{ TODOS PARTICIPAMOS }
El placer de servir Gabriela Mistral Aportado por María Antonieta Ruiz
Toda naturaleza es un anhelo de servicio. Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco. Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú; Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú; Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú. Sé el que aparta la piedra del camino, el odio entre los corazones y las dificultades del problema.
La madre, la mejor obra de Dios Emma Bombeck Aportado por Blanca Esther Díaz
Hay una alegría del ser sano y la de ser justo, pero hay, sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir. Que triste sería el mundo si todo estuviera hecho, si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender. Que no te llamen solamente los trabajos fáciles ¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan! Pero no caigas en el error de que sólo se hace mérito con los grandes trabajos; hay pequeños servicios que son buenos servicios: ordenar una mesa, ordenar unos libros, peinar una niña. Aquél que critica, éste es el que destruye, tú sé el que sirve. El servir no es faena de seres inferiores. Dios que da el fruto y la luz, sirve. Pudiera llamarse así: “El que Sirve”. Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día: ¿Serviste hoy? ¿A quién? ¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?
Nuestros paseos
L
os residentes estamos interesados en realizar diversas actividades recreativas y culturales, así que en esta ocasión, visitamos el Mariposario en el Bosque de Chapultepec y el Museo Soumaya en Polanco.
D
ios, que estaba ocupado en crear a las madres, llevaba ya seis días trabajando horas extraordinarias cuando un ángel se le presentó y le dijo: -Te afanas demasiado, Señor. El Señor repuso: -¿Acaso no has leído las especificaciones que debe llenar el pedido? Esta criatura tiene que ser lavable de pies a cabeza, pero sin ser de plástico; llevar 180 piezas movibles, todas reemplazables; funcionar a base de café negro y sobras de comida, poseer un regazo que desaparezca cuando se ponga de pie, un beso capaz de curar todo, desde una pierna rota hasta un amor frustrado, seis pares de manos... Y el ángel confundido observó: -¿Seis pares de manos? Eso no es posible. -No son las manos el problema -agregó el Señor-, sino los tres pares de ojos. -¿Y eso es para el modelo normal? -inquirió el ángel. El Creador asintió: -Uno para ver a través de la puerta siempre que pregunte: ¡Niños! ¿Qué andan haciendo ahí adentro?, aunque ya lo sepa muy bien. Otro detrás de la cabeza para ver lo que más le valiera ignorar pero que precisa saber. Y, desde luego, los de adelante, para mirar a un niño en apuros y decirle, sin pronunciar siquiera una palabra: Ya entiendo, hijo, y te quiero mucho. El ángel le tiró de la manga y advirtió mansamente: -Vale más que te vayas a la cama, Señor. Mañana será otro día... -No puedo. Y, además, me falta poco. Ya hice una que se cura por sí sola cuando está enferma, que es capaz de alimentar a una familia de seis personas con sólo medio kilo de carne molida y de persuadir a un chiquillo de nueve años para que se esté quieto bajo la regadera. Lentamente el ángel dio la vuelta en torno a uno de los modelos maternales. -Me parece demasiado delicada -comentó con un suspiro. -¡Pero es muy resistente! -aseguró Dios, emocionado- No tienes idea de lo que es capaz de hacer y de sobrellevar. -¿Podrá pensar? -Claro. Y razonar y transigir. Por último, el ángel se inclinó y pasó un dedo por la mejilla del modelo. -¡Tiene una fuga! -No es una fuga. Es una lágrima. -¿Y para qué sirve? -Para expresar gozo, aflicción, desengaño, pesadumbre, soledad, orgullo. -Eres un genio, Señor. Y Dios, con un perfil de tristeza, observó: -Yo no se la puse.