Cuestión de nombres: la COVID-19 y la Operación Balmis como símbolo
Dra. Rosa Ballester Catedrática emérita de Historia de la Ciencia. Facultad de Medicina. Universidad Miguel Hernández.
El 14 de marzo de 2020, se declaraba el estado
de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por la pandemia del SARS-CoV-2. Las Fuerzas Armadas se pusieron a disposición del Gobierno para lo que requiriera. De ese modo, al día siguiente se produjo una reunión de urgencia en el Ministerio de Defensa e inmediatamente se puso en marcha la rotulada como “Operación Balmis”. El despliegue de recursos humanos fue importante: el Ejército de Tierra aportaba 2.500 hombres y mujeres de los 4.000 efectivos que había movilizado Defensa dentro de las Fuerzas Armadas. Los otros 1.500 procedían del Ejército del Aire, Armada y la UME. A esas cifras había que sumar unos 3.100 miembros del sistema sanitario militar que trabajaban en su mayoría en los centros hospitalarios bajo el control del Ministerio de Defensa. Un artículo de la Revista Española de Defensa (nº374, Julio, 2020) resumía así los resultados de dicha intervención: “Las Fuerzas Armadas han puesto fin a su mayor
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despliegue en España en tiempos de paz: la operación Balmis a través de la cual han respondido a la crisis nacional más grave y compleja desde la Guerra Civil. Durante 98 días, los transcurridos desde que fue activada el 15 de marzo, siguiente al de la declaración del estado de alarma, hasta el 20 de junio, en que terminó la sexta y última prórroga, se realizaron 20.002 intervenciones para hacer frente al coronavirus en 2.302 poblaciones”. Recientemente, en el Diario de Pontevedra (7/10/2021) un artículo de S. Mosteiro señalaba acertadamente que uno de los lemas del Ejército indica que “no hay enemigo pequeño” y que si a eso se le añade que el adversario es tan pequeño que resulta invisible, la batalla se convierte en la madre de todas las misiones. En ese sentido, decía Mosteiro, esta máxima habría que