De Norte A Sur - Nro. 327

Page 51

Editorial

51

Florida

D

E

d dee Editora:

I

C

I

Noviembre de 2008

O

El único auténticamente rioplatense

N

F L O R I D A

MARTHA BEILLARD

El escritor Horacio Casal y la Historia del Colectivo

E

n el fascículo 21 (1971) de la Historia Popular/ Vida y Milagros de nuestro pueblo en uno de los capítulos que titula “Época de vacas flacas y de inviernos largos” establece que “1928 fue un año de acontecimientos de singular importancia. Mientras Japón invadía a China, se recibe en Londres la primera imagen televisiva, Rusia inicia su primer plan quinquenal e Inglaterra reconoce la independencia de Transjordania”. “ Diversas catástrofes se suceden en el mundo : se rompe el dique San Francisco y siete ciudades norteamericanas resultan inundadas; en México es asesinado el presidente Obregón; el volcán Etna resurge en Italia junto con el predominio total de los fascistas y se hunde el vapor Vestris, encontrando la muerte 100 personas. Las malas noticias siguen asolando al planeta y en la Argentina, en plena campaña electoral, la fórmula Yrigoyen-Beiró triunfa por 800.000 votos contra la oficial Melo-Gallo, apoyada por el conservadorismo que obtiene la mitad. Se habla de golpe militar en medio de una euforia del pueblo radical poca veces vista. En este 1928 que nos está resultando largo y pesado, mueren dos personalidades: el líder socialista Juan B. Justo

© DE NORTE A SUR 2008

y el escritor Roberto J. Payró”. “La población de Buenos Aires tenía (una mancha más qué le hace al tigre) varios y determinados vías crucis. Uno de ellos el del transporte, que no alcanzaba obviamente a cubrir las necesidades de un mercado en expansión, como diría algún marketerista moderno, y enormes extensiones de su perímetro se encontraban aisladas y lejos de cualquier posibilidad de trasladarse con cierta rapidez. El panorama en el rubro de movilidad era dominado por los tranvías, de propiedad inglesa, para variar, acompañados por subtes, también granbretañenses, costumbre ésta muy difundida en la época y algunos ómnibus. A su vez, el servicio de taxis, precursores del “auto-colectivo”, se desmadejaba en una indiferencia espantosa y una mishiadura espeluznante. No pasaba nada. Nadie o casi nadie quería o podía gastar un peso viajando, por ejemplo, desde Flores a Villa del Parque, y a lo sumo, con sol y viento a favor, el taxista lograba recaudar cinco pesos diarios luego de frenar y acelerar y meter la primera y darle a la segunda desde las siete de la mañana hasta las veinticuatro, con un corto descanso para almorzar, no se sabe qué, pero almorzar al fin, eufemismo

que la dignidad y el status (que ya existía: faltaban sólo los sociólogos que lo descubrieran) imponía para no pasar demasiada vergüenza ante el vecindario. Entonces fue. Ya se sabe que el ser

humano cuando corre la coneja aumenta proporcionalmente la lucidez cerebral en relación a lo que no digiere, claro está que no por mucho tiempo, y en virtud de este principio un grupo de esforzados trabajadores del volante, ya mencionados al comienzo, decidieron tirarse un lance y el que venga atrás que arree y entraron a agruparse, esto es, a pararse en una esquina y a gritar como locos anunciando los viajes por las módicas sumas precedentemente anunciadas. Los nombres de estos pioneros eran más o menos por orden de aparición, los siguientes: Páez, Rodríguez, Manuel Pazos, Rogelio Fernández, Lorenzo Forte, Aristómbolo Bianchetti, Felipe Quintana, Antonio González y algún que otro. Todos criollazos, como se ve. Como en las buenas películas de terror, esa mañana llovía a paladas. Sin embargo, la noción – intuitiva desde luego – de construir la patria soñada y de comer algo impulsaba estos seres privilegiados que a los gritos lograron poco a poco y con apuro conseguir los primeros pasajeros. r Continuaremos con la Historia del Colectivo en el próximo número


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.