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La idiosincrasia francesa y una mochila / Cony Sigüenza pág
23 La idiosincrasia francesa y una mochila
POR CONY SIGÜENZA*
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Uno de los primeros errores que se comente al aprender francés suele tener que ver con el verbo besar, que en francés estricto se escribe baiser, estrictamente significa besar, pero es mejor usarlo en infinitivo o conjugarlo con cuidado. A partir de algún momento del siglo XIX, el significado vulgar del verbo baiser se acercó mucho a “acostarse”, “coger” o “joder”. El Centro Nacional de Recursos Textuales y lexicales del idioma francés nos dice que es un eufemismo popular. No es socialmente correcto decir “te voy a besar” o “nos vamos a besar”, hay que decir, voy a darte o un beso, o vamos a darnos un beso. De lo contrario estaremos diciendo “te voy a coger” o “nos vamos a acostar”.
En la correspondencia publicada de Flaubert a Louise Colet, de 1852, ya podemos ver ese otro significado del término (traducción mía, poco seria):
«Pero no dice que, bajo ese peso, soñaba con otro hombre, y que, en medio de su asco, quizá disfrutaba debido a ello. Predicción: se acostarán (literalmente, “se besarán”), y al septuagésimo segundo acueste seguirá asegurándote que no hay nada entre ellos y que es algo platónico».
Tratando de dilucidar todas esas sutilezas del lenguaje, un día escuché a mi suegro decir con inocencia, que estaba buscando su “baisenville”, entendí “baise en ville” (literalmente, “coge en la ciudad”) y mi imaginación se desbocó tratando de imaginar qué era lo que mi suegro buscaba, regocijada escuché la ex-
Foto: Robert Doisneau
plicación, “es una bolsa para hombre”, me dijeron.
Una bolsa no muy grande que se lleva al hombro, como las que los hippies usaban, pero en versión elegante, es lo suficientemente grande para poner cartera, agenda (cuando se utilizaban) y alguna prenda de vestir no muy grande, una piyama o un cambio de ropa interior, además de cepillo de dientes, peine, etc.
El término, efectivamente, proviene de la contracción de “baiser en ville”, “coger en la ciudad” y data de 1934. El nombre de esta bolsa significa, en otras palabras, “tener sexo en la ciudad”.
Cuando llegué a Francia, a principios de siglo, sólo la gente muy mayor las usaba, no tanto los que fueron hippies, sino más bien la generación un poco mayor, digamos que, los hermanos mayores de los hippies. Las generaciones posteriores la consideran anticuada, aunque hoy día es posible verla de nuevo, el nombre original se utiliza menos. Tristemente, muchos ya solo la llaman “bolsa” y no “coger en la ciudad”. “Baisenville” es, entonces, esta bolsa lo suficientemente amplia para poder contener los objetos que per-
«“Baisenville” es, mitan pasar una noentonces, esta bolsa lo che fuera de casa de suficientemente am- manera correcta. Un plia para poder con- kit de supervivencia tener los objetos que luego de una noche permitan pasar una de teatro, de fiesta, noche fuera de casa de de juerga, y es que manera correcta» no todo el mundo vive en el centro de las ciudades y los trenes y metros dejan de pasar a cierta hora de la noche y sólo algunos autobuses continúan toda la noche en las ciudades más grandes. En mi primera visita a Francia, en una de esas juergas en casa de latinoamericanos, tuve que tomar un taxi a mi hotel, me costó el equivalente de 100 dólares y eso fue en el siglo pasado, en este momento serían 150, es decir, que el taxi es para ricos, yo no soy rica, solo que no sabía que debía llevar mi baisenville conmigo.
Esta relación tan libre de los franceses con la sexualidad es algo que aprecio. Pero no fue esta la única vez que los franceses me regocijaron con su libertad sexual, la primera vez fue cuando la sobrina de mi esposo, que tenía, tal vez 16 años, se consiguió oficialmente un novio. “Oficialmente” significa que el chico era recibido en casa de ella para ver la tele, jugar en el Nintendo, comer y también para dormir… con ella. Fue su primer novio serio y es ahora su esposo.
Un día escuché a mis suegros conversar al respecto —es pertinente aclarar que ya debían de andar por los 80 años—, decían que la niña estaba sufriendo con los anticonceptivos, que los que estaba usando le sentaban mal, que iba a tener que cambiar. Mi tía la mayor, que andaba por la misma edad que ellos, los hubiera acusado con el Papa por pervertidos.
El paso siguiente fue que la cama de la sobrina era demasiado pequeña y el novio no cabía. Toda la familia se organizó para postularse como los que yo llamé “padrinos de acueste”. Mis suegros, que eran los abuelos maternos, compraron la base de la cama, la abuela paterna compró el colchón y nosotros nos caímos con sábanas y cobijas.
Al lugar donde fueres haz lo que vieres.
siguenza2@yahoo.com
*Corresponsal de Palabra en Francia y traductora de Michel Onfray al castellano
DE la colección Palabra: Recuerdo del héroe llevado por su demonio

de Rael Salvador
(con fotocrónica de Héctor García M.)
DE VENTA EN LIBRERÍAS Y OTROS PUNTOS DE LA CIUDAD
