HUGO

Nº 186 - AGOSTO 2023 - AÑO 19 - $2000 - BUENOS AIRES - ARGENTINA



HUGO
Nº 186 - AGOSTO 2023 - AÑO 19 - $2000 - BUENOS AIRES - ARGENTINA
El trabajo dignifica…siempre y cuando esa dignidad incluya una retribución “digna” acorde al esfuerzo realizado. Una larga historia de luchas da cuenta que el ser humano no puede “bajar los brazos”, las conquistas se pierden mucho más rápido de lo que se consiguen. Cuando la jornada de trabajo termina, hay cansancio físico, inquietud por las penurias económicas, pero en muchos casos la sensación del “deber cumplido” opera dando cierta paz al trabajador. Hablamos de trabajo físico, pero incluimos todo tipo de actividad humana relacionada a los oficios y profesiones. Cada actividad tiene sus herramientas y muchas de ellas (ver foto de tapa) son realmente incómodas y molestas, pero imprescindibles para la tarea a realizar. Pienso en la dificultad para algo tan natural y necesario como respirar.
Durante la pandemia experimentamos la molestia del uso de barbijos y de eso se trata, necesarios pero molestos. Alguien relacionado con las curtiembres me relató la forma en que trabajan en algunos países pobres en este sector. Los trabajadores entran en los piletones a sobar el cuero con sus pies descalzos, en contacto con ácidos y elementos nocivos, esto acorta la vida y produce innumerables patologías y sufrimientos. Hoy vivimos tanto esa problemática como lo insuficiente del salario ante la inflación, verdadera desgracia para los asalariados (consumidores finales). Desprotegidos y olvidados, reclaman ante quienes tienen la obligación de dar respuestas, el “cumplimiento del deber”, de los políticos, los empresarios y los sindicatos.
El editorPág. 3 - Editorial
Pág. 4 - Radio - Sentirse parte de la radio
Pág. 5 - Trabajo - A vuelo de pájaro
Pág. 6 y 7 - Documentalismo - San Martín
Pág. 8 y 9 - Historia - SIAM ayer y hoy
Pág. 10 y 11 - Documentalismo - Municipalidad de Avelllaneda
Pág. 12 y 13 - Grandes fotógrafos - El gran fotógrafo Pedro Otero
Pág. 14 y 15 - Curiosidades de Avellaneda
La radio cumplió 100 años en Argentina y no solo sigue viva, sino que es elegida masivamente entre la enorme variedad de medios y redes. Nos sentimos parte de ella, los oyentes somos el sentido mismo de este hermoso y poderoso medio de comunicación.
Dentro de los primeros recuerdos que vienen a mi memoria de mi infancia está el programa “Amanecer Argentino”, que iba por radio Mitre, con folkloristas en vivo y todo lo referido a la tradición gaucha. Por los años `60 sintonizábamos la radio a válvula de baquelita que tenía mi tío. La televisión era incipiente y la radio captaba mucha audiencia, logrando que los jóvenes se volcaran al folklore, como uno de los fenómenos de esos años.
Esquina de Salta y Cordero, Sarandí, año 1971. Estudio y laboratorio fotográfico “Larfó”. Se enciende la radio y el “Peruano Parlanchín” inicia un nuevo programa del “Show del Minuto” por Belgrano, “Otro…clavó la sintonía en Radio Belgrano”, era una de sus frases conocidas. Una compañía en el trabajo que se va volviendo necesaria. Con él aprendo a escuchar tangos, conozco a Nicomedes Santa Cruz, descubro al Chango Nieto y escucho sus silencios.
Hugo Guerrero Marthineitz fue un innovador polémico, usaba su voz privilegiada como avanzada de su propuesta, que adoptaba muchas formas. Leía libros con una dicción y una relectura de párrafos que lograban una buena comprensión de esos textos, atrapando al oyente. Seleccionaba la música de su gran colección personal de discos y recibía llamadas que llevaban a fuertes debates con sus seguidores y con sus, no pocos, detractores. Locutor sin carnet, ha formado a muchos con su estilo propio. Siguiendo su programa llego
al Teatro Auditorio, en un subsuelo de la calle Florida, allí hacía su programa de dos horas, una hora era transmitida en vivo y en la siguiente, el negro actuaba para los que estábamos presentes en la sala, siguiendo la radio con contenidos grabados.
Todavía conservo la Noblex Siete Mares donde solía sintonizar emisoras de otros países por onda corta, toda una expe -
riencia para ese momento. Muchos programas proponían que los oyentes enviaran cartas pidiendo tal o cual cosa. Así me comuniqué con una radio de San Francisco, en Estados Unidos y recibí una carta con una foto de su tradicional tranvía, en esas calles con bajadas y subidas pronunciadas. En el caso de la Unión Soviética, hoy Rusia, no me fue muy bien. Pedí que me enviaran una revista donde se hablaba del Mundial 78. Llegó la carta donde ellos agradecían mi pedido y mencionaban la revista, pero esta nunca llegó. Algo que me inquietó bastante, dentro de la realidad que vivíamos en el país.
En democracia
Siguieron muchos programas que nos acompañaron y crecimos con ellos. Un periodista distinto, Carlos Rodari, con su voz amable y un estilo muy interesante, donde el oyente recibía respeto y cierto análisis, casi psicológico. Nucha Amengual, Bety Elizalde, Nora Perlé y la música presentada con voces atrapantes y sensuales. Juan Alberto Badía, un locutor que dejó huella. Pedro Aníbal Mansilla con su recordado programa “Modart en la noche”, otro peruano con voz inigualable. Edgardo Suárez diciendo “Hola Pariente”, voz morena de Mendoza que habló en el acto del regreso de Perón en 1973 y cercano a Leonardo Favio, con quien participó en cine.
Solo algunos recuerdos de oyente y parte de esta historia, que continúa.
Texto H.E.T. 2020Pintores de brocha gorda, a mucha honra
Una de las artes más antiguas y vigentes es la pintura, madre de otras tantas prácticas estéticas. Con exponentes inmensos en la historia, así como los seguidores dedicados en plenitud a la tarea de plasmar los sentidos en formas y colores. Utilizada como terapia produce efectos beneficiosos, distrae de los problemas y corre el foco de la atención al puro placer. Dos pintores, dos palomas, la torre y campanario de la iglesia Nuestra Señora del Rosario, en Piñeiro. La foto fue portada y generó lo inespera-
do. Cuando una propuesta gráfica “sale a volar”, sus caminos son imprecisos. El párroco Omar Rey recibe la revista y envía el siguiente mensaje a los pintores; “Mirá Juan…para un cuadro”. La respuesta de Juan no se hizo esperar; “Hola padre, ¿qué tal, cómo estás? Que chocho estoy por ver que me tienen en cuenta. Muchas gracias padre por todo, me tenés que guardar uno de esos para tener de recuerdo Recién llegué de mi laburo y sí padre nos iremos si Dios permite”.
Como práctica emparentada con la pintura, en este caso, una vez más, la fotografía sirvió a muchos propósitos; Reflejar una imagen documental sobre el barrio de Piñeiro, mostrar la actividad laboriosa de los pintores en sus silletas para trabajar en alturas, captar el contrapunto de quienes trabajan y esas aves que acertaron a pasar en ese preciso instante y ubicándose donde debían y por último, ayudar a quienes dan su esfuerzo diario y anónimo a sentirse “tenidos en cuenta”.
San Martín
Busto de bronce colocado por la Sociedad de Fomento “Presidente Avellaneda” (1960) en la Plaza Marcelino Ugarte de Piñeiro, luciendo una condecoración del Perú. Escudo
El escudo peruano es de forma polaca (piel de toro), cortado (horizontalmente por la mitad) y semipartido (por la mitad verticalmente hasta el centro) la parte superior, mostrando tres campos. En el primer cuartel o diestra del jefe (superior izquierdo), de color azur (intermedio entre azul y celeste) una vicuña pasante, al natural, contornada – observando hacia la siniestra (interior del escudo). En el segundo cuartel o siniestra del jefe (superior derecho), de argén (plata), un árbol de la quina al natural. En la base (el campo inferior), de gules (rojo), una cornucopia de oro, orientada a la siniestra, derramando monedas también de oro.
Fotos Archivo General de la Nación y Hugo Tempesta
El último adiós
Por Abel Alexander *Mucho se ha escrito sobre la vida y obra del recordado Pedro Otero y, casi siempre, por su condición de referente prestigioso de la fotografía artística argentina a mediados del siglo XX. En su trayectoria como dibujante, pintor, fotógrafo y aún escultor, este hijo dilecto de Avellaneda se destacó además y desde joven por su militancia política, social y en definitiva por el amor acendrado hacia la cultura proletaria,. . .de la cual formó parte a través de una clara identificación personal como: “Pedro Otero de Avellaneda”
Nació un 3 de julio de 1913 en el barrio obrero de Entre Vías en la industrializada Avellaneda; hijo del carpintero y ebanista José María Otero y de doña Bernarda Cajiau, ambos modestos inmigrantes gallegos oriundos de Pontedeume, pintoresca villa en la provincia de La Coruña. Su padre trabajó alternativamente en los grandes frigoríficos locales de La Negra y La Blanca.
En aquella popular barriada “Perico” desarrolló desde la niñez un cariño especial por esa sencilla comunidad de trabajadores; hacia marzo de 1927 se empleó como aprendiz del Estudio Fotográfico que regenteaban Don Adolfo Yusif junto al socio Davbid Roitberg; se iniciaba de esta manera y con solo 13 años, en la práctica de una profesión, que abrazaría con pasión por el resto de su vida. En forma paralela estudiaba también pintura y dibujo en clases nocturnas para, finalmente, ingresar en la Escuela Superior de Arte Decorativo de la Nación.
Desde muy joven y cámara al hombro incursionó en el periodismo gráfico en conocidos diarios de Avellaneda como “La Libertad” o “La Ciudad” pero, también, colaboró en el vespertino porteño “Noticias Gráficas” - de tirada nacional - y cuyos despliegues fotográficos fueron notables hacia la época.
Luego y hacia el año 1943 vendría la soñada apertura de su propia casa fotográfica ubicada en la esquina de 25 de Mayo y Avenida Mitre; aquel fue un punto de cita obligada para artistas e intelectuales de
la zona. Por 1952 concreta su primera exposición individual titulada “Mis fotos” y, tres años después, inaugura la muestra “La fotografía y la música”, aquella genial serie de creativas imágenes que lo consagrará a nivel nacional e internacional.
Por entonces la empresa alemana AGFA lo incorpora como asesor técnico para su importante sede en Buenos Aires; cargo que desempeñará por largos años y en directa conexión con la central alemana, ubicada en la ciudad de Leverkussen ( Estado de Renania del Norte - Westfalia).
Hoy y a mucha distancia de aquellos éxitos artísticos consagratorios, queremos mostrar un verdadero hallazgo iconográfico en la vasta obra de Don Pedro Otero; nada menos que una de sus primeras fotografía hacia los años ‘30 en el especial campo de los registros mortuorios; una práctica religiosa y social que se documenta a partir de la etapa del daguerrotipo (18401865) y todavía seguía vigente por aquellas décadas. Con relación a este libro diremos que se trata de casi la única autobiografía de un fotógrafo en Argentina.
Se trata de un clásico ejemplo de la denominada “fotografía de cortejo”, pues los deudos acompañan al ser querido junto al ataúd y rumbo a su ultima morada o sea el cementerio municipal. En tal sentido queremos citar un párrafo de su libro autobiográfico: “Cuatro por cuatro y de
frente” (pág. 61) y donde Otero recuerda este tipo de trabajo durante aquella temprana etapa: “Hasta 1943 trabajé en el cementerio. Aunque ganaba mucho dinero y trabajaba poco, aquello ya no me gustaba. Estaba aburrido, ambicionaba otra cosa, algo mejor. Así comenzó una nueva etapa. Una tarde, luego de una violenta discusión por razones políticas con el administrador del cementerio, llegué a casa y le dije a Mecha (su esposa): “Dejo de trabajar así. Vamos a instalar un estudio ... “ Con relación a este libro, diremos que se trata de casi la única autobiografía de un fotógrafo actuante en Argentina
Con tan solo 25 años ya comprobamos la profesionalidad de Pedro Otero pues, para sus cuidadas fotografías mortuorias, utilizaba una artística carpeta alegórica, en cuya carátula se ubica impreso un Cristo Crucificado en suave tono oro. La publicidad en la tapa se ubica abajo a la derecha y en tipografía azul con la leyenda : “Foto Pedro Otero. 25 de Mayo 652. (antes O’Gorman) . U.T. 22-8862. Avellaneda” La elaborada carpeta de cartulina está compuesta de tres hojas y mide 19 x 11,5 centímetros; cuenta con papel transparente para protección de la copia fotográfica y con cuatro incisiones esquineras para insertarla en la misma pero sin pegarla. En el borde inferior interno, se repite la misma publicidad de la tapa.
Esta inusual obra vintage de Pedro Otero está copiada en papel fotográfico a la gelatina de plata y fabricado por la marca alemana “Agfa”. Es una emulsión en blanco y negro y con textura brillante. Mide 8, 5 x 13,5 cm. - clásico formato postcard - y posee un delgado margen blanco y la copia está guillotinada por sus cuatro lados en tipo dentado.
Debemos señalar que las fotografías mortuorias de Pedro Otero lo diferencian totalmente de sus colegas pues, en las mismas, incluyen sobre el lateral derecho de
la copia una leyenda vertical - precedida por la cruz - y escrita sobre el mismo negativo; en cada una y de puño y letra del mismo Otero se lee: “ Adolfo J. Quintans. 23 años - 24-IX-1938”. Formidable documentación filiatorio y que ya preanuncia su gran ingenio.
La escena transcurre en una fría mañana de septiembre y es realmente impresionante; se aprecia el severo cortejo solo compuesto de hombres bien vestidos - muchos con pesados abrigos - acompañando al lujoso ataúd sobre una elaborada
cureña; varios empleados de la casa funeraria y con sus guantes blancos dirigen el desfile fúnebre. Con buen criterio Pedro Otero registra la triste escena desde una cierta altura abarcativa y, donde la compacta muchedumbre, acompaña el último adiós de aquel infortunado muerto prematuramente a los 23 años.
Un 21 de febrero del año 1981 y en su querida Avellaneda, cerraba definitivamente sus ojos - clausurados años antes por la cruel ceguera - aquel genial artista de la cámara. Tenía 68 años.
Jeanmart, Feliciano: “Pedro Otero - La Fotografía y la Música”. Catálogo de la Galería Agfa. 7/30 de abril de 1997. Buenos Aires. 1997. Medail, Francisco: “Entre el Colón y Avellaneda hay apenas veinte minutos de diferencia” Artista Homenaje Pedro Otero. BA’ photo. Buenos Aires. 2021.
Otero, Osvaldo: “La obra de Pedro Otero” Historia de la Fotografía. Memoria del 8° Congreso Nacional y 3° Latinoamericano de Historia de la Fotografía”.Vicente López (Buenos Aires). 2003.
Otero, Pedro: “Cuatro por cuatro de frente - Memorias”. Editorial Suburbio. Sarandí. (Buenos Aires). 1981.
San Martín, Fernando: “1° Diccionario Biográfico de Fotógrafos en Argentina - 3300 Artistas de la Cámara (1839-1939)” 1° Edición. Gráfica Laiglon. Julio 2023.
* Abel Alexander. Presidente. Sociedad Iberoamericana de Historia de la Fotografía. Academia Nacional de la Historia de la República Argentina.
¿Qué es el punto áureo en Fotografía?
¿Qué es el punto áureo? El punto áureo es el punto origen de una proporción áurea. Expresado de una manera sencilla de entender, es cada uno de los puntos fuertes de los que parten las espirales áureas, y suelen marcar zonas en las que se centra la atención en fotografías e imágenes.
Foto Hugo Tempesta