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Relatos náuticos

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Markus “Max” Auer: “Durante la vuelta al mundo, cuando llegaba a un destino, me sentía de alguna manera embajador del CN Altea y allí a donde iba dejaba su bandera “

De origen Alemán, Markus “Max” Auer (socio nº 240 del CN Altea) lleva viviendo en el mediterráneo desde 1965. Cinco años después, Max solicitó la reserva de un amarre en el Club Náutico de Altea para un velero de trece metros, pero el aún no tenía barco y se encontraba buscando su velero ideal por todo el mundo: un barco seguro, fuerte y que aguantará mucho más que el; hoy en día este barco recibe el nombre de “Safina” y se encuentra en el varadero del club esperando el próximo gran viaje.

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¿Cómo surgió el plan de dar la vuelta al mundo? Dar la vuelta al mundo en un velero siempre fue un sueño que tuve y, además, me gustaba viajar a países lejanos. Después de varios años de preparación y puesta a punto del Safina para el gran viaje, en noviembre del 1994 partí del Club Náutico de Altea para dar la vuelta al mundo. En un principio iba a ser un plan de 4 o 5 años pero al final tarde más de 20, porque cuando encontraba un sitio seguro para dejar el barco me volvía en avión a mi casa de altea para seguir viviendo aquí también. He dado la vuelta al mundo a plazos; al mismo tiempo que conocía varios países y lugares mantenía mi vida en España y las relaciones con mis amigos.

¿Qué recorrido hiciste? El trayecto empezó en Altea hacia las Islas Canarias y después por varias islas de Cabo Verde. De ahí fui a Brasil con la primera parada en Fernando de Noronya para después recorrer el país hasta Uruguay y Buenos Aires. Por límites de estancia hice este recorrido dos veces. Seguí navegando hacia el sur hasta Rio Gallos y Magallanes. Ya en el pacífico fui aun más al sur hacia Cabo de Hornos, entrando por los canales de Chile y Patagonia hacia Porto Mont y Valdivia. En la isla Juan Férnandez (Robinson Crusoe Island) me encontré con otro velero de Altea, el “Nicole” del Capitán Kurt. Tras llegar Chile hice un parón largo para pasar la época de huracanes, donde visite la Isla de Pascua, Perú, Marquesas y Tuamotus, Tonga, Fiji, Vanuatu y Brisbane (Australia). Luego fui a Nueva Zelanda y di varias vueltas otra vez a Fiji, Tonga, Samoa, Australia, Nueva Caledonia y Vanuatu; en esta zona pasé casi 10 años en total. La última y larga etapa continuó hacia el norte de Australia, Bali, isla Mauricio, isla Reunión, sur de África por el Cabo de Buena Esperanza, Namibia, Santa Elena, João Pessoa (Brasil), Guayana Francesa; y de ahí al caribe donde pase más de un año en Trinidad y Tobago durante la época de huracanes. Antes de volver a España pase por Antillas, Azores, Portugal, Gibraltar y de ahí vuelta a mi casa en Altea.

¿Qué consejo le darías a alguien que quiera cruzar el atlántico? Que adquiera conocimientos muy amplios, de todo, de electricidad, de técnica, de carpintería, de medicina. Cuando viajas por mar en un velero, sobretodo en larga distancias, tienes que tener un conocimiento básico de todo, usar la cabeza y no tener miedo.

¿Cuál era tu experiencia navegando antes de tener el Safina? Empecé a navegar cerca de la costa, a mi novia de entonces también le interesaba y aprendimos juntos. Había navegado en vela ligera con un 470 y también tuve un velero pequeño pero experiencia en viajes largos no tenia, lo aprendí sobre la marcha cuando me compre el Safina. También había navegado de pasajero aquí en el mediterráneo con veleros de una empresa que en la temporada de invierno organizaba salidas a muy buen precio y a veces en condiciones no muy agradables. Hice varios viajes con ellos a tripulación completa y, cómo en invierno normalmente éramos solo dos clientes, aprendí mucho de ellos y cogí bastante práctica en condiciones extremas, eso me sirvió de mucho.

¿Cuál es la historia del Safina? En el año 1984 vendí un negocio que tenía en Benidorm, eso me dio tiempo y dinero para buscar el tipo de velero que desde hace años tenía ya en mente. Recorrí medio Europa buscándolo y no lo encontré, hasta que de repente una agencia que vendía barcos en Holanda me avisó de que en Singapur había un barco de las características que yo les había dicho. Cogí el próximo avión para verlo y una vez allí, lo compre y lo puse en condiciones para traerlo navegando a España parando por varios lugares en el camino, hasta que llegue a altea en el 1987 donde yo ya tenia mi casa.

¿Como recuerda el Club Náutico en aquella época?

En aquella época, el edificio de la sede actual aún no existía. Donde esta hoy en día la Cruz roja estaba la sede del club, en un pequeño contenedor. Lo recuerdo muy agradable y familiar, mucho menos ordenado pero mucho más tranquilo.

La relación con el club siempre ha sido y sigue siendo muy buena. Incluso cuando me fui a dar la vuelta al mundo sentía que seguía vinculado a pesar de haber dado de baja el amarre y pasarme varios meses fuera. Durante los viajes, cuando llegaba a un destino, me sentía de alguna manera “embajador” del Club Náutico de Altea, incluso llegué a enviar al club varias cartas y postales sobre mi viaje y solicitando banderas del club para dejar una en cada destino.

¿Alguna experiencia destacable de la vuelta al mundo?

Tuvo lugar bastante al sur del mar rojo, en un grupo de islas llamadas Hanish al Kabir, en concreto en la isla Atair a las que llegamos justo antes del anochecer. Después de anclar vimos que detrás de cada piedra había una cabeza y un rifle, justo después nos dimos cuenta de que había dos lanchas abiertas con fuera borda muy potentes; eran soldados desertando de Eritrea que estaban de camino a Yemen. No nos quedaba más remedio que ir hacia ellos sin esperar a que ellos vinieran a nosotros, entonces fuimos con el Dingui a hablar con el jefe y les pregunte si necesitaban agua y respondieron: “no, agua tenemos, pero queremos tabaco, azúcar, etc...” Yo volví al barco, menos mal que tenía todas esas cosas, se las llevé. Pasamos un rato con ellos tomando un té dulce y hablando de nada. Después volvimos al barco donde pasamos una mala noche, teníamos miedo de que nos sorprendieran a media noche porque ellos no se creían que éramos solo dos hombres a bordo, seguramente se pensaban que íbamos con mujeres.

¿Cuál es la siguiente aventura que le deparará al Safina? Después de más de 20 años recorriendo el mundo volvía al Club Náutico de Altea para repostar y reacondicionar el barco, que ya estaba en un lamentable estado. Esto ha sido lo que he estado haciendo en los últimos años hasta que, el pasado mes marzo, tuve que paralizar el trabajo ya que debido a la pandemia el club se vio obligado a cerrar al público. Mi plan era dejar listo el barco para en septiembre poder partir hacía el caribe y después visitar de nuevo la polinesia francesa, pero con el retraso de las reparaciones he tenido que posponer el viaje al año que viene, siempre y cuando la situación lo permita. De momento la mayoría de los puertos del mundo están cerrados para veleros de crucero como el Safina y las paradas son muy limitadas. La “libertad en los mares” ahora no existe pero espero que pronto todo se normalice y así poder encontrarme otra vez con viejos compañeros y amigos que me he ido encontrando en todos los mares del mundo.

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