A rostro oculto 15

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Revista cultural y de expresión pública. Número 15. Año 2


A Rostro Oculto

A nuestros apreciables lectores y colaboradores, los invitamos a dar vida y crecimiento a este proyecto, quedando a disposición los siguientes medios de contacto: http://issuu.com/ARostroOcultoRevista https://www.facebook.com/groups/a.rostro.oculto/ a.rostro.oculto@gmail.com Somos voz sin censura, imagen que detalla el universo. Somos A Rostro Oculto.

Portada: Carlos Salazar Título: Blackbird fly Contraportada: Mi Yo Literario Título: Metro

Todas las colaboraciones incluidas son propiedad intelectual de sus autores, queda restricta cualquier reproducción total o parcial sin autorización de los autores.

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el Universo

Abril


A Rostro Oculto

Abril

Contenido Introducción

Jesús Hernández

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3

Prologo

Eduardo Galeano

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4

Refugiados

Alejandra Koráki

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5

Colección de imágenes

Carlos Salazar

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10

Ella

La lengua de la H

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12

Memoria dichosa

Carmen Rodríguez

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14

Colección de imágenes

Mi Yo Literario

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15

Claror

Juan José Enríquez

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16

El otero

Gabriela M

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17

Botargas tristes

Divergente

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19

Identidad

Carmen Contreras

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21

Regreso a Clases

Yenifer Osorio

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23

Vernos sin mirarnos

Carmen Rodríguez

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25

Puntos suspensivos

La lengua de la H

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27

Contrastes

Alejandra Koráki

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28

El caballero Blanco Delgado

Jesús Hernández

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31

Epílogo

Eduardo Galeano

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33

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34

Editorial

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A Rostro Oculto

Introducción ¿Qué es un escritor? Es la reflexión que hace poco unía a su servidor con uno de los editores, algo que se amplió, como todas nuestras charlas, a algo aún más universal. ¿Qué es lo que forma a un artista y qué distingue a uno bueno de aquel que pretende serlo? Anecdotando, como solemos hacer, discutimos, desestructurando el concepto de la realidad, conjuntando ideas, como coincidimos que lo hace el artista. El concepto no dejo de ser controversial, pues a mi entender cualquiera que se digne del producto intelectual o manual que trasnforma el mundo y otorga una nueva mirada, debe de hacerlo ante cualquier escenario; debe de ir de la dulzura a la protesta y de la simplicidad a lo complejo… debe hacerlo con amor, más que a su objeto de deseo, a lo que está haciendo. Así, es que todo se reduce a la intensión con la que se hace cada cosa. Lo cual hace aún más debatible el asunto, pues… ¿Qué hacemos nosotros, los que con amor y locura andamos a rostro oculto, propagando el arte y la expresión independiente? Es algo que aún no logró responder. Sé que los tiempos lo demandan, que cada vez que los Estados nos fallan se debe alzar la voz, que cuando fallece un poco de la belleza del mundo hay que intentar rescatarla, que por el simple hecho de la indolencia del mundo o de la magnificencia que nos envuelve merece estar, recrearse, volver a ser. La segunda pregunta es aún más compleja, me hace mirar la identidad de esta revista y el compromiso de dos entes imprescindibles para la continuidad y desarrollo de este espacio: nuestros lectores y colaboradores. Es común, para mí, pensar en el mundo que se desmorona, imaginar que somos el grano de arena que rellena los vacíos y evita la caída de todo aquello que conocemos. Al menos, es el sentimiento que queda después de cada labor de edición; la impresión de que esto es más que páginas repletas de emoción e ideas, es esperanza. Somos voz sin censura, imagen que detalla el universo. Somos A Rostro Oculto.

Jesús Hernández. Abil 2015

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Prólogo Ventana sobre un hombre de éxito.

No puede mirar la luna sin calcular la distancia. No puede mirar un árbol sin capturar la leña. No puede mirar un cuadro sin calcular el precio. No puede mirar un menú sin calcular las calorías. No puede mirar un hombre sin calcular la ventaja. No puede mirar una mujer sin calcular el riesgo.

Galeano E. (1993). Las Palabras Andantes. Siglo Veintiuno editores.

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Refugiados El Viaje de Mariana (cuarta parte) Por: Alejandra Koráki facebook.com/ale.koraki Un grito proveniente de los vagones de adelante alertó a todos. - ¡RETÉN! – dijo la voz masculina. Mariana no sabía lo que significaba, pero seguramente no era nada bueno. Algunos polizones comenzaron a esconderse entre las cargas, pero los demás comenzaron a correr hacia los vagones de atrás y algunos se preparaban para saltar.

- ¡Córrele! – gritó Tania a Mariana, que no se había movido. - ¿Por qué? ¿Qué pasó? – preguntó asustada. - ¡Hay que bajarnos! – dijo Tania mientras la jalaba del brazo. - ¡NO! – respondió Mariana al momento que se zafaba. - ¡Tenemos que bajarnos! – insistió Tania. - ¡El señor gordo dijo que no me bajara! –replicó.

Estaba atardeciendo; el cielo se pintaba de anaranjado y el aire refrescaba. El tren comenzaba a desacelerar y a lo lejos se empezaron a escuchar las sirenas de la policía.

- ¿Quieres que te lleven presa? – preguntó Tania ya con molestia. - Pos no, pero... - Entonces vámonos, hay que bajarnos – respondió sin dejar que terminase de hablar.

Tania volvió a tomar del brazo a Mariana y juntas corrieron hasta la parte trasera del vagón. Primero bajó Mariana por la escalera de metal despintado que se extendía hasta las ruedas. El tren, aunque poco a poco iba bajando de velocidad, aún avanzaba rápidamente. Mariana miraba vacilante hacia el suelo que se movía demasiado rápido bajo los vagones. No estaba preparada para poder bajar. Tenía miedo.

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A Rostro Oculto - ¡Tienes que saltar! – Le indicó Tania, cuyos gritos se confundían con el repiqueteo de los fierros -¡Ya! Mariana tomó aire, apretó los dientes y se impulsó hacia afuera. Antes de tocar el suelo cerró los ojos y solo volvió a abrirlos al sentir el golpe contra el suelo. Un poco aturdida y desorientada, abrió los ojos buscando a Tania quien aún no saltaba del tren y se alejaba rápidamente. Entonces Mariana se levantó tambaleante y comenzó a correr detrás del tren. En un abrir y cerrar de ojos, Tania también se encontraba en el suelo con moretones y raspones, mientras el tren seguía avanzando y se acercaba a una especie de estación improvisada donde había varias docenas de patrullas con las torretas encendidas esperando capturar a los migrantes. Mariana logró llegar hasta donde estaba Tania, sacudiéndose el polvo. La gente que bajaba de los vagones corría hasta una zona boscosa para perderse de los policías. Ni la experimentada Tania, ni la temerosa Mariana sabían que hacer, así que comenzaron a correr también junto con los demás. Era un tramo de pastizal que después se pintaba con un manto color verde oscuro que era el bosque, corriendo por toda la falda del cerro, en paralelo a las vías del tren. Justo en el momento en las niñas alcanzaron la parte donde comenzaban los árboles, un grito desgarrador las obligó a voltear. Mariana se quedó petrificada viendo como uno de los infortunados que se había quedado atrás, había resbalado sin tomar impulso, y había caído debajo de los vagones. La larga cola de vagones se adelantó dejando en las vías al pobre hombre con ambas piernas amputadas, y un rio de sangre manchaba de rojo los durmientes. Una cuadrilla policiaca se acercaba de prisa hasta donde estaba tirado el sujeto, quien gritaba desesperadamente. Tania tuvo que tirar del brazo de Mariana para que ésta reaccionara. La imagen que acababa de presenciar no sería nada fácil de dejar atrás. Los ojos de las niñas se llenaron de lágrimas pero ninguna de las dos emitía sollozo alguno. Sólo seguían corriendo en la misma dirección en la que los demás corrían. La oscuridad comenzó a inundar el área boscosa por donde corrían y las ramas de los arboles golpeaban a latigazos la carita de Mariana. Atrás se escuchaban algunos perros de la policía en la lejanía, pareciera que por fin los perderían. Después de un rato, la carrera se volvió caminata. Ya todos estaban cansados y ninguno sabía bien a donde ir. Algunos se sentaron en la tierra, otros intentaron continuar. Tania se recargó en el tronco de un árbol para tomar aire y Mariana se dejó caer de rodillas. De pronto una luz se filtró entre los árboles y se acercaba lentamente.

- ¡La policía! – Dijo Tania mientras se echaba a correr - ¡No dejes que te agarren!

Mariana se levantó a duras penas e intentó correr pero sus piernas ya no le respondían.

6|S om os v oz sin censur a , im ag e n que det al la Somos A Rostro Oculto

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A Rostro Oculto Entonces la luz se hizo más fuerte y era acompañada del ruido de motor de una camioneta. Se detuvo a unos metros de donde estaba la mancha de gente. Los que aún podían correr lo hicieron de inmediato dispersándose en la oscuridad del bosque.

- ¡No! – Dijo una voz que provenía de la camioneta - ¡No se alarmen! Queremos ayudar. - Somos gente del refugio – dijo otra voz – No somos policías.

Mariana miró en todas direcciones buscando a Tania, pero no logró encontrarla. Los sujetos comenzaron a ayudar a subir a la parte trasera de la camioneta a la gente que quedaba. Se trataba de un hombre de edad avanzada, con cabello canoso y anteojos. La otra era una mujer en sus treintas. El hombre se acercó a Mariana y le extendió la mano.

- Hola Pequeña – dijo con un tono bonachón. Mariana no respondió. Estaba atemorizada. - Me llamo Germán – dijo el hombre – No voy a hacerte daño.

Mariana miró al hombre a los ojos. La escaza luz de la luna y de los faros de la camioneta le permitieron verlo. No parecía mala persona y sin saber qué otra cosa podía hacer ahora sin Tania, accedió a darle la mano e ir con ellos. No era una camioneta grande y la gente iba muy apretada en la parte de atrás. Mariana era la más pequeña del grupo. Don Germán la acomodó en la parte de enfrente junto a él y a la mujer quien era la que conducía la camioneta. Mariana se le quedó mirando a la mujer, quien al darse cuenta le sonrió de reojo.

- ¿Cómo te llamas? – preguntó ella. Mariana alejó la mirada y se negó a responder. - Yo me llamo Consuelo – dijo la mujer. - ¿Perdiste a tu mamá? – preguntó Don Germán luego de una pausa. Él pensaba que era a su madre a quien Mariana buscaba atrás en el bosque. - Te vamos a ayudar a encontrarla – puntualizó Consuelo.

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A Rostro Oculto Mariana echó a llorar. Nadie podía ayudarla a encontrar a su madre. No sabía dónde estaba ni a dónde ir. Lo único que sabía era que no debía haberse bajado del tren y ahora estaba en un lugar extraño con gente extraña. Don Germán intentó tranquilizarla repitiéndole una y otra vez que la iban a ayudar a encontrar a su mamá y dándole palmaditas en la espalda. Después de un tramo de terracería, llegaron a un lugar que a los ojos de Mariana parecía un castillo abandonado. En realidad se trataba de un casco de hacienda que probablemente habría sido un hermoso lugar hacía muchos años atrás. Había sólo una luz exterior que poco iluminaba el sitio. Una vez que Consuelo apagó la camioneta, los migrantes comenzaron a bajar exhaustos hacia donde Don German les indicaba. Consuelo se llevó a Mariana de la mano en la misma dirección. El interior no estaba en mejores condiciones que el exterior de la finca. Aunque se notaba limpio y con los mejores esfuerzos por darle mantenimiento a las viejas paredes de adobe que ya se asomaban detrás de la pintura quebrada. Otros inquilinos se apresuraron a ayudarle a Don German a acomodar a los recién llegados. Lo primero que se veía al entrar eran una docena de mesas con sus sillas de metal, con logotipos de cerveza y refrescos, algunos ya bastante desgastados pero funcionales aún. A la izquierda una cocina con grandes comales y quemadores pensados para preparar grandes cantidades de alimento. El resto del inmueble estaba lleno de catres y colchones para darle cobijo a cuanta gente pudiera acomodarse. El olor a frijoles hizo que el estómago de Mariana comenzara a rugir. No recordaba la última vez que había comido hasta saciarse. Desde que se había subido al tren sólo había comido pan duro y manzanas. Y también una torta de chorizo que Tania le había obsequiado el día que la conoció. Consuelo dio aviso a los recién llegados que se serviría un refrigerio antes de enviarlos a descansar. Se les dio un plato con frijoles y arroz y un vaso con agua. Era más de lo que muchos habrían deseado. Mariana comía con entusiasmo y pronto su diminuto estomago se llenó y no pudo comer un solo bocado más. Había quedado satisfecha a mitad del plato, pero tenía miedo de no volver a comer así en mucho tiempo y se obligó a comer un poco más. Luego Don Germán y Consuelo indicaron uno a uno donde podían dormir. Consuelo se llevó a Mariana a una habitación donde solo había dos catres.

- Aquí puedes quedarte mientras encontramos a tu mamá – dijo Consuelo – Mi recamara está al otro lado, así te quedo cerca para lo que necesites. Entonces se retiró.

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A Rostro Oculto Mariana examinó la habitación. Era pequeña, las paredes estaban pintadas de color verde con humedad en una esquina, misma donde había una mesa con las pertenencias de la otra persona con quien compartiría la habitación y quien en ese momento no estaba presente. Entonces algo llamó su atención. Detrás de una mochila se asomaba un morral que le resultaba familiar. ¡Era el suyo! Corrió para tomarlo y al abrirlo encontró allí a su muñeca, unos papeles doblados, unos bolillos duros y un suéter que no había podido sacar antes de extraviar el morral. La muñeca era la misma que Teresa le había regalado unos años atrás. - ¿Qué haces esculcando mis cosas? – dijo una mujer que hizo sobresaltar a Mariana. - ¡Son mis cosas! – respondió Mariana aferrándose al morral

La mujer jaloneaba con fuerza intentando arrebatarle el morral a la niña, mientras ella gritaba repitiendo que aquello era suyo. - ¿Qué es lo que pasa? – preguntó Consuelo quien al escuchar los gritos se apresuró hacia la habitación. - Esta escuincla – dijo la mujer – me quiere robar mis cosas. - Son mías – respondió Mariana con la voz cortada – ¡Son mías! Consuelo se acercó y tomó el morral. - ¿Es tuyo? – preguntó dirigiéndose a la mujer que lo clamaba como suyo - Si, es mío – mintió – Traigo ahí mis cosas... - Es mío – interrumpió Mariana – esa es mi muñeca y esos papeles me los puso mi ‘amá Jacinta cuando me fui. Consuelo desdobló los papeles y se puso a leerlos. - ¿Cómo se llama tu mamá? – preguntó Consuelo a Mariana. - Tencha – respondió la niña. - ¿Y vas a buscarla?

Mariana se quedó en silencio. Sin querer acababa de revelar que viajaba sola. Consuelo dobló nuevamente el papel y lo metió en el morral. Luego se lo entregó a Mariana y la tomó de la mano. - Ven – le dijo – Te vas a quedar conmigo.

Entonces salieron de la habitación dejando a la otra mujer rabiando de coraje. 9|S om os v oz sin censur a , im ag e n que det al la Somos A Rostro Oculto

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“Cabalgando con el Sol” Carlos Salazar @momoztla

“Dulce Melodía” Carlos Salazar @momoztla 10 | S o m o s v o z s i n c e n s u r a , i m a g e n q u e d e t a l l a Somos A Rostro Oculto

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“Blackbird fly” Carlos Salazar @momoztla

“Juego Sin Fin” Carlos Salazar @momoztla 11 | S o m o s v o z s i n c e n s u r a , i m a g e n q u e d e t a l l a Somos A Rostro Oculto

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Ella Por: lalenguadelaH• Publicado el 12/02/15 en “mi diario de campo censurado” www.cuentitosdeautoayuda.com

Supe que era el doctor porque lo llamaron por el megáfono desde la Presidencia Municipal, así lo recibieron en la puerta. Aunque en ese lugar solo van los pasantes (en la licenciatura de Medicina) y hay una enfermera de tiempo completo, el doctor sigue yendo a las juntas que convoca la Presidencia. Es un lugar pequeño en donde la vida sana que se lleva en la oralidad - habitual - ha pasado a otro plano. Se comen pocas verduras, más papitas, panes y galletas; se bebe agua con azúcar, café con azúcar, té con azúcar y coca-cola. Se vende cerveza y jerecito, agua miel y pulque para los viajes largos. Un lugar más arrumbado en la provincia y venido a ser parte de mi recuerdo, aproximadamente, un mes después de visitarlo. Viene a colación legalmente este cachivache del pasado. Tuve una amiga con la que platiqué. Platicar implica hablar de ti y de lo tuyo; los detalles que tú des serán recíprocos, quizás no textualmente pero manifestados en sus gestos y preguntas y dudas consecuentes. Hablamos de sexo, de mi sexualidad, de mi vocación, de mi profesión, de mis piercings, de mis gustos y desencantos con las personas que gusto. Ella también lo hizo. Ni ella ni yo deseamos vivir con el padre de nuestro hijo. Ella no lo hace, mi hijo ni padre reconocerá como familia. El concepto de familia no es exclusivo de provincia o de ciudad, del antes y del ahora, del progreso y del rezago social; supongo - pues - gozaremos más la relación con los hijos sin un concepto de familia establecido. Por lo menos en mi caso, y en el caso de ella, lo es y lo será. Aunque aún tengo pesar por la responsabilidad de dejar los sueños en el tintero, descartarlos, siendo así la somnolencia del amor el rigor para evadir los objetivos personales, lo sueños propios, las ilusiones para sí mismo mas si en el sí mismo reside ser madre (o padre) no discuto más y ejercerlo. Ella abandonó la Escuela, el padre de su hijo, también. Ahora viven de lo que va saliendo con lo que va saliendo. Me dijo que el bebé de una amiga había muerto. Estaba vivo al nacer; ella lo escuchó llorar pero que una médica que se trasladó a auxiliar el embarazo no detectó que "traía algo en su naricita y no podía respirar bien". Ella es madre, se embarazó a los 16 y tiene un hijo de 5 años. Ella tiene 21 años y quiere seguir estudiando. Al regresar debo llevarle la información sobre la educación superior a distancia. Ella desearía ser enfermera porque maestra, que es una de sus últimas opciones después de chef, incluye muchos paros y marchas. Es cierto, en estos días, cómo nos está yendo con los maestros de la CNTE (Oaxaca) en Reforma. Cuando me lo dijo sonreí, al mismo tiempo, quedé perpleja por su entendimiento de lo que incluye el ser maestro. Yo no lo había percibido. Me sorprendí.

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A Rostro Oculto Ayer vi a una mujer embarazada her-mo-sa, de grandes ojos amielados y cabello castaño, largo y lacio; llevaba un pantalón con tribal print de corte high waisted, flats y un top. Solo tenía 13 años. Detrás de ella iba su mamá cargando una enorme bolsa de mandado. Ella lucía con el encanto de una figurilla de porcelana, con la gracia de una cantante de koreana, con el hechizo de la corpulencia pequeña, vuelta la proporción y la condición de embarazo, la fragilidad de la hermosura de un cuerpo delicado. Mi reacción quedó ahogada por las complicaciones que iban a truncar su educación, o que la rezagarían, las obligaciones que debía de cubrir para mantener a su hijo, pero, más me embargó la duda por lo que yo no había vivido a su edad: una adolescencia libre, sin tener miedo por el presente, siempre procurando tener solidez para que el futuro fuera más sencillo. En ese instante quedó acomplejada la plática con mi amiga, la que desea ser enfermera y tiene 21 años mas no asignada para el olvido. Para cerrar y no dejar atrás mi lado disidente de la seria realidad, terminaré con algunos párrafos de la canción de Gloria Trevi "Ella Que Nunca Fue Ella"; es muy probable que parte de lo que he redactado lo localices en algún verso, considero que las historias de vida por más rebuscadas que sean son inclusivas en otras historias en las que solo nos limitan las palabras que empleamos para verbalizarlas...

Ella fue una desilusión para sus padres que querían un varón pasaba el tiempo vestida de azul en algún rincón (...) Siempre quiso ser bailarina mas la obligaron a estudiar medicina y le prohibieron la ilusión de un amor que la distraía (...) Y se fue a casar confundida con un mediocre al que ni quería y entre quehaceres, gritos y novelas se le fue la vida (...) y salía como si nada con la cara lavada para quedarse callada (...)

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Memoria dichosa Por: Carmen Rodríguez Será que mi obnubilada materia gris no se esfuerza en recordar los sueños, al despertar solo quedan vagos sentimientos. A veces desconcierto, a veces inquietud. Tal vez indiferencia incluso miedo, pero sin detalles, lugares, ni personas. Pero anoche estuviste tú muy claro, casi tangible ahora las circunvoluciones cansadas, agotadas por la rutina, las obligaciones y el día con día encontraron un motivo para traer a la memoria consciente lo que pasa en el sueño. Dedujo, como es su obligación, que un atisbo secreto de felicidad asomaría al rostro que le pertenece cuando al ordenar a los ojos abrirse trajera al momento ya despierto el recuerdo de tu imagen.

Y hubo calidez y suavidad y ternura y esa inconfundible, cautivante mirada tuya en mí.

Anoche te soñé. Y al despertar, lo recordé.

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“Juego de Luces” Mi Yo Literario

“Arco” Mi Yo Literario

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Claror Por: Juan José Enriquez finisterrax@hotmail.com

Céfiro de mar evoco de lunar estirpe, pulso de años, de duendes aureola… Arcoíris el corazón… Revolución de claveles y amapolas armaduras carmesí en campo azur inhumado descienden del edén en llamas… Aniquilo de arena tiempo y razón… Extinto el mito al amparo de la arpía cual escape de luz; en cofre espejo de vuelo petrificado, mirada sepultada en sueño, mi estrella alborada…

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El Otero Por: Gabriela M. Torres vaginasangrante.blogspot.mx Para Jerónima. Te seguimos extrañando, Saúl.

Por las noches se deshace El Otero —contaba mi abuela—, era el único cerro de tierra blanca en kilómetros de pura tierra roja, ahí el viento es tan fuerte por las tardes que nadie podía vivir en esas tierras. Yo vivía en La Noria, el poblado más cercano a Otero, desde ahí por el día puede verse la punta del cerro pero de noche se desaparece. Un día, mientras cuidaba las borregas, una corrió para El Otero y tuve que ir a buscarla porque si llegaba con una menos seguro que mi papá me deshacía la espalda a palos. Pasaba el medio día, el sol se reflejaba con fuerza sobre la tierra blanca, había caminado bastante y ya no me quedaba agua, me senté bajo la sombra flaca de un árbol sin hojas y me quedé dormida un par de horas, el ruido del polvo golpeando en el árbol y los berridos de mi borrega me despertaron. El polvo no me dejaba abrir los ojos, el tronco del árbol era hueco y me metí para protegerme. La tierra oscureció el horizonte, abracé mis rodillas y comencé a rezar. Cuando ya no escuché los berridos, el viento soplaba con menos fuerza y ya no había polvo por todas partes, alcé la cabeza y ya había anochecido. El cerro hizo un estruendo como desde sus entrañas, saqué la cabeza para ver qué era lo que sucedía, la noche era hermosa, la luz de la enorme luna llena se proyectaba contra el espejo blanco que era la tierra de Otero, haciendo parecer a aquel cerro como una perla sobre una nube. Desde donde estaba sólo podía escuchar cómo se desgajaba por el otro lado el cerro hasta que quedó a la mitad de su altura, luego vi como poco a poco se desprendía quedando un puñado de piedras. No podía creer lo que miraba, de principio pensé que seguía dormida y me pellizqué un brazo, cerré fuerte los ojos y al abrirlos me di cuenta que lo que veía era real: eran personas de piedra. El fuerte viento había formado montoncitos de ramas que los hombres de piedra juntaron para hacer fogatas alrededor del puñado de piedras que quedaban del cerro. Parecía una fiesta, nadie decía nada pero las mujeres de piedra hacían pan y comida con barro, los

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A Rostro Oculto niños corrían alrededor de las fogatas y los hombres, sentados, miraban. Así pasaron la noche. Daban las cuatro de la mañana cuando las mujeres tomaron a los niños en brazos y los pusieron sobre el montón de piedras, luego ellas se abrazaban cubriendo a los niños, siguieron los hombres dando forma de nuevo a Otero, al final subían los hombres y mujeres más longevos que tenían jorobas y estaban llenos de arbustos. Esperé que terminara de formarse El Otero y salí del tronco corriendo hacía mi casa. A la entrada del pueblo estaba mi madre con un grupo de señoras, todos me estuvieron buscando pues por la tarde habían vuelto las borregas y a media noche llegó sola la que había seguido hasta El Otero. —Terminó de contar mientras limpiaba sus ojos y miraba al cerro que está pasando el río, rumbo al panteón—. Siempre que contaba de Otero sus ojos se llenaban de lágrimas pues inventó la historia una noche de junio, cuando murió su primer hijo varón, el viento había soplado muy fuerte por la tarde, como un mal augurio que llevaba. Oscurecía cuando mi tío ensilló su caballo para ir con su novia, a medio camino y sin razón alguna el caballo reparó tirándolo de boca, el animal corrió enloquecido sobre el pedregal llevando a rastras su delgado cuerpo que una cuerda sujetaba del pie izquierdo a la montura. Cuando se dieron cuenta el caballo brincaba la cerca de piedras que al caer hicieron un ruido ensordecedor, quedando mi tío, aún con vida, sobre el montón de piedras ensangrentadas. Murió de camino al hospital. Mi abuela no soportaba el dolor y sólo miró desde la ventana de la cocina el funeral que se llevaba a cabo en el patio central de la casa. Él era muy querido en el pueblo y para despedirse las personas abrazaban el féretro. Los cirios duraron encendidos toda la noche, el viento volvió a soplar hasta entrada la tarde, minutos después de sepultar su cuerpo.

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Botargas tristes Por: Divagante @Delia25

Desde que era pequeño jamás me gustaron las botargas, creo que tampoco los payasos, bueno aun no soy muy mayor, apenas cumpliré 9 años, en casi dos meses, y espero que me hagan una fiesta de cumpleaños para invitar a mis amigos, ojalá a mi mamá no se le ocurra traer un payaso, pero ya saben cómo son las mamas. Mi familia dice que no soy un niño común, y a veces pienso que tal vez tiene la razón, ellos son los adultos y supongo que deben saber más que un niño de 8 años apenas… Cuando comparto tiempo con mis compañeros de la escuela me doy cuenta que puede ser cierto porque siento que ellos actúan de maneras muy infantiles y la mayor parte del tiempo no me entienden lo que intento platicarles, entonces mejor propongo que juguemos al fútbol , eso es más fácil para ellos y a todos nos gusta, a mí me divierte porque ahí no hay que pensar mucho, sólo pateas un balón mientras recibes patadas de tus compañeros, a veces duele un poco pero también eso es parte de la diversión, a veces también nos peleamos un poco con los del otro equipo, más cuando nos quieren hacer trampa con los goles, pero casi siempre les ganamos, entre las cosas que me gustan aparte del fútbol, me gusta el tae-kwon-do, los videojuegos en línea , porque ahí no saben qué edad tengo y puedo jugar con mayores que me enseñan trucos, mi mamá a veces se preocupa por los juegos en línea, para que no lo haga la dejo ver con quien platico y así no hay problema . También hay cosas que no me gustan, ya dije los payasos, las botargas, las ferias y el cine… bueno me gusta un poco pero lo que no me gusta mucho es el ruido. ¿Por qué le ponen un volumen tan alto al sonido? Algún día un niño quedará sordo y no lo van a curar los señores de los cines, eso pienso yo. Una vez fui con mi mamá a un concierto, yo era pequeño y se reían de mí todo porque yo quería que le bajaran el volumen al grupo, pero pues yo era pequeño y no sabía que los conciertos son tan ruidosos… Te decía que los payasos no me gustan, bueno no es que no me gusten más bien me ponen triste, porque traen mucha pintura en la cara pero sus ojos siempre están tristes o enojados, esa es la parte que me pone triste, ah y también las botargas, ¡Con ellas sufro mucho más! Ellas están peor que todos… ¿Sabías tú que adentro de esas botargas están las personas más tristes y más pobres? Yo desde muy pequeño cuando tenía dos o tres años lo sabía, a mis primos les daban miedo, yo vi un programa una vez donde maltrataban botargas, unos chavos las golpeaban y tacleaban, creo que nadie les dijo a esos chicos que dentro había personas y que sufrían cuando las tiraban.

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A Rostro Oculto ¡Dentro de esas botargas tan gordas y sonrientes y tan bailarinas hay hasta indigentes y delincuentes! Para ese trabajo no exigen muchas cosas por eso los más pobres es lo único que pueden encontrar para mantener a su familia, hasta las botargas de los equipos famosos sufren, además dentro es muy fuerte el calor ¿Te imaginas una botarga en Egipto? Ufff eso debe ser mucho calor para aguantar un ser humano, y todo por unos pesos para comer un poco… Cuando las observo me dan curiosidad, es como ser invisible, porque estas escondido frente a todos los humanos, puedes mirar muchas cosas sin que sepan que tú estás mirándolas, lo difícil es cuando tienes que hacer pipí; supongo que esa parte también está muy complicada, algún día le preguntaré a uno de los que trabajan en eso cómo le hacen. También le preguntaré porque decidió trabajar como botarga, pues quizás él sea feliz divirtiendo a la gente y yo haya estado equivocado toda mi vida pensando que las botargas sufrían y eran tristes… Fragmento de “una plática seria con Luis… niño de 8 años…”

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“Furia en las nubes” Mi Yo Literario

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A Rostro Oculto

Identidad Por: Carmen Contreras @Utopia_Urbana “Zeus no podría desatar las redes de piedra que me cercan. He olvidado los hombres que antes fui; sigo el odiado camino de monótonas paredes que es mi destino. Rectas galerías que se curvan en círculos secretos al cabo de los años. Parapetos que ha agrietado la usura de los días.” El Laberinto Jorge Luis Borges.

En Creta, cerca de Cnosos, algunos pedantes iusnaturalistas investigadores de todo, dan con un cepo sujetando varias hojas de papel antiguo en donde, después de una complicada traducción, pueden leer lo que podría ser una descripción de la fauna de cualquier ciudad: -Seis notas para una identificación de especies del laberinto y la polis.De cómo un Minos reconoce a otro Minotauro. Primero. Recordemos que antes de convertirse en monstruos míticos, los Minotauros fueron reyes maldecidos por venganza y rencillas de dioses iracundos. Dioses en los que, por cierto, no creían ni creerán. De ahí sus patas traseras inútiles para postrarse, útiles para escapar a una imaginaria salida. Segundo. Como antiguos reyes, se reconocen por la majestad de sus modales, su necesario egocentrismo y su bien ganada autoridad. Una bestia así, siempre rechaza regalos, zalamerías y favores de los dioses. Sabe que estos últimos disfrazan con dones su intención de castigar, que los dones provocaron la locura de Pasifae, madre del primer Minos. Tercero. Se encuentran y aparean por la mirada. Una vez entré a un sitio en donde ciudadanos ociosos departían vino. Presencié como la mirada del Minos se fundía con la de su semejante entre aquella turba. Formaron un ojo como de cíclope arrogante, cínico, cansado pero luminoso, lleno de fragmentos de varias vidas, rebosante de actos

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A Rostro Oculto indignos de los que nunca participarían e infinita ternura. Intercambiaron signos e identificaron de qué laberinto procedían. Cuarto. Memoria. Al convertirse en Minotauros por venganza o por renuncia, se recuerdan en su apariencia de reyes. Confinados en un laberinto, no hay espejos que les muestren que ahora son monstruos. El ciudadano de Creta, en cambio, sí lo sabe, le teme, lo acepta. El ciudadano de Creta puede aceptarle toda inclusión de su horrendo aspecto en la polis. Quinto. Hacen curiosas analogías. Un Minos ve a otro como toro, pero se piensa a sí mismo rey. Uno le intriga al otro siendo similares. Algo así sucede con los humanos a quienes les divierte su parecido con los monos, e igualmente, puede provocarles cierta repulsión. Temor a haber sido animales en otro tiempo. Sexto. En lo que se refiere a convivencia, no hay criatura mítica más solidaria. La temeridad les hace aniquilar sus prejuicios sobre otros seres. Llegan a sentir un hermanamiento afianzado en historias similares, pero en laberintos diferentes. Este sentir es lo más parecido a lo que nosotros los humanos intrincadamente, llamamos amor. Pero este tema requiere otro estudio. Así las conclusiones: Dos Minotauros se encuentran en la misma antesala del siguiente piso del laberinto. Si ambos seres han llegado a ese punto, significa que han sido devorados, triturados y engullidos por la invisible tarea de hacer emerger la polis y construir la cívitas. Ambos le han servido lo suficiente como para haber consumido su propia vida de reyes y las vidas de quienes los amaron en la que fuera su predecible actitud humana. Ambos son un enigma poco comprensible. A diferencia de los héroes, nunca habrá una estatua de un Minos en la cívitas para ser adorado, reconocido, celebrado por haberse confinado al laberinto por el interés del ciudadano cretense y la furia de sus mediocres dioses. No obstante, se reconfortan con la visita de héroes compasivos, héroes de afinadas voces, héroes capaces de perdonarles la vida. Después de este hallazgo, nadie duda de la existencia de los Minos.

Ciudad de México, colonia Roma.

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Regreso a clases Por: Yenifer Osorio Villada

Como todos sabemos el día 27 de marzo iniciaron las vacaciones de semana santa, aquí les presento una reseña de lo que algunos hicimos, escuchamos o vivimos en nuestras vacaciones. Creo que la mayoría de nosotros cuando escuchamos la palabra vacaciones pensamos en que estaremos como reyes o reinas descansando en casa, y cuando ese día llega creemos que esa es la mentira más grande, aunque no podemos culpar a nadie, porque nadie nos dijo que así seria, nos llegamos a molestar porque ya estando en casa nunca descansamos, siempre hay algo que hacer: los trastes, la ropa, hacer el cuarto y muchas de las veces hacer la comida, nos preguntamos en ese momento; ¿vacaciones?¿cuáles vacaciones? Cuando salimos de vacaciones hasta mamá se pone contenta porque piensa: ahora ya tengo quien haga el quehacer; pero te digo una cosa, no te preocupes por eso, es algo normal porque tu mamá y mi mamá también merecen un descanso. Las vacaciones, son para que nos olvidemos unos días de estarnos levantando temprano, de los libros y de la presión de algunos de nuestros maestros, para aprovechar de alguna manera la libertad que nos hace sentir el no asistir a la escuela, pero también es un buen momento para reflexionar e identificar que estás haciendo bien y que estás haciendo mal, un momento para acercarte a tu familia. Si tú que me estás escuchando pasaste por algo similar durante las vacaciones, siéntete afortunado o afortunada porque eso significa que estás viviendo una vida normal. Las vacaciones son lo mejor que nos puede pasar a todos los seres humanos, en la escuela, en el trabajo y hasta a las mamás en el hogar, pero esa es la parte de la vida que tiene un espacio mínimo, si tú y yo no lo aprovechamos pasa sin sentido y sin nada provechoso para nadie, ¿sabes por qué? Porque después de las vacaciones todos y cada uno de nosotros debemos volver a nuestras actividades cotidianas, mamá a sus labores domésticas, papá a su trabajo, tú y yo a la escuela a continuar cada uno de nosotros a lo que nos corresponde, por eso el día de hoy que regresamos a clases espero que así como yo también vengas con todo el entusiasmo del mundo, espero también que el día de hoy pienses que es el mejor día para continuar con tus estudios, créeme a pesar de que yo sé que no soy nadie para decirte a ti que me escuchas qué es lo que tienes que hacer, sólo quiero que sepas que tu y yo somos los únicos que decidimos nuestro futuro, tu papá te apoya, tu mamá te apoya, nuestros profesores también están aquí para apoyarnos, pero sólo nosotros cambiamos el rumbo de nuestras vida, pensemos positivo porque hoy es el

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A Rostro Oculto momento, no mañana, hagamos que este regreso a clases sea sensacional. Feliz regreso a clases, les deseo una excelente semana.

“Ciudad de Todos” Mi Yo Literario

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Vernos sin mirarnos Por: Carmen Rodríguez Que poca cosa es la realidad, mejor seguir, mejor soñar, que lo que vale no es el día, pero el sol está, no es de papel, es de verdad. Charly García.

Una vez más, se miraron, la cortina gruesa mantenía en penumbras la habitación. Algunos leves rayitos colándose por los pliegues en la parte superior y los espacios laterales, anunciaban las primeras luces del amanecer. Esa suave luminiscencia permitía que al abrir los ojos, ambos distinguieran parte de sus rasgos, aunque sin detalles todavía. Al unísono, como si lo acordaran, volvieron a cerrar los ojos. Minutos más tarde, cuando la claridad era mayor y era imposible ocultar muchos detalles, de la misma forma, al percibir ambos el despertar y los primeros movimientos del otro, voltearon el cuerpo en redondo dándose la espalda. Él, que estaba en esa posición de frente a la puerta del baño, se levantó de un sólo impulso y entró a orinar. No quiso esperar a que la erección de la mañana bajara un poco; apuntar al centro del inodoro era difícil en esa situación, pero si ensuciaba el exterior le tocaba limpiarlo. Hizo un esfuerzo, afinó puntería, se lavó las manos y después de envolverse en una toalla, salió a recoger la ropa de ambos esparcida por el piso. Para ella era un gesto agradable que hiciera ese tipo de cosas, es decir, ayudarla en labores de la casa. Mientras tanto dejó correr el agua en la regadera; se bañó y no pudo aguantar las ganas de beber del chorro. Sentía una leve resaca, siempre le pasaba con ese tipo de vino afrutado, pero fue condescendiente con ella; todos estos detalles eran el camino seguro a una estupenda noche de pasión. Justo al salir del baño, ella entraba, se dieron un leve beso, más por rutina que por ganas y siguieron con el programa habitual de estas mañanas. Después de vestirse, él se dirigió a la cocina, encendió la radio y puso a funcionar la cafetera; ella había prometido un desayuno en especial, por lo que él sacó del refrigerador y armario los ingredientes y utensilios necesarios. Del baño llegaba el sonido de ella lavándose los dientes, él fue a hacer lo mismo, ella detestaba el "olor a centavo egipcio" del aliento mañanero. En la cocina, ambos prepararon el desayuno. Mientras comían, ella se maquilló y conversaron un poco de cualquier cosa cotidiana; pagos, asuntos de trabajo, algún electrodoméstico por reparar, en fin, de lo que se conversa después de varios amaneceres en común. Después de lavar los trastes con apuro, tenían el tiempo encima, en la recámara tendieron la cama juntos. Se vistieron, lavaron los dientes y se dieron un largo beso, antes que ella repasara el labial con toques delicados, casi como quien pinta al óleo sobre tela una ola marina o tal vez el pétalo de una flor. 26 | S o m o s v o z s i n c e n s u r a , i m a g e n q u e d e t a l l a Somos A Rostro Oculto

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Él tomó una bolsa con su ropa sucia y salieron tomando a su paso, llaves, teléfonos, bolso de mano; justo en ese momento, escucharon unas llaves dando vuelta en la cerradura. Se vieron uno al otro, dieron unos pasos equívocos en varias direcciones y él corrió arrojándose detrás del sofá, justo cuando el segundo cerrojo de la puerta se abría. -¡Hola amor, te alcancé! ¡Me da gusto! -dijo el hombre sonriente que llegaba. -Regresé temprano porque toda la velada tuve malestar estomacal, estoy enfermo. -¡Ay amor! ¡Lo lamento tanto! ¿Te hago un tecito? -dijo al tiempo que le daba un beso, apenas tocándolo, le molestaba estropearse el maquillaje. -No es necesario, no te retraso. ¡Voy al baño nena, cuídate, nos vemos en la noche! -se va corriendo al baño y avienta en el sofá una mochila y su bata de médico, que cae hacia atrás del mueble. Se levanta él de atrás del sofá aun con la bata en la cabeza; la pone en el piso y sin hacer ruido se encamina a la puerta, antes de salir se aseguran que el pasillo está vacío; del baño llega el inequívoco ruido de una persona vomitando. Salen los dos del departamento, él se va por las escaleras, ella cierra la puerta con los dos cerrojos usados por seguridad. Camina y baja por el ascensor.

“Bienvenidos” Mi Yo Literario

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Puntos suspensivos... Por: lalenguadelaH• Publicado el 31/01/15 en “mi diario de campo censurado” www.cuentitosdeautoayuda.com Me sabes a pasado, a tardes con música y a desvelos inacabados. Como la historia que nunca sucedió -para ti-, como seis meses de hace cinco años. Te quiero volver a incluir en mi cotidiano. En un café, en una larga charla, en tu sonrisa y dos tazas. No es un error, son eventos que no he igualado ni intentado. Soy el fin de la historia, el inicio de la histeria, la gala de la derrota... Sé que vivo comparando y equiparando, es necedad por cruzar una vez más contigo. Llorar. Volver a repetir una historia solo para mí. Eres lo que tuve, no me perteneció, lo que perdí y, de antemano, postula un duelo amargo... Prefiero pasar días recordando, no deseo intentar, no hay indulgencia en los actos de alguien más que sea sacabocado de tí. Nadie desea un nosotros, no conmigo, solo un yo, un yo más yo, un exceso de individualidad a bocanadas de libertad condicionada... Podría ser la melancolía por promesas rotas de otros "intentos de historia" la que conspira conmigo; podría ser un costo y abstractos por el solo hecho de ser yo... Podrían ser más motivos para una huida con mayor número de kilómetros recorridos, el futuro: el destino, el conformismo de un empleo de ensueño, dinero a basto, trabajar para hacerme de elementos innecesarios... Los argumentos vertidos en el discurso de las hormonas, los sacrificios, las quejas y la susceptibilidad de una mujer... El deseo y no... El desconocimiento del vacío en puntos suspensivos...

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Contrastes Por: Alejandra Koráki facebook.com/ale.koraki

Eran inicios del año 2015. El Presidente de la Republica, el C. Enrique Peña Nieto viajaba en un avión recientemente adquirido, con un costo aproximado de siete mil millones de pesos, con factura al erario público. Viajaba con comodidades exorbitantes, junto con su esposa, Doña Angélica Rivera y sus hijos, sus hijastras y otras cuantas docenas de personas más entre los que se encontraban miembros del gabinete, amigos cercanos, legisladores priistas y hasta el maquillista de la Primera Dama. Iban con rumbo a Inglaterra para acudir a una cena de gala organizada por su Majestad la Reina Isabel. Luciendo trajes majestuosos de más de doscientos mil pesos (sin contar los accesorios como bolsa, zapatos, joyería, etc.) La Primera Dama de México, desfiló entre la realeza junto a su familia y una comitiva de más o menos doscientas personas. ¿Quién se iba a imaginar pues, que un viaje diplomático en el que no se tocaron temas como el rechazo del pueblo hacia su presidente, las reiteradas violaciones a los derechos humanos, las desapariciones, la tortura, la fallida administración, la crisis económica, el rechazo social ni el descontento en general de los mexicanos, iba a causar indignación, mucha más de la que ya se respiraba en los aires contaminados de nuestro país? ¿Quién se iba a imaginar que este hecho sin precedentes iba a causar tanto revuelo? Ellos por supuesto que no. Con una sonrisa despreocupada, se limitaron a disfrutar del viaje en su lujosísimo avión exclusivo - el más costoso del mundo - gastándose nuestro dinero y escondiéndose tras las vallas y sus decenas de guardias de seguridad. 29 | S o m o s v o z s i n c e n s u r a , i m a g e n q u e d e t a l l a Somos A Rostro Oculto

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Corría el año de 1939. Viajaban en Ferrocarril, en un vagón de segunda clase, el C. Presidente de México Lázaro Cárdenas del Río y su secretario de Economía, Don Efraín Buenrostro; habrían partido de la esplendorosa Ciudad de México y se dirigían hacia la exótica Huasteca Potosina. El tintineo de los fierros del tren se mezclaba con la charla amena entre el alboroto de los demás pasajeros que ya subían y bajaban estaciones con “cóconos o gallo o gallina”; En determinada estación del ferrocarril, el Presidente Cárdenas le preguntó a Don Efraín: - ¿No Tienes hambre? – eran ya entradas las diez de la mañana. - Si – contestó el acompañante. - Pues ven. Bajemos a ver que encontramos por ahí para almorzar –convidó el Presidente Cárdenas.

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A Rostro Oculto En donde paraban los trenes de pasajeros, siempre había cuando menos un restaurante higiénico y lo demás se vendía por los comerciantes desde abajo del tren y a gritos: “Tamales... agua de coco... gorditas”, etc.

Caminaron, pues, el Presidente Lázaro Cárdenas y su acompañante Don Efraín entre la multitud y encontraron un enorme canasto colocado en un soporte de madera, junto a una señora que despachaba gorditas. Fue llegar y solicitar un par de gorditas para cada uno “Gorditas con chile, con chicharrón, queso, frijoles refritos” servidas en un trozo de papel estraza muy limpio, y degustaron su almuerzo a satisfacción acompañado de un jarrito de atole de maíz blanco con dulce de piloncillo. Inéditos personajes, confundidos entre su pueblo. Entonces escucharon el llamado del silbato que anunciaba que era hora de volver al tren. El Presidente Cárdenas ya satisfecho le pregunta a su Secretario de Economía: - ¿Con cuanto contamos para pagar el almuerzo?

El acompañante metió la mano al bolsillo de su pantalón y sacó veinticinco centavos, los cuales entregó a la Señora de las gorditas, aquella “Vendedora del Almuerzo Presidencial” y además le alcanzó para la propina. - Tengan buenos días sus mercedes – dijo la vendedora y los personajes se despidieron.

Ya nuevamente sentados en el vagón de segunda de aquel ferrocarril, Don Lázaro Cárdenas sonreía para sí mismo. El Secretario de Economía le preguntó la razón de tal súbita alegría. - Cuando platiquemos ésta anécdota no nos la van a creer – respondió el Presidente Cárdenas – Ni el Presidente de la Republica, ni el Secretario de Economía traemos más de veinticinco centavos en éste viaje. ¡Ah! Pero esta satisfacción de almorzar un guiso casero y un atolito blanco, dime ¿Quién nos la quita?

Y prosiguieron en la charla que poco a poco adormece confundiéndose con el ruido de las enormes llantas de acero abrazándose a las vías de un ferrocarril de pasajeros, de los Ferrocarriles Nacionales de México.

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El Caballero blanco Dante Delgado Luchín. Cap. 5 - frag. 2 Por: Jesús Hernández

Como toda historia de horror, la de Dante Delgado comenzó con un evento brutal, decisivamente traumático. A la vez, un episodio sombrío, de misticismo y confrontación espiritual. Dante, el niño que lloraba todas las noches recordando; la vida en Valparaíso, el cura que cariñosamente lo aconsejaba, el aroma del mar y la visión de la bruma en las mañanas de mayo. El empresario adolescente, acaudalado, ignorante, sacrificado; el que anhelaba comulgar para entregar los vicios de su familia ante el altar. Dante, que había abandonado la escuela para mantener los negocios familiares, para criar hermanos, para vivir entre la violencia y el olvido, a la sombra del alcoholismo de su padre, de la vida galante de su madre. Dante, el obligado a crecer. En realidad no fue la responsabilidad, ni la frialdad de los negocios lo que creo ese monstruo. Fue su momento de epifanía, su tan anhelada comunión con Dios. Esa tarde, saliendo de la empacadora Dante corrió a casa por su traje blanco; en el camino había tirado el mandil, los guantes, la amargura, su deseo era llegar a la iglesia, su padre le había prometido tener todo listo. El polvo se levantaba a su paso, Santiago lo tenía feliz por primera vez. Al llegar a casa su madre lo esperaba, llevaba un vestido entallado a la cintura, con un escote pronunciado, labios rojos y cabello suelto. Él no le dio importancia, quería ser uno con Dios, la llevo a los tumbos hasta la iglesia donde hacia media hora los esperaban. El rito comenzó y Dante consumó su religiosidad, la trasmutación de la podredumbre en devoción. A su espalda, tan sombríos como un par de ladrones en la noche, sus padres: decadentes y pecadores. La ceremonia concluyó, el chico lloraba de felicidad, también de soledad. Sus padres habían profanado la sacristía en acto de carnalidad y desenfreno, abandonándose del mundo, dejando a la deriva a su hijo que regreso a casa, taciturno por la ausencia de sus padres. 32 | S o m o s v o z s i n c e n s u r a , i m a g e n q u e d e t a l l a Somos A Rostro Oculto

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A Rostro Oculto Pasaba la media noche y Dante esperaba en el comedor, ante el banquete que habían solicitado para su festejo, solitario, gris en el corazón, impecablemente blanco en la presentación. Todo era silencio, lágrimas contenidas, dudas… hasta que un grito desgarrador atravesó la calle. Seguido a un alarido más, los gritos de un hombre ahogado en licor, las blasfemias y el sonido de golpes. Asustado, Dante se precipitó a la puerta para contemplar horrorizado el momento en que su padre fulminaba a golpes a una mujer. - Maldita puta, mujer rastrera. – repetía su padre mientras asestaba sendos puñetazos a la mujer. - ¡Ayuda hijo, busca ayuda! – Fueron las últimas palabras que pudo escuchar el joven. En seguida a ellas, su padre fulmino con una patada en la cabeza a aquel cuerpo ensangrentado que se arrastraba por el piso. - ¡Muere! Maldita rastrera. A ver si en el infierno te quedan ganas de seguir fornicando sacerdotes. De golpe una verdad llegó a Dante, el cura de Valparaíso, su mentor y guía era un mito, una decepción. Había sido desmembrado por su atrevimiento, por la hipocresía… por haber embarazado a su madre De pronto todos los ideales y nobles sentimientos se quebrantaron, sólo existía rabia y decepción, concepción torcida de la realidad. La lluvia pegaba duro contra los adoquines, serenaba la noche ahogando los gritos del padre de Dante. El joven haría justicia; al menos esa era su nueva forma de juzgar las circunstancias. - ¡Por favor, te suplico! - Ella también suplicó, pero merecía el infierno. Tú también. – Dijo Dante, mientras su mano, diestra con el machete por el trabajo en la empacadora, fulminaba brazos y piernas de su padre. - Te irás con nosotros Dante. ¡Te has condenado! Fueron las últimas palabras de aquel hombre, el siguiente tajo del machete lo había decapitado. Al día siguiente, cuando el sol reinaba y la neblina se había disipado fueron encontrados tres cuerpos. El adolescente que permanecía absorto en un rincón no dijo nada, nadie supo más. Fue únicamente un pequeño periódico local el que rescato información: “Crimen familiar. Asesinan a sangre fría a empresario local y su familia; hay un sobreviviente.”

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Epílogo El aire y el viento Por los caminos voy, como el burrito de San Fernando, un poquito a pie y otro poquito andando. A veces me reconozco en los demás. Me reconozco en los que quedarán, en los amigos abrigos, locos lindos de la justicia y bichos voladores de la belleza y demás vagos y mal entretenidos que andan por ahí y por ahí seguirán, como seguirán las estrellas de la noche y las olas de la mar. Entonces, cuando me reconozco en ellos, yo soy aire aprendiendo a saberme continuando con el viento. Me parece que fue Vallejo, César Vallejo, quien dijo que a veces el viento cambia de aire. Cuando yo ya no esté, el viento estará, seguirá estando.

Galeano E (2000). El libro de los Abrazos. Siglo Veintiuno Editores.

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Dirección Jesús Hernández Diseño Alejandra Koráki Consejo de editores Cynthia Galicia Javier Olivares Relaciones Públicas Colaboraciones y comentarios: a.rostro.oculto@gmail.com

Colaboran: Eduardo G / Alejandra K / Carlos S / La lengua de la H / Carmen R / Mi Yo Literario / Juan E / Gabriela M / Divergente / Carmen C / Yenifer O / Jesús H

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