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I. Apuntes biográficos del Coronel José Gabriel Gálvez Egúsquiza

LA ESCENA DEL HEROÍSMO. El Coronel José Gabriel Galvez Egúsquiza, entonces Ministro de Guerra y Marina, dirigió personalmente la defensa del Callao el 2 de mayo de 1866, combate en el que dio su vida por la libertad y soberanía de la patria.

l Coronel José Gabriel Gálvez Egúsquiza Enació en Cajamarca, en el mes de marzo de 1819, datos estos en los que hay consenso entre sus biógrafos¹. No hay consenso, no obstante, en el día de su nacimiento, pues, unos señalan que nació el 17, otros el 18, y otros más, el 19. Nosotros consideramos como la fecha de su nacimiento, el 18 de marzo de 1819, basados en la información que nos proporciona Monseñor José Antonio Dammert Bellido, quién fuera Obispo de Cajamarca entre los años 1962 y 1992, en su libro: “La generación más brillante de Cajamarca egresada de su Colegio Central de Ciencias y Artes (183156)”. Dice Monseñor Dammert: “Hace algunos años comprobé la burda adulteración de las partidas de los hermanos José Gabriel y Pedro José Gálvez Egúsquiza, falsificación que trae su origen de una copia expedida por el Pbro. José Tadeo Pita, cura de Santa Catalina de Cajamarca, el 28 de febrero de 1880, y que existió en el archivo del ilustre poeta y puro político el dr. (Sic) José Gálvez Barrenechea. Don José nació en Cajamarca el 18 de marzo de 1819, y su hermano Pedro el 28 de abril de 1822.”² Las versiones del nacimiento de José Gálvez en Celendín o en Chota, más precisamente en Hualgayoc son, en nuestra opinión, antojadizas, al no tener sustento valedero. En el caso de Hualgayoc, por ejemplo, la versión nace de la permanencia de sus padres en ese lugar, que fue posterior al nacimiento de José donde, sin embargo, nacerá, en 1828, María Apolinaria, hermana menor de nuestro héroe.

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Realizó sus estudios primarios y secundarios en el “Colegio Central de Ciencias y Artes de Cajamarca”³ , bajo el rectorado de Juan Pío de Burga, colegio “(…) en cuya creación tuviera su familia parte decisiva”⁴. No existe información documentada sobre sus estudios iniciales, dado que “el ejército chileno incendió, después del Combate de San Pablo, el archivo del renombrado plantel”⁵. Concluidos sus estudios colegiales, Gálvez se dedicó al trabajo agrícola en Catudén, “magnífico fundo de temple y jalca que adquiriera desde principios del siglo XIX su abuelo materno don José de los Santos Aristizábal”⁶ . Encontrándose en tal condición, según Monseñor Dammert Bellido, José Gálvez Egúsquiza “participó con su hermano Miguel en la expedición a la costa para sostener la Confederación perú-boliviana (Sic) en 1838 cuando era hacendado en Catudén a los 19 años de edad, según el Padrón de feligreses de su parroquia de Santa Catalina; (y) en 1842 era Diputado suplente de Minería en Cajamarca (Guía de forasteros de Lima)”⁷ . En 1842 viajó a Lima, en compañía de su padre y de su hermano Pedro, para proseguir sus estudios. Ambos hermanos ingresarán al Convictorio de San Carlos, colegio mayor de la Universidad de San Marcos. José se matriculó en San Carlos el 24 de octubre de 1842, siendo Rector de este claustro el doctor Agustín Guillermo Charún, a quién reemplazó Bartolomé Herrera, pocos días después. Se graduó de abogado en 1845, ante la Corte Superior de Justicia de Lima y el 2 de enero de 1846 se inscribió en el Colegio de Abogados de Lima⁸ . Meses después, el 7 de setiembre de 1846, contrajo matrimonio, en la Iglesia del Milagro, con Ángela Moreno y Maíz, hija de un acaudalado minero y ejerció su profesión de abogado en Junín (Tarma) y Cerro de Pasco, durante cuatro años. Regresó a Lima en 1850 y se dedicó a la enseñanza en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe. Enseñó ese año y el siguiente Filosofía Moral, Sicología, Lógica y Teodicea. Fue director de Guadalupe entre 1852 y 1853,⁹ reemplazando en el cargo a su hermano Pedro, tiempo en el que dictó las cátedras de Legislación y Derecho Penal¹⁰. De su paso por Guadalupe, los “Anales guadalupanos” dicen que fue: “Más radical en sus ideas que el Dr. Lorente y que D. Pedro Gálvez, explayó las doctrinas liberales en todas sus consecuencias en los cursos de Filosofía, Legislación y sobre todo en el Derecho Penal que dictó, y al que llamó CORRECCIONAL. Gálvez fue el más decidido defensor de la inviolabilidad de la vida humana, él combatió como injusta, la pena de muerte, no sólo en los delitos políticos, sino en los delitos comunes; combatió el sistema de la expiación, y defendió el penitenciario, sosteniendo que solo la reclusión, el aislamiento y el trabajo pueden rehabilitar al delincuente y aun moralizarlo.”¹¹ Dejó el rectorado de Guadalupe para incorporarse al movimiento revolucionario que inició Ramón Castilla en Arequipa, en 1854, contra el gobierno de Rufino Echenique, que dejó el poder tras

Arriba: Panorámica de Cajamarca, la ciudad donde nació el héroe. Izquierda: Parte de la casona donde nació y vivió sus primeros años, en la calle San �ar�n.

Pág. anterior: Busto del héroe en la plaza y calle que llevan su nombre, en la ciudad de Cajamarca. Pág. siguiente: Claustro del histórico Colegio Central de Artes y Ciencias de Cajamarca, hoy “San Ramón”, donde se educó.

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perder en la batalla de La Palma (Miraflores-Lima) el 5 de enero de 1855, en la que estuvo José Gálvez. “Durante la revolución, junto con su hermano Pedro José y los juristas Manuel Toribio Ureta y José Simeón Tejada, fue uno de los gestores de las medidas libertarias que abolieron tanto el tributo indígena como la esclavitud, mediante los decretos de Ayacucho de 5 de julio y de Huancayo de 3 de diciembre de 1854, respectivamente”¹² . En 1855 fue nombrado rector del Convictorio de San Carlos, introduciendo considerables reformas liberales en su enseñanza¹³. Jorge Guillermo Leguía refiere que Gálvez, tras la batalla de La Palma, volvió a la vida privada, pero, “como no podía permanecer en la inacción, pidió y obtuvo el Rectorado del Colegio de San Carlos. Allí no descansó hasta desarraigar de los programas del Convictorio las enseñanzas retrógradas de Herrera.”¹⁴ Fue elegido diputado por Cajamarca y Pasco¹⁵ a la Convención Nacional que se instaló el 14 de julio de 1855, convocada por Ramón Castilla, tras el éxito de la revolución que dirigiera contra Echenique. En el discurso de instalación de la Convención, Castilla dijo: “El triunfo del 5 de enero era la verdadera pacificación; y el 5 de febrero cumplí, con satisfacción inefable, el deber de llamaros para que vuestra sabiduría y experiencia, se ejerciten en esta grande obra, de la que depende el porvenir del Perú y la gloria de sus libertadores. Señores: La Divina Providencia me colma de beneficios, concediéndome hoy el honor de estar entre vosotros, y de anunciar a todos los pueblos del Perú que queda instalada la Convención Nacional”. El encargo principal de la Convención fue reformar la Constitución de 1839, tarea que se cumplió con la promulgación de una nueva Constitución, de corte liberal, el 19 de octubre de 1856. Ratificó también la Convención al mariscal Ramón Castilla como presidente provisorio de la República y ejerció función legislativa sin restricciones, alargándose su actuación hasta el 2 de noviembre de 1857, fecha en la que el Teniente Coronel Pablo Arguedas, al mando de una patrulla de soldados, la cerró, estando Castilla en el asedio de Arequipa, en plena guerra civil entre “castillistas y vivanquistas”. Fue José Gálvez varias veces secretario de la Convención y, también, su presidente. A decir de varios constitucionalistas, fue el impulsor (“el alma” dicen otros) de la Constitución liberal de 1856. Cumplió también don José un importante papel fiscalizador; de hecho, en los problemas guaneros y el régimen de consignaciones, que se presentaron como críticos en 1957, “(…) promovió el debate en la Convención Nacional, que llamó al Ministro de Hacienda para que informara sobre la situación y se ocupó de ella en sesión permanente.”¹⁶ José Gálvez criticó duramente el cierre de la Convención, culpando a Castilla de una actitud complaciente ante la violenta actuación del Teniente Coronel Pablo Arguedas. Echenique dijo al respecto, que debía recordarse “el hecho escandaloso de haberse disuelto a bayoneta armada el Congreso, por el comandante Arguedas, hecho que generalmente se

GÁLVEZ MAESTRO Vista del Jirón Apurímac, en el centro de Lima, donde se creó el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe, en el cual Gálvez fue director y docente, entre 1852 y 1853. Abajo: el actual histórico colegio en la Av. Alfonso Ugarte.

atribuyó a Castilla o, por lo menos, fue tolerado y sancionado por él, pues que en vez de restablecerlo, convocó uno nuevo con el carácter de Constituyente, quedando el otro disuelto por aquel hecho”¹⁷. Vargas Ugarte dirá al respecto: “La participación de Castilla no parece dudosa, pero aun cuando no se llegara a probar que de él partió la iniciativa, ante el hecho consumado, él no dejó de alegrarse.”¹⁸ Gálvez y los liberales de su entorno se radicalizaron, al punto que trataron de impedir la promulgación de la Constitución de 1860, que se había formado para “corregir los excesos” de la de 1856. En este contexto, algunos liberales fueron desterrados y otros, que permanecieron en Lima, tramaron varias conjuras contra Castilla. “El 24 de julio (1860), Castilla, acompañado de un Sr. Calmet y dos edecanes, venía a pie por la calle del Arzobispo y, al llegar a la esquina que da a la Plaza de Armas, un hombre montado se acercó a él y casi a boca de jarro le disparó su pistola. La bala le hiere en el brazo izquierdo y el agresor huye al galope por la calle de la Pescadería…, el atentado sólo sirve para que Castilla se afirme en su política y para que crezca el desprestigio del partido liberal…”¹⁹ En la madrugada del 23 de noviembre, del mismo año, en su afán por impedir la promulgación de la nueva Constitución, un grupo de liberales conjurados, asaltan la casa de Castilla en la calle de Divorciadas. Participan del asalto José Gálvez, Ricardo Palma, un oficial Alarco, el Teniente Aparicio, el Capitán Enrique Lara del Batallón Lima, con parte de su tropa, a quién habían sobor-

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nado previamente los liberales y “varios civiles armados”, siendo el ataque repelido, cayendo en la refriega Alarco y Aparicio. “Gálvez se refugia en la legación de Chile y abandona luego el país, trata de sincerarse ante la opinión pública, pero lo desmiente toda su actitud y los artículos incendiarios del El Diablo que fomenta. Palma, más tarde, reconocerá su error y será más justo con el viejo luchador de Tarapacá.”²⁰ Por su participación en estos hechos, Gálvez tuvo que marchar al exilio en Europa, pasando por París, donde su hermano Pedro era plenipotenciario. Por el asalto frustrado a la casa de Castilla, Gálvez fue procesado y condenado en ausencia. Personas cercanas a él informaban en el mes de julio de 1862 que: “el juez Carrillo ha (bía) sentenciado a don José Gálvez a 15 años de prisión, a Javier Mariátegui a 10 (…) La sentencia se refería a la causa seguida por el ataque a la casa de Castilla en 23 de noviembre de 1865 (otras versiones dicen que tal ataque ocurrió el día 28), presidido por Gálvez, y no se cumplió porque el Congreso decretó la amnistía en 1862 al día siguiente de su instalación.”²¹ Integró la segunda comisión encargada de formular el Código Penal en 1857. Basadre Ayulo dice: “La primera comisión parlamentaria, según la ley de 26 de setiembre de 1853, para preparar los códigos penal y de enjuiciamientos penales estuvo formada por los senadores Gervasio Álvarez, Pablo Cárdenas y Santiago Távara, y los diputados Carlos Pacheco, Mariano Gómez Farfán, Manuel Toribio Ureta, Ignacio Novoa y Gregorio Galdós. Al pronunciarse la Convención

“Gálvez fue el más decidido defensor de la inviolabilidad de la vida humana, él comba�ó como injusta, la pena de muerte, no sólo en los delitos pol��cos, sino en los delitos comunes; comba�ó el sistema de la expiación, y defendió el penitenciario, sosteniendo que solo la reclusión, el aislamiento y el trabajo pueden rehabilitar al delincuente y aun moralizarlo”. Busto de Gálvez el legislador y estadista en el Congreso de la República del Perú. “Fue José Gálvez varias veces secretario de la Convención y, también, su presidente. A decir de varios cons�tucionalistas, fue el impulsor (“el alma” dicen otros) de la Cons�tución liberal de 1856.”

Nacional de 1856 sobre la pena de muerte, quedó designada una segunda comisión codificadora manteniéndose como codificadores a Novoa y a Távara, añadiéndose los nombres de José Simeón Tejada, José Gálvez y Tomás Lama”²² . De vuelta al Perú en 1862, se dedicó a la abogacía y el 14 de noviembre de 1863 optó el grado de doctor en Derecho en la Universidad Nacional de San Marcos, siendo el Decano de la Facultad de Derecho Juan Gualberto Valdivia y uno de los examinadores de su tesis Francisco Javier Mariátegui. Su tesis versó sobre: “Las instituciones científicas deben tender incesantemente a realizar el derecho que tienen de ser independientes del Estado y de otra autoridad exterior para desarrollarse en la esfera de su acción que le es propia.” Durante el gobierno de Juan Antonio Pezet fue desterrado nuevamente, esta vez a Chile, por oponerse a la forma como el gobierno manejaba la crisis con España y “al regresar al Perú se incorporó en las filas del ejército restaurador, que comandaba Prado, quién lo admitió con el grado de coronel”²³ . Basadre dice que en el campamento de Chincha, donde Gálvez se incorporó al Ejército Restaurador, había dos climas, uno en el entorno de Diez Canseco y el otro “aquel dentro del cual se agitaban los elementos más decididos del ejército y un grupo de civiles incorporados a la rebelión. Entre ellos estaban José Gálvez, Toribio Pacheco, José María Quimper y algunos jóvenes como Manuel María Rivas, José

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Casimiro Ulloa, Juan Francisco Pazos y Celso Bambarén. Gálvez había abrazado la causa del alzamiento contra Pezet en armonía con su ideario.”²⁴ La posición de Gálvez sobre el asunto con España era radical. El Tratado Vivanco-Pareja, de 27 de enero de 1865, que establecía, básicamente, el intercambio de embajadores, el saludo a los respectivos pabellones, la reprobación oficial a Salazar, la desocupación de las islas Chincha y el pago a España de 3 millones de pesos como indemnización por los gastos causados, era para él insostenible. La comunicación que el Cónsul general de Francia en Lima envía a su Ministro el 12 de noviembre de 1865, sobre la coyuntura peruana y la actitud de Gálvez respecto del Tratado, es esclarecedora; dice el Cónsul: “El general (Diez) Canseco que desde su ingreso a Lima ha enviado una guardia a la Legación de S. M. Católica, se inclina, con la parte sana de su círculo por sostener el tratado de 28 de Enero (sic!), pero no osa pronunciarse y resistir francamente al partido rojo que quiere la ruptura. El partido es representado por el sr. José Gálvez, hermano del antiguo Ministro del Perú en Francia.”²⁵ Como es sabido, tras el Tratado Vivanco-Pareja, cuestionado por “afrentoso” all Perú, el 28 de febrero de 1865, se sublevó en Arequipa, contra el gobierno del General Juan Antonio Pezet, el Coronel Mariano Ignacio Prado, sumándose a ella, en su condición de segundo vicepresidente, el General Pedro Diez-Canseco Corbacho, que fue reconocido como jefe político de la revolución en

Arriba: La Casona de San Marcos, alma mater del brillante abogado. Se graduó de abogado en 1845, ante la Corte Superior de Jus�cia de Lima y el 2 de enero de 1846 se inscribió en el Colegio de Abogados de Lima Abajo: En su brillante trayectoria, fue elegido en 1865 Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Lima. Cuadro de la galería de decanos del CAL.

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Ayacucho. Triunfante la revolución, DiezCanseco tomó el poder el 6 de noviembre de 1865, por breves días, puesto que el 28 de ese mismo mes y año, “por presiones de asambleas populares y por decisión del ejército”, Prado se hizo del poder de facto, con el título de Jefe Supremo de la Nación. Echenique, refiere, que “se defeccionó Prado contra (Diez) Canseco, despojándolo del Poder que él mismo le había dado en nombre de la Constitución, reconociéndolo como autoridad legal y que lo sustituyó haciéndose Dictador con el apoyo de los jefes del ejército que le pertenecían, pues habían sido nombrados por él y, a virtud de que lo preconizaran tal, en la plaza pública algunos ciudadanos preparados para ello, siendo todo obra, según se dijo, del señor don José Gálvez que lo dirigía y gobernaba.”²⁶ Asentado en el poder Mariano Ignacio Prado Ochoa, nombró a José Gálvez Presidente del Consejo de Ministros y Secretario (Ministro) de Guerra y Marina, integrando el “gabinete de los talentos” junto a José Simeón Tejada, Secretario de Justicia e Instrucción, Toribio Pacheco y Ribero, Secretario de Relaciones Exteriores, José María Químper, Secretario de Gobierno y Manuel Pardo y Lavalle, Secretario de Hacienda. Basadre dice del Gabinete Gálvez: “Con frecuencia se menciona elogiosamente en el Perú a los miembros del Gabinete Gálvez. Podría dársele el nombre de “Todos talentos” otorgado a un célebre gabinete inglés, que frente a la desigualdad de nivel casi siempre notoria entre quienes forman los equipos gubernativos, fue también una excepción.”²⁷ Se dice que Gálvez fue, en ese contexto, el hombre fuerte del gobierno, tanto, “que las atenciones de los que pertenecían al partido que había imperado y estaba con el Poder estaban consagradas al señor Gálvez, que desempeñaba el ministerio de la Guerra y era quien lo disponía todo y dirigía las cosas.”²⁸ Declarada la guerra a España, el entusiasmo que despertó la noticia en la población fue grande, todos querían participar en la defensa de la Patria. Según Vargas Ugarte, “El presidente Prado dio muestras de su mejor decisión, pero de hecho el que asumió la dirección de la defensa fue el ministro de guerra José Gálvez”²⁹ A su vez, Basadre refiere, resaltando, previamente, que Gálvez era, entre los talentosos ministros de Prado, “el carácter más resuelto y el espíritu más enhiesto”, que “Todo lo relacionado con la organización de las tropas, con los aprestos de la escuadra, con los trabajos para fortificar el Callao entró bajo su incansable vigilancia y su clara dirección. El historiador de la marina Rosendo Melo lo pinta simbólicamente haciendo, por las noches, rondas en cada uno de los buques.”³⁰ En efecto, Rosendo Melo, a quien citaremos in extenso, tiene expresiones ciertas sobre la personalidad de Gálvez, a quien conoció personalmente, y da testimonio de la dedicación y entrega que éste puso en los preparativos para la defensa del Callao, durante la guerra con España. Hablando del “gobierno que declaró la guerra a España”, dirá: “Era su figura de más relieve la del abogado José Gálvez. Hombre de acción, de energía, de convencimientos

EL GABINETE DE LOS TALENTOS El Coronel Gálvez (izquierda) en el Gabinete del Presidente Mariano Ignacio Prado (sentado al centro) en 1866. El Presidente Prado nombró a José Gálvez Presidente del Consejo de Ministros y Secretario (Ministro) de Guerra y Marina. Se denominó el Gabinete de los Talentos por haber reunido a los mejores hombres para cada cartera ministerial. Acompañaron al Coronel Gálvez los doctores José Simeón Tejada, Secretario de Jus�cia e Instrucción; Toribio Pacheco y Ribero, Secretario de Relaciones Exteriores; José María Químper, Secretario de Gobierno y Manuel Pardo y Lavalle, Secretario de Hacienda. Gálvez fue, en ese contexto, el hombre fuerte del gobierno.

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radicales; había pospuesto en más de una ocasión los halagos de la molicie al servicio activo de sus convicciones políticas. En busca de la actuación dirigente de sus ideales colaboró en la obra de levantar y demoler gobiernos, obra inevitable en el periodo de fermentación cívica… Estando aún en la plenitud de la vida había sido ya multitud de cosas: catedrático, periodista, legista, legislador, magistrado, rector del primer colegio nacional de instrucción media y caudillo político. Reservado, grave, con esa apariencia solemne del filósofo griego o del togado romano; esfumaba su rostro una espesa barba negra, sobre la cual ardían dos pupilas, negras también, con el fuego concentrado, vívido, que es la característica de esas voluntades de acero que aspiran, sin decirlo, a controlarlo todo. No ha faltado quien sostenga que la revolución generadora de la dictadura fue obra suya, como también la dictadura misma.”³¹ La dedicación que Gálvez puso en la preparación de las defensas del Callao, puede también apreciarse de su actitud de verificarlo todo, incluso pasar revista seguida a las pocos buques con que el Perú contaba en esa hora crucial. Cuando el transporte “Chalaco” arribó al Callao, con artillería gruesa embarcada en Panamá, hasta su salida para Guayaquil, dice Rosendo Melo, por su experiencia personal, que Gálvez “(…) muchas noches abordó al transporte una falúa de doce remos, cuyos tripulantes guardaban tan rígida compostura que no se oía una palabra inútil, ni otro ruido que el de los remos en el agua y las órdenes breves del oficial que la mandaba. Al lado de éste, envuelta en amplio abrigo, muda, rígida se veía una persona inmóvil, en quien pocos hubieran sospechado al doctor Coronel Gálvez, secretario de guerra y marina, que personalmente rondaba las naves de guerra… La admiración por el coronel doctor iba hasta el extremo de suponer que era suya la aureola prestigiosa que resplandecía en la frente del joven dictador.”³² En efecto, Gálvez organizó la defensa del Callao y comandó las fuerzas patriotas desde la torre de La Merced, donde murió a causa de la explosión de una granada, hecho ocurrido a las 12.55 horas del 2 de mayo de 1866, en circunstancias no esclarecidas totalmente, en cuanto al origen de la granada que causó su muerte, además, de otras 26 personas, entre ellas, del ingeniero colombiano Cornelio Borda, jefe de la torre; del coronel graduado Enrique Montes; del capitán de artillería chileno Juan Salcedo; del coronel Toribio Zavala, hermano del ministro de Marina de España³³. Basadre Grohmann refiere que Gálvez había escogido la torre de la Merced para comandar el combate y respecto al primer disparo español y al primer disparo peruano que se dieron en el combate precisa: “Según contaba más tarde el general Juan Norberto Eléspuru, imberbe artillero de esa torre, al preguntársele si harían fuego antes que la escuadra atacante, Gálvez repuso: ¡No! ¡Justifiquemos nuestra causa!”. La Numancia se adelantó a las otras naves y, después de situarse a mil metros, más o menos, del fuerte Santa Rosa, lanzó poco después de las doce de la mañana, un cañonazo que no fue contestado. Al segundo

e a e ced Defe a de Ca a F a a C e

disparo, la torre de La Merced rompió sus fuegos y desplegó la bandera nacional, siguiéndole las demás baterías. Cuéntase, también, que en ese momento Gálvez gritó: “Españoles, aquí les devolvemos el tratado del 27 de enero”.³⁴ El general Echenique narra en sus memorias los momentos previos a la muerte de Gálvez: “Llegó, por fin, el 2 de Mayo, día en el que, desde el Callao, se veían en la escuadra española síntomas de moverse, por lo cual juzgamos todos que sería para atacarnos. En ese día, a la hora del almuerzo, nos sentamos juntos en la mesa el señor Gálvez y yo, estando él más amistoso conmigo, al grado de partir conmigo el pan especial que sólo para el Presidente y para él se había puesto, lo cual hizo que, a mi vez, partiera yo también con él del que para mí, como para los demás, se nos puso… Cuando concluyó el almuerzo, vimos que la escuadra enemiga se ponía en plan de combate y se movía sobre nosotros. El señor Gálvez se dirigió en el acto a la trinchera llamada la “Merced”, que era la principal, y cuyo puesto había elegido para batirse en él…”³⁵ Es esta casi una elegía cristiana que habla bien de Gálvez, que al tratarse de la Patria la unidad es indispensable, al punto de partir el pan con un “enemigo político”, otrora encarnizado. No olvidemos, aunque algunos pretendan exaltar el anticlericalismo de Gálvez, éste nunca dejó de ser creyente. Dice, además, Echenique sobre Gálvez: “Sea de esto lo que fuere, lo esencial es que con el combate del 2 de Mayo y la retirada de los españoles, quedó de hecho terminada aquella guerra. Pero en ella había muerto Gálvez, que era el alma de la Dictadura, y sin él ella no podía subsistir, siendo el juicio de muchos que, si hubiera sobrevivido al 2 de Mayo, se habría hecho el Dictador.”³⁶ El influjo de José Gálvez sobre las personas de su tiempo fue notable, especialmente, sobre los jóvenes. Personajes como Ricardo Palma, quién lo trataba de maestro, admiraba su energía; el escritor y político chileno Vicuña Mackenna resaltaba su vigor espiritual; Raúl Porras su austeridad; Adán Melgar, su inteligencia, su ilustración y su “coraje de fiera que lucha contra una montaña”; Luís Benjamín Cisneros se preciaba de haber tratado a José Gálvez y escribía desde París, en 1861, “he estrechado en un tierno, efusivo y prolongado abrazo al noble patriota José Gálvez” y a la muerte del héroe escribió: “Lamento la muerte de Gálvez por la inmensa falta que, no solo por ahora sino para siempre, le hará al país, pero como amigo suyo, no lo lloro, Gálvez no podía morir de otra manera, que considero una felicidad y una gloria”. ³⁷ Sus opositores, como Ramón Castilla, verán en Gálvez un escollo para sus propósitos. Castilla, en París, en 1866, durante su destierro, escribirá: “a mí me han dicho que Gálvez ofrecía su renuncia si yo volvía al país, de manera que estoy condenado a ser la presa del Tigrecito Gálvez.”³⁸ En este mismo contexto, escribió a Doña Francisca Diez–Canseco, su esposa, que lo han debido asesinar dos veces, “(…) La Puente uno con Castillo y Gálvez con Alarco”, afirmando, posteriormente: “No cabe la menor duda que

Arriba: Histórico “Cañón del Pueblo”, pieza de ar�llería con que se realizó la defensa del Callao en mayo de 1866. Izquierda: �enda de campaña usada en la época. �useo del Ejército del Perú, Real Felipe, Callao.

“Declarada la guerra a España, el entusiasmo que despertó la no�cia en la población fue grande, todos querían par�cipar en la defensa de la Patria.”

Acora ado N macia, poderosa na e de la esc adra española q e abrió f ego contra el Callao

Al mando del Contralmirante Casto N ñe Ménde , la esc adra española del Pacífico, con cañones, atacó el de ma o de al Callao con la fragata blindada N mancia, las fragatas Blanca, Resol ción, Bereng ela, Villa de Madrid Almansa; la corbeta La Vencedora los b q es a iliares Marq és de la Victoria, Paq ete del Ma le, Uncle Sam, Ma�as Co siño, Mata ra, María Lo a and Mar . A las : de la mañana se inició el ataq e español con los disparos del N mancia. “A la derecha, al s r del Callao, estaba la N mancia, seg ida por las fragatas Almansa Resol ción. El sector de la i q ierda o del norte, estaba formado por las fragatas Villa de Madrid, Bereng ela Blanca. La corbeta Vencedora era el p nto de intersección de la pirámide. Los barcos más peq eños se sit aron atrás. Eran, en conj nto , la esc adra más formidable q e había na egado las ag as del Pacífico americano”.

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donde está Gálvez no hay garantías para mí.”³⁹ Tras su heroica muerte en defensa de la Patria y la libertad de América, Gálvez fue reconocido como héroe nacional, erigiéndosele monumentos por doquier, resultando el más significativo de ellos el que se levantó en el antiguo “Óvalo de la Reina”, hoy Plaza 2 de Mayo de Lima, obra del arquitecto francés Edmund Guilleume y su compatriota el escultor León Cugrol. El monumento fue inaugurado el 28 de julio de 1874, durante el gobierno de Manuel Pardo. En el plano estrictamente castrense, un decreto dado en el Callao el 3 de mayo de 1866, que fue ratificado por ley del 29 de enero de 1869, ordenaba que en las revistas de comisario que pasara el batallón de artillería de plaza (que se realizaba a comienzos de mes para abonar la paga al personal) se considerase en la plana mayor, como primer jefe a José Gálvez y que al leerse su nombre por el comisario, el comandante de dicho cuerpo debía contestar, descubriéndose: “Muerto heroicamente en defensa de su patria y del honor de América”. ⁴⁰ Con el tiempo, su gloria ha crecido, “(…) como crece la sombra cuando el sol declina”⁴¹ y, numerosos colegios, plazas y calles en todo el Perú llevan su nombre. Una promoción de la Escuela Militar de Chorrillos, una unidad del Ejército, el Grupo de Artillería Blindado “Coronel José Gálvez” N° 211, cuyo lema es: “Valor, potencia y decisión”,⁴² un distrito de la provincia de Celendín, en Cajamarca, y otras instituciones deportivas y culturales, llevan igualmente su nombre. El Colegio de Abogados de Lima, del que fue su Decano en 1865, lo tiene entre sus más preclaros representantes, al punto de que una sala de conferencias de su sede principal lleva el nombre de José Gálvez Egúsquiza y más recientemente, el Fuero Militar Policial del Perú lo ha nombrado su patrono, por su condición de abogado sapiente y soldado heroico. Por Ley N° 15810, promulgada el 17 de diciembre de 1965, se declaró “monumento histórico nacional, el inmueble ubicado en la esquina del Jirón Lima y la calle San Martín de la ciudad de Cajamarca, donde nació el señor Coronel don José Gálvez Egúsquiza” y se autorizó al Poder Ejecutivo para su expropiación, “a fin de proceder a su reconstrucción, destinándola al Museo Histórico y a la Casa de la Cultura de Cajamarca” y se dispuso que se consignara el presupuesto correspondiente, incluso, para la remodelación de la Plaza “José Gálvez” y apertura de la Avenida “María Micaela Egúsquiza de Gálvez”. Los restos de José Gabriel Gálvez Egúsquiza descansan en el mausoleo edificado para él y su familia en el cementerio Presbítero Matías Maestro de Lima.

“La dedicación que Gálvez puso en la preparación de las defensas del Callao, puede también apreciarse de su ac�tud de veri�carlo todo, incluso pasar revista seguida a las pocos buques con que el Perú contaba en esa hora crucial.” Fotogra�as � Courret Prepara�vos en la línea de defensa del Callao. �l ob�e�vo de la armada realista era destruir el puerto. Posiciones de las baterías de costa Santa Rosa y fuerte Maipú.

El historiador Jorge Basadre Grohmann refiere que Gálvez había escogido la torre de la Merced para comandar el combate y respecto al primer disparo español y al primer disparo peruano que se dieron en el combate precisa: “Según contaba más tarde el general Juan Norberto Eléspuru, al preguntársele si harían fuego antes que la escuadra atacante, Gálvez repuso: ¡No! ¡Jus�fique� mos nuestra causa!”. La Numancia se adelantó a las otras naves y, después de situarse a mil metros, más o menos, del fuerte Santa Rosa, lanzó poco después de las doce de la mañana, un cañonazo que no fue contestado. Al segundo disparo, la torre de La Merced rompió sus fuegos y desplegó la bandera nacional, siguiéndole las demás baterías. Cuéntase, también, que en ese momento Gálvez gritó: “Españoles, aquí les devolvemos el tratado del 27 de enero”.

Bombardeo del Callao, vista desde la flota española. Oleo de Rafael Monleon, ar�sta � marino español ����� � �����. Abajo: Otras posiciones de la defensa del puerto.

El almirante Casto Méndez Núñez herido en el combate del Dos de Mayo. Pintura del Museo Naval de Madrid

La “Villa de Madrid” fue la primera baja española, puesta fuera de combate por una granada con la que perdieron la vida 13 hombres y que abrió un enorme agujero en la nave. Los barcos españoles sufrieron serios daños, el propio comandante fue herido. Sobre las cinco de la tarde, Méndez Núñez ordenó finalizar el ataque, dando la orden de re�rada.

En efecto, Gálvez organizó la defensa del Callao y comandó las fuerzas patriotas desde la torre de La Merced, donde murió a causa de la explosión de una granada, hecho ocurrido a las 12.55 horas del 2 de mayo de 1866, en circunstancias no esclarecidas totalmente. TORREÓN DE LA MERCED Monumento al heroísmo del Coronel Gálvez y a la victoria peruana y americana en el glorioso combate del Dos de Mayo de 1866. Chucuito, Callao.

Mausoleo donde descansan el héroe y parte de su familia en el cementerio museo Presbítero Maestro, en Lima.