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LOS REYES DEL CAMINO
que nos hubiéramos imaginado, por lo que antes de molestarnos, debemos detenernos un segundo y pensar las consecuencias de no actuar de manera profesional, pues nuestra relación con el equipo de trabajo o con nuestro jefe inmediato o clientes, se podría ver seriamente dañada y recuperar dicha relación nos puede costar mucho tiempo y esfuerzo.
Aplicar la inteligencia emocional en nuestro trabajo puede ser un elemento clave para tener éxito, puede llegar a ser un medio para lograr objetivos de venta, cumplir metas en el trabajo o de productividad, también para controlar el enojo y la ira, ayudar a los compañeros de trabajo para que tengan una actitud positiva y sobre todo resolver conflictos por la vía de la comunicación, construyendo verdaderos puentes con las personas con las que interactuamos en el trabajo.
La influencia de los líderes en sus grupos de trabajo se ve intensificada cuando la empresa está involucrada en momentos difíciles. En situaciones de dificultad los empleados observan a sus superiores y los convierten en un modelo a seguir copiando la actitud, positiva o negativa. En esas situaciones se recomienda ser claros porque eso ayuda al desempeño conjunto de la organización.
Para fortalecer la relación con los empleados, se recomienda hablar directamente con cada trabajador y no abusar de la tecnología. El problema de la tecnología es que se pierde una parte del mensaje por la falta de emociones corporales. Las señales que emite el cuerpo humano es una parte más de las muchas piezas que hay que tener en cuenta a la hora de desarrollar la inteligencia emocional.
Para poner en práctica la inteligencia emocional, debemos tomar en cuenta las siguientes consideraciones, no confundirse con la capacidad intelectual, tener un alto coeficiente intelectual no significa que se podrá triunfar profesionalmente en una empresa; estamos en tiempos donde la exigencia es mucho mayor, la presión es constante y donde el uso inteligente de las emociones, serán la clave del equilibrio intelectual y emocional que se requiere para poder triunfar.
Controlar las emociones. Es algo difícil de lograr, sobre todo tratándose de gente que es muy impulsiva, qué actúa primero y que piensa después cuando a veces ya es demasiado tarde. Dominar las emociones seguramente te traerá mayores beneficios. No es fácil dominar el estado de ánimo cuando se pasa de la ira al entusias- mo, de la frustración a la satisfacción, de la alegría a la tristeza; si uno se deja llevar por las emociones perderá el sentido de la objetividad, nos nublaremos y veremos todo de un modo distinto de como son las cosas en realidad. Hay que aprender a distinguir las emociones para que estas actúen a nuestro favor y sobre todo para ejercer un control absoluto sobre ellas. Aprender lo bueno, no lo malo.
Cuesta trabajo conocer nuestras emociones, pero cuesta mucho más identificar las emociones de las demás personas que están en nuestro entorno laboral, comprender los sentimientos de otros, respetarlos, aprender a escucharlos pero sobre todo, hacer algo para ayudarlos, nos hará mejores personas y nos ayudará a mejorar nuestra relación interpersonal como un punto clave del desarrollo de nuestra inteligencia emocional.
En el libro el autor refiere que, la inteligencia emocional no significa dar rienda suelta a los sentimientos, es manejarlos de modo tal que se expresen adecuadamente y con efectividad y que los empleadores no sólo buscan aptitudes técnicas en los empleados, también buscan las siguientes capacidades: saber escuchar y comunicarse oralmente; la adaptabilidad y tener respuestas creativas ante los obstáculos y reveses; el dominio personal, la confianza en uno mismo, la motivación para trabajar hacia un objetivo y enorgullecerse de lo alcanzado, la efectividad grupal e interpersonal, el espíritu de colaboración y de equipo, la habilidad para negociar desacuerdos y finalmente El potencial para el liderazgo.
Trabajar con un enfoque hacia la inteligencia emocional es una buena herramienta, pero no se debe olvidar que esta práctica debe venir de los encargados de dirigir, es decir, de los jefes, quienes deberían asumir la responsabilidad de aprender inteligencia emocional para poder ponerla en práctica y llevarla a cabo.
Son muchos los trabajadores que comienzan dando el máximo esfuerzo cada día en la oficina al entrar a trabajar en una empresa, de hecho, dan incluso más de la cuenta, al invertir más tiempo del necesario. Sin embargo, con el paso del tiempo, viendo que el esfuerzo no se valora, que no reciben ningún tipo de compensación emocional a cambio, comienzan a dar el mínimo exigido.
Esperar el reconocimiento externo constantemente, puede llevarlos a la frustración de quedar siempre a la espera de algo que, tal vez, no llegue nunca. Por ello, lo importante es que sea uno mismo quien disfrute con aquello que hace, y que ese disfrute sea el mayor premio y la mejor compensación. Intentemos ser nosotros un ejemplo de inteligencia emocional con los demás, y no dudemos en felicitar a los compañeros de trabajo por un motivo concreto. Muchas veces, se piensa de una forma equivocada, que el dinero es la mejor forma de motivación cuando en realidad, son las palabras las que generan una fortaleza especial en el ánimo de un colaborador.
Aplicar estas consideraciones de la inteligencia emocional será una tarea cada vez más importante dentro de las organizaciones, pues no se nos debe olvidar que están integradas por seres humanos, por personas que sienten, que tienen emociones, que no son máquinas y que por lo tanto para elevar la eficiencia de la organización y hacerla más competitiva en el mercado, no quedará otro camino que el de optar por mejorar la inteligencia emocional de la gente que las integra.