7 minute read

Alcanzar a los que nunca han asistido a la iglesia y a los que se han alejado: ¿Quieres ser mi amigo

¿Quieres ser mi amigo?1

Es un hermoso día en este vecindario

Un hermoso día para [conocer a] un amigo

¿Serás mi amigo?

¿Podrías ser mi amigo?

Es un excelente día en este hermoso bosque

Un excelente día para disfrutar de la belleza

¿Serás mi amigo?

¿Podrías ser mi amigo?

Siempre he querido tener un amigo como tú

Siempre he querido vivir en un vecindario contigo

Aprovechemos al máximo este hermoso día

Ahora que estamos juntos debemos decir:

¿Serás?

¿Podrías ser?

¿Quieres ser mi amigo?

El Sr. Fred Rogers ganó amigos demostrando constantemente amabilidad, respeto y aceptación hacia todos, especialmente hacia los niños, a través de su programa televisivo —El vecindario del señor Rogers. Creó un sentimiento de comunidad acogiendo a los telespectadores en su casa, interactuando con ellos directamente y abordando importantes temas de la infancia con honestidad y empatía. También amplió su definición de “prójimo” para abarcar a cualquiera que necesitara cuidados y apoyo, independientemente de su procedencia o ubicación.

¿Qué podemos aprender de esto?

Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. (Mateo 22:37–40)

Aquí Dios menciona nuestros mayores propósitos en la tierra: amarle y ser buenos mayordomos de nuestra comunidad, comprometernos a llevar shalom (paz) a nuestras esferas de influencia —ser un buen prójimo. Este llamado a comunidad y shalom puede aun llevarnos a redefinir quién consideramos que es nuestro prójimo.

La declaración que nos ofrece el Evangelio de Lucas –“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (19:10)– es un tema central de la fe cristiana, que enfatiza el propósito de Jesús al venir a la tierra. Destaca su misión de llegar a los que están separados de Dios por el pecado, ofreciéndoles la reconciliación y la salvación, según el Nuevo Testamento.

Jesús es nuestro modelo. Debemos ser Sus manos y Sus pies. Su plan es nuestro propósito.

Jesús tenía una manera única de acercarse a Sus seguidores y de relacionarse con las personas alejadas de Dios. Esto implicaba principalmente ser amigo, aun de los pecadores. Cuando Jesús caminaba por la tierra, se le llamaba “amigo de los pecadores”. Jesús se relacionaba con los marginados de la sociedad —prostitutas, recaudadores de impuestos, oprimidos. Ser amigo de los pecadores no significaba que Jesús comprometiera Sus principios. Nunca participó ni dio Su aprobación a los descarriados, pero se preocupó lo suficiente como para llegar a conocerlos. Cuanto más se acercaba a ellos, más sabían que se preocupaba por ellos.

Forjar relaciones es una parte esencial para llegar a los que no han asistido a la iglesia y a los que se han alejado de ella. Fue este sentir por la gente lo que Jesús depositó en Sus primeros seguidores. Estos hombres estaban saturados de prejuicios y se apresuraban a juzgar a las personas sólo por su origen cultural o sus malas elecciones. Jesús trabajó duro para romper esas barreras, lo que significaba llevar a Sus seguidores a lugares que al principio les resultaban incómodos. Los llevó a Samaria (un territorio prohibido al norte de Jerusalén) para encontrarse con una mujer junto a un pozo. Les ordenó cruzar el mar de Galilea, adentrándose en territorio no judío, para encontrarse con un hombre lleno de demonios. Los condujo hacia el norte, a Tiro, una ciudad gentil fuera de las fronteras de Israel, para encontrarse con una mujer desesperada que buscaba sanidad. Condujo a sus hombres a Cesarea de Filipo, donde la gente practicaba todo tipo de cultos paganos.

¿Por qué hizo esto Jesús? Quería que Sus seguidores aprendieran una lección especialmente importante: A Dios le importa la gente. No hay nadie que esté fuera del alcance de la gracia de Dios. Quería que comprendieran que debían ir a la gente, ya que, en la mayoría de los casos, los que más necesitan a Dios no vendrán a ellos. La misma lección se aplica a nosotros hoy.

A Dios le importa todas las personas. Seguir a Jesús y unirnos a Él en Su misión significa que debemos aceptar el hecho de que cada persona es importante para Dios. Nunca ha conocido a una persona a la que Dios no ame. Nunca ha visto a una persona que esté tan lejos que Dios no pueda llegar a ella. Es muy probable que las personas que más necesitan a Cristo no asisten a la iglesia. Por eso Jesús le envía a usted a ellas.

El primer paso para vivir “en la misión” es empezar a mirar a su alrededor y ver a las personas que Dios ya ha puesto en su vida que lo necesitan. Piense ahora mismo, ¿quiénes son las personas en su vida que no conocen a Cristo? Pueden ser personas que viven cerca o con quienes trabaja. Tal vez son personas que frecuentan los mismos lugares que usted. Pídale a Dios que le abra los ojos.

Después de verlos y conocerlos, conviértase en su amigo. Quédese el tiempo suficiente para mantener una conversación. Dedique tiempo a conocerlos. Mantenga el contacto visual. Comparta su corazón. Escuche. Esto puede significar conversar con su vecino cuando sale a sacar la basura. Puede significar iniciar una conversación con un compañero de trabajo para conocer mejor su historia personal.

Al principio, esto puede hacerle sentir un poco incómodo. Recuerde que Jesús ponía a Sus discípulos en situaciones incómodas intencionadamente, a menudo sacándolos de su zona de confort. Pero cuanto más se esfuerce por superar ese sentimiento inicial de incomodidad, más se sorprenderá de cómo Dios pondrá en su vida a personas que sufren para que usted las toque. Esto es vivir en la misión “al estilo de Jesús”.

El mayor obstáculo para cumplir con el Gran Mandamiento es el TIEMPO.

Vivimos en tensión entre lo urgente y lo importante. Cuando nuestras prioridades están determinadas por la urgencia, nuestras vidas no se alinean con nuestras intenciones. Jesús logró muchas cosas, pero Su vida nunca fue apresurada. Tenía tiempo para la gente y para las conversaciones. ¿Vivimos a un ritmo que nos permite estar disponibles para los que viven a nuestro alrededor? Jesús tenía tiempo para las interrupciones; ¿lo tenemos nosotros? ¿Qué tenemos que hacer para cambiar el ritmo de nuestras vidas y estar más disponibles para los que viven a nuestro alrededor?

En La vida que siempre ha querido, John Ortberg afirma: “La prisa es el gran enemigo de la vida espiritual en nuestros días”.2 Él usa la frase “la enfermedad de las prisas” y continúa diciendo que la razón por la que las prisas son tan peligrosas es porque el amor y las prisas no son compatibles. “El amor siempre lleva tiempo, y tiempo es lo único que no tienen las personas apresuradas”.

Alcanzar a los que nunca han asistido a la iglesia y a los que se han alejado es construir relaciones genuinas. Debemos centrarnos en compartir cómo la fe ha moldeado nuestras vidas, contando nuestra historia. A la gente le atrae la autenticidad. Theodore Roosevelt dijo: “A la gente no le importa cuánto tú sabes hasta que saben cuánto ellos te importan”.

Nos demos cuenta o no, la gente nos pregunta: “¿Quieres ser mi amigo?”.

1 “Won’t You Be My Neighbor,” music and lyrics by Fred M. Rogers (McFeely-Rogers Foundation, 1990), Mister Rogers’ Neighborhood, https:// www.misterrogers.org/videos/wont-you-be-my-neighbor/.

2 John Ortberg, The Life You've Always Wanted: Spiritual Disciplines for Ordinary People (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2015).

OBISPO STACY TUTTLE | SOMERSET, KENTUCKY

El pastor Stacy Tuttle sirve actualmente como el pastor principal de la iglesia New Beginnings Worship Center en Somerset, Kentucky. Recibió su licencia ministerial de la Iglesia de Dios de la Profecía en 2015, y fue ordenado obispo durante la Asamblea Internacional en 2022. Él y su esposa, Valerie, llevan casados 17 años y tienen cuatro hijos. Los Tuttle creen que la gracia de Dios debe extenderse a todos, lo cual Él hace a través de nosotros, los instrumentos que Él utiliza para Su obra.

This article is from: