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Michel Onfray y la ética de la liberación / Fernando Macillas pág
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Michel Onfray y la ética de la liberación
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POR FERNANDO MANCILLAS TREVIÑO*
“La vida se hace resistente al poder cuando el poder toma por objeto la vida.” Gilles Deleuze
Para Michel Onfray (1 de enero de 1959, Argentan, Francia) la filosofía ha pecado de arrogancia, de desbordante seguridad de sí misma, increpando al lector con infinidad de lecciones, representándose como la reina de todas las disciplinas. En ese sentido, no ha sido capaz de aplicar lo que predica a otras ciencias y humanidades en torno a su constitución epistemológica y autorreflexión crítica sobre su devenir histórico. Con ello Onfray, frente a la historiografía dominante, ha emprendido una contrahistoria de la filosofía, hasta ahora, en doce volúmenes.
Esta perspectiva independiente proviene desde su infancia cuando a la edad de diez años sus padres lo ingresaron en un orfelinato de los salesianos y fue condenado a un trabajo en una fábrica de quesos, donde las dantescas condiciones de explotación no hicieron más que forjar su carácter rebelde e insumiso a lo largo de su infancia y de su adolescencia.
En unas vacaciones que lo liberaban temporalmente de aquel infierno, las primeras lecturas de Carlos Marx (18181883) le permitieron develar las condiciones de opresión capitalista donde transcurría su mundo, su vida. Su acercamiento al marxismo se complementó con los escritos anarquistas de Max Stirner, Mijaíl Bakunin, Jen Grave, Pierre-Joseph Proudhon, Piotr Kropotkin y Louise Michel, en su conjunto reconfortando su configuración y preparándolo para la asimilación transformadora de Friedrich Nietzsche (1844-1900) en su premisa de La gaya ciencia: “Tan odioso me es seguir como guiar”.
Siguiendo la admonición de Baruch Spinoza (1632-1667) a superar las emociones de conmiseración y fugaz alegría por la de un anhelo de comprensión, Onfray recupera la contribución del sobreviviente a los campos de concentración nazis, Robert Antelme (1917-1990), cuando señala: “No hay diferencia de naturaleza entre el régimen ‘normal’ de explotación del hombre y el de los campos de concentración. Éstos son simplemente la imagen cabal del infierno más o menos velado en el que viven todavía tantos pueblos”. Y más adelante: “La ‘moral’ que recubre la explotación enmascara el desprecio que constituye el verdadero motor de esa explotación”. “A estas evidencias, agrega que sólo puede aceptar y reconocer entre los valores y la moral lo que es concretamente universalizable. Para ello, el imperativo categórico formula clara y radicalmente la eliminación de la explotación del hombre por el hombre. ¿Es posible más claridad?”.
En su exploración de la modernidad contemporánea, Onfray desvela la condición de aquellos que por su condición de existencia son radicalmente ignorados, como piezas de decoración en un grotesco escenario asumido como lo más normal del mundo.
Son los condenados como el “Clochard y vagabundo, así se muestra a ojos de quienes han rehusado el combate con esos dioses para entregarse a ellos en cuerpo y alma, al margen y con exclusión de toda lucha. Sucios, desgreñados, malolientes, vestidos de harapos, atados como paquetes y protegidos por un bricolaje que es a la vez un collage de residuos, muy a menudo los clochards agravan su claudicación con el consumo de alcohol como único alimento, el único reconfortante a su alcance para atravesar las experiencias del frío, el hambre, la noche, la soledad, el abandono y el aislamiento. El vino peleón da al cuerpo con qué sostenerse y calentarse cuando todo el entorno se muestra hostil”. A ellos se suman, a su manera en el mundo social, los “viejos y las viejas, a quienes se niega cualquier otro derecho que el de ser todavía consumidores y gastar su jubilación en el juego social consumista, sufren cada vez más la privación de toda la arrogancia que se permite a los jóvenes: nada de sensualidad ni de sexualidad triunfal, una vida privada que ha de ser modesta y sin alboroto. Suavemente empujados hacia la salida, se los quiere, conserva y venera en la medida en que reciclan sus economías en la máquina social”.
Ante el profundo desencanto nihilista del mundo y sus contingencias, Onfray destaca la alternativa hedonista fincada en la primacía de la vida y su economía libidinal, como complejo de fuerzas que resisten al dolor, la adversidad y la muerte. Ello como una construcción ética basada en la reconversión del Yo, siguiendo la formulación de Nicolas Chamfort (1741-1794), en la cual se convoca a gozar y hacer gozar sin lastimarse ni lastimar a nadie, en una razón común de la alegría donde los medios y los fines apuntan a una justicia universal.
Sustentado en una mística de izquierda, como la persecución de una energía que la configura, el autor ha abrevado en un nietzscheanismo francés de izquierda enriquecido con la obra de Roger Caillois (1913-1978), Georges Bataille (1897-1962), Gilles Deleuze (1925-1995), Félix Guattari (19301992), Michel Foucault (1926-1984), sin olvidar, por otro lado, a Antonio Gramsci (1891-1937).
En la metamorfosis de una sociedad disciplinaria hacia una sociedad de control, con una servidumbre voluntaria, Onfray recupera la microfísica del poder en Foucault, proponiendo una estética generalizada con una voluntad radical de subversión, donde la diseminación de una cultura crítica por arborescencia, floración, capilaridad, multifocal y rizomas fecundan la generación de nuevos espacios de libertad.
Frente a la derrota neoliberal del pensamiento surge una estética generalizada, aunada a un gramscismo libertario, que posibilitará los elementos fundamentales para una cultura emancipatoria de resistencia e insumisión que incorpora todas las potencialidades de fuerzas de pensamiento y acción como las de Pierre Bourdieu (1930-2002), Guy Debord (1931-1994), Gérard Lebrun (1930-1999), André Gorz (19232007), Paul Virilio (1932-2018), Raoul Vaneigem (1934), Régis Debray (1940), entre otros.
Mientras el ser humano sufre las deflagraciones características de nuestra época, la radical conciencia rebelde las confronta (Aufhebung), con un carácter y temperamento opuesto a toda sumisión del individuo. La voluntad libertaria integral de una subjetividad liberada, en un pensamiento alternativo al mundo capitalista, con fulguraciones propias, siempre apunta, como invocaba Nietzsche, hacia unas nuevas posibilidades de existencia.
La obra de más de cien libros de Michel Onfray ha suscitado un interminable debate en Francia y en el mundo entero, desde ensayos como: Jonathan Sturel, La contra-historia de Michel Onfray, Tatamis, 2014, Alain Jugnon, Contra Onfray, Lines Editions, 2016, hasta Michael Paraire, Así pensó Michel Onfray: Reflexiones sobre una impostura intelectual, 2021. Su sitio oficial es: michelonfray.com
Michel Onfray, Política del rebelde. Tratado de resistencia e insumisión, Barcelona, Anagrama. 2020, 319 páginas.
fernamancillas@yahoo.com *Profesor-Investigador de la Universidad de Sonora