Agro magazine
VERDE
El agua en la agricultura: cada gota cuenta PAG 8
SEMILLA
Agricultura vertical: Sembrando hacia el cielo PAG 11

El agua en la agricultura: cada gota cuenta PAG 8
Agricultura vertical: Sembrando hacia el cielo PAG 11
EDICIÓN 08 AGRO
ABRIL 2025/ $500
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Actualmente el mundo se encuentra en una crisis ambiental, con las grandes empresas que han llegado y con los procesos no tan limpios ecológicamente hablando, se ha notado la gran necesidad de aportar al ecosistema.
Para ello conocemos empresas que tienen como objetivo aportar al planeta de diverentes formas sustentables, empresas agriculturas que llegan para aportar su granito de arena para poder recuperar, cuidar y mantener los campos del cual recibimos alimentos, aire e incluso energía para nuestra vida cotidiana.
Desde nuevas formas de fertilizar los campos, que por cierto... ¿Sabían que ahora está de moda la fertilización con dron?. Es impresionante como la tecnología ha logrado infiltrarse hasta en la naturaleza.
Muchas empresas utilizan de igual manera recursos que uno podría llegar a poner en duda, pero que han demostrado ser pilar dentro de los procesos de estas empresas.
Adentrate en esta nueva “Bonavio” para poder ampliar tus horizontes y conocimiento. Todo es necesario en nuestra sociedad y que mejor que darle importancia a la naturaleza como se merece.
¡Bienvenido a Bonavio Agro, un lugar para que conectes con la naturaleza!
Redacción Bonavio
VERDE Pág 8-10
SEMILLA Pág 11-14
Pág 15-17
DIRECTORIO:
CASA EDITORIAL: VIGO PUBLICIDAD, SA DE CV
CONCEPTO Y DISEÑO EDITORIAL: BONAVIO BY VIGO
REDACCIÓN: FERNANDA FIGUEROA
DISEÑO EDITORIAL: FERNANDA FIGUEROA
DERECHOS DE AUTOR Y DERECHOS CONEXOS, Año 2025 No. 08, BONAVIO® es una publicación mensual editada y publicada por Vigo Publicidad, S.A. de C.V., con domicilio en Av. Real Acueducto 300, Int 21C cp. 45058 Jalisco Zapopan Tel: 33 120 03080 Editor Responsable: María Fernanda Figueroa Barragán. Tel 449 105 3989. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo: 04-2024-05171473400; Certificado de Licitud de Título y Contenido: en trámite ante la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación; Responsable de la última actualización: María Fernanda Figueroa Barragán, fecha de última modificación 28 de Abril de 2025. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta Edición de BONAVIO®, sin autorización expresa y por escrito por parte del Consejo Directivo de Vigo Publicidad, S.A. de C.V.
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Por: Lilian Gabriela Rodríguez Galicia
El agua es el elixir de la vida, y en el contexto de la agricultura, su importancia se eleva a la categoría de pilar fundamental. Sin agua, la tierra se vuelve árida, las semillas no germinan y los cultivos se marchitan. En un mundo donde la demanda de alimentos crece exponencialmente y los recursos hídricos son cada vez más escasos y vulnerables al cambio climático, la gestión eficiente del agua en la agricultura no es solo una buena práctica, sino una necesidad imperante para garantizar la seguridad alimentaria global y la sostenibilidad ambiental.
La agricultura es, con diferencia, el mayor consumidor de agua dulce a nivel mundial. Los métodos de riego tradicionales, como la inundación, a menudo resultan en un uso ineficiente del recurso, con pérdidas significativas por evaporación y escorrentía. En este escenario, la adopción de tecnologías y prácticas innovadoras se vuelve crucial para optimizar el uso de cada gota.
El riego por goteo, por ejemplo, representa una revolución en la eficiencia hídrica. Al suministrar agua directamente a la raíz de las plantas a través de una red de tuberías y emisores, se minimizan las pérdidas por evaporación y se reduce el desperdicio. De manera similar, el riego por aspersión, aunque requiere una planificación cuidadosa para evitar la evaporación excesiva, puede ser más eficiente que la inundación en ciertos tipos de terreno y cultivos.
Sin embargo, la tecnología es solo una parte de la solución. Las prácticas de gestión del suelo también juegan un papel fundamental en la conservación del agua. La labranza de conservación, que minimiza la alteración del suelo, ayuda a mejorar su estructura y su capacidad de retención de agua. La siembra directa, que evita la labranza por completo, también contribuye a reducir la erosión y a conservar la humedad del suelo.
La selección de cultivos y variedades adaptadas a las condiciones locales y con menores requerimientos hídricos es otra estrategia clave. Investigar y promover el cultivo de especies resistentes a la sequía puede reducir significativamente la demanda de agua en regiones áridas o semiáridas. Asimismo, la rot-
ación de cultivos y la diversificación de las plantaciones pueden mejorar la salud del suelo y su capacidad para retener agua de forma natural.
La implementación de sistemas de monitoreo y gestión del agua basados en datos también es esencial. El uso de sensores de humedad del suelo, estaciones meteorológicas y modelos predictivos permite a los agricultores tomar decisiones informadas sobre cuándo y cuánto regar, evitando el riego excesivo o insuficiente.
Además, la educación y la concienciación de los agricultores sobre las mejores prácticas de gestión del agua son fundamentales para lograr un cambio a gran escala. Los programas de capacitación y la difusión de información sobre tecnologías eficientes y técnicas de conservación pueden empoderar a los agricultores para adoptar prácticas más sostenibles.
En última instancia, la gestión eficiente del agua en la agricultura es una responsabilidad compartida que requiere la colaboración de agricultores, investigadores, gobiernos y la sociedad en general. Cada gota cuenta, y su uso responsable y estratégico es esencial para asegurar un futuro alimentario sostenible y la preservación de un recurso vital para la vida.
Por: Ma. Guadalupe Gabriela Galicia Hernández
AFoto: Unsplash
nte los desafíos de la creciente urbanización, la escasez de tierra cultivable y la necesidad de sistemas alimentarios más sostenibles, la agricultura vertical emerge como una solución innovadora y prometedora. Esta técnica revolucionaria consiste en cultivar plantas en capas apiladas verticalmente, optimizando el espacio y creando entornos controlados para la producción de alimentos. En lugar de expandirse horizontalmente, la agricultura vertical mira hacia el cielo, abriendo nuevas posibilidades para la agricultura urbana y la producción local.
Una de las principales ventajas de la agricultura vertical es su eficiencia en el uso del espacio. En entornos urbanos densamente poblados, donde la tierra es un bien escaso y costoso, las granjas verticales permiten producir una gran cantidad de alimentos en una superficie relativamente pequeña. Edificios abandonados, contenedores marítimos o estructuras especialmente diseñadas pueden transformarse en centros de producción agrícola, acercando los alimentos a los consumidores y reduciendo las distancias de transporte.
Además del ahorro de espacio, la agricultura vertical ofrece un control preciso sobre las condiciones de crecimiento.
En ambientes cerrados, se pueden regular variables como la temperatura, la humedad, la luz y los nutrientes, creando las condiciones óptimas para cada tipo de cultivo. Esto se traduce en mayores rendimientos, ciclos de crecimiento más rápidos y una producción más predecible y consistente, independientemente de las condiciones climáticas exteriores.
La agricultura vertical también puede contribuir a una producción más sostenible. Al cultivar en ambientes controlados, se reduce significativamente la necesidad de pesticidas y herbicidas, ya que las plantas están protegidas de plagas y enfermedades externas. Además, los sistemas de recirculación de agua y nutrientes permiten un uso más eficiente de estos recursos, minimizando el desperdicio y reduciendo el impacto ambiental de la agricultura tradicional.
Existen diversas tecnologías y sistemas utilizados en la agricultura vertical, desde sistemas hidropónicos y aeropónicos que cultivan plantas sin suelo, hasta sistemas acuapónicos que combinan la producción de plantas y peces. Cada método tiene sus propias ventajas y desafíos, y la elección del sistema adecuado dependerá de los tipos de cultivos, la escala de producción y los recursos disponibles.
Aunque la agricultura vertical todavía enfrenta desafíos en términos de costos iniciales y consumo energético, los avances tecnológicos y la creciente conciencia sobre la necesidad de sistemas alimentarios más resilientes están impulsando su adopción a nivel mundial. Desde pequeñas granjas urbanas hasta grandes instalaciones comerciales, la agricultura vertical está demostrando su potencial para transformar la forma en que producimos alimentos, sembrando un futuro más verde y seguro hacia el cielo.
Por: Redacción Bonavio
Durante décadas, el campo fue visto como un destino que muchos jóvenes deseaban dejar atrás. Las oportunidades en las ciudades, la tecnología y los nuevos estilos de vida alejaron a generaciones enteras de la tierra que los vio crecer.
Sin embargo, en los últimos años, algo ha comenzado a cambiar: cada vez más jóvenes están regresando al campo, y lo están haciendo con una visión renovada, herramientas modernas y una mentalidad de innovación. La agricultura ya no es lo que solía ser. Hoy, los jóvenes que apuestan por el campo lo hacen combinando técnicas tradicionales con
tecnologías como sensores inteligentes, drones, agricultura de precisión y comercio digital.
Según la FAO, la participación de jóvenes emprendedores en actividades agropecuarias ha crecido en América Latina, con iniciativas que buscan no solo producir más, sino hacerlo de forma sostenible y rentable.
Este nuevo enfoque está transformando las zonas rurales, dándoles un nuevo dinamismo económico y social. Se crean startups agro, se abren cooperativas modernas y se promueven prácticas ecológicas. Además, las redes sociales
han permitido visibilizar estos esfuerzos, inspirando a más jóvenes a involucrarse con el campo y cambiar la narrativa.
El reto, sin embargo, sigue siendo grande. Acceso a crédito, capacitación, conectividad y apoyo institucional son fundamentales para que esta tendencia se mantenga y crezca. Pero una cosa está clara: el campo tiene futuro, y está en manos de una generación que ha decidido sembrar con propósito.
El retorno de los jóvenes al agro no es nostalgia, es estrategia. Es la siembra de un futuro más consciente, conectado y fértil.
Por: Redacción Bonavio
Durante incontables generaciones, la ganadería se ha erigido como un cimiento fundamental para el progreso de las áreas rurales y el dinamismo económico de vastas extensiones territoriales. Su influencia trasciende la mera producción de alimentos, permeando la cultura, las costumbres y la estructura social de numerosas comunidades alrededor del globo.
No obstante, el panorama actual presenta desafíos significativos en los ámbitos ambiental, social y económico, lo que ha desencadenado una reflexión profunda sobre la necesidad de reconsiderar las metodologías tradicionales. En este contexto evolutivo, emerge con fuerza un paradigma innovador: la ganadería sostenible, un enfoque holístico que persigue armonizar el respeto por las prácticas ancestrales con el ímpetu transformador de la innovación tecnológica y la conciencia social.
En el seno de muchas comunidades arraigadas a sus tradiciones, la crianza de animales continúa nutriéndose de saberes y técnicas transmitidas de generación en generación. El pastoreo extensivo, la aguda observación de los ciclos climáticos, la administración juiciosa de los recursos naturales disponibles y el profundo conocimiento
del comportamiento animal son pilares que han sostenido la actividad ganadera durante siglos. Sin embargo, en la actualidad, estas prácticas consuetudinarias se entrelazan de manera sinérgica con la implementación de tecnologías de vanguardia, con el objetivo primordial de mitigar el impacto ambiental inherente a la actividad y, simultáneamente, optimizar la eficiencia productiva.
Diversos sistemas y herramientas ejemplifican esta convergencia entre tradición e innovación. El pastoreo rotativo, que permite la recuperación del suelo y la optimización del uso del forraje; el tratamiento de residuos orgánicos mediante
procesos de biodigestión para la generación de biogás, una fuente de energía renovable, o su transformación en abono orgánico de alta calidad; la medición precisa de las emisiones de gases de efecto invernadero, crucial para la implementación de estrategias de mitigación; y la adopción de aplicaciones móviles y plataformas digitales para el monitoreo exhaustivo de la salud y el bienestar animal, son solo algunos ejemplos palpables de cómo la innovación está permeando el sector ganadero sin desvincularse de sus raíces históricas.
Adicionalmente, la creciente demanda por parte de los consumidores de
productos alimenticios que incorporen criterios éticos y ambientales en su producción ha impulsado a un número cada vez mayor de ganaderos a buscar certificaciones en áreas clave como el bienestar animal, la trazabilidad integral de sus productos y la producción libre de antibióticos.
Este compromiso con estándares más elevados no solo contribuye a mejorar la imagen pública de la actividad ganadera, sino que también abre las puertas a mercados más exigentes y, por consiguiente, potencialmente más rentables, donde la calidad y la transparencia son altamente valoradas.
La ganadería sostenible, en su esencia, no se traduce en una disminución de la producción, sino en una transformación hacia una producción de mayor calidad y con menor impacto. Implica una comprensión profunda de que la preservación de la salud del suelo, la gestión responsable de los recursos hídricos, el cuidado integral de los animales y la valoración de las personas que dedican su labor al campo son elementos intrínsecamente ligados a la garantía de un futuro viable y próspero para el sector.
En la fecunda intersección entre la sabiduría acumulada a lo largo del tiempo y las potentes herramientas que ofrece el presente, la ganadería sostenible surge como una demostración elocuente de que la tradición y la innovación no solo pueden coexistir de manera armoniosa, sino que, trabajando en conjunto, poseen el potencial de liderar una transformación profunda y positiva en el panorama agropecuario.
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