

de Independencia 204
A Ñ O S





¡Libre al viento tu hermosa bandera!


Fuente: Episodios Nacionales
El Grito de Independencia
por el General de División Pedro Zamora Castellanos
Publicación hecha bajo los auspicios del Gobierno de la República, con motivo de la Inauguración del Monumento a los Próceres de la Independencia, el 15 de septiembre de 1935
Gobierno de Jorge Ubico Catañeda
Guatemala, C.A. noviembre de 1935
Del archivo histórico de Goja.
Fotografías: Guatemala.com, Prensa Libre: Hemeroteca PL, Museo Nacional de Historia, FB/ Cultura Histórica Guatemalteca C.A. Arhive LOC / Mario Fer Montúfar.
Acta de Independencia


15 DE SEPTIEMBRE
Bella y luminosa era la mañana El ambiente era fresco y transparente el espacio. El sol había surgido sobre el horizonte, iluminando las altas cimas de los volcanes y en seguida las llanuras pletóricas de verdura.
El cielo, inmensamente azul, no mostraba la más leve nubecilla y apenas las aves con pausado vuelo lo atravesaban. Con razón el egregio tribuno dijo: "¡Llegó el 15 de septiembre, pleno de luz, con un tiempo despejado y hermoso, después de una noche lluviosa y triste!" ¡Barrundia poetizaba aquella mañana! Y triste y lluviosa había sido especialmente para aquellos tres patriotas que, en pos de sus ideales, habían recorrido la ciudad citando a los vecinos con la esperanza de ver triunfantes sus principios para tener al fin una Patria libre y feliz.
Por las calles no se veían más que criadas que acudían a los tenduchos vecinos para hacer sus compras, artesanos que iban presurosos a sus ocupaciones cotidianas, lecheros que tocaban las puertas y uno que otro carretero que con sus varas iban guiando sus yuntas de somnolientos bueyes, con dirección al estercolero situado atrás de la Catedral.
Los prisioneros de la Cárcel de Cadena, desde muy temprano, barrían la Plaza Real, plaza que visitaban los zopilotes, dando zancadas, buscando desperdicios humedecidos por la lluvia de la noche anterior. Aquellos puestos de ventas que llamaban "cajones", apenas comenzaban a ser abiertos por las mujeres que en aquel día, sábado, esperaban a la clientela poblana

La primera que apareció fué la señora Antonia Aquino, que después de haberse persignado abrió su cajón y comenzó a ordenar y limpiar lo que tenía a la disposición de los compradores: jáquimas, lazos, hamacas, etcétera, etcétera. Pocos momentos después, tuvo la primera visita.
Era una dama que vestía traje modesto, pero que por sus modales ponía de manifiesto que poseía una educación delicada Llevaba una blusa de color verde aceituno y un peto que le cubría el corpiño y que abrigaba con un mantón de lana obscura; la cabeza descubierta, presentaba un peinado elegante y sencillo, partido en dos, cayendo sobre sus espaldas las trenzas humedecidas por el viento matutino. Era doña María Dolores Bedoya de Molina, una buena señora, esposa de uno de los patriotas,

Real Palacio de la Capitanía, edificio en el que se firmó el acta de Independencia el 15 de septiembre de 1821 Fue destruido por el terremoto de 1917. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)
Doña Dolores Bedoya de Molina

dama hacendosa, buena madre, y cariñosa amiga de la Tona Aquino. Hacia otro instante que entre las dos mujeres se habían cruzado los saludos de estilo, cuando se aproximó a la misma tienda un varón de contextura fuerte, alto y bien parecido.
Buenos días Lolita. Buenos te los de Dios, Basilio; ¿cómo están por tu casa? Buenos, gracias.
Y de la misma manera llegó con la dueña del cajón, para volver nuevamente con doña Lola
¡Estamos listos, Lolita! Creo que todo está arreglado y la fiesta se dará
Las dos mujeres sonrieron, y la Antonia hizo entrar a la tienda a sus visitas. Mientras esto sucedía, doña Dolores se mostraba un poco inquieta, hasta que encargó a Basilio fuese al Portal del Real Palacio, para observar lo que ocurría, si estaba por allí don Pedro, don José Francisco o alguno de los patriotas.
Aquella virtuosa señora, cuyo nombre de pila era tan largo como se acostumbraba en esa época, pues llamábase "María Dolores Antonia de San Mateo", era hija de los honrados esposos don Pedro José Bedoya y doña Manuela Antonia González y había nacido en esta ciudad de Guatemala el 20 de septiembre del año 1783.
Doña Lola, como la llamaban sus amistades, se había casado con el Doctor Molina hacía trece años, un 4 de febrero; vivían felices, no obstante las excesivas ocupaciones y preocupaciones de don Pedro; pero las sufrían con resignación, por sus hijitos que eran la alegría de su hogar, especialmente Pitico, como llamaban familiarmente a Pedro Esteban; Luisito y Manuel Angel, eran otros dos chicuelos que por su vivacidad prometían mucho más para el porvenir.
(1) De los hijos del Doctor Molina Luis, fue abogado, y figuró en la política del país, en tanto que Manuel Ángel alcanzó el grado de Coronel y fue fusilado en Costa Rica.
El Real Palacio, donde fue firmada el acta de Independencia en 1821. (Créditos: Museo Nacional de Historia).

Tenía doña Dolores, además, varios hermanos, entre ellos Cayetano y Mariano, patriotas que habían sufrido mucho, especialmente con motivo de la conjuración de Belén, y que precisamente en aquel 15 de septiembre, andaban por Oaxaca y Comitán, tratando de ponerse al habla con el General Nicolás Bravo, que por el Sur de México, revolucionaba en favor de la Independencia de Nueva España.
Una de las hermanas de doña Dolores, era casada con Basilio Porras, el varón que en aquella mañana llegó a acompañarla. De aquí la confianza que tenían. Aquel robusto muchacho era rico, habiéndole calculado a la casa Porras un capital de cincuenta mil pesos oro. (2)
Había sido, además, realista, como que con motivo de la jura de Fernando VII y los primeros triunfos alcanzados en España contra Napoleón, época en que era estudiante de Filosofía en la Universidad Pontificia, escribió y publicó una décima y un soneto en honor al Monarca.
Jorge Mario Taracena Esquivel
Dirección Financiera - Contabilidad
(2) Esta cifra, figura en el documento "Narrative of an Official visit to Guatemala, from Mexico By G A Thompson, Esq late secretary to this Britanic Majesty's mexican commission, and Commissioner to report to his Majesty's government on the State of the Central Republic London: John Murray, Albemarle Street, MDCCCXXIX"
Guatemala de 1821

Pero esta flaqueza de hacer versos, la había continuado y hacía poco, en que entusiasmado con el Plan de Iguala, había lanzado de su pirotecnia literaria su "Proclama Planico Apologético del Señor Iturbide" en la que dijo que este General era un "sabio", "grande" y "héroe de este siglo", cayendo sobre México, no en forma de metralla ni de luces de bengala, sino de endecasílabos románticos. (3)
Y efectivamente era un romántico, no sólo por su estilo, sino por su cabellera recortada hasta la nuca a lo garzón, y por su traje que como los señoritos de entonces, consistía en casaca larga y con alto cuello, su chupa de color, su corbata ancha, calzón corto, medias de seda y zapatos con hebillas
Sin embargo, habiendo emparentado con la familia Bedoya-Molina, en vez del ambiente monárquico, encontró el espíritu sencillo y franco de los republicanos y el entusiasmo patriótico por la Independencia Nacional Basilio fue en aquella mañana a cumplir lo que le encargara doña Dolores, y de regreso le informó que ninguna de las personas citadas en los barrios por los patriotas, se veía por la plaza.
Doña Lola comprendió la razón. Aquellos vecinos temían que pudiera alcanzar mal resultado el grave asunto de que se iba a tratar en la Junta. Esa actitud del pueblo, era natural: estaba bien hallado con el sistema antiquísimo del gobierno colonial, hasta ese pueblo, no llegaban las ideas revolucionarias de los eminentes filósofos del Viejo Mundo
3) Porras escribió otros versos El folleto a que nos referimos fue impreso en el taller tipográfico de Manuel Arévalo
Mercado Central del Siglo XIX

El pueblo no leía, y únicamente cierto elemento criollo de Guatemala, estaba inclinado decididamente al partido de los independientes, exaltado por las publicaciones que el Doctor Molina hacía, primero en "El Editor Constitucional" y últimamente en "El Genio de la Libertad", periódicos que habían sido bien recibidos por la novedad de los artículos que contenían" (4)
Doña Lola, como el Doctor Molina, que ya andaba por el Portal, se mostraban malhumorados. Mientras tanto, las personas citadas por Gainza, comenzaban a llegar al Palacio.
Antes de las ocho, pasaron por el Portal de Mercaderes varios militares, y a la cabeza de ellos el Comandante del Fijo, don Félix Lagrava y el Capitán de Ingenieros don Juan Bautista Jáuregui. Muchos de aquellos fantarrones, pasaron, bajos y gordos unos, los otros altos y secos con varas de cortar estrellas, quedando Lagrava y Jáuregui en la puerta de la Real Audiencia, y siguiendo los otros para el Cuartel de Dragones.
El señor Arzobispo, a pesar de la corta distancia que había para el Real Palacio, acompañado del Prior del Convento de Santo Domingo, Fray Luis Escoto; pasaron en carruaje, rodeando la plaza por el lado Norte Más tarde desfilaron los Canónigos Castilla, García Redondo y el Regente de las Audiencias, don Francisco de Paula Vilches
A estos se les vio también por el Portal de Mercaderes.
De repente, se vio salir del Palacio del Ayuntamiento, al señor Alcalde 1º Doctor don Mariano de Larrave y Velasco, seguido por los Regidores Licenciado don José Antonio de los mismos apellidos, don Isidro de Valle y Castriciones y don Pedro de Arroyoave, así como el Síndico don Mariano de Aycinena.
Todos los invitados que iban a la Junta, llevaban los trajes que usaban como autoridades, y en este caso los señores municipales llevaban casaca y calzón corto, de terciopelo negro, media de seda, vuelta y chupa de tisú de oro, zapatilla con hebilla y en la cabeza de tres picos.
(4) V M Díaz, "Rectificaciones Históricas", publicadas en el "Diario de Centro América"
La Plaza Central de Guatemala
Petulantes, enfundados en sus trajes, hundida la barba en alto cuello y apretado corbatín, iban aquellos señores Otros iban con trajes de seda, fracs azules, rojos o verdes, a lo Robespierre, con finos encajes en el cuello y los puños, y en la cabeza pelucas y bucles y sombreros de tres picos
— No piensan esos, dijo Basilio a doña Lola, que tal vez y dentro de poco nos tenemos que pelar al rape.
Pasaron también por el Portal del Ayuntamiento don Miguel Moreno y el Doctor don José Valdés, miembros de la Audiencia Pretoriana, el Fiscal Licenciado don José Cecilio del Valle, y los oidores Doctor don Miguel Larreinaga y el patriota don Tomás O'Horan. Asistieron también, en representación del Claustro Universitario, los Doctores don Serafín Sánchez y don Mariano Gálvez y por el Colegio de Abogados don José Francisco Córdova y don Santiago Milla
Estos iban revestidos con sus capelos sobre amplísimas capas de seda negra, llevando el bonete en la mano, que constituía la borla del Doctorado. El capelo era esmeradamente bordado con hilo de oro y plata, y lo usaban en aquella época, verde los de Cánones, azul los de Filosofía, amarillo los Médicos, morado los de Farmacia y rojo los de Leyes, sin faltarles el anillo que simbolizaba sus desposorios con la Ciencia.
En cuerpo pasaron también por el Portal de Mercaderes, los miembros de la Diputación Provincial, que eran: don Antonio Rivera Cabezas, que iba de uniforme, don Mariano Beltranena, el comerciante don José Mariano Calderón, el Presbítero don José Matías Delgado y el sacerdote don Manuel Antonio Molina

“El portal del Ayuntamiento”, “El Portal del Señor” y “El Portal de los Mercaderes”


Mercado Central de Guatemala
Ciudad de Guatemala en 1821 día de la Independencia

A esto s varas largas, a guisa de alcaldes de casa y corte, birrete y garnacha, hábito talar negro con sobrecuello caído en las espaldas, es decir, toga romana, no llevaban aquella indumentaria.
También pasaron don José F. Villafañe, el Prior del Convento de la Recolección, Fray Mariano Pérez, el del Convento de Franciscanos Fray José Antonio Taboada, y otras personas. Al Prior del Convento de Mercedarios, Fray Luis García, no lo invitaron, seguramente porque sabían que los mercedarios eran partidarios de la independencia.
Y pasaban frailes socarrones, de pan barriga, frente calva y parada de columpio; curas de ojo penetrante, manzana saliente y dedos nudosos y velludos; militares con casacas, chupas, calzones blancos y botas de charol; individuos con los dedos ahumados por el humo del cigarro y las uñas enlutadas...
En Palacio, acompañando, desde temprano, al Brigadier Gainza, estaban Romaña, que era Secretario del Gobierno, José Domingo Diéguez, que actuaba como Secretario de la Junta, y el Oidor Mayor don Manuel Montúfar y Coronado, que vestía el uniforme de su grado Basilio Porras, atraído por aquel abigarrado concurso, y con la preocupación de investigar qué hacían los patriotas, volvió al Portal del Real Palacio. Muy pocos carruajes y forlones había frente al referido Palacio, lo que ponía de manifiesto el poco movimiento urbano que había en Guatemala Respecto a gente del pueblo, era sábado y los artesanos se dedicaban a sus trabajos. Además, ya se explicó la causa de su ausencia.
Frente a Catedral se veían unos cuantos compradores y vendedores de víveres; pero estas gentes eran indiferentes a lo que sucedía. Además, en la tienda de Antonia Aquino, se veían algunos hombres mejor vestidos: eran músicos, a quienes, a pesar de sus diversas ideas sobre la Independencia, el Maestro Eulalio Samayoa, había logrado compactarlos, llevándolos a las filas de los patriotas; pero en aquellos instantes ellos esperaban tomar participación de otra manera (5)
(5) V. M. Díaz, “Diario de Centro América”, del 12 de septiembre de 1932
Templo de la Recolección en 1875

Porras hablaba con el Doctor Molina, cuando vio llegar a don José Francisco Barrundia, y aproximándose éste al Doctor, hablaron en voz baja. A los pocos momentos comenzaron a llegar algunos vecinos de la Parroquia Vieja, calculándose al final que se contaba con cincuenta o sesenta de aquéllos. Ya traían las consignas del caso.
Barrundia, activo y con una audacia sorprendente, fue a abocarse con José Francisco Córdova, que andaba por los corredores interiores del Palacio De aquellas gentes, muy pocas había de las que el poeta Fray Matías Córdova describe "con sombreros de castor, camisa y chupa de estopilla, traslapa de recortes, ceñidor de seda, calzones de terciopelo con cintas de seda", y zapatos de polvillo.
La mayor parte vestían jerga de Los Altos o cotí de la tierra, descalzos y con sombreros de palma.
Poco a poco, éstos fueron colocándose, ya en las ventanas que daban al Portal, ya en dos puertas que daban a los corredores interiores del Palacio, y aun en las antesalas. Su objeto era imponerse y ejercer presión contra el partido españolista y levantar el espíritu del pueblo.
Barrundia permaneció bajo el Portal Colocados los invitados en sus puestos en la gran sala, el Brigadier Gainza tocó una campanilla anunciando que se abría la sesión y que el Secretario de la Junta, José Domingo Diéguez, iba a dar lectura a los oficios recibidos de los Ayuntamientos Constitucionales de Ciudad Real, Comitán y Tuxtla
Eran las diez de la mañana. (6) Los hijos del pueblo se agitaron como esperando alguna señal de Barrundia. Gainza manifestó que creía conveniente hacer una votación para palpar, entre los circunstantes, las diversas opiniones si las había, y la votación se iba a comenzar por las personas que a los lados del salón estaban más alejadas de la mesa. El primer voto lo daría el Canónigo don José María de Castilla. (7) Éste se puso de pie, y las frases se fueron deslizando de sus labios repercutiendo por todo el salón.
(6) A Batress Jáuregui, “La América Centralante la Historia”, T II (7) El Coronel Manuel Montúfar que fué testigo presencial, V M Díaz cuya autoridad está apoyada en las “Memorias del Maestro Eulalio Samayoa”, el Licenciado Batres Jáuregui y otros, dicen que el Canonigo Castilla fué el primero en dar su voto en la Junta del 15 Solamente Marure t algunos escritores modernos, aseguran que fué don José del Valle
Barrio La Recolección
En primer lugar se refirió al Arzobispo Casaus y Torres, discurriendo sobre éste, que muchos creían era no sólo su prelado, sino su amigo, cuando en realidad no estaban en buenas relaciones, según lo hemos dicho.
Habló en seguida sobre los beneficios de la libertad y la Independencia, sobre la lucha que se estaba desarrollando en el mundo, y finalmente votó en favor de la emancipación de España, mocionando a efecto de que la Independencia se proclamara en esos mismos instantes José Francisco Córdova, en aquel momento levantó la mano en aire de triunfo, aunque a la verdad era una contraseña que debería observar Barrundia desde el Portal.
Sin embargo, antes que el tribuno diera sus órdenes, el pequeño núcleo de hombres que estaban distribuidos aglomerándose en las puertas, balcones y corredores, prorrumpieron en gritos, vitoreando al orador y vivando la Independencia. Aquellos clamaban y batían palmas al orador, especialmente porque vestía hábito sacerdotal, y porque su palabra había sido tan dulce y tan enérgica, tan franca y comprensible que hasta los que se encontraban más alejados continuaron gritando con toda la fuerza de sus pulmones: ¡Viva la Independencia Nacional! El Arzobispo con el rostro impasible, no había perdido una sola frase; estaba sorprendido de aquella elocuencia, llena de citas oportunas y de entusiasmo patriótico.



Arzobispo Casaus y Torres
José Francisco Córdova
José Francisco Barrundia

Siguió en el uso de la palabra el Deán García Redondo, y con fervor cristiano continuó apoyando las ideas del Canónigo Castilla, y como éste, emitió su convencimiento que la Independencia debía proclamarse al instante, arrancando también aplausos y vivas de los circunstantes criollos
Tocó el turno, entonces, al Regente de la Audiencia don Francisco de Paula Vilches, varón de fácil palabra y de sólidos conocimientos.
Su voz era pausada y convincente, y a pesar de ser peninsular, como sus antecesores en el uso de la palabra, opinó en favor de la Independencia. El Doctor Mariano Gálvez, al dar su voto en favor también de la idea, al ponerse de pie, habló en estilo forense, dando giros a la cuestión y encomiando el patriotismo que se iba levantando en el corazón de los guatemaltecos.
La Independencia iba ganando campo; ya eran cuatro votos favorables, y cada orador había sido aplaudido, no cesando el clamoreo de los hombres que habían seguido a Barrundia.
Gainza daba señales visibles de su contrariedad, y observaba el camino desfavorable que tomaba el asunto contra el bando españolista Tocaba el turno al Arzobispo Casaus
El Arzobispo, cuyas dotes oratorias eran conocidas, comenzó por sacudirse el polvo del hábito; pero sus frases arrebatadoras y fogosas eran contrarias a la Independencia, reclamando en cierta forma la sumisión al Rey y el respeto a las autoridades Fundaba su negativa en que había que esperar los resultados de España respecto a México.
Un murmullo de protesta lo hizo callar.
Casa del Obispo Deán García Redondo

Y después de Casaus, seguía lo mejor: el Auditor don José Cecilio del Valle se puso de pie, se frotó las manos y comenzó a desarrollar su discurso, que era una pieza bien meditada.
Habló de los beneficios de la libertad y la Independencia; trataba de retardar el acontecimiento; dijo que sobre el horizonte del país se veían nublados que había que esperar se despejaran, y que convenía, antes de dar el trascendental paso en la vida política, oír la opinión de los pueblos que formaban las provincias del Reino. Y así lo propuso.
No opinaba, de consiguiente, que se proclamara la Independencia en forma tan intempestiva. ¡Había que dejar el grito de Independencia para otro día! Y los patriotas que le escuchaban, pensaban lo contrario: ¡Hoy, o nunca!
Aquellas frases del orador contra la Independencia fueron recibidas con silbidos de los hombres que habían llegado de la Parroquia Vieja
La idea era peregrina y contraproducente y los silbidos eran una manifestación de hostilidad contra el Auditor de Guerra. A pesar de aquella silba que fue tremenda, Valle, enfatuado con su saber y los prestigios que alcanzara por su posición económica, nunca creyó ser objeto de tan ridícula manifestación, y lívido por la cólera, continuó hablando fogosamente, haciendo campear en su discurso sus sabios pensamientos contra la opinión de los criollos.
Los silbidos continuaron hasta el final de la oración, y sin embargo, Valle no creyó que su derrota era definitiva.
José Cecilio del Valle

La ciudad de Guatemala el día de la Independencia
En el fondo había mucho que abonaba al orador y que ignoraban la mayor parte de los circunstantes Estaba dispuesto a la lucha, sin olvidar que había sombras que podían apagar sus prestigios ante los circunstantes.
Por su imaginación ha de haber pasado el recuerdo de dos hechos recientes. Efectivamente en el acta de la sesión celebrada por el Ayuntamiento, con fecha 27 de agosto de 1814, se hace ver que Valle, como agente principal de intrigas, y con informes ajenos a la verdad, según palabras del historiador Doctor Salazar, trataba de perpetuar en el mando de la Colonia a Bustamante
Más tarde, por el año 1814, Fernando VII dirigió al mismo Bustamante una real orden previniéndole escribir estudios o memorias sobre las causas, los agentes, los medios y fines de las conmociones que agitaban estas provincias, presentando la verdad pura "porque ella sola podía designar los caracteres ciertos del mal".
Aquella real orden, fechada el 31 de julio, la transcribió Bustamante el 9 de mayo al Auditor Valle, con objeto de que éste hiciese un estudio adecuado y a conciencia ya que, por su empleo y su talento, él estaba obligado y lo haría mejor Valle, con fecha 28 de aquel mismo mes, contestó esquivando el trabajo, temiendo hablar del espíritu de estos países, del influjo de las obras publicadas contra España, de las doctrinas filosóficas de la época, de las constituciones y escritos sediciosos, de las ideas y sentimientos producidos por éstas, de la exaltación americana donde había más ilustración y pasiones contra lo que pensaban
(8) V.M. Díaz, “Memorias de Eulalio Samayoa”

Licenciado Batres Jáuregui
los ignorantes, del desarrollo de éstas cuando la Península se vio atacada por fuerzas que se creyeron invencibles, de los autores secretos que habían conmovido las provincias, de los agentes que los enemigos de la nación habían escogido, y de todo aquello que podía molestar a los patriotas. Valle tuvo miedo de delatar a sus paisanos, aunque de buena gana deseaba hacerlo, y para lograrlo pidió que el Rey le concediera en España una colocación que fuera del real agrado, análoga a su carácter y menos expuesta a peligros
Es decir, que estaba dispuesto a ser delator de los patriotas, ganando gracias ante los ojos de Fernando VII.(9) Sin embargo, no han faltado defensores de aquel ilustre personaje, y el Licenciado Batres Jáuregui, refiriéndose a él, dice:
"Si combatió la Independencia, fue porque como Auditor de Guerra, no podía traicionar a España, y sin duda por eso usó de una política evasiva, escribiendo en contra y hablando con gran habilidad y prudencia" "José C. del Valle dice el mismo autor era el tipo de la oposición sistemática, capaz de agotar la paciencia al mismo Job y de comprometer la salvación de San Antonio."
Después de Valle, tocó el turno al Padre don José Matías Delgado, que únicamente se concretó a apoyar las palabras del Canónigo Castilla, aprobando el hecho de que la Independencia debía proclamarse aquel día. Gainza esperaba, sin duda, que Delgado, sacerdote que había hablado muy bien del Rey en la Iglesia Parroquial de San Salvador, después de la insurrección de aquella provincia, votara contra la Independencia, y sufriría un fracaso ¿No era acaso el mismo que había encendido la chispa de la emancipación de Centro América "haciendo resonar en el Istmo el eco majestuoso de los clarines de Bolívar?"(10)
(9) León Fernandez “Documentos realtivos a los movimientos de Independencia en el Reino de Guatemala”, publicados en el Salvador en 1829
(10) Batres Jáuregui “La América Central ante la Historia”
Entonces, seguramente había callado concretándose a dar su voto, respetando la presencia de su jefe y amigo el señor Arzobispo Delgado, según se ha dicho posteriormente, solamente había protestado en San Salvador, contra la mala administración del Intendente de aquella provincia; no contra el Rey. Llegó entonces el momento en que iba a hablar uno de los más ilustres personajes que habían acudido a la junta: el Licenciado don Miguel Larreinaga "Larreinaga, había dicho Bustamante en un informe dirigido al Ministro de Gracia y Justicia, es el alma de las tertulias y el que mantiene las ideas de Independencia en estos países."
Había nacido aquel ilustre hombre en la ciudad de León, de Nicaragua, el 29 de septiembre de 1770, el mismo día —dice uno de sus biógrafos— en que nació el célebre Caldas en Popayán. Verdadero sabio, gran abogado, literato insigne, matemático notable, políglota, naturalista, político sagaz y previsor, comenzó sus estudios en León para estudiar Derecho en Guatemala. Terminados estos estudios, fue catedrático en Filosofía y Retórica en el Seminario de León, en 1801 Abogado y Asesor en Sonsonate, en 1814 Oidor de la Real Cancillería del Reino, más tarde Diputado por Nicaragua en la Corte de Cádiz, y finalmente Oidor de la Audiencia.
Acababa de regresar de su viaje a Europa, y ahí estaba iniciando un discurso en favor de la Independencia, cuando se dejó oír un disparo de arma de fuego en la Plaza, sacudiendo los vidrios de las ventanas ¿Era acaso la señal de una insurrección? Los presentes se vieron los rostros, en tanto que el orador seguía, y se sucedían los disparos en la Plaza. "En tan supremos instantes, vuelve a oírse la elocuentísima frase del Canónigo Castilla. Los de la junta hallábanse absortos ante la arrebatadora elocuencia del orador que en instantes de inspiración levantaba el espíritu ensanchando los corazones de los independientes." (11) Varios funcionarios públicos, daban muestras de desagrado.
La votación continuaba, sin embargo. Votaron en favor de la Independencia inmediata, además de los seis que ya lo habían hecho, el Oidor Tomás O'Horán, el delegado del Claustro de Doctores Serapio Sánchez, los licenciados José Francisco Córdova y Santiago Milla, los miembros del Ayuntamiento, Doctor José Antonio Larrave, Licenciado Mariano del mismo apellido, Isidoro de Valle y Castriciones, Pedro de Arroyave y Mariano de Aycinena, los de la Diputación Provincial Antonio Rivera Cabezas, Mariano Beltranena, José Mariano Calderón y el Presbítero Manuel Antonio Molina, siguiendo a éstos los frailes Mariano Pérez y José Antonio Taboada, y los secretarios Romaña y Diéguez
En contra de los anteriores, y apoyando algunos la moción de Valle, votaron Miguel Moreno, Fray Luis Escoto, el Comandante Félix Lagrava y el Capitán Juan Bautista Jáuregui. Hubo algunos que esquivaron dar su voto. ¡Eran veintitrés votos contra ocho de los españolistas! ¡La Independencia triunfaba! Todos aquellos que votaban, querían hablar, y sin embargo apenas se podía. Las gentes del pueblo habían avanzado hasta el interior del salón, en tanto que en la Plaza seguían los disparos. Era aquello un espectáculo extraño, en el que los hijos del pueblo discutían con los altos empleados del Gobierno, y en que todos querían votar Los gritos de ¡viva la Independencia! se oían por todos lados.
(11)V M Díaz,”Rectificaciones Históricas”
Y en medio de aquel desorden, se veía a los miembros de la Junta, de pie, hablando recio, murmurando y dispuestos a dejar el recinto Los cincuenta o sesenta individuos que había llevado Barrundia, estaban también allí, confundidos con aquellos, en el mismo salón, hablando y mostrándose muy divertidos Manuel Montúfar, estaba muy disgustado viéndose entre la plebe, con aquellos criollos. Se aproximó al Arzobispo y algo le dijo al oído, siendo el primero que, abriéndose paso entre aquellas gentes, salió, dirigiéndose por el pasadizo a la Casa del Rey, donde con otros iban a esperar la llegada del Brigadier Gainza.(12)
Tras de Montúfar salió Casaus, y en seguida, otros Creían algunos que la idea de la Independencia había fracasado; los demás se retiraban esquivando el peligro, y había quienes no salieron más de sus casas hasta que les fueron a buscar. Casaus salió a escape. En la sala se dijo que la plebe había tratado de detenerle por las vestiduras, rompiéndole el roquete, y en seguida deteniéndole el forlorón.
José Francisco Córdova, comprendió que su papel estaba terminado en el interior del salón, o que Barrundia si lo necesitaba buscaría otro. Córdova y Barrundia eran amigos íntimos, y casi tenían el mismo temperamento. ¡Cabezas inflamadas por el fuego de la imaginación! Córdova era muy joven, tenía treinta y cinco años de edad, y apenas podía creerse que en aquel cuerpo tan exiguo, con miembros tan delicados y facciones tan menudas, se encerrara un alma de gigante, un espíritu lleno de entusiasmo, genial, satírico y notable como orador y como escritor. (13) Córdova, como lo decimos, abandonó el salón, al ver el desfile de la mayor parte de los asistentes a la Junta, mientras continuaban los disparos en la Plaza.
Sin embargo había un grupo que no abandonaba su puesto, y entre ellos estaba don José Cecilio del Valle. Valle, había ofrecido dictar el acta y por eso estaba allí. También pensó que no había que dejar a Gainza en medio de los independientes, dando lugar a hacer peligrar a los realistas. ¿No se acostumbraban entonces los secuestros? El mismo Gainza, parece que trató de escapar, y algo se rumoraba.
Se decía que el Brigadier había tratado de escapar, cuando un individuo de mala traza, conocido con el nombre o el apodo de Rodilla, lo detuvo del brazo, amenazándolo con que, si no juraba antes la Independencia, caería drentado, había regresado a su puesto.
(12) V M Díaz “Rectificaciones Históricas” (13) Córdova nació en Guatemala, el 10 de octubre de 1786, y falleció en México.
BOMBAS Y BRONCES
Efectivamente, aquello parecía un desbarajuste ¡Aquello parecía la salida de un baile de carnaval!
Paso a paso fueron saliendo unos; otros salían desesperados, y al verse en la calle, se apresuraban para llegar pronto a sus casas. ¡Qué desastre!
¡Seis disparos se habían dejado oír en el Salón de la Real Audiencia, y los vidrios de las ventanas por poco se hacen añicos!
Y nuestra gente chancla, que ayer, como hoy y como siempre busca el lado ridículo de la vida, busca lo cómico aun en los actos más serios, echó pronto a rodar las más risible "bolas".
¿Y dónde estaban los muertos? ¿Y qué había sucedido?
Ya dijimos que en el salón quedaban sólo catorce personas de las que habían asistido a la Junta.
El Brigadier Gainza discutía con el Licenciado Beltranena; y Valle, como se ha dicho, estaba allí dudando sobre si se hacía el acta de aquella sesión
Pero no habían terminado de hacer seis disparos, cuando se dejó oír un ruido de cohetes, y las notas de una orquesta anegaron el concurso
Efectivamente, junto a la Fuente de Carlos III, estaban los músicos, mientras varios hombres se dedicaban a quemar cohetes cuyos estallidos dejaban en la calma del cielo pequeñas nubecillas.
Barrundia, mientras tanto, aprovechaba el tiempo, hablando con elocuencia a los hijos del pueblo.
He aquí lo que el notable tribuno pensaba en aquellos momentos: ¡Libertad, don divino dado a los hombres por el Creador para alivio de sus penas, yo te bendigo!
"Dejas ver en medio de los mortales tu rostro consolador, y al punto desaparecen con la ligereza del rayo la opaca tristeza y la devoradora melancolía Tu espada persigue de muerte a los tiranos; tu aspecto los hace temblar y la humanidad ofendida se llena de júbilo al mirarte
Tú vengas los ultrajes hechos al pobre, tú castigas los enormes delitos del rico orgulloso y cubierta con el escudo impenetrable de las santas leyes arrostras sin miedo las sanguinarias falanges del despotismo.
La justicia que ampara al desvalido, la pura virtud te acompañan por todas partes y el heroísmo y el valor te preceden. Tú rompes las injustas cadenas que oprimen a los seres más nobles, tú derrocas los tronos más fastuosos de la usurpación y teñida con la sangre impura de los opresores del género humano, vuelves al socorro de los infelices que gimen en la miseria.

Documento de la Firma de Independencia de 1821
Las ciencias y las artes te deben su esplendor, tú las recibes bajo tu éjida inmortal y tu mano bienhechora las llena de honores. Has venido a fijar entre nosotros tu morada y todos corremos a ponernos a la sombra de tu estandarte. Los americanos te han erigido un altar indestructible, tú esgrimirás en favor nuestro el acero de la justicia, y la tiranía dejará de existir. ¡Eterna maldición a los enemigos de tu nombre! ¡Loor y bienes eternos a los que te amen! (1)
Así pensaba Barrundia, y así hablaba a los hijos del pueblo. Su voz era un himno que estallaba bajo las trayectorias formadas por los cohetes lanzados al espacio; su presencia augusta, daba realce en el espectáculo más bello de nuestra historia. Varias veces se había escuchado su voz bajo el portal, sin desatender su misión; su mirada de águila penetraba por los balcones que daban al fondo de la sala donde se celebraba la junta, y se comunicaba con los independientes reunidos allí, por medio de José Francisco Córdova Así la poca gente con que confiaba, estimulada por el tribuno, había silbado varias veces cuando hablaba don José del Valle (2)
La gallarda presencia de Barrundia en medio de sus muchachos, si bien daba sublimidad al instante histórico, no era de menos lo que se veía en el fondo de la plaza que dejaría de llamarse "de Fernando VII" Doña Dolores Bedoya de Molina, hacía ya varias horas que se encontraba en el puesto de ventas de Antonia Aquino. Aquella virtuosa señora, como su esposo, como sus hermanos y como lo serían sus dignos hijos, se sentía también inspirada de patriotismo, con ese enardecimiento que forma héroes y mártires para bien de la Humanidad; doña Dolores, que era testigo de lo que su familia hacía por alcanzar la felicidad de tener Patria en la justa acepción de la palabra, tuvo la inspiración de llevar una orquesta a la plaza,
(1) Barrundia, artículo publicado en “El genio de la Libertad” correspondiente al 3 de septiembre de 1821
(2) Doctor Fences Redish (Lic Manuel Valladares), artículos publicados
L
varios morteretes y alguna docena de cohetes, para atraer público al Palacio de los Capitanes Generales en aquella mañana en que se celebraba la junta que decidiría el sueño de los patriotas. (3) Basilio Porras, informado de lo que se trataba en Palacio, observó cuando la discusión se enardecía sin llegar a nada efectivo, se encaminó rápidamente al sitio donde estaba aquella virtuosa dama, y de acuerdo con ella, nervioso se dirigió a encender los morteretes, uno en pos de otro, sembrando la sorpresa entre los miembros del partido opositor, que supusieron había surgido una revolución, tanto que tanto temía el Brigadier Gainza.
Después que habían estallado los morteretes, continuaron el ruido de los cohetes y de la orquesta, situándose ésta en las inmediaciones de la fuente de Carlos III En aquellos momentos resonaba el verbo prodigioso de Barrundia. Y en el mismo instante, se dejó oír un repique de campanas, en el extremo de la ciudad.
El Cura de la iglesia del Calvario, Doctor don Ángel María Candina, partidario de los patriotas, había dispuesto que, en caso se proclamara la Independencia, se tocaran las campanas del templo, y así fue que al escucharse el ruido de los cohetes en la Plaza Mayor, se supuso era la señal efectiva, y se repicó (4)
¡Todo aquello se verificaba rápidamente!
Los vecinos de la ciudad se hacían diversas conjeturas al oír aquello. Muchos creían que era una señal de regocijo, y salían de sus casas; otros, no creían que fuese la proclamación de la Independencia, pues ésta no era del agrado de las autoridades ni del Arzobispo. ¡Tal vez era el principio de una revuelta, iniciada por los criollos!
De todas maneras, comenzaron a llegar varios que se iban aproximando poco a poco, medrosos, para aumentar el populacho sin faltar jóvenes, de buenas familias, como Miguel García Granados que entonces contaba solamente trece años de edad, y que más tarde manifestó no haber visto la "muchedumbre" que Marure dice que había en la plaza.varios morteretes y alguna docena de cohetes, para atraer público al Palacio de los Capitanes Generales en aquella mañana en que se celebraba la junta que decidiría el sueño de los patriotas. (3)
Basilio Porras, informado de lo que se trataba en Palacio, observó cuando la discusión se enardecía sin llegar a nada efectivo, se encaminó rápidamente al sitio donde estaba aquella virtuosa dama, y de acuerdo con ella, nervioso se dirigió a encender los morteretes, uno en pos de otro, sembrando la sorpresa entre los miembros del partido opositor, que supusieron había surgido una revolución, tanto que tanto temía el Brigadier Gainza.
Después que habían estallado los morteretes, continuaron el ruido de los cohetes y de la orquesta, situándose ésta en las inmediaciones de la fuente de Carlos III. En aquellos momentos resonaba el verbo prodigioso de Barrundia. Y en el mismo instante, se dejó oír un repique de campanas, en el extremo de la ciudad El Cura de la iglesia del Calvario, Doctor don Ángel María Candina, partidario de los patriotas, había dispuesto que, en caso se proclamara la Independencia, se tocaran las campanas del templo, y así fue que al escucharse el ruido de los cohetes en la Plaza Mayor, se supuso era la señal efectiva, y se repicó. (4)
¡Todo aquello se verificaba rápidamente!

Los vecinos de la ciudad se hacían diversas conjeturas al oír aquello Muchos creían que era una señal de regocijo, y salían de sus casas; otros, no creían que fuese la proclamación de la Independencia, pues ésta no era del agrado de las autoridades ni del Arzobispo. ¡Tal vez era el principio de una revuelta, iniciada por los criollos!
De todas maneras, comenzaron a llegar varios que se iban aproximando poco a poco, medrosos, para aumentar el populacho sin faltar jóvenes, de buenas familias, como Miguel García Granados que entonces contaba solamente trece años de edad, y que más tarde manifestó no haber visto la "muchedumbre" que Marure dice que había en la plaza (3) "Campana" dicen las crónicas; creo que la palabra castiza es morterete. El Diccionario de Sopena da a la respectiva la definición "Morterete-Mortero pequeño con que se hacen salvas en las festividades". Respecto a la música, el Licenciado Batres Jáuregui dice que la primera sinfonía en la plaza, se oyó, donde se figuró era don Antonio. La marimba, instrumento indígena, no está; entonces siguiera refiriéndose (4)
No faltaron tampoco, una que otra bengala, con sus trenzas adornadas con listones de colores, con sus rebozos cruzados sobre los hombros y sus camisas y faldas adornadas de embutidos, que desde lejos, desde el mercado, trataban de averiguar lo que sucedía en el Palacio de los Capitanes Generales, a quien parece hemos perdido de vista.
(3) “Cámaras” dicen las crónicas, creo que la palabra castiza morterete. El diccionario de Sopena da a ese respecto la definiciónMortero pequeño con que se hacen saalvas en las festividades -Respecto a la música, el Licenciado Batres Jauregui dice que fueron marimbas las que llevaron a la plaza, y no se de donde se figuró eso don Antonio. La marimba, instrumento indígena no estaba entonces siquiera perfeccionada
(4) V. M. Díaz. "Rectificaciones", publicadas en el "Diario de Centro América", correspondiente al 15 de septiembre de 1935.
La ciudad de Guatemala el día de la Independencia

Respecto al Doctor Molina, a quien parece hemos perdido de vista. (5) Y viendo la actitud de aquel hombre ilustre y observador, dio los papeles al Secretario don José Domingo Diéguez, comenzando a dictar el encabezamiento. Aquella Acta contiene en el fondo lo que sigue: primero, la declaratoria de la Independencia; en seguida, la disposición de hacerlo saber a los pueblos de Centro América, acordando reunir un Congreso, y que al efecto se procediera a elegir Diputados en los artículos 7, 8 y 9, se dispone que continuaran en sus funciones las mismas autoridades, siendo Jefe Político el mismo General Gainza, que estaría asesorado por la Diputación Provincial.
En este caso, los presentes dispusieron que dicho cuerpo se llamara "Junta Provisional Consultiva", aumentando sus miembros con las personas siguientes: don José Cecilio del Valle, por la provincia de Comayagua; Larreinaga, por la de León; el Marqués de Aycinena, por Quezaltenango; el doctor José Valdés, por Sololá y Chimaltenango; el doctor Ángel María Candina, por Sonsonate; y el Licenciado Antonio Robles, por Chiapas.
El artículo 10 del acta, se refiere a la religión católica, la que se conservaría pura e inalterable; los artículos del 11 al 15, se refieren a disposiciones encaminadas a mantener el orden y tranquilidad del país, por medio de los prelados, del Ayuntamiento y de las demás autoridades de Centro América, y al efecto, Gainza publicaría un manifiesto y se procedería a la Jura de la Independencia en un día que oportunamente se señalaría.
Los presentes, creyeron conveniente que dicho acto se llevara a cabo el siguiente domingo, 23 del mismo mes. El artículo 16, dispuso acuñar una medalla conmemorativa para aquella fecha, la que se hizo con un grabado debido a Casildo España, conteniendo hacia un lado la leyenda "Guatemala Libre e Independiente", con la figura de una matrona que representa la Historia, con un martillo y un cincel, grabando sobre el pedestal de una pirámide triunfal las palabras: "15 de septiembre de 1821 General Gainza", teniendo la pirámide un escudo con volcanes y un sol, viéndose inmediatamente un libro y un rollo de papeles, y a lo lejos otras pirámides que representan los triunfos de otros países americanos
(5) Don V M Diaz dice que el Acta de Independencia la escribió un señor de apellido Zelaya(Diario del 30 de septiembre de 1935), y aunque es cuestión de criterios, se observa que el acta en referencia fue dictada por el mismo Valle y escrita la primera mitad por una persona y la segunda por otra, aunque en todo parece que hay semejanza con os rasgos de la firma del Secretario Diéguez. No encuentro razón de llamar a una persona extraña. cuando allí estaban el Secretario del Gobierno y el de la Diputación Provincial que eran Romaña y Dieguez
Doctor Pedro Molina

En el reverso de la medalla, se ve una figura alada, que representa el Genio de la Libertad Americana, coronada de laurel, con un tahalí de plumas y un carcaj a la espalda, esparciendo con las manos dos globos que representan dos mundos, pero colocando sobre uno el ramo de olivo y en el otro el Cuerno de la Abundancia En torno de esta figura se lee: "El libre ofrece paz; pero el siervo jamás".
El artículo 17, se refiere a que se imprima el Acta y el Manifiesto de Gainza para hacerlos circular por todo Centro América; y el 18, que se señale día por el Jefe Político, para celebrar una misa solemne, a la que deberían asistir todas las personas notables de la ciudad.
Valle leyó aquel documento a los presentes. Aquella Acta, según escritores notables, fue hecha de mala gana. No contiene exposición de motivos, pues al hacerlo, Valle se hubiera visto obligado a referirse al Rey, ofendiéndolo, y aumentando la responsabilidad de los firmantes
No hay declaración alguna sobre si se iba a erigir una República o un Reino, dejando el campo abierto a todo, consignando la separación de España, sin fijar la forma de gobierno, como si un país pudiera existir políticamente autónomo, sin definir su carácter gubernamental y esperando el santo advenimiento. De todas maneras, el documento redactado por Valle, parece que se le hubiera encomendado hacerlo en forma transitoria, dejando traslucir que había una puerta de escape, en el caso que los libertadores de México y de la América del Sur, fracasaran en sus luchas.
Se deja ver finalmente, en aquella acta, la habilidad del sabio, la del representante del españolismo intransigente, el talento del hombre ilustre que seguía siendo leal a España y a Fernando VII Los presentes se enteraron y aprobaron la redacción, alucinados por el momento.
Gabino Gainza

Valle consideró que acababa de salir del paso, y se retiró sin firmar Gainza, que también había tratado de escapar desde el principio, se creyó que, si no lo había hecho se debía a la actitud enérgica de Mariano Beltranena, con quien sostuvo varios altercados. Se resistía Gainza a firmar aquella acta, hasta que Beltranena se abrió la chupa y le mostró una pistola que ocultaba, amenazándole. (6) ¡El asunto era grave!
El Doctor Salazar, refiriéndose al hecho de que un individuo de apellido Rodilla lo había amenazado antes, dice que, la situación de Gainza era exactamente igual a la de Empan en Caracas, en 1810, de quien se obtuvo el reconocimiento de su Independencia por igual procedimiento. También dice que si Gainza reconoció la Independencia de Centro América, para continuar como Jefe Político, ya había otros ejemplos en América, como el del Virrey de México O'Donojú, que quedó al frente de la Junta de Gobierno.
Lo cierto es que Beltranena, se puso de pie, en actitud furiosa, y ofreciendo la pluma a Gainza, para que firmara el acta, le dijo: Firme usted, de lo contrario, mañana podría acusársenos de conspiradores, poniendo en peligro nuestras vidas Además, su firma será la del futuro mandatario de Guatemala en el nuevo orden de cosas establecido. (7) Gainza, aunque enredado en sus propios hilos, firmó, y fué aplaudido por Aycinena
La gentes del pueblo, que no se habían retirado, y seguramente azuzados por Barrundia, aplaudieron también y lanzaron vivas a la Independencia Pero el asunto no había terminado para el Brigadier Gainza; aquellas gentes pidieron a gritos que en el mismo instante, el Jefe Político prestara el juramento de fidelidad a la Independencia
Y nuevamente Gainza trató de evadirse, y luego, como insistieran los presentes para que lo hiciera, el Brigadier propuso la forma, de acuerdo con su conveniencia, y hubo nueva discusión.
(6) V M Díaz, dice “Mariano Beltranena, amenazó a Gainza con pistola, a fin de que firmara el acta”
(7) V M Díaz, “Diario de Centro América” del 15 de septiembre de 1931

Aquel hombre parecía estar ya cansado, y aceptó hacerlo en la forma que exigían. Puestos todos de pie, lograron que Gainza se aproximara al Alcalde 1º Doctor don Mariano de Larrave y Velasco, y juró respetar y proteger la Independencia de Centro América, no solamente declarando, "esta libre de España, sino de México y de cualquiera otra nación del mundo. "
¡Nuevos aplausos y mas vivas brotaron de los labios de los presentes El Alcalde Larrave era una persona respetable, que ya en la junta había votado por la Independencia inmediata conforme la moción del Canónigo Castilla, contrariando la de su buen amigo el Auditor Valle, a quien jamás había insinuado que estaba simpatizando con los patriotas, mostrándose esquivo con ellos, y seguía sosteniendo buenas relaciones con él.
Era un buen vecino, activo y humanitario, Médico de fama y Cirujano del Hospital, a quien todos los días se le veía salir de su casa a las seis de la mañana, embozado en su capa y montando una mula que le conducía a cumplir con sus obligaciones. A continuación se dispuso que los presentes, hicieran también el juramento, y que en seguida asistieran a un Te Deum. Pero aun faltaba más por el momento. Había que cambiar a los jefes de los cuarteles, y los hijos del pueblo hicieron esta nueva excitativa.
Inmediatamente, por aclamación popular, se dió el grado de Coronel efectivo a don Lorenzo de Romaña, para Jefe del Cuartel del Fijo, y el Coronelato y el nombramiento de Jefe de la Artillería a don Manuel de Arzú. Arzú había sido educado en España, en el Colegio Militar de Segovia. (8)
(8)El General Arzú asistió a las campalas de 1822 y 1825, fue Ministro de Guerra desde octubre de 1825 Morazán decretó su destierro, pero no salió del país; falleció en Guatemala el 16 de febrero de 1835
Mariano de Larrave

caminando por la
Los presentes solicitaron que inmediatamente se extendieran los nombramientos de estos jefes, y Gainza no manifestó oposición, firmando tan pronto como los secretarios se los presentaron. Al instante se mandó regresar a Lagrava, se le quitó en público el bastón de mando y fué entregado a Romaña. Lagrava, que se había mostrado hostil, dijo que le entregaba pues no había que hacer fuego contra el pueblo cuando razonablemente este pedía alguna cosa. (9)
El Regimiento del Fijo, solamente constaba de 357 plazas. Después de aquel acto, el Brigadier dispuso retirarse. En el Cuerpo de Artillería, tampoco hubo dificultad, pues el Comandante Sotomayor era un jefe recién llegado al país y estaba en cama, enfermo ¡Arzú no vió dificultad en tomar el bastón con puño de oro!
De esta manera, las compañías de dragones y de caribes, quedaban sujetas al nuevo régimen Lagrava, los Capitanes Jáuregui, Miguel Suárez y otros oficiales, pidieron en seguida sus pasaportes, y cinco días después comenzaron a despedirse de sus amigos. Iba a salir Gainza, abrumado por aquella junta, cuando encontró a su antiguo amigo don Juan B Marticorena, que le interrumpió el paso. Marticorena le habló al oído; pero por su aspecto, algunas palabras que dejaba oír, y por sus ademanes, se advertía que trataba de los asuntos que aquel día se habían discutido. Gainza parecía contestar con evasivas, hasta que de labios de don Juan se escuchó esta palabra terrible: "¡Traídor!"
Marticorena sin despedirse, salió de Palacio, dirigiéndose a su casa, de donde no salió durante algunos días. (10) Gainza siguió por el corredor, pensando en la fiesta que hacía cuatro días habían celebrado en casa de la señorita Felipa Montúfar Entró por el pasillo que comunicaba con la Casa del Rey, y encontró allí a su amigo Manuel Montúfar.
(9) Doctor Ramón A Salazar, "Historia de Veintiún Años"
(10) Marticorena vivía en la esquina opuesta del templo de Santa Rosal
Personas
5a Avenida (Créditos: Arhive LOC / Mario Fer Montúfar)

Lo esperaba, nada más, dijo este malhumorado ¡Todos se han ido de esta casa! ¡Veo que el asunto ha terminado mal, y el causante fué el señor Gálvez!
A golpe dado no hay quite, respondió Gainza. Todavía se puede hacer algo. ¿Qué? Vamos a almorzar. Señor General: los instantes son oportunos, ¡hay que meter a la cárcel a los que firmaron el acta! ¡Olvida Ud. que yo también ya la firmé? ¿Y no cuenta Ud. con los cuarteles? ¡Ya son otros los Jefes!
La verdad fué que se dirigieron al comedor, discutiendo acaloradamente, y se ignora si después hicieron bien la digestión.
Mientras tanto, las personas que habían quedado en la sala de Palacio, habían terminado de firmar el acta.
Después de la firma de Gainza, había colocado la suya Beltranena Mariano Beltranena, era persona muy conocida por pertenecer al círculo aristocrático Había sufrido algunos quebrantos en sus intereses, debidos a las exigencias del tirano Bustamante, y de aquí que se interesara por la causa de la Independencia. Tenía fe en que la situación cambiaría, y llegaría al poder la aristocracia. En 1821 era muy joven, pues contaba veinticinco años de edad, y hacía siete años que había obtenido el título de Abogado.
Después de Beltranena, firmó don José Mariano Calderón, hombre rico que vivía en la Calle de Mercaderes A continuación, firmó el Padre Delgado, bien conocido en páginas anteriores de este estudio Después del Padre Delgado, firmó Rivera Cabezas, y bajo la firma de Delgado, el Alcalde 1º don Mariano de Larrave.
Calle de los Mercaderes. (Créditos: FB/ Cultura Histórica Guatemalteca C.A.).

El Licenciado José Antonio de Larrave, firmó a continuación y casi en el centro. Este personaje nació en Guatemala, el 1º de junio de 1775 Se había graduado en Teología; pero en vez de ser eclesiástico, obtuvo el título de Abogado en 1805
Los señores don Isidoro de Valle y Castriciones, don Mariano de Aycinena y don Pedro de Arroyoave, firmaron en seguida. El señor de Valle y Castriciones, era legítimo español. Se había radicado en San Salvador, a su llegada al país; pero los acontecimientos de 1811 lo obligaron a salir de allí, y venir a Guatemala, donde se dedicó al comercio.
Era muy estimado por su carácter expansivo y su honradez. Don Pedro de Arroyoave estaba vinculado con importantes familias de esta ciudad, y vivió algún tiempo en la antigua Guatemala.
Los Secretarios iban ya a terminar, cuando observaron que faltaba la firma del Padre Manuel Antonio Molina, que seguramente hacía rato dudaba si lo hacía Este sacerdote había sido adversario de los patriotas que lucharon por la Independencia de Centro América. En 1811, siendo el Padre Manuel Antonio Molina, Cura de San Vicente y su hermano José Rafael Coronel que mandaba las milicias, lo mismo que en San Miguel el Padre Berroeta y el Coronel Alfonso Salidos, y en Chalatenango y Santa Ana, los curas Francisco Martínez e Ignacio Cárcamo, se dedicaron a dar informes a Bustamante y a contener a los habitantes de aquellas poblaciones para que permanecieran afectos al Rey.
Los Padres Molina, Berroeta y Cárcamo, obtuvieron por tal motivo los honores de Canónigos en la Catedral de Guatemala, y algunas condecoraciones De aquí que el Padre Molina se mostrara pensativo antes de firmar el acta, y al hacerlo, lo hizo intercalándose entre las del Padre Delgado y don Mariano de Larrave, en sentido vertical.
Mariano de Aycinena y Piñol


Finalmente firmaron como secretarios, don Lorenzo de Romaña y don José Domingo Diéguez. Diéguez tenía treinta y nueve años de edad. Desempeñó desde mucho antes varios empleos públicos, especialmente en la Relatoría de la Real Audiencia. Había hecho estudios de humanidades y de Filosofía, y a la edad de veinticinco años se dedicó a la literatura Terminado este trabajo, los firmantes fueron saliendo sucesivamente Después de Aycinena y Beltranena, salieron del Palacio los Padres Delgado y Molina, y tras de éstos otros
Al salir Molina del salón, instintivamente dirigió la mirada al cielo y recordó que precisamente hacía diez años en aquel 15 de septiembre, que encontrándose en su curato de San Vicente de Austria, después de misa, llegó a él un caballero que deseaba conversar acerca de la situación de los conjurados de San Salvador en 1811. Y era aquel, efectivamente, uno de los más comprometidos, por lo que el Padre Molina humanamente le exigía desistir de su compromiso, sin que aquél aceptara. Era tal su obstinación, que aunque hubiera sabido que ya iba a ser condenado a muerte, las palabras del cura no le hubieran convencido.
Están ustedes ofuscados, les repetía el Padre Molina.
Y el caballero le contestó: "El ofuscado eres tú, que no quieres ver la luz de la libertad; pero día vendrá en que este mismo sol te parezca radioso y vivificador y en que aspires el ambiente a pulmones llenos, porque el goce inunde los corazones y se tenga a honra ser ciudadano de un pueblo libre Día vendrá en que los apáticos miren su indiferencia como un crimen y sientan el rubor de no haber sabido ser valientes" (10)
¡Y el pronóstico de aquel prócer que se llamaba Domingo Antonio Lara, se ha cumplido!

Documento de la firma de la Independencia de 1821
El Doctor Delgado detuvo el paso al escuchar aquel nombre, y también evocó su recuerdo que era tan oportuno en aquel momento, cuando el ambiente se respiraba efectivamente a pulmón lleno bajo el sol de la LibertadquealumbrabalaPatriaquehabíasurgidoaquel día
Los últimos que salieron del edificio, fueron don José MarianoCalderónydonJoséDomingoDiéguez.
Hablaba en éstos del Acta que habían firmado y de la correspondencia de Chiapas, cuyos papeles habían desaparecido de la mesa, aunque sospechando que don Mariano Beltranena se los había llevado a su casa o los había ocultado en algún sitio seguro, temiendo que Gainza o Montúfar los rompieran o los quemaran, para vengarseenseguidadelosquehabíanfirmado (11)
En aquellos momentos, se veía por el Oriente una nube gris,ynotardómuchoenllover Durantemásdedoshoras,lloviótorrencialmente. Sin embargo, la noticia de lo ocurrido en el Palacio pasabadelabioalabio,debarrioabarrio,ysaliendodel circuitodelaciudadyaibaparalapoblacionesaledañas, cundiendodemaneravertiginosa.
Esa misma tarde se tuvo la noticia en la Antigua Guatemala, la vieja Metrópoli del Reino, la ciudad de las ruinas coloniales, la que yergue hasta el cielo los conos desusvolcanes,laciudad"delasperpetuasrosas"como lahallamadoelpoeta Alascincoymediadelatardede aquel mismo día 15, los buenos vecinos oyeron con asombro las intempestivas vibraciones de la campana mayordeSanFrancisco ¿Quésucedía?(12)
(10) Doctor Fences Redish (Licenciado M Valladares), artículo publicado en el "Diario de Centro América", del 14 de septiembre de 1935

Firma de la Independencia 1821

Y en aquella tarde azul, al golpe inusitado del badajo, bandadas de golondrinas escaparon de la ruinosa torre para rubricar el cielo despejado, volviendo más tarde como vuelven alguna vez los recuerdos de nuestra infancia.
¡Aquel bronce colocado sobre la cripta que guarda los restos del apóstol que se llamó Hermano Pedro, anunció así la hora de la emancipación de España: madre amorosa que la América Latina jamás olvida porque hemos heredado su sangre, sus hábitos y su idioma!
(11) Al día siguiente efectivamente aparecieron aquellos documentos. De consiguiente no fué entonces cuando se perdió el Acta, encontrada últimamente por los señores A. Joaquín Pardo y Pedro Pérez Valenzuela en el Archivo del Gobierno
Quedó así resuelta la duda acerca del paradero de aquellos documentos, pues el Licenciado Batres Jáuregui, informando que se encontraban en el Museo Etnológico de Londres, dió lugar a que otros pensaran de otra manera, como que mientras don Salvador Espinozán aseguró que en 1823, Morazán se había llevado la referida Acta a San Salvador en un carro, el señor Don Salvador aquellos papeles se habían llevado y cenizas; mientras nuestro exministro y americano millonario extranjero, otros creían que se había hecho una jugada de manos entre los realistas
(12) V M Díaz "Diario de Centro América" del 15 de septiembre de 1931, refieren el hecho de haber tocado aquella campana el día de la proclamación de la Independencia.




de Independencia 204 A Ñ O S

