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Nuestra Señora del Monte de Piedad
".... que haviendo el dicho Don Francisco mandado hazer una Imagen de MARIA SANTISSIMA, para que á su proteccion estuviesse esta obra pia, colocandola en el Templo reduxo al juyzio de la suerte, y confiando de Dios, dispondria por este medio, conforme á su voluntad; y hechando en un Cantaro muchas Zedulas, con diferentes Títulos, y entre ellas una sola del MONTE DE PIEDAD DE LAS BENDITAS ANIMAS, baraxadas las Zedulas, salio por primera y segunda vez esta del MONTE DE PIEDAD sirviendo de ternura al referido Don Francisco, y de aliento para proseguir con lo empezado, hasta tener el consuelo de verlo en perfección... ")
(De la Real Carta de Privilegio de Fundación (Estatutos) del Santo y Real Monte de Piedad de las Animas del Purgatorio, dada por el Rey Felipe V en Valsaín, el 10 de Junio de 1718.)
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* Teniendo en cuenta que hay mucho pobre y poco dinero .... y queriendo evitar que los pobres sean devorados por los usureros, dice el Señor: "Hagamos una CONGREGACION DE CAUDALES, donde sea servido con fidelidad quien tenga necesidad de dinero".
>> Eso lo entiendo y es encomiable y digno de un pensador como Vos, padre Bernardino, pero volviendo a la tierra, decidme: ¿cómo compaginar la pobreza con los caudales? ¿la imperiosa necesidad con la devolución de lo cedido?
* Es fácil, sólo tenemos que seguir el ejemplo de los judíos a los que atacamos, pero con algunas pequeñas y breves modificaciones. El beneficiario del préstamo aportará garantía de prenda y pasado un tiempo devolverá principal y un donativo, si la fortuna le ha sonreído, para el reembolso de los gastos de guarda. No se trata de aplicar la caridad y la beneficencia a estas operaciones, sino instrumentar nuevas fórmulas de préstamo que sirvan para erradicar la usura. Esto es,
querido Miguel Carcano, la verdadera filosofía que debemos explicar desde el púlpito de todas las iglesias y esto es lo que debemos hacer comprender a gobernantes y jerarquías para que lo apliquen en sus ciudades y en sus parroquias.
>> Y a todo esto, ¿cómo se conseguirá y cómo se acumulará esa CONGREGACIÓN DE CAUDALES de la que vos hablabais anteriormente?
* Invitaremos a todas las personas piadosas a aportar una cantidad para fundar un Monto o Banco caritativo con que socorrer las necesidades de los pobres. Dedicaremos este Monto a prestar pequeñas sumas con la garantía de alhajas y de ropas, sin interés, a quienes carezcan de todo para su subsistencia y solicitaremos donativos a aquellos que la fortuna les favorezca. Con ello se conseguirá que los cristianos se desliguen insensiblemente, sin darse cuenta, de los lazos de la usura y por la facilidad y continuidad de los recursos se conseguirá aumentar el prestigio de estas pías obras, eliminando todo tipo de usura.
Estaban inmersos en esta conversación cuando los dos franciscanos recoletos Bernardino de Feltre y Miguel Carcano llegaron aquella fría mañana del 27 de Enero de 1462 a Florencia con la intención de pedir dispensa al señor Obispo para predicar su mensaje de acción y participación en la cuna del mismo Renacimiento.
Había nacido Bernardino de Feltre, en el siglo Martino Tomitano, en el año del Señor de 1439 y se había ordenado sacerdote en Mantua en 1460. Fue nombrado predicador en 1461 y muy pronto todos los púlpitos de Italia se disputaban la presencia del pequeño hombre de no más de metro y medio de altura, de semblante recio, negro pelo, andar ligero y austero en el vestir.
Fue Bernardino, gran defensor de los pobres, el peor enemigo de los usureros y el más eficaz apóstol de los Montes de Piedad. Hombre de su tiempo, excelente predicador con amplia cultura humanista, llevó a los púlpitos con una oratoria ardiente los problemas ético-sociales del siglo XV y apuntó soluciones que con el tiempo fueron una realidad copiada por muchas ciudades y países.
En un famoso sermón dictado en la Catedral de Florencia el día de San Román del
año 1462, Bernardino arremete contra las casas de préstamos que estaban estrangulando a campesinos, artesanos y pobres con intereses superiores al veinte por ciento.
Conviene - decía Bernardino en su famoso sermón - para la instalación y funcionamiento de la pía obra, tener una casa segura para guardar los objetos empeñados. Conviene, asimismo, tener un libro, hacer vales y escritos. Además, ¿quién y cómo se paga al que realiza tan encomiable labor de guardar la prenda? Pagará los gastos quien recibe el beneficio. No se puede pretender que quien hace el favor del préstamo haya de correr con los gastos de administración y conservación. Pero la ciencia humana - decía con firmeza - no podría imaginar una obra tan excelsa como la que propongo si Dios no hubiera dignado revelarlo para la salvación de tantos pecados como acumulan los usureros y, sobre todo y fundamentalmente, si Nuestra Señora, la Madre de Dios vivo, no estuviera intercediendo personalmente por la salvación de estos pecadores.
Por ello os digo - seguía diciendo nuestro franciscano - que la creación de estas CONGREGACIONES DE CAUDALES no será posible sin la intercesión de Santa María y sin que los fundadores ofrezcan oraciones, plegarias y misas por la magna obra, por los pecadores y por los pobres.
Las crónicas de Florencia cuentan cómo tras el sermón del franciscano, la multitud exaltada arremetió contra las casas de los judíos cometiendo toda clase de excesos de los que fue culpado el predicador, siendo expulsado de Florencia, donde se le prohibió la entrada en diez años.
A pesar de ello, la clarividencia del franciscano recoleto, su poder de convicción, llevó a la creación en 1463 del Monte de Piedad de Perusa, seguido del de Orvieto (1467), Florencia en 1492 y Milán en 1496.
Tuvo tanta y tan grande trascendencia el sermón que Bernardino de Feltre dictó en Florencia que el gran Ludovico El Moro, Duque de Milán, se interesó por la sugestiva idea y con el tiempo ésta dio origen a la aparición de un Monte en cada ciudad de
Italia. Pero lo verdaderamente trascendente para el futuro de estas Instituciones fue la creación en 1554 del Monte de Piedad de Roma. De sus constituciones, aprobadas por el Papa Sixto IV, destacamos a título de reseña, las siguientes:
- Constitución Tercera. - En todas las dependencias de la Santa Institución, se venerará una imagen de Nuestra Señora, la Virgen María, abogada de los pobres bajo la advocación de Nuestra Señora del Monte de Piedad.
- Constitución Decimoséptima. Los préstamos se concederán por el
período de un año y por un importe de la mitad del valor intrínseco de la prenda empeñada.
- Constitución Quincuagésima. Los préstamos cuyos importes no superen
los 30 escudos, serán gratuitos y sólo habrá que devolver el capital prestado. En los que superen este importe, se percibirá, además del capital, una cantidad moderada que no exceda del dos por ciento como compensación para gastos de administración. Además los beneficiarios de las operaciones de préstamo, a su buen juicio y caridad, dejarán en las arcas de la Institución las cantidades que consideren justas para
aumentar el caudal del Monte de Piedad.
Los Montes de Piedad nacen en el Siglo XV, siglo del Renacimiento italiano, en el que se combinan la preocupación por los pobres, esclavos de la usura, y la salvación de las almas. El término "de Piedad" presta a los Montes un marcado carácter sociocaritativo para diferenciarlos de otros "Montes" o "Montos", cuyos préstamos devengaban mayor tipo de interés y donde sus beneficiarios eran acomodados comerciantes e industriales.
Tanto el concepto de institución como la organización y sistemas de acumulación de caudales necesarios para la actividad, se difunden por Europa. En España la idea es asumida por nobles y religiosos y así se crea en 1702 el Monte de Piedad de Madrid por el sacerdote turolense, a la sazón Capellán de las Descalzas Reales, Francisco de Piquer, quien como primera providencia reúne el 3 de Diciembre, día de San Francisco, a sus familiares y amigos y bajo una imagen de la Virgen que veneraba en la soledad de su cuarto, dice
"Sean vuestras mercedes testigos de que este real de plata que echo en esta Caja, à de ser el principio y fundamento de un Monte de Piedad, que Dios à de fundar para sufragio de las ánimas y socorro de los vivos"
El tiempo transcurre y el Monte de Piedad de Madrid, tras sufrir mil y una vicisitudes, mantiene a finales del siglo XIX abiertas sus arcas para el socorro de los vivos y prestar sus rezos para sufragio de las almas.
Es en 1889 cuando Braulio Antón Ramírez, Director General del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Madrid e historiador ilustre de esta Institución, realiza una visita de conocimiento y presentación al Monte de Piedad de Roma y allí conoce y contrasta la similitud entre la constitución de la obra pía romana y los Estatutos de la magna institución madrileña. Le llama - según el informe de la visita que para el Consejo realiza - la atención el que en las dependencias principales del Monte romano se siguiera viendo una bella imagen de la Virgen María, con una oración puesta a sus pies, guardada en repujada sacra de plata que, según le indicaron, estaba copiada de la bula que Su Santidad León X dictó al Monte italiano.
Tuvo Braulio la feliz iniciativa de adquirir a un afamado anticuario una talla igual a la entronizada en las dependencias del Monte romano. Con la paciencia de un franciscano, Braulio copió y apuntó en su informe copia literal de la bula de León X y de la oración que figuraba a los pies de Nuestra Señora del Monte de Piedad.
Se trataba de una talla anónima de la Virgen con el Niño Jesús, en madera policromada, pieza de transición o principios del gótico, en majestad el Niño Dios, de pie, sobre la rodilla de su Madre, totalmente vestido, coronado, con la mano derecha en acción de bendecir y la mano izquierda sujetando un libro de cuentas. La Virgen lleva en la mano derecha una flor muy bien representada, simulando la beneficencia, símbolo de la caridad que acompaña su advocación.
La imagen permaneció en el Museo del Monte de Piedad de Madrid, hasta el 1 de Junio de 1993, fecha en la que Caja de Madrid la dona a la Catedral de Nuestra Señora de la Almudena y es entronizada en la Capilla del Sagrario del nuevo templo madrileño justo al lado de la Capilla de la Virgen de La Almudena. Su Santidad Juan Pablo II, al consagrar el día 15 de Junio de 1993 la Catedral madrileña, oró ante la
Virgen del Monte de Piedad.
Sé, querido compañero, amigo o simpatizante de Caja de Madrid, que con esta historia conseguiré que en tu visita a la Catedral madrileña pases por la Capilla del Sagrario y, quizás, recuerdes la oración recogida en la bula de Su Santidad León X para Nuestra Señora del Monte de Piedad.
"Reina Santísima de los Ángeles, Amabilísima abogada de los pobres, Protectora Amantísima de las buenas obras, Nuestra Señora del Monte de Piedad, dadme fuerzas para poder luchar contra la usura allá donde se encuentre, os ruego, Piadosísima María, que distinga entre los beneficiarios de préstamos, aquellos que verdaderamente necesitan ayuda, haced que el beneficiado pueda recuperar su garantía, bien porque con vuestra intermediación haya conseguido mayor fortuna, o bien, porque el Monte tenga caudales suficientes para condonar la deuda, os pido que por vuestra mediación el necesitado alcance suficiencia, el enfermo salud y el afligido consuelo. Intercede, Reina y Madre, por el mantenimiento de esta congregación de Caudales. Amén".
¡FELIZ NAVIDAD! ANGEL MONTERO PEREZ