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Nostalgias y recuerdos
from La Rambla 46
by albelda7
Nostalgias y recuerdos “P
asa la vida, pasa la vida...” Al menos es lo que pensamos al levantarnos cada mañana, dando gracias, o no, por hacernos un poco más mayores, un poco más sabios, o en su defecto, teniendo un poquitín más de memoria. “Fulano, zutana, mengano...o su hermano, ¡qué bien se conserva, para la edad que tiene! Hacía tiempo que no la veía, y ella ha sido la que me ha saludado en la fila de la verdulería. ¿Me escuchas? Total, que hemos dejado la compra aparcada y nos hemos ido “del bracete”, tan ricamente, a hacernos un café en la terraza del paseo. Después de la conversación, si se le puede llamar así a hablar a la vez, no me acuerdo muy bien de lo dicho pero, nos hemos puesto al día de todo, de mucho, de poco... ¡me ha alegrado el jornada! ¡No sé dónde vamos a llegar...las alcachofas parece que las criasen en el cielo; están por las nubes. Los tomates todavía tocan el suelo, pero las cerezas, ay las cerezas, esas ni tocarlas! Ya podemos quejarnos, ya, que todo da igual. Puedes protestar cuanto quieras, y recordar el tiempo de las pesetas, de los céntimos y la tele en blanco y negro. Hoy nos llega justo para pagar, mañana...¡dios dirá! ¿Qué estás silbando?, llevas todo el día con ese soniquete. Me acuerdo, sí, me acuerdo de los tiempos del baile, de la discoteca...sí, de una de las primeras ocasiones en las que bailamos juntos. No pongas esa cara de lelo, tenías la costumbre de tararearme, de susurrarme alguna letra al oído, sin embargo, en aquella ocasión se te fue la mano, bueno no, los dientes mejor dicho, y te disculpaste, riendo, diciéndome que te metías en el papel de la canción. ¡Las que tuve que hacer para que no lo viera mi madre! ¡Lobo hombre en París, eso es; con la promesa de viajar a la ciudad de la luz, recorrer el Sena si si! Y lo que vimos fue un barullo de tíos yendo “a toda hostia” montados en bicis. ¡Vale, no pongas morritos, también hubo detallazos, sí, sí joder, acuérdate como salté de alegría, como aplaudía de gozo dos entradas, sendas invitaciones para asistir en directo al programa. Te enfadabas cuando llegaba tarde a nuestra cita , y es que me volvía loca “Aplauso”. ¡Tuvimos suerte, eh! Te lo curraste la mar de bien cariño. Después de aquello, en la disco al pinchadiscos siempre le solicitábamos la de Tequila para saltar como locos, e Hijos de la luna. Sin mordiscos, con susurros para recordar, para cantarnos lo mucho que nos queríamos. ¡LLevas un montón de rato en la misma página, sé me escuchas, recuerdas, concentrando tus pensamientos, haciéndolos amigos de los míos! Hemos sabido aunar nuestros gustos y limar las diferencias logrando tiempos, espacios. En ocasiones nos ayudan las fotos, aunque en su mayor parte son nuestras conversaciones asociativas, el hilo que enhebra la aguja cuando sale del ovillo. Un aroma nos evoca parajes salados a mar, o secos a roca y retama. Un color tendido en el horizonte nos trasporta a atardeceres sosegados. Un ruido, a fabulosas tormentas frías, o cálidas, siempre preñadas
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de risas. ¿Dónde dejamos las palabras? Las dichas y las omitidas, las dulces y las agrias. Siempre van con nosotros, forman parte de nuestro equipaje, de esa mochila imprescindible. ¡Aunar tu teatro y mi cine! Y no sé la razón de tener en el recuerdo la elegancia, el porte de aquel actor negro, sus hechuras de galán que te hacían torcer el morro cuando trataba de picarte con los piropos lanzados a la pantalla, que tú tratabas de romper con alguna de tus “comediantas favoritas”. Poitier, ese es. Gracias. ¿Y te acuerdas de ese otro?, español en este caso: socarrón, chulesco, atrevido, con una de esas guapuras peligrosas que tanto gustan a las féminas aunque lo nieguen delante, pero nos relamamos a escondidas. ¡Claro que te acuerdas de Juan Diego! Vamos, un sinvergüenza que ocultamos a nuestras hijas, para reservárnoslo a nosotras. Era la magia de nuestra tele, la blanca y negra, la de entonces, aquella de la carta de ajuste, de la música para comenzar programación, la de las dos cadenas, aquella que en algunas casas se veía la pantalla en colores gracias a un invento de plástico que daba el pego. Magia de la uno, o la primera, y el canal serio, divulgativo y escasamente visto de la 2, o la segunda. Y la clave estaba...¿Dónde estaba la clave? Se encontraba en la UHF. Esa Clave que comenzó tras la dictadura, que duraba 4 horas, con peli y debate. Ahí estaba la clave, dependiendo de los iluminados dirigentes del momento...divertimento en la 1, o cultura en la 2. ¡Si había peli! Podéis decir, pero generalmente eran sesudas, y poco divertidas para el público en general, y ya no hablemos del debate posterior. Así que la Clave en muchas familias era fomentar otros menesteres, digamos más íntimos, más sociales otros. Ahora, en estos momentos, en términos relativos de tiempo, ha pasado, para nosotras, medio siglo, o tres cuartos, recordamos, sentimos aquellos tiempos porque los interiorizamos, porque había poca oferta comparada con la actual. ¿No te parece que las cosas duraban más, permanecían, perduraban, gozábamos de más tiempo para asentarlas en nuestra cabeza. En estos momentos vivimos muy rápido, apenas tenemos tiempo para procesar tanta información. En ciertas ocasiones te pregunto... y nuestras hijas ¿recordarán, y cómo lo harán? Quizá no lo hagan, o será de otra manera, pues no les haga falta llenar el disco duro de su cerebro , cuya función ya la realiza su móvil; o quizá dentro de poco la lentilla de su ojo.
Agustín Benito
