de orden corintio.
En el techo, ricamente decorado con pinturas de estilo pompeyano, realizadas al temple sobre yeso, se desarrollan varias escenas de evidente inspiración clásica que, dispuestas a manera de friso y bajo un encuadre arquitectónico, recuerdan muy claramente la época de la construcción del palacio o, mejor, la de la ornamentación realizada por encargo de Godoy. Así, por ejemplo, aparece de modo invertido la escena de las Bodas aldobrandinas, uno de los temas más célebres de la pintura decorativa romana del tiempo de Augusto, que se conserva en los Museos Vaticanos. Otros motivos están tomados del conocido friso de la Villa de los Misterios de Pompeya, de los frisos de Boscoreale o de las escenas de Herculano, divulgadas a través de los cinco tomos de Le antichità di Ercolano, publicados entre 1757 y 1779, etc. Bajo fingidos cortinajes blancos atados a esbeltas columnas se alojan varias figuras femeninas de elegantes actitudes, que se alternan con estilizados floreros de delicada factura. A todo ello se suma la presencia, un tanto chocante, de los emblemas de las cuatro órdenes militares medievales (Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa), así como los de las más recientes de San Fernando y San Hermenegildo, que fueron establecidas ya en la segunda década del siglo XIX, momento al que corresponderán las pinturas o, al menos, el añadido de estos elementos heráldicos.
La gran lámpara es de bronce dorado del siglo XIX y está compuesta por ocho brazos en el cuerpo bajo, apareciendo en la zona alta cuatro figuras aladas, para rematar en otra que toca una trompeta en cuyo banderín se encuentran plasmadas las armas de Castilla y León. En las paredes cuelgan unos apliques de bronce dorado con motivos vegetales.
Hay ocho sillones de madera de caoba con adornos de bronce dorado a base de bustos femeninos y motivos vegetales propios del estilo Imperio. Tapizados en terciopelo granate, forman conjunto con dos amplios sofás, de uno de los cuales reza la tradición que recibió el cuerpo herido del general Prim pocos instantes

Despacho de Audiencias.


después de haber sufrido el atentado que habría de causarle la muerte.
En una chimenea de mármol blanco, decorada en su frente con incrustaciones de piedras semipreciosas, se encuentra un reloj de bronce dorado, del siglo XIX, firmado en la esfera por los Hermanos Raingo en París, quienes se iniciaron en la relojería para más tarde, hacia 1841, dedicarse también a la fabricación de bronces ornamentales; encima de un pedestal rectangular bellamente decorado y apoyado sobre bombetas con llamas, se eleva el cuerpo central con la maquinaria, flanqueado por dos soldados de Ingenieros, con diferentes armas y utensilios a sus pies; remata con banderas, cañones y un castillete, formando una composición muy propia del ámbito castrense. Hace conjunto con una pareja de candelabros, también de bronce dorado y de producción gala, cuyo fuste, apeado sobre una serie de armas y cascos, se corona con el emblemático castillete semejante al del reloj.
La pieza más llamativa del mobiliario es la mesa de escritorio (84 x 200 x 87 cm), cuyo tablero apea en ocho finas columnas con capiteles de bronce que apoyan en otro inferior de un solo bloque. El tablero superior, que está guarnecido con bordura de bronce dorado, muestra una placa con la inscripción siguiente: «Reinando Alfonso XII / en 1878 / y por acuerdo del Consejo Supremo de Guerra y Marina, / siendo presidente el conde de Vistahermosa, / se restauró esta mesa / en la cual presidía sus sesiones / la Católica Real Magestad de Felipe V». De acuerdo con este texto, que debió de seguir una tradición acerca de los orígenes de la mesa, ésta dataría de la primera mitad del siglo XVIII, lo cual resulta totalmente imposible teniendo en cuenta el aspecto actual, que más bien corresponde al estilo Imperio de comienzos del siglo XIX y no al propio de la época de Felipe V, más rico en ornamentación. Cabe, pues, suponer que la placa se refiera exclusivamente al tablero superior o, posiblemente, a otra mesa distinta. Imitación suya, pero de factura moderna, es una pequeña mesa circular cuyo tablero tiene bordura de bronce dorado y descansa sobre cuatro pares de finas columnas.
Dos figuras de bronce, datables a mediados del siglo XIX, representan sendos guerreros alemanes del siglo