ASOCIACIÓN ESCUELA DE AUTO-REALIZACIÓN
No sólo los cielos proclaman la Gloria de Tu nombre como canta David en sus Salmos, ¡Es toda la creación, absolutamente toda!
Cuando a la luz del sol, de la luna, de Marte, de Venus y de todas las estrellas que sonríen en el campo infinito de los espacios siderales, pienso que Tú nos estás acariciando con la Luz de Tu mirada.
Cuando oigo el canto de las avecillas que rompen el silencio de los bosques o me distraen del monótono chirrear de las máquinas inventadas por el hombre, oigo también la caricia de Tu voz en el alero de mi alma.
Cuando siento la vibración interna de la onda mental amorosa
del ser querido, ahí más, mucho más, siento el beso de Tu amor.
¡No cantan solamente los cielos Tu Gloria! sino la cantan los mares, las azules ondas, los bosques y los prados, las aves y los animales domésticos o salvajes, en una palabra: todo, absolutamente todo.
¡Permítenos, oh Padre! que unamos nuestro canto al suyo, nuestra voz a la suya, nuestro aliento a su aliento, nuestro amor a su amor, para que en todo y por todos Te cantemos, por todos los que no tienen la bendición de cantarte como Te cantamos nosotros.
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
Y esa comunión de un Dios a otro Dios, del Hijo de Dios al Padre Dios era una comunión interior, una comunión de mente, de voluntad, de conciencia, de espíritu; la totalidad de ese Hijo estaba también entregada a Su Padre y la totalidad de ese Padre estaba entregada también a Su Hijo. De tal manera de que entre el Padre y el Hijo había una unión total, una unión perfecta, una unión absoluta, una unión en la cual podía decirse que no había distinción alguna.
Hermanos, de ésta oración es la que nos hablan los místicos cristianos y los grandes místicos también orientales y maestros
orientales, de ésta oración de comunión, de ésta oración de fusión. De ésta oración nos habla también un modelo de párrocos, un Santo que hizo época y sigue haciendo todavía época ahora en éstos momentos: un Santo Cura de Ars y él, voy a citar solamente un hecho, lo que hacía él y lo que entendía él por oración –él era un hombre de profunda oración- ¿y cómo define la oración? la oración –dice él- es la unión con Dios. Esto es la oración para éste gran santo, éste gran sacerdote, éste gran párroco: la oración es la unión con Dios, esto es lo que dice él y luego define que, cómo es ésta unión, qué resultados produce
ésta unión. En ésta unión –dice- Dios y el alma son como dos pedazos de cera que se funden en uno sólo, que ya nadie puede separarlo. Así entiende mis queridos hermanos, éste Santo Cura de Ars, entiende la oración.
La oración –repito- dice él: es la unión con Dios. Y luego dice a continuación, en ésta unión, entre el alma y Dios, Dios y el alma son como dos pedazos de cera que se funden en uno solo que ya nadie puede separar. Es decir, hermanos, en la verdadera oración, en ésta oración profunda que nos pide el Señor hermanos, Dios y nosotros, nosotros y Dios nos fundimos como si fuéramos dos pedazos de cera. De tal manera que en esa oración la fusión es tal que no se puede establecer distinción alguna, esto está en la vida del Santo Cura de Ars.
P. CÉSAR A. DÁVILA G.
Había subido Jesús al Tabor en compañía de sus tres más caros discípulos: Pedro, el apóstol de la fe; Santiago, el apóstol de la oración; y Juan, el apóstol del amor…. Ellos presenciaron la resurrección de la hija de Jairo, ellos serán testigos de la agonía de Getsemaní; ellos, van a ser ahora, testigos de su Transfiguración.
Jesús comenzó a orar y he aquí que mientras oraba iba cambiándose su faz, como el sol en un
claro amanecer iba creciendo gradualmente en claridad hasta llegar a la plenitud: Etfactaeste species… Su rostro apareció resplandeciente como el sol. En la sagrada montaña había algo grande, algo extraordinario: movíase el Espíritu de Dios, el Tabor por un momento se transfiguró
en el trono del Hijo de Dios.
Más luego, como en el Sinaí, una nube resplandeciente cubrió la cima de la montaña, de pronto bajan MOISÉS, el legislador del pueblo judío, aquel que recibió las tablas de la Ley en medio de relámpagos y gloriosas nubes; aparece así mismo el gran profeta de Israel, ELÍAS, aquel que fue arrebatado al cielo en un carro de fuego, aquel mismo que vendrá antes del juicio a predicar la penitencia a los mortales. PEDRO le reconoce, fuera de sí al contemplar a su Maestro transfigurado exclama: Señor,hagamos trestiendas: unaparati,otraparaMoisésyotraparaElías. Aún no había terminado de hablar Pedro cuando a manera de un pavoroso trueno que hizo estremecer la montaña, habló el Eterno
PADRE y dijo:EsteesmiHijomuyamadoenquienhepuesto todasmiscomplacencias.EsteesmiHijoengendradodesde todalaeternidad,eselobjetodetodasmiscomplacencias, eslaimagendemisubstancia,aÉldebéisescuchar.Al oír la VOZ, los apóstoles caen desmayados, Jesús se les acerca, les da ánimo y les recomienda que no digan a nadie lo que habían visto hasta el día en que resucite de entre los muertos.
En el Tabor se nos revela la grandeza de JESÚS y la autoridad de sus enseñanzas… Porque al recibir de DIOS
PADRE aquel glorioso testimonio, cuando desde la nube en que apareció con tanta brillantez la GLORIA DE DIOS, descendió una voz que le decía: EsteesmiHijoamadoen quien tengo puestas todas mis complacencias: ESCUCHADLE.
Para los judíos Cristo era el pobre hijo de un carpintero, para los enemigos era un impostor, un blasfemo, un revolucionario. ¡Oh cómo ciega la pasión los ojos del entendimiento! Cómo extravía la voluntad. Para el Padre Eterno, Jesús era el Hijo Amado, Jesús a pesar de que no aparecía sino bajo el ropaje humano, pobre, humilde… en apariencia, era el DIOS, tres veces santo, igualmente su Padre por su naturaleza, eterno, inmenso, infinito, Dios del universo, creador de todas las cosas. Para atestiguar esto, Jesús aparece hoy lleno de gracia y de majestad.
Y ¿quiénes somos nosotros? Nosotros somos sus discípulos. A este Dios debemos escucharle. Debemos escucharle cuando nos habla en su santo evangelio, debemos escucharle cuando nos revela los dogmas de la fe… cuando nos enseña con su divino ejemplo. Llevó una vida laboriosa y oculta… fue manso y humilde de corazón; aceptó la humillación, el oprobio y el dolor… sigámosle.
La Transfiguración del Señor nos enseña a desear el cielo. Unos rayos de Gloria, vistos por un instante y como de paso, fueron suficientes para hacer salir fuera de sí a Pedro, el cual lleno de gozo exclamó: ¡Cuán bueno es Señor, estarnosaquí…!Y ¿qué será contemplar a ese Dios a quien contempló el apóstol en toda la plenitud de Su gloria, por toda la eternidad, para siempre? No le veremos solo en compañía de Moisés y Elías, sino de todos los bienaventurados, no en un monte ni en una casa construida por los hombres sino en el cielo, en el palacio de su Gloria…
Pensemos a menudo en la futura gloria que nos espera, pensemos que solo somos viajeros, pensemos que un día u otro tendremos que abandonarlo todo. Este pensamiento será un aliento poderoso para hacernos obrar bien y para merecer la gloria de ser transfigurados como Jesús.
P. CÉSAR A. DÁVILA G.
El 15 de agosto mis queridos estudiantes, afirmaría yo, es un día de triunfo. Triunfo por un doble motivo, primero porque es el día consagrado por la Liturgia a celebrar uno de los privilegios especiales del Espíritu más evolucionado que vino acá a esta Tierra: la VIRGEN MARÍA, el misterio de esa ASUNCIÓN a los cielos. Y es también día de triunfo para nosotros especialmente, para quienes formamos parte de la Asociación de Auto-Realización, porque en este día dos de nuestros hermanos queridos: PABLITO y MARÍA EUGENIA, dejaron este plano para entrar en el descanso de Dios, en el descanso de las preocupaciones naturales de esta vida. Pero será así para nosotros también éste un día de celebración alegre, sí consideramos las cosas desde este ángulo de la fe y sí no lo hacemos así con toda seguridad entraremos pues en grande confusión…

El apóstol Pablo al hablar de aquello que trajo a esta tierra el desorden: el pecado original, dice que por un hombre entro la muerte en el mundo, sí por un hombre vino la muerte, por un hombre –dice- ha venido la resurrección, sí por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. He aquí mis queridos estudiantes, una verdad que nosotros no la debemos olvidar, es cierto que especialmente según la enseñanza del Apóstol San Pablo que dice: eneldesordendelpecadooriginal,esciertoquelanaturalezahumanafueheridademuerte,pero tambiénesamismanaturalezahumanavolvióasuprimitivoestadoderegeneraciónporCristoJesús.
La Virgen María como sabemos nosotros, la Virgen María encarnó, pero encarnó con el objeto de servir como TEMPLO de ESE ESPÍRITU DE DIOS, de ese Unigénito de Dios que vendría a restituir a su primitiva grandeza, esa naturaleza caída. Pero la Virgen María mis queridos estudiantes, cuando tomó la naturaleza humana, fue elevada de tal manera esta naturaleza que en ese mismo instante la constitución atómica –digámoslo así- esa vibración atómica pecadora de la naturaleza, de la especie humana, al impacto de la Encarnación de ese Espíritu tan evolucionado como el de María, quedó –digamos así- purificado hasta
tal punto que, en el mismo instante en que ese Espíritu poseyó la naturaleza humana, ese Espíritu totalmente purificado de cualquier falta, de cualquier desorden. Este es el privilegio de la Virgen y que se llama el privilegio de Su Inmaculada Concepción.
La Virgen María pues, siendo un espíritu tan evolucionado no contrajo ni un solo instante, esa mancha con la cual la naturaleza humana se encuentra dañada. ¿Y por qué mis queridos estudiantes, sucedió esto? Porque ese Espíritu iba ser más tarde, aquel que más cerca estaría de Aquel otro Espíritu, ya no humano, ya no creado, sino un Espíritu Increado, ya no de un ser limitado sino de un Ser Infinito, de Dios Manifestado como es Cristo. En vista de que la Virgen tenía que desempeñar esta misión, fue Ella adornada de todas las gracias –como decimos en Teología- y de todos los privilegios que puede tener una humana criatura, y entre estos está este de Su Asunción a los cielos.
Pero hay que entender mis queridos estudiantes, en qué consiste esto de la ASUNCIÓN DE MARÍA y en qué sentido dice la Iglesia que “laVirgenfuearrebatadaencuerpoyalmaaloscielos”.Nosotros podemos entender mucho mejor estas expresiones -de la Liturgiasagradas.
Sí nosotros consideramos, que la Virgen María subió al cielo exactamente con este mismo cuerpo, con esta carne, estos huesos, esta sangre y, en fin, estas vibraciones de todas las células que tiene el cuerpo humano. Y sí creemos que, con estas vibraciones exactamente iguales, está en los cielos, estamos nosotros juzgando a nuestra manera, hasta cierto punto bastante alejada de la realidad. Porque el apóstol san Pablo también se encarga de aclarar esto cuando habla de Cristo resucitado y cuando habla de las cualidades de los cuerpos resucitados. Cuando dice que los cuerpos resucitarán, pero sí antes fueron oscuros serán entonces –después de la resurrección- serán luminosos; sí antes fueron mortales, después serán inmortales; sí antes eran pasibles, después serán impasibles y sí antes eran corruptibles después

serán incorruptibles. Y en la resurrección se verifica todo esto. La inmortalidad, la impasibilidad, la luminosidad, la incorruptibilidad, son propias de los cuerpos que han sido ya transfigurados después de la muerte. ¡ASÍ REINA CRISTO! Y ASÍ TAMBIÉN
REINA LA VIRGEN MARÍA. Así tenemos que entender nosotros este misterio.
Esto mis queridos hermanos no lo entienden y no lo pueden entender muchos que no están familiarizados con estas enseñanzas que vosotros -a Dios gracias- ya las tenéis. Sí la Virgen Bendita, tomó Su cuerpo humano, pero en el momento de entrar en la Gloria de Dios, entonces, esa masa atómica material, esa vibración atómica material se sublimizó. Ya dejó de ser una vibración atómica meramente material. Esas células que constituyeron Su cuerpo físico, todas esas células adquirieron una propiedad particular, o más bien esas cuatro propiedades particulares de las que nos da cuenta el apóstol Pablo. Y así, ese cuerpo de la Virgen María -como el de Su propio Hijo- adquirió esas cualidades de luminosidad, de sutileza, incorruptibilidad e impasibilidad.
Este es el misterio que estamos celebrando el día de hoy. La Virgen propiamente no sufrió la muerte, como sufriremos nosotros como consecuencia de este pecado de la naturaleza, que se llama el pecado original. Esa muerte no fue una separación
dolorosa, una separación no deseada, una separación violenta, una separación en la cual el cuerpo está sometido –como la parte más débil- a tantos sufrimientos. No, no hubo la tal separación del espíritu y del cuerpo en la Virgen María, esa separación fue más bien una separación hasta cierto punto simbólica, porque como digo, ese cuerpo en el momento de entrar en la Gloria de Dios, recibió el impacto de esa Gloria y le transformó en un cuerpo glorificado.
Bien, pasamos mis queridos hermanos a éste otro punto tan importante, especialmente para nosotros. Decía al principio que este día es también un día de glorificación para dos de nuestros hermanos de Auto-Realización: PABLITO Y MARÍA EUGENIA.
A Dios gracias, vosotros entendéis mucho mejor todo lo que voy a deciros. Sí hablara este mismo lenguaje a quienes no están entrenados en el conocimiento de los grandes misterios de la muerte, sería hablar pues, en un lenguaje ininteligible y quizá contradictorio para ellos, pero para vosotros, no.
¿Qué es la muerte para nosotros? ¿Qué es la muerte para vosotros? La muerte para nosotros no es como la mayoría de la gente o la casi totalidad de la gente imagina, decir el acabose de algo. Para muchos es como el apagarse eterno de una luz y después de la muerte, el humear como humea una llama que ha sido apagada.
No, el concepto de la muerte para nosotros, no es ese. El concepto de la muerte para nosotros –y este es el verdadero concepto mis queridos estudiantes- el verdadero concepto de LA MUERTE NO ES SINO UNA SEPARACIÓN MOMENTÁNEA, no es sino un alejarse momentáneo de algo que tiene que separarse y tiene que alejarse. Para nosotros, la muerte es el dejar el cuerpo constituido de materia, ahí donde tiene que quedarse, porque no puede el cuerpo desventuradamente ir más allá del mundo material. Nuestro cuerpo mis queridos estudiantes, está hecho de elementos materiales y está hecho para vivir en este plano material. Es un ABSURDO y sería un absurdo tamaño pensar que este cuerpo nuestro, puede entrar en otra clase de vida, en otro, en otro plano que en el plano meramente material. Sería un absurdo pensar que este cuerpo mortal, pueda tener otra clase de vida –sin un privilegio especial- otra clase de vida que la vida que tuvo la vida material. Y por eso, en el momento de la muerte, no hay sino esa separación de la parte material y de la parte espiritual. El espíritu comienza una nueva vida, una vida verdadera, una vida real, pero en otro plano.
Esto es como antecedente, a lo que voy a deciros mis queridos estudiantes. Nuestros hermanos: Pablito y María Eugenia, ellos fueron naturalmente y ¿su vida que representa? Esto que acabo de decir, nada más que esto, esta separación de su cuerpo material y de su espíritu. Su espíritu continúa viviendo en plenitud, su conciencia continúa captando todas las vibraciones que les enviamos, porque su conciencia trasciende los límites de la materia, su vida continúa real y verdadera. Porque la vida mis queridos hermanos, la vida no se restringe a aquella limitada vida de una célula, la verdadera vida se identifica con el espíritu, y donde hay verdadera vida allí está la acción del espíritu. ELLOS VIVEN pues, su verdadera vida: LA VIDA DEL ESPÍRITU, ellos
están recibiendo todos nuestros mensajes, ellos están recibiendo todos nuestros homenajes, ellos están participando de todas nuestras preocupaciones y de todos nuestros problemas. Pero preocupaciones y problemas vistos ya desde otro punto de vista, desde ese punto de vista del cual debemos acostumbrarnos a ver también nosotros todas las cosas, es decir de ese punto de vista de la realidad.
Mientras peregrinamos aquí en esta tierra, las pequeñas o grandes cosas a las cuales nos dedicamos, esas ocupan un lugar totalmente secundario, son entretenimientos de niños, son como los juegos de niños. Nosotros mientras estamos aquí en esta tierra, somos exactamente como los niños que juegan con sus juguetitos de papel, con sus carritos, con sus cosas pequeñitas, que se entretienen en esto.
Pero mis queridos hermanos, el destino nuestro no es ese, el de entretenernos con estos juguetitos. NOSOTROS SOMOS HECHOS
PARA ÉL: PARA DIOS, y somos hechos para una felicidad sin fin, para conocerle a Él y en Él adquirir el conocimiento de todas, absolutamente todas las cosas.
Por eso os decía mis queridos hermanos, que este día es un día doblemente alegre para nosotros. Porque es el día de la Glorificación de la Virgen María en su Asunción a los cielos y porque es también el día de glorificación de dos de nuestros hermanos que constituyen –yo lo digo con plena conciencia- los pilares sobre los cuales está edificada nuestra Asociación.
Pero mis queridos estudiantes, recordemos que también nosotros tenemos una misión por delante, la misión de ser como ellos, de entregarnos como ellos se entregaron, a llevar adelante la mística de la Asociación. Vosotros les conocisteis y les amasteis, muchos de vosotros estuvisteis muy de cerca. Y una de las cualidades que sobresalían, sobresalía entre ellos: era su humildad, su profunda humildad y su profundo amor, ellos lo hacían por amor, todas las cosas lo hacían por amor. Y también su dedicación a la oración: a la meditación.

Recuerdo en este instante, unas palabras de un sacerdote que es santo: el cura de Ars. Unas palabras, que quiero vosotros las grabéis también profundamente en vuestros espíritus, dice él: “Laoraciónyelamora nuestros hermanos, constituyen la verdadera felicidad del hombre”. Hermanos, dos cosas fundamentales que recomienda también el Cristo: “orarytambiénamar”, en estas dos palabras está contenida toda la enseñanza y no necesitaríamos más mis queridos estudiantes.
Sí resumimos nuestra vida y hacemos que nuestra vida sea sólo eso: UNA VIDA DE ORACIÓN Y UNA VIDA DE AMOR, tengamos la plena seguridad de que HABREMOS ENCONTRADO EL FILÓN DE LA VERDADERA
FELICIDAD. AMAR Y ORAR, el que ama solamente y no ora, no hace sino un cincuenta por ciento; y el que ora solamente y no ama, también no realiza sino un cincuenta por ciento. Pero amar y orar eso sí es la PLENA REALIZACIÓN. Y esto es lo que supieron hacer nuestros hermanos, amaron y también se dedicaron a la oración. Pero eso sí, tengo que repetiros una vez más, muchos se imaginan, pero se imaginan erróneamente que esto de amar y sobre todo de orar, de meditar es para los monjes, para las monjas, para las personas dedicadas a la vida religiosa. No mis queridos estudiantes, ¡esto es absolutamente para todos! La oración es necesaria para todos. Y el Señor cuando dijo: “vigilad y orar para que no entréis en tentación” , orad sin interrupción y luego hizo tantas recomendaciones para que oráramos, no se dirigió a los sacerdotes y a los religiosos, ni a los aspirantes a la vida espiritual, dijo esto a TODOS, absolutamente a todos sin excluir a nadie. Por eso nosotros, tenemos que hacer conciencia de que a través de la oración y a través del amor a nuestros hermanos hemos de realizarnos.
En esta celebración Eucarística mis queridos estudiantes, vamos una vez más a dar gracias a Dios porque ha puesto delante de nosotros dos ejemplos de nuestros hermanos, dos ejemplos de vida. Y vamos a dar también gracias, porque se dignó embellecer a Esa Criatura incomparable: a la Virgen Bendita, de lo más precioso de todos sus atributos. Y vamos a pedirle a la Virgen Bendita que cada día vayamos progresando en esta escuela del amor a nuestros hermanos y en esta escuela de la oración. Escuelas en las cuales Ella encontró Su Bienaventuranza, y nosotros le encontraremos también sí practicamos de verdad, SÍ LLEVAMOS
A LA PRÁCTICA
ÉSTA CONSIGNA DE LA ORACIÓN Y DEL AMOR A NUESTROS HERMANOS.
P. CÉSAR A. DÁVILA G.
SANTA ELENA y Constantino su hijo, fueron quienes levantaron la mayor parte de las edificaciones como: iglesias, conventos y demás hospedajes religiosos; para que estos lugares estuvieran bajo la custodia de los cristianos y sobre todo para la ubicación de los lugares en donde estaban originariamente asentados los sitios más importantes que se relacionaban con la presencia del Señor.
En el año 326, llegó Santa Elena a este lugar y una de las cosas más importantes que realizó fue tratar de identificar las reliquias más importantes relacionadas al Señor.
Voy a referirme brevemente a como ocurrió la identificación de ese madero de la cruz: Sabemos que el Señor fue crucificado en medio de dos ladrones o bandidos. Santa Elena encontró las tres cruces, pero no sabía en cuál de ellas había padecido y muerto el Señor; realizó una prueba con un enfermo sumamente grave que fue llevado donde estaban las cruces. El enfermo tocó una de ellos y quedó como antes, tocó la otra y sucedió lo mismo, pero cuando tocó la tercera el enfermo se sanó inmediatamente. Es fue un milagro que permitió reconocer la verdadera cruz. Esa cruz no se conservó como era originariamente, sino que se la dividió; una parte de esa cruz quedó en Jerusalén, la otra fue a Roma y otra parte creo que fue llevada a España.
De esa parte de la cruz sacaban unos pedazos muy pequeños para colocarlos en los pectorales que usaban los obispos. El pectoral era una cruz que llevaba el obispo sobre el pecho. Con el transcurso de los siglos ha habido
tantos obispos, que se perdió esa costumbre. En el Calvario podremos observar un pedazo bastante grande de la verdadera cruz.
P. CÉSAR A. DÁVILA G.
Dijo Jesús a un hombre rico de Jericó, llamado Zaqueo: “Hoylasalvaciónha venidoaestacasa…porquevinoelHijodelHombreabuscaryasalvarloquese habíaperdido”(Lc. 19, 9-10)
ZAQUEO era un hombre rico. Tenía mala reputación de usurero. Jesús pidió hospedarse en su casa y esta petición del Maestro cambió al usurero, quien prometió devolver cuatro veces más de lo que había defraudado.
P.
CÉSAR A. DÁVILA
En vísperas de la partida a la verdadera patria de su madre Santa MÓNICA, cuando se hallaban él y ella solos, apoyados sobre una ventana frente a un jardín en Ostia Tiberina, lejos de las turbas, después de la fatiga de un largo viaje, olvidando las cosas pasadas y ocupados en lo porvenir: él y ella conversaban juntos, inquiriendo delante de Dios cómo sería la vida eterna de los santos y cuáles aquellas cosas que ni ojo vio, ni oído oyó, ni el corazón del hombre conoció… llegaron a esta conclusión: “que cualquier deleite de los sentidos carnales, aunqueseaelmásgrande,revestidodemayor esplendorcorpóreo,anteelgozodeaquellavida nosólonoesdignodecomparación,peroniaun desermentado”.(ConfesionesIX,10,24)
P. CÉSAR A. DÁVILA G.
https://es.m.wikipedia.org/wiki/M%C3%B3nica_de_Hipona
(Santa Mónica en Wikipedia)
Uno de los más grandes Padres de la Iglesia, San AGUSTÍN, que hasta los treinta años aún no encontraba la verdad, describe en estas breves frases su peregrinaje fuera de Dios: “¡Si,yquélejosperegrinabafueradeTi,privadohasta delasbellotasdelospuercosqueyoapacentabaconellas!... ¡Ay de mí, por qué grados fui descendiendo hasta las profundidadesdelabismo!¡Llenodefatigaydevoradopor lafaltadeverdad!”(Confesiones III, 6,11).
Así como Agustín, cada mortal es un peregrino fuera de Dios, peregrino que ha de pasar por muchas pruebas, que ha de enfrentar una dura lucha contra sus enemigos internos. Es demasiado el número de los que sucumben en esta lucha, de los que naufragan en el mar de la ilusión, en pos de lo efímero. La noche es larga, la tempestad violenta, las tinieblas y la obscuridad se vuelven intensas, sin embargo, la Luz Divina está siempre presente, aunque no la veamos; sus destellos se filtran a través de la obscuridad de la noche. “…porqueTúestabasdentrodemí,másinterior quelomásíntimomío”(Confesiones III, 6,11) …
San Agustín se sintió peregrino fuera de Dios; pero cuando despertó de su letargo del abandono de Dios, se vio también a su manera, infinito, ciudadano de la eternidad, que tiene que emprender el retorno al Infinito.
P. CÉSAR A. DÁVILA G.
LOS GRANDES HOMBRES Y SU EXPERIENCIA DE DIOS
BLAS PASCAL
Blas Pascal es una de las más grandes figuras del siglo XVII, como físico, matemático, filósofo, sicólogo está en primera línea. Los hombres que han salido de la mediocridad y que han marcado un derrotero distinto de aquel por el cual deambula el grueso de la gente, se han visto envueltos en muchos problemas e incomprensiones. Pascal no fue la excepción. Para muchos pasó como un hombre discutido y extraño en su modo de pensar y obrar…
Este hombre, sin embargo, buscó a Dios y esta búsqueda tuvo un gran epílogo.
He aquí un relato de su experiencia de Dios. A su muerte, en el forro de su vestido se encontró un pequeño pergamino doblado y escrito de su puño y letra. Había además una copia del mismo en un papel. En la parte superior hay una cruz que irradia rayos luminosos. Al pie lo siguiente:
“El año de gracia de 1654. Lunes, 23 de noviembre, día de San Clemente papa y mártir, y otros en el martirologio. Vigilia de San Crisógono, mártir y otros. Desde aproximadamente las diez y media de la noche hasta cerca de la una y media de la noche. Fuego. Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, no de los filósofos ni de los sabios. Certeza. Certeza. Afecto. Alegría. Paz. Dios de Jesucristo. DeummeumetDeumvestrum(Dios mío y Dios vuestro). Tu Dios será mi Dios. Olvido del mundo y de todas las cosas fuera de Dios. Solo se le encuentra por los caminos que enseña el Evangelio. Grandeza del alma humana. Padre justo el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido. Alegría, alegría, alegría, lágrimas de alegría.

Me he separado de Él. Dereliqueruntme fontemaquoevivoe(me abandonaron a mí, fuente de agua viva). Dios me vas a abandonarme? No quede yo por siempre separado de Ti. Esto es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que has enviado, Jesucristo. Jesucristo. Jesucristo. Me he separado de Él, he huido de Él, le he negado, le he crucificado. No sea yo nunca separado de Él. Solo se le encuentra con seguridad por los caminos que enseña el Evangelio: renuncia plena, interior. Sumisión plena bajo Jesucristo y bajo mis guías espirituales. Eterno gozo por un día de sufrimiento sobre la tierra” .
El hombre por sí y ante si no puede llevar al hombre más allá de lo que está a su alcance y bajo su dominio. DIOS ESTÁ EN OTRA DIMENSIÓN. Esta dimensión la conoce el místico que transita por los caminos de Dios. Me refiero al místico de todas las edades, de todos los tiempos, de todas las religiones. La mística, es decir, el conocimiento oculto, esotérico, vivencial de Dios es para quienes quieran descubrirlo bajo esta dimensión.
Blas Pascal también llegó a Dios en los últimos momentos de su vida por este camino. Quién le descubrió? Sus amigos? Sus admiradores? Sus opositores? Sus obras? Sus escritos? Algún gran maestro? NO! Lo descubrió ese mismo DIOS BENDITO a quien buscó.
Esta luz brilla siempre para todos los hombres de buena voluntad que sinceramente le buscan.
Así como el cuerpo tiene el sentido de la vista, el espíritu posee una vista interior con la cual puede contemplar, leer, saber y comprender cosas que no puede hacer la razón. Esta vista interior se llama en términos teológicos “visiónbeatífica”o “sabiduría” y también “intuición” que proceden directamente de Dios.
Con esta especie de órgano visual inmaterial podemos contemplar toda esa maravillosa belleza que “niojovio,nioídooyó, nivinoalamentedelhombre, loqueDiostienepreparado paralosqueleaman”(I Cor 2,9).
Belleza siempre antigua y siempre nueva, plenitud de toda belleza.
Belleza que se manifiesta en todas las formas
Y en el idioma oculto de esas formas:
En la sonrisa de un niño, en la caricia de una madre, en el despertar de una mañana, en la agonía silenciosa de una tarde,
en el terciopelo de una flor, en la danza de una libélula, en el trino mañanero de un gorrión, en la jungla silenciosa, en el campo de nieve, en la brisa que sonríe en los pétalos de una flor, en el tintineo de una gota de agua, en el inocente palpitar de la vida de un insecto… En fin, en toda su obra.
Cuando despierta la intuición descubrimos que hay algo en nuestro interior que lo sentimos, lo vivimos, lo experimentamos tan intensamente que los sentidos del cuerpo jamás pueden hacerlo.
Esta Belleza no tiene forma determinada, sin embargo, contiene todas las formas, no está en un lugar determinado pero lo llena todo, lo inunda todo, lo ilumina todo, lo vivifica todo, lo alegra todo…
Es Paz, Alegría, Bienaventuranza, Gozo, Dulzura, Sabiduría.
¡En una palabra es todo lo bueno que el hombre puede concebir e imaginar!
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.