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No es una historia de tirillas cómicas: Su fe es real
Daniel 3:16-18 dice:
“Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado”.
Los personajes de tirillas cómicas como Batman, Superman, Iron Man y Hércules, de los años sesenta y setenta, nos cautivaron a muchos de nosotros en nuestra infancia. Más adelante, se convirtieron en dibujos animados y programas de televisión y, luego, como superproducciones cinematográficas, recaudando millones de dólares en los cines. Gente de todos los rangos sociales acudían a los cines para ver estas películas que nos hacían sentir bien, con personajes impresionantes que se enfrentaban al crimen, la injusticia, la crueldad y la maldad para vencer y triunfar. Cada personaje tenía un superpoder, una habilidad que superaba la capacidad humana. Batman tenía su cinturón de herramientas; Superman podía volar, era más rápido que una bala y más potente que una locomotora; Iron Mantenía su traje impenetrable; y Hércules, un semidiós (mitad humano, mitad dios) de la mitología griega, era más fuerte que cien hombres. Estos personajes de tirillas cómicas, cuyas historias pasaron a ser películas, les ofrecían a los espectadores un escape momentáneo de la realidad, de los tiempos tumultuosos y de los peligros de la vida. También transmitían la esperanza de un tiempo de paz y la de un libertador alguien que trajera una mejor vida o, al menos, a hacer que la vida fuera más normal. La mayoría de nosotros disfrutamos estas películas.
En la Biblia, leemos las historias de otros personajes, pero estos sí son reales. En el libro de Daniel, los tres jóvenes hebreos –Sadrac, Mesac y Abednego– se negaron a postrarse ante la maldad de su tiempo y fueron arrojados al horno de fuego. Daniel fue arrojado al foso de los leones porque oraba y honraba a Dios y se negaba a adorar al rey, pero salió de allí sin sufrir daño alguno (Daniel 6). ¿Y qué de Sansón? La presencia del Señor se apartó de él y perdió su poder y su vista por involucrarse con Dalila; pero cuando invocó al Señor, Dios le devolvió la fuerza, y derrotó a los filisteos y a su dios, Dagón (Jueces 16:23-31). Así como en las películas, estas historias nos hacen sentir bien, y sería fácil mirar a estos y otros hombres y mujeres de la Biblia como miramos a los héroes de las tirillas cómicas. Realmente es una experiencia maravillosa leer sobre semejante esperanza y victoria. La diferencia es que ninguno de ellos (Sadrac, Mesac, Abednego, Daniel o Sansón) eran personajes de tirillas cómicas. Tampoco eran personajes de ficción invencibles que nunca podían morir. Sus relatos no son historias para simplemente hacernos sentir bien. Son historias de personas reales que vivieron amenazas reales contra sus vidas. Su sufrimiento fue real, pero también sus victorias; todo en sus vidas fue real.
La Biblia y la historia registran que muchas personas han sufrido por el evangelio, pero se aferraron a su fe en Dios y vieron grandes victorias. Hebreos dice que la fe honra a Dios, y a través de actos de fe, la gente común (como usted y yo “…conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros… Otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno…” (11:33-38).
Todos estos hombres y mujeres depositaron su fe y confianza en Dios, a pesar de todo, y le hicieron frente a la maldad de su tiempo. Ellos enfrentaron sufrimientos reales y amenazas de muerte reales, pero lo más importante es que el Dios al que adoraban y servían era aún más real. Su fe en Dios era verdadera, y esa fe (en Dios) era su superpoder. Hebreos 11:39 dice que “todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe”.
Sus desafíos, las amenazas de la vida y su sufrimiento son reales, ¡pero el Señor Dios a quien usted adora y sirve es aún más real! Su superpoder es la fe. Usted la tiene y es real. Pero, como le diría mi pastor a usted y a mí: “Tiene que estirarla, ejercitarla y utilizarla”.
Vanessa Bell Armstrong, cantante de música góspel, lo dice claramente en su himno “Fe que conquista”,
Tengo la fe que ve lo invisible Espera lo increíble
Recibe lo imposible
Fe para visualizar mi libertad…
Fe para alcanzar lo inalcanzable
Fe para luchar contra lo invencible
Fe para remover lo inamovible
La fe que se mantiene invencible
Fe que puede conquistar cualquier cosa https://www.youtube.com/watch?v=QVhUjmj2kzQ (Solamente en inglés)
Cuando era pequeño, mi padre solía cantar el himno “Tienes ríos” escrito por Jimmy Swaggart, que dice:
Tienes ríos que crees no puedes cruzar
Tienes montañas que crees no puedes escalar
Dios es experto en lo imposible
Él hace lo que otros no pueden hacer
Jesús ejerció este tipo de fe cuando confrontó a los líderes judíos durante la Pascua:
“Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Mas él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho”. (Juan 2:19-22)
Lo animo junto con el escritor de Hebreos, “No [pierda], pues, [su] confianza, que tiene grande galardón” (10:35).
Su fe es real. Así como Jesús, ejercite su fe y verá a Dios hacer lo indescriptible.