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Yásnaya Aguilar y la desigualdad lingüística / Iliana Hernández pág
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Yásnaya Aguilar y la desigualdad lingüística
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POR ILIANA HERNÁNDEZ*
Mi reflexión viene con el libro de ensayos de Yásnaya Aguilar, Ää: Manifiestos sobre la diversidad lingüística (Almadía Editorial, 2020). Elegí estos ensayos porque empatan bien con mi propia experiencia de vida como migrante de Nayarit y las adaptaciones que, primeramente tuvieron que hacer mis padres para acomodar su vida a la dinámica de Tijuana —ya el tránsito era imparable en ese tiempo, los soldados norteamericanos se ahogaban en piscinas de alcohol y música volcánica en bares sucios de la Revolución—. Un choque cultural que, aunque los hijos eran muy pequeños cuando se dio este cambio a Baja California, provocó cuestionamientos para desvalorizar la propia identidad —en los setenta, o los ochenta, la admiración estaba todavía muy puesta en el estilo de vida estadounidense, se lo veía como la más grande aspiración y logro de toda familia habitante de la frontera, era la gran oportunidad para reinventar todo de sí, incluso la posibilidad de adoptar otra lengua y comenzar de cero el camino del triunfador cosechador de dólares—.
Me interesa el pensamiento de Yásnaya porque hace un entrecruzamiento de lingüística y política, sociología y derechos lingüísticos, comunidad-sociedad. Creo que no se pueden abordar muchos de los temas que en la academia se estudian sin considerar otros aspectos fundamentales en la enseñanza-aprendizaje de la lengua sin nadar las oscuras aguas de la realidad en que el estado y los prejuicios de una gran mayoría de mexicanos ostentamos como verdades inocentes.
Ser o no ser: Bilingüismos
En este capítulo Yásnaya nos cuenta sobre el menosprecio de la enseñanza bilingüe en ayuujk, su comunidad. Incluso menciona que los docentes recibían un pago inferior al de sus contrapartes de la educación “formal”, o sea, enteramente enseñando en español y que tan pronto había la posibilidad de que esos docentes bilingües se cambiaran a la modalidad “formal”, lo hacían porque así se veía de más importancia su activique somos los otros —los externos— quienes por gracia de Dios y la herencia de querer clasificar el mundo, hemos adjudicado y preservado en todo registro histórico el mote de “indígena”, desconociendo la individualidad, tradición, historia e identidad de muchísimos mexicanos. Es en lo cotidiano que se despierta esa conciencia de la lengua materna, dice Yásnaya. Y es en el uso diario en el que sin pensarlo mucho recurrimos a esos mecanismos de la lengua en los que nos sentimos cómodos al comunicarnos con seres queridos o con quienes compartimos intimidades. En la frontera del país se hace presente el inglés. Yo, por ejemplo, cuando converso con mi hija lo hago mitad español y mitad inglés. No sé realmente por qué. Ella dice que hay ciertas frases o pensamientos que dan más en el clavo o explican claramente lo que pensamos cuando se manifiestan en inglés, de cualquier manera; es nuestra forma de conectar y saber que estamos en una misma frecuencia de pensamiento, conocimiento o estado de ánimo. La lengua no necesariamente como un medio sino como un encuentro.
dad. Lo anterior me deja pensando en el prestigio de unas lenguas sobre otras, en mi caso, cursé en secundaria el idioma inglés y no fue una lengua que nos resultara difícil ya que al haber crecido en Tijuana nos era muy familiar la escucha constante de esta lengua en los medios de comunicación y en la calle, se podría decir que formaba una parte muy importante de nuestra cultura: lo que comíamos, vestíamos y decíamos estaba en clara correspondencia con el inglés; desde su humor, concepto de éxito, alimentación, música, relaciones humanas y prácticas de consumo. Hábitos al hablar
En cuanto a la percepción que los otros tienen de nosotros, pareciera que es más acentuado en quienes vienen de una comunidad en la que se habla una lengua originaria. La abuela de Yásnaya se confiesa ayuujk y no indígena. Aguilar afirma que, en la mayoría de las comunidades, la denominación indígena no existe. Significa
¿Hablo mixe o hablo ayuujk? Ante la controversia de lo que hablamos y cómo lo hablamos surge también con cuál autodenominación nos presentamos ante el mundo. ¿Yo soy nayarita, tijuanense, loretana o ensenadense? Si tomo rasgos
“Yásnaya nos de cada una de estas ciudades y los cuenta sobre el mezclo en una identidad que se hace menosprecio de la enseñanza bilingüe en ayuujk, su comunidad” puerto, cerros, desierto y tránsito; ¿de dónde y cómo soy realmente? Recalca Yásnaya la complejidad de las autodenominaciones de los pueblos y el reconocimiento de los demás sobre esa diversidad de nombres con los que las personas asumen su identidad personal y comunitaria. Queda para la reflexión averiguar cuáles son las pautas sociales y culturales para sumarse a una denominación, y, ¿por qué no?; evitarlas y ser simplemente un ser humano sobre el mundo. premoniciones@hotmail.com *Es docente y traductora. Escribe artículos, ensayos, cuentos y poesía