
FRANCISCO DE ASÍS ES EN EL CRISTIANISMO, EL ADORADOR POR EXCELENCIA, QUE ADORÓ A CRISTO EN LA FORMA DE NIÑO Y CRUCIFICADO.
ESTA ÚLTIMA FORMA LE OBTUVO EL PRIVILEGIO DE LOS SAGRADOS ESTIGMAS DE LA PASIÓN DE CRISTO.
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
Derechos Reservados


Mi Dios es la Suprema, la única verdadera realidad porque “EsloqueEs” , el “YoSoy”único, pleno, absouto, verdadero.
Lo que puede ser sujeto de cualquier cambio de la naturaleza que fuere, no puede llamarse en sentido estricto una “realidad” .
Todo –excepto Dios- todo absolutamente todo está sujeto a cambio:
No hay ser –excepto Dios- que no sufra alteración o cambio.
Digo “Realidad” , esto es, algo que puedo sentirlo, vivirlo, poseerlo, en cierta manera tocarlo, palparlo”.
Aquí está la diferencia entre el místico y el que no lo es: aquel puede darse cuenta, hacer suya, vivir, sentir,“experimentar”,“tocar” esta Realidad; el segundo en cambio, no puede realizar nada de esto: Dios para él, es un “Algo”, una “Idea más”, un “Ser más” que tiene cabida en su mente, mas no en su vida: este último no siente, no vive esta comunión con mi Dios Bendito.
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
Guía Espiritual y Fundador de AEA


Una gran mística de nuestro tiempo y que pudiéramos decir que al igual que Santa Teresa de Jesús, también estableció una nueva Escuela mística: SANTA TERESITA del Niño Jesús, que es la maestra de la entrega en la Providencia Divina… decía: ¿paraquépreocuparnosdepedirlealSeñorlascosasquecreemosquenossonnecesarias?Paramí–decía-mebastapermanecer enlosbrazosdeDios,comopermaneceelniñoenlosbrazosdesumadreyestarmetotalyabsolutamentetranquila.

Hermanos, un pensamiento de quien comprendía lo que es la oración, y de quien comprende lo que es ese Dios tan grande, tan inmensamente bueno, tan lleno de amor, tan lleno de ternura. Nosotros no necesitamos hacer mis queridos estudiantes, otra cosa en la oración. Por eso cuando vosotros meditáis, procuráis poner en práctica lo que el Señor acaba de decirnos, enseñarnos a nosotros ¡como el Gran Maestro! Porque es así, Él es nuestro Maestro, Maestro de todos los maestros. Él nos recomienda y nos recomienda lo mejor, y nos recomienda el camino más fácil para nuestra propia realización: éste es el camino de la ORACIÓN.

LISIEUX.- BASÍLICA. Muy hermosa, estilo romano. Al término está a la izquierda a pocos pasos las estaciones del Vía Crucis, modestas. A la derecha la tumba de los padres de Teresita.

EL CARMELO.- Aquí están sus reliquias; instrumentos de penitencia: cilicios, cruz de hierro. Manto, gran velo, corona de la posesión, pelo hermosísimo hecho trenzas.
A la derecha de la entrada, una inscripción que dice: Aquí debajo: los restos de Santa Teresita, de la M. María de los Ángeles (Paulina), Sor María del Sagrado Corazón (María), Sor Genoveva de la Santa Faz (Celina), hermanas de la santa.

P. César A. Dávila G. Lisieux-Francia, 1963

Tenemos conciencia de que hay espíritus y ángeles tutelares en las ciudades, en los campos, en los lugares sagrados…
Y estos hermanos nuestros, estos ángeles tutelares, ellos están constantemente ayudándonos, sus vibraciones las captamos y las recibimos.
Forman ellos, una especie de un inmenso magneto.
P. CÉSAR A. DÁVILA G.

“¿Quéeselhombreparaqueteacuerdesdeél,oelhijodelhombreparaquetúlevisites?Hicístelepocomenorquealosángeles, coronásteledegloriaydehonor,todolopusistedebajodesuspies”(Hebreos 2, 6-7).
Nos asemejamos a los ángeles, como ellos, somos espíritu. Nuestro espíritu por vivir en la habitación del cuerpo, no puede desenvolverse en el mundo divino como los ángeles. Esta es la diferencia que hay entre ellos y nosotros. Cuando la muerte realice la separación entre el cuerpo y el espíritu, seremos como ellos. Tendremos además algo que ellos no tienen: La experiencia imborrable de nuestra vida en el mundo físico.
P. CÉSAR A. DÁVILA G.


Había caído la noche que se hizo más oscura en el bosque del pequeño monte Alverna. De pronto los pastores que velaban en aquella comarca, vieron que el monte ARDÍA en LLAMAS RESPLANDESCIENTES que iluminaban montes y valles del contorno, como si de pronto hubiera salido el sol. Aquella gente humilde tuvo miedo, como era natural, ante ese extraño espectáculo. El resplandor de aquella luz penetraba por las ventanas de las casas de la comarca. Algunos arrieros que iban camino a la Romaria se levantaron, creyendo que había amanecido, ensillaron y cargaron sus bestias; cuando ya habían emprendido la marcha, las sombras caían nuevamente sobre el monte y recién empezaba a despuntar la aurora.

¿Qué había acontecido en aquel lugar?
El hermano FRANCISCO estaba allí. Oraba intensamente, sentía en la oración a ese Cristo a quien quería asemejarse en los últimos detalles. Dialogaba con Él, repetía esa oración “mántrica”:“¿QuiéneresTúdulcísimoDiosmío?¿Quiénsoyyogusanovilísimo e inútil siervotuyo?”. Esta misma oración había repetido todo el tiempo. Cuando pronunciaba la primera invocación, FRANCISCO confiesa: “Mehallabainvadidopor unaluzdecontemplaciónenlacualyoveíaelabismodelainfinitabondad,sabiduría y omnipotencia de Dios” y cuando decía la segunda parte, “la otra luz de contemplaciónmehacíaverelfondodeplorabledemivilezaymiseria”.
La oración que practicaron los primeros Padres de la Iglesia Griega, era también una invocación muy corta al Señor: “SEÑOR JESÚS, HIJO DE DIOS, TEN MISERICORDIA DE MÍ”. La verdadera oración no requiere que se repitan muchas palabras. FRANCISCO de ASÍS es también en esto, el modelo cabal de lo que se conoce como Oración Contemplativa. Al dirigirse a Cristo pronuncia solamente esas dos invocaciones, de las cuales: la primera, eslallamadadelacriaturaaDiosy la segunda, lavisiónpropiadelo


queeslacriaturaalaluz deDios.Por este camino se llega con absoluta seguridad a lo que en la mística cristiana, se denomina Oración Contemplativa.
Cuando fue requerido por el hermano León, su acompañante, para que le explicara aquellas palabras y lo que entonces había visto, le dijo simplemente: “En aquella llama que viste, estaba Dios,quemehablababajo aquellaforma,comohabía hablado antiguamente a Moisés”.

Un hecho semejante ocurrió en Santa María de los Ángeles cuando se sentaron a la mesa FRANCISCO y sus frailes con Santa Clara. Como primera vianda, comenzó San Francisco a hablar de Dios, con tal suavidad, con tal elevación, y tan maravillosamente que, cuando vino sobre ellos la abundancia de la Divina Gracia, todos quedaron arrebatados en DIOS.
De pronto los habitantes de Asís y de Bettona y los del contorno vieron que Santa María de los Ángeles, convento y bosque ardían violentamente. Las gentes bajaron a todo correr para apagar el fuego, convencidos de que todo ardía. Pero no era tal. No era el fuego de la tierra que abrasaba la comarca, eraelfuegodivinoqueardíaenlasalmas.Era una de aquellas experiencias divinas de las almas contemplativas.
P. CÉSAR A. DÁVILA G.

… son aquellos que prometió el Señor a Abraham y a toda su descendencia, al correr de los tiempos. Como ven ustedes, todo está saturado de historia, es decir, nosotros estamos caminando sobre esta tierra en la cual habitaron tantas, tantos pueblos, tantas tribus descendientes de ese tronco que se llamó Abraham. Abraham que vino de Ur de Caldea…
P. CÉSAR A. DÁVILA G.


Y la historia de Israel comienza con Abraham cuando viene… Sabemos que Abraham viene de Caldea, y a Abraham le promete Dios una tierra, a él y a toda su descendencia. Y él viene, pero no en son de conquista. Él era mas bien, un hombre pacífico, y él procuró evitar toda contienda -digamos- de violencia. Y se dirige acá, para el cumplimiento de la promesa del Señor, se dirige el con su hermano Lot.
Y hubo una contienda entre los pastores de Lot y los pastores de Abraham por cuestiones pues de sus rebaños, de sus ovejas, de sus camellos, de los pastos que querían para sus animales. Entonces Abraham le dijo, no es posible que esto continúe y que nosotros vivamos en desacuerdo, tú, si tomas a la derecha, yo tomaré a la izquierda y si tomas tú a la izquierda, yo tomaré a la derecha; y así se hizo.
Entonces los hijos de Lot se dirigieron hacia lo que hemos visitado también el día de ayer, Gerasa. Ese lado y más hacia el oriente, habitaron los hijos de Lot, esos son los cananeos, jebuceos, jereteos, etc., y Abraham tomó mas bien la orilla derecha, es decir la orilla izquierda del Jordán, entonces se estableció aquí, pero claro esto que se narra sucedió en un lapso muy grande de tiempo. ¿Qué pasó entonces? Que fueron sucediéndose ya los jefes de los pueblos, por eso hubo un periodo digamos arcaico, un periodo en el cual solamente habitaban esas tribus diseminadas, luego concluido ese periodo con una época, con el periodo después del periodo de los jueces, el periodo de los reyes; y el primer rey fue David y luego el otro, Salomón.

Así empieza propiamente la historia del pueblo judío, entonces Salomón es el que construye el templo, David en cambio crea propiamente la ciudad de Jerusalén, pero después también de combatir a muchos pueblos autóctonos que habitaban estas regiones y para conservar esos pueblos naturalmente, hubo guerras, hubo luchas. Y solamente Salomón, como le había ofrecido el Señor, es el que vio liberado de esas guerras, de esas luchas. Hubo una paz muy grande en el tiempo de él, como dice la Biblia, desde Dan (hoy frontera con el Líbano) hasta Betsabé (Beerseba), así se conocía los límites entonces… Desde Dan hasta Betsabé, había una paz muy grande y también un florecimiento de la cultura y Salomón era el oráculo de todos los pueblos vecinos. Y a Salomón le visitaban, la reina de Saba entre otras visitas que recibió, para escuchar la gran sabiduría que brotaba de los labios de ese hombre…




En FÁTIMA pasé por el espacio de unos 14 días, conociendo en detalle los distintos lugares, saturándome de esas vibraciones tan grandes que hay especialmente en Fátima.
Es impresionante cuando se visita ese santuario, ese silencio augusto que reina allí. También impresiona la fe de ese pueblo de Portugal y en general de Europa; pero especialmente el portugués, que, como nuestra gente de los poblados más alejados de la capital, es gente muy sencilla y buena.

Me impresionó precisamente el último día que estuve, era el aniversario de la conmemoración de las apariciones a los pastorcitos: Jacinta, Lucía y Francisco, un trece de octubre. Y lo que más me impresionó fue esto: Cómo venían desde los lugares más distantes de Portugal, a pie andando unos 300, 400, 500 y hasta 600 kilómetros; con los pies sangrantes, en peregrinación al lugar de las apariciones de la Santísima Virgen. Llevo profundamente grabado en mi mente toda esa escena.

El día de hoy sigue ese culto a la Santísima Virgen y en aumento. En ese 13 de octubre cuando estuve presente en esa peregrinación había más de unas doscientas mil personas en el santuario de la Virgencita.
Quisiera contarles en detalle muchas cosas, pero les digo solamente esto: Conocí en una entrevista que hice a una de las hermanas de la vidente de Fátima, Lucía. Con ella conversé largamente y le pregunté acerca del carácter de su hermana. Nos imaginamos que los santos son seres excepcionales desde que nacen; pensamos muchas veces que la santidad consiste en una especie de mojigatería, digámoslo así, hablando en términos un poco duros. Que la santidad es no levantar los ojos y adoptar una actitud
externa, completamente diferente del común de las personas, y muchas veces bajo esa apariencia hay un fondo muy grande de hipocresía.
Hablando de Lucía, me decía su hermana que era una muchacha alegre, común y corriente; una muchacha que no se diferenciaba de ninguna otra de su edad, de catorce o quince años; una muchacha en la flor de la vida, comenzando la vida. Y que tenía sus primos, Francisco y Jacinta, y con ellos iba a pastorear el rebaño. Ella estaba en un monasterio de Carmelitas, después se hizo monja carmelita en una ciudad cercana a Portugal (Lisboa), próxima también a Fátima.
No quiero aumentar a esta conferencia, sino solamente hablar del relato que yo escuché de un testigo presencial, de una persona completamente sencilla. De paso les digo, que allí, en la casa de Lucía se conservan sus muebles, su cama; es como estar en la casa de uno de nuestros campesinos: hay una cama pobre, aseada, el piso es de ladrillo, un baúl de esos grandes, una pequeña mesa, constituye todo el cuarto de Lucía.
Le pregunté si ella había sido testigo de alguna de esas apariciones, sobretodo de la última en la que se realizó ese gran milagro del sol. Ella me dijo: “cómono.Sí,yofuitestigodeesemilagro”.En su lenguaje sencillo comenzó a narrar lo que no dicen los historiadores, porque los libros no relatan muchas veces lo que es más importante; esos detalles significativos.


Me dijo: parael13deoctubreestabaanunciadaesaúltimaaparicióndelaVirgen. TodoPortugalprácticamentesemovilizóaCovadaIría,yestuvoenungran potrerodondehabíaárboles,sobretodoencinas;esamañanallovíaintensamente.
Lasaparicionesgeneralmente sucedían a las doce del día. Todos iban con sus paraguas.Semovilizólaprensa,nohabíatelevisióneneseentonces.Asistieron créduloseincrédulos,gentedetodaclaseycondición.Esperaronqueocurrierala aparición.YseimaginaronquetodosveríanalaVirgen,asíEllasatisficierasu curiosidad.Novieronabsolutamentenada.AlasdocedeldíaEllacesólalluviay aparecióelsolcomenzandoabrillar.Comenzóelsolamoverse,dandolasvueltas muy rápido –ella decía moviendo las manos- bajaba a una velocidad extraordinariacomosifueraaprecipitarsesobrelamultitud.Enesemomento todos gritamos y pedimos misericordia, porque pensamos que se acababa el mundo;estábamosasustadosytemblando.Despuéssecalmó.Yeneseinstante ocurriólaaparición.Lospastoresqueestuvieronalpiedelaencinaenlacualse aparecía la Virgencita se arrodillaron, y vieron -este hecho como narran los historiadores- nuevamentevieronalaVirgenylesdiosumensaje. P. CÉSAR

Para la conquista de nuestra alma, para entrar en ese castillo interior, para el descubrimiento del reino que llevamos dentro de nosotros mismos, el único camino es, como dice la Doctora de Ávila y todos los maestros de la Mística de Oriente y Occidente: LA ORACIÓN (…)

La oración es el instrumento con el cual, nos sintonizamos con Él. Cuando oramos, como dice la Doctora de Ávila santa Teresa: “entendiendo lo que decimos”, estamos sintonizándonos con esas ondas divinas que llegan desde Él a nosotros (…)

La oración tiene distintos aspectos, distintas modalidades que se adaptan fácilmente a nosotros: Unos son incapaces de hacer largas reflexiones y consideraciones durante la oración; otros, lo más evolucionados, pueden sin dificultad entrar en un grado superior de oración. A otros les va mejor y se adaptan más rápidamente a permanecer en un estado de paz y de quietud.



“Enverdad, enverdadosdigo , dijo Jesús a sus discípulos, si el granodetrigonocayereentierraymuriere,quedarásolo,perosi murierellevarámuchosfrutos”(Jn12,24).
Esta frase profética se cumplió primero en Él y luego especialmente en la Iglesia Primitiva. La cruz para el cristiano es el signo sagrado de la Redención, representa también el martirio. “Segúnlaley,casi todaslascosasdebíanrecibirlapurificaciónconsangre:Ynohay remisiónsinefusióndesangre”(Heb 9,22).

El mismo Cristo sufrió el martirio en una cruz, sus apóstoles, con excepción de Judas, corrieron la misma suerte, igualmente los primeros cristianos. La sangre de los mártires fue semilla de cristianos.

Uno de estos mártires cristianos del siglo II, san Ignacio de Antioquía, llamado Teóforo (elquellevaaDios), desde la prisión, escribió algunas cartas a la Iglesia de Antioquía, pues era su obispo. En una carta dirigida a los discípulos de Roma se expresaba en estos términos: “Despuésdetanto pediralSeñorinsistiendounayotravez,healcanzadolagraciadeira contemplarvuestrorostro,dignodeDios;ahora,enefecto,encadenado porCristoJesús,esperopodersaludaros,siesqueDios me concedela graciadellegarhastaelfin.Loscomienzosporahorasonbuenos;sólofalta quenoencuentreobstáculosenllegaralagraciafinaldelaherenciaque meestáreservada.Porquetemoquevuestroamormeperjudique.Puesa vosotros os es fácil obtener lo que queráis, pero a mí me sería difícil alcanzaraDios,sivosotrosnometenéisconsideración…Noquieroque
agradéisaloshombres,sinoaDios,comoyalohacéis.El hechoesqueamínosemepresentaráocasiónmejorde llegarhastaDios,nivosotros,consóloquecalléis,podréis ponervuestrafirmaenobramásbella.Enefecto,sinohacéis valervuestrainfluencia,yameconvertiréenpalabradeDios.
Pero,siosdejáisllevardelamoramicarnemortal,volveréa sersólounsimpleeco.Elmejorfavorquemepodéishaceres dejarqueseainmoladoparaDios,mientraselaltarestáaún preparado;así,unidosporlacaridaddeunsolocoro,podréis cantaralPadreporCristoJesús,porqueDiossehadignado

hacer venir al obispo de Siria de Oriente hasta

Occidente.¡Quéhermosoesqueelsoldemividasepongaparaelmundoy vuelvaasalirparaDios!
(Carta de San Ignacio de Antioquía a los Romanos, caps. 1,1-2,2: Funk 1,213-215).
El obispo de Antioquía fue conducido al anfiteatro del emperador Flavio, en donde fue devorado por dos leones. Así se cumplió el ardiente deseo del glorioso mártir.
Este es solamente uno de los millares de casos de martirio que sufrieron los cristianos en los albores del cristianismo… sufrieron el martirio con una serenidad imperturbable. Frente a la muerte no demostraron temor alguno. No pocos sufrieron el martirio entonando himnos de alabanza a Dios…


Quienes tenemos el convencimiento de la presencia de Dios que gobierna con peso y medida todos los acontecimientos de la vida de los seres y de las cosas, no podemos menos que admirar cómo Dios ha guiado los pasos del hijo de un teniente retirado Karol


Wojtyla y de Emilia su esposa, que nace el 18 de mayo de 1920 en el pequeño pueblo de Wadowice en Polonia y que asciende a través de los caminos más extraños al Supremo Pontificado de la Iglesia. A los 9 años pierde a su madre. Su padre el teniente retirado que tiene por costumbre, no salir de casa sino cuando hay necesidad, se ocupa de los menesteres de una madre como preparar el desayuno y la cena para el hijo único que le quedaba de su matrimonio. Fueron tres, de los cuales sobrevivió solamente Karol. Al niño como a todos los niños le gustaba jugar al futbol y era una estrella, dicen sus biógrafos; pero le gustaba también la Iglesia. Se acercó al capellán Figlewicz para solicitarle que le admitiera como monaguillo y muy pronto fue nombrado “jefe de monaguillos”. El capellán organizaba excursiones con los chicos y Karol era uno de los que tomaba parte en ellas con inusitado entusiasmo. Desde niño le agradaba el contacto con la naturaleza, detener la mirada en el lejano horizonte, deambular por los bosques y prados por donde de cuando en cuando atravesaba velozmente una liebre, un zorro, un animal salvaje, escuchar el trinar de los pájaros, vivir en su interior el mensaje de los capullos blancos de la nieve que florecía en las montañas o durante el invierno. El hombre que vive en sintonía con la naturaleza, se sintoniza sin dificultad con Dios, porque la naturaleza está más cerca de Él.
P. CÉSAR A. DÁVILA G.
