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Año 3 Número 1
Revista cultural, de expresiĂłn artĂstica independiente
#18 A Rostro Oculto
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A Rostro Oculto
Somos A Rostro
#18
A nuestros apreciables lectores y colaboradores, los invitamos a contactarnos: http://issuu.com/ARostroOcultoRevista https://www.facebook.com/groups/a.rostro.oculto/ a.rostro.oculto@gmail.com
Somos voz sin censura, imagen que detalla el universo.
Portada: Santino ChH
Título: ida
Contraportada: Santino ChH
Título: vuelta
Somos voz sin censura, imagen que detalla el universo Oculto.
Somos A Rostro Oculto
Todas las colaboraciones incluidas son propiedad intelectual de sus autores, queda restricta cualquier reproducción total o parcial sin autorización de los autores.
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A Rostro Oculto
Contenido
Letras
Prólogo Al Sur / Ángel Camacho
p7
Perdido / Gabriela Torres
p10
Bebe mi corazón / Juan Eníquez
p 13
Reseña c. / Christian Juárez
p14
Ya no / Mary Varela
p17
El Tren / Alejandra Koraki
p18
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Epílogo
Fotografía
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Anel Hernández
pp 6,9,21
Santino ChH
pp i-f
A Rostro Oculto
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Prólogo Hace un par de meses, mientras viajaba casi a la media noche en la línea 2 del metro de la Ciudad de México, un jovencito, de no más de ocho años, subió con sus dos hermanas y una guitarra; sus manecitas no alcanzaban a bordear la guitarra ni siquiera para tocar un acorde, raspaba las cuerdas y gritaba sonoramente, desafinadamente también, cantaba algo sobre la sierra y la pobreza, enternecedora situación. Terminó su canción y agradeció al poco público que le brindara una moneda para poder comer.
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Los pasajeros disimularon su existencia, acto seguido, él ordeno a sus hermanas se arrimaran a una esquina, de inmediato saco dos bolsas que vació sobre la banca del tren. Comenzó separando los billetes, algunos de cien, otros más de cincuenta y bastantes de veinte, continuo con las monedas las cuales fue separando acorde a su tamaño, guardó algunas de diez en sus zapatos, otras más fueron a las bolsas de plástico, y hubo otras que arrojó con desdén al piso, morralla como popularmente se conoce a los centavos, también monedas extranjeras, al parecer sin utilidad para él. No obstante y en un acto que resultaba enteramente ajeno a la realidad de un niño, ordeno a sus hermanas, menores que él, por cierto, las recogieran, ocasionalmente pateó a las niñas y, al llegar a la estación General Anaya bajó arrastrando la guitarra y regañando a aquellas pequeñas.
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La escena sin duda remite a muchos de los problemas que enfrenta este país: pobreza, explotación, machismo, trata de personas, corrupción, desigualdad, …Indiferencía. Retomé el camino a casa con dos pensamientos fijos en mi cabeza; el primero, que ese niño había juntado, a través de la caridad disfrazada de limosna, más dinero que yo en toda una semana de trabajo; el segundo, que más allá de una cuestión material, este mundo se abandona a la inmundicia y el silencio. En realidad la parte material es poco relevante, la pregunta que de verdad pesaba en mi existir era ¿Qué estamos haciendo uno a uno para volver la realidad menos hiriente para los demás?
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Entonces recordé la satisfacción que el proyecto A Rostro Oculto trajo, no para mí, sino para lectores y colaboradores. Si bien, nunca quise que esta revista perdiera continuidad, la censura, el desinterés y los problemas inherentes de ser una publicación independiente y sin fines de lucro mermaron su crecimiento. Esos en sí, son temas que ahora no importan. A Rostro Oculto vuelve, por necesidad, por alegría, por rebeldía. Son sus colaboradores quienes la mantienen, son sus lectores quienes la consolidarán. Lo demás es irrelevante, estamos de vuelta y pretendemos no volver a callar, pues: Somos voz sin censura, imagen que detalla el universo… Jesús Hernández
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Anel Hernรกndez
Entre dos naciones El mundo en nuestras tierras
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Al sur.
Ángel de Jesús Camacho Enríquez Para mi amada libertad.
Si miras mi ausencia y te preocupas por mí, no temas, me encuentro bien, estoy al sur con aquel amigo que gusta de buen café; Tardaré en regresar más no en hablar, pero si notas que demoro, no te asustes, estaré bien, aún seguiré en el sur;
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Si te llegan malos rumores sobre el sur, no los creas, buenos amigos estarán ahí; Si escuchas que atacan al sur no receles, estaré bien, la insurgencia me ayuda a seguir; Si quieres verme ve al sur y no temas, pues con gran regocijo te hemos de esperar y a la aventura bienvenida serás; Sólo te aviso, si tu determinación es el sur, nueva vida llevarás: estando en el sur te escucharás.
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Si vienes al sur y en la neblina estás, no inquietes, momentáneo sólo será, pues tu luz ayudará; De no encontrar al sur, entristecer no lo debes hacer, sólo conecta tu corazón abajo y a la izquierda. Si llegas al sur y no me hallas, no temas, basta que encuentres a la insurgencia y digas ¡mi corazón está abajo y a la izquierda!
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¡No temas! Pronto te veré, pues abajo y a la izquierda estaré y así te abrazaré. Sólo recuerda que al estar conmigo en el sur, te pediré caminar a mi lado y gritar consignas en contra del Estado.
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Anel Hernández #18 A Rostro Oculto
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La naturaleza impone más que la humanidad
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Perdido Gabriela M. Torres vaginasangrante.blogspot.mx gabistrabis@gmail.com
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El chirrido apagado de mi tripa hambrienta me despertó pasada la media noche. La única ventana del pequeño cuarto de un viejo hotel, que rento desde hace una semana, daba a un cubo que en la planta baja era una especie de almacén al aire libre, jamás entraba directamente el sol y el montón de cachivaches despedía un olor que para mí era insoportable, así que la mantenía cerrada. No sabía qué hora podría ser y mi teléfono celular se había apagado, no supe en qué momento dejó de sonar las melodías con odas al desamor y al suicidio. En el pequeño frigobar hay un trozo de queso y un frasco de mayonesa casi vacío. A tientas, busco el par de mi zapato y reviso mis bolsillos encontrando unas monedas y un billete mal doblado. Bajo los cuatro pisos por las escaleras, es menos probable encontrarme con alguien que me obligue a contestar amablemente el saludo. Además, el elevador tiene ese ligero olor parecido al que despide el cubo. A un par de calles del hotel hay un mini súper de veinticuatro horas. La chica de la caja es muy atractiva, delgada, de grandes pechos que luce bajo las blusas de encaje o telas semitransparentes, cabello castaño claro pintado de negro, ojos grandes con delineador negro, labios delgados y con labiales oscuros, hoy eran
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morados, tiene un pequeño piercing en la ceja izquierda, su expresión es muy seria y, como yo, no intenta interactuar más de lo requerido con las personas. Voy directo al refrigerador de comida, tomo un par de sándwiches y un paquete de galletas del estante junto a la caja. Le pido a la chica una botella de ron de un litro, unos cigarros y ella sonríe. No quito la mirada de su escote que hoy sólo lleva terciopelo. Me pregunta si deseo algo más. Regreso de la hipnosis inducida por sus pechos. Quiere saber si deseo hacer una recarga para mi celular, esto último con una sonrisa insinuante. Comprendo y le doy mi número.
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Llego a la puerta del cuarto, busco en cada bolsillo de mi pantalón y en mi chamarra. Olvidé las llaves adentro. Bajo en busca del conserje y no responde, debe estar dormido. Espero en la sala vieja que tienen en la recepción mientras como los sándwiches fríos y bebo el ron solo. Sin llaves, celular y dinero, salgo del viejo y apestoso hotel y comienzo a caminar sin rumbo. Llego a uno de los tantos parques olvidados en medio de la ciudad, me instalo en una banca en el corazón del parque, pasa mucho tiempo para que aparezca un chico con las ropas llenas de grasa y mugre, se nota que está drogado. Me pide un poco de ron y acepto compartirlo. Él no tiene nada que decir y yo no tengo nada que agregar. Terminamos con la botella y los cigarros, él se acuesta en la banca y comienza a roncar. Amaneció, serán las seis o siete. Me siento cansado y ebrio. Decido regresar al hotel. Toco la puerta del conserje, esta vez sí responde, subimos, estoy tan
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mareado que no me importa el olor del elevador, abre la puerta, le doy las gracias y me tiro en la cama. Me duermo quince minutos y el sonido de una llamada entrando a mi celular me despierta. Contesto sin mirar la pantalla, es papá que ha estado buscándome por días. Comienza a gritar en cuanto nota mi estado. Aviento el celular y dejo de escuchar sus insultos.
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Hace siete días que nadie sabe de mí, hace doce que murió mamá. Al tercer día, después de sepultarla, un abogado nos citó a mí y a papá para decirnos que mamá tenía una cuenta de ahorro y que ahora me pertenecía. Cuando mencionó la cantidad que guardaba, papá comenzó a ofenderme encolerizado por la decisión que tomó mamá antes de morir. Salí de la oficina, llené mi mochila y en un taxi llegué a la central camionera, compré el primer boleto que salía. Ciudad de México decía el letrero coronando el autobús. Jamás me había sentido tan perdido, pero tampoco me había sentido tanto en casa.
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BEBE MI CORAZÓN Juan José Enríquez Rivera juanjosenriquez@yahoo.com.mx
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Como fulgor de fantasma desangrado del recuerdo que yace… Cual cenizas de sol resucitan en silencio azur el crisol de mi ser… En mis venas se funde más de ti… De tu edén se fuga más de mi… En mi sueño… Más de nosotros…
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Reseña cinematográfica: We are legion: the history of the hacktivists
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Christian García-Vega El orden actual de los acontecimientos, globales y locales, pocas veces deja espacio a la reflexión ordenada sobre su naturaleza originaria, el orden
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cronológico de su desarrollo y los alcances duros de sus consecuencias. La coyuntura, ahora aparentemente permanente, deja una sensación de apremio constante que lejos de aportar a la lucidez especulativa o la teorización objetiva, hace que la contemplación general de las cosas parezca un breve parpadeo, incesantemente bombardeado, del cual solo podemos extraer restos aislados, como de un cuadro de guerra borroso y lejano. Es por ello pertinente rescatar el trabajo de creadores que aprovechan el caos de esta circunstancia para esquematizar una parte de estos acontecimientos en orden esclarecer sus alcances, en particular cuando la circunstancia es la resistencia organizada y poco difundida y los alcances siguen en el tintero, como es el caso de la historia que aborda We Are Legion: The history of hacktivists. El séptimo trabajo documental de Aaron Knappenberger aborda la historia del colectivo Anonymous desde sus ya lejanos y completamente
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caóticos inicios en el canal 4Chan, donde nació de forma accidentada de la comunión de miembros outsiders que fueron dando forma a una cadena ideológica a veces muy poco clarificante, pero que llevan en sí precisamente el sino de la otredad, ingrediente conveniente e imprescindible para lo que sería posteriormente uno de los movimientos de resistencia más efectivos y trascendentes de este inicio de siglo, hasta sus últimas operaciones y los ya numerosos intentos de desmantelamiento por parte de las agencias de seguridad estadounidenses y europeas que han significado la persecución indiscriminada de jóvenes que participaron de forma a veces directa a veces casi inconsciente en alguna de las operaciones.
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Desde su inicial controversia con un protestante neo-nazi hasta su primer organización formal para atacar a la iglesia de la cienciología y posteriormente su exitoso ataque a los servidores de MasterCard y PayPal, el documental narra de forma dinámica y emocionante el ascenso de Anonymous desde su obscuro origen hasta el posicionamiento de su bandera ideológica como una red activista democrática en contra de gobiernos opresores que tuvo su punto culminante en su apoyo a la primavera árabe en la que tuvo una participación activa determinante y reconocida por las partes involucradas en el conflicto.
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Con un tempo narrativo que no niega su oficio (Es el séptimo documental de Knappenberger, pero ha dirigido 12 obras en total y producido una veintena de trabajos) We are Legion… hace una esquematización estrictamente cronológica del desarrollo del grupo de activistas a través de testimonios y entrevistas a miembros fundadores, periodistas, filósofos, comunicadores y miembros activos que brinda una visión si bien hasta cierto punto anecdótica, bastante bien respaldada por una investigación evidentemente exhaustiva que no repara nunca en datos contrastantes y opiniones objetivas y autocriticas que hacen del trabajo una herramienta documental imprescindible para entender el desarrollo de Anonymous hasta el año 2012 en que se editó el documental, así como la importancia de las redes de activistas alternativas que surgen cada día como respuesta, organizada o no, a decisiones verticales de gobiernos ajenos a una realidad global ya presente y en vías de crecimiento innegable e inmarcesible.
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We are legion: the history of the hacktivists Documental 1h 33min Octubre 2012 Brian Knappenberger https://www.youtube.com/watch?v=hY6CbMPguWU
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Ya te voy. Mary Varela
Ya es noche y canto alegre, ya te pinto ingenuo y ya me voy. Nada eres. Nada soy. Ya te veo y cubro un velo. Ya me voy muy lejos y no regreso. Revista cultural, de expresiĂłn artĂstica independiente
Se acabaron los buenos momentos de cristal. Todo roto. Ya nada hay y ya me voy. Ya no te voy. Hoy no. Ya no y no.
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EL TREN Alejandra koraki
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- ¡Sh! Silencio. No me dejas escuchar el tren. - No escucho nada. - Aguza tu oído. Se escucha el tren. - No hay vías por aquí. No hay tren. - ¡Sh! - Basta. Imaginas cosas. Imaginas ruidos. No hay ningún tren. - Puede que no. Pero si lo hay no me dejarás oírlo. - Basta, he dicho. - El choque de los metales... - Basta - ... el pesado rodar... - No hay tren. - ... el majestuoso silbato. - ¡NO HAY TREN ALGUNO! - No es necesario que grites. Intento escuchar el tren. - Pero ¿has perdido la cabeza? ¡No se escucha nada! No hay vías, ni trenes, ni silbatos ni nada... - Quizá el tren solo está en mi cabeza. Quizá solo yo quiero escucharlo y tú no lo escuchas porque lo niegas. - Lo niego porque no existe. - ¿Te has preguntado alguna vez si existe lo ves o si ves todo lo que existe? - Yo no... - ¿Te has preguntado por qué no escuchas los colores o por que no ves los sabores? - Suenas como un demente. - Soy demente.
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- Ya lo creo. - Ahora calla. Quiero escuchar el tren. - Me inquietas. - ¡Sh! - No hay tren. - Yo escucho un tren. - Dime Salvador ¿Cuán importante es para ti que yo te crea? - No te pido que me creas. Solo te pido que me dejes escuchar... De pronto un impresionante estruendo interrumpió a Salvador. La casa entera comenzó a temblar y estremecerse. De inmediato comenzaron a formarse grietas en las paredes de las cuales se desprendía un finísimo polvo que provocó que el muchacho tosiera.
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Salvador miró hacia la ventana y enseguida localizó una locomotora que se acercaba a toda velocidad cuesta abajo, directamente hacia su casa. El chocar de los metales y el crujir de las paredes se acompañaban por el cada vez más intenso y ensordecedor silbato de aquella monstruosa máquina. Salvador saltó de la silla y tomó a Sebastián por el brazo. Lo sacó casi a rastras hasta el patio jadeando y casi sin aliento. De pronto la locomotora alcanzó a la humilde vivienda de adobe y techo de teja roja que propiciaba cobijo a la familia de los chicos. Al choque, estalló en mil pedazos, volaron las paredes, volaron los muebles y salió volando el gato, con agudo maullido, quien indefenso descansaba al sol sobre el tejado justo antes del impacto.
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Salió volando la mecedora de la abuela y la estufa de leña, voló también la colección de carros de madera que papá tallaba en sus ratos libres. El tren se llevó todo a su paso y siguió su camino por las vías imaginarias hasta el bosque, donde tiró todos los pinos que se interponían a su paso. El silbato se fue haciendo cada vez más imperceptible y los metales de los vagones ya casi no se escuchaban.
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Mientras Salvador se incorporaba, dibujó una gran sonrisa de satisfacción en el rostro, se sacudía la tierra de sus ropas y Sebastián confundido miró a su hermano, luego observó su casa la cual se encontraba intacta y en el mismo estado, el gato aún dormitaba en el tejado, la mecedora estaba en el mismo lugar de siempre y los arboles del bosque no habían sido derribados.
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- ¿Qué ha pasado? – Preguntó Sebastián sin haber podido ver lo que vio con su imaginación su hermano ¿Por qué me has sacado de la casa? - Te he salvado.
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Epilogo Tomaremos tiempo, pero volveremos, no estaremos ausentes, al menos no mientras haya algo que no se deba callar o dejar de mirar.
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La historia ha comenzado, la guerra del pasado ha iniciado
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Colaboraciones y comentarios:
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Colaboran para este nĂşmero : Anel H / Ă ngel C / Alejandra K / Christian J / Gabriela T Juan E / Mary V / Santino C
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