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El día de San Froilán

NAVIDAD 97 Ángel Montero Pérez ---------------

Esta que el pueblo llama

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CASA BOTINES fue creada por Antonio Gaudí Cien años pesaban sobre ella cuando Caja España decidió retornarla a su estética original. La CASA se abrió otra vez a los Leoneses el día 20 de diciembre de 1996”.

Antonio Gamoneda.

“EL DIA DE SAN FROILAN”

Navidad 1997

Era poco antes de vísperas del día de San Froilan del año del Señor de 1997, cuando se reunieron en el ante-atrio de la Pulcra-Leonina las almas benditas de aquellos a quienes el Santo permitía –en las horas de serenidad y silenciodepartir sobre las luces y los aciertos del año precedente.

Este año la existencia de luces era algo superior a la habitual, señal de que la Asamblea Laudatoria –cuyo origen se pierde en la sombra de los tiempos- tendría un muy buen final. Buen principio, pensaron los viejos maestros de la Asamblea.

Por primera vez en la bella plaza de la Catedral no había ruidos molestos, ni había aparcados esos cacharros con cuatro ruedas, ni los árboles ocultaban parcialmente los ángulos que el maestro patrón nos dejó. Y la vieja y cansada piedra de la fechada de la Catedral relucía cual mármol pulcro de Carrara. Y las impresionantes gárgolas mostraban toda su intencionalidad al enfrentarse al azul plomizo de la aurora del día de San Froilán.

Allí estaban las ilustres almas que por su ejecutoria y su aportación a la ciudad tenían perpetuo derecho a formar parte de la Asamblea Laudatoria.

En éstas andaba la organización cuando D. Antonio Gaudí, maestro arquitecto del Modernismo Catalán, cogió por el halo de luz de la bocamanga a su viejo compatriota y mecenas D. Joan Hams y Botinàs, comerciante que fue del viejo reino, y juntos se dirigen calle Ancha abajo hacia orillas del Bernesga.

 Podrás observar, utópico catalán –decía D. Antonio- cómo con esfuerzo y algunas dosis de ilusión, también los actuales regidores de la capital saben renuncias al ladrillo, al cristal y al acero y devolver al pueblo lo que para el pueblo fue hecho.

 Efectivamente, y de ellos da buena fe, la imaginativa casa que para mi actividad diseñaste., donde estuvieron los mejores paños que tejer pudieran los telares de Tarrasa. ¡Mira! la hoy llamada “Casa de Botines” luce tanto como el vecino Palacio de los Guzmanes. El tiempo te ha demostrado, amigo Antonio, cómo los leoneses han cuidado tu obra en todo su esplendor, limpiando su piedra y su forja; hasta el San Jorge parece más fiero en su lanzada al temible dragón.

 Pero ¿Qué fue de tus paños y de su anexa casa de cambio de monedas y de oro?. Si no veo mal, allí pone algo así como Caja

España. Una Caja, si, pero ¿de qué? y ¿para qué?.

En este diálogo estaban enfrascados cuando vieron aparecer el áurea del sabio Braulio Antón Ramírez, coetáneo compañero de la estancia del otro espacio. Hoy, día de San Froilán, también D. Braulio, ilustre leonés de la villa de Sahún de los Campos, tenía el privilegio de asistir a la Asamblea Laudatoria.

 ¡Venga acá, querido leonés! –le dice Hams y Botinás- Vd. Que de todo sabe y en tantos sitios vivió a su paso por la tierra, puede explicarnos que es esto de Caja España que han puesto en el bello edificio de nuestro Gaudí, pagado y bien pagado por mis herederos,

a quienes tengo que agradecer que se acordaran a mi muerte de quién era el jefe y que le pusieran el sobrenombre de “Casa Botines”.

 Muy buenas maitines tengan Vds. La Asamblea está a punto de iniciar sus debates y creo que por nuestros saberes no debemos faltar a su inicio, no ocurra como en años anteriores, que las

“laudatíos” se las llevan todas los curas. ¡Ya está bien de tanta recomendación! Pero me preguntaba Vd., Sr. Hams, qué es esto de llamar Caja España a su establecimiento, que siempre ha sido “Casa

Botines” (aunque, si no recuerdo mal, quien lo habitó no fue Vd. Sino sus deudos Fernández y Andrés). En nuestros tiempos terrenales a estos establecimientos o casas se les llamaban Cajas de Ahorro y

Montes en virtud del ahorro con los que necesitaban guardar sus monedad para tiempos de tribulación. Al cabo de los cien años, la práctica de la caridad la denominaron financiación de proyectos y a la virtud del ahorro, venta de activos financieros, pero la fórmula de administrar honestamente los ahorros de la gente del pueblo, sigue vigente con toda su fuerza. Por eso, os recuerdo, estos establecimientos tienen tantos abogados e intermediarios en el otro lado.

 Muy bien, querido compañero, admito todo su discurso y hasta bendigo a esta Caja España que ha recuperado mi edificio en León sin medir en cuentas ni estipendios. Pero eso que nos has dicho con tanta poesía ¿no lo realizan también esas casas que llaman bancos?.

 Y además –terció Hams y Botinás- mi casa de tejidos y cambios fue confusamente desmantelada por mis herederos y los de los Sres. Fernández y Andrés, para instalar allí un Monte de Piedad donde en lugar de vender y dar salida a telas y oros, compraba y admitía ropas confeccionadas y joyas engarzadas. Algo inaudito para la mentalidad

de un honesto comerciante.

 Hay, también, algún otro matiz de cierta importancia –intervino de nuevo el Sr. Antón Ramírez-. Estas Casas o Caxias dedican parte de sus excedentes no a remunerar el capital de unos dueños que no tienen, sino a desarrollar actividades de caridad y cultura a favor de gentes y ciudades. Allá donde estamos, las buenas lenguas dicen que si el Sr. Gaudí hubiera conocido estas Casas de Ahorro e

Inversión, con toda seguridad su templo de la Sagrada Familia nunca hubiera sido templo inacabado.

 Cada día me tiene Vd. Más confuso y cada día le admiro más, querido D. Braulio. Yo sabía bien de su profusa erudición sobre

Bibliografía Agronómica, fuente de lectura obligada para catedráticos y alumnos de las ciencias agronómicas. También conozco de nuestras viejas tertulias sus novelas y comedias que firmaba

“Periquito”. Pero me extraña, y no me explico, su saber sobre estos

Montes de Piedad y Cajas de Ahorros.

 La explicación es sencilla. En 1870 fui llamado por el Consejo de Administración del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Madrid para hacerme cargo de la Dirección de aquel establecimiento, el primero en antigüedad, en depósitos y en patrimonio. La Caja estaba saliendo de una crisis interna de resultados catastróficos –iniciada en 1865-, a la que se unió en 1868 otra crisis de gobierno, cuando en Capellán del vecino Convento de las Descalzas Reales –que se apropiaba los derechos de Fundador- reclamó el puesto de Director vitalicio y exigiendo prerrogativas sin límite al Consejo de Administración, dividido que estaba entre los liberales de Sagasta y los conservadores de Canovas. Pasé unos años intensos de trabajo, de lucha, entre nuevos proyectos organizativos y de gestión y nuevas ideas financieras. Recordará el Sr. Gaudí cuando nos

conocimos en la exposición de París. Yo Había ido a presentar a los financieros franceses nuestro proyecto y a conocer las técnicas de gestión y administración europeas. El, si mal no recuerdo, a analizar la maravilla de la estructura de hierro de la Torre Eiffel.

 ¡Touché! como dicen los franceses. Su sabiduría nos podría decir –antes de que los compañeros nos recuerden nuestra obligación- una pregunta que me ronda por el áurea de mi capa ¿De quien son estas

Entidades? ¿Quiénes son los dueños de estas Cajas?.

 ¿De quien son las Cajas? Es una buena pregunta que intentaré contestar con una pequeña historia. Cuando me incorporé al Monte de Piedad de Madrid, yo mismo me hice esa pregunta, y el Capellán de las Descalzas Reales me contestó que el Monte de Piedad era un legado de su fundador, el Padre Piquer, unido indisolublemente a su capellanía. Por ello, los Directores eran designados por el capítulo del Convento. Unos días después fue el Corregidor de la Villa de

Madrid quien me indicó que era la Corporación quien, en virtud de una Ley de 1860, tenía derechos de propiedad sobre la Fundación.

En la primera reunión del Consejo fueron los diputados designados por conservadores y liberales, quienes me ofrecieron todo su apoyo para sacar adelante “su Institución”. Después de investigar y estudiar las normas al respecto, pude constatar que la Caja y el Monte eran

Fundaciones que habían perdido al Fundador. Por ello mi

RESPUESTA es:

“De quién son las Cajas? Preguntáis. Las Cajas de Ahorros no son de Alguien No son de los empleados, aunque viven de su esfuerzo, no les pertenecen. Los consejeros pueden darle su consejo pero no su voluntad,

porque las Cajas tienen su propia voluntad. Los Gobiernos y los Ayuntamientos pueden darles su protectorado, pero no calidad ni estilo de atender a sus clientes. Las Cajas son para los empleados y para los CLIENTES y para los habitantes de la ciudad y de los pueblos. Las Cajas son para TODOS, son para la propia sociedad, clientes y no clientes. Las Cajas son las almas financieras del sistema crediticio y el alma –como bien sabéis- no es patrimonio de ALGUIEN”.

 AMEN. Contestaron al unísono el bueno de Gaudí y el utópico

Hams y Botinás.

León, Diciembre 97

Ángel Montero Pérez.

P.D.: San Froilán, (832-905). Obispo. Patrono de la ciudad de León.

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