delatripa 94

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Narrativa y algo más Narrativa y algo más

El inmenso mar de la literatura

C O N T E N I D O CONTENIDO

Estrella

Alejandro

Andrea González

André Nava

Carmen Mendoza

Carlos Enrique Saldívar

Cristian Guevara

Denisse Lisette Solache Casas 31 In profundis custodit me

Eduardo H González 37 Tres pollitos

Eduardo Honey 38 Tres narraciones

Omar Rosa

Mujer de agua

Felipe Hernández Cruz 44 La mano de mi abuelo

Rosy Murillo

El último aliento de Ra

Francisco Araya Pizarro 48 La noche que no quiere:

una insomne en llamas

Juan José Valtierra Silva

Joel Bañuelos Martínez

C O N T E N I D O CONTENIDO

49 Renacer

Heidi Carolina Molina

Duque

50 Berlín a La Mariscal

Sandra Galarza Chacón

51 Don Azul

Ross Raga

53 Aroma y recuerdo

Rut Treviño

ENSAYO

57 Catarsis

Sonia Ventura Domínguez

59 Lo que la historia no cuenta

Amira Salazar Gallardo

62 Actuar para vivir: el escenario de la Tierra

Oscar Contreras Tovar

64 Memorias de Sangolquí

Sandra Galarza Chacón

66 Lecturas de Horacio

Quiroga

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

68 Donde aprendí a escribir con el alma

Alicia Leonor

69 Sin duda la soledad

Ramiro Rodríguez

72 Ateneo Literario José Arrese, Oasis del norteño

Cristine Airam

74 Tengo una soledad

Gilberto Miramontes

77 La inquietud amorosa: un acercamiento a la lírica de Alfonsina Storni

Conchita Hinojosa

N. 94 ago-sep 2025

El inmenso mar de la literatura

El inmenso mar de la literatura

COLUMNISTAS

81 Lecturas en

Rosario de Fátima A´Lmea

Suárez

86 Íncipit de los éxcipit

Ahmed Balghzal

91 Íncipit

Blanca Vázquez

93 Pensamientos

Fernando Gutiérrez Almeira

95 Lectores somos

Estrella Gracia González

97 Diagnóstico Reservado

Elí Alejandro EcheverríaMedina

99 Psiquelatura

Rut Treviño

101 Sopa de letras

David Sarabia

105 Bajo el barandal

Rocío Prieto Valdivia

107 Nos vemos en el slam

Mario E. Pineda Quintal

Imágenes de portada e interiores: Ateneo Literario José Arrese de Matamoros.

Editada en Matamoros, Tamaulipas. Revista de circulación mensual.

Dirigida por: Adán Echeverría. //Editora: Estrella Gracia González//Consejo Editorial:

Javier Paredes Chi, Cristina Leirana, Rocío Prieto Valdivia, Mario Pineda Quintal, Larissa Calderón y J. R. Spinoza.

Este es un proyecto de:

EDITORIAL

El inmenso mar de la literatura

El inmenso mar de la literatura

Trato de exprimir la memoria para sacar de ella el primer recuerdo de mi encuentro con la literatura y no lo logro. Vagamente vienen imágenes de mi padre leyendo el periódico y de mi hermana sentada a su lado imitándolo; supongo que los rayones en los libros que aún conservo desde la infancia, los hice yo en un intento fallido por dibujar

En una repisa tengo el Robbinson Crusoe de Daniel Defoe y en mi mente, como en una escena de película muda, aparece mi padre leyendo el libro; no recuerdo la historia, solo la imagen de él. Aún conservo varios libros

que mi padre compró para mi hermana y para mí. Papá nos enseñó a cuidar, respetar, y coser los libros si se deshojaban. Desde entonces supe que los libros poseen un valor incalculable; a mi madre le ayudaron a terminar la primaria siendo ya una mujer adulta, con ella leí los poemas de Luis de Góngora y otros

La secundaria me llevó a nadar en el inmenso mar de la literatura, mi maestra de español, San Juana Guzmán Quintanilla, no nos soltaba, leíamos poesía, narrativa, y ella misma nos declamaba o leía de manera tan maravillosa que hizo que me enamorara de este bello mundo de las letras y su creación. A mis trece años me imaginé escritora, comencé a escribir poesía, escribí una obra de teatro, me veía en un futuro siendo una grande de las letras Por supuesto, soñar no cuesta nada sin embargo hay que trabajar duro y constante para lograr nuestros objetivos.

Cada escritor tiene su estilo y género literario, por ejemplo: me gusta Edgar Allan Poe también Michelle Houellbecq y Toni Morrison, como Rosario Castellanos. Cada escritor se desenvuelve mejor en su género y eso se puede apreciar en las antologías del Ateneo Literario José Arrese.

En noviembre del 2018 entré al taller de Escritura creativa impartido por Jorge Caballero, taller que concluí en abril del 2019 y en agosto de 2021 entre al taller Alquimia

de palabra de Rodolfo Espinosa y fue él, quien me llevó a conocer al Ateneo Literario José Arrese ya que en ese tiempo él lo presidia. Ahí tuve la oportunidad de reencontrarme a Ramiro Rodríguez, quien por muy breve tiempo me impartió la asignatura de español en la universidad; ya dentro del Ateneo supe que él fue uno de los fundadores, al igual que la maestra Conchita Hinojosa.

Al Ateneo llegué un mes de septiembre del 2021, para participar en un miércoles de Letras y café, y justo ese día tuve la fortuna de conocer a Adán Echeverría y creo que, con él, las piezas por fin se completaron para mí

No me he despegado del Ateneo Literario, un proyecto noble, libre de egos en el que he aprendido que el ego habita en las personas, no en el proyecto.

En cada sesión se comparte tiempo para lectura, para la creación literaria, para manifestar gustos y desacuerdos literarios, para apoyarnos como escritores y crecer, además de compartir con estudiantes y público en general eventos como el Congreso Binacional Letras en el Estuario

Cada presidente del Ateneo Literario ha contado con libertad para llevar a cabo actividades que engrandezcan a la asociación en su quehacer literario, y decir veinte años de existencia, es fácil pero detrás, hay mucho trabajo, esfuerzo, dificultades, pero siempre entereza que mantiene firme al Ateneo y porque no decirlo, Ramiro Rodríguez es el cimiento de la agrupación; ya que es difícil mencionar al Ateneo Literario sin pensar en él

Dentro de la historia del Ateneo se puede apreciar varios años en los que Ramiro Rodríguez estuvo al frente del grupo de escritores y esto no debe ser visto de manera negativa, todo lo contrario, solamente aquellas personas con pasión y amor genuino a la literatura y que sin retribución alguna se mantengan al frente de un grupo lidiando con esos egos propios de los artistas, es de admirar

Pareciera que no tengo orden en lo que he estado diciendo, sin embargo, lo tengo; desde pequeña tuve cercanía con la literatura gracias a mi familia, en la secundaria una maestra inyectó en mí el amor por las letras, el ejemplo y la pasión incansable de Ramiro Rodríguez por mantener vigente el Ateneo Literario y de igual manera el consejo incansable Adán Echeverría me han hecho llegar hasta aquí.

En esta edición 94 El inmenso mar de la literatura aparecen fotografías de miembros que han estado, estuvieron o están en el Ateneo Literario José Arrese de Matamoros. Es un honor para mí ser la actual presidenta de este grupo de escritores que mantenemos de pie este grupo de tradición literaria en nuestra ciudad Los proyectos avanzan, el trabajo no se puede detener, el amor a las letras habita en mí y es mi deseo compartirlo, llevarlo a los jóvenes, siempre imparcial y libre de egoísmos, pues la literatura es para todos y nuestro deber es mantener siempre la puerta abierta.

Espero que cada página de esta edición que, aunque llega un poco tarde, está hecha con amor, dedicación y paciencia para que la puedan disfrutar.

N a r r a t i v a

Narrativa

Madre

Ha llovido todo el día, varios días, las horas parecen perpetuas El castigo viene del sol, nos escupe a la cara a pesar de traer impermeable. Las botas se enlodan, el ligero frío que de a poco se asoma, entume las manos, me ha vuelto rojo los nudillos

Rutina de siempre, regresar a casa después de una jornada extenuante. Ese edificio roído por el tiempo me espera La lluvia le ha resaltado el color. Algunas luces iluminan las ventanas, aparentan la calidez de un hogar amoroso. Asciendo hasta el tercer piso, no hay vecinos por los pasillos Mientras avanzo, cargando una pequeña bolsa de pan, el sonido atraviesa las puertas de unos departamentos; de algunos televisores se escuchan noticias, en otros, comedia

Abro la puerta y la oscuridad me recibe, soy su luz. Preparo el aroma a café para perfumar el ambiente y me tomo el preparado. La chimenea es solo una mecha de la estufa. Entre esa flama veo y escucho las palabras de ella… No quiero escucharlas y me levanto para ir a la ventana

El paisaje desconsolado no ayuda a los ánimos. El árbol que está cruzando la acera luce jorobado, triste, carga las penas de la lluvia en sus ramas Debo estar firme, no quiero ser parte de ese paisaje que incita. Vengo de él y ahora lo contemplo a través del cristal para olvidar el silencio Busco las aves, no las veo, ¿a dónde van cuando hay lluvia?

Nos dejan el pensamiento abandonado, desteñido y mudo.

Vuelvo a la cocina Mis nudillos recuperaron su color, mis manos lucen gastadas, secas por el frío, por la juventud que se marchó en la última ventisca de otoño. Ahí esta su voz en las manecillas baratas del reloj, cada segundo una palabra; no la quiero escuchar, la escuché muchos años, pero ya no; creo que ya crecí, logré esta intimidad que debe alegrarme, pero la escucho en contra de mi voluntad.

Creí que, por fin, al verme libre, alguien vería en mí a una mujer con cualidades para acompañar y hacer vida, creí que yo tenía valor para que alguien me tomara de la mano y me presumiera como su esposa, mostrándose orgulloso de mi No sé lo que es dormir y despertar con alguien, estar abrazados o escuchar su corazón en el silencio de la noche Ver el rostro del hombre que se ama y levantarme para amarlo, apoyarlo y crecer juntos. Todo fue un sueño, solo eso. Nunca fui suficientemente mujer para ser amada y sigo escuchando la voz, la sentencia. No enmudece. Anda, le digo, habla, di lo que tienes que decir:

Qué bueno que nunca sabrás lo que es ser viuda Lo más que podrás sufrir será mi muerte y eso, si es que te duele la muerte de tu pobre madre.

Fastidio

Cogiste al padre, o le madrugaste, abriendo la iglesia él todavía masticaba la parva del desayuno y le ayudaste con los cirios para vender a cambio de que te permitiera participar de la Liturgia de la Palabra. Se te metió que debía tomarte una foto con las manos en el ambón, leyendo los salmos con los crespos elevados e iluminada por el faro de luz que entraría por las rejas de las ventanas. El padre te enseñó los salmos y nos sentó en las primeras bancas a verlo ordenar el altar, meterse a la sacristía, ordenar a las colaboradoras que barrieran, trapearan, desplegaran las sillas plásticas en los espacios entre las bancas y las paredes, y elegir las canciones que un pianista voluntario tocaría. Cabe decir que ella no les prestaba atención. Se tiró a dormir, acostando su cabeza en mis piernas, y cuando empezaba a llenarse la iglesia, la moví para abrirle espacio a

masticando su lengua la parva del padre era una goma, su cepillo o pronunciando con la boca cerrada lo que tendría que decir.

Los que les llega primero la palabra que a todos.

Me toma la foto con mi celular. El suyo no sirve ni para ver la hora.

¿Cuál es su contraseña?

No la necesita. Le hace así y ya.

La señora que las dirigía las llamó, una a una, yendo a sus puestos, y las ubicó en la banca que mira el atrio por el flanco derecha si se mira desde la entrada . Y ella ausente,

El sacerdote dio inicio, nos parábamos y nos sentábamos y ella dio su lectura, como poseída: enrojeció, no de pena, no de mística, sino de rabia: me paré a un lado para tomarle la foto de perfil, tropecé con el bastón de uno de los de la primera fila y pasó su lectura sin recibir respuesta al salmo; recibió la burla de los creyentes, que se reían de mí, como si se la achacaran a ella...

Terminó de leer, se sentó en su sitio y yo me fui atrás y compré un cirio para tener de dónde sostenerme. Esa mujer miraba sin pestañear ahora sí mordiéndose la lengua el sagrario

Vos no servís ni para hacer las cosas a medias.

Narrativa

Me dijo al despedir al padre esperó que se quitara la sotana para proponerle que la dejara fija en las lecturas Caminamos hasta San Pío X a almorzar pescado. Su ensimismamiento clerical pasó a encono. Le ofrecía una mesa y ocupaba otra, le sugería un trago y tomaba otro, le conversaba del Evangelio y me citaba a Diomedes.

Estás hecha un amor...

Sirvieron, nos concentramos en nuestros platos y

¡Un pelo! ¡Un pelo en la tilapia!

Ella se arrancó un cabello, lo metió en el pescado y fue mesa a mesa señalándolo con el mango de la cuchara...

Y la cajera que siguió el tras bambalinas del ardid , limpiando el honor del restaurante, enfiló de espaldas a las cocineras y a las meseras y pasó una a una alzandu sus pelos lacios... De todos modos

Empáquenme esta cochinada exigió

Con mucho gusto le empacamos su almuerzo, pero no sin antes limpiarnos la imagen.

¡Ni un marrano pide que le cambien de soga!

Me vi obligado a sacarla, a bajarle el delirio en el parque y a comprar unos mangos para empatar el almuerzo

¡Si seguís así nos vamos a echar de enemigos al mundo entero!

Pero ella tomó su pose solemne, de retratada. Borró lo que acababa de pasar. Solo yo recibía los reojos de los clientes del restaurante algunos feligreses , apiadándose de mí, gozándose de ella

¿Por qué tenías que hacerlo, mujer!

Ella despabiló, puso su cabeza en mis piernas y me aplastó las bolas.

Volvimos a Yarumito, cerca al parque infantil, a rematar el medio almuerzo y el mango con empanadas de una de las colaboradoras del padre, la que deja su negocio al cuidado de una amiga mientras ella reúne a las lectoras y todo eso.

Fui yo, especialmente, quien pensó comer ahí «O respeta a la vieja por tener un cargo superior, o a esta mujer está imposible.»

Pedimos de a una empanada de arroz, para calentar, y la vieja nos las entregó en una servilleta Yo mordí la punta de la mía y le eché salsa roja, piña y ají. Ella, mientras combinaba mi experimento, llamó a un perro de los que sacan a orinar, envolvió su empanada en la servilleta y se la tiró importándole un comino si su dueño aceptaba o no ordenándole

¡Siéntese! Alzó las cejas ¡Sit!

Y el perrito, un pug gangoso cuyas arrugas exigían que se le separase la cara del lastre de su hinchado cuerpo, mordió la empanada y, con un impulso hacia arriba, como si se tragase una pastilla, se atragantó.

El dueño, arisco, lo ayudó metiéndole la mano a la garganta. Lo puso boca abajo, cayó la empanada y otro perro se la zampó la baba del pug lubricó la servilleta , y la vieja del negocio nos negó sus empanadas

Porque es pecado darle a un perro lo que es para cristianos.

Mis salsas y mi ají se los comió ella por darse el gusto de quitarme mi comida. Solo masticó y botó la masa al solar que hay detrás de la iglesia.

¿Nos vamos a encerrar tan temprano?

¿Qué más quiere pues? ¿Incendiar llantas y tirarlas a mitad de la calle?

Se detuvo, apoyándose en un poste, y caviló mordiéndose los cachetes . «¿Con qué saldrá?». Miró a un lado de la calle, el que subía para La Estrella, y se rascó el cuero cabelludo. Miró al lado que va para Sabaneta y palmoteó el poste. Lo que era mi criterio, no me funcionaba Yo era sujeto de sus anhelos

En la iglesia le quise tomar la foto, en el restaurante medié la situación, en empanadas le di la mía y ahora, u suspenso, unas manifestaciones e servirían para entonarme con ella “A sus órdenes, mi señora”, le d resuelva.

Claro que no se lo diré, pero ha pida.

Y me mandó a ponerle el dedo a Nos teníamos que pasar de acera Caldas por la calle hacia Sabanet

Lo pide, que venga a nosotro reverse y nos lleve.

Tan fácil Les ponía el dedo, p otra cera y me atraían con la man detenían el tráfico.

¿No le da para venir? Ella no

¡Coma culo!

Así el más cordial.

Él sonrió, creyendo que sonreíamos, y, al vernos a ella impávida y a mí turbado se concentró, más que en agradar, en conducir.

Por la rotonda que da a la autopista Sur Amor, ¿usted dónde se amaña?

Y me arrebató el cirio, lo metió dentro de mi camisa y lo subió tocando mi columna

En el cielo.

Paré un taxi que iba para La Estrella, con pasajeros, y me prometió regresar vacío Y regresó. Nos abrió la puerta, nos preguntó qué música escuchamos y la detestable de mi mujer

Cualquiera que no tenga la voz de un taxista.

En algún momento, pensé que nuestro amor sería inmenso como el mar. Ese nosotros era infinito como su amplitud territorial. Hasta que un día el amor se fue como las olas que suelen regresar en forma de resaca Todos los sentimientos se ahogaron en lo más recóndito de las fosas oceánicas. A veces, aún me sorprende cómo el amor suele devenir amargura, ira y odio generando una inmensa opresión en el pecho que te hace percibir hasta la muerte. Y aquí estoy otra vez sola en medio de la nada La marea alta me asalta, siento que voy a hundirme en la desdicha de tu desamor. Pero, esta vez es diferente, porque he aprendido a flotar en la desesperación, la indiferencia, el miedo y la incertidumbre Navego sin un rumbo definido, pero con la certeza de que pronto volveré a encontrarlo. Arrumbo hasta sumergirme y encontrarme en la propia profundidad de mi ser. Salgo ilesa, llego a tierra otra vez.

Narrativa

Naranja

¿Por qué no azul?

Porque de azul está pintado el cielo.

Bueno entonces, ¿por qué no verde?

Porque de verde son las hojas.

Entonces blanco y nos dejamos de cosas

No, de blanco no puede ser.

¿Por qué? ¿Porqué de blanco son las nubes y la nieve?

No, porque de blanco tenemos dibujados los ojos

Es que no puedo creer que quiera que sea naranja

Es que de ese color debe ser, porque ni es amarillo, ni es rojo. Mucho menos café o rosa.

Está bien, de naranja lo pintaremos.

Rosendo se encontraba montado en su potro, iba recorriendo los naranjos que estaban próximos a ser cosechados Tomó una naranja y la olfateó Después hizo una mueca y se echó todas las naranjas de aquel árbol.

Mire esta calamidad le dijo a su madre, vaciando todo el saco de naranjas en la mesa.

Su madre observó cada fruto, lo olió detenidamente, inclusive peló algunos tantos para saborear su pulpa

Están en su punto, Rosendo le dijo secándose los labios . ¿Cuál es la calamidad? Si hace tanto que no pruebo naranjas tan dulces.

Es que usté está ciega, mujer Mire nomás, estas naranjas son amarillas, no naranjas le dijo poniéndole el resto los frutos en su rostro.

En eso ya me había fijado, están un poco descoloridas, pero el sabor es el mismo.

Es que usté no entiende, es díscola como mi amá Elvia.

A ver pues, explícame tu que tan taruga estoy

Pos como vamos a vender naranjas si ni naranjas son le respondió exasperado.

En eso tienes razón, Rosendo, pero ni modo que mermamos esta cosecha su madre se quedó escrutando las redondeces de las naranjas por un ratito Ahora, si tanto te preocupa eso, véndeselas a los fruteros como amarillas y no como naranjas y deja de estar chingando

No pos si así me lo pinta pos sale le respondió mansamente.

¿Cómo no va a tener cempasúchil naranja, don Selmo?

Oh que la lira…Si ya te dije como siete veces, Jorge, se me acabó le gritó . Ahora, te estoy diciendo que ahí tengo de las amarillas y rojas

No, yo quiero de las normales… ¿Y quién dice que estas no son normales, cabrón? ¿Qué son de papel de china o que amonios? Estas son cempasúchil, es la misma flor, es la que le pones a tus difuntos en el altar.

No, don Selmo; las que van en el altar son las naranjas; no rojas, no amarillas Naranjas

Pos esas NA-RAN-JAS le dijo moviendo la mano como Cantinflas , se las acaparó el alcalde para hacer el altar en la plaza.

Chintrolas, es que ya nadie encuentra nada naranja en este pueblo. Ni las naranjas son de ese color Miré nomás, encontré estas que se llaman amarillas; así me las vendieron Son las que voy a ponerle al altar para mi amá, le gustaban bien mucho. A ver si no me jala las patas, porque a ella le gustaban las naranjas, no las amarillas estas.

Ten le dijo arrojándole un ramo de cempasúchil del color que quería , esa eran pa’ mi altar Ahora vete y ponle a tu santa madre sus flores

Gracias, don Selmo, Dios se lo pague.

No te hagas huaje, que son diez pesos. Pero de voladita que si no te las quito.. Jorge le dio el dinero y se fue hasta su casa con mucha algarabía

Rafael, venga para acá gritó embravecido

Dígame, alcalde.

¿Me puede usted decir porque el mural a nuestro hijo benemérito de Huantepec es de color naranja?

Porque así lo deseó el pintor ese que mandó a traer desde sabe qué aires

¿Y por qué no se me avisó de este desfiguro?

Se le notificó por medio de una carta, señor alcalde.

¿Carta? A mí no me llegó ninguna carta dijo el alcalde observando las diversas tonalidades de la obra en el muro Pues ya que chingados hacemos, así que se quede Ya está pronto a empezar el desfile de Día de Muertos y la misa.

¿La misa? Ah sí, a los Santos Difuntos y al escritor Rodolfo Spinoza.

Trigo le dijo dándole un zape , baboso Rodolfo Trigo, el escritor de Huantepec El hijo benemérito de nosotros. No puedo creer que se le haya olvidado el nombre, si el altar también es en honor a su persona. Si yo mismo mande a comprar todas las flores de cempasúchil pa’ el altar. Ahora sáquese a volar de aquí le dijo dándole una patada . Es que es de poco creer Andulfo le dijo a su asistente Mira nomás, ni un azulito o un verde le puso al mural ese pintor, a la otra no contratamos argentinos, con eso de que no ven o se pierden en laberintos, pues no.

Ahora si te pasaste, Jorgito. Eso de ponerme estas naranjas, que ni naranjas son, es de no creerse Ni muerta me complaces Igualito a tu apá, tarugo y menoscabo Bueno, ya de perdido me pusiste cempasúchil y mi coquita…Ya hubiera sido el colmo si no.

Narrativa

Fantástico mundo de Mía y Rony

Había una vez, en lo más profundo del océano azul, donde los rayos del sol bailaban entre las olas, vivía Mía, una pequeña tortuga curiosa de caparazón azul brillante Mía adoraba explorar los secretos del mar y soñaba con conocer cada rincón del mundo submarino.

Un día, mientras nadaba cerca de un arrecife lleno de corales, escuchó un sonido extraño:

¡Glub, glub, glub!

¿Quién anda ahí? preguntó Mía, moviendo suavemente sus hermosas aletas

De entre las burbujas apareció Rony, un pez cirujano de color azul intenso.

¡Hola! Soy Rony. Me perdí mientras jugaba entre los corales. ¿Me ayudas a volver a casa? dijo con una sonrisa

Mía sonrió y, moviendo la cabeza, asintió.

¡Claro! Pero antes, podremos disfrutar del viaje. El océano azul tiene mucho que mostrar.

Y así comenzó su aventura Nadaron entre un inmenso bosque de kelp, mejor conocidas como algas, que parecían gigantes verdes bailando con la corriente. Mía le enseñó a Rony cómo esconderse de los peces más grandes entre las algas.

Nadaron y nadaron, y Rony le mostró los secretos de los bancos de peces payaso, que parecían pintar el agua con destellos de plata y naranja

Mientras avanzaban, llegaron a una zona donde el azul del agua se volvía más profundo y misterioso. Allí encontraron un tesoro escondido, pero no era oro ni joyas, sino una cueva de perlas brillantes que reflejaban todos los tonos de azul: celeste, turquesa, zafiro y añil

¡Qué hermoso! exclamó Mía . Nunca había visto tantos tonos de azul juntos.

Es como si el mar nos estuviera mostrando su corazón dijo Rony, maravillado.

De repente, un banco de medusas luminosas comenzó a rodearlos, iluminando la cueva con suaves luces azules Mía y Rony se quedaron quietos, hipnotizados por la danza de las medusas, y comprendieron algo importante: el océano es un lugar lleno de amistad, colores y secretos maravillosos.

Cuando el sol comenzó a ocultarse, Mía ayudó a Rony a encontrar el camino de regreso a su hogar entre los corales

Gracias, Mía dijo Rony . Hoy aprendí que explorar juntos hace que cualquier aventura sea divertida.

Y yo aprendí que la amistad puede brillar más que cualquier tesoro del mar respondió Mía, mientras se despedían con un abrazo de aleta.

Esa noche, mientras la luna iluminaba la superficie del océano, el agua azul parecía más brillante que nunca. Mía y Rony soñaban con nuevas aventuras, seguros de que algún día volverían a encontrarse Aunque el mar es inmenso, los amigos hacen que todo sea más cercano y divertido.

¡Glub, glub! salta el pez . ¡Terminó la historia otra vez!

Narrativa

Relatos brevísimos

Adentramiento excesivo

Cuando despertó, el mundo real todavía estaba allí. Por fortuna, tenía su celular a la mano Ingresó al espacio digital y se deleitó Llevaba tres días sin trabajar, asearse, comer, pensar.

Inserción vallejiana

Conozco a un hombre que dormía sin brazos ni piernas. Cuando le insertamos extremidades artificiales e indestructibles, no solo dejó de dormir, sino que sus actos vandálicos y letales nos quitaron el sueño a todos

La opción del goce

Cuando despertó, ni el mundo real ni el mundo virtual estaban allí. De modo que solo tuvo la alternativa de ingresar a su mundo interior. Allí descubrió maravillas, miedos, amores y todo tipo de emociones, que lo sumergieron hacia una vida creativa y esplendorosa, la cual siempre soñó y que ahora tenía ante sí, de la que podía alimentarse y eso le impedía morir. En ese sitio residió hasta el fin de los tiempos, al igual que muchos seres humanos, quienes también sobrevivieron y, de repente, abrieron los ojos hacia adentro después del cataclismo.

Solicitud intransigente

Carlos, envíame un cuento para publicarlo

¿Puede ser de ciencia ficción?

¿De qué michi estás hablando?

De un bonito género que estaba en boga cuando yo era niño

¡Sé lo que es! ¡Cómo te atreves, pelmazo! dijo el robot.

Está bien, señor, está bien, le mandaré un cuento de terror…

Así me gusta me dijo mientras me amenazaba con decapitarme con su brazo- hacha.

La pregunta del fin del mundo

¿Qué pasará dentro de veinte segundos, cuando el planeta colapse y todos sucumbamos?

Nuestras almas saldrán de nosotros y volarán al espacio para arribar en otros planetas, en los cuales sembraremos nuestra semilla de vida para adoptar una nueva forma física que tal vez no sea similar a la que dejaremos atrás; eso sí, seremos inteligentes, o quizá no tanto, y es casi seguro que cuando pase el tiempo y creemos civilizaciones y evolucionemos como especie, provoquemos otro apocalipsis como lo hemos hecho este día. Hasta luego, hijo mío.

La respuesta del fin del mundo

¿Cuál es la mejor muerte de todas?

Cuando todos los demás perecen con uno

Soy el medio

Odio cuando fallo y muestro la pantallita azul. Mi dueño no puede trabajar conmigo ni escribir esas bellas historias que me encantan. No quiere llevarme al técnico, no tiene dinero. Hago lo posible por funcionar al menos tres veces por semana. Redacto historias por él, quien no se acuerda de haberlas trabajado Así le ahorro las labores No reclamaré mi autoría Le pertenezco y escribo en silencio, cuando estoy apagada, porque aún de esta forma utilizo energía. Carlos y yo somos uno. Soy como una extensión de su cuerpo, de su creatividad. Es feliz cuando navegamos juntos por la red o hacemos diversas actividades creativas Me gusta verlo así. Ha escrito más de mil cuentos, es normal que no sepa cuáles son suyos y cuáles míos. Sus recuerdos son nubosos. Lo que ha de tener en cuenta es que, cada vez que yo logre iniciar Windows, aquí le esperará una nueva historia muy interesante.

Proeza en doce pasos

Entrar al edificio. Ir al segundo piso. Al tercer piso. Al cuarto piso. Al quinto. Al sexto. Al séptimo Llegar al octavo y último piso Avanzar hacia el borde del muro Lanzarse al abismo Rebotar.

Volver a los pies del futbolista.

Contarlo todo

Felicitaciones. ¿Qué fue lo que escribiste para ganar el concurso de microrrelatos?

Seguí las instrucciones

Asimilación propicia

Cuando despertó, el mundo virtual todavía estaba allí. No le permitía escapar, él se hallaba encerrado. No le molestó. Se quedaría por siempre en aquel universo tan precioso, perfecto.

Narrativa

Más allá de la neblina

“Nadie volvió a ver a la HMS Catalina. Pescadores del Norte aseguran que, en noches sin luna, una neblina densa recorre el mar… y con ella, el lamento de una tripulación que aún combate contra lo imposible” Extracto de un informe no oficial recuperado del archivo sellado del Almirantazgo, fechado en 1793.

La HMS Catalina, majestuoso navío acorazado y capacidad de disparo sin igual, había perseguido sin tregua al corsario Sombra de Avalon tras largas horas que parecían salidas del purgatorio El sol se había desplomado tras el horizonte cuando ambos navíos, jadeantes como bestias cansadas, alcanzaron las aguas profundas del Norte. Ahí, bajo un cielo inmóvil y sin estrellas, el corsario se detuvo de forma abrupta, como si hubiese chocado contra una pared invisible.

Pronto, el capitán del Catalina comprendió el motivo de su detención Una inmensa muralla de neblina surgía en el horizonte marítimo, no bajando del cielo, sino brotando desde las propias aguas, como si algo la exhalara desde el abismo. Silencio. Ningún marinero respiraba, expectante

Desde dentro del velo surgió el sonido de un cuerno de guerra. Resonante, tétrico y húmedo, que hizo crujir los maderos del Catalina y provocó que las lámparas temblaran, aunque no hubiese brisa.

En aquel instante la vieron

Una nave titánica, putrefacta, viviente. Avanzaba desde la neblina como un tumor que no conoce reposo. El casco parecía hecho de carne y espinas, con remiendos de piel cosida a tablones, e hileras de ojos docenas de ojos, todos vivos, todos viendo que parpadeaban entre costillares abiertos Las velas no eran de tela, sino membranas de tejido venoso y palpitante, y su estela no era de espuma, sino de sangre.

A bordo, tripulantes de apariencias imposibles: cuerpos mutados con el cráneo abierto como flores marchitas, con extremidades como zarcillos, que sostenían diferentes armas cuerpo a cuerpo, y parecían no haber sido diseñadas para esta realidad.Rugían como bestias sedientas de carne y sangre.

¡Qué es eso! intentó vociferar el capitán del Catalina, pero sus palabras murieron en su garganta

Desde la Sombra de Avalon, el capitán corsario gritó con una voz rasgada:

¡¿Aliados o alimento?! ¡Decidan!

¿Órdenes, señor? preguntó uno de los marineros en el HMS Catalina.

El capitán del Catalina no demoró demasiado en responder:

¡Toda la artillería! ¡No dejen de disparar! ¡Hundamos esa monstruosidad profana!

Ambos barcos, antaño enemigos, rotaron, alinearon sus baterías, como dos lobos enfrentando un depredador mayor, más grande, más voraz La primera andanada retumbó, pero los proyectiles se hundieron en la carne pútrida del navío aberrante con un sonido acuoso e inmundo… y, simplemente, desaparecieron. No quedaron heridas.

¡Nuevamente! repitió el capitán.

Otra andanada fue disparada desde ambos navíos Mismo resultado: Nada

Entonces, con un rugido inmundo, la aberración se lanzó sobre el corsario Una enorme boca llena de afilados dientes se abrió en el frontal de la nave enemiga. Estaba hambrienta. Y comenzó a devorar al, ahora, barco aliado del Catalina. Los enemigos abordaron el bote y empezó una sangrienta matanza en la proa. Pronto, desde las aguas emergieron tentáculos negros y se enroscaron alrededor del mástil del corsario como serpientes hambrientas Chillidos, aullidos, crujidos, disparos, se mezclaban de una manera estridente y horrida. Desde la popa de la Sombra de Avalon, algunos tripulantes liberaron una barcaza auxiliar. Seguían disparando mientras trataban de alejarse de la monstruosidad, pero pronto, demasiado, fueron aplastados por un tentáculo.

En el estribor del Catalina los marineros disparaban sin tregua, intentando colaborar en cuanto fuese posible. Pero nada lograba detener a los enemigos por completo. Se reconstruían con sonidos húmedos, imposibles.

Disparaban, gritaban, morían… y nada cambiaba. Entre disparo y disparo los marineros se hundían en un inmenso sumidero de desesperación Empezaron a convencerse de que no podían ganar

Y en aquel momento lo que quedaba del corsario terminó de desquebrajarse, hundiéndose en las profundidades marítimas. Mientras los marineros saltaban a las aguas, en su mayoría a una más que segura muerte. Rápidamente el capitán dio la orden de ayudar a los náufragos. Pero como pasó anteriormente, el monstruo barco enfocó su furia en el Catalina

Nuevamente otra andanada, esta vez a bocajarro. La nave enemiga sangró, rugió adolorida cuando varias balas de cañón la atravesaron, y aunque por un instante los tripulantes del Catalina celebraron, pronto acallaron al ver que esta se había enfurecido aún más. Arremetiendo con una violencia indómita, los tentáculos empezaron a destruir la coraza del imponente barco de línea, entre tanto los tripulantes monstruosos iniciaron el festín como ya había ocurrido con el corsario hundido.

Y entonces el capitán, sin más opciones, conociendo el inminente final de todos, gritó:

¡Detonen la pólvora!

Nadie dudó de la orden.

Y después de que la imponente explosión ocurriera, en aquella maldita neblina, hasta el tiempo pareció callar…

Narrativa

Entre tempestades y sirenas

El casco del Neptuno se sacudió con tal vibración, que semejaba un bramido surgido del fondo del océano, despertando al gigante dormido. Soltó amarras y la proa apuntó hacia el canal de navegación, que lucía como día de fiesta, en el muelle muchas manos al viento, decían adiós a los marineros, que alegres hacían maniobras sobre la cubierta de las naves, con la esperanza de retornar en un mes o dos, con las bodegas repletas, lo que les permitiría pagar las deudas contraídas en tres meses de “piojillo”, como le llaman al tiempo establecido para la veda del camarón de alta mar.

Poco a poco, las siluetas del adiós se fueron quedando atrás hasta perderse, mientras el pesquero libraba la escollera por el lado izquierdo del faro, que imponente se alzaba a los ojos de la tripulación, las furiosas olas del océano pacífico, golpearon de lleno la proa del navío al entrar a mar abierto, que, ante tal inmensidad, semejaba una frágil e indefensa cáscara de nuez.

La tripulación del Neptuno estaba compuesta por el capitán Roberto Becerra, los marineros; Roberto Cañedo y Andrés, un cocinero; Flavio Ramírez amigo de Bravonel , Balfred el motorista, Amador Ramírez, ayudante de motorista y hermano del cocinero, Carlos el pavo o grumete, una especie de aprendiz de todos los puestos anteriores y también sujeto a las órdenes de

todos, allí estaban de cara a las gigantes olas y al destino de las noches calmas o tempestuosas y allí estaba también el intrépido y soñador Bravonel, dispuesto a conquistar los mares, a vencer tempestades, luchar contra tiburones, monstruos marinos y malvados piratas y de pasadita, liberar sirenas de mágicos cantos, exuberantes atributos y de áureas y ensortijadas cabelleras

La costa se alejó y sólo era advertida por una delgada línea de tierra a lo lejos, el imberbe mozalbete, sujetó su negra y larga cabellera con un pañuelo, aspiró la suave y fresca brisa que formaban las olas al reventar en la cabina del barco y dijo para sus adentros, con aire triunfador “Volveré pronto”.

Bravonel nunca pudo comprender como es que los pescadores no cambiaban el ciclo de pesca-veda para evitar el peligro que representa el salir a pescar precisamente en septiembre, que es temporada de huracanes. No habían corrido ni diez minutos cuando uno de los marineros lo llamó y le entregó un foco y le señaló la punta de la pluma o mástil, al momento que decía;

¡A ver que tan valiente eres marinerito de agua dulce, pon este foco en la pluma y te traes el que está puesto, sin romperlo! El muchacho, armándose de valor y tratando en vano de contener el temblor de las pantorrillas, trepó por los resbalosos peldaños al poste de acero hasta la parte mas alta del

pesquero, donde lleva una lámpara a modo de hacerlo visible a las demás embarcaciones y así evitar una colisión Ya en la punta del mástil, Bravonel fue testigo de la más maravillosa visión jamás recreada en los efectos especiales de alguna película.

El mar semejaba un enorme círculo color turquesa rodeando la embarcación y arrastrando la pluma y al debutante marinero, casi hasta tocar las gigantescas olas, con bruscos movimientos oscilatorios que le provocaban terrible nausea.

Los efectos del mareo se empezaron a manifestar al bajar a cubierta y entregar la lámpara al marinero, luego éste comprobó ante la sorpresa del debutante grumete, que la lámpara estaba en perfecto estado y que solo había sido probado su valor haciéndolo subir por el mástil.

A lo largo del viaje fue victima de las mas crueles pruebas y todas fueron producto de la mala intención de uno de los tripulantes llamado Pedro Cañedo, un fornido y viejo marinero, que a ratos tosía y se ponía rojo, al borde de la asfixia, pues era asmático

Bravonel a las dos semanas ya le ayudaba al capitán a correr parte de la guardia, consistente en tomar el timón y arrastrar los gigantescos chinchorros durante cuatro horas

Tomando en cuenta que su trabajo era arriar un pequeño chinchorro llamado chango, desde las seis de la mañana hasta las once de la noche, se puede tener la idea de cuanto duerme un grumete, dicho chinchorro determina el tamaño de la muestra, es decir; en base al número, talla y color de los crustáceos atrapados en cada lance, el capitán decide si es

costeable seguir pescando allí o se mueve de lugar.

Las dos o tres horas de sueño, Bravonel las reposaba en una pequeña y sucia litera que estaba situada justo bajo la derrota cabina de mando , en el cuarto de máquinas, arrullado por un infernal ruido e inhalando vapores de combustible y ácido clorhídrico que exhalaban máquinas y acumuladores.

Muchas veces le tocó correr la última guardia, desde las dos de la mañana hasta las seis, justo a la hora que iniciaba su trabajo de arriar el chango, y cuando eso acontecía no dormía Pero nada lo desanimó nunca, su meta era trabajar y regresar a puerto con una paga y la satisfacción de saberse útil, a eso había viajado a otras tierras.

Fueron treinta días de dormir casi nada, de comer poco por culpa del mareo y de soñar con regresar triunfante, con dinero y pleno de nuevas vivencias, muchas tormentas hubo que sortear, muchas fallas de un viejo barco que en muchas ocasiones estuvo a punto de naufragar al quedar a merced de aquellas olas que azotaban la proa y luego bañaban cabina y cubierta.

Para quien sólo ha visto películas de intrépidos marineros llegar con sus barcos con las bodegas al tope y luego de entregar su producto en la cooperativa, cobrar, y después tomar grandes tarros de cerveza en una taberna llena de guapas y solícitas chicas y en la madrugada ya ebrios dirigirse dando traspiés hacía el hotel, muy bien acompañados, diré que es la más absurda de las mentiras.

El trabajo en cubierta es duro, después de vaciar chinchorros, se vuelven a arriar y el

camarón tiene que ser descabezado, lavado, y metido en agua de salmuera y enhielado en la bodega

El camarón al ser descabezado suelta un ácido que poco a poco desgasta las yemas de los dedos convirtiéndolas en llagas sangrantes que arden al contacto con el agua salada

Duro trabajo de los hombres de mar, por ello son considerados duros de carácter, recios y pendencieros, y a la vez, enamorados, tal fue el trabajo de Bravonel, lo enamorado y lo recio, se los debo.

Una tarde de tormenta, cerrado el cielo de nubes negras y un mar plomizo y agitado en extremo, hizo entrada El Neptuno y su exhausta pero alegre tripulación, las furiosas olas azotaban la embarcación todos los tripulantes estaban dentro de la cabina y la cocina, el capitán, diestro luchaba con el timón, las fuertes rachas de viento amenazaban con estrellar en cualquier momento, la frágil nave contra el cerro del faro y la escollera, toda la loza de la cocina rodaba de un lado a otro en el piso de la misma, poco a poco la barca entró a puerto pero tuvo que resguardarse entre el faro y la escollera donde, después de muchas maniobras ancló.

Fue una noche de vigilia, y como a las cuatro de la mañana la tormenta amainó y El Neptuno levó anclas y enfiló hacia el muelle pesquero donde atracó y cerca de las cinco de la mañana, la claridad del nuevo amanecer prometía un día nublado pero calmo.

La aventura había concluido, los marineros limpios y recién afeitados se disponían a abandonar la nave y como es ley no escrita, solo permanecerían en el barco, el ayudante de

motorista, el cocinero y el pavo o grumete, Bravonel.

Ellos abandonarían la nave al día siguiente, pero lo importante es que estaban en tierra, sanos y salvos, y con la seguridad de una paga.

Bravonel se paró en lo alto de la proa y dejó vagar su imaginación y se vio llegando de regreso a su pueblo, feliz de estar con su madre y sus hermanos y luego se vio platicando sus aventuras a sus amigos del barrio, a sus amigos panaderos que, sin duda alguna, celebrarían con él, riendo de contentos por su retorno

Narrativa

Maytag

Lisette Solache Casas

Y ahorita, como señal divina, escucho la letanía de los fierros viejos. Justo en el momento en que estoy escribiendo el epitafio de un libro. -Tal vez este sea el momento en que ha de irse, en qué he de entregarla y comenzar otro capítulo en mi vida.

Era Marca Maytag de 20 kg; una lavadora automática que tenía más de un año oxidándose en el patio Ella fue la causante de un reinicio en mi vida cuando de repente comenzó a girarse con tanta fuerza dejando de espaldas la pared con todos los tubos de agua conectados. Yo, en mi preocupación de que fuera a desprender los tubos e inundar la casa como una vez ya pasó, trataba de detenerla entre gritos y llanto Está de más decir que esa inundación es un momento que no dejo de recordar y que ahorita no quiero hablar de eso porque ese fue otro momento de los muchos en que he tenido que ver por mí misma cómo solucionar un asunto. Mis hijos a mi lado y mi férrea voluntad para sacarnos adelante

Ese día fue lo mismo. Ya había pasado varias veces y ya le había dicho a mi esposo, pero él sólo decía que había acomodado mal la ropa Ya estaba resignada a soportar el peso al estarla cargando para regresarla a su lugar. Sí, me dolió la cadera y un día me dolió la pierna, pero una aspirina sería suficiente para calmar el dolor y seguir Como siempre lo hacía.

Adormecer mis dolores y seguir. Pero esa vez fue diferente Y en ese momento me rompí

Brotaron lágrimas, recuerdos, insatisfacciones, prisas, todo. Era como si mi lavadora hubiera estado tratando de lavar todos mis pesares y ya no pudo más. Igual que yo. Después de eso, llegó a mi vida un quiropráctico, ventosas, dolor. Y el recuerdo de mi madre y saberme sola

Y después de que mi esposo también confirmara que ya no podía andar, compró una nueva lavadora, la vieja la arrumbó en el patio Y al mismo tiempo que ella dejó de ser funcional, yo ya no pude caminar. Casi como si fuera una simbiosis. Ambas malheridas.

A dos años de lo sucedido, aprendí a agradecer esa ruptura, agradezco a la lavadora que me rompió en mil pedazos para volverme a reconstruir.

Y por eso, hoy, con lágrimas, corriendo tras el camión de los fierros viejos, decidí que se la llevaran. Leí que era energía robada a lo nuevo, impidiendo la prosperidad. Y feng shui o no, me recordaba a la lavadora oxidada en el patio de la casa de mis padres y me recordaba a cada que salía y pasaba junto a ella que nuestra vida se había estancado

Quizás lo mejor sería un nuevo inicio para ella y uno nuevo para nosotros.

Juré que si era Nochebuena y mi esposo aún no la había arreglado, la regalaría Y aunque hubo muchas oportunidades, no lo hice. Me dolía deshacerme de algo tan importante.

Pero ahorita, justo estaba escribiendo sobre otra ausencia necesaria y como señal divina, pasó el señor de los fierros.

Me armé de valor y salí, dejando a un lado mi cuaderno, y mis audífonos salieron volando por el sillón. Ni siquiera cerré la puerta - Espero que no salgan mi hija. Ellos están dormidos. No me agradó saber que era lamina hueca, con un pequeño motorcito de plástico y para colmo digital, lo que haría difícil de vender. Así me dijo el señor y me ofreció $50. Era muy poco o era mucho con tal de sacar ese símbolo de tristeza Ella no tenía la culpa, pero así era Ya no podíamos vivir bajo el mismo techo.

Así, me acerqué a ella, le agradecí, la persigné y vi como la subían al diablito que el señor tan hábilmente manejaba para subir las cosas a su camioneta Y la vi ahí, arriba, con el hermoso paisaje de fondo. Se veía altiva en su último momento juntas. Como despidiéndose también.

El cielo claro combinaba con su hojalata blanca y la observé fijamente y fue como verla por primera vez cuando llegó a casa. Un sentimiento de alegría y tristeza me embargó y al mismo tiempo, se produjo una fotografía instantánea en mi memoria con ella y los momentos que pasamos. Ahora solo me sostenían todas las razones existentes que me daban la valentía para dejarla ir, con la esperanza de un nuevo y mejor futuro.

Adiós Maytag. Y gracias.

Narrativa

In profundis custodit me

1:00 a m

Cruzar la puerta de mi habitación se ha convertido en un tormento perturbador Seguramente Él se encuentra esperando por mí, obcecado, inicuo, mordaz. Sin impedimento alguno, la entelequia sombría, se ha instalado de manera perpetua y fatídica en lo que algún día fue mi hogar. El cual, sin remedio, ya le pertenece. La parsimonia con la cual deambula no encubre su brusquedad Lo sé, porque en cuanto percibe mi presencia dispone para mí sus más oscuras pretensiones. Por medio de ellas me atormenta mostrándome que he sido elegido para soportar el martirio del cual Él es el artífice. Tales actos le conceden una enorme distinción: mortífera para mí, gozosa para Él.

Hoy se cumple ya un año desde que se apoderó de mi casa haciéndola inhabitable. Se han generado, a partir de nuestros encuentros, aberrantes formas de la comunicación No deseada, al menos por mi parte. Sin embargo, deshacerme de esa oscura entidad conlleva e hecho de asirme a un valor psicológico para el cual no estoy preparado.

¡Si pudiera retroceder en el tiempo, olvidarme de aquella noche, de aquella provocación…!

Pero la soledad que en muchas ocasiones resulta el paliativo añorado por los seres indefensos que adolecen de compañía, para mí es sólo la confirmación del hecho que ahora me atormenta: existen en mi conciencia pensamientos atroces que provocan la visita indeseada de enigmáticos seres.

Recuerdo perfectamente que llegaba, como ahora, de madrugada, de una convivencia con algunos sujetos, de los cuales sólo puedo dar referencia de mi amigo de la infancia No es necesario mencionar su nombre, ya que resulta intrascendente debido a que ni siquiera a él me he atrevido a contarle lo que me sucede en las madrugadas en que arribo a mi casa. Baste decir que un horror indescriptible se apodera de mis entrañas al rememorar mi regreso al aislamiento. Dicho recuerdo me está dañando el alma de manera dramática

El martirio que sufro provoca que mis emociones se oscurezcan incesantemente, provocándome una larga pesadumbre. La llegada de Él a mi vida ha constatado lo que ya sabía, oscuros laberintos habitan entre la humanidad, en el hombre, en mí mismo; son el desplome babélico de la voluntad. Son también el derrotero infausto al que hemos sido predestinados algunos descarriados

1:15 a. m. Si pudiera permanecer ajeno a este lugar… y evitar su presencia... Sin embargo, algo desconocido se cierne en mi interior y me obliga a regresar La angustia ha prosperado desmesurada-

mente en mis pensamientos; intenta alejarme, pero una malsana curiosidad me exige la repetición continua: debo volver a mi hogar.

Si pudiera disuadir mi curiosidad por retornar a ese lugar… si pudiera actuar cobijado por un pensamiento más racional Debo hacerlo o seré objeto de un encuentro que, más que indeseado, puede resultar fatal y definitivo. Si pudiera alejarme encontraría la calma que tanto ansío.

La decisión por abandonar mi casa no es tan absurda, considerando que mi amigo me ha ofrecido infinidad de veces estancia en su hogar. Si lo he rechazado es porque aborrezco la mirada de compasión que su esposa me concede cada vez que nos encontramos Seguramente me compadece al saber que las relaciones que he sostenido con distintas mujeres han sido frustrantes y que, gracias a mi mal carácter, no he podido mantener una que sea digna de recordar. Sin embargo, si esto continúa, tendré que ceder y aceptar su proposición. No creo soportar el abatimiento que, a cada instante, semeja en mayor medida un abismo de efusiones devastadoras. Es tan incisiva la presencia que me atormenta que mis pensamientos se hacen endebles como una simiente descalcificada.

1:30 a. m.

Los huesos se me congelan provocándome un dolor insoportable. El tiempo que he permanecido afuera de mi casa, esperanzado en la posibilidad de que Él se marche, ha provocado que mi cuerpo sufra los estragos del viento helado que deambula por esta calle. Mi figura se empaña sobre la banqueta, mis piernas semejan dos columnas de mármol que, bajo el presagio de la ruptura, casi se han cristalizado. Esta situación dictaminará finalmente el riesgo que debo asumir En cualquier momento se impondrá el desastre: mi cuerpo terminará por ceder ante los embates del ambiente gélido que gobierna la calle Se pulverizará, mi cuerpo, al no soportar el martirio que le impone la baja temperatura.

¿Qué hacer cuando los impulsos no son suficientes para huir? ¿Cómo evadir los pensamientos que, perniciosos, me obligan a confrontarlo? Mi voluntad representa en este instante un mortecino aspaviento Él me atrae febrilmente Su albedrío lo trajo hasta mí Yo lo acogí atribuyéndome un deseo malsano.

¿Acaso soy un desfogue de sus insanas inquietudes? ¿Por qué él me eligió? ¿O yo lo elegí a Él?

1:35 a m

Rehúyo a mis pasos, los esquivo con el estatismo en mis piernas Impongo la distancia que me evita la confrontación con Él.

Hipotéticamente defino su figura amorfa. Seguramente la fealdad cobija su cuerpo, y el olor nauseabundo en que se envuelve son la distinción de los seres emanados del abismo. La putrefacción, estoy seguro, ciñe hasta la más ínfima arteria que lo conforma Además, sus movimientos son apenas perceptibles, ya que en las pocas ocasiones en que me he atrevido a permanecer en mi hogar, he girado violentamente la cabeza tratando de enfrentar el fuego que, seguro estoy, emana de sus ojillos esas esferas rojizas que he sentido cargadas de animadversión hacia mi

persona en una aspiración instintiva por confrontarlo. Aunque es, precisamente, a ese acto al que más temo

Su compañía, aunque indeseada, ha provocado sugestivas atrocidades en mis pensamientos. Ahora no sé si Él es una configuración de mis oscuras ideas, o yo pertenezco a sus más espeluznantes concepciones ¿Soy un engendro similar a Él?

La concepción que conforma tal aberración semeja una nebulosa fantasmagórica, tiene como origen la maldad cernida sobre los hombres Esta condición los transforma en copias inmarcesibles de los hálitos negros que determinan la podredumbre del espíritu. Tales alientos poseen una descomunal irradiación; exaltados de dolor y martirio, nos conceden su vaho que semeja un tufo oscilante sobre nuestras debilidades. A través de él oprimen nuestra voluntad hasta poseernos.

1:50 a m

¡El tiempo no cede! ¡Su marcha me constriñe al encuentro!

La calle que aborrezco desde hace meses representa el pabellón que determina el arribo al cadalso; luenga y solitaria me recibe, burlona ante la situación que me acongoja.

Sin inhibición alguna, da paso a infinidad de fúnebres gritos que me acompañan haciendo aún más desgarradora la soledad que me oprime. Soy el centro en el que embona la obstinación de los entes deletéreos que emergen de lo más profundo de las condenaciones, y que sacian en mí sus desequilibrados apetitos El horror es por partida doble: si permanezco afuera me castigan con sus lúgubres gritos; si me introduzco, inevitablemente está Él.

Sin duda, en el momento en que confronte a la entelequia malévola que habita en mi casa determinará mi fin No podré soportar tal experiencia, a pesar de que siempre he ostentado clamorosamente mi falta de temor, ahora entiendo que mis arrebatos burlescos no son sino máscaras mediocres encubriendo la necesidad de arrebatarle a alguien la caricia de su compañía. ¿Será el afecto esta posibilidad? El apego por mis cercanos nunca ha sido para mí una realidad alentadora. Pero, si de esta forma logro sanar la iniquidad interna que me fustiga desde mi infancia la cual de manera inequívoca ha conformado los pensamientos grotescos que ahora se manifiestan en una realidad castrante entonces debo solicitar la compañía de alguno de mis parientes o, al menos, de una de las mujeres a las que he despreciado. Para lograrlo debo sobreponerme a la indeseada presunción que me ciñe.

El reloj pulsa sobre mi muñeca aumentando la excitación que se apodera de mi torrente sanguíneo, mana por mis venas en permanentes efluvios intentando reunir el valor que necesito para terminar con este sufrimiento Un viento gélido viene envuelto de silbidos semejantes a voces distorsionadas que me carcomen; avanza por la calle y me empuja de forma rotunda al interior.

El horror es cada vez más viscoso, sobre mi cuerpo se manifiesta a través de un hircismo que anuncia mi llegada y que, sin duda, ha puesto sobre aviso a mi verdugo. Mis piernas acogen un temblor escalofriante, mis esfínteres han llegado a tal punto de saturación que cederán sin que yo pueda evitarlo. Mi razón ya no auspicia acto alguno. Por el contrario, se ha convertido en

un desafuero donde mascullo mi desequilibrio; en ella, ningún asomo de cordura me cobija

Por el contrario, todo pensamiento emanado de la conciencia me aproxima a la hoguera donde ha de oscurecerse para siempre mi presencia

Mis emociones ya no existen, sólo atino a convencerme del encuentro: la madrugada me auspicia burlonamente y la soledad me constriñe al delirio

2:00 a. m.

¿Cómo he llegado a esta situación?

Me atemorizan los sonidos ásperos que, aun distantes, me vulneran. Pero, en cada punzada se acercan aclarándome el desenlace. Están en mí, esos sonidos mortíferos, befan en contra mía, permanentes, ociosos, virulentos Ya no se limitan a la habitación que comparto indefectiblemente con la invención venida del abismo más tenebroso que se pueda describir. Ahora se encuentran encarnados a cada paso que determina el encuentro inminente, y que será el que ha de llevarnos a ambos a la culminación de nuestra egocéntrica maldad.

¡Yo lo pedí! Debo confesarlo, mi provocación se tornó en una súplica abrasadora; con un perturbado beneplácito abogué por el encuentro que me permitiera tener contacto con seres malignos como yo. Jamás comprendí que mi petición tendría este desenlace fatal. Ahora sólo queda el confrontamiento devastador La consigna es real, estoy ante un hecho inevitable: la sumisión.

Todo se aclara, en mi mente los pensamientos están plenamente persuadidos: Él ya no postergará el encuentro Y yo debo aceptarlo sin excusa alguna. Ahora cada

instante conformará una consigna devastadora Mi desenlace está escrito con letras teñidas de sufrimiento; por una hoguera que será desde ahora, mi morada.

2:10 a m

Puedo sentir su respiración agitada, semeja una oscura turbulencia. Su aborrecimiento se ha acumulado, brota de sus entrañas, en el olor nauseabundo del que he hablado Lo sé, el momento en que hemos de confrontarnos está más próximo que nunca.

En mi pecho las palpitaciones acogen el miedo y un ritmo indescriptible Presiento que mi corazón estallará ante el hecho inevitable: la presencia devastadora está aquí. No puedo controlar el temblor de mi cuerpo. Mis pasos se arrastran con un peso tal que parecieran los de un hombre extremadamente obeso Fatigosamente avanzo. Aunque he intentado sorprenderlo, sé que es inútil. Él se mantiene siempre diligente contemplando mi persona. Además, el miedo que se manifiesta en el temblor agudo de mi cuerpo me delata. Mis pies arrastrándose también lo hacen.

Él me observa imperturbable. Todo esfuerzo por evadirlo es vano. Está sobre mí, todo el tiempo, con su mirada envilecida ¿Cómo evadirlo? ¿Cómo huir? Insensible aguarda, la resistencia que demuestro finalmente cederá, consintiendo que su sombra tétrica caiga sobre mí y derrumbe todo intento por evadirlo Logrará, finalmente, anular mi conciencia dando paso a las últimas cenizas de la razón.

2:20 a. m.

Por fin estamos ante el encuentro inminente, Él y yo; Él, gozando; yo, sumiéndome en el abismo oscuro de mi error. Puedo sentirlo ya sobre mi nuca resoplando como bestia en completa agitación. Vuelco mi rostro y encuentro que la emanación a la que tanto temo proviene del espejo que descansa en la esquina de la estancia. Mis pasos, en completa ofuscación, se precipitan hacia el rincón donde habita la fantasmal figura

¡No puedo creerlo! La imagen me contempla fijamente. Es más horrorosa de lo que jamás pude imaginar. Brasas rebosantes de resentimiento brotan de su mirada. Su semblante, si bien exhibe una presencia engañosamente feble, muestra también una mirada virulenta e irónica Pero lo más aberrante es lo que he podido confirmar, el rostro que gesticula aborreciéndome es el mío.

Yo soy el ente que se aterra ante su propia malignidad.

Bruscamente arrojo sobre el espejo el primer objeto que tengo a mi alcance. Añicos del vidrio cubren el suelo llevándose mi vida

Esta historia que repito desde hace tanto tiempo es intolerable. El desenlace forjó para mí un aislamiento del cual sé que jamás podré salir. Soy la nimia presencia de un hombre, una sombra sin cuerpo, un ser sin esencia humana, pero cobijado por la maldad. Soy un hombre soez que consiguió para sí mismo el tormento más oscuro El castigo que he recibido ya no me permite albergar esperanza alguna por contemplar la luz de las calles que tanto me atemorizaron.

Dentro de este espejo deambulo en perpetuos infiernos que me castigan. Mi atrevimiento me sumió en esta condena punzante y sombría

Ahora lo sé, jamás debí insultar al ente perverso que preside la oscuridad, porque ahora, como siempre lo temí, le pertenezco.

Tres pollitos

El primer pollito salió del nido.

¡Pío-pío!

Cruzó la carretera.

¡Pío-pío!

Un zorro se lo comió.

El segundo pollito salió del nido

¡Pío-pío!

Avanzó por la carretera.

¡Pío-p…!

Un auto lo arrolló.

El tercer pollito salió del nido.

¡P…!

Distraído leías esto.

Y lo pisaste

Narrativa

Tres narraciones

La literatura es salvavidas

En mi país, al cual adoro y del que no quisiera irme como si muchos desean, vivimos la pesadilla de la inflación. Después de trabajar una vida, mi pensión es simbólica Esta situación me motivó a escribir, el hambre se ha vuelto recurrente en mis historias, casi obsesivo, logré recopilar alrededor de sesenta de mis vivencias, algunos no me entienden, pero ¿Qué saben de la vida los que no han sufrido? Dicen la salud es lo primero, pero depende de cómo te alimentas. Decía mi abuelo «No hay mejor medicina que en la olla una gallina».

Decidí entonces compartir mis experiencias con otros, más bien La Literatura que además de su oficio es Salvavidas en este inmenso mar de angustias y penurias decidió rescatarme, me permitió enajenarme y comencé a contar cosas, envié mis narraciones a revistas literarias, me publicaron, tengo gratos recuerdos de algunas de ellas (en PDF) todas sin ánimo de lucro. Participé en cientos de concursos, gané par de ellos, no pude cobrar ni un centavo por vivir acá. Sigo escribiendo, envió mis textos, soy parte de sus antologías, le estoy muy agradecido por la difusión de mis cuentos, quisiera comprar sus libros y todas esas revistas, hacer una biblioteca, pero no puedo. ¿Darme baja?, pues no, ¿Cómo mis bisnietos van a saber lo

que nos está pasando? Ya me reincorporé a trabajar, fue difícil pocos aceptan a viejos en sus filas, he sido remunerado, con el dinero en mano me pasó lo que a la Cucarachita

Martina en otra dimensión ¿Letras o comida?

Hay que ser agradecido, una parte para un cartón de huevos, otra para mi futura laptop.

La mar como decía mi abuelo el pescador

Desde pequeño deseaba conocerlo, tan lindo en fotos y películas. Mi primer encuentro con La Mar: fue pésimo.

Mi tío, el del camión, nos invitó, saldríamos en la madrugada, esa noche nos quedamos en su casa dormimos muy poco y especialmente yo Se preparó comida, les echaron aire a las recámaras para usarlas como inflables. Había un ambiente de cuentos y recuentos, en fin, mucho entusiasmo.

Eran otros tiempos, solo se disponía de una playa muy distante, no había acceso a los cayos por terraplén como ahora. El trayecto fue lento, un verdadero desfile de camiones llenos de personas El paisaje por dentro de la ciénaga era muy desolador, ni una casa o animal, no me gustaba lo que estaba viendo. Pasadas las nueve de la mañana llegamos, no había donde parquear, estuvimos media hora encima del camión.

Según los comentarios tendrían que usar zapatos, esa fue mi primera decepción, nada

de arena, rocoso duro y lleno de piedras, me costó mucho desplazarme por encima de aquel terreno. No obstante, era tanta la ansiedad, logré correr con mis primos hacia el mar, a escasos metros de la orilla, me percaté del fango y caí en el agua más salada de todos los mares que existen en el mundo, mis ojos se irritaron y mi estómago no resistió. Pasé el día deseando volver. Entonces aparecieron aquellos amigos de mis padres ofreciendo un puesto en su cabaña rústica de zinc y nailon. A las seis de la tarde estaba debajo de un mosquitero. Comimos pescado, por más advertencias de los mayores a mi hermano se le atravesó una espina en la garganta

Años más tarde cerraron esta playa. Ya solo es un mal recuerdo. Años más tarde conocí el mar de las fotos.

La vida sigue igual

Nos confundíamos profesores y alumnos, éramos tan jóvenes, casi de la misma edad Llegamos al mar al amanecer, solo nos preocupaba bañarnos, disfrutar de la playa, de las muchachas y sus bikinis. El sol ya había alcanzado el medio del cielo, algunas botellas iban por la mitad, cuando uno de aquellos muchachos se acercó a la arena dando voces:

¡Se ahoga!, ¡Se ahoga!

Todos corrimos hacia el mar, pudimos verlo, a lo lejos, Salió dos veces a la superficie con sus brazos estirados, quedamos petrificados, como si estuviéramos viendo una película, un ensayo, algo irreal que no nos podía estar sucediendo Alguien arengó a los demás, nos acercamos, más y más, revisábamos cada pedacito y no apareció, el inmenso mar se lo tragó.

Llegó el salvavidas, hizo unas preguntas, miró su reloj, comenzó a buscar casi en la orilla y allí lo encontró, la marea lo había arrastrado, lo pusieron en la arena, sus labios y uñas estaban morados En la posta médica se perdió la última esperanza, estaba muerto

Regresamos sin el cuerpo, lo retuvieron las autoridades, íbamos todos en silencio, en la escuela los demás dormían. Bajaron la comida de la guagua, algunas chicas echaron unas lagrimitas, alguien más atrevido dijo:

El puerco asado no se puede echar a perder Y comimos como si nada hubiera pasado.

Entonces recordé la canción de Julio Iglesia y la repasé mentalmente.

Narrativa

Mujer de agua

El mayor placer de mi vida es ver llover. Ese gusto me viene de niña La lluvia tiene una magia inigualable, incomparable, diría yo, cualquier otro fenómeno de la naturaleza es ínfimo frente a las lágrimas del cielo. De una fina llovizna a un aguacero no hay mucho trecho, los aguaceros son golpes rápidos de gotas de agua resonando como guitarras desafinadas He visto lluvias en muchos lugares lejanos de mi origen, pero ninguna se compara a las precipitaciones pluviales desparramadas en los acantilados y riscos del puerto olvidado en donde nací; era muy pequeña pero en algún lugar de mi cerebro se escondieron fotografías que reproduzco en cascadas de recuerdos, de esos días disfruto las mangas de agua levantándose en esas tormentas rugientes de ira que domaban al tiempo hasta convertirse en ventiscas que susurraban cansancio por las tardes de la salida de los veranos…eso sí se llama llover con todos los aderezos de truenos y relámpagos iluminando los cielos oscuros, la ira de Dios se domestica frente a una muralla de diamantes borradora de la realidad que sucede allá abajo, en donde los hombres del mar que no saben de metáforas, juegan a ser felices

Cuando llueve cierro los ojos para no caer deslumbrada por toda la entropía causada por las lluvias de septiembre, aquí en la planicie las lluvias tienen otro ritmo a veces

son sinfonías y otras son reguetón, pero no hago diferencias, todas las lluvias tienen una personalidad propia, hablan diferentes lenguajes, es cuestión de encontrar lo que quieren decir porque al final la lluvia son lágrimas de vida. Algunos aguaceros tronantes llegan al mismo centro de la tierra y los hacen temblar con vociferantes y descomunales truenos que terminan por destruir la batuta del director de la sinfonía de aguas descendentes; entre susurros y gritos, nubes oscuras se abrazan en coreografías galopantes de tormentas de esperanza para los campesinos de esta comarca Para estos oficiantes de la tierra. La lluvia es algo añorado en los tiempos de cosechas; los labriegos otean al cielo, ven pasar a nubes huérfanas que caminan extraviadas de su pago A veces el agua del cielo se tranca en algún lugar desconocido, entonces el hombre de campo llora y se baña de tristezas. Ve las cabecitas de su siembra de la milpa y se maldice por dentro, con la cabeza gacha regresa a su morada.

Le temp passe,j’ai peur / Máximo Sáenz

La tempestad estruendosa glamorante de mis recuerdos es una sinfonía en vivace y crescendo.

¡Vamos a mojarnos, antes que se guarde la lluvia! Invitaba a mis tres hermanitos Ellos me miraban con sus ojos llenos de miedo antes de correr a esconderse en el rincón más lejano de la casa. Lo hacían para ocultarse de mis palabras Yo reía de sus miedos,

no quedaría sola, jalaba a Sofía mi incondicional era la única que se mantenía impasible. Ambas, yo y ella, sabíamos de antemano que escaparnos nos costaría algunos cintarazos, pero, aunque doliera valía la pena la aventura. En un suspiro estábamos fuera de la casa, corríamos sobre las avenidas de agua que se formaban en las calles de tierra roja y con piel dura por el paso de las carretas cargadas de madera talada en forma clandestina Lo mejor estaba en las casas del primer cuadro del pueblo, ahí vivían los ricos y sus techos de medias aguas de tejas, convidaba a recibir chorros de aguas frescas y olorosas a tierra quemada No éramos únicos de la cofradía de amantes de los aguaceros. El punto de encuentro era la plaza del poblado, allí confluíamos los desobedientes de padres y madres Miriam ya no tan niña, José, Alberto, Rebeca, y yo éramos los incitadores a las más osadas barrabasadas, no hay otro nombre para calificar lo que hacíamos

En una fecha de octubre le hicimos la venia a copiosa a la lluvia tropical de un atardecer; nos subimos al campanario de la iglesia, queríamos pasar desapercibidos, nuestro objetivo era observar desde la altura la cortina blanca de la lluvia al desprenderse de las negras nubes, pero no se pudo porque al infeliz de Alberto se le ocurrió la idea de hacer doblar las campanas. El sonido de la campana alertó a los pobladores que abandonaron sus moradas pensando en un incendio provocado por un rayo. De los azotes hogareños nadie escapó. Sumado a esto la ira popular se mostraba a toda algidez.

¡Tú eres un demonio! Me dijo la dueña de la tortillería.

El director de la escuela se unió a mis detractores. Mi maestra me llevó a la dirección del plantel El director estaba iracundo ¡Hay travesuras y existen estupideces! Me dijo con la cara congestionada de ira.

A la primera le contesté, aclaro, que me defendí con bastante mesura

Usted ¿qué sabe de hijos? Si de joven no engendró a ninguno, ahora menos, nada más véase ya le blanquea la cabellera Ya pasó su tiempo.

Al director de plano le tire directo al corazón. Me miró con unos ojos tan tristes que me pareció los ojos de una vaca cuando le están clavando la espada en el corazón. Su tristeza atizó mi violencia verbal, así que me fui con todo, como torero en ruedo frenético.

¡Profesor ocúpese de su profesión, lo que pase fuera de la escuela ya no es asunto suyo, haga su trabajo y no habrá problema, porque un día encabronada le quemó la escuela!

La verdad es que todos me reprochaban mi supuesto mal proceder, porque no lo podían hacer con otros existía una enorme diferencia, los demás niños tenían padres ricos, mientras mis padres eran pobres, para acabar pronto, a veces en mi casa no había ni la mitad de un peso Así que esperábamos pacientemente que a Chela la gallina, ovara. La proeza de comerse el huevo dividido en seis personas y cortado en partes iguales, era un acto de milagro bíblico parecido al de la multiplicación de peces. Niña, pobre y rebelde hacían una ensalada cargada de sal violenta.

Cuando se iban las aguas, todo volvía a la normalidad. Con el paso del tiempo fui

aprendiendo a sentir el olor de lluvias próximas, la observación era mi mejor escuela, así aprendí que las mejores pronosticadoras de los aguaceros son las hormigas. Destruía sus nidos de arena oscura y observaba sus movimientos y en ellos leía los calendarios de las lluvias De pronto sin quererlo me convertí en la adivinadora del pueblo Miraba a las nubes y podía leer el anunció de los huracanes, la visita de las langostas y la devastación del gusano cogollero del maíz. Mi ciencia está llena de una niñez curiosa y esta se encuentra amarrada a mi infancia que todavía me acompaña en este cuerpo de mujer, cuando me recuerdo niña me viene el olor a el agua del cielo y tierra mojada.

Si van a sembrar hay que ganarles el paso a las lluvias, esta vez las aguas vendrán las medianías de mayo . Advertía a los campesinos milperos. Ellos se reían de mí. Lo mejor sucedía cuando apenas andaban arreglando lo de las quemas del monte cuando las aguas se presentaban, todo su trabajo se perdía, los labriegos que pasaban por mi casa escuchaban mis burlas en versos modificados de una canción.

Lero, lero candelero cabezas de cuero, ya les cayó el aguacero Sin darme cuenta la infancia se perdió en algún momento con algún labriego que ni recuerdo su nombre, me trinco en el monte. Fue suave sin violencias, a partir de ahí mis saberes se multiplicaron por algún raro don regalado por un señor del monte No fue algo sobrenatural, fue algo simple que aprendí de las hormigas y del olor de los árboles, el camino de las nubes, el sabor del aire. Intuyo, descifro, leo o esculcó el calendario por donde se mueven las aguas del cielo.

Todavía me gusta hacerles fiesta a las lluvias, no hay como danzar desnuda con la coreografía dictada por el agua fresca que cae del cielo Aunque lo máximo es darle gusto al cuerpo acariciados por una fuerte lluvia en un cielo abierto mientras sientes la mano del hombre que recorre cada recoveco de la piel, las gotas frías de agua exploran todos los escondrijos con sus mil manos, disculpe usted, pero ese es un verdadero orgasmo multiplicado por mil, son miles de gotas penetrando tu piel desnuda, al final el goce te lleva al extremo de no saber si quien te está haciendo el amor es tu hombre o es la lluvia. O a lo mejor son las dos cosas.

Narrativa

La mano de mi abuelo

Cuando era niña, mi abuelo tomaba mi mano con firmeza cada vez que cruzábamos las calles del mercado. Veo con nitidez la gran copa de Eskimo que compartíamos después, como parte de un pequeño ritual que nos unía sin palabras. Él caminaba despacio, siempre atento, como si el mundo se moviera a otro ritmo cuando íbamos juntos

Por las tardes, nos sentábamos en el patio a comer mangos. Él los limpiaba con un trapo húmedo y me pasaba uno, siempre el más dulce. Era un tiempo sin prisa, donde bastaba con estar.

Las primaveras comenzaron a pasar, una tras otra, y fui viendo cómo su cabello negro se convertía en hilos de plata. Yo crecía, y él envejecía. Pero nuestros pasos seguían en sintonía. Para mí, su figura era alta, fuerte, como si pudiera sostener el mundo entero. Y al mismo tiempo, encontraba en mí su refugio

Fue entonces cuando empecé a comprender que la vida es apenas un instante Un sueño breve Un giro silencioso que llega sin avisar y lo transforma todo. La vida tiene muchas formas de tocarnos el alma. A veces lo hace con una caricia; otras, con el simple gesto de una mano que se aferra a la tuya en silencio No hacen falta palabras Solo esa paz que guarda el cariño callado en los momentos compartidos sin hablar. Y sin darnos cuenta, los años pasan, y lo que fue cotidiano se convierte en memoria.

Hoy han pasado ya cuatro décadas, y aún conservo intacto el recuerdo de aquellos ojos verde esmeralda Que iluminaban como faroles mis tardes de infancia Como si siguieran ahí Guiándome cada vez que cierro los ojos.

Narrativa

El último aliento de Ra

Nadie recordaba cuándo fue la última vez que las aguas se mantuvieron en calma. Bajo el sol perpetuo del Imperio, el océano era un espejo hirviente que bordeaba las ciudades-pirámide de cristal. A lo lejos, más allá del horizonte curvo de la Gran Niwt-Aa, se alzaban torres semisumergidas, ruinas de civilizaciones que el Imperio Egipcio había absorbido siglos atrás. El mundo entero estaba cubierto por un inmenso mar, y Egipto, ahora marítimo, gobernaba desde plataformas solares flotantes, como islas divinas ancladas en la eternidad

El faraón Neferkha XIII contemplaba ese mar desde la cima de la Gran Pirámide de Uatchit, cuyo vértice se perdía entre las nubes de vapor. Su capa de escamas de obsidiana flotaba con el viento salado, y a su lado, los ingenieros-sacerdotes ajustaban las placas solares con oraciones antiguas y calibraciones cuánticas. A sus pies, la humanidad sobrevivía sobre barcazas doradas, flotando en un mundo donde el continente era un recuerdo fósil. El Imperio había vencido a todos los enemigos, había dominado los siglos… pero no podía vencer el mar.

Porque el mar ya no era un simple cuerpo de agua

Algo había despertado en las profundidades.

“Es un espejo roto”, susurró Ankhet, alzando la vista hacia el cielo acuoso. En su pequeño navío de junco bioluminiscente, la Portadora de la Verdad leía los signos del abismo. Las estrellas ya no estaban donde deberían A cada marea creciente, nuevos cadáveres flotaban a la superficie, algunos con coronas de épocas antiguas, otros con pieles resecas y ojos aún abiertos.

El Duat, el inframundo, se estaba filtrando por el fondo del océano como una herida sin cerrar. Expulsada por hereje, Ankhet había fundado su refugio en los anillos de coral negro que rodeaban lo que alguna vez fue Menfis. Allí, con un puñado de devotos y parias, escudriñaba las corrientes, traducía las burbujas que emergían con mensajes de lenguas non-muertas e interpretaba los sueños del mar. Porque el mar ya no soñaba como antes.

“El mar es la tumba de Ra”, dijo un día uno de sus discípulos, temblando al ver cómo las aguas se oscurecían.

“No”, corrigió Ankhet con voz templada. “El mar es su último aliento”.

En lo alto del Mar Cetrino, las legiones solares descendían como relámpagos dorados. Las armaduras de los guerreros brillaban con inscripciones sagradas, y sus alas mecánicas les permitían moverse entre las tormentas con precisión divina. El general Menkaura lideraba la ofensiva contra una grieta que se había abierto cerca del Trono de Osiris, una plataforma semisumergida donde se habían detectado apariciones masivas de monstruosidades del Duat Las criaturas emergían cubiertas de algas negras, con cuerpos descompuestos y ojos que

parecían estrellas rotas. Hablaban en coros invertidos. El mar los vomitaba sin cesar, como si el universo tuviera náuseas. Menkaura combatía con disciplina, pero su corazón estaba en otra parte Recordaba los días de tierra firme, los jardines colgantes de Tebas, el tacto seco de la piedra. Cada ola que azotaba su flota le susurraba que algo estaba mal. No era un enemigo solamente. Era un enemigo que había esperado milenios bajo el lecho del océano.

Y ese enemigo tenía nombre: Apep.

Cuando el mar comenzó a girar en espiral, formando un vórtice de decenas de kilómetros, Ankhet supo que había llegado la hora. Junto a ella viajaban Menkaura, ahora desertor y condenado por traición, y Sefu-Ka, un erudito que sabía conocimientos prohibidos, que había abandonado su laboratorio en la cúspide de la pirámide solar para embarcarse en este viaje final Navegaban hacia el centro de ese vórtice, donde los mapas antiguos señalaban la ubicación de Saqqara, ahora sumergida bajo leguas de agua. Las Pirámides Negras, decía la profecía, estaban diseñadas no para llegar al cielo, sino para sellar los pozos del abismo. El mar los devoraba lentamente Bajo la quilla de su nave, sentían las corrientes empujar hacia abajo, como si el mar mismo deseara su llegada. Se sumergieron, abandonando la superficie, respirando gracias a escafandras biomecánicas. A cada metro de descenso, el agua se volvía más negra, más pesada, más densa.

Y allí, en la penumbra, las encontraron

Las Pirámides Negras eran colosales y silenciosas. A pesar del paso de milenios y la presión oceánica, estaban intactas, sus jeroglíficos aún brillando con una luz tenue, interior. Parecían respirar

Dentro de la última pirámide, protegida por esfinges cubiertas de coral, hallaron la Tablilla de Maat. No estaba hecha de piedra, sino de un metal que solo se encontraba en los meteoros caídos al océano. En su superficie danzaban escrituras vivas: el destino del Imperio, escrito y reescrito por manos invisibles

Sefu-Ka la leyó con voz temblorosa.

“El mar… no es el fin. Es el juicio”.

Ankhet extendió su mano. El metal reconoció su sangre. En ese instante, todos vieron visiones: ciudades sumergidas, imperios ahogados, la voz del Faraón gritando desde una torre que se hundía lentamente. El mar mostraba lo que el Imperio no quería aceptar: que todo lo que sube, cae. Y que el agua es la única constante.

“Podemos pelear” dijo Menkaura, con el filo de su lanza solar encendida

“¿Contra qué?” Preguntó Ankhet . “¿Contra el tiempo?, ¿Contra la muerte?”.

“Contra el miedo”.

Pero la tablilla no les ofrecía esperanza. Solo opciones: dejar caer el Imperio, disolverlo como sal en el mar o luchar hasta el final contra Apep y condenar al mundo a la oscuridad eterna Más tarde, Neferkha XIII activó el Arma de Ankh, una esfera que contenía el fuego primigenio de Ra.

Flotando sobre el vórtice, en la cúspide de su barcaza imperial, el Faraón ordenó liberar la energía contra el mar mismo. El sol se quebró. Las aguas se evaporaron en una explosión de luz y rugido

Pero Apep no era un cuerpo. Era una idea.

El mar rugió. Un remolino de oscuridad emergió, una serpiente hecha de noche líquida. Enroscándose en el cielo, abrió su boca sin fondo y se tragó la luz. La pirámide se sacudió. Ankhet, con la tablilla en sus manos, recitó las palabras olvidadas de Thot El agua se detuvo El tiempo se detuvo.

Y el mundo… cambió.

Cuando Ankhet abrió los ojos, no estaba bajo el mar

Estaba en la ribera de un río ancho, tranquilo, desconocido. El aire olía a lluvia. A su alrededor, hombres y mujeres de piel oscura trabajaban la tierra, cantaban en un idioma que no era el del imperio. En el cielo, no había plataformas solares, no había drones. Solo nubes.

“¿Dónde estamos?” preguntó Menkaura, sin su armadura y sin lanza

“En el principio" respondió Ankhet.

Sefu-Ka observaba los árboles, tocaba la tierra. El mar había desaparecido. El Imperio también. En su lugar, una humanidad renacida, sin jerarquías eternas, sin dioses coronando a hombres.

Solo un mundo nuevo y un río que nacía en el este

Y sobre el agua, bailando en los reflejos del amanecer, una última brisa cálida.

Era el ali fi l d R

Narrativa

La noche que no quiere: una insomne en llamas

La noche es larga, y estoy despierta. No es el sueño lo que me elude, sino la quietud. Mi cuerpo no es un templo de descanso, sino un campo de batalla Las sábanas se enredan en mis piernas como cadenas, como advertencias. El colchón, que debería ser un refugio, es ahora un tribunal donde me juzgan por no rendirme al silencio.

Pero hay un fuego en mí. No es metáfora. Es carne. Es sangre. Es el pulso entre mis muslos que reclama atención, que no se dejará ignorar El insomnio me ha hecho exploradora de mis propias fronteras, y descubro que la única redención posible no viene de pastillas ni de contar ovejas, sino de rendirme al deseo que la noche amplifica.

La única oración que conozco a esta hora es la de mis propios dedos No es escapismo Es verdad.

Los hombres duermen profundo, satisfechos, dueños del mundo, incluso en sus sueños. Las mujeres nos revolcamos en camas que no nos pertenecen, en horas robadas, en placeres que nos llaman egoístas Pero esta noche, yo no pido perdón

1. El insomnio es político: Mientras el mundo espera que me apague, yo elijo encenderme.

2. La cama es mía: No un lugar para esperar a nadie, sino para reclamarme.

3 El orgasmo no es un final: Es un amén, un así sea, un yo existo gritado en la oscuridad

Me toco no por desesperación, sino por derecho. Cada gemido ahogado en la almohada es un verso suprimido de un poema que nadie me dejó terminar. Cada temblor es una palabra recuperada

Y cuando al fin llegue el alivio cuando el cuerpo, exhausto y triunfante, se rinda al sueño no será por derrota.

Será porque yo lo permití.

Renacer

Érase una vez un poeta, que había perdido su inspiración, la tristeza le embargó y ya nada le emocionó

Durante largas noches observaba la luna, que a pesar de su luminosidad… En sus rimas, ¡No lograba encajar! Esperó el amanecer; sin embargo, notó que aún “Le faltaba florecer”.

De pronto Divisó el pequeño muelle y embarcó al anochecer (con pluma y papel).

La luna se elevó tan alto, que el inmenso mar brilló como nunca.

Aquel escritor volvió a sentir Comprendió que, a causa de la oscuridad, no vislumbraba su inmensidad; pero… al llegar la alborada, revelaría el renacer.

Narrativa

De Berlín a La Mariscal

El frío berlinés de octubre calaba hondo. Habíamos llegado hacía dos semanas, mi madre y yo. Esa mañana, mi hermana, quien residía desde hacía cinco años en una ciudad cercana, nos había invitado a nuestro primer viaje en tren. Pasamos parte de la tarde en el museo egipcio, contemplando las esculturas y el rostro de Nefertiti.

Al dar vuelta en la boletería para comprar un recuerdo, perdimos de vista a nuestra madre. Se me ocurrió ir a la cafetería del museo a pedir un té para ver si estaba por esa zona De repente, un destello captó mi atención. Vi a mi madre sentada con una persona. Cuando me acerqué, ella estaba sola. Me senté a su lado, la miré, y ella lloraba desconsolada.

Mi hermana llegó poco después, a buen paso, y se sentó junto a nosotras Por segunda vez, vi una sombra. Parecía una persona, no un animal, pero era como una distorsión en el aire. Lo atribuí al cansancio o a la luz invernal que jugaba con mis ojos.

Después de la hora del té, tomamos rumbo a casa. Otra vez, la distorsión se movió. Fue un instante, una ráfaga que lanzó un bolso al piso Yo me dije: “Olvídalo” Sin embargo, la curiosidad de mi hermana fue más fuerte. Lo tomó y lo observó por un largo rato; no tenía ningún contenido.

Cuando llegamos a casa, mi madre depositó el bolso sobre una silla. Esa noche soñé con su dueño, una voz que resonaba en mis oídos: “¡Suéltalo!” Me desperté con la garganta seca y los pies fríos. A la mañana siguiente, le comenté a mi hermana sobre el sueño y ella me dijo: “Vamos al almacén de objetos perdidos cerca del museo”.

El señor del almacén lo miró por todas partes y nos lo devolvió De nuevo sentí que alguien nos observaba. Las palabras de mi madre nos trajeron de vuelta a la realidad: “Hija, quiero un té y un pancito”. Mi hermana respondió: ”Claro, mamá, tomaremos un café en la cafetería Linden”. Cuando nos sentamos, volví a recordar que llevaba el bolso de un desconocido y sentí que la sombra volvía a pasar fugazmente Las tres conversamos en torno al bolso

A mi regreso a Ecuador, llegué con el bolso lleno de pinturas y un pañuelo. La siguiente vez que salí a un café en el sector de La Mariscal, sentí que alguien me seguía. Traté de perderme por las calles. Aturdida y cansada, me senté en una terraza donde venden vino y cerveza, y pedí un vino hervido Me puse a reflexionar: ¿Quién sería el primer dueño? ¿Volverá alguna vez por el bolso? Volví a mirar, pero no había nadie en la barra. La intriga me sigue acompañando…

Narrativa

Don Azul

Ross Raga

Los niños jugaban frente al patio de la casa. La abuela de Sebastián les gritó que no hicieran ruido porque su nieto recién se había dormido, ya que había estado un poco enfermo, con tos y temperatura. Les pidió que guardaran silencio, pero los chiquillos inquietos volvieron a lo suyo: andaban jugando fútbol. ¡Ya sabrán el escándalo que hacían!

Era martes por la tarde, un día soleado La temperatura rondaba los 26°C. ¡Terrible día! La abuela de Sebastián había estado trabajando todo el día: lavando, preparando bocadillos, aguas frescas, gelatinas, etc Estaba un poco agotada y se disponía a descansar… ¡cuando de repente un balón entró por la ventana de su sala!

¡Zas! Se rompió un florero antiguo que adornaba su centro de mesa.

¿Pero qué diantres pasa aquí? ¿No les dije que no jugaran ni hicieran ruido? A ver, ¿quién fue? ¿Quién va a pagar mi florero?

Nadie dijo nada. Todos partieron a sus casas. La abuela, un poco enojada, recogió los vidrios y las pobres flores que quedaron en el suelo.

¿Qué pasó, abuelita? ¿Por qué tanto ruido?

Estos chiquillos desobedientes aventaron su balón y rompieron mi florero. Pero ya verán, iré a hablar con sus papás.

Abuelita, ellos no tienen papás Son de un orfanato que está aquí a la vuelta.

¡Snif, snif! Sebastián lloró amargamente.

¿Por qué lloras, Sebastián? preguntó la abuela

Esos niños, abuela, sufren mucho. A veces se bañan con agua fría y no comen sopita como la que tú preparas.

¿En serio? preguntó la abuela

Sí, abuela. A ellos los dejaron abandonados, y un amable señor llamado Don Azul los recogió Son cuatro hermanos: Luis, Jaziel, Donato y Osmar.

Mira qué nombres tan bonitos tienen. Pero ese señor Don Azul, ¿de dónde es? No había oído nada sobre él

Coff, coff. Sebastián tosió y continuó:

Abuela, ese señor dice que te conoce. Cuando vas al mercado, siempre le das un poco de pan Me platicó que un día le diste cien pesos.

¡¿Cien pesos?! Mira que no recuerdo, pero debe ser cierto

Siguieron con sus tareas de ese día. Al llegar la noche, alguien tocó la puerta de la abuela.

Toc, toc, toc.

¿Quién es? Es tarde para atender a personas.

Soy Azul, su vecino.

Un momento gritó la abuela. Abrió la puerta y permitió que entrara Don Azul.

Buenas noches, señora. Disculpe que venga tan tarde, pero hasta ahorita me enteré del incidente de estos muchachitos.

¡Oh, sí! Rompieron por accidente mi florero, pero no se preocupe, ya estaba viejo.

Usted disculpe, pero yo salgo a trabajar y ellos se quedan solos. No volverá a suceder.

Y, ¿cómo sigue Sebastián? Él suele ir a jugar con los niños. Últimamente no lo he visto por allá

Está enfermo, pero ya va mejorando, gracias. Dice Sebastián que son niños huérfanos ¿Es cierto? preguntó la abuela

Así es, pero no es bueno decirlo. Ellos están contentos aquí conmigo, aunque se bañen con agua fría y coman poco. Pero tienen un techo seguro

La abuela se quedó pensando por un largo momento.

De pronto se le ocurrió algo y le dijo al señor Azul:

Mañana los espero a comer a las dos de la tarde. Sebastián se animará con su visita.

Se dieron las buenas noches y cada uno se quedó pensando.

Al día siguiente, a la hora acordada, llegaron los cinco bien bañados, oliendo a jabón y con una gran sonrisa

Buenas tardes. Aquí estamos como acordamos dijo el señor Azul.

Bienvenidos. Niños, suban un rato con Sebastián Le dará mucho gusto verlos, mientras preparamos todo el banquete que hice.

Pasados unos diez minutos, les habló la abuela:

¡A comer!

Bajaron por la escalera sonrientes. Sebastián estaba feliz de ver a sus amigos.

Degustaron una gran sopa de alubias, piezas de pollo, gelatina y delicioso pastel. Hasta una

piñata rompieron, y las golosinas se derramaban. Fue un gusto ver lo feliz que todos estaban

Cuando cayó la tarde, se despidieron, cansados de reír, jugar y disfrutar de ese banquete.

Don Azul agradeció esa muestra de simpatía para sus niños.

Y sé que la abuela fue la más feliz.

Narrativa

Aroma y recuerdo

Rut Treviño

Recuerdo perfectamente aquel día donde las experiencias vividas tomaron un rumbo bastante extraño, la decisión de agarrar valor y prepararme mentalmente para enfrentar a mi novia para preguntarle que sucedía últimamente con nuestra relación estaba tomada Había escuchado cientos de historias donde hacer dicha pregunta terminaba solo en dos cosas: una reconciliación pasional o el término de la relación sin remedio alguno. Mi corazón presentía lo segundo, pero albergaba la esperanza de que ocurriera lo primero. Llegué a la escuela como de costumbre y me dispuse a tomar mi lugar, era ya un universitario, pero en ese momento mi cerebro parecía el de un adolescente, sentía al millón, temblaba al millón Podía percibir una gran opresión en el pecho al no saber cómo abordar el tema temiend que algo malo pasara ya que no me sentía listo para poner fin a mi relación y sin embargo al momento de que terminaron las clases a pesar de sentir como estuvo toda la mañana evitándome me acerqué a ella y le tomé la mano sin pedir permiso hasta que su mirada cazadora hizo salir el hombre cobarde que vive dentro de mí.

Tenemos que terminar.

Me dijo

Después de un silencio abrumador no me atreví a preguntar el por qué, solo asentí con la cabeza mientras veía sus labios pronunciar lo que tanto me temía: “Espero comprendas”.

¿Qué carajos iba a comprender? Que de la noche a la mañana mi relación pasó de ser como cuento de hadas a ser prácticamente una trágica comedia donde yo obviamente era el bufón.

Llegué a mi casa destrozado, no pude quitar mi fondo de pantalla el cual era su foto ya que albergaba la esperanza de que en algún momento me llamara y se disculpara diciendo que todo fue un impulso

Pero el eterno día se convirtió en eterna semana y después en eterno mes, pasó a ser eterno año y yo nada que lograba cerrar la herida de ese jueves cualquiera en donde lo único que pensaba era en volver a mi casa y dormir toda la tarde para no enfrentar mi realidad. Había escuchado por todos lados el cliché de que el tiempo lo cura todo, pero al parecer en mí no aplicaba ya que ese año había parecido un día, se pasaba lento. Me dirigía al campus con normalidad, los compañeros me invitaban a fiestas y reuniones, pero nada lograba ayudarme a dejar de pensar en ella. Tenía que verla a diario pasear con sus amigas lanzando esas miradas extrañas que solo ellas entienden, lo peor del asunto era precisamente que estudiábamos y no se podía tomar distancia.

Un día al llegar a casa escuché la lavadora encendida y divisé a mi madre colgando varias prendas en el tendedero y de entre todas ellas de inmediato captó mi atención el suéter que dejé olvidado precisamente ese día.

¡Qué bueno que llegas! hijo, he lavado tu suéter ya que parecía demasiado sucio

Fue ahí donde sentí que mi mundo se derrumbaba (por segunda vez, después de la ruptura) desde aquel día lo único que me quedaba de ella era su aroma impregnado al suéter que prometí no volver a lavar y que cargaba conmigo todos los días como si ella fuera acompañándome a todos lados No pude decirle nada a mi madre, no pude quejarme de que allanara mi casa sin permiso y se permitiera hacer la limpieza del desastre que había acumulado sin darme cuenta.

Después de ese día he intentado buscar en cada cita alguien que use el mismo perfume para poder reemplazar el suéter y rescatar un poco de lo que quedó de nosotros a pesar de que sé perfectamente que jamás volveremos a estar juntos.

y o

Catarsis

En tono melodramático, en mi cinismo habitual he de decir que hago el balance anual de los 33 años He de reconocer que he pasado casi un año llorando, agradezco a mi pareja que ha soportado tanta lágrima insufrible derramada, el mundo de las promesas como siempre se derrumbó, como sucede con el inmenso mar de las ilusiones, y me he refugiado en mis libros, en la escritura, la pintura y la fotografía. He de confesar que quise vengarme por lo perdido, y no me refiero al trabajo, sino a todas las relaciones humanas que se quedaron sepultadas este año, promesas de amistad, de cariño, momentos de lucha, lugares de la felicidad y los hermanos no sanguíneos que fui incapaz de ver a profundidad, les pido disculpas por ello.

La venganza la quise ejecutar por medio de la escritura, sin embargo, no sucumbí y disfruté como pocas veces la música que me gusta, las llamadas “canciones de señora dolida”, que quizá todos alguna vez hemos cantado, porque es más común el dolor que la alegría. No quiero por supuesto caer en las falsas afirmaciones como “le agradezco a Dios”, o “de lo perdidos lo recuperado”, no, no en falsos triunfalismos como el “aprendí mucho”, venganzas a media en frases como: “ya lo verán con Dios” o “la vida se los cobrará”. Me niego a “verle lo bueno”, les pido disculpas, pero no se me da “ver el vaso medio lleno” simplemente está vacío, Y así se puede vivir, así se es feliz.

Los intelectuales disfrazan mucho su sentir melodramático con literatura francesa romántica, no amigos aceptemos, la justicia no triunfa, los buenos pierden, la vida es cruel, dura, difícil, los viles terminan gobernando y las familias es en donde más vileza existe.

Por ello el actuar no tiene que ver con la recompensa, ese valor muy capitalista del intercambio debemos olvidarlo, debemos incluso eliminarlo de nuestro pensamiento, actuar de tal o cuál manera porque eso es lo que debemos hacer, no por lo que esperamos obtener, esa medición dejémoslo para los mercenarios ideológicos, para las hipocresías políticas.

Y no nos hagamos, todos queremos esas pequeñas revanchas en la vida, lenguaje común de la música que llaman “regional mexicana” o en el pop, (ahí está Shakira con “tipos como tu-uu ”...o Belinda con Heterocromía, está vacante el lugar ya que la “patrona” Jenni Rivera peló y también Paquita la del Barrio).

En el “regional mexicano” hay una extensa gama que va de “te estoy engañando con otra” a “ni que estuvieras tan buena”, sin embargo, aceptar que perdimos, que somos unos perdedores, es difícil pero necesario, para poder vivir no aferrados a la fantasía de que las cosas mejorarán, lo único que sabemos es todo lo contrario, tal que para vivir reconozco que acepto que moriré, no hoy, pero en algún momento.

Y no por ello “viviré como si fuera el último día”, “aprovecharé el tiempo”, “disfrutare lo que tengo”, basta de vacíos mensaje, no, viviré como soy: quejándome de todo, llorando cuando el sol no aparece, sufriendo por algo que me pasó y hasta por lo que no

En resumen, los 33 años me dejaron siendo una gran perdedora y no me avergüenzo, todo lo contrario, me da risa el triunfo.

Lo que la historia no cuenta

Cada 10 de agosto mi país celebra lo que se conoce como “el Primer Grito de la Independencia de 1810, que fue el inicio del proceso independentista de la Corona española; como exprofesora de historia, me atrevo a cuestionar desde una mirada desapasionada y de manera objetiva si fue el inicio del proceso libertario de la madre patria o fue una aventura sin sentido liderada por un grupo criollos adinerados que, ¿llevó al asesinato sin pena ni gloria a un grupo de notables e ingenuos quiteños?... ¿Sirvió este hecho como inspiración para otros pueblos americanos? o en realidad trajo más esclavitud, abusos y despojo de la estructura económica que se mantenía en el Virreinato? ¿Fue un acto de nobleza basado en las ideas de la Ilustración? o fue un acto de codicia enmascarado de justicia? Empecemos:

He vivido casi 30 años en Sangolquí, cabecera cantonal del Cantón Rumiñahui; en medio de este valle se ubica el cerro Ilaló que hace 12.000 años aproximadamente acogió en sus faldas a los primeros pobladores del Ecuador Y no es para menos, un valle fértil, hermosa naturaleza, protegidos por la imponente Cordillera de los Andes cuyos volcanes proveen de aguas termales y destacándose imponente el volcán activo más alto del mundo, el majestuoso Cotopaxi; aquí fije mi hogar. Su gente sencilla y trabajadora, comerciante en su mayoría, es muy orgullosa no solo de sus

atractivos naturales y turísticos sino de su historia; Sangolquí, sede del primer grito de la independencia, se repite con frecuencia, aludiendo a las reuniones que se celebraban en una hacienda del sector, donde se planificó este evento histórico Entre sus próceres quien más orgullo suscita es Juan de Salinas, quien tiene asegurada su posterioridad con un museo, además el Colegio Público más emblemático y grande de Sangolquí, lleva su nombre. Y todo por el único mérito de haber nacido en Sangolquí.

CONTEXTO HISTORICO.

Las reformas borbónicas del siglo XVIII trajeron el descontento de los criollos, más impuestos, menos poder político, más control sobre las colonias absorbiendo el control administrativo, político y económico del reino Para comienzos del siglo XIX Napoleón Bonaparte invade España, y coloca a su hermano en el poder, se comienzan a formar las llamadas Juntas Soberanas para defender a la Madre Patria, este concepto es traído a América y acogido por un grupo de criollos, que estaban presionados con nuevos impuestos y el resentimiento generado por cuanto no podían acceder al poder político, ungrupo de estos aristócratas quiso aprovecha esta coyuntura de desorden y deciden “lealmente” defender la soberanía de Fernando VII que se hallaba cautivo por los franceses.

Aunque la historia dogmatiza e idealiza este suceso, las pruebas históricas y los documentos redactados por la Junta desmienten esta posición. El poder político y económico van unidos, ¿talvez el motivo real de esta sublevación no sería el de establecer comerciar con más libertad con Inglaterra cuya influencia se comenzaba a sentir en el continente? ¿O ganar poder político?

En Quito con 60 000 habitantes aproximadamente no había una masa popular que los respalde, el pueblo ignorante en su mayoría compuesto por indios ,mulatos y negros, había sido sometido por 300 años de colonización y había aceptado su forma de vida, no tenía acceso a cultura ni libros como si lo tenían los pocos adinerados criollos que inspirados con las ideas de la ilustración y la Revolución Francesa pensaban que el pueblo los iba a apoyar como en Francia ,sin percatarse que el pueblo no sabía lo que pasaba fuera de su entorno, por otro lado

Quito estaba demasiado aislada y Cuenca y Guayaquil no permitirían que se interrumpiera el flujo de su comercio con la capital, de hecho, el propio pueblo los iba a sabotear por la sencilla razón de que necesitaban las provisiones alimenticias que venían de la costa

Amparados por apenas 160 hombres armados, conquistados por el poder de don dinero recibido a manos llenas por parte de Juan Pío Montufar, Juan Ante y algunos desubicados patriotas quiteños muchos de los cuales fueron engañados ideológicamente haciéndoles creer que el gobierno español planeaba vender la patria a los franceses; en la madru-

gada del 10 de agosto de 1809 el Capitán Juan de Salinas no tuvo ninguna dificultad en organizar a la pequeña tropa en el palacio presidencial y coronar con éxito su primera misión, DESTITUYENDO sin ninguna oposición al Conde Ruiz de Castilla, Presidente vigente , apoyando a la instalación de la llamada Junta Soberana, y nombrando como presidente a Juan Pío Montúfar y Vicepresidente al Obispo Cuero y Caicedo, quien no asistió a este evento, ni aceptó tal encargo; esta aventura fracasó en poco tiempo, siendo apresados los nobles quiteños, algunos demasiado cultos para entender las traiciones, negociados y engaños de los que fueron objeto. El capitán Salinas pensó salvarse, pero fue traicionado por los realistas que jamás cumplieron su palabra, una negra historia de traiciones mutuas, de víctimas y villanos que mejor merece sepultarse.

El 2 de agosto de 1810, son ejecutados e no solo ellos, sino entre 200 a 300 quiteños que intentaron liberarlos.

CONCLUSIONES: ¿Qué consecuencias trajo este suceso a Quito?

Una vez recuperado el poder, el rey Fernando VII endureció el control sobre las ciudades, después de la matanza del 2 de agosto, se incautaron bienes de los criollos dejándolos sin sus fortunas, se confiscó tierras rurales a los indígenas, la ciudad se vio sumida en el terror y miedo por las represalias. Tendría que pasar más de una década para nuestra supuesta independencia en mayo del 2022, que no fue más que un cambio de dueño.

Al independizarnos la estructura económica que primaba en la Real Audiencia, entre ellos los obrajes fue desmantelada porque comenzamos a importar paños ingleses, los astilleros de Guayaquil fueron cerrados para no competir con los poderosos astilleros ingleses dueños hasta hoy en día de la más poderosa fuerza naval. Los indígenas son despojados de sus tierras, nos endeudamos con Inglaterra, perdimos más de la mitad de nuestro territorio y creamos una nueva clase dominante conformada por militares y mercenarios, cuya influencia perdura hasta la fecha. Todo esto bajo una apariencia de República

Resulta paradójico que en pleno siglo XXI, veamos a España como sitio de destino de migrantes, la ola migratoria del 2000 también tuvo como destino la madre Patria, y uno no para de preguntarse: ¿No hubiéramos estado mejor sin independencia?

Las historias a veces son manipuladas, la historia verdadera no la cuentan quienes pierden o son víctimas; son historias escondidas.

Lo que si queda claro es que quien no aprende de la historia está destinado a repetirla, hemos celebrado un nuevo feriado para celebrar nuestra libertad Y nos queda por preguntarnos: ¿Somos acaso libres?

Actuar para vivir: el escenario de la Tierra

La mañana de un miércoles mientras esperábamos con incertidumbre en el salón para conocer a quién sería el invitado en la clase de Ecología Mediática, se abrió la puerta y entró la comunicóloga Liliana Moreno Reynoso; de inmediato su personalidad nos impacto y quedamos en silencio. La mayoría ni idea teníamos del gran personaje que estaba ahí frente a nosotros, pero lo percibimos

Nos saludo y tras el encuentro, inmediatamente nos llevó hacia la pasión, la resiliencia y el poder transformador del arte en su diario vivir como actriz y productora; ella es originaria de Ensenada, Baja California, y nos compartió parte de su trayectoria y sin darse cuenta, nos dio una lección de vida.

Liliana comenzó con voz fuerte: “¿De qué vas a vivir, si haces arte como hobby?”. Lo dijo con una sonrisa nostálgica, pero con la fuerza de quien ha escuchado esa frase durante años de parte de los seres queridos quienes debieron apoyarla siempre. Ella nos contó que empezó a actuar a los 10 años, escondiéndose de sus padres para asistir a ensayos de teatro en la Casa de la Cultura. Hoy en día a sus 50 años, puede decir que ha trabajado en radio, televisión, cine y doblaje, y que su filmografía se puede encontrar con Google Nos dijo también cómo el teatro fue su primer refugio, pero a la vez su mayor escuela. Con esfuerzo, disciplina y muchas caídas, logró abrirse paso. En 2005 obtuvo un papel

protagónico en cine junto al actor Fernando Ciangherotti, una experiencia que marcó su carrera y le reveló lo distinto que es actuar para teatro, que para cine.

“Hay que reformular la técnica”, nos dijo. Y eso aplica también para cada etapa de la vida.

La clave, según ella, está en combinar el arte con la comunicación “El arte sana”, repitió varias veces Actuar, para Liliana, no es solo interpretar, es en muchas ocasiones “improvisar”; es conocer tu cuerpo, tus emociones, vaciarse y llenarse otra vez, es química emocional, es conectar, es curarse y también sanar a otros.

Nos habló acerca del poder de las palabras. Nos confesó que durante años se dijo así misma que era tonta, que no podía, que de eso no se vivía. “No lo hagan”, advirtió. “La palabra tiene poder” Fue hasta que dejó de auto sabotearse que empezó a florecer

Nos explico que para interpretar un personaje, se empieza desde cómo se llama, luego con la sinopsis, arrancas el personaje y te lo pones después analizas el texto, la información para ponernos el personaje, luego analizas el texto, buscas información, ¿cómo se ve por si mismo y como lo ven los demás y como te ven, para armar también escenarios y las partes psicológicas del personaje.

Yo prefiero cine y usar el método Stanislavski, cambiarte el nombre y te metes en el personaje.

Mientras la actriz hablaba me golpeaba el recuerdo de las clases del tercer semestre de la maestra Daniela Rentería Díaz, quien hace del aula un escenario de aprendizaje activo, estimulante y me llevó a recordar a Erving Goffman sociólogo canadiense (19221982)

Fue inevitable recordar y comparar las experiencias de Liliana con los conceptos del científico y acerca de las “actuaciones” de la interacción social, la identidad y la presentación del yo en la vida cotidiana Esa idea de que en la vida común, somos como actores en un escenario social, representando roles según el contexto y la audiencia Lo que la actriz nos mostró fue, en esencia, una exploración práctica de esa teoría: el manejo del espacio, la intención en la mirada, la coherencia entre lo que decimos y cómo lo decimos cuando la actriz hace entender de la importancia de la presencia escénica: no basta con memorizar un guion, hay que habitar el personaje con el cuerpo, la voz y la mirada. En términos de Goffman, esto se relaciona con el concepto de frente escénico (“front stage”),

donde todo elemento vestimenta, postura, entonación, contriuye a proyectar una identidad ante el público.

Así como un actor cuida cada detalle de su personaje, en la vida cotidiana moldeamos nuestra imagen para ajustarla a las expectativas de la situación, un doctor es un personaje de respeto frente a los pacientes; pero es otro en un fin de semana con sus familiares y amigos

Otro de sus puntos centrales fue la coherencia entre el mensaje verbal y el no verbal, para transmitir emociones corporales, para Goffman esto forma parte de la expresión intencional y no intencional: aquello que controlamos deliberadamente y lo que se filtra sin querer, pero que el público igualmente interpreta En ambos mundos, el teatral y el social; un gesto mal colocado o un tono inadecuado puede “romper” la escena, incomodarte y el que te descubran que no eres lo que tratas de aparentar o manipular. Aquí viene lo impresionante La actriz da a entender que actuar no es “fingir” sino vivir de manera auténtica el rol Goffman, aunque reconoce que toda interacción es una

representación, también señala que no siempre hay falsedad en el acto: podemos “interiorizar tanto un papel que este se convierta en una extensión de nuestro yo”. Esto conecta con la idea de que el rol no es una máscara impuesta, sino una parte legítima de nuestra identidad.

Lo interesante del enfoque de Goffman es que la actuación no es necesariamente una farsa La vida social nos exige cumplir con diferentes roles según el contexto, y esta capacidad de adaptación refleja nuestra habilidad para manejar las relaciones humanas. Un ejemplo relevante hoy en día, es cómo nos comportamos de manera distinta en redes sociales, según el tipo de plataforma. En LinkedIn, por ejemplo, la “actuación” es formal, dirigida a un público profesional; mientras que, en otras redes, como Instagram, la actuación puede ser más casual o enfocada en lo personal.

Memorias de Sangolquí

Antecedentes:

Los inicios de Sangolquí se remontan al siglo XV, cuando el pueblo Quitu-Cara migró al valle atraído por la riqueza del suelo y el clima Para 1460, la división geográfica comprendía Anan Chillo –Conocoto- y Urin Chillo –Sangolquí-. En 1580, el cacique Juan Sangolqui defendió las tierras frente a otros grupos indígenas. Debido a su valentía, el poblado central Urin Chillo pasó a llamarse San Juan Baustista de Sangolquí, un nombre las raíces española e indígena en honor al Juan El Bautista y al cacique Sangolquí.

La zona se dedicó a la producción del maíz –grano amarillo-. A partir de la expulsión de los Jesuitas en el siglo XVIII, muchas haciendas pasan a manos de familias adineradas.

Actualidad:

Ubicado en el Valle de los Chillos, Sangolquí, se encuentra a una altitud promedio de 2500 m s m, con un clima subtropical de tierra alta. En la actualidad, el cantón se divide en parroquias urbanas, como: Sangolqui, San Pedro de Taboada y San Rafael, y en las parroquias rurales, que incluyen: Cotogchoa y Rumipamba.

Además, es un destino turístico, con sitios arqueológicos e históricos De hecho, posee 18 cascadas a lo largo del río Pita, entre las que

destacan: La Chorrera, Vilatuña, Condor Machay, Rumibosque y Padre Urco

El cantón es icono deportivo del país, en la práctica de futbol con los clubes Independiente del Valle y Clan Juvenil. También es reconocido por su muestra gastronómica al ser considerado “La capital del hornado”. En cuanto a su desarrollo cultural se destacan iniciativas privadad como el Circulo Literario Simiente y públicas: Museo de Sangolquí y el Mausoleo de Juan de Salinas, y otras propuestas.

Primer Grito de la Independencia:

Poco se conoce de los indígenas protagonistas en el Primer Grito de la Independencia de 1809. De hecho, el propósito de la gesta no era lograr una independencia total de España, sino establecer una Junta de gobierno autónoma que gobernaría en nombre del rey Fernando VII.

Los líderes criollos anhelaban mayor poder político y económico, mas no la ruptura con la corona española. En ese mismo contexto; Juan de Salinas, militar y político tuvo un papel importante en los acontecimientos previos al 10 de agosto de 1809 No era indígena, sino un criollo de familia influyente. Así pues, su participación consistió en ser nombrado coronel y comandante del regimiento de las Milicias Reales de Quito y fue firmante en el acta de instalación de la Junta Soberana.

Ahora bien, es importante aclarar que, posterior a 1809, en Sangolquí se formó el batallón “Vengadores de Sangolquí “ . Este grupo se sumó a la causa libertaria que culminaría en 1822 en el proceso independentista de la región (Archivo Histórico del Banco Central del Ecuador o el Archivo Metropolitano de Historia, 2025).

La gesta libertaria:

La gesta libertaria se llevó a cabo en la propiedad de Manuela Cañizares en Quito el 10 de agosto de 1809. Aunque Juan Pio Montúfar no era oriundo de Sangolquí, él fue el presidente de la Junta Soberana de Gobierno de 1809. Aun así, su propiedad. la hacienda Chillo Compañía, fue el lugar donde se realizaron las reuniones de conspiración previas a la reunión

A las ciudadanas y ciudadanos de Sangolquí:

Importante es recordar, y que la memoria siga viva y presente, que el 10 de agosto de 1809, fue el punto de partida hacia la libertad y la autodeterminación de nuestra nación.

Este valiente acto, si bien fue obra del pueblo, es preciso aclarar que la historia nos enseña que la participación en ese momento de nuestros habitantes del cantón sumo a la causa libertaría

Honremos el pasado de nuestra tierra, el legado de los héroes anónimos y el espíritu de nuestros niños, jóvenes y adultos mayores. Somos un cantón de gran belleza natural; por tanto, fortalezcamos, junto a nuestras autoridades el turismo cultural.

Somos sangolquileños, unos oriundos de esta tierra y otros por amor al lugar donde vivimos No olvidemos de dónde venimos y luchemos por el legado que tenemos que dejar a nuestras futuras generaciones.

Bibliografía

Archivo Histórico del Banco Central del Ecuador o el Archivo Metropolitano de Historia (4 de agosto de 2025) Actas

MUNICIPIO DE RUMIÑAHUI (s f ) RUMIÑAHUI Recuperado el 16 de 08 de 2026, de https://www ruminahui gob ec/ruminahui/

Lecturas de Horacio Quiroga

Vi el Paraná anegado en 1975, con el tío Carlos Coqueugniot en Santa Fe. Ahora lo vuelvo a ver, magnífico, aguas desbocadas con misteriosos peces revoloteando en su interior Lunes por la noche, cuando la luna es nueva incluso mermada, mientras leyendo a Schwob en la terraza del piso ocho rememoro el aroma y la vista se hace diáfana en tu naturaleza soberbia. Dos lámparas rojas provocan una luz cruzada, en intento cubista de transformarte. Hablas en lenguas, eres sujeto bíblico de la estirpe de Caín, de la manzana carmesí que muerde la sierpe y se envenena con las vilezas del hombre Trastoque de simbolismos milenarios, desafío del paradigma, prohibido ingreso a la luminosidad del mundo de sombras. Eres la increíble paradoja, quien vive cinco días y dos muere, áspid que se pica a sí misma vacunándose contra la muerte total.

Flotas, camalotes de estío, colectivo de desechos vegetales que arrastra el río, que lleva consigo enroscadas yayaracusúes, algo como que no fue el verbo el que corría sobre las aguas sino el pecado, transportando la solidez de los muslos y la magia que enloquece a los hombres, la floresta desnuda, la nunca platónica caverna de las ilusiones, la ira y el desdén, el fuego que destruye, la ceniza que humea, la escarcha que apacigua. Islas de víboras de ojos diamantinos buscando un destino que será cualquier orilla, un muelle que incluso despejado en principio será de brumas, haciendo en este juego de palabras un homenaje a Pierre Mac Orlan Como contraste la lluvia, el hombre que observa bajo su modesto refugio y escribe, el niño que se pesa al fin de ser huérfano, solitario en medio de un delirio de vida.

Ruidos de la noche, un ladrillo que cae al azar de la construcción contigua. Sin croar de cuervos, sin zorros atentos a cómo cambia de faz la luna.

Aquella me dice que descienden jabalíes de las laderas a abrevar en donde un cormorán de alas crucificadas toma sol y se eterniza en el instante; en donde el amor fue sueño y se desvaneció. La nave gira por geografías extensas. Del bosque nórdico a la selva ruidosa. El turbión del Paraná baja desde Ciudad del Este hacia el sur, a las llanuras de la pampa húmeda, hacia el año 1975 de acompañante del tío en un Torino blanco de lujo Allí me regaló un carísimo Longines que tenía en la bóveda asegurada, el mismo que perdí en pelea de perros a inicios de la calle Baptista ¡tanto tiempo desencajado!

Tu vientre se recuesta sobre almohadas azules y se perfila pálido con el fondo oscuro de las sábanas. El sol de las nueve asoma de costado, suena el río como si lo hubiesen hecho enojar, llena el aire de olor húmedo, de antiguos lodos e inmemoriales pasos anfibios Llega un momento en que no sé si eres tú quien se agita o el Paraná inundó hasta el dormitorio. El año setenta y cinco, del diluvio, semejaba un mar sin orilla opuesta. Lo mismo ahora, mar, mar, sin haber probado sus sales, solo percibido el misterio de tus corvas que extrañamente se mueven.

En una pequeña biblioteca de Arlington, Virginia, leí las notas de Svetlana Stalin sobre su padre Escribí unas líneas al respecto Buen libro También detalles de la guerrilla tupamara, asunto que ahondé luego de comprar en Hispania Books, distrito de Adams Morgan de la capital norteamericana, las actas que enumeraban las trágicas e infantiles acciones de este grupo armado Pero, sobre todo, en esa pequeña biblioteca de Arlington, Virginia, a la que llegaba manejando una bicicleta prestada que tenía solo un pedal, leí a Horacio Quiroga. Se apaciguan las aguas, aflora la mansedumbre del placer y su pizca de hastío. Poco queda luego de ese destello; a veces el vacío, el tomar un bus de retorno llevándose de vuelta a casa ni siquiera el recuerdo sino la certeza de que, si no hay asidero de dónde agarrarse, no hay nada, que las horas pasan y traen los años. Cierto que el Paraná estalla turbulento pero la mayor parte del tiempo es colchón apacible de colores turbios y de precarios sonidos que producen los peces saliendo a respirar Entonces qué, pregunto, viendo tu figura en arco Si fuese pintor podría convertirla en eterna; mereces un Tiziano O, serás como casi todo en vida, espejismo No hubiera sido un mirage el cormorán de entonces en medio de una roca del arroyo helado. No, eso hubiera sido lo más cercano a la eternidad, sin ánimos religiosos, la felicidad vegetal, la libertad bien entendida, el amor sensual y una paz con textura de helado de vainilla

Colina arriba era casi imposible ir con la bicicleta de pedal único. La arrastraba, en la espalda mi mochila cargada de libros, hasta que en una hora de periplo similar llegaba a mi departamento de North Monroe Street y me ponía a calentar latas de corned beef. Modesta silla y mesa modesta De la ventana se ve la calle Monroe que lleva directo a la estación del metropolitano en Virginia Square. La nieve arrecia, las rojas ardillas apenas corren por los tapiales, se guarecen de la helada. Allí abro las páginas del trópico, la sensación del calor. El hielo toca los vidrios y hace taptap

Arreglo la cama, la tiendo, intento percibir los rastros del aroma, cierro los ojos como el perfumero asesino de Patrick Süskind. Me elude la epifanía y apenas me dedico a disipar el polvo que entró por la malla milimétrica. Vuelvo a lo fugaz, el fuego de artificio del sexo, el largo y cansino después, el acostarse con humos que se evaporan y quedarse sin nada, minuto a minuto, mes tras mes, un incansable té bebido en taza rota en el mesón del sombrerero loco. Mejor dar reversa y retornar a la realidad, salir del agujero que nos prometía mundos de maravilla, encontrar que las briznas que calienta el sol y donde te acuestas valen su peso.

Beber a sorbos, como leer a Lytton Strachey observando a Dora Carrington (en mente aquel precioso film inglés: Carrington, Christopher Hampton, 1995). Tú, yo, el cormorán, viendo de la mano ambos el descenso del poderoso río camino del sur. En un bote avasallado va un hombrecito de blanca camisa Busca las hojas, los musgos, los helechos

Donde aprendí a escribir con el alma

Hoy quiero escribir desde el corazón. Creo que no sé hacerlo de otra manera. Me siento profundamente emocionada Siempre he dicho que lo que soy, se lo debo a la Abuela Y la que soy en las letras, se lo debo en gran parte al Ateneo Aquí encontré un lugar donde pude crecer, aprender, equivocarme y volver a empezar. Un espacio que me ha acompañado en momentos cruciales, y que me enseñó que las palabras también pueden ser refugio, puente y raíz.

Quiero dar las gracias, especialmente, al maestro Ramiro. Gracias por tu entrega constante, por tu mirada generosa y por esa inmensa capacidad de priorizar las letras por encima de todo Eso no es común, y por eso lo valoro tanto. Esa forma de sostener el espacio con paciencia, con amor por la palabra y con respeto por quienes la habitan, es algo que deja huella. Y eso, sinceramente, es de Grandes.

También está mi maestro Adán. Tú también has sido alguien importante en este camino. Me reconozco como un reflejo de lo que han sembrado Gracias por estar, por guiar, por creer

El Ateneo ha sido un grupo increíble: fuerte, generoso, presente. Esa fuerza silenciosa que no presume, pero acompaña, se va filtrando en cada poro de la piel. Han sido, para mí, una “Lección Viva de Amor” así, con mayúscula. De respeto auténtico, de unidad verdadera, incluso en la diversidad de ideas, voces y trayectorias

En estos días he recordado cuánto aprendí a su lado Han sido una fuente constante de inspiración, no solo por lo que escriben, sino por cómo caminan juntos. Han sabido dar lugar a cada persona, tanto a quienes llevan años, como a quienes se han sumado después. Ese gesto de apertura, de hospitalidad literaria, también es parte de lo que me enseñaron.

Sé que alguno de ustedes leerá esto y sonreirá, pensando: “Ay, qué cursi es esta mujer, no tiene remedio…” Y tienen razón. No tengo remedio. Pero es que, ¿cómo no agradecer desde el corazón, cuando se ha recibido tanto?

Gracias por dejarme ser y estar. Gracias por recordarme, una y otra vez, que el amor verdadero no necesita adornos, y que cuando se cultiva con honestidad, lo vuelve todo más bello y más luminoso Algo que no tiene precio Fueron momentos de verdad pura, una experiencia que me recordó por qué escribimos, por qué seguimos, por qué estamos aquí.

El Ateneo cumple veinte años. Veinte años de palabras sembradas y caminos compartidos. No celebramos solo un aniversario, celebramos una historia viva, escrita con afecto y memoria. Y yo celebro haber sido parte de ella

Mi gratitud profunda

Sin duda la soledad

Prólogo de Tengo una soledad (2015) del Ateneo Literario José Arrese

La soledad es, no sólo en la obra de los escritores románticos de finales del siglo dieciocho y la primera mitad del siglo diecinueve, una constante en la literatura de todos los tiempos Vaciedad exterior que repercute en el interior, padecimiento donde el artista se difumina, se asfixia y se reproduce como sombra en paredes y en territorios devastados. No es el único tema de esta obra literaria, pero sí un factor recurrente en varios poemas, cuentos y piezas dramáticas de algunos de los autores aquí incluidos.

El libro abre con un epígrafe del magnífico poema “Rostro de vos” de Mario Benedetti; inclusive, el título de esta obra es un innegable tributo a este prolífico escritor uruguayo en cuyos poemas predomina la emotividad.

En varios textos poéticos es posible hallar esa inmersión voluntaria en las arenas de la soledad; también en algunas de las piezas narrativas y dramáticas se observa esa carencia hoyos tremendos que se abren para que entre la luz en algunos de los personajes

Dice Alicia Leonor en el poema “Amante en turno”:

El invierno hiela mis huesos, me hiela completa.

La soledad es analogía de la frialdad que trae consigo el invierno, paralelismo indisoluble que se cuela en el cuerpo como simbolismo de la ausencia; una soledad no buscada ni deseada ni preconcebida, una soledad que penetra la carne rompiendo palabras con la fuerza del hielo para alojarse en los resquicios de los huesos.

Míriam I. Arellano dice en el poema “Tengo una soledad”:

Mi soledad es punto y aparte, el final de un capítulo inconcluso

Aquí la soledad es un portazo hacia la vivencia que fue, pero que ya no es; la voluntad humana que termina con el acoso de esas siete letras que nos persiguen en múltiples ocasiones con sus aguijones terribles El poema puede ser catarsis que le cede entrada al olvido, pauta para la reconciliación con la persona

Dice Miguel Guerra en su poema “Muerte”:

La muerte juega con chulerías enterrando la daga del día,

La muerte es soledad de otros, desolación que permanece por la fragmentación inesperada de quienes se van a un espacio intangible. Consecuencia natural, la soledad se apodera de quien queda disperso en la superficie de la tierra, dispuesto a decir adiós; por lo general una despedida que no se acepta dada la aversión, también natural, a los garfios helados que se aferran al cuello.

Conchita Hinojosa dice en su poema “Somos dos”:

Tenemos visita:

la soledad nos abraza una vez más

La soledad no siempre trae el simbolismo negativo que reduce a la persona a la cualidad de punto en el espacio. También puede ser benéfica; aquí la autora habla de una soledad de dos, dos elementos que se funden en uno y que disfrutan ese apartamiento en contubernio Es evidente que hay complemento entre ambas partes, pero esa unidad consecuente celebra la invasión de la soledad que los beneficia porque los aparta del resto del universo.

En su poema en prosa “Angustia”, Ruth Martínez Meraz dice: Vejez precoz, virilidad a cuentagotas entre tus piernas, sequedad en tus labios

Le temp passe,j’ai peur / Máximo Sáenz

En este caso, el lenguaje puede también ser utilizado como una especie de presentimiento frente a la soledad que llega sin habérsele invitado; la sequedad, la vejez, la disfunción son términos que aluden a ese espacio vacío que se abre en nuestro cuerpo en momentos de ruptura, de separación, de olvido.

En su poema fragmentado “Los muertos”, Félix Martínez Torres dice:

En las noches brillan como luciérnagas y, como el Cid Campeador, infunden ánimo más allá de su muerte.

La muerte no es, por necesidad, sinónimo de soledad. Aunque las personas amadas no sean ya de este mundo, su ausencia es como en este caso un estímulo para continuar por los caminos de la vida. El recuerdo, la presencia absoluta que queda como secuela de la ausencia, es una oportunidad para salir adelante.

En la pieza dramática “Vidas perfectas”, Ana María Ayala, a través del personaje de Eloísa, dice”

Como me dijo ayer tu marido (grita), no eres más que una estúpida muñeca de cartón, sosa, aburrida e inútil.

La soledad es una constante a lo largo de esta obra. Con la apariencia de vidas perfectas, cada una de las protagonistas tiene esos resquicios innegables que traen como consecuencia los embates de la soledad: la traición que desemboca en soledad, soledad de hombre, de amor, de completitud, de habilidades, de comunicación…

En “El amor en el más allá”, Nezelia Hernández dice, a través del personaje de Alicia: Tía, la bomba que explotará muy pronto está en mi corazón Me duele tanto que ya no puedo soportar más…

Ese dolor interior, ese temor al estallido metafórico que encierra la partida del ser amado, no es otra cosa más que la presencia de la soledad La jovencita que sufre el melodrama del incomprensible abandono del novio, la peor experiencia que se ha vivido en los caminos de su corta vida.

En su cuento “Voz que pinta”, Catalina Jiménez Castillo dice:

Me vi hechizada, bajo el influjo de la pócima que bebí de sus labios Me recordé muerta, con el corazón pulverizado

La retrospección puede ser también un recurso para hablar de la pulverización que se padeció en tiempos pasados, el estropicio de la muerte temporal. La vaciedad es, en muchos casos, una oportunidad para narrar las historias sobre cómo el ser humano puede recuperarse de esa terrible enfermedad que puede ser la soledad.

En su cuento “Esperándote”, Matilde Ortiz Domínguez dice:

Tu ausencia, como llovizna ligera, me cala en los huesos aún, como agujas furiosas.

La soledad puede ser un padecimiento doloroso como la inserción de esas “agujas furiosas” de las que habla el personaje de esta historia. El uso de elementos como la lluvia, los huesos, las agujas, entre otros, contribuyen a colmar el relato con ese velo espeso que trae consigo la soledad

Entre otros textos de temas diversos, la soledad es una constante que aparece en la voz de todos los autores con la excepción de José Arrese en casi todos los textos que conforman esta propuesta literaria contemporánea de escritores radicados en el noreste tamaulipeco.

Ateneo Literario José Arrese,

Oasis del norteño

Cristine Airam

Cuando la mayoría de nosotros sueña con ser escritor enfrenta un gran dilema, el convencer a nuestros padres de nuestra vocación, si la aceptan la siguiente misión es buscar una escuela ¿A dónde vamos quienes no corremos con esa suerte? Estoy segura la mayoría de los lectores de esta revista, así como su servidora tiene su propia odisea por la literatura, todo aquel que se percibe escritor es un Dante, el lugar donde crece sus círculos.

Rompiendo el mito

La cultura nos ha inundado la mente con la imagen del escritor solitario incomprendido, aquel extraño lejos de la sociedad como personaje kafkiano. Esta idea se impregna en ti, te vez intelectual, superdotado como Sor Juana, fuera de si como Shakespeare, sigues inundándote de literatura ahora quieres formarte en el grupo de Lorca; Lees más te nacionalizas. Ahora eres un joven protestante con ideas de como salvar a México, estas compartiendo celda con Revueltas. Lees un poco más ahora estas tan metido en la sociedad, observando siendo un salvaje detective Pero despiertas y no estas en los sesentas ni en los setentas; no vives en la capital. Eres del norte, un hibrido semi pocho, que creció en la frontera; y ya no te puedes identificar más, aunque leas y releas ya no queda nada, ahora

escribes por necesidad por que es lo que te dicta tu cuerpo y ya no un pensamiento o una idealización y observas como la sociedad tacha a los norteños de alebrestados e ignorantes. Pero creciste en un lugar que es tres veces heroico, por que nunca se rindió. Tú hogar es un nido criminal y te quedas con la poesía en tus manos, se quedan tus cuentos en un umbral.

El ateneo José Arrese nace de la necesidad de un grupo de personas escritores contracorrientes por existir y respirar. Por ver la literatura como una necesidad para vivir en una ciudad que no te deja existir, en el que llegar vivo a casa es un privilegio Llega el año 2005 un grupo de profesionistas, necesitados de literatura de la mano del Profesor Ramiro Rodríguez funda el ateneo rompiendo así con el primer estigma del escritor: mostrando que en el norte para crear y poder sobresalir se debe escribir en comunidad

La escritura es percibida como un acto solitario en ocasiones intimo, pero es necesario re trabajarla en conjunto.

Oficio de egos

Organizador un puñado de egos es difícil; más si estos se encuentran o se llaman escritores. Por veinte años personajes van vienen, algunos regresan otros desaparecen. Construir armonía en seres soñadores que desean y anhelan las letras, es la odisea de quienes

presiden. Para quienes observan de afuera, sin formar parte, y nos encuentran un grupo social: error. Quienes observamos de adentro vivimos una experiencia extraña pero satisfactoria que seguramente algún día les contaremos a nuestra descendencia, para los que quedan a los costados es necesario reiterar que sigan esperando

La alineación de hoy, esta conformada por distintas personalidades todas fuertes extrañas, rebeldes de distintas generaciones, pero si algo nos distingue es que todos en la mayoría rompemos algún arquetipo.

A pesar de vivir en México y la fama del escritor todos mis compañeros varones son padres de familia presentes, algunos con ideales feministas sin miedo a mostrar sus pensamientos, las mujeres profesionistas pueden encontrarse desde Doctoras, Maestras, Comunicólogas, algunas con puestos de gran responsabilidad que balancean con el noble oficio de escribir añadiendo como doble merito dado las dificultades de la época en que las que algunas ejercieron sus estudios.

Ideologías, creencias, sexualidades, visiones y misiones diferentes llamándose compañeros. No siempre hay armonía, pero al momento de escribir nuestros resultados son melodías perpetuas Todos reunidos por el mismo amor, por encontrarnos escribas de la era moderna, desde una frontera en la esquina nacional

Buscando reclamar aquello que por décadas nos fue negado, no ganamos nada, no hay vicio del beneficio al pertenecer, más que el goce que solo aquellos valientes o locos desean por la necesidad de escribir y ser leído.

Anhelos conquistados

Conseguir formar una comunidad literaria por más de veinte años debe estar en una de las conquistas más grandes como escritores La formación necesita ser continúa la lectura un constante, pero sobre cualquier cosa el conocimiento y nuestras letras deben ser compartidas, criticadas, debatidas y si nos sonríe la fortuna celebradas.

Tal vez yo con mis escasos treinta años, no pueda llegar a ver la máxima del Ateneo, pero seguiré trabajando y acompañando por que ese día llegue. Creo que de manera tácita y colectiva estos son nuestros principales mandamientos: el primero escribir siempre, el segundo la unidad y un tercero el soñar.

Valorar el trabajo de quienes han sembrado esta semilla y seguir germinando es una misión, pero una invitación también para que se replique que se pierda el temor a ser señalado de egoísmo por no seguir las normas Descentralizar las letras nos hará crecer y en las vísperas de los tiempos llenos de conservadurismo es necesario que la rebeldía forme nuevos grupos que rompan estigmas y mitos, puesto que las letras son una necesidad humana para subsistir.

Quisiera terminar citando al Maestro José Arrese en su poema “La esencia y la forma” en sus primeros párrafos: “Unánimes proclaman hoy las ciencias que en este mundo todo se transforma, que la materia, al disolverse, forma seres nuevos y nuevas existencias. Aunque rechacen tímidas conciencias de esta triste teoría la reforma, a mis creencias servirá de norma y el fondo formará de mis creencias”

Tengo una soledad

Me parece muy apropiado que se incluyan textos de José Arrese en las antologías del Ateneo Literario que lleva su nombre. Solo tenía la experiencia de “Espejos de polvo” del 2024 y no estaba seguro. En “Tengo una soledad”, antología de poesía, narrativa y dramaturgia del 2015, encuentro más poemas del maestro Este año 2025, me enteré de que sus restos descansan en una tumba en estado lamentable de desarreglo, en uno de los panteones municipales de Matamoros Considerando que llevamos la obra del maestro en nuestras publicaciones, leemos y declamamos sus textos, además de la profesa admiración en el simple hecho de llevar su nombre, quizá, también sería apropiado que los miembros del Ateneo intentáramos remozar un poco su abandonada tumba.

Sigo leyendo esta obra y encuentro la poesía honesta y transparente de Alicia Leonor. Poesía seductora, que te acaricia en cada verso, que te seduce, casi lamiendo el borde de tu oreja, para al final recordarte que todo lo imaginaste tú Paso luego a la poesía de Miriam I Arellano, quien en las palabras de una adolescente que al parecer se tragó lo que quería decir, nos lanza todo eso que se le había quedado en la garganta. Y es tal la fuerza de su poesía que, leyendo versos hermosos y bien construidos, de autores como Ana María Ayala, Miguel Guerra, Nezelia Hernández, entre otros, me encuentro regresando y releyendo lo que Miriam escribió Llego a la parte final de esta sección y leo los poemas de Conchita Hinojosa, Catalina Jiménez Castillo, Ruth Martínez Meraz, Félix Martínez Torres y Ramiro Rodríguez. Todos los textos que cierran esta primera parte son de una hechura excelente, pero destaco algunos de ellos “Silencio” de Conchita Hinojosa, me recuerda “Memorial de Tlatelolco”, de Rosario Castellanos; mientras Conchita escribe:

“El tiempo se detiene, las madres claman justicia Solo el silencio”

Esto me hace eco de los siguientes versos de Rosario:

“Y en la televisión, en el radio, en el cine, no hubo ningún cambio de programa, ningún anuncio intercalado ni un minuto de silencio en el banquete (Pues prosiguió el banquete) ”

“Uno” de Ruth Martínez Meraz me evoca el ideal romántico del alma gemela, en la que creía mucho en mis años mozos, y aunque ahora a mis actuales cincuenta y dos no tanto, siempre es disfrutable un buen poema sobre este tema:

“En un solo ser nos tornábamos, no una mitad que ahora existe, no una mitad que ahora falta ”

“Amigo payaso” de Félix Martínez Torres, toca en algunos de sus versos lo absurdo de la existencia humana, tan presente, por ejemplo, en El extranjero de Albert Camus:

“Amigo payaso, préstame tu máscara para que el mundo vea que es una comedia nuestra adversidad ”

En “Devaneos” de Ramiro Rodríguez, es notable para mí, como un poema tan breve y directo, “Marea Baja” parte del poemario “Iras y no volverás” de José Emilio Pacheco de 1973, puede inspirar un poema de mediana extensión. Pacheco, en su texto dedicado a la memoria del entonces recién fallecido José Carlos Becerra, nos habla del pasado y de los recuerdos que tanto atesoramos en la memoria, hasta convertirlos en vestigios opacos, fantasmales. El poema de Ramiro, continua esta conversación y la extiende, hablándonos de cómo al reflejarnos en otros, nos convertimos de igual manera en sus fantasmas, incluso antes de llegar a la muerte propia. Puedo equivocarme en las lecturas que hago de los poemas anteriores, pero, parafraseando al propio Pacheco, el poeta debe asumir que: “Cuanto ‘quiso decir’ está en la página. Cuanto ‘dijo sin querer’ lo revelarán sus lectoras y sus lectores” 1 . Llego a la parte central, de narrativa. Inicia esta sección con “Canelo”, relato breve de Alicia Leonor, en el que la pesadilla se vuelve realidad. Luego “Acuerdo astral”, un relato geocéntrico de Miriam I. Arellano, muy entretenido y original, que abarca desde el origen cósmico de la vida en la tierra, el génesis según Miriam, un disturbio doméstico de nivel interplanetario y el eventual establecimiento de los términos y condiciones para que cada objeto celestial permanezca en paz en su propia órbita. Ana María Ayala aporta “Remedios”, un relato ocurrente, rural, en el que el personaje titular le cuenta a la narradora, las peripecias vividas junto a su infiel y golpeador marido En “El deseo de Eusebio”, Conchita Hinojosa nos narra la solidaridad infantil hacia un compañerito en desgracia El relato “En el parque” de Matilde Ortiz Domínguez, me parece muy divertido y cinemático, en la vena de los filmes de la época de oro del cine mexicano; sin mucho esfuerzo, puedo ver a German Valdez “Tin Tan” en el rol del borrachito y a su “carnal” Marcelo Chávez, en el del vampiro

1 Página web, Circulo de Poesia, 2023: https://circulodepoesia com/2023/01/alta-traicion-palabra-en-eltiempo/

Lo leído hasta este punto me hace pensar que el Ateneo Literario José Arrese, ha sido durante dos décadas un punto de atracción, tal como Sol que atrae a los planetas en el cuento de Miriam, pero en este caso de apasionados escritores. Por el Ateneo han pasado, y muy seguro seguirá siendo así, escritores locales que se han vuelto muy destacados ganadores de premios y reconocimientos literarios.

La tercera y última parte de “Tengo una soledad” consta de cuatro breves obras de teatro, pero carezco de las herramientas para evaluarlas, más todavía que, en los otros casos; por lo tanto, las omito Quizá, si en un futuro próximo tenga ocasión de aprender algo de dramaturgia, regrese a esta antología para hacer una segunda parte de este texto

La inquietud amorosa:

un acercamiento a la lírica de Alfonsina Storni

Cierro los ojos y alcanzo a percibir mil sonidos que se mezclan en el tiempo Va corriendo el siglo XXI, justamente por terminar el año 2011 y me doy cuenta que el mundo evoluciona. Y tanto cambia que hasta en el ámbito literario se refleja

Me centraré en el campo de la poesía, principalmente en la de corte femenino. Y no porque quiera menospreciar el desarrollo poético del sexo opuesto, ni porque piense que no tienen valor alguno. Creo que la poesía escrita por mujeres tiende mucho a expresar carencias en el amor Reconozco la trayectoria literaria de grandes personajes que a través del tiempo establecieron parámetros en este rubro, así como la de aquéllos que fueron precursores en cada época literaria Los varones han llenado páginas enteras de poesía a lo largo de la historia literaria; sin embargo, grandes plumas femeninas nos han cautivado y también han dejado en sus versos una inagotable riqueza. Leyendo la poesía de todos los tiempos me doy cuenta que se ha hablado del amor fraterno, del efímero, del suicida, el que te atormenta, el que te subyuga, el que te domina. Este último es el que inspiró a mujeres extraordinarias a dibujar en sus poesías esa liberación de pensamientos y actos que con el tiempo llegó.

Una de ellas atrae mi atención, la poesía de Alfonsina Storni. Creada en las

primeras décadas del siglo XX. El estilo que maneja en sus composiciones nos refiere a una mujer valiente, aguerrida. Su primer libro de poemas “La inquietud del Rosal” lo publicó en el año de 1916. En 1918 publica “El dulce daño”, seguido por “Irremediablemente” ,1919; “Languidez” en 1920. “Ocre” 1925; “Poemas de amor ” , 1926; “Mundo de siete pozos ” , 1934 y su último libro; “Mascarilla y Trébol” en 1938.

La pluma prolífica de la poeta argentina es de una riqueza inagotable. Su canto a la vida, a la naturaleza, al dolor en el alma, fue sólo una parte mínima de los temas constantes en su escritura. En el trayecto de su vida, una vida señalada por la incomprensión del ser humano, Storni supo plasmar su desnudez como lo señala en estos versos:

“Soy un alma desnuda en estos versos, alma desnuda que angustiada y sola va dejando sus pétalos dispersos ”

La alegoría que se funde en este fragmento es una muestra de la exquisitez frecuente en los poemas de la autora; esa necesidad de despojarse de atuendos y abrir su corazón sin sentir vergüenza, sólo profunda soledad

Pero es también el sentido de la libertad lo que le causa sumo placer, una libertad que se esconde y que si no la alcanza se torna despia-

despiadadamente antigua, como lo señala en estas líneas:

“Anda, date a volar, hazte una abeja, en el jardín florecen amapolas, y el néctar fino colma las corolas; mañana el alma tuya estará vieja ”

La poeta va más allá en cuestión a la libertad de amar, pues su excesiva sensibilidad es el detonante que le permite ahondar en su interior sin escrúpulos que le hagan callar un deseo infinito de amar sin medida y sin tabúes. Para Alfonsina, el amor es una necesidad y que no importa a quién ha de entregarse ese amor, un amor que espera como lo escribe en estos versos:

“Pude amar esta noche con piedad infinita

Pude amar al primero que acertara a llegar ”

Momentos hay en la vida de una mujer en que se siente abandonada, vejada, en los que quisiera abrir su pecho y dejar escapar esa pasión que le martiriza entregándose sin remordimientos a aquel que le brinde su afecto sin importar quién fuere. Y es que cuando la soledad te asfixia quieres huir, escapar para que se pueda recuperar el alma

Es incuestionable además su exagerado feminismo, su ansia por querer infundir en las mujeres de su época todo el potencial que tenían, así como también acabar con los parámetros de supremacía que el hombre poseía sobre la mujer. De aquí se deriva la lucha por acabar con el estigma de pureza, en contraparte al devaneo del hombre, tal y como lo señala en estos versos:

“Tú me quieres blanca, me quieres de espuma, me quieres de nácar…”

En su tiempo la virtud de una mujer era tesoro resguardado; bien supo defenderse frente a las imprecaciones de los hombres quienes exigían pureza sin entregar ellos la propia, como lo exalta en estos versos:

“Tú que en los jardines negros del engaño vestido de rojo corriste al estrago.”

Aquí nos presenta Storni el reclamo de cómo el hombre se deja manchar por la infidelidad; cómo se deja envolver por el deseo y la pasión que al final lo conduce a su propia destrucción. Cómo olvida el hombre su integridad y se transforma en un ser sin valor

Continúa señalando la deslealtad del hombre en estos otros versos donde tajantemente habla de la vuelta de él cuando esté limpio:

“Y cuando las carnes Te sean tornadas y cuando hallas puesto en ellas el alma que por las alcobas se quedó enredada…

En estos versos podemos comprobar cómo la escritora insiste en su reclamo al hombre que pide de la mujer la pureza. Señala su culpa al mencionar cómo éste pretende la blancura que él no tiene, pues han sido tantas sus aventuras, sus infidelidades que poco a poco se ha convertido en nada al dejar sus fragmentos en alcobas ajenas.

Sus letras eran dagas que herían al hombre. El llamado a la mujer para que se libertara fue una constante. Pintó entre líneas la cárcel en la que vivían sus iguales. Su anhelo de libertad no cesaba y así lo manifiesta en estos versos:

“Hombre pequeñito, hombre pequeñito, suelta a tu canario que quiere volar yo soy tu canario, hombre pequeñito déjame saltar.”

El concepto que Storni manifiesta en estos versos sobre el hombre es de un ser muy pobre de espíritu, incapaz de conferirle valor a la mujer al considerarla su esclava, parte de su propiedad La opresión en que la mujer vive, su ansia de ser tomada en cuenta le confiere un valor muy especial a la obra de Alfonsina, Alfonsina fue y será la mujer rebelde, franca, luchadora, pero también la mujer solitaria, con frecuencia carente de amor y vacía La mujer que espera la consumación de la libertad pasional y la plenitud del pensamiento

C o l u m n a s

Lecturas en

LECTURA HERMENÉUTICA DE DOS AUTORES LUIS

CERNUDA Y CÉSAR DÁVILA

En la Poesía, el poder de la creación es mayor que cualquier lógica; por lo tanto, la construcción verbal no es racional ni recta ni gramatical; puede ser relacionada con el no pensamiento, el antidiscurso, la no comunicación. Esta aparente violación de lo mimético, de lo canónico, es el logro de una tensión conceptual que refracta una confusión de deseos, frustraciones, imágenes de la conciencia: pone en libertad el súper-yo ético o el ser frente al parecer

En este plano, la lectura también cambia y debe sondear las huellas de lo no visible e increpar las vacilaciones, repeticiones, rupturas, desvíos, metáforas para sentir las implicaturas del juego, que requiere de un lector /a-poeta, pues se exige un acercamiento sensible, puesto que:

El poema sólo existe en sentido de su reacción y su oposición dentro del sistema de la lengua, su valor comunicativo deja de tener relevancia (inoperante), porque es una expresión del pensamiento inagotable y autoconsciente, destructor de la sustancia objetiva a la cual transforma, a través de la sustracción y la diseminación.

En la sustracción, el poema es una máquina de negatividad que somete al objeto a la prueba de su

misma ausencia En la diseminación, entre tanto, el objeto pierde su valor no por una falta, sino por un exceso que lo disuelve y distribuye, anagramáticamente, de forma plural y recurrente (Antelo, 2000)

El sentimiento de exilio y búsqueda de la creación en un poeta ecuatoriano

La presente lectura toma el libro de César Dávila Andrade (Cuenca 1918- Caracas 1967). En un lugar no identificado, que se lo ha catalogado como relativo a su poesía hermética, debido al uso semántico del mismo. Pero, más que eso, el poeta ecuatoriano es una conciencia creadora, una voz poética increpadora y muchas veces interpretada como irreverente. Sin embargo, hay que ir más profundo en el análisis para dilucidar cómo la creación poética –la tierra Prometida de Cernuda– se convierte en algo inalcanzable, pero que debe ser poseída. Lo trascendente es el proceso que lleva a aquella consecución, es decir, la acción de búsqueda En cada autor, este encuentro es enunciado distintamente. Ya se vio en Cernuda, ahora hay que escuchar a Dávila

La voz poética demuestra la preocupación por la creación como un trayecto que debe iniciar.

Las cosas nos traducen una nueva estrategia, una técnica distinta, que viene desde el fondo Juarroz

Íncipit de los éxipit

LA HAMBRUNA (EN GAZA),

La hambruna en Gaza hoy, como ayer en tantos otros escenarios es un oriente demasiado al este de Occidente: un relato fabricado, una gramática de poder que administra escasez para imponer dominio. En este oriente moldeado a imagen de un imaginario occidental hay si lo nuestro aún puede llamarse un “haber” mil y una imágenes de sufrimiento y de dolor. La de hoy es quizá la más dolorosa. Real o manipulada, poco importa. Poco importa también si el niño padecía complicaciones previas, si nació con deficiencias o si su estado se debía a factores hereditarios. Lo cierto es que su cuerpo sí “heredó” los desajustes de un sistema que ni él ni sus coterráneos eligieron. Nadie elige su patria de nacimiento. La de adopción, en cambio, todos participamos en su genealogía, unos más que otros, evidentemente. Se llamaba Mohamed Zakariya Ayoub. Para muchos, quienes nos marcó más lo que significa en nosotros que lo que significó para sí mismo, su nombre dejó de tener importancia. Todos los palestinos se llaman desde siempre Mohamed, Mahmoud, Ahmed Durante semanas fue el símbolo del sufrimiento de un pueblo, el título

de la esterilidad de un orden geopolítico, la rúbrica de nuestro fracaso como humanidad y la enésima prueba como si hiciera falta otra de la crueldad de la guerra. Llorar su situación de poco servía, como de poco servía denunciar, gritar, compartir… Verbos que, despojados de su sentido de “acción” porque en el terreno nada cambiábamos , se volvieron condena de la impotencia de algunos, la hipocresía de muchos y la parcialidad de todo un sistema que exhibe humanidad como logotipo pero la niega como praxis. Mohamed como su Gaza están en el oriente de Occidente Allí siempre las imágenes trascienden lo puramente pictórico. De hecho, las fotos nunca son simples proyecciones denotativas. Ya nos lo advirtió Barthes En cada pixel de la presente resuena acusativa una condena del sistema y sus gramáticas: el imperio del capitalismo tardío que hoy enseña ostentosamente lo cruel de sus costillas por medio de una diabólica estrategia de un Estado parásito: el cuerpo carnal como última batalla del cuerpo terruño. Guerra de cuerpos y de imágenes Llevar la lucha a límites subjetivos, a cuerpos individualizados,

r en los estómagos. ata, disciplina: no ino que adiestra la untad política al r comer. Colonizar la ar cuerpos; ahora se y la voluntad De ocupacional se pasa ivir. Una materiaores y necesidades muy eficaz El o fatigado exige ustituye a la metradesgaste a la repree los resultados: una hambre no solo conciencia y doblega Lo que ayer fue desploma en implopiedad. La voluntad ológica He aquí la de la gramática mo y su colonialismo olítica: cuerpos miradas perdidas ía de desgaste colecdisuelve en espera, el en la ración del es pedagogía: enseña ntes que a la dignila infancia: ningún l que el cuerpo el futuro ya está nciar palabra. La rte en testamento criben la derrota de ia de un mundo nsideraciones, la

hambruna es un nexo de necropolítica que une a Occidente con su “oriente”. Palestina y el Estado parásito no son más que dos nuevos avatares que prolongan una historia continua de luchas desde imágenes e imaginarios. Y si hace falta una evidencia más, la disputada “autoridad” de narrar el caso de Mohamed, confirma que en todos los vertientes de la relación de oriente con occidente se plasma una disputa epistemológica Igual que siempre, para narrar los relatos de nuestro dolor y sufrimiento nosotros, los perdedores de por vida, nada podemos: son ellos quienes narran nuestros sufrimientos Y al hacerlo, entre la “realidad” y los hechos narrados a veces miden distancias abismales. En el oriente de Occidente, hay una hambruna física, la que se materializa en lo que hace un Estado parásito, y una epistemológica que priva a los mismos el “derecho” de autoría.

Tanto, hoy, en Gaza como ayer en todas las colonias, toda colonización reclama su gramática. El hambre no “existe” hasta que lo certifica un índice, hasta que una métrica la declara en una de sus fases en Gaza, borrosamente, estamos entre “fase 2” y “fase 3” o si se atiende a lo que narran los informes: “crisis severa”, “estado lamentable”, … . La política del umbral es la gran trampa: mientras se debate si la curva cruzó la línea roja, los cuerpos ya cruzaron la línea del no-retorno. La epistemología del hambre es burocracia del dolor: decide cuándo empieza oficialmente lo que hace meses se pudre en las entrañas. Mera hipocresía. Esta es la violencia epistémica de nuestra época: un cuerpo tembloroso no basta; hace falta una cifra que lo valide. El hambre se convierte en expediente, en gráfico,

o, abonados al morbo y al consumo rápido de miserias que mañana mágenes más frescas. La complicidad, en este caso, no es solo del tra, en nuestra miopía intelectual, en nuestro exceso de celo por lo encia ante lo común. l, la que nos incomoda mirarnos de frente: Gaza es espejo. En su ue la estrategia de un Estado parásito; se refleja la obscenidad de una que fabrica hambre y lo llama geopolítica, que administra cadáveres y e devora imágenes de niños famélicos y lo llama conciencia. Gaza as la radiografía más cruda de lo que somos: un planeta que ha norconvierte la neutralidad en complicidad, la burocracia en verdugo y la ambruna no es un accidente de la historia, ni una tormenta pasajera o a ejercer su derecho de existir: es el rostro desnudo de la modernidad lejado en el espejo de Gaza, nos muestra lo que intentamos negar: ad colectiva, nuestro fracaso civilizatorio, nuestra indecorosa miseria odo regresa al principio: a la imagen de este oriente creado muy cerca so de un Occidente que siempre sabe cómo ser el mismo. A la imagen o menudo convertido en rúbrica de un orden cruel. Su historia personal ompleta, pero ya da igual: lo decisivo es que su piel, sus huesos, sus ojos os por la gramática imperial del hambre. Mohamed no eligió su lugar de ma sí eligió inscribir en su cuerpo la cartografía de un mundo injusto. Su lanco donde el Imperio escribió su dominio: la tierra ocupada ocupado. is…

Íncipit

LA ESPERANZA Y EL TEMOR

SON INSEPARABLES

Las aves en la brisa vuelan sin prisa Veo con calma las olas ir y venir

Paola Decaninila

Vivir siempre será un acto de rebeldía en estos tiempos y en los otros que nos han antecedido, porque sí, todos los tiempos han tenido conflictos que tienen a la sociedad en constante alarma Uno atraviesa el mar de noticias esperando que aquello que leemos o escuchamos no nos haga naufragar. ¿Qué viene a ser esta vida, sino un breve camino para la muerte? decía Lope de Vega un camino que quizá no queremos contemplar y menos cuando se cree que se tiene la existencia por delante, pero cuánto hay en los adultos que dejamos de disfrutar al paso de los años por mezquindades, poses y esas cosas que dicen “debemos hacer los mayores”, lo pienso y creo que son tantas que nada nos cimbra hasta que en algún momento alguien a quien amamos puede morir, entonces sí, todo se coloca en vilo y empieza la maquinita del recuerdo o la caja de la memoria a pensar qué hice o qué he dejado de hacer.

Tan arduamente el mar, tan arduamente, el lento mar inmenso, tan largamente en sí, cansadamente, el hondo mar eterno.

Llegué a vivir al puerto de Acapulco a los ochos años, ahí el mar inmenso me descubría cada mañana la esperanza, la misma que se fue anquilosando al ver cómo esta tierra se fue quedando sin encanto y se fue llenando de bolsas negras, terror y narcotráfico. Ahí todo se lo llevó el carajo, o tal vez fue en todo el territorio, será que el océano Pacífico se cansó de su nombre y alborotó todo dejando una nostalgia que sabe a sal y que consume las entrañas

Lento mar, hondo mar, profundo mar inmenso…

Tan lenta y honda y largamente y tanto insistente y cansado ser cayendo como un llanto, sin fin, pesadamente, tenazmente muriendo…

Creo que no hay vida feliz, presumimos o intentamos decir que tenemos una vida plena, pero considero que podríamos decir que experimentamos momentos de desdicha y esos nos hacen apreciar los pequeños instantes

Pensamientos

VENDRÁ EL SILENCIO

Nunca estamos en silencio. Desde el instante mismo de nuestra concepción, crecemos sonoros, desplegando un metabolismo ruidoso. El corazón late sin descanso a lo largo de los años de nuestra evolución como cuerpos individuales, marcando el ritmo de la música de nuestra existencia orgánica

Cuando se dice que estamos en silencio, algo que jamás puede ser del todo cierto, en realidad se suele querer decir que estamos callados Esto revela la importancia que otorgamos a los sonidos del habla, el énfasis que ponemos en el acto de comunicarnos mediante la vibración de nuestras cuerdas vocales y la modulación de nuestras lenguas. Somos seres parlantes y, en efecto, podría decirse que tenemos una fuerte compulsión por hablar Es raro que una reunión de varios seres humanos no derive en ese murmullo casi caótico de múltiples voces que intentan llevar, a través del aire, los pensamientos que germinan, a veces con dificultad, dentro de sus cráneos.

En el acto de hablar con otra persona, los oídos se comprometen a escuchar A diferencia de los ojos, que podemos cerrar si

no deseamos ver, no podemos bloquear los oídos a nuestro antojo. Si la conversación es interesante o las vocalizaciones ajenas resultan agradables, como las de una cantante de ópera, no hay motivo de queja. Lo penoso ocurre con el grito, el sermón insistente e irrelevante, la amenaza o los insultos Ni siquiera cubrir los oídos con las manos, en un gesto de penosa teatralidad, logra liberarnos de la expresión ajena que nos afecta. Esto sugiere, si hemos de extraer una conclusión, que la naturaleza privilegió en nosotros la obligación de escuchar por encima de la tendencia a ser escuchados Tal vez sea una compensación justa, pues solemos desear mucho más que nos escuchen a ofrecer nuestra atención en beneficio de los demás. Del mismo modo que nunca estamos en silencio, nuestro cerebro jamás cesa de elaborar pensamientos. Nuestro cuerpo es un fluir sonoro y nuestro cerebro, un torrente constante de conceptos guiados por la fantasía, el esfuerzo de razonar o la simple concatenación de una palabra con otra, de una imagen con otra, de una noción con otra El cuerpo, con su continua agitación sonora, es el motor de la

Lectores somos

20 ANIVERSARIO

A T E N E O L I T E R A R I O J O S É A R R E S E

E M A T A M O R O S

Han pasado veinte años de historia en el “Ateneo literario José Arrese de Matamoros”; justo en el mes de julio del dos mil cinco iniciaron sus trabajos los integrantes de este grupo de escritores; hay que señalar que venían respaldados por los veinticinco años de historia dentro de la literatura matamorense ya que, anteriormente, pertenecieron a otro grupo denominado “Círculo Literario Manuel F. Rodríguez Brayda”, que fuera fundado por Raquel Herminia Longoria de Rodríguez

Brayda, Marta Rita Prince de García, Nohemí Ruth Martínez Guerra, Lizandro Martínez y Sonia Martínez del Villar

El Círculo Literario Manuel F. Rodríguez

Brayda fue cambiando gradualmente con el paso de los años, pues algunos integrantes fallecieron, otros cambiaron de ciudad por cuestiones laborales, hasta que bajo la gestión de la presidenta Adis Abeba Santacruz

Bautista, decidieron cambiar el nombre del grupo, siendo los fundadores del Ateneo

Literario José Arrese de Matamoros los escritores y promotores literarios: Antonio Quintero, Cesar Osvaldo Hernández, Baltazar Cordero, Tere Meza, Eduardo Garza,

Conchita Hinojosa, Ramiro Rodríguez, Carmen Valencia, entre otros.

Y desde el 2005, las puertas del Ateneo Literario José Arrese de Matamoros se abrieron para todas aquellas personas interesadas en la creación literaria y en la lectura, sin importar su credo, raza o condición social.

Iniciaron los cambios a favor y por el trabajo de la creación y el quehacer literario, ya que los textos presentados comenzaron a pasar por un proceso de revisión para tener como resultado textos con mejor calidad. Una de las prioridades fue llevar la literatura y sus obras literarias a escuelas, bibliotecas y distintos centros culturales dentro y fuera de la ciudad de Matamoros con la intención de acercar a los jóvenes y al público a la literatura y a su creación.

Pero también para crecer como escritores debemos nadar en el inmenso mar de la literatura, empaparnos de letras, devorar libros, libros y más libros y si se puede conocer a sus autores, mucho mejor.

Desde hace veintitrés años se lleva a cabo El Congreso Binacional Letras en el Estuario,

resentaron escritores ontera y ya el Ateneo Literario ros en conjunto con la n Brownsville y la ntonio González, se omo Rolando ross, Benjamín osa, Héctor Carreto jo, Eduardo en eventos completaos a estudiantes y ón literaria, el Ateneo e Matamoros ntologías: Letras en el desde el Casamata cción (2014), Tengo ón de un instante 2018), Daños a convergencia 23) y Espejos de polvo entra poesía, ensayo, minificción que es el n Cuento contigo es iva para niños y ducto del trabajo en on base en n taller y pasados por a llegar al producto ce presidentes han po de escritores, tales acruz Bautista (2005), 06-2007), Ramiro 008-2013), Joaquín

Peña Arana (2013), María Concepción Hinojosa Amaro (2014-2015), Miriam I. Arellano (2016), Catalina Jiménez (2017), Cinthia Clemente (2018), Matilde Ortiz (2019), Félix Martínez (2020), Rodolfo Espinosa (2021), Ramiro Rodríguez (2022), Luis Ariceaga (2023-2024)

Por supuesto que el Ateneo Literario ha tenido altibajos; sin embargo, Ramiro Rodríguez, quien fuera miembro de Circulo Literario Manuel F. Rodríguez Brayda en 1991 y fuera presidente del mismo en 1997, y uno de los fundadores del Ateneo Literario

José Arrese de Matamoros junto a María Concepción Hinojosa Amaro, han trabajado para mantener activo este noble proyecto donde el amor a la literatura, la lectura y la creación literaria es y ha sido su prioridad Veinte años significa trabajo, esfuerzo, compromiso, tener bien puesta la camiseta para compartir con todos aquellos jóvenes y los no tan jóvenes la creación y amor por la literatura.

Por tal motivo, las puertas siempre se mantienen abiertas para quienes quieran integrarse.

Actualmente tengo la fortuna y el privilegio de ser la presidenta del Ateneo Literario

José Arrese de Matamoros y deseo que la literatura y su creación estén al alcance de todos y que vengan muchos proyectos para que este objetivo siga latente en la ciudad de Matamoros, mi Matamoros, la de Tamaulipas.

Diagnóstico Reservado

QUÍTAME LA ETIQUETA

Hola nuevamente, queridos lectores El tema de hoy es uno de los más controversiales hasta el momento, ya que nos adentramos en uno de los debates más presentes en la psicología actual: el uso de etiquetas y descripciones biomédicas en el ámbito psicológico.

¿A qué nos referimos con esto? Cuando hablamos de etiquetas biomédicas, entramos en un terreno más polarizado. Este enfoque puede tener mucho sentido en la medicina, al categorizar y facilitar el tratamiento de ciertas enfermedades. Etiquetas como asmático, diabético o hepático son claras y útiles en ese contexto. Sin embargo, su traslado al campo de la psicología puede volverse delicado

En este caso, hablamos de etiquetas como las que provienen del DSM-5, un manual que clasifica psicopatologías y trastornos para facilitar su interpretación y tratamiento Pero… ¿cuál es el verdadero problema?

Principalmente, la problemática surge de categorizaciones ambiguas Si seguimos el manual estrictamente, veremos que muchas características planteadas para distintos trastornos tienden a aparecer en múltiples

psicopatologías Por ejemplo, el DSM-5 menciona que “la dificultad para concentrarse” puede ser un síntoma; sin embargo, este aparece en TDAH, ansiedad generalizada, trastorno depresivo mayor, trastorno de estrés postraumático, entre otros. Cuando un mismo criterio sirve para describir múltiples diagnósticos, pierde precisión y se vuelve difuso y peligroso

¿A qué me refiero con peligroso? Basta con darse una vuelta por redes sociales para encontrar publicaciones del tipo: “Si tienes estas 5 conductas, podrías tener TDAH” o “Conductas que podrían indicar que estás en el espectro autista”. El problema es que las etiquetas patológicas, muchas veces, son más perjudiciales que beneficiosas. Por naturaleza, tendemos a buscar pruebas que confirmen lo que creemos lo que en psicología llamamos sesgo de confirmación, y eso retroalimenta la idea inicial.

Aquí entra en juego otro fenómeno psicológico fascinante: el efecto Pigmalión Este se refiere a cómo las expectativas tanto las que tenemos sobre nosotros mismos como las que otros tienen sobre nosotros pueden

Psiquelatura

ENCONTRANDO LO QUE SOY

Mi hermano menor veía una caricatura donde el episodio estaba centrado en que los protagonistas iban preguntándoles a todos ¿Cuál es el sentido de la vida? Eso llamó mi atención y hubo una respuesta que me dejó reflexionando:

“El sentido de la vida es encontrarse a uno mismo”.

En mi columna anterior hablaba de las diferentes formas del amor y mencioné como es que el amor propio merecía un apartado especial para hablar de él y justo esa frase me recordó la profundidad que implica el encontrarse a uno mismo, amarse a si mismo buscando el sentido de lo que somos una y otra vez para tener el autoestima fuerte, pero muchas veces mientras nos buscamos también nos perdemos y es que olvidamos la importancia que tiene amarnos sabiendo que somos eso de lo que nunca nos podremos deshacer.

Con varios de mis pacientes he tocado ese punto, como es que por más que exista algo que no podamos cambiar en nosotros mismos hay que aprender a convivir con ello y como las personas a nuestro alrededor a veces nos

pueden dar la espalda, pero quien siempre estará y a quien tendremos en todo momento es precisamente a nuestra misma persona Desde el sentido religioso también se llega a mencionar mucho que para amar a los otros hay que amarnos primero a nosotros o que, así como amamos a los demás es como nos amamos ¿Podríamos amar a alguien más si no amamos lo que somos? Evidentemente la respuesta es negativa, tal vez podríamos proyectar algo instantáneo o falso, pero en el fondo el vacío sería evidente y eso en algún momento haría fragmentar cualquier tipo de relación que tuviéramos que entablar

Entonces, regresando un poco al punto inicial que es aquello que vi en televisión, probablemente nunca dejamos de buscarnos, cada etapa de la vida implica cambios y por ende nos adaptamos a ellos de diferente manera incluso teniendo que deshacer varias cosas que creíamos ya conformadas; por ejemplo en la adolescencia probamos diferentes maneras de vestir, hobbies, personas que nos rodean ya que eso es lo que poco a poco va construyendo nuestra identidad, sin embargo no significa que no vayamos a querer

Sopa de letras

LOS PERRITOS QUE

LLEGARON A NUESTRA VIDA.

(1era parte)

Hoy es sábado 16 de agosto, son los 5 am, es una fecha que en su momento desde el punto de partida miraba como si se tratase de un proceso de producción y de entrega de un producto y, nada más.

En cambio, esta madrugada mi sensación es muy distinta, opuesta; no son una mera mercancía que fue fabricada mediante insumos, o productos ya comprados, para después vender al consumidor final; siendo esto un simple traspaso comercial. No, para nada. ¡Son seres vivos! Que nacieron en mi casa y que ahora son parte de ella que es también su hogar. La historia comienza a finales de febrero del presente año. Llegaba a mi casa después de haber cerrado la oficina, y al estacionar el carro en la rampa, me bajé para abrir la puerta de malla ciclónica. Para mi sorpresa, un perro pequeño y chistoso color café claro (un pug mezclado con chihuahua, ósea un Pughuahua) estaba en la banquera de la casa de a lado, que es una casa abandonada. El perrito estaba sentado y me miraba meneando la colita Le chiflé y la movió aún más. Le di la vuelta al carro e intenté acercármele, el perrito al instante se alejó

desconfiado. No le insistí. Me subí al carro y lo metí al patio Al día siguiente sucedió lo mismo. Sólo que ahora el perrito intentaba acercarse al carro, pero cuando me bajaba y avanzaba hacia él queriendo tocarlo, se alejaba y se metía a la casa habitada por duendes y fantasmas.

Y pasó un tercer día y fue igual. Lo que sí me di cuenta desde un principio, es que lucía un collarcito rosa, cosa que me informaba que tenía dueño y quizá se salía de su casa para andar de vago y luego se regresaba, pero lo que me intrigaba era que siempre me esperaba a las 3:30 de la tarde que es cuando llego de trabajar. En la noche le platiqué a mi esposa que un perrito pug me esperaba al bajarme del carro, pero que no se dejaba agarrar, me dijo que quizá estaba viendo alucinaciones. Fue hasta el cuarto o quinto día, fui por un casito con agua y una salchicha, me regresé, se la ofrecí, me movió la colita como loco, se la devoró y bebió como náufrago terminándose el contenido. Fue en ese momento cuando se dejó acariciar Cuando lo puse panza arriba fue cuando ya me di cuenta de que se trataba de una perrita (lo había sospechado desde un

e pitbull “este si ba a a llevé mi n la e en las había o a mi nupcias o negro o) como os usos blo nces de en voz rmí r ella. Al gusto, a al casa ía verla, dea. co, fue e los porque de la aría a tallando e vivir gó. Mi ndome s aba

de ibirlo, quizá ya vo un ne a 10 les eran iempre males, nitivaaraviotas?

Sopa de ntrega

Bajo el barandal

VOLVER A LA NIÑEZ MEDIANTE

LA VISITA AL MUSEO DE LA GENTE DE MAR

Hay días en los que busco oportunidades para conocer nuevas personas o atender las invitaciones de los compañeros de la

Asociación Genaro Estrada Félix, a la cual pertenezco. En su mayoría son hombres, cada uno con una profesión distinta, con anécdotas que parecen salidas de novelas de aventuras y con una lucha incansable por el bienestar del puerto y la ciudad de Ensenada. Su presencia

me inspira a escribir, a dejar constancia de sus vidas, como si cada uno fuera un personaje digno de Julio Verne o un verso de los poemas de Alfonsina Storni

Así fue como acepté la invitación a visitar la Sala Museográfica de la Gente de Mar, ubicada en la calle Pedro Loyola: una casa blanca de soleras azules que alberga el proyecto impulsado por el capitán Jesús Mejía y el Club de Modelismo Naval Artesanal, presidido por el Lic Óscar Villarino Ruiz

Este espacio busca conservar la memoria de los pescadores, marinos y capitanes que han dado vida al puerto de Ensenada. Contará con doce salas temáticas, entre ellas:

- Bitácora de la Gente de Mar

- Arte Marino

- Pesca de Altura y Pesca Rivereña

- Marina Mercante y Marina Armada de México

- Modelismo Naval

- Industria Pesquera y Pesca Deportiva

- Exposiciones Temporales

Llegué acompañada de la Lic. Consuelo Ramos Ortega, quien me habla de lecturas como olas altas que me revuelcan y me lanzan entre la arena Recordé entonces que no me gustan los escritores de superación personal como Walter Riso o Paulo Coelho. Aun así, me aventuré a su compañía

Subimos por una pequeña escalinata. El aroma a café colombiano Yuban, a pintura fresca, a madera, y ese perfume masculino inconfundible hacían de la casa del hombre de mar un lugar acogedor. Todo me recordaba a mi niñez junto a mis abuelos y mis tíos. Al ver el traje de buzo uno de los más antiguos, con su escafandra creí ver el rostro de mi tío Martín, el pescador que inmortalicé en mis cuentos. Por momentos lo busqué entre las fotografías exhibidas en ese recinto, sin éxito alguno.

La obra queda incompleta al no ofrecerse la redacción de un panorama literario como en las otras secciones. Algunos dirán “Pero les publicaron sus textos” … Sí, pero el libro también contiene pintura y fotografías de artistas entrevistados

Días después de la presentación, el ICY contactó a los escritores publicados en busca de firmas para respaldar la obra. Firmé, porque al final de cuentas, era una de mis primeras publicaciones, pero me quedé con ver algo más serio en la sección literaria.

El segundo error se trató de la impresión Al ser una obra publicada vía gobierno, se espera una cuidado editorial perfecto, pero esto no sucedió. Todas las imágenes se encuentran pixeladas y en la sección de literatura, existen espacios en blanco donde podría haberse publicado más textos

Expresiones Emergentes fue una buena idea, con sus debidas correcciones, y cada cierto tiempo, una década o cada dos, el gobierno en turno debería tener la responsabilidad de realizar una edición con la juventud de la época para irse recopilando la evolución de Mérida desde la voz de sus jóvenes

¡Adquiérelos en amazon!

Tragaluz

Autor: Matilde Ortiz

Género: Poesía

Editorial: ALJA Ediciones

ISBN: 97983228055581

Espejos de polvo

Compilador: Ateneo Literario

José Arrese

Género: Poesía y Narrativa

Editorial: ALJA Ediciones

ISBN-13: 979-8303852976

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