PEREZ DRIZ, J. (2022). Comunicación digital

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Comunicación digital. por Javier Pérez Driz

"Las casas de los adolescentes tienen más pantallas que libros". Roxana Morduchowicz

1.1.

Los nuevos entornos digitales, el universo de la web, la dinámica de los dispositivos electrónicos, el mundo del streaming, los youtubers y las plataformas gamers funcionan como el territorio de representación de las subjetividades en jóvenes y adultos de hoy. La doctora en comunicación Roxana Morduchowicz menciona que vivimos en una “ciudadanía digital”, que somos ciudadanos digitales y que las pantallas (TV, PC y celular) impusieron importantes y nuevos hábitos en los nativos digitales, y también en los que no lo son. Pero el grupo etnográfico de los más jóvenes parece ser el centro de atención de los entornos virtuales, el mercado, los mass media y las prácticas interactivas de comunicación; nos referimos a la llamada “Generación Z” o Centennials: términos acuñados por William Strauss y Neil Howe en sus estudios sobre división de generaciones. Los estudios de Morduchowicz, volcados en su libro “Los adolescentes del siglo XXI”, demuestran que los jóvenes de Argentina viven en un mundo visual, impulsados hacia una autonomía y socialización desde la conectividad. Estos hábitos se ven encriptados, sobre todo, en los códigos de la Generación Z; también llamada “zillenials” o “generación multimedia” y caracterizada por la utilización en simultáneo de múltiples recursos digitales. Las estadísticas demuestran que el tiempo que los chicos pasan ante las pantallas aumenta año tras año y que ninguna otra actividad de la vida supera ese tiempo, incluso en países con economías en subdesarrollo como sucede en América Latina y el Caribe

Hace un tiempo llevé adelante una investigación sociolingüística en Buenos Aires sobre la diferencia entre el habla cotidiana de los jóvenes y las generaciones de sujetos mayores a 24

1. LECTURAS Y ESCRITURAS MEDIADAS POR PANTALLAS.
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años. Pretendía estudiar si vocablos de uso cotidiano partían o era adquiridos desde entornos digitales, como las redes sociales o YouTube. Efectivamente, las encuestas realizadas permitieron afirmar dicha hipótesis sobre el habla en los adolescentes: una oralidad íntimamente atravesada por la dinámica del universo digital (fragmentación de los discursos, uso de siglas, palabras que se apocopan, etc.). Por otro lado, al explorar diferentes estudios sobre la lengua, notamos que dan por sentado que el habla es el medio por excelencia que refleja la articulación viva, el uso concreto de la lengua cotidiana y coloquial. Si bien es cierto, no podemos negar que actualmente la escritura se ha posicionado a la par del habla como medio de articulación cotidiana de la lengua. Podríamos considerar un error creer que el habla sigue siendo el medio principal por el cual se expresan los jóvenes de hoy. Si bien podemos afirmar que muchos vocablos y neologismos del universo digital se materializan en el habla de los jóvenes, es la escritura el plano en donde se profundizan con mayor claridad las distancias generacionales.

Los inminentes estudios han terminado de demostrar que las prácticas comunicativas de los adultos y la socialización entre adolescentes está mediada, principalmente, por pantallas y dispositivos, los cuales habilitan a la práctica comunicativa más evidente en estos entornos: la escritura. Sabemos entonces que el influjo de las redes sociales y los dispositivos móviles han generado nuevos hábitos de escritura y, por consecuencia, de lectura. Nos preguntamos si verdaderamente esta realidad comunicativa ha puesto en discusión los límites de las zonas ficcionales de la sociedad: ¿qué impacto ha tenido en el universo de la literatura, en las instituciones, la academia y el canon?, ¿la literatura “se ha dejado atravesar” por estas nuevas dinámicas comunicativas?, ¿el libro Caos de Magalí Tajes o entornos como Wattpad y Bukit son evidencias de ello?

Con sólo mirar a nuestro alrededor, estamos en condiciones de afirmar que la mayoría de los sujetos sociales de las culturas integradas al universo globalizado y la dinámica mainstream tienen acceso a los dispositivos digitales, prácticamente sin conocer brechas generacionales; todos (jóvenes y adultos) han ingresado al mundo de los teléfonos móviles y el universo de las redes sociales. Según el sitio Live Stats: “hoy en día, alrededor del 40% de la población mundial tiene conexión a Internet”, lo que implica más de cinco billones de usuarios alrededor del mundo. Según las estadísticas del Banco Mundial de Datos, el 85,5% de los argentinos utilizan Internet y el 60% de la población mundial accede a la web. Así mismo, las suscripciones a servicios de telefonía celular móvil se han incrementado vertiginosamente en los últimos años, en el mundo entero. Según la agencia We Are Social y Way2Net, cada argentino invierte, al menos, 3 horas y 11 minutos usando redes sociales. Un 76% de la población argentina, entre 16 y 64 años, utiliza la red social Instagram; la cual tiene un alcance de 17 millones de usuarios a través de sus publicidades (La referencia a las fuentes de estos datos se expone en el apartado Webgrafía, de la Bibliografía).

La escritura y lectura en los dispositivos y las redes es hoy un hábito cotidiano; muchos rasgos fragmentarios y economizadores propios de los entornos virtuales atraviesan al habla de los adolescentes y, también, sus procesos de adquisición de la lengua. Lo cierto es que, tanto las expresiones orales como escritas de los jóvenes, están atravesadas por el acelerado, múltiple y fragmentado ritmo que proponen los dispositivos móviles y la cultura ultra digitalizada de hoy. Una lectura (ya sea de un poema, cuento, de un film, un gesto, una canción) involucra procesos y experiencias; si esas lecturas están mediadas por pantallas e interacciones con dispositivos o entornos digitales, entonces estos procesos y experiencias

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deben poseer sus propias particularidades, resultandos diferentes a otro tipo de lecturas más tradicionales. ¿Cuáles son esas diferencias?, ¿qué sucede en las lecturas y escrituras mediadas por pantallas?, ¿cómo impactan a largo plazo estas prácticas de lectura y escritura?

Pensar la relación entre escritura y cuerpo es también tener en cuenta otros sentidos posibles (...) el territorio del aula se configura como una trama polifónica, donde se negocian las voces (...) esas voces se encarnan en cuerpos que habitan la cotidianeidad.

(SARDI, V. Escrito en los cuerpos. Buenos Aires: GEU, 2019).

Esa cotidianeidad que menciona Sardi está perforada y mediada por la cultura digital. Nos preguntamos entonces ¿qué sucede con la lectura y la escritura en los jóvenes?, ¿qué pasa con sus cuerpos?, ¿qué vínculo existe entre el cuerpo y la voz, la escritura y el habla?, ¿qué relación hay entre las características de los diferentes soportes y las prácticas lingüísticas de los jóvenes en la escuela?, ¿cómo leer literatura, ¿cómo leer discursos mediados por pantallas y por experiencias digitales?

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2. HACIA EL ENFOQUE DE UNA NUEVA NARRATOLOGÍA.

"No deberíamos aprobar la existencia de una sociedad desigual y brutal porque las encuestas muestren que la gente es feliz". Ha Joon Chang

2.1.

Hace muchas décadas que la literatura ya no es el único medio por el cual las personas deciden expresar sus inquietudes, exponer sus ideas o manifestar sus puntos de vista. Es por ello que estamos obligados a cuestionar y replantear los objetos de la Crítica y la Narratología. Pero hay algo que inevitablemente se pone en discusión y tiene que ver con la función estética que las sociedades le imprimen a los discursos digitales e interactivos. La Crítica Literaria, y sobre todo la Narratología, siempre han puesto su mirada en discursos considerados poéticos, en aquellos que, al menos en cierta época, fueron leídos como arte o como expresión estética. Pero nuestro contexto de circulación actual no siempre lee ni produce los discursos que circulan en soportes digitales a partir de una mirada estética. Lo cierto es que gran parte de la sociedad edifica sus procesos de socialización y construcción de la identidad a partir de la interacción con los sistemas digitales (redes sociales, sitios web, apps, videojuegos, etc.).

¿Hay videojuegos que son interpretados como discursos o manifestación artísticas?, ¿podemos hallar en esos discursos interactivos estructuras narrativas, la construcción de un argumento, la presencia de actantes, cambios en la focalización, saltos en el tiempo? Lo que pretendemos es que la Crítica y la Narratología comiencen a realizar ciertos cuestionamientos y preguntarse si aún funcionan como espacios para el estudio de discursos relevantes y con una verdadera circulación social. ¿Qué rol ocupa la literatura en las sociedades de hoy en comparación a, por ejemplo, los videojuegos?, ¿en qué ámbitos circula cada una de estas manifestaciones?, ¿qué importancia tienen, comparadas una con otra, en los procesos de construcción de la identidad de los sujetos del mundo contemporáneo? La reformulación de los objetos de estudio de la Narratología y los cuestionamientos del universo literario con respecto a sus formas de comunicar deben ser, al menos, un horizonte próximo y cercano.

2.2.

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Si alguno de los youtubers más populares realiza un comentario influencer en su canal, su mensaje alcanza a más cantidad de personas que la tirada matutina del New York Times: más allá del contenido, la objetividad o la mirada ética de ese mensaje. El segundo canal de YouTube más visitado en la web pertenece a una sola persona y posee más de 100 millones de suscriptores1; el canal de Twitich “xQcOW” del joven Félix Lengyel posee más de 29 millones de horas de visualización. Comparemos esos números con la circulación de periódicos un día cualquiera en EEUU, la cual es de 28 millones de ejemplares, incluidos impresos y digitales2. En conclusión: una persona común que no posee formación académica ni proviene de un sector de poder, puede alcanzar cifras sorprendentes comparadas con el alcance de los medios masivos de comunicación más consumidos y con más trayectoria editorial. Es por ello que resulta desconcertante el impacto social que puede llegar a tener un solo sujeto que participa en las redes; sobre todo si lo comparamos con los 37.900 empleados que se necesitan para poner en circulación la totalidad de periódicos en el transcurso de un día en EEUU. A simple vista, este panorama discursivo revela lo que podría ser una "democratización del poder comunicacional", ya que exponen un mundo plural en el cual cualquier ciudadano puede convertirse en un comunicador social. Sin embargo, los propios estudios estadísticos a nivel mundial nos revelan una sociedad cada día más superficial y consumista. Sin olvidar las cadenas multinacionales de comunicación, como The Walt Disney Company, que continúan en un creciente proceso de absorción y hegemonía, proyectándose como verdaderos monopolios y oligopolios de la información. Vivimos en un contexto en el cual conceptos como conglomerado comunicacional y medio masivo de comunicación conviven con los espacios web de "libre circulación" de las expresiones (como son las redes sociales o los blogs). A partir de los entornos virtuales, las subjetividades conviven dentro de un impredecible e interactivo entramado de discursos, usuarios y procesos semióticos.

¿Qué presencia tiene la literatura en la dinámica de los géneros interactivos digitales?, ¿cuáles son los procesos de transformación de los soportes en los cuales circula la literatura? La forma en que la literatura circula siempre se ha modificado con el tiempo y con respecto a cada cultura en particular. Pero en la actualidad accedemos a una realidad generalizada, donde los ejemplares impresos son cada vez menos y también es cada vez menor la presencia que tiene el libro en la dinámica cotidiana; entendiendo el concepto de “libro” como artefacto y también como símbolo de cierto valor cultural. Según los datos relevados por la Cámara Argentina del Libro (mediante la Agencia Argentina del ISBN) la publicación de nuevos ejemplares está disminuyendo en los últimos años y se estima un descenso en las ventas futuras. Entre el año de 2016 y 2018, más de 60 librerías cerraron sus puertas y 80 se encuentran en crisis. En 2018 el 50% de los empresarios editoriales asociados a la C.A.L. considera que una de las formas para reducir costos en los próximos años es “rechazar obras por falta de presupuesto”. Incluso, un 81% de los empresarios y comerciantes del universo editorial en Argentina cree que la situación económica del sector del libro se mantendrá igual o incluso peor. Según la Asociación Mundial de Periódicos con sede en París circulan actualmente alrededor de cuatrocientos cuarenta millones (440.000.000) de ejemplares en el mundo entero. Por otro lado, el video de YouTube más visto goza de más de diez mil millones (10.000.000.000) de visitas y el segundo más de siete mil millones (7.000.000.000). En el trascurso de siete años la publicación de libros en formato papel disminuyo un %62,77

1 Fuente:

2 Fuente:

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https://es.digitaltrends.com/entretenimiento/canales youtube mas suscriptores/
https://www.journalism.org/fact sheet/newspapers/

en Argentina. Entre 2012 y 2019, la impresión de ejemplares en formato papel disminuyó un 27% (de 94 a 35 millones de ejemplares). En relación a los soportes y libros digitales la CERLALC afirma que “más de 400 sellos editoriales entre España y América Latina, han experimentado nuevamente un crecimiento por encima del 50% en las ventas de sus ebooks” . Por otro lado, los proyectos freelance, las PYME y el crecimiento de nuevas editoriales emergentes ha sido exponencial en Argentina, brindando un aporte sustancial a la continuidad de la industria; sobre todo por la calidad de sus publicaciones, el cuidado en los detalles y sus diseños creativos. Según el informe de la CERLALC “cada día hay más editoriales independientes latinoamericanas que apuestan firmemente por la distribución de sus libros en formato digital para llegar a lectores de todo el mundo” .

2.3.

En los párrafos anteriores realizamos una breve mirada por el escenario comunicativo actual, un pequeño recorte del vasto y complejo entramado comunicativo del siglo XXI. Pero si la literatura también es comunicación, entonces: ¿qué lugar ocupa en el mercado?, ¿qué estadísticas de consumo y roles articula la literatura como práctica en este cambiante sistema de comunicación actual?, ¿cómo entran en contacto las formas del texto tradicional y con las del hipertexto?, ¿existe un verdadero diálogo entre la literatura y las herramientas interactivas de comunicación o, por el contrario, la literatura continúa estructurada desde un lenguaje tradicional y desactualizado?

En tan sólo dos décadas Internet se ha convertido en el escenario de las expresiones culturales, comerciales y de esparcimiento masivo, en el cual dialogan las diferentes lenguas y grupos generacionales de todo el mundo. El uso de la World Wide Web es un hecho social, su funcionamiento ocurre en las sociedades y por lo tanto los procesos de semiosis y comunicación intervienen en él. Sabemos que si hay comunicación hay significación y si hay signos hay lenguaje. Este proceso requiere de la decodificación de esos códigos y de esas lenguas en uso. Por lo tanto, deberíamos pensar en la urgente necesidad de lo que podría llamarse: una "semiótica de la comunicación digital online".

En sus estudios sobre los discursos, Eliseo Verón propone que no existe realidad ni producción de sentido fuera de lo social. Los sujetos, como parte de una sociedad, sienten la necesidad e inquietud de expresarse, más allá de las características de su contexto o los medios empleados para su expresión. El territorio que aglutina hoy esas necesidades es el entorno digital. Desde las pinturas rupestres, las danzas rituales, la ornamentación arquitectónica o la recitación de poemas fúnebres, hasta la animación 3D y el diseño digital, el arte ha funcionado como el medio de expresión involucrado en todos los esquemas e instituciones sociales (como son la religión o el mercado global). Internet abrió las puertas de un sendero de expresiones que continúa extendiéndose de forma ilimitada. Las potentes y versátiles herramientas de la web 2.0 le facilitan al pueblo, en muchos casos sin diferenciar estratos sociales (a pesar de que la brecha cultural sigue vigente) la posibilidad de expresarse más allá de los tradicionales medios de participación ciudadana, como las tradicionales huelgas o las manifestaciones de carácter político y social. Cualquier persona con acceso a Internet puede compartir su opinión sobre los conflictos bélicos en Medio Oriente, grabar una crítica sobre la entrega de los Premios Oscar, compartir un poema, vender carteras artesanales o subir fotos de su último traje cosplay. La Web es un escenario

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donde pueden interactuar múltiples de voces, enlazándose y retroalimentándose. Canales como Veritasium de Derek Muller o ADEH TV (de la Asociación de Estudios Humanísticos de Bs. As.) han demostrado que la divulgación científica y literaria encuentra en la web su soporte más productivo, por su dinámica, interacción y masividad. ¿El rol de la literatura es el de replicar la léxis de los géneros discursivos digitales o el de imponerlas viejas formas de comunicación ancladas en lo tradicional?, ¿debe el ámbito de la literatura ser un “guardián” de las formas tradicionales de circulación, lectura y producción literaria o debe apropiarse de las potenciales herramientas de los entornos virtuales, interactivos y digitales? ¿Qué experiencias en torno a la literatura se enseñan y se proponen en la escuela?

2.4.

Los medios masivos y hegemónicos de la comunicación configuran una porción axial de la vida cotidiana de los sujetos y las sociedades, interviniendo en sus decisiones en torno a lo que se consume, se piensa, se sabe, se escucha y se vota. Es cierto que las voces masivas y hegemónicas continúan siendo un patrimonio manipulado y vigilado por los mass media; pero no siempre funciona así. Hay excepciones, grietas, fisuras en eso que llamamos “el sistema de control capitalista”. Prácticas como el Haking y la Culture jamming (en menor medida) pueden funcionar como medios opuestos e independientes al eje de poder, el mercado y los discursos hegemónicos. En algunos casos, estas prácticas responden a un tipo de “anarquismo comunicativo” que suele circular en la web profunda y en otros casos vincularse directamente con lo ilegal. Pero que algunas prácticas sean ilegales no significa que, en definitiva y más allá de la ilegalidad de sus actos, no luchen por un tipo de igualdad y divulgación de la información. Resultan interesantes ciertos casos públicos como el de Julian Assange a través de WikiLeaks (quién divulgó documentos filtrados de agencias y altos funcionarios públicos), el de Edward Snowden (quién filtró archivos de la CIA y la NSA) o el caso de Mario Simbaqueba (quién desestabilizó cuentas bancarias, además del sistema legal estadounidense y la seguridad del Departamento de Defensa). Estos fueron algunos de los casos que lograron desmontar la “mediocre” escenografía del sistema capitalista occidental de manipulación política y social, el cual continúa articulándose a lo largo del cono sur y el resto del mundo. Esto no significa que no exista en Internet, y más aún en la World Wide Web, algoritmos al servicio de la censura o el control. Hay otros espacios dentro de Internet (como la Deep Web o los sistemas para la comunicación cifrada y estratégica gubernamental) que también forman parte de esta inmensa red universal. Pero no todos tenemos acceso a la totalidad de Internet; en realidad casi nadie lo tiene. Lo cierto es que las personas participan de la Web de diferentes maneras y desde diferentes dispositivos, y eso les permite socializar y expresarse; más allá de que cada usuario de cada plataforma responde a un estereotipo: lo que las teorías referidas a esto llaman "código de conducta". Su forma de organizarse es muy similar al funcionamiento de la mercadotecnia y los estudios sociológicos. Sin lugar a dudas, los ejes de poder no están ausentes en el universo de la web; sabemos que no sólo participan en él, si no que explotan su masividad desde el análisis estadístico de las conductas trasgrediendo, en muchos casos, la privacidad de los usuarios. Esto último podría traducirse a partir de un símbolo universal: $. Figura que también simboliza al poder y cuya presencia desborda todos los ámbitos, contextos y decisiones sociopolíticas.

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2.5.

¿Es aun la literatura el medio primordial en el cual se articulan los principales discursos narrativos, poéticos y de expresión personal o, por el contrario, esas voces han encontrado nuevos espacios y nuevos soportes de circulación? Desde el advenimiento del uso masivo de Internet y las redes sociales hubo un “impulso digital online” que ayudó a transformar el mundo, pero también ayudó a crear una dependencia a los datos móviles, como ya hemos dicho: a construir un perfilado de las conductas sociales y finalmente a predecir e influenciar esas conductas. El caso de Cambridge Analytica y sus operaciones en Argentina es un ejemplo perfecto para entender la estrecha relación entre tecnología, poder, espionaje y manipulación mediática. La transformación digital implicó una transformación en la cosmovisión de las personas; el sistema político y económico encuentra en esa realidad una fortaleza.

Resulta más que interesante analizar de qué manera los jóvenes fueron cambiando sus prácticas de socialización, modificando los usos de las herramientas digitales online, las cuales no sólo facilitan la comunicación, también la creación compartida, la divulgación y una nueva forma de sustentabilidad económica. Múltiples y variadas expresiones artísticas como la actuación, la música, la creación de historias, coreografías, críticas y técnicas de cine funcionan dentro de la Web a través de las social networks y se ven reflejadas en las expresiones de ocio de los usuarios y en los discursos digitales creados mediante las necesidades comunicativas. Algunos de los medios en los que circulan y dialogan estas expresiones son los videos streaming, mashup, videos reacciones, tutoriales, gameplays, fans films, reseñas audiovisuales, etc. Estos géneros son producidos en la web por todo tipo de usuarios; entre ellos gamers, youtubers y booktubers. Son géneros discursivos que circulan en plataformas de videos, servicios de blogs, microbloggings y redes sociales. Gran parte de los contenidos y el lenguaje de producción de estos discursos tienen relación con las expresiones artísticas y, por qué no, literarias. La mayoría de estas producciones independientes requieren del uso de la creatividad, el ingenio e incluso la investigación; explorando los bordes y estructuras discursivas de géneros como el ensayo, la reseña y el artículo de divulgación. Los jóvenes han encontrado la forma de explorar sus propias competencias comunicativas con el fin de relacionarse a través de YouTube o sus contenidos streaming. Desde la educación, no sólo podemos ayudar a potenciar la creatividad y el uso de estas plataformas para el estudio y el desarrollo de la cultura; si no repensar los procesos de lectura y escritura “tradicionales”, su importantísima función social, sobre todo para las generaciones futuras. Pensando en la lectura más allá de su concepción tradicional, nos preguntamos: ¿qué características y prácticas intervienen en los procesos de lectura mediados por pantallas?, ¿cómo “leemos” a los discursos adiovisuales con los cuales interactuamos en el universo digital?

Además de los discursos independientes de los usuarios existen grandes producciones de materiales que interactúan con las plataformas Webs y la conexión en línea; muchas de ellas tienen un alto contenido poético, narrativo y literario. La cultura gamer ha descubierto un universo interactivo que es vivenciado por los usuarios como parte constitutiva del mundo real. En los más chicos, lo lúdico se ha desplazado hacia estos mundos virtuales, que en muchos casos son abiertos y modificables. Podríamos decir que gracias a ello cualquiera puede jugar a ser dios. Existen juegos con una compleja trama narrativa y una sorprendente explotación de los recursos expresivos. La pregunta es: ¿podría la Narratología y la crítica

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literaria enfocar su mirada hacia estos géneros que pertenecen a otro universo pero que, en definitiva, abordan elementos diegéticos y representacionales con una intensidad tan importante como en una obra literaria? Esto último involucraría que la presencia de estos discursos interactivos atraviesa a los ámbitos académicos y las propuestas docentes. En definitiva, hay más jóvenes que juegan videos en línea que jóvenes lectores de novelas: quizás por ello existan más youtubers y gamers que booktubers. Pero la realidad es que todavía siguen existiendo muchos jóvenes lectores. Vivimos en un mundo en el cual estamos constantemente leyendo y produciendo mensajes y, en gran medida, esa actividad lectora y creadora está sostenida desde las redes sociales y las nuevas plataformas interactivas

Si analizamos videos juegos como "The Last of Us Part II" (Naughty Dog/Sony, 2020), "Death Stranding" (Kojima/Sony, 2019) o "MSGV: The Pahntom Pain" (Kojima/Konami, 2015); "Alien: Isolation" (The Creative Assembly, 2014) o "Mafia II" (2K Czech, 2008) advertiremos que su complejidad (en cuanto relato, narración e interacción) supera prácticamente cualquier experiencia cinematográfica comercial (legitimada desde el mercado de consumo). Si existen disciplinas teóricas que estudian los relatos, entonces estas disciplinas están "obligadas" a estudiar de qué manera funcionan sus objetos de estudio en los nuevos géneros discursivos y las nuevas manifestaciones sociales. La crítica no debería sentir vértigo en mudar su análisis teórico desde los discursos literarios a los audiovisuales. Pero no se trata sólo de ello, sino también de analizar de qué manera estos nuevos discursos interactivos trabajan conceptos como: proximidad, temporalidad, proceso de concretización, meta textualidad, usos de la lengua, género, narración, etc. Claramente, en cualquiera de estos juegos pueden abordarse conceptos propios de la Teoría Literaria y la Narratología: esquema actancial, composición del personaje, funciones del relato, temporalidad, focalización, entre otros. Pensemos que si hiciéramos esto estaríamos poniendo en dialogo a Propp, Barthes, Genette y Bajtín con el universo multifacético y dinámico que los jóvenes de hoy (y también los del futuro) viven de forma más intensa que la propia vida real.

2.6.

A simple vista, pareciera que los adolescentes y los sujetos que interactúan con este vasto universo digital no necesitan de la lectura tradicional ni de la literatura, porque su dinamismo y pluralidad generan por sí mismas un feedback en el cual los más jóvenes se sienten cómodos, con un acceso específico a lo que ellos desean de manera inmediata y participativa. Pero esta idea se matiza a la hora de revisar los procesos creativos que llevan a cabo los desarrolladores y productores gamers.

“Quiero crear un juego que cambie en tiempo real según el usuario (...) quiero que el juego cambie en función de dónde vive o como piensa esa persona (…) Hasta que mi cerebro pierda su poder creativo, voy a seguir planeando cosas creativas. Es mi instinto y es lo que amo hacer” .

(Hideo Kojima, director de videojuegos).

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Claramente, aquellos que crean historias, aquellos que sueñan con mundos diferentes, que reconstruyen universos virtuales e imaginan nuevas formas de vida (nos referimos a los developers, los animadores 3D, los guionistas, los directores de contenido, los diseñadores de animación CGI) también se conectan con las expresiones literarias, con las historias y argumentos de sus cuentos preferidos, con la creatividad de sus sueños y los personajes de las novelas que leyeron y siguen leyendo. La literatura es y seguirá siendo un universo para el estudio, para la representación del mundo, experiencias de introspección, para la realización de los sueños, la búsqueda de una voz propia, la expresión de la identidad y la reflexión filosófica. Pero lo cierto es que la literatura en sí misma no es el único mecanismo que existe para ello. Las tenciones entre la literatura y las nuevas formas de interacción digital tienen que ser estudiadas por aquellos que más conocen de la palabra poética, de los esquemas discursivos, de la retórica, la teoría, la argumentación, la comunicación y la Semiótica.

Como todo territorio donde se desarrollan las subjetividades y las experiencias sociales, los entornos virtuales también exponen problemáticas y cuestiones a discutir. Esa especie de “burbuja digital” en la cual se refugian muchas subjetividades de hoy, se termina transformando en una esfera sin salida, en una especie de laberinto sin cuerpo. Son cada vez mayores los problemas de salud física y mental (como el sedentarismo y los trastornos de ansiedad) que se producen a consecuencia de la cultura geek y que terminan traduciéndose en problemáticas complejas como la ciberadicción o el fenómeno Hikikomori. Esto último, nos permite pensar la literatura también como experiencia en sí misma, reconocerla como espacio de posibilidad para los procesos de lectura, lo cual implica que los futuros lectores logren descubrir nuevas dinámicas y percepciones del tiempo, experiencias menos inmediatas, más sensibles a las tesituras que nos da la lectura en voz alta y en voz baja, a esos matices tan poderos que nos brinda la descripción, a esa multiplicidad de sentidos que nos expone el lenguaje connotativo y metafórico de la poesía. Justamente, en culturas con un sistema de comunicación tan desenfrenado, dinámico e inmediato la revaloración de la lectura literaria es más importante que nunca En un mundo tan explícito como el nuestro el lenguaje literario y las experiencias de lectura poética resultan, al menos, una alternativa sustancial para las generaciones más jóvenes. Hemos dicho que la literatura ya no funciona como medio prioritario de socialización y acceso a la información, porque esos roles los ocupan las plataformas de la Web; pero la literatura sí puede continuar funcionando como medio para incentivar nuevas experiencias. Leer literatura es, por lo general, una experiencia individual que potencia la imaginación y que permite conectarnos con algo bastante difícil de describir pero que posibilita otros accesos a la cultura y, sobre todo, a nuestra propia individualidad. En la actualidad, seguramente muchos jóvenes no dudarían en afirmar que su identidad se construye en sociedad: interactuando con otros y que esa experiencia pertenece al universo digital. Pero lo que no hay que olvidar es que la literatura es un medio para fortalecerla, un crisol de experiencias para encontrarse con la propia identidad, descubrirla o deconstruirla. Después de todo, también se puede leer desde la web, producir, comprar, vender y compartir textos desde un entorno digital. Un mundo tan arrojado a lo inmediato y superficial como el nuestro, necesita más que nunca de la literatura y de las potenciales experiencias lectoras. Una de las formas más poderosas para divulgar esta práctica es la educación.

Pero ¿qué sucede con nuestra salud física y mental desde que las prácticas cotidianas están mediadas por pantallas? A partir de ciertos comportamientos sociales en relación a la

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divulgación de la información y la credibilidad de la misma, debemos preguntarnos qué sucede con ciertas problemáticas sociales y clínicas que, desde hace más de una década, involucran directamente al universo de la Web: ¿cómo abordar la cuestión cada vez más alarmante de las fakes news?, ¿cómo combatir el flujo ininterrumpido de ideas vacías, la burbuja comunicacional censora o la viralización de los discursos hegemónicos?, ¿cómo concientizar sobre el ciberacoso, el ciberbullying y la violencia en las redes?, ¿cómo crear una conducta consciente en torno a la excesiva exposición y la violencia simbólica en las redes sociales? ¿Son la literatura y la educación medios potenciales para ello?

2.7.

La educación debe aprehender e incorporar las tecnologías, potenciarse desde ellas. Sabemos que la informática y el universo digital han estado conectados con la literatura, la educación y las disciplinas literarias desde un principio; por ejemplo, mediante los softwares para bibliotecas, la digitalización de códices, el reconocimiento de caracteres y la traducción automática. Los ordenadores permitieron modificar el mecanismo y el contexto de producción de las obras literarias. El acceso a internet modificó y potenció la forma de investigación académica. Paralelamente a ello, las plataformas digitales expandieron los sistemas de circulación de las obras literarias. Internet y la lectura desde dispositivos digitales, dieron lugar a nuevos modos de relacionarse con la lectura en sí misma, nuevas formas de almacenamiento y feedback con el texto; lo que involucró nuevas formas de interpretación, nuevos procesos de concretización del texto. Los soportes digitales impulsaron un nuevo tipo de lectura mediante hipervínculos, el acceso inmediato a textos e información de todo tipo y la distribución digital de las obras por parte de las editoriales en tiendas online.

Claramente, las formas de producción, de circulación y lectura han cambiado. El universo de la literatura es más complejo y dinámico. Pero hay algo que es irremplazable y que no admite reemplazo: la lectura en sí misma, la lectura entendida como experiencia de conexión con la obra literaria y el universo personal del lector. Es necesario leer para que se pueda generar ese territorio complejo de experiencias significativas que despierta la actividad lectora; nos referimos a esa dinámica que la Estética de la Recepción llama proceso de concretización de los espacios de indeterminación. Es un proceso que pluraliza las interpretaciones y convierte en particular a cada una de las lecturas, a cada uno de los momentos. No es lo mismo leer un resumen del libro Nunca Más en un blog cuyo autor desconocemos, que leer el libro completo en formato impreso; no es lo mismo leer en una página web la reseña anónima de "Las ruinas circulares" de Borges que leer el cuento original en la edición impresa de EMECÉ de 1956.

A causa del “inmediatismo” y de una mala educación se han sacrificado muchas lecturas y también (esto es lo peor de todo) muchos futuros lectores. Una buena educación es el medio más potente para cambiar esa realidad. Si se pretende mejorar la enseñanza de las Prácticas del Lenguaje es necesario que disciplinas como la Teoría Literaria, la Crítica, la Narratología y la Semiótica enfoquen su mirada hacia los nuevos géneros discursivos y los nuevos lenguajes digitales Robert Aumann, premio nobel en economía, afirmó que “el elemento más importante en la innovación es la educación”; es este punto, el nivel

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universitario y terciario debe comprometerse con la revisión de sus contenidos, sus arcaicos sistemas de evaluación y sus prácticas didácticas.

2.8.

En las últimas décadas, el mundo ha experimentado una ola de participación ciudadana, una necesidad de expresión de ciertos sectores marginados por la desigualdad y la discriminación, como es la inminente lucha por los derechos de las identidades de género. La web, los dispositivos móviles y las redes sociales han jugado un papel activo en ello, atravesando a las prácticas de comunicación, derribando algunos muros de desigualdad entre clases, abriendo espacios de discusión y divulgación. En ciertos aspectos, las distancias generacionales han disminuido, pero en otros se continúan profundizando radicalmente. Los entornos virtuales pueden resultar vertiginosamente cambiantes para aquellos que no son nativos digitales. La inclusión involucra una predisposición y un mutuo entendimiento por parte de los usuarios y también de los contextos digitales. Lo cierto es que el sistema capitalista intentará incluir a todos, siempre y cuando resulte productivo económicamente. ¿Dónde se ubica la literatura?, ¿qué rol juega en estos procesos sociales?

Ya en el comienzo de la tercera década del s. XXI, las generaciones millennials y centennials advierten el advenimiento de un futuro completamente dominado por los dispositivos digitales y un tipo de comunicación cada vez más inmediata, interactiva y (si se quiere) democrática. Todos señalan el impacto que la innovación de la ciencia, la robótica y la inteligencia artificial tendrá sobre el empleo, sobre la vida cotidiana y factores como la producción y distribución energética. Todos los especialistas vislumbran ese horizonte inevitable. Pero ¿qué influencia tienen y tendrán las economías personales en las posibilidades de acceso a Internet y los medios digitales? El desfasaje entre sociedades sigue siendo significativo y resulta absurdo que en un mismo mundo existan marcos sociopolíticos tan dispares; por ejemplo: que en ciertos estados se inviertan grandes sumas en el desarrollo de tecnologías como la I.A. o los viajes interplanetarios, pero que en otros los niños mueran por contaminación de los recursos naturales y la extrema pobreza. Repasemos unos datos concretos en relación a esto: todavía se calculan más de 170.000 muertes a causa de la Malaria en el mundo. En América Latina y el Caribe el 9,543% de la población femenina activa que desea conseguir trabajo continúa desempleada. En esta misma región, solamente el 65% de la población usa internet. Por otro lado, desde el año 2009 al 2019 el porcentaje de la población mundial que utiliza Internet creció de un 25,371% a un 48,997%3 . En América Latina y el Caribe hay países que superan el 50% de la población por debajo de la línea de pobreza, fluctuando en un promedio del 34% (Argentina 42%, Guatemala 59%). Según el salario promedio de Argentina, un ciudadano con empleo necesita actualmente cerca de cuatro sueldos completos para adquirir la última consola de videojuegos En estos datos reales es donde lo dispar, lo ilógico y lo absurdo cobra sentido: un sentido macabro edificado por los intereses del establishment corporativo. ¿Cómo se tensiona la pobreza con la tecnología?, ¿cómo se abren lugar los entornos digitales en los sectores de alta vulnerabilidad?, ¿qué responsabilidad tiene el mercado de consumo?

Sabemos que existe un crecimiento poblacional importante en el mundo. Entre el año en que se popularizó Facebook (2008) y la actualidad hay acerca de mil millones más de

3 Datos extraídos de los estudios del Grupo Banco Mundial.

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personas en el mundo. Actualmente, el 56% de la población mundial usa Internet (lo que supone acerca de cuatro mil millones de personas con acceso a la web y los entornos digitales). Según datos brindados por la Organización Internacional del Trabajo, de los siete mil millones de personas en el mundo, sólo tres mil millones están activas en el mercado laboral. Esto supone que más de cuatro mil millones de personas no estén activas en el mercado ni posean un empleo legal.

En toda discusión sobre cuestiones que involucran a lo tecnológico, el acceso a Internet y los dispositivos móviles circunda una especie de fantasma, una problemática latente que nunca se termina de poner sobre la mesa para discutirse en profundidad: la desigualdad. Esto sucede porque es muy difícil hablar de una democratización digital. La brecha digital continúa siendo significativa en diversos países y regiones del mundo. Los modelos dominantes del mercado corporativo y la geopolítica basada en teorías económicas individualistas o libremercadistas suelen ejercer una presión asfixiante sobre ciertos países en subdesarrollo; este es el caso de América Latina: región golpeada además por las arcaicas políticas de estado y el estancamiento de la productividad. Debemos preguntarnos si los sujetos inmersos en una sociedad arrojada al desempleo y la inestabilidad económica podrán tener acceso a la mayoría de los servicios digitales de nuestro futuro inmediato. Ha quedado demostrado que, mientras ciertas políticas continúen, el grado de desigualdad estará vigente en la economía de ciertos países, obturando la posibilidad de desarrollar proyectos como: un servicio de Internet estatal con acceso libre y gratuito. Hay algo fuertemente ético que gravita en este tipo de planteamientos relacionados con lo tecnológico y lo social; lo importante es advertir esas tenciones, exponerlas al debate y una verdadera discusión macropolítica.

Lo cierto es que el ámbito literario supo adaptarse, al menos desde los soportes de circulación y distribución, al mercado digital. Y quizás deba continuar expandiendo sus posibilidades; pero esto no implica que pierda su potencial experiencial. Ya sea que continúe creciendo el entorno digital o se produzca una caída masiva de los dispositivos, la literatura seguirá viva en las posibilidades recitativas, en la memoria de las personas, en la posibilidad de construir poesía mediante la oralidad, la escritura en papel y, finalmente, en su capacidad de encontrar nuevas gramáticas de producción

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