Verónica Oviedo Buendía Rafael Carrasco
Verónica Oviedo Buendía ilustrado por: Rafael Carrasco
ISBN: 978-9942-796-12-7 Primera edición, 2020 ©2020 Chacana Editorial www.chacanaeditorial.com Quito - Ecuador Autora: María Verónica Oviedo. Ilustrador: Rafael Carrasco. Diagramación: Santiago Vásconez Y. Edición y corrección de estilo: María Alejandra Almeida y Santiago Vásconez Y. Musicalización: Green Tiki Records. Producción Audiovisual: Santiago Vásconez Y. Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio, sin permiso del Editor. Impreso por Soluciones Publicitarias. Impreso en Quito.
Para mis queridos chimuelos, niños de mi vida, pierdan muchos dientes, pero nunca las ganas de soñar. Vero
A Rafael y Leonardo. Rafa
Soy Pablo, estoy en quinto grado y tengo una hermana menor llamada Sara. Ella tiene cinco años. Es graciosa y testaruda. Hace poco, se aflojó su primer diente. Ella lo empujaba todos los días, pues le urgía que se desprendiera para ponerlo bajo la almohada, por lo del Ratón Pérez y la moneda.
Una tarde, parada frente al espejo del baño, con los dedos adentro de la boca, me dijo: —Ablooo audamee a afojar mi iente. —Espera, Sara. Si te lo sacas ahora, te dolerá —le respondí. —No, no y no, sácalo ya. Me molesta y me pica —dijo Sara con un chorro de babas que le colgaba hasta la quijada. Decidí no prestarle atención. Pronto se le pasará, pensé. Pero no fue así.
Como es tan testaruda, Sara no paró de aflojar su diente, hasta que sucedió: —¡Ablooo audamee. Mi iente e fue por e hueco! —gritó de repente. ¿Qué sucedió?... ¡Que el diente cedió, saltó y se fue por el drenaje! —Ayúdame, Pablo. Saca mi diente de ese hueco oscuro — suplicaba Sara mientras sus lágrimas rodaban sobre sus mejillas coloradas. Lo intenté varias veces, lo juro; sin embargo, el diente se había escurrido hasta el fondo. —Lo siento, no puedo hacerlo —le dije abrazándola con fuerza.
Esa tarde fue muy triste. Sara hizo su tarea y después, desanimada como nunca, se dirigió a la cama sin más. Yo iba a hacer lo mismo pero, en ese momento, vino a mi mente una historia de ratones y dientes perdidos, que quise compartir con Sara.
Entré a la habitación de mi hermana y le pregunté: —¿Estás despierta? —Sí —respondió mientras limpiaba su nariz con un trozo de papel que apretaba en la mano. —¿Quieres saber qué pasó con tu diente? —Se fue por el hueco, Pablo. ¡Se fue por el hueco! —Ya sé, pero… no creerás que el Ratón Pérez va a dejarlo ahí, ¿verdad?
Sara se secó las lágrimas y se sentó derechita sobre su cama para escucharme con atención: —Como ya sabes, el Ratón Pérez revisa por las noches las almohadas de los niños y se lleva sus dientes. —¿Y qué hace el Ratón Pérez con tantos dientes? —preguntó Sara. —Con ellos construye la luna. —¿La luna? —replicó Sara tapándose la boca con ambas manos. —Sí, Pérez es un ratón muy ocupado, construir la luna le toma mucho tiempo. ¡Su trabajo es muy laborioso!
—Bueno, Pablo, pero ¿qué pasó con mi diente? —preguntó Sara frunciendo las cejas. —Pues con los dientes que el ratón encuentra en los cajones, bolsillos y drenajes construye las estrellas. —¡¡Las estrellas!! —exclamó Sara con una sonrisa que dejaba al descubierto el espacio de su diente perdido. Y, tomándole de la mano, la acerqué hasta la ventana. Esa noche no hubo ni luna ni estrellas; volvimos la mirada y nos fuimos a dormir.
Al siguiente día, desperté con los alaridos de Sara, pues había encontrado la moneda que tanto deseaba debajo de su almohada. —¡Pabloooo! ¡Una monedaaa! —gritaba Sara mientras saltaba sobre su cama.
—Con esta moneda voy a comprar unos colores que pinten solos o unas alas de mariposa que me lleven a la luna. —¡Esas cosas no existen! —dije yo. —¡Sí existen! —dijo Sara. —¡Que no! —¡Que sí! —¡Que no! —¡Que sí! Entonces me callé y dejé que mi hermana imaginara feliz lo que podría comprar con su moneda.
Al caer la noche, Sara entró en mi habitación y me preguntó: —Pablo, ¿podemos ver las estrellas? —Mmm bueno, solo unos minutos —le respondí. Ambos nos acercamos a la ventana y, esta vez, el cielo estaba cargado de ellas. De pronto, una titiló con fuerza y nos deslumbró. —¡Ahí está mi diente Pablo, mira, ahí está! —dijo Sara.
Y tenía razón, pues esa noche brilló para nosotros la estrella más radiante que jamás había visto. Minutos después, aún sin entender cómo la historia que inventé para mi hermana se hacía realidad ante a mis ojos, la abracé y, susurrando, le dije: —¡Vamos Sara! Ya es hora de dormir.
Verónica Oviedo Buendía Soy Publicista y Comunicadora Social de profesión. Nací en Quito y actualmente vivo en Cuenca. Fui columnista en Diario El Mercurio, de Revista La Pluma de Diario El Tiempo y redactora de contenidos periodísticos en Revista Hogar. Mi primer cuento infantil titulado ¿Qué vas a ser cuando seas grande Josefina?, fue publicado por Editorial LIBRESA en noviembre del 2018. Mi primera novela infantil, El misterio de los gagones, fue publicada por Grupo Editorial SM octubre del 2019. La Literatura Infantil es la actividad, dentro de la escritura, que más satisfacción me da, porque que me permite servir.
Rafael Carrasco Soy animador 2D y 3D, dibujante e ilustrador. Mi primera publicación fué como coautor de la novela gráfica Ángelus Hostis con Santiago Páez. Actualmente soy ilustrador del suplemento infantil El Mercurito, también trabajo como caricaturista editorial para varios medios como el Mercurio, el Telégrafo y Primicias.
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El diente perdido, de Véronica Oviedo Buendía, forma parte de la colección AGUA de Chacana Editorial.
©2020 Chacana Editorial Quito - Ecuador
A Sara le urge desprender su primer diente flojo, pues anhela con todo el corazón la visita del Ratón Pérez. Una tarde, de tanto empujar y empujar, el diente salta de su boca y se escurre por el drenaje. Pablo, su hermano mayor, hará hasta lo imposible por recuperar el diente perdido, pero… ¿podrá lograrlo?