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1.2.2 El muro es espacio

Fig. 1.17 La Rambla - Barcelona / Fig. 1.18 Paseo de Gracia - Barcelona Fuente: Imagen tomada por autores
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1.2.2 El muro es espacio
Uno de los ejemplos que representa como una infraestructura se convirtió en símbolo de la frontera moderna más austera, fue el muro de Berlín. Entendiendo que más allá de las implicaciones y significado geopolítico que tuvo, las repercusiones en una sociedad que no necesariamente tenía diferencias políticas, religiosas o étnicas; fueron “únicas y brutales”. A pesar de que actualmente, el muro ha quedado marcado en la ciudad como una línea que pretende preservar la memoria de la barrera; en su momento estuvo conformado por una “... trilogía de líneas: la línea de frontera entre las dos partes de la ciudad, el muro exterior y el muro interior.” (Rabazo, 2013). En ciertos puntos de la ciudad, los dos primeros coincidían ocasionalmente; pero nunca el muro exterior y el interior convergían, haciendo de la separación un “vacío mortal”. Si bien la unidad de esta trilogía no puede entenderse como infraestructuras separadas sin que pierda su significado; el muro se convierte en un espacio pulsante, que se dilata y contrae en toda su extensión.
La caída del muro no solo significó el fin de la Guerra Fría, sino también la conquista por parte de los berlineses de la libertad, tolerancia y humanidad. A partir de este momento el muro “…ya no separa más el Este del Oeste, sino que se convierte en una frontera temporal que separa lo construido de lo que queda por construir” (Rabazo, 2013). En el momento en que el muro desaparece, surge el vacío. Asociado a la aparición de este vacío en la estructura urbana de la ciudad, surgen nuevos espacios y comportamientos. Es en el vacío donde recae toda la carga significativa.
La herida que dejó en la ciudad tardó en cicatrizar. Entendiendo que herida es la discontinuidad de la piel, y que tiende a la linealidad, la solución o suturación de esta herida lleva consigo una “…continuidad transversal, ponemos en contacto sus dos márgenes para que la piel pueda reunificarse” (Rabazo, 2013). Los dos márgenes a los que se refiere Marta Rabazo en su tesis, se presta a dos interpretaciones. El contacto físico entre Berlín Oriental y Berlín Occidental; y el contacto y relación entre los habitantes de ambos lados. El vacío que surgió después de la caída del muro queda, no únicamente implantado en la estructura urbana, sino también como una cicatriz social. La unicidad que implicó la construcción y la caída del muro hace que se convierta en un elemento intrínseco de identidad de los berlineses,
“ …todos los que vivieron en sus proximidades tuvieron que convivir con él; mas allá de pertenecer a Este u Oeste, pertenecieron a un Berlín dividido por la presencia del muro. El muro es el eje común que articula los habitantes de Berlín, convirtiéndose en señal de identidad.” (Rabazo, 2013)
El vacío, que se extiende a lo largo de la trama urbana de Berlín, queda en la ciudad lleno de identidad y significado. El vacío se convierte en vehículo para articular la carga simbólica, y es donde se concentra toda su esencia. Después de los eventos que sufrió Berlín con la caída del muro, la ciudad quedó atrás en el tiempo; con proyectos como Potsdamer Platz (Fig. 1.19) las intervenciones urbanas y arquitectónicas pretenden posicionar a la ciudad en el siglo XX y XXI con la participación de arquitectos estrella. Comienza la implementación de estrategias y proyectos que sirvieron de bisagra, no sólo geográfica y física, sino histórica y social, para la resignificación del espacio público. Junto con este proyecto surgen otros, como el East Side Gallery, el Museo de la Topografía Del Terror (Fig. 1.20) y esquemas de actualización de una ciudad más lenta, con sistemas peatonales, de bicicletas entendiéndose como una ciudad verde.