Revista Bonavio número 9 Agro/ Mayo

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Agro magazine

VERDE

Proteger el campo es proteger el futuro PAG 8

SEMILLA

Agricultura regenerativa: Sembrar para sanar PAG 16

Del maíz

Guardianes

de la tradición al cacao

EDICIÓN 08

Descubre la empresa highlight de la edición

Foto:Unsplash

Cosecha de Mayo y tradición viva

¡Amigos del campo y la buena mesa! Es mayo, el mes en que la naturaleza se viste de gala y nos regala sus mejores frutos. Y con esa misma energía vibrante, ¡llega el primer número de su revista AGRO! Estamos emocionados de compartir con ustedes la riqueza de nuestro campo mexicano, un tesoro que florece con fuerza y tradición.

En esta edición inaugural, nos sumergimos de lleno en un movimiento que está revolucionando nuestros hogares y paladares: “Del Huerto a la Mesa: Lo Natural Está de Moda”. Descubran cómo cultivar sus propios alimentos y por qué cada vez más personas eligen lo fresco y lo orgánico. ¡Es un camino delicioso y saludable que nos conecta con nuestras raíces!

También, seremos testigos de “El Nuevo Rostro del Agro Mexicano”. Prepárense para conocer las inno-

vaciones, los emprendedores y las prácticas sostenibles que están transformando nuestro campo, llevándolo hacia un futuro más próspero y consciente. Es una mirada inspiradora a la evolución de un sector vital.

Y porque nuestras tradiciones son la base de nuestro presente, los invitamos a un viaje entrañable: “Del Maíz al Cacao: Guardianes de la Tradición”. Exploraremos la historia y el significado cultural de estos pilares de nuestra gastronomía, reconociendo a quienes día a día preservan su legado.

¡Bienvenido a la edición 9!

contenido

VERDE

Pág 8-12

SEMILLAS

Pág 13-18

HUELLAS

Pág 19-23

DIRECTORIO:

CASA EDITORIAL: VIGO PUBLICIDAD, SA DE CV

CONCEPTO Y DISEÑO EDITORIAL: BONAVIO BY VIGO

REDACCIÓN:

FERNANDA FIGUEROA

DISEÑO EDITORIAL: FERNANDA FIGUEROA

DERECHOS DE AUTOR Y DERECHOS CONEXOS, Año 2025 No. 09, BONAVIO® es una publicación mensual editada y publicada por Vigo Publicidad, S.A. de C.V., con domicilio en Real de Acueducto 300 piso 21 D1, Puerta de Hierro. 45116 Zapopan Jalisco. Tel: 33 120 03080 Editor Responsable: María Fernanda Figueroa Barragán. Tel 449 105 3989. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo: 04-2024-05171473400; Certificado de Licitud de Título y Contenido: en trámite ante la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación; Responsable de la última actualización: María Fernanda Figueroa Barragán, fecha de última modificación 28 de Mayo de 2025. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta Edición de BONAVIO®, sin autorización expresa y por escrito por parte del Consejo Directivo de Vigo Publicidad, S.A. de C.V. Vigo Publicidad, S.A. de C.V., no se identifica con las opiniones expresadas por sus lectores, colaboradores o autores en cualquiera de los artículos o secciones de la revista BONAVIO®, al igual que no se responsabiliza por la información publicada en las encuestas publicadas en su contenido ya que son una muestra de la opinión pública y no representan necesariamente la opinión de la población en general, siendo responsabilidad directa de la metodología implementada en estas las casas encuestadoras que las realizan, por lo que los lectores deben evaluar los resultados de las encuestas por su cuenta.

Proteger el campo es proteger el futuro

Foto: Unsplash
Por: Héctor Rodríguez Galicia

El campo, la tierra que nos alimenta y sostiene, es mucho más que un espacio de producción agrícola. Es un complejo ecosistema que juega un papel fundamental en la salud del planeta, la seguridad alimentaria y el bienestar de las comunidades.

Proteger el campo es, intrínsecamente, proteger nuestro futuro, asegurando la disponibilidad de recursos vitales, la preservación de la biodiversidad y la mitigación del cambio climático para las generaciones futuras.

La agricultura sostenible y las prácticas de conservación del suelo son pilares esenciales para esta protección. Métodos que minimizan el uso de agroquímicos, fomentan la rotación de cultivos, promueven la salud del suelo a través de la materia orgánica y conservan el agua son cruciales para garantizar la productividad a largo plazo sin degradar los recursos naturales.

Donde la agricultura es una actividad económica importante, la adopción de estas prácticas no solo beneficia al medio ambiente, sino que también asegura la viabilidad del sector a futuro.

La biodiversidad del campo es otro aspecto vital que debemos salvaguardar. Los paisajes agrícolas diversos, que incluyen áreas de vegetación nativa, linderos y corredores biológicos, albergan una rica variedad de flora y fauna.

Estos ecosistemas saludables son más resilientes a las plagas y enfermedades, y proporcionan servicios ecosistémicos cruciales como la polinización y el control biológico de plagas. La pérdida de biodiversidad en el campo debilita estos servicios y amenaza la estabilidad de los sistemas agrícolas.

La gestión responsable del agua en el campo es fundamental, especialmente en regiones como la nuestra donde el recurso hídrico puede ser limitado. La im-

plementación de sistemas de riego eficientes, la captación de agua de lluvia y la protección de las fuentes de agua son acciones necesarias para asegurar la disponibilidad de este recurso vital para la agricultura y para las comunidades.

Además de la producción de alimentos, el campo desempeña un papel crucial en la mitigación del cambio climático. Los suelos saludables actúan como sumideros de carbono, almacenando grandes cantidades de CO2 y reduciendo su concentración en la atmósfera. La deforestación y las prácticas agrícolas intensivas pueden liberar este carbono almacenado, contribuyendo al calentamiento global. Promover prácticas agrícolas que mejoren la salud del suelo y la conservación de la vegetación en el campo es una estrategia clave para combatir el cambio climático.

Proteger el campo también implica apoyar a las comunidades rurales y valorar su conocimiento tradicional. Los agricultores y las comunidades locales son custodios del territorio y poseen un profundo entendimiento de los ciclos naturales y las prácticas sostenibles. Fomentar su participación en la toma de decisiones y brindarles el apoyo necesario para adoptar prácticas agroecológicas es esencial para una gestión del campo que sea tanto efectiva como justa.

En definitiva, la salud del campo está intrínsecamente ligada a nuestro futuro. Las decisiones que tomamos hoy sobre cómo gestionamos y protegemos nuestros paisajes agrícolas tendrán consecuencias profundas en la disponibilidad de alimentos, la calidad del medio ambiente y el bienestar de las generaciones futuras en todo el planeta.

Invertir en la protección del campo no es solo una cuestión ambiental o económica, sino un acto de responsabilidad intergeneracional, una apuesta por un futuro más sostenible y resiliente para todos.

SOSTENIBILIDAD

que se siembra y se cosecha

La sostenibilidad, lejos de ser un concepto abstracto o una tendencia pasajera, encuentra su expresión más tangible y vital en el ciclo continuo de la siembra y la cosecha. En regiones con una rica tradición agrícola, comprender y aplicar la sostenibilidad que se siembra y se cosecha no solo asegura la productividad a largo plazo, sino que también protege el medio ambiente, fortalece las comunidades rurales y garantiza un futuro alimentario resiliente para todos.

La base de esta sostenibilidad radica en la adopción de prácticas agrícolas que respeten los límites de la naturaleza y promuevan la salud del suelo. La agricultura regenerativa, con su enfoque en la mejora de la biodiversidad del suelo, la reducción del uso de insumos sintéticos y la promoción de la captura de carbono, se presenta como un modelo clave.

Técnicas como la rotación de cultivos, la siembra de cobertura, la labranza mínima y el manejo integrado de plagas no

solo protegen la tierra, sino que también aumentan su fertilidad natural, reduciendo la dependencia de fertilizantes y pesticidas químicos.

La gestión eficiente del agua es otro pilar fundamental de la sostenibilidad que se siembra y se cosecha, especialmente en regiones donde el recurso hídrico es valioso. La implementación de sistemas de riego de precisión, la captación de agua de lluvia, la reutilización de aguas grises tratadas y la selección de cultivos adaptados a las condiciones locales son estrategias esenciales para asegurar la disponibilidad de agua a largo plazo sin agotar las fuentes.

La conservación de la biodiversidad en los sistemas agrícolas es crucial para su resiliencia. Fomentar la presencia de polinizadores, controlar biológicamente las plagas y preservar las variedades locales de cultivos no solo protege los ecosistemas, sino que también asegura una base genética diversa para el futuro. En Aguascalientes, la protección de las se-

millas criollas y el apoyo a la agricultura familiar que preserva estas variedades son acciones importantes en este sentido.

La sostenibilidad que se siembra y se cosecha también tiene una fuerte dimensión social y económica. Apoyar a los agricultores locales a través de precios justos, acceso a mercados y capacitación en prácticas sostenibles fortalece las comunidades rurales y promueve un sistema alimentario más equitativo. Fomentar la agroecología y los circuitos cortos de comercialización reduce la huella de carbono del transporte de alimentos y conecta directamente a los productores con los consumidores.

La innovación tecnológica también juega un papel importante en la sostenibilidad agrícola. El uso de sensores, drones, análisis de datos y agricultura de precisión permite optimizar el uso de recursos, monitorear la salud de los cultivos y tomar decisiones más informadas, reduciendo el impacto ambiental y aumentando la eficiencia.

En definitiva, la sostenibilidad que se siembra y se cosecha es un enfoque integral que abarca la protección del suelo, la gestión eficiente del agua, la conservación de la biodiversidad, el apoyo a las comunidades agrícolas y la adopción de tecnologías innovadoras.

Al priorizar estas prácticas, no solo aseguramos la producción de alimentos saludables para el presente, sino que también cultivamos un futuro donde la tierra siga siendo fértil, los recursos naturales estén protegidos y las comunidades prosperen en armonía con el medio ambiente en todo el mundo. La sostenibilidad, cuando se siembra con conciencia y se cosecha con responsabilidad, es la semilla de un futuro más próspero y resiliente para todos.

Foto: Unsplash

Del HUERTO a la MESA: Lo natural está de moda

En un mundo cada vez más industrializado y digitalizado, existe un creciente anhelo por lo auténtico, lo genuino y lo conectado con la tierra. Esta tendencia se manifiesta con fuerza en la gastronomía, donde el movimiento “del huerto a la mesa” ha dejado de ser una simple moda para convertirse en un estilo de vida y una filosofía culinaria que valora la frescura, la calidad y la trazabilidad de los alimentos.

La esencia del “del huerto a la mesa” radica en acortar la cadena de suministro de alimentos, llevando productos frescos y de temporada directamente desde el lugar donde se cultivan hasta el plato del consumidor.

Esto implica una estrecha relación entre agricultores, chefs y comensales, fomentando la transparencia sobre el origen de los ingredientes y promoviendo prácticas agrícolas más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente. Al eliminar intermediarios, se garantiza que los productos lleguen en su punto óptimo de maduración, conservando su sabor, nutrientes y aroma.

Esta tendencia no solo beneficia la calidad de los alimentos, sino que también tiene un impacto positivo en la economía local y en la salud de las comunidades. Apoyar a los productores locales a

Por: Marina Ivette Moreno Padilla
Foto: Unsplash

SEMILLAS

través de mercados de agricultores, ventas directas y colaboraciones con restaurantes fortalece la economía regional, crea empleos y fomenta un sentido de comunidad. Además, al consumir alimentos frescos y de temporada, se reduce la ingesta de conservantes, pesticidas y otros aditivos químicos, promoviendo una alimentación más saludable y nutritiva.

El movimiento “del huerto a la mesa” también impulsa la creatividad culinaria. Los chefs que trabajan directamente con los productores tienen la oportunidad de descubrir ingredientes únicos y experimentar con sabores frescos y de temporada. Esto se traduce en platos más innovadores, auténticos y llenos de sabor, que reflejan la riqueza de la tierra y la pasión de quienes la cultivan. Esta tendencia puede destacar la diversidad de productos locales como las uvas, los chiles, el maíz y las hierbas aromáticas, incluyendolos en creaciones culinarias sorprendentes.

La conexión con la naturaleza y el ciclo de las estaciones es otro aspecto fun-

damental de esta filosofía. Consumir alimentos de temporada nos permite sintonizar con los ritmos de la tierra, apreciar la abundancia de cada época del año y comprender el valor de los productos frescos. Visitar un mercado de agricultores o incluso cultivar un pequeño huerto en casa, algo cada vez más popular ,nos conecta directamente con el origen de nuestros alimentos y nos hace más conscientes de su valor.

En definitiva, la tendencia “del huerto a la mesa” va más allá de una moda pasajera; representa un retorno a los valores fundamentales de la alimentación: la frescura, la calidad, la sostenibilidad y la conexión con la comunidad. Al priorizar los productos locales, apoyar a los agricultores y valorar la autenticidad de los ingredientes, no solo disfrutamos de comidas más deliciosas y nutritivas, sino que también contribuimos a un sistema alimentario más justo, resiliente y respetuoso con nuestro planeta y con nuestra comunidad. Lo natural no solo está de moda, sino que representa un camino hacia un futuro más saludable y sostenible para todos.

Foto: Unsplash

Oficina León: jarturo@russellbedford.mx

russellbedford.mx Oficina Aguascalientes: martinez@russellbedford.mx

Agricultura regenerativa: Sembrar para sanar

Foto: Unsplash
Por: Roberto Uribe Q

En un planeta que enfrenta desafíos ambientales cada vez mayores, la forma en que cultivamos nuestros alimentos se ha convertido en un punto crucial de inflexión. La agricultura regenerativa emerge como un enfoque holístico que va más allá de la sostenibilidad, buscando activamente sanar la tierra, restaurar la biodiversidad y fortalecer la resiliencia de los ecosistemas agrícolas. La adopción de estas prácticas no solo puede revitalizar los suelos, sino también asegurar un futuro más próspero y saludable para las comunidades.

La agricultura regenerativa se basa en principios que imitan los procesos naturales. En lugar de depender de insumos sintéticos y prácticas intensivas que degradan el suelo, se enfoca en fortalecer la salud del suelo a través de la materia orgánica.

Técnicas como la siembra de cobertura, la rotación de cultivos diversificada, el compostaje y la aplicación de abonos orgánicos aumentan la fertilidad del suelo, mejoran su estructura y su capacidad de retención de agua, haciéndolo más resiliente a la sequía y la erosión.

Un componente clave de la agricultura regenerativa es la minimización de la alteración del suelo. La labranza convencional puede dañar la estructura del suelo, liberar carbono almacenado y reducir la actividad microbiana beneficiosa. Las prácticas de labranza mínima o nula preservan la integridad del suelo, fomentando un ecosistema subterráneo saludable que sustenta las plantas y secuestra carbono de la atmósfera, contribuyendo a la mitigación del cambio climático.

La integración de animales en los sistemas agrícolas regenerativos, manejados de manera holística, puede tener efectos positivos significativos. El pastoreo rotacional planificado puede mejorar la salud del suelo, estimular el crecimiento de

las plantas y aumentar la biodiversidad. El estiércol de los animales, gestionado adecuadamente, es una fuente valiosa de nutrientes orgánicos para el suelo.

La promoción de la biodiversidad es otro principio fundamental. La agricultura regenerativa fomenta la diversificación de cultivos y la integración de árboles y arbustos en los paisajes agrícolas (agroforestería). Esta diversidad no solo crea sistemas más resilientes a las plagas y enfermedades, sino que también proporciona hábitat para la vida silvestre, apoya a los polinizadores y mejora la salud general del ecosistema.

La agricultura regenerativa puede ofrecer soluciones a desafíos como la degradación del suelo y la escasez de agua. La adopción de prácticas que mejoren la retención de agua en el suelo y reduzcan la necesidad de riego puede ser especialmente beneficiosa en climas áridos y semiáridos. Además, la valorización de los conocimientos tradicionales de los agricultores, combinados con la innovación científica, puede generar soluciones adaptadas a las condiciones específicas de cada región.

Sembrar para sanar implica un cambio de paradigma en la agricultura, pasando de un enfoque extractivo a uno regenerativo. No se trata solo de producir alimentos, sino de hacerlo de una manera que restaure la salud de la tierra, proteja la biodiversidad y asegure la viabilidad de la agricultura para las futuras generaciones.

La agricultura regenerativa reconoce la interconexión entre la salud del suelo, la salud de las plantas, la salud animal y la salud humana, ofreciendo un camino hacia un sistema alimentario más resiliente, sostenible y justo para todos, comenzando por la revitalización de nuestros campos.

ALMACENAJE

El nuevo rostro del agro mexicano

El campo mexicano, históricamente asociado a tradiciones ancestrales, ciclos naturales y técnicas heredadas de generación en generación, está viviendo una transformación silenciosa pero profunda. En pleno 2025, el agro nacional se reinventa: deja atrás su imagen de sector rezagado y da paso a una nueva era de modernización, innovación y visión empresarial. Hoy, hablar del campo es hablar de drones, inteligencia artificial, sostenibilidad, mercados globales y jóvenes líderes que están cultivando no solo productos, sino también un futuro diferente.

Uno de los grandes catalizadores de esta transformación es, sin duda, la adopción de tecnología. La agricultura de precisión ya no es un concepto lejano, sino una realidad que se observa en parcelas de diversos tamaños.

El uso de sensores para medir humedad y nutrientes del suelo, drones para supervisar cultivos desde el aire, plataformas digitales para planificar siembras y cosechas, e incluso inteligencia artificial para anticipar plagas o enfermedades, ha permitido a los productores optimizar recursos, reducir desperdicios y aumentar rendimientos. Esta evolución tecnológica no solo mejora la productividad, también promueve un uso más

Foto: Unsplash

HUELLAS

responsable del agua, fertilizantes y energía.

A la par, la sostenibilidad ha dejado de ser una moda para convertirse en una necesidad urgente. El cambio climático, la degradación del suelo y la pérdida de biodiversidad exigen nuevas prácticas agrícolas que sean respetuosas con el medio ambiente.

Cada vez más agricultores optan por la agricultura regenerativa, siembras de cobertura, rotación de cultivos y reducción de agroquímicos. La obtención de certificaciones orgánicas y de comercio justo no solo les permite acceder a mejores mercados, sino que también fortalece su compromiso con el entorno y con las generaciones futuras.

Otro pilar del nuevo agro mexicano es la diversificación de cultivos. Aunque productos básicos como el maíz, el frijol y el trigo siguen siendo esenciales, muchos productores han optado por explorar nuevas alternativas más rentables. Berries como arándanos y frambuesas, aguacate, chile habanero, plantas aromáticas y productos exóticos han ganado terreno por su alta demanda en mercados nacionales e internacionales. Además de ofrecer mayores márgenes de ganancia, esta diversificación permite reducir riesgos y hacer frente a la volatilidad climática o de precios.

Un cambio generacional también impulsa este nuevo rostro del campo. Jóvenes profesionistas, muchos de ellos egresados de carreras como agronomía, ingeniería en alimentos, negocios o marketing digital, están regresando al campo con una visión fresca y moderna.

Utilizan herramientas digitales, crean marcas propias, innovan en empaque y presentación de productos, y participan en ferias internacionales. Han entendido que el agro también puede ser rentable,

escalable y con impacto global. El vínculo con los mercados internacionales es otro factor que ha elevado el estándar de producción.

México es actualmente uno de los principales exportadores agrícolas del continente. Según datos de la Secretaría de Agricultura, tan solo en 2023, las exportaciones agroalimentarias superaron los 50 mil millones de dólares. Este crecimiento ha obligado a los productores a cumplir con estrictas normas de calidad, inocuidad y trazabilidad. A su vez, ha abierto oportunidades para productos diferenciados, como orgánicos, gourmet o con denominación de origen.

Sin embargo, no todo es campo fértil. El agro mexicano también enfrenta retos importantes que no pueden pasarse por alto. La falta de infraestructura adecuada —como caminos rurales, refrigeración o acceso a internet— limita el potencial de muchas zonas productivas.

El acceso al financiamiento sigue siendo un obstáculo, especialmente para pequeños y medianos productores que carecen de garantías para obtener créditos. Además, en algunas regiones, la inseguridad representa un riesgo para los trabajadores del campo y para la inversión.

La capacitación técnica y la asistencia continua también son áreas que requieren atención. No basta con tener acceso a tecnología si no se cuenta con el conocimiento para implementarla correctamente. Afortunadamente, universidades, instituciones públicas y organizaciones privadas están comenzando a cerrar esta brecha mediante programas de formación y transferencia de tecnología.

Pese a todo, el balance es esperanzador. El campo mexicano se mueve, se adapta y crece. El modelo de agricultura tradicional convive ahora con uno más

tecnificado, sostenible y orientado al mercado. Esta dualidad permite que el agro siga siendo una fuente vital de identidad y cultura, sin renunciar a la eficiencia y la innovación.

En conclusión, el nuevo rostro del agro mexicano es un reflejo del país que queremos: conectado con sus raíces, pero con los ojos puestos en el futuro. A medida que productores, emprendedores y gobiernos sumen esfuerzos, el campo tiene todo para consolidarse como un motor de desarrollo económico, social y ambiental. Y lo más emocionante es que apenas estamos viendo los primeros brotes de todo lo que está por florecer.

Foto: Unsplash

HUELLAS

Del maíz al cacao: guardianes de la tradición

Foto: Unsplash

En el corazón de la riqueza cultural y gastronómica de México palpita un legado ancestral, custodiado por manos dedicadas que preservan saberes transmitidos de generación en generación.

Del maíz al cacao, dos pilares fundamentales de nuestra identidad culinaria, existen comunidades y productores que actúan como verdaderos guardianes de la tradición, manteniendo vivas prácticas agrícolas, variedades nativas y procesos artesanales que son mucho más que simples métodos de producción; son la esencia de nuestra historia y nuestra conexión con la tierra.

El maíz, la base de nuestra alimentación desde tiempos prehispánicos, se manifiesta en una asombrosa diversidad de razas y colores, cada una adaptada a las condiciones específicas de su territorio. Los guardianes del maíz son aquellos agricultores que, a pesar de las presiones de la agricultura industrial, continúan sembrando y conservando estas variedades nativas, protegiéndolas de la erosión genética y asegurando su disponibilidad para las futuras generaciones.

Su labor va más allá de la simple siembra; implica un profundo conocimiento de los ciclos naturales, las propiedades de cada variedad y las técnicas de cultivo tradicionales que respetan la tierra y su biodiversidad.

De igual manera, el cacao, la “bebida de los dioses”, sigue siendo cultivado y procesado de maneras ancestrales por comunidades que han mantenido viva la tradición a lo largo de los siglos. Desde la selección de las mazorcas maduras hasta el tostado artesanal de los granos y la molienda en metate, cada paso del proceso se realiza con cuidado y respeto, preservando los sabores y aromas únicos de las variedades criollas. Estos guardianes del cacao no solo producen

un ingrediente de alta calidad, sino que también mantienen viva una herencia cultural invaluable, ligada a rituales, ceremonias y conocimientos ancestrales.

La labor de estos guardianes de la tradición va más allá de la producción agrícola; implica la transmisión de conocimientos y prácticas a las nuevas generaciones, asegurando la continuidad de este legado cultural.

A través de talleres, festivales y la defensa de sus derechos territoriales, estas comunidades luchan por mantener vivas sus tradiciones frente a la homogeneización y las presiones del mercado global. Su resistencia es un acto de amor por su tierra y por su cultura.

El valor de su trabajo trasciende lo económico. Al preservar la diversidad genética del maíz y el cacao, estos guardianes contribuyen a la seguridad alimentaria y a la adaptación al cambio climático.

Su conocimiento ancestral sobre las propiedades de las plantas y las técnicas de cultivo sostenibles ofrece alternativas valiosas a la agricultura industrial. Además, su labor enriquece nuestro patrimonio cultural y nos conecta con nuestras raíces más profundas.

Apoyar a estos guardianes de la tradición es una responsabilidad colectiva. Al valorar y consumir sus productos, al difundir su historia y al exigir políticas que protejan su labor y sus territorios, contribuimos a mantener vivo un legado invaluable que enriquece nuestra identidad y asegura un futuro donde la diversidad agrícola y cultural siga floreciendo.

Del maíz al cacao, sus manos son las que siembran y cosechan nuestra historia, protegiendo la esencia misma de lo que nos hace únicos.

Foto: Unsplash

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