Garabato

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Lisbeth Boschetti Rossana Almeida

Santiago Vรกsconez



Lisbeth Boschetti Rossana Almeida

Santiago Vรกsconez


ISBN: 978-9942-796-10-3 Primera edición, 2020 ©2020 Chacana Editorial www.chacanaeditorial.com Quito - Ecuador Textos: Lisbeth Boschetti. Ilustraciones: Santiago Vásconez y Rossana Almeida. Diagramación: Santiago Vásconez Y. Edición y corrección de estilo: María Alejandra Almeida y Santiago Vásconez Y. Musicalización: Green Tiki Records. Narración: María Victoria León. Producción Audiovisual: Santiago Vásconez Y. Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio, sin permiso del Editor. Impreso en Quito.




Apenas la profesora dijo a los alumnos que preparen el material para la clase, Julián vio un garabato en una de las páginas de su libro. De inmediato, cogió su lápiz y lo borró. Luego, ese mismo garabato apareció en el libro de Jonás que, sorprendido, arrancó la página y la tiró en el basurero. Pero el garabato, de nuevo, escapó y se refugió en el Ipod de Petra.


Allí permaneció quietecito unas cuantas horas, hasta que una fuerte sacudida lo asustó: un par de ojos lo miraban. Garabato se encogió, trató de no hacerse notar, pero fue tarde. Petra, a diferencia de los otros niños, con curiosidad, acercó su dedo y lo tocó. Al notar que podía moverlo, empezó a darle forma hasta que lo convirtió en una línea recta, luego juntó los dos extremos y dibujó un círculo; así, siguió jugando hasta convertirlo en una estrella.




Estaba tan feliz con el garabato que no oyó a la profesora llamándola: —Petra ¿se puede saber qué estás haciendo? —¡Eh!, nada..., es solo que... —Saquen sus cuadernos de copiado y anoten la lectura para mañana— dijo de nuevo la maestra. —Sí —contestó Petra cerrando la tableta y dejando a Garabato en la página trece.


Garabato, al principio se sintió extraño. Nunca antes había sido una estrella, ni un círculo, ni siquiera una línea recta; siempre había sido solo un simple garabato. Por primera vez, experimentó ser algo en concreto, y le gustó. Minutos después, vio asomarse a Petra. —Aquí te quedas, te volveré a ver cuando llegue a casa— y guardó el Ipod en la mochila.



Ya en casa, otra sacudida lo alertó. De inmediato, Garabato se escondió y se mantuvo allí hasta que Petra agitó su tablet tan fuerte, que salió disparado como un cohete hacia una de las paredes de la habitación y quedó pegado a una especie de plastilina en forma de flor. Mientras tanto, Petra vaciaba su mochila pensando que, a lo mejor de camino de vuelta a casa, su garabato podía habérsele caído.




Minutos después, Garabato aprovechó que Petra salió de la habitación para despegarse de la pared. Hizo todo lo que pudo y solo logró liberar una punta. Poco a poco cayó la noche y Garabato sintió miedo. Pero al mirar al techo, se dio cuenta de que estaba acompañado por decenas de estrellas que se iluminaron en la oscuridad y eso lo tranquilizó.



Cuando Petra regresó, reanudó la búsqueda. A pesar de que pasó cerca de Garabato muchas veces, no lo vio. Cansada se acostó en la cama y, antes de caer dormida, lo encontró estampado en la pared. Se levantó, lo despegó y se lo puso en la palma de la mano. Luego lo guardó en el estuche de lápices. Garabato pasó la noche en medio de los dibujos y los nombres que tenía el estuche de Petra.


Al amanecer del sábado, Petra pudo jugar con Garabato toda la mañana. Lo sacó del estuche y le dio diferentes formas: de estrella pasó a ser otra vez un círculo, luego un ocho, más tarde una especie de habichuela y, al final, una sonrisa. Petra estaba tan encantada que no paró hasta que lo transformó en un aro y se lo puso en el dedo; entonces, imaginó que se casaba con Jonás, el niño de su clase de quien estaba enamorada. Luego, Garabato fue una diadema y Petra se convirtió en una princesa y Garabato una varita mágica, que transformó a Jonás en un sapo.



Garabato, aprovechando su condición de varita mágica, intentó pedirse un deseo, pero no resultó. Boca abajo, como lo había dejado Petra, quiso saltar, aunque acumuló todas sus fuerzas, lo único que consiguió fue caer encima de la tecla de play del escáner y se evaporó, apareciendo en un mundo virtual.



Desde ahí, pudo ver a Petra buscándolo entre papeles, carpetas, el Ipod, la grapadora, el tarro de lápices y los cuadernos que tenía en su escritorio. Cuando no pudo más, Petra se sentó en la silla, estiró los brazos detrás de la nuca y se quedó mirando el techo.



En ese instante, Garabato, en vez de quedarse quieto, se descargó en la pantalla de la computadora y se anotó en el buscador Google. Allí, descubrió lugares inhóspitos y sorprendentes; aprendió que gracias a unos señores llamados Larry Page y Sergey Brin se podía navegar en el tiempo. Luego, cansado de saltar de una página a otra, se camufló en un fondo marino que Petra tenía como salvapantallas.



Petra se acercó a la computadora, pero siguió sin verlo. Entonces, escribió en el buscador KidRex: Garabato en forma de varita mágica. De inmediato, Garabato fue transportado a un cuento de hadas donde otros niños y niñas lo estaban mirando. Encantado, se dejó llevar por ese mundo de fantasía, desempeñando su papel de varita mágica.



Tras muchas horas de juego, Garabato se fue a descansar a la “Papelera”. Acolchado en un montón de palabras borradas, esbozos, ecuaciones imposibles, cientos de fotografías y cientos de conversaciones de chat, cayó en brazos de Morfeo, que en ese instante había sido desechado por un adolescente.



Mientras tanto, Petra seguía frente a la computadora buscándolo, cuando se le ocurrió que, aunque ella lo había dejado en forma de varita mágica, no era más que un garabato y bien podía haber vuelto a su forma original, así que escribió: Garabato que apareció en el aula de unos niños.



De inmediato, se descargaron aproximadamente 12.400 resultados en menos de un minuto y Petra encontró a Garabato en una larga lista de cuentos infantiles. Entonces, Garabato se quedó quieto, dignamente, como una auténtica varita mágica a la que se respeta. Al fin había encontrado su sitio.



Lisbeth Boschetti Nací en Ecuador un viernes 13. Soy quiteña, la quinta entre siete hermanos y una perra llamada Toti. De niña, cuando leí la colección de libros de la editorial Salvat que tenía mi padre en su biblioteca, supe que amaba todo lo que tenía que ver con las letras. Después, de adolescente, me di cuenta de que hacer amigos era más fácil cuando inventaba historias increíbles y, antes de que se me olvidaran, me puse a escribirlas.

Foto: Maria Primo

Varios años después viajé a España y estudié en la Escuela de Letras de Madrid y en la Escola d’escriptura Ateneu Barcelonés, en Barcelona. Ahora, de adulta, he sido corresponsal en España para revistas de Ecuador; he trabajado como Lector Profesional para algunas editoriales, he publicado cuentos infantiles y he editado dos libros sobre mi abuelo.

Santiago Vásconez Soy comunicador convencido de que las palabras tienen el poder para construir realidades. Amante de las letras, el diseño y la ilustración. He participado en las antologías de cuento corto Mínimal I y II, de cuento largo Luz Lateral II, en la Revista Matapalo y mis cuentos El viaje de Sr. Thomas e Invisibles fueron publicados por Girándula para la Maratón del Cuento 2018 y 2019. Este camino de letras, libros y gestión cultural, me llevaron a fundar y dirigir Chacana Editorial.

Rossana Almeida Nací en Ibarra, en Agosto de 1993. Soy mamá, bioquímica clínica y dibujante desde que tengo uso de razón. Me gusta realizar ilustraciones en estilo manga y a blanco negro. A lo largo de mi vida, descubrí el gusto por la elaboración de personajes en fieltro, la pintura de cerámica, vitral y mandalas en madera. Sueño con algún momento incursionar en la acuarela. Pienso que la materinad y el arte van de la mano, pues todo buen artista necesita una bella inspiración. Gracias a mis padres, a Erick y José Eduardo, por su apoyo y cariño incondicional.


¡Gracias por leer este libro! Ahora eres parte de la

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Garabato, de Lisbeth Boschetti forma parte de la colecciĂłn TIERRA de Chacana Editorial.

Š2020 Chacana Editorial Quito - Ecuador



Un garabato perdido en los cuadernos y libros de un aula de clase. ÂżQuĂŠ aventuras podrĂĄ atravesar?


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