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15. LAS PLANIFICACIONES SEGÚN EL TIEMPO INVERTIDO
El proceso de planificación en educación puede variar en términos del tiempo que se invierte en su elaboración. Dependiendo de la naturaleza de la planificación, se pueden identificar diferentes enfoques en relación con el tiempo que se dedica a este proceso.
En primer lugar, encontramos la planificación a largo plazo, que se centra en la organización y estructuración de las actividades educativas a lo largo de un período extendido, como un año académico completo. Este tipo de planificación permite una visión general del desarrollo curricular y facilita la coordinación de contenidos, recursos y evaluación a largo plazo (Kiziltepe & Donmez, 2017).
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Por otro lado, tenemos la planificación a corto plazo, que se enfoca en el diseño detallado de las actividades y lecciones específicas que se llevarán a cabo en un período de tiempo más breve, como una semana o incluso un día. Este tipo de planificación se basa en objetivos de aprendizaje más específicos y brinda la oportunidad de adaptar y ajustar la enseñanza según las necesidades y el progreso de los estudiantes (Li, 2016).
Además, encontramos la planificación a medio plazo, que abarca un período intermedio entre la planificación a largo plazo y la planificación a corto plazo. Este enfoque combina elementos de ambas, permitiendo una visión más detallada y específica de las actividades y tareas a desarrollar en un plazo intermedio, como un trimestre o un mes (Levine et al., 2016).
Cabe destacar que no existe un enfoque único o mejor en términos de planificación según el tiempo invertido. La elección del enfoque dependerá de varios factores, como los objetivos educativos, las características de los estudiantes y las necesidades específicas del contexto educativo. Lo fundamental es que la planificación se ajuste a las metas de aprendizaje y promueva un ambiente educativo efectivo y significativo para los estudiantes (Jacobs, 2010).