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Conflictos que aumentan el malestar
Conflictos que aumentan el malestar A mediados del año 2000, tratando de acabar con la dispersión del chabolismo en la ciudad de Alicante, la Concejalía de Asuntos Sociales en colaboración con las de Urbanismo y Seguridad, decidieron poner en marcha un plan de desalojo de la población chabolista radicada en distintos focos con el propósito de proceder a su posterior realojo en otros núcleos locales o pedanías, una vez que los futuros ocupantes pasaran por una fase de adaptación previa para residir en pisos convencionales guiada por trabajadores sociales, psicólogos, ONGs, que podría traducirse en términos de reeducación. En esta búsqueda de viviendas para familias con hábitos de trabajo demostrados, ya fuera en la chatarrería o en la venta ambulante, se priorizan casas de planta baja para facilitar sus ocupaciones. El 22 de mayo se produce un hecho inesperado sacude a la barriada entera. Un conductor arrolló a un vecino por exceso de velocidad en el Vial de los Cipreses dándose a la fuga sin ser localizado por la policía. No era el primer atropello mortal experimentado en la zona que carece de semáforo, señalizaciones y alumbrado público adecuado. Al día siguiente, los vecinos de Cementerio se echaron a la calle en señal de protesta que reclamaban a gritos lemas como “Queremos luz” o “Que venga el Alcalde”, cortando la avenida para reivindicar mejores infraestructuras públicas. La marcha convocada emprendió dirección de manera espontánea hacia la carretera de Madrid sin autorización oficial, por lo que a la altura del tanatorio esperaban a los manifestantes tres furgonetas del Cuerpo de la Policía Nacional con unos doce agentes uniformados para proceder la detención de la comitiva. Tras unos quince minutos de negociaciones la manifestación se disolvió y los integrantes de la misma volvieron a sus casas reclamando una mejora integral de la zona. En cualquier caso, el atropello fue el detonante de un pulso declarado al Ayuntamiento ante el estado de abandono generalizado de la zona durante décadas.
La política de realojos emprendida por el Ayuntamiento en mayo del año 2000 como ejecución de un plan de choque a nivel urbano alcanzó a Cementerio, uno de los puntos de reubicación elegido como destino para concentrar a la población gitana dispersa a nivel local de los poblados chabolistas de Casalarga, Bloque de viviendas en alquiler a bajo precio, construido por Cáritas Diocesana a finales de los años 60 en la Zona Norte, destinado a familias gitanas (85%) e inmigrantes (15%). Los menores recibían formación de primaria en una escuela católica próxima a la zona. Debido a riesgos estructurales se decidió el realojo
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de los inquilinos, San Antón y Montoto. Para los gestores municipales, la barriada de Cementerio era un emplazamiento idóneo para proceder al traslado al contar con una línea de autobuses públicos urbanos (línea 4) y proximidad con los colegios públicos. En base a tales razones, el Ayuntamiento anunciaba la recalificación como zona residencial de una parcela expropiada de 2.764 m2, sita en el Vial de Los Cipreses, inicialmente destinada como zona verde de uso público, para llevar a cabo las obras de construcción de un lote de viviendas destinadas al realojo de las familias seleccionadas.
La noticia fue recibida con inquietud por los vecinos de Cementerio, debido al alto grado de abandono y degradación, la presencia de chabolismo y un importante déficit de equipamientos e infraestructuras públicas. La falta de alumbrado adecuado, de señalizaciones viales y de limpieza, escenificaban un estado lamentable, sobre todo en días de lluvia cuando la barriada se convertía en un gran barrizal.
Ante la propuesta municipal, una pequeña representación de vecinos, encabezada por Alfonso López, se reunió a principios de junio (3 de junio) con cuatro concejales del Ayuntamiento vinculados a Servicios y Mantenimiento, Seguridad y Transporte, Urbanismo y Acción Social. Les acompañaron en este encuentro los delegados de las asociaciones de La Florida-Portazgo (“La Voz” y “Nuevos Horizontes”) en calidad de entorno social de Cementerio. Como resultado del encuentro, las concejalías se comprometieron a visitar Cementerio, sin fecha concreta, para conocer a fondo los problemas de la barriada de primera mano y aplicar un plan de choque para contrarrestarlos. A cambio de ciertas prestaciones de servicio municipal, los vecinos de Cementerio se comprometían a acoger a un pequeño contingente de familias realojadas, en su mayoría de etnia gitana procedente de Casalarga, permitiendo la construcción de 17 casas prefabricadas. Desde la primera reunión, debía quedar bien claro que los vecinos no consentirían que se construyera en su barriada estas viviendas modulares hasta que no estuviera toda la zona arreglada y urbanizada, en oposición a la idea del Alcalde de hacer ambas cosas de manera simultánea.
Ni los vecinos de Cementerio, ni los empresarios del polígono industrial escondían su inquietud ante el realojo de las 17 familias procedentes de Casalarga, que esperaban desde años el acceso a unas viviendas dignas. Un tema delicado según expresaba un vecino al respecto:
“Hay miedo a los robos y demás cosas. Todos sabemos que poner a 17 familias con problemas sociales juntas no es bueno. Eso se llama gueto”.
Finalmente, el 25 de julio se aprobó en Junta Municipal el traslado de familias de Casalarga a Cementerio una vez fueran construidas las viviendas modulares en un plazo de
