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Una iglesia llena del Espíritu Santo

“Reconciliar al mundo por medio de Cristo por medio del poder del Espíritu Santo” es la declaración de la visión adoptada de nuestro movimiento global. Creemos claramente que Cristo mismo nos ha llamado a unirnos a Él y a todas las demás iglesias cristianas en Su misión de reconciliar al mundo con Dios. Creemos que la única forma en que podemos llevar a cabo este gran llamado como parte de la gran iglesia mundial es siendo llenos con el Espíritu Santo, que Jesús, nuestro Espíritu bautizador, nos envió tanto corporativa como individualmente. De nuestra declaración de la visión fluye nuestra declaración de la misión, que se compone de siete descripciones concisas de quiénes somos: “La Iglesia de Dios de la Profecía será un movimiento que exalta a Cristo, que promueve la santidad, lleno del Espíritu, para todas las naciones, que hace discípulos, que planta iglesias, con una pasión por la unidad cristiana”.

En el centro de estas siete declaraciones está nuestro compromiso eclesial y nuestra comprensión de la tercera persona de la Trinidad, el Espíritu Santo. Algunos se han referido teológicamente al Espíritu Santo como el miembro tímido de la Deidad, ya que a lo largo de la historia del cristianismo, la discusión sobre el Espíritu Santo a menudo se minimiza. Para los pentecostales, Jesús es el centro de nuestra fe, y lo es gracias a la presencia y el poder del Espíritu Santo a quien Jesús envió para morar plenamente en nosotros, enseñándonos diariamente acerca de Cristo mismo. Los pentecostales estamos centrados en Cristo porque estamos llenos del Espíritu.

¿Qué significa ser una iglesia llena del Espíritu? El apóstol Pablo nos recuerda en Romanos 5:5 que “Dios ha derramado su amor [tanto por la iglesia como por el mundo perdido] en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado” (NVI). La historia pentecostal y el altar de Pentecostés están en el centro de nuestra experiencia con el Dios en tres Personas, donde el Espíritu Santo se derrama sobre toda carne.1 Llegamos a comprender el derramamiento de la gracia y la misericordia de Dios en Cristo Jesús por la convicción del Espíritu Santo (Juan 16:8). Esta imagen o metáfora de derramamiento se encuentra a lo largo de las Escrituras y está profundamente arraigada en la teología del altar, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

Cuando Pablo le recuerda a la iglesia primitiva en Filipenses 2:6-11 que Jesús se despojó o se derramó (“se rebajó” en la versión NVI), él intencionalmente usa el término griego metafórico de la palabra derramar (kenosis) como se ve en las historias bíblicas del altar. Entonces, si el don de Dios es este derramamiento de la plenitud de Dios por medio de Cristo, y Jesús es nuestro Espíritu bautizador (“Él es el que bautiza con el Espíritu Santo”, Juan 1:33), entonces también podemos hablar del derramamiento pentecostal, un derramamiento del Espíritu de Dios en nosotros, el cumplimiento de las palabras de Joel dichas por Pedro en el día de Pentecostés en Hechos 2:17 “Después de esto, derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán sueños los ancianos y visiones los jóvenes” (Joel 2:28, NVI).2

En otras palabras, Dios se ha derramado en el Hijo a través del Espíritu, de igual forma que el aceite es derramado sobre un sacrificio en el altar. El bautismo del Espíritu es un derramamiento de la plenitud de Dios, una entrega completa de Su plenitud sobre la iglesia, la cual se convierte en una Shekinah de la gloria de Dios y en una presencia física de Dios en la iglesia para hacer resonar la gloria de Dios en el mundo. Por el Espíritu que mora en nosotros, la iglesia se convierte en la gloria de Dios en la tierra la cual se manifiesta físicamente. Sólo como iglesia corporativa podemos ser esta Shekinah de Dios para que el mundo pruebe y vea la presencia y la plenitud de Yahweh.3

Gordon Fee, renombrado erudito pentecostal del Nuevo Testamento, nos recuerda que nuestra fe ha dado un giro paradigmático en los siglos pasados. 4 En los primeros siglos, la comprensión de las Escrituras estaba enfocada en la iglesia como un todo, a diferencia con los desarrollos más recientes —en donde el enfoque de la obra de Dios está sobre el individuo. Este giro desafiante se entiende mejor en la enigmática expresión moderna: Tengo buenas noticias y malas noticias. Las buenas noticias son que ahora vemos nuevamente la obra de Dios en el poder personal e individual. Hubo un tiempo en que el individuo no estaba en el centro de la fe. Mientras mi nombre estuviera en los libros de la iglesia, yo era cristiano. En cuanto a si realmente creía o conocía a Dios personalmente, eso es otra historia. Ahora, el enfoque cristiano no está en la membresía de una iglesia o la herencia doctrinal o eclesial, sino en la experiencia personal con un Dios todopoderoso. Esto es en su mayor parte, buenas noticias. El aspecto desafortunado o de malas noticias de esto es que muchos ya no tienen una comprensión corporativa de la obra de Dios en nosotros como un todo o como el cuerpo de Cristo.

La teología de la iglesia (eclesiología) es más escasa en los académicos reformados y evangélicos que la teología del Espíritu. Quizás apoyada por el mundo inglés que no tiene una primera persona plural en su gramática, la Biblia King James parece estar escrita para mí, o para usted, es decir, para individuos. Todas las promesas del libro son mías; se trata de mí y de Jesús, mi fe, mi experiencia, mi Espíritu Santo, y así sucesivamente. Cuando la Biblia en inglés dice “ustedes”, por lo general pensamos en “uno mismo”, es decir individualmente; sin embargo, el idioma primitivo podría traducirse mejor a la lengua vernácula de sur de los Estados Unidos o al patois jamaiquino “unu”, que son adaptaciones dialécticas que permiten el plural de la primera persona en inglés. En realidad, las promesas de la Biblia son para todos nosotros, y no solo individualmente. De hecho, la mayoría de los idiomas del mundo incluyen esta idea de una primera persona plural, pero la era de la Ilustración en Occidente y la cultura moderna han convertido al individuo en el centro del universo.

Este enfoque endémico moderno hacia el individualismo ha impregnado casi todas las culturas modernas y tardías y la vida. Incluso ahora, generalmente nuestra fe se trata de uno mismo. Por ejemplo, en mi juventud hubo un llamado muy necesario por la justicia y los derechos civiles con respecto a la igualdad racial. Honestamente, este llamado a la justicia sistémica civil debería escucharse aún más en la actualidad. Debemos comprender cuidadosamente que todos los grupos étnicos del mundo, todos los grupos de personas fueron creados a la imagen de Dios, y debemos buscar colectivamente la justicia para todos. Desafortunadamente, lo que se inició como una forma de abordar los prejuicios sistémicos contra grupos de personas específicos en los movimientos de derechos civiles se ha convertido para muchos en derechos personales o individuales, en otras palabras “mis derechos”. El aspecto civil o corporativo queda sepultado por el deseo individual. Otra demostración de este giro hacia el individualismo se puede ver fácilmente al mirar los títulos de los libros cristianos. Muchos libros cristianos tratan sobre mi vida personal, mi desarrollo, mi fe, mi actualización, mi felicidad, mi salud, mi riqueza, mi vida, mis dones, mi unción, mi ministerio, mi visión. ¿Es esta la intención de Dios? ¿O es nuestra interpretación basada en nuestras necesidades, la que a veces no reflejan Su llamado o voluntad?

De niño en la IDP, hablábamos mucho de la Iglesia. A menudo, nuestra interpretación era que muchas promesas de las Escrituras eran específicas para nuestro movimiento. En las últimas décadas, nos hemos arrepentido correctamente de este enfoque interno y nos hemos deshecho de nuestro lenguaje y mentalidad de exclusividad y hemos adoptado una comprensión más inclusiva de nuestra fe. Este fue un tiempo necesario de arrepentimiento traído por el Espíritu para nosotros. Sin embargo, a partir de esto se ha perdido un sentido de identidad corporativa o de iglesia. Parece que ya no predicamos de la iglesia, el cuerpo de Cristo, Su novia. Pero algunos aspectos de la “iglesia” o ecclesia, deben mantenerse claramente. No deseamos volver a emplear este sentido corporativo de la iglesia para excluir a otros. En cambio, queremos ver intencionalmente a la iglesia universal de todos los que creen en Cristo como un solo cuerpo, no sólo como un grupo de individuos muy diversos (y a veces divisivos) que han decidido congregarse en una reunión o en organizaciones, sino como el trabajo de Cristo, el cual es nacido del Espíritu y empoderado por Él mismo para ser el cuerpo de Cristo, Sus manos, Sus pies, Su corazón y Su voz aquí en la tierra.

La iglesia no es un conglomerado de creyentes que deciden reunirse en el nombre de Cristo. La iglesia fue comprada por Cristo, y nos está formando en el poder del Espíritu. Desde el principio, fue la intención de Dios tener un pueblo llamado por su nombre: “Mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado” (2 Crónicas 7:14). Dios no ha cambiado de opinión. No debemos ser sacerdotes individualistas específicos y especiales, sino que estamos llamados a ser un real sacerdocio (1 Pedro 2:9).

El erudito pentecostal Roger Stronstad sugiere, desde una perspectiva de la llenura del Espíritu, que somos ungidos para ser parte de una “profecía” de todos los creyentes.5

No es un llamado a ser el apóstol, el profeta, el evangelista, el gran pastor-maestro. No se trata de individuos, sino que nosotros, como pueblo de Dios, llamados por Su nombre, debemos ser llenos de Su Espíritu para levantar múltiples personas en el ministerio que trabajen unidos para la edificación (“capacitación” en la NVI) del cuerpo de Cristo, los santos, para hacer la obra corporativa del ministerio a fin de que todos seamos uno (Efesios 4:12).6

Jesús está formando o edificando Su iglesia a través del Espíritu Santo, y el Espíritu nos está colocando en el cuerpo de Cristo para cumplir Sus propósitos y para que podamos ser usados por Él para hacer Su obra. En 1 Corintios 12:18 dice: “Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso”. Debemos vernos a nosotros mismos no solo como un conglomerado de individuos llenos del Espíritu, sino como un cuerpo formado por Cristo a través del Espíritu para Su propósito. Sí, nosotros deseamos volver a abrazar nuestra historia de avivamiento y el ADN donde cada individuo estaba lleno del Espíritu Santo, y queremos igualmente abrazar la llenura y formación corporativa de nuestra iglesia por el Espíritu como un solo cuerpo. ¿Qué pasaría si Dios trabajara entre nosotros, no solo individualmente sino también corporativamente, llenando a toda Su iglesia con Su presencia, justicia, amor, paz y poder en un poderoso movimiento de renovación en estos días? ¡Quiero ser parte de ese avivamiento! Creo que Dios está haciendo una obra del Espíritu ahora. ¿Hasta qué punto estamos personal y colectivamente preparados para esto? Piense en lo que sucederá cuando oremos y creamos: “Espíritu Santo, ven, llénanos, moldéanos para Tu gloria”.

Necesitamos experimentar un nuevo Pentecostés en nuestra iglesia corporativa. Lo que a veces olvidamos en nuestra mentalidad de avivamiento individual es que el Espíritu Santo y la iglesia están integralmente relacionados, es decir, el uno siempre debe ser parte del otro. La naturaleza del Espíritu Santo es corporativa, llamándonos como pueblo de Dios, formándonos como la iglesia de Cristo para servir al mundo.7 Frank Macchia, ministro ordenado de las Asambleas de Dios y renombrado teólogo sistemático pentecostal, sugiere que hay tres movimientos o desarrollos que ocurren en una iglesia llena del Espíritu. Primeramente, hay un derramamiento de la plenitud de la gracia de Dios en Su pueblo, Su iglesia. Este primer derramamiento pentecostal es del Padre, a través del Hijo, para la iglesia como luz, vida y amor.

El segundo mover del Espíritu en la iglesia es la impartición. Cuando recibimos la plenitud del Espíritu en la iglesia, recibimos el don de la vida, y entramos y participamos de este soplo de vida para el mundo. A través del Espíritu que mora en nosotros como Su pueblo, somos llevados a la comunión divina. Él se imparte a nosotros en una relación de amor, justicia y poder.

En tercer lugar está el llamamiento o ministerio. Estamos tan llenos del Espíritu, tan unidos con Dios en amor, justicia y poder, que nos unimos a Él en el derramamiento de este amor, justicia y poder al mundo.8

A principios de este año 2022, durante un tiempo de pandemia, cuando nos unimos como iglesia alrededor del mundo para orar por un nuevo año con ayuno y súplica colectiva, mi oración fue esta: “Señor Jesús, bautiza nuevamente a Tu iglesia con el Espíritu Santo. Tráenos tiempos de avivamiento corporativo donde nos reunamos en el altar pentecostal, ese lugar asombroso donde hemos recibido continuamente Tu gloria Shekinah”.

Seamos llamados nuevamente al altar pentecostal, el cual nos llama primero a reunirnos en Su presencia para recibir Su llenura y también para la dedicación, llamado y empoderamiento. Este es el altar que nos envía al mundo para servir. El altar pentecostal debe ser un lugar que se vuelva a visitar con frecuencia, donde Él nos llena una y otra vez y nos envía una y otra vez, al mundo. Que seamos verdaderamente una iglesia llena del Espíritu

CLAYTON ENDECOTT | PRESBÍTERO GENERAL DE EURASIA Y EL ORIENTE MEDIO
Bishop Clayton Endecott and his wife, Wanda, answered the call in 1983 to move to Frankfurt, Germany, planting the first German-speaking church there. This church blossomed into three vibrant international churches as well as new church plants and missions. He has taught college courses in Europe, served on the Official Pentecostal/ Catholic Dialogues team, and several German and international committees promoting Pentecostal, Charismatic, and Evangelical churches. He is the general presbyter for Wider Europe and the Middle East. He also serves as a member of the European Theological Seminary in Kniebis, Germany, a part of Lee University. Clayton and Wanda have four children who serve churches in Germany.

1. Wolfgang Vondey.

2. Ver Die Kenosis des Geistes, (La kenosis del espíritu), Lyle Dabney, pp. 54-80, Neu Kirchner Verlag, Düsseldorf, 1997. Este trabajo académico es el resultado de la disertación de Dabney en la Universidad de Tubingen. Es un trabajo denso, incluso para lectores alemanes nativos, pero ofrece un excelente desarrollo en el campo de la pneumatología que demuestra una sólida comprensión de la obra trina de Dios en el pensamiento pentecostal. Se le conoce más como un académico wesleyano.

3. Pentecostal Ecclesiology, Simon Chan (Deo Publishing, Dorchester, Reino Unido, 2011), pág. 62.

4. Véase Paul, the Spirit, and the People of God, Gordon D. Fee (Baker Academic, Grand Rapids MI, 1996), págs. 63-73.

5. Journal of Pentecostal Theology, Serie Suplementaria, 16 (Sheffield Academic Press, 1999), p. 136.

6. Estas son mis consideraciones de Paul, the Spirit, and the People of God. Fee, capítulo 6. También se encuentra un gran estudio sobre esto en Servig the People of God’s Presence: A Theology of Ministry, Terry L. Cross (Baker Academic, Grand Rapids, MI, 2022). El profesor Terry Cross (Universidad Lee) busca diligentemente en esta monografía establecer un sentido de ministerio corporativo práctico lleno del Espíritu a un mundo perdido. Su propuesta explícita de una eclesiología pneumatológica que por naturaleza existe para hacer el ministerio, hace un excelente estudio para cualquier pastor/erudito.

7. Simon Chan, Pentecostal Ecclesiology, p. 64.

8. Véase The Spirit Baptized Church: A Dogmatic Inquiry, Frank Macchia (T&T Clark Bloomsbury Publishing, Londres, 2020), pág. 4. He incorporado parte del lenguaje de uno de mis mentores teológicos a través de la literatura, Jack Steven Land. En su increíble monografía, Pentecostal Spirituality: A Passion for the Kingdom, CPT Press, Cleveland TN 2010 (publicado por primera vez por Shefield Press en 1993). Land a menudo emplea esta tríada de amor, justicia y poder como una expresión del patetismo resultante de la Iglesia llena del Espíritu que tiene su corazón y está apasionada con el reino de Dios uniéndose a él en preparación para el eschaton, la eternidad con Dios

9. German theologian, Wolfgang Vondey, is Professor of Christian Theology and Pentecostal Studies at the University in Birmingham, England. He did his graduate work at Pentecostal Theological Seminary in Cleveland, Tennessee, before receiving his Ph.D. at Marquett. He has authored several significant monographs and articles. In one publication, Pentecostal Theology: Living the Full Gospel (London: Bloomsbury T&T Clark, 2017), pages 1 and 37, Vondey sees Pentecost as the core theological symbol of Spirit-filled theology, the full gospel as a rich narrative to express our faith, and the Pentecostal altar as the missional gathering and missional sending center.1. Wolfgang Vondey.

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