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Andasolo

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CACHITO, EL GATO

CACHITO, EL GATO

Raúl Garduño me llevó al paso de sus poemas por el barrio de La Pila en su natal Comitán.

Carlos Navarrete, 1989

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Vivo a unas cuadras del templo de San Caralampio, el mero santo del lugar, aunque ortodoxo, creo que más que Domingo, el patrono católico. Su imagen se mueve en estos días. Nada detiene a quien le es verdaderamente fiel. Su cuerpo martirizado por un verdugo resplandece a un lado del sitio de fundación de la parroquia, donde se halló al puma bebiendo del manantial que motivó el establecimiento de la población, según la leyenda.

Hace años, a principios de los ochenta del siglo pasado, mediante un documental de televisión, conocí las calles por donde ahora camino a diario, como un deleite. Desde entonces me prometí que viviría aquí. Ahora me la paso fotografiando sus detalles, a veces una curva, otras las casas, sus puertas antiguas y su gente. Me gustan las tejas. Casi siempre lo hago de madrugada. “Te va a salir La Tisigua”, dicen mis amigos fotógrafos, asombrados de que me levante tan temprano, pero yo de verdad quiero conocerla y nunca aparece. Llegará el día, no tengo prisa. Ya es un hábito el caminar a esas horas. Cuando no lo hago me siento mal.

Hace un rato hojeé el libro Documentos para la historia del culto a San Caralampio, del antropólogo Carlos Navarrete, y releí acerca del templo, erigido “en una loma, en el terreno que donó don Raymundo Solís”, citando al historiador Jaime R. Rodas. Es un privilegio vivir acá. Comienzan los festejos. Ya se acerca el día de “la entrada de flores”. Espero cazar mejores imágenes que las de años pasados.

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