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Cuándo ocurrieron los grandes avivamientos

No cabe duda de que el Primer Gran Despertar que ocurrió entre las décadas de 1730 y 1770, revitalizó la experiencia cristiana en Alemania, Inglaterra, Gales, Escocia y las colonias americanas. El corazón de este gran avivamiento comenzó con los pietistas que buscaban una renovación espiritual como reacción a la inflexibilidad de la última Reforma y al asentimiento formal a la verdad doctrinal establecida por los eruditos. Para los pietistas, la vida cristiana no consistía en la membresía en las iglesias estatales, sino en una relación personal con Jesucristo. Creían que el cristianismo comenzaba con los individuos, y marcaron el comienzo del Gran Despertar con su insistencia en que la fe personal crearía comunidades de hermandad para aquellos que buscaban y encontraban una fe viva en Dios.1 Comenzando con los moravos [y siguiendo con los] metodistas, presbiterianos y bautistas, este avivamiento fue articulado por Gilbert Tennent, Jonathan Edwards, George Whitefield y, más tarde, John Wesley.2 La mejor descripción de una renovación tan trascendental es que es identificable por la amplia geografía del avivamiento y su tendencia en hacer un llamado a tanta gente a un despertar espiritual.

Unos años más tarde, cuando el Gran Avivamiento pasó al olvido y no era la atención de las iglesias, Dios levantó a evangelistas como Charles G. Finney, James McGready, Barton Stone, así como los pastores Lyman Beecher y D.L. Moody. Esta fiebre por el avivamiento y la subsiguiente renovación se llamó más tarde el Segundo Gran Avivamiento, que ocurrió de 1795 a 1840.3 Este avivamiento se perpetuó en todos los estados y territorios de los Estados Unidos de Norteamérica a través de eventos como los Avivamientos del Campamento Fronterizo, campañas de los metodistas y los del Movimiento de Santidad. Aunque este movimiento aumentó drásticamente la asistencia a la iglesia, fue más notable en movimientos sociales como el de la abolición, la prohibición, el movimiento por los derechos civiles y el sufragio femenino. A diferencia de su predecesor, este despertar tuvo un impacto en las comunidades, la cultura y la política. El Segundo Gran Avivamiento es considerado por muchos como el nacimiento del cristianismo evangélico moderno.

Los avivamientos de santidad no se habían desvanecido cuando el siguiente avivamiento trascendental llamado “Movimiento Pentecostal” irrumpió con manifestaciones notables y maravillosas desde la costa este hasta la costa oeste de los Estados Unidos. Pero a diferencia del aislamiento de los movimientos geográficos anteriores en Europa Occidental y Norteamérica, este nuevo avivamiento que ocurrió a finales del siglo XX se extendió por todo el mundo, hasta lugares como Finlandia, Corea, India, Chile y África.4 Comenzando con un hambre por ver “manifestaciones de poder” y “santificación”, estos movimientos eran imparables en sus ramificaciones espirituales. Ya no dominado por los bautistas y metodistas, este gran avivamiento se conoció por el término “fuego pentecostal”, ya que no conocía fronteras de género o etnia. Nombres como Phoebe Palmer, Andrew Murray, John G. Lake, Charles Fox Parham, William Howard Durham, Gaston B. Cashman, William Seymour, Minnie Abrams, Pandita Ramabai y A.J. Tomlinson son sinónimos de este avivamiento espiritual.

Cuando la notoriedad y la controversia del avivamiento pentecostal empezaron a disminuir a mediados del siglo XX, surgió otra renovación espiritual de una fuente improbable. Un sacerdote episcopal llamado Dennis Bennett compartió su experiencia personal de ser bautizado con el Espíritu Santo y la posterior manifestación de dones espirituales. A continuación, este mismo fenómeno se produjo en VanNuys, California, en una iglesia presbiteriana, y en Lafayette, Luisiana, en una parroquia católica romana. Al mismo tiempo, Kathryn Kuhlman, una evangelista conocida por su fe en la sanidad se hizo prominente en este nuevo movimiento que ahora estaba siendo llamado “la Renovación Carismática”. Mas adelante, Dios usó en el don de sanidad al evangelista Oral Roberts, y él abrazó este movimiento y, desde la década de 1960 hasta 1980, el movimiento carismático aumentó en todo el mundo.5 Aunque a menudo fue cuestionado por sus diferencias teológicas al movimiento pentecostal anterior, éste produjo un gran avivamiento y un efecto transformador en el culto, trayendo consigo una alabanza viva, formas expresivas de oración pública y manifestaciones espontáneas del Espíritu que no se habían visto antes en otros avivamientos.

Desde la Gran Reforma, hay algo significativo en la historia del cuándo y dónde se han producido los grandes avivamientos. Estos avivamientos ocurren cuando la gente tiene hambre de Dios, ya sea que esté dirigida hacia la piedad en Jesucristo o centrada en la renovación espiritual a través de la morada del Espíritu Santo. Walter J. Hollenweger nos ha prestado un enorme servicio a quienes deseamos comprender el significado del avivamiento. Nos anima a reconocer cuándo se produce en la vida de las personas y en las iglesias, independientemente de su raza, etnia, sexo o incluso en qué parte del mundo ocurren. Él escribe sobre el asombroso crecimiento de pentecostales, carismáticos y aun neopentecostales y neocarismáticos independientes que incluyen a los bautistas, luteranos, presbiterianos, católicos romanos y una miríada de otras denominaciones. Aborda los nuevos avivamientos y la escisión de congregaciones para señalar el fallido proceso de comunicación entre las congregaciones existentes y los movimientos más nuevos. Atribuye los grandes avivamientos a algunas similitudes notables que los ministros y sus iglesias pasan por alto en su afán por defender su territorio eclesiástico. Estos sorprendentes avivamientos se producen cuando nuevos estilos de espiritualidad y culto resultan útiles a los creyentes; cuando se alcanzan nuevos conversos a través de metodologías no utilizadas por las congregaciones existentes, y cuando el crecimiento de la iglesia está motivado por el crecimiento espiritual del creyente. Por último, reconoce que hacemos comparaciones impías e innecesarias con los movimientos del pasado y con las renovaciones espirituales actuales.6

La pregunta cargada que debemos responder se refiere a los efectos actuales y los efectos duraderos del avivamiento. El Segundo Gran Avivamiento y el movimiento pentecostal dejaron naciones, comunidades, empresas, escuelas, iglesias e individuos cambiados en sus vidas espirituales a nivel personal y en sus interacciones públicas con los demás, especialmente con los no creyentes. Cuando ocurren grandes avivamientos, hay transformación, y siempre harán la diferencia en las vidas que han tocado. El libro de Willis Hoover sobre el avivamiento chileno señala este hecho. Él escribe:

Hay hombres en varias partes de Chile que actualmente dirigen congregaciones. En el pasado eran delincuentes y hombres temibles por sus delitos. Hay muchos hogares felices y familias reunidas. Muchos hombres de oficio que antes eran una carga pública ahora son útiles y productivos para el estado. Su transformación se debe a la iglesia pentecostal. Hay de toda clase de hombres... de mujeres de confianza... y se espera que la iglesia supla la demanda de buenos trabajadores.7

Esta es solo una nación [entre tantas] impactada por el avivamiento. Nuestro deseo hoy debe ser tener avivamientos que más allá de mantener a nuestros miembros ocupados y en los servicios de la iglesia, produzcan vidas cambiadas por el poder del Espíritu Santo; que pueden, a su vez, ayudarles a influenciar a sus comunidades.

WALLACE PRATT, DMIN | OBISPO DE LA REGIÓN DEL IOU
Wallace Pratt es el obispo regional de la Iglesia de Dios de la Profecía en la región de Idaho, Oregón, Utah (y la Nación Navajo). Nació en una familia de la Iglesia de Dios de la Profecía y ha sido cristiano y miembro de la Iglesia desde una edad temprana. Sirve al Señor y a la Iglesia como administrador, maestro, evangelista, y pastor de los pastores de su región. Está casado con Judy Pratt y tiene dos hijas y cinco nietos.

1. Bruce L Shelley, Church History in Plain Language (Nashville, TN: Thomas Nelson Publishers, 2008), 325–326.

2. Christiane Leigh Heyrman, “The First Great Awakening,” Divining America, TeacherServe©, National Humanities Center, accedido el 15 de octubre de 2024, https://nationalhumanitiescenter.org/tserve/eighteen/ekeyinfo/grawaken.htm.

3. Randal Rust, “The Second Great Awakening,” R. Squared Communications, American History Central, 2023, accedido el 15 de octubre de 2024, https://www.americanhistorycentral.com/entries/second-great-awakening/.

4. Allan Anderson, Spreading Fires: The Missionary Nature of Early Pentecostalism (Maryknoll, NY: Orbis Books, 2007), 18–24.

5. Mark Waite, “Where Did the Charismatic Movement Start,” Christian.net, accedido el 15 de octubre de 2024, https://christian.net/theology-andspirituality/where-did-the-charismatic-movement-start/.

6. Walter Hollenweger, Pentecostalism: Origins and Developments Worldwide (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 1997), 362–363.

7. Willis Collins Hoover and Mario G. Hoover, History of the Pentecostal Revival in Chile (Santiago, Chile: Imprenta Eben-Ezer, 2000), 168.

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