Revista Aapresid Nº 241

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CIENCIA Y AGRO

CALENDARIO AAPRESID Eventos del mes 10 18 26 36 46 56

Nitrógeno con Hierro, una dupla que mejora todo

TENDENCIAS Y DESAFÍOS GLOBALES

Soja: lo que cambia con el acuerdo Mercosur–UE

GANADERÍA

Carne sintética: una revolución alimentaria en duda

SD- SOCIA DESTACADA

Gallinas con ruedas, huertas a domicilio y una vida en movimiento

CULTIVOS DE SERVICIOS

La siembra aérea de cultivos de servicios ya despegó

AGROBIODIVERSIDAD

Producción, cuidado de la biodiversidad y estrategias de carbono en el Gran Chaco

Donde el conocimiento se transforma en acción

El gran espacio donde, especialistas y referentes junto a las empresas líderes del agro comparten el cómo y te muestran el con qué.

Estrategias, innovaciones, tecnologías y conexiones en el lugar ideal para conectar con los productores.

Los cultivos de servicios son un viaje de ida

Los cultivos de servicios alcanzaron un alto nivel de adopción en todo el país, y no fue por casualidad, sino por causalidad. Y decimos causalidad porque podemos citar las causas claras por las cuales los hemos adoptado en nuestros sistemas productivos y los hemos incorporado en las rotaciones correspondientes. Estos cultivos nos aportan secuestro de carbono, reducen el uso de productos fitosanitarios, mejoran la fertilidad química y física del suelo, aumentan el contenido de materia orgánica, promueven una microbiota saludable y, lo más importante, es que nos aportan paisajes agroecológicos diferentes a los que estábamos acostumbrados.

Desde una mirada sustentable en lo productivo, los cultivos de servicio (CS) nos ayudan a transitar y a ejercitar ese camino hacia la sus-

tentabilidad, gracias a todos los aportes antes mencionados. Pero no se trata sólo de un concepto teórico, porque el camino de la sustentabilidad nos lleva a tener sistemas más saludables, más amigables y, en consecuencia, más productivos. En definitiva, logramos producir con creces, aumentando la productividad y, con ella, el crecimiento económico y la rentabilidad del sistema.

Y poco a poco somos cada vez más quienes adoptamos los CS, y lo lindo de esto es que es contagioso, porque los resultados son cada vez más claros y visibles. Posiblemente haya mucha gente que aún no los haya probado o que no esté convencida, y es entendible: le tenemos miedo a los cambios y nos cuesta transitarlos.

Hoy contamos con mucha información técnica y precisa sobre los CS, generada por las redes temáticas de los equipos técnicos de Aapresid y los Sistemas Chacras. Y se sigue trabajando día a día, con un fuerte esfuerzo conjunto entre Aapresid, sus socios, productores y entidades, verdaderos protagonistas en la generación de información en cantidad y calidad.

Invitamos a quienes aún no se animan a producir con cultivos de servicios a que lo hagan, a que los prueben, los observen y aprovechen todo el universo de información disponible para tomar decisiones. Todos hemos comenzado desde cero con los CS, como mirándolos “de reojo”, pero es la forma: probando, insistiendo, aprendiendo de los errores, corrigiendo, ajustando y, al mismo tiempo, aceptando el desafío de cambiar y de producir distinto.

Desde mi parte, y de todo el equipo de Aapresid, los alentamos a sumarlos en sus rotaciones y descubrir su potencial dentro de cada sistema productivo.

Para concluir, tenemos todas las herramientas para seguir usando los CS, para perfeccionar y ajustar aún más su manejo. Tenemos muchos desafíos por delante con estos cultivos, y eso es lo emocionante, lo desafiante y lo que cada día nos hace ponerle más cabeza a los sistemas sustentables. Porque estamos convencidos de que ese es el camino para producir de manera responsable, conviviendo con la sociedad y el medioambiente. Para producir alimentos responsables de calidad y en la cantidad que el mundo necesita.

No quiero extenderme demasiado, solo decirles que, en mi caso, los CS marcaron un antes y un después en mis sistemas productivos. Por eso vuelvo al título: los cultivos de servicios son un viaje de ida.

Socio Aapresid - Chacra Bandera

Esteban Jáuregui

STAFF

EDITOR RESPONSABLE

Marcelo Torres

Presidente de Aapresid

DIRECTORA ADJUNTA PROSPECTIVA

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EDITOR EJECUTIVO

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REDACCIÓN Y EDICIÓN

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REDACCIÓN

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CORRECCIÓN Y REDACCIÓN

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DISEÑO Y MAQUETACIÓN

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GERENTE COORDINADOR

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PROGRAMA PROSPECTIVA

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Sofía Colalongo

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SUBDIRECTORA ADJUNTA PROSPECTIVA

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Florencia Cappiello

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Magalí Asencio

Agustina Vacchina

Delfina Sanchez

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SISTEMA CHACRAS

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Suyai Almirón

Magalí Gutierrez

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Mailén Saluzzio

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Ramiro Garfagnoli

ADMINISTRACIÓN Y FINANZAS

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Dana Camelis

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Mariana López

Daniela Moscatello

Samanta Salleras

Julieta Voltattorni

RED DE MANEJO DE PLAGAS RECURSOS HUMANOS

Eugenia Niccia

Juan Cruz Tibaldi

REGIONALES

Carla Biasutti

Virginia Cerantola

Bruno De Marco

Joel Oene

Eugenia Moreno

María Florencia Accame

Macarena Vallejos

POLÍTICAS PÚBLICAS RELACIONES INSTITUCIONALES

Isabella Nardi

Karen Crumenauers

Nitrógeno con Hierro, una dupla que mejora todo

El equilibrio entre nitrógeno y hierro en la fertilización mejora el rendimiento, la eficiencia en el uso de nutrientes y la calidad de los cultivos. Una estrategia integral con impacto agronómico, económico y ambiental.

Por Dr. Hugo Permingeat

Comité de Prospectiva

Tecnológica de Aapresid

Este artículo busca poner de manifiesto la importancia de eficientizar el uso del nitrógeno como un recurso clave para aumentar la productividad y avanzar hacia una agricultura sustentable. Para ello, vamos a analizar dos publicaciones recientes sobre el tema.

El nitrógeno (N) es un nutriente esencial para el crecimiento y desarrollo de las plantas. En agricultura, influye significativamente en el rendimiento y la calidad de los cultivos. Como las plantas no pueden absorber directamente el nitrógeno atmosférico, dependen del que se encuentra disponible en el suelo en forma de nitrato y amonio.

Los cereales, por ejemplo, requieren grandes cantidades de nitrógeno para crecer y lograr rendimientos óptimos; el desafío radica en gestionarlo eficientemente. Si bien los fertilizantes son la fuente primaria de nitrógeno, su uso ineficiente plantea problemas económicos y ambientales. En promedio, los cultivos absorben sólo el 50% del nitrógeno aplicado.

El resto se pierde por volatilización, lixiviación o desnitrificación.

En un primer artículo, Alí y colaboradores (2025) discuten cómo mejorar la eficiencia en el uso de nitrógeno (EUN) a través de un manejo integrado de nutrientes, combinando prácticas agronómicas tradicionales, prácticas derivadas de las nuevas tecnologías (agricultura inteligente) y cultivos diseñados para este objetivo.

Factores como el tipo de suelo, el clima y la forma de aplicar fertilizantes influyen directamente en esta eficiencia. Por ejemplo, suelos con buena materia orgánica, aplicaciones precisas y adaptadas al clima, así como tecnologías modernas, permiten aprovechar mejor el nitrógeno. De esta manera, se logra un equilibrio entre alta productividad y menor impacto ambiental.

Lograr un uso del nitrógeno más eficiente exige un enfoque integral. Estrategias como la conservación del suelo y el agua, el uso de genotipos tolerantes al estrés abiótico, la aplicación de fertilizantes organominerales, bioestimulantes y nanofertilizantes, y el Manejo Integrado de Nutrientes, ayudan a optimizar la absorción y minimizar las pérdidas. Estas prác-

ticas mejoran la productividad y la sostenibilidad en agroecosistemas con limitaciones hídricas y nutricionales.

La combinación de prácticas tradicionales -como la fertilización fraccionada y el uso de fertilizantes de liberación controlada- con herramientas de agricultura de precisión (sensores y tecnologías de dosis variable) permite un manejo más preciso. Aunque estas tecnologías enfrentan algunas limitaciones de costo y acceso, especialmente para pequeños productores, prácticas como la siembra directa, los cultivos de servicio y la fertirrigación también contribuyen significativamente a una mejor gestión del nitrógeno (Ali y col., 2025).

Además, el desarrollo de cultivares más eficientes en el uso de nitrógeno -ya sea mediante mejoramiento convencional, transgénesis, edición génica o biología sintética- también muestra un impacto importante en la EUN global. Estas tecnologías permiten alterar el metabolismo del nitrógeno optimizando su absorción, asimilación y señalización, generando

Prácticas como la siembra directa, los cultivos de servicio y la fertirrigación también contribuyen significativamente a una mejor gestión del nitrógeno.

cultivos que requieren menos fertilizante sin comprometer rendimiento (Ali y col., 2025).

Una consecuencia directa de aumentar la EUN es la reducción de impactos ambientales negativos, al limitar las pérdidas del nutriente. Además, una buena gestión del nitrógeno mejora la salud y fertilidad del suelo, al aumentar la materia orgánica y favorecer una actividad microbiana beneficiosa en la interacción con los cultivos, aportando fertilidad a largo plazo. Este enfoque integral no solo impulsa la productividad, sino que también preserva la funcionalidad ecológica del suelo a largo plazo (Ali y col., 2025).

Nitrógeno y hierro, un binomio clave con potencial poco explorado

En un segundo trabajo, Wu y col. (2025) destacan el impacto del balance de N-Fe en el rendimiento y en la eficiencia del uso del nitrógeno (EUN), tanto en arroz como en trigo. Los autores definen ese balance como el estado nutricional en el que el N y el Fe están presentes en cantidades suficientes y están óptimamente proporcionados para maximizar el rendimiento y la EUN en determinada etapa del desarrollo. Además, revelan el mecanismo molecular subyacente: un factor de transcripción central, denominado OsNLP4, que integra las señales de N-Fe para controlar procesos claves como el macollamiento, el rendimiento y la EUN. Este estudio revela el enorme potencial del balance de nutrientes, hasta ahora poco explorado.

Nitrógeno (N) y hierro (Fe) trabajan en conjunto para favorecer el crecimiento de las plantas. Cuando alguno de los dos falta, las hojas

suelen ponerse amarillas por la baja producción de clorofila. Aportar más nitrógeno mejora la absorción y mejor distribución de hierro en las plantas, gracias a ciertos compuestos y mecanismos que se activan en las raíces.

El hierro también es necesario para que las plantas puedan utilizar bien el nitrógeno, especialmente en procesos como la fotosíntesis y la producción de proteínas. Cuando falta hierro, la planta no logra absorber bien el nitrato y sufre en su crecimiento.

El tipo de nitrógeno que se aplica importa: el nitrato (NO₃-) puede dificultar la absorción de hierro en condiciones de escasez, mientras que el amonio (NH₄+) mejora su disponibilidad al disminuir el pH del suelo. Sin embargo, un exceso de hierro en combinación con NH₄+ puede generar efectos negativos sobre la planta. Además, compuestos como el óxido nítrico ayudan a activar las defensas de la planta frente a la deficiencia de hierro.

Se ha comprobado que la aplicación combinada de N y Fe —especialmente mediante fertilización foliar con urea y sulfato ferroso— no solo mejora la concentración de hierro en los granos de cereales y legumbres, sino también el crecimiento, la productividad y la calidad nutricional.

Estudios en arroz y trigo muestran que el equilibrio entre nitrógeno y hierro es clave. En arroz, la falta de hierro se vuelve especialmente crítica cuando hay suficiente nitrógeno. En trigo, en cambio, el mayor obstáculo se presenta cuando ambos nutrientes escasean al mismo tiempo. Esto sugiere que, aunque ambos son cereales, responden distinto a las combinaciones de N y Fe.

Se ha comprobado que la aplicación combinada de N y Fe —especialmente mediante fertilización foliar con urea y sulfato ferroso— no

solo mejora la concentración de hierro en los granos de cereales y legumbres, sino también el crecimiento, la productividad y la calidad nutricional. En sistemas como el de maíz-soja, esta estrategia incrementa la fotosíntesis, la EUN y el rendimiento general. En arroz y trigo, la fertilización balanceada N-Fe mejora notablemente el número de macollos, el tamaño de las panículas y la eficiencia en el uso de nutrientes, con un efecto particularmente positivo en trigo cultivado en tierras secas, donde el riesgo de deficiencia de Fe es mayor.

Además, las plantas mejoradas genéticamente (como aquellas que sobreexpresan el factor de transcripción antes mencionado) responden aún mejor a esta fertilización, logrando mayores rendimientos con menos nitrógeno.

Finalmente, el uso conjunto de N y Fe puede reducir la movilidad de contaminantes en el suelo, disminuyendo los riesgos ambientales. En conjunto, esta estrategia representa una herramienta efectiva para aumentar el rendimiento, la calidad y la sostenibilidad agrícola.

Estos autores no sólo proporcionan información sobre cómo mejorar el rendimiento y la EUN, sino también sobre la innovación en fertilizantes verdes, que beneficia enormemente a la agricultura y los ecosistemas sostenibles a nivel mundial.

Conclusión

Mejorar la eficiencia en el uso del nitrógeno es crucial para abordar los desafíos económicos y ambientales asociados a su aplicación en la agricultura. Se destaca la necesidad de combinar diversas estrategias, incluyendo prácticas tradicionales de fertilización, técnicas de agricultura de precisión que ajustan el uso de fertilizantes en tiempo real, según las condiciones del suelo y el cultivo, junto con los avances en genética y biotecnología. La integración de estrategias agronómicas, genéticas y microbianas permite una gestión más holística del nitrógeno. Esto no solo maximiza el rendimiento de los cultivos, sino que también minimiza el impacto ambiental, fomentando el desarrollo de sistemas agrícolas más resilientes y sostenibles.

La fertilización combinada con nitrógeno y hierro representa una herramienta clave para optimizar el crecimiento, rendimiento y valor nutricional de distintos cultivos, tanto gramíneos como no gramíneos. Además de mejorar la eficiencia en el uso de nutrientes, esta estrategia permite reducir el uso excesivo de nitrógeno, mitigar riesgos ambientales y adaptarse a diferentes condiciones edáficas. Su implementación, especialmente en combinación con mejoras genéticas, promete avanzar hacia una agricultura más productiva y sostenible.

REFERENCIAS

Consulte las referencias ingresando a www.aapresid.org.ar/blog/revista-aapresid-n-241

Soja: lo que cambia con el acuerdo Mercosur–UE

La entrada en vigor del tratado redefine el escenario para el complejo sojero argentino. Aprovechar sus oportunidades requiere una estrategia ofensiva que combine planificación, institucionalidad y acción coordinada.

Por Mg. Fernando Hammond
Socio de Consultora Endógena - Especial para Revista Aapresid

Tras más de veinte años de negociaciones, el acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur está a punto de convertirse en realidad. Con la fase de negociación finalizada en junio de 2024, sólo resta la ratificación legislativa por parte de uno de los países del bloque sudamericano. En un contexto internacional marcado por el resurgimiento del proteccionismo en Estados Unidos y la creciente influencia de China en América Latina, Europa encontró razones geopolíticas y comerciales para acelerar los tiempos.

La firma de este acuerdo no es simplemente un nuevo tratado: es un hito que redefine el comercio birregional y ofrece una oportunidad histórica para varios sectores estratégicos. Uno de ellos, sin dudas, es el complejo sojero argentino.

NOS ACOMPAÑAN

Una oportunidad concreta para un sector clave

El complejo soja es uno de los pilares de las exportaciones argentinas. En 2023, los envíos de soja y sus derivados generaron USD 13.944 millones, equivalentes al 20,9% del total exportado por el país. Pero más allá de su peso económico, el sector enfrenta un escenario global en transformación, con consumidores y reguladores que exigen cada vez más en términos de sostenibilidad, trazabilidad y bajas emisiones.

En este contexto, el acuerdo con la Unión Europea abre una ventana de oportunidad, tanto para consolidar como para ampliar mercados.

Harina y pellets de soja: Argentina ya tiene un lugar ganado en este segmento. En 2023 cubrió el 20% de la demanda europea, ubicándose como segundo proveedor del bloque. Con el acuerdo, se espera una mejora del 16% en el precio percibido gracias a la baja de aranceles, lo que permitiría ampliar la participación en este mercado estratégico.

Aceite de soja: Hoy, solo el 1,3% del aceite de soja argentino se exporta a la UE, y apenas el 3,9% de las importaciones europeas provienen de nuestro país, lo que indica un margen de crecimiento enorme. El acuerdo facilitará el acceso al mercado y podría impulsar significativamente las exportaciones en este rubro.

Porotos de soja: Actualmente no se exportan a Europa, pero la entrada en vigencia del acuerdo podría convertir a este mercado en una alternativa competitiva frente a China, al contar con aranceles incluso más bajos.

Biodiesel: Con escasa presencia en la UE, este es otro segmento con potencial. El acuerdo, sumado a una eventual reactivación productiva, podría favorecer un mayor posicionamiento argentino en un insumo clave para la transición energética europea.

Una rebaja arancelaria que cambia las reglas de juego

Uno de los puntos más relevantes del acuerdo es el esquema de reducción progresiva de los derechos de exportación sobre los productos del complejo soja. Actualmente, estos derechos superan ampliamente los niveles establecidos en el tratado. El nuevo cronograma prevé:

Un gravamen del 18% en el quinto año tras la entrada en vigor del acuerdo.

Reducción anual de un punto porcentual desde el séptimo año, hasta alcanzar el 14% en el décimo año.

Esto significa que, incluso en los primeros cinco años, el sector podría recuperar millones de

dólares que hoy se pierden bajo el esquema vigente. Es, sin duda, una mejora sustancial en la competitividad de los productos argentinos frente a sus principales competidores.

"Esto significa que, incluso en los primeros cinco años, el sector podría recuperar millones de dólares que hoy se pierden bajo el esquema vigente."

Normas ambientales: ¿barrera o ventaja?

Si bien el acuerdo no impone exigencias ambientales concretas en esta etapa, sí contempla la creación de comités temáticos para abordar posibles disputas sobre los criterios generales. Será clave que la estrategia de intervención contemple una mayor cooperación público-privada entre ambos bloques, para dar respuesta a aquellos temas de agenda global aún pendientes de definición y que podrían tener, en el mediano plazo, un impacto sensible en el comercio entre ambos bloques.

Resulta fundamental que la implementación de esquemas de certificación sean el resultado de acuerdos de cooperación birregional entre

los principales actores de las cadenas agroindustriales de ambas regiones, y no de medidas unilaterales, favoreciendo un comercio eficiente y sostenible.

Instituciones que nos acompañan

Una estrategia ofensiva, no defensiva

Para aprovechar al máximo las oportunidades del acuerdo, no alcanza con esperar que el mercado reaccione. Es imprescindible adoptar una estrategia ofensiva que combine planificación, institucionalidad y acción coordinada. Algunos pasos clave incluyen:

Fortalecer el relacionamiento público-privado, articulando a productores, exportadores, cámaras sectoriales y organismos del Estado en una agenda común.

Formar un equipo técnico capacitado para gestionar las etapas posteriores a la aprobación del acuerdo, en especial en lo referente a normativas técnicas, sanitarias y ambientales.

Reforzar las capacidades de auto-certificación, de modo que la trazabilidad y la sostenibilidad no sean barreras, sino ventajas competitivas construidas.

Conclusión: Un horizonte que invita a actuar

El acuerdo Mercosur–UE abre un escenario que invita a un reposicionamiento estratégico del complejo sojero argentino. No se trata sólo de acceder a nuevos mercados, sino de redefinir el vínculo con ellos: con estándares más exigentes, con actores más preparados y con una institucionalidad capaz de traducir ventajas naturales en ventajas competitivas sostenidas.

Desde Consultora Endógena, entendemos que este es un punto de inflexión que requiere acción coordinada, inversión en capacidades y una mirada prospectiva. Argentina puede y debe liderar una estrategia ofensiva que coloque a su agroindustria —y en especial a la soja— en la vanguardia del comercio sostenible.

Carne sintética: una revolución en duda

Las promesas de la carne de laboratorio tropiezan con altos costos y dudas sobre su impacto ambiental. En contraste, la evidencia científica respalda a la ganadería pastoril bien manejada como una alternativa productiva, rentable y sostenible.

Por Dr. Ing. Agr. José Martín Jáuregui

Profesor Adjunto- Cátedra Forrajes (FCA - UNL).

Desde hace algunos años, los proyectos de elaboración de carne sintética comenzaron a expandirse. Muchas compañías involucradas en estos "nuevos alimentos" aseguran que estamos ante "el futuro de la carne" y que la ganadería tradicional será reemplazada por estos preparados. Según sus promotores, la carne sintética (también llamada carne de "laboratorio" o "cultivada") no solo es más económica de producir, sino también más sostenible, ya que reduce emisiones y responde a la demanda de una sociedad cada vez más preocupada por la "explotación animal".

Pero, ¿qué hay de cierto en estas afirmaciones? ¿Es la carne sintética realmente el futuro? ¿O estamos, una vez más, ante una visión parcial que pasa por alto numerosas externalidades negativas? Veamos algunos datos.

¿Qué es la carne sintética?

Los primeros reportes sobre la creación de carne en laboratorio a partir de células madre animales se remontan a la década de 1990, aunque el concepto teórico existe desde los años 30. En 2013, el científico holandés Mark Post presentó la primera hamburguesa cultivada en laboratorio, que costó alrededor de 330.000 dólares producir (Imagen 1). Desde entonces, la tecnología ha avanzado notablemente.

Imagen 1. Mark Post, el creador de la primera

El proceso actual consiste en extraer células madre de animales vivos (generalmente mediante biopsia), que luego se cultivan en biorreactores con medios ricos en nutrientes. Estas células se multiplican y se diferencian hasta formar tejido muscular que, en teoría, replica las características de la carne convencional.

Sin embargo, la mayor falencia de estos productos sigue siendo la dificultad para replicar correctamente la complejidad nutricional y sensorial de la carne real. A pesar de que las impresoras 3D han comenzado a “imprimir” bifes y otros cortes (Imagen 2), todavía no logran replicar con precisión la textura, el sabor y el

perfil nutricional completo de la carne tradicional. Esto se debe, en parte, a que la carne no se compone solo de proteínas, sino también de vitaminas del complejo B (en especial B12), hierro heme, zinc, selenio y otros micronutrientes difíciles de sintetizar artificialmente.

La mayor falencia de estos productos sigue siendo la dificultad para replicar correctamente la complejidad nutricional y sensorial de la carne real.

hamburguesa de laboratorio.
¿Cómo es la huella ambiental de esta carne?

Esta es una de las preguntas más importantes, y donde las afirmaciones de las empresas del sector chocan con la realidad productiva. Los defensores de la carne sintética sostienen que su producción genera menores emisiones de gases de efecto invernadero que la ganadería convencional. Sin embargo, varios estudios independientes comenzaron a cuestionar estas afirmaciones.

Un análisis publicado en 2023 por investigadores de la Universidad de California, por ejemplo, sugiere que la producción de carne cultivada podría generar entre 4 y 25 veces más

emisiones de CO2 que la ganadería convencional, si se consideran todos los factores del ciclo de vida. Esto se debe, en gran parte, al alto consumo energético que exige mantener condiciones estrictas de esterilidad, temperatura y pH en los biorreactores.

Por otro lado, la infraestructura necesaria es extraordinariamente compleja y demandante desde el punto de vista energético. Se requieren laboratorios con esterilidad casi total, sistemas de control ambiental extremadamente precisos, biorreactores de acero inoxidable de grado farmacéutico y equipos sofisticados para

Imagen 2. Impresora 3D imprimiendo un corte de carne.

monitoreo continuo. Cualquier contaminación microbiana puede arruinar lotes completos y generar grandes desperdicios.

A eso se suma que los medios de cultivo utilizados tienen un alto costo ambiental. Tradicionalmente se ha empleado suero fetal bovino, lo que obviamente contradice el argumento de ser un sistema "libre de explotación animal". Aunque se están desarrollando medios sintéticos, estos requieren glucosa, aminoácidos, factores de crecimiento, vitaminas y minerales que deben producirse industrialmente, con el consecuente impacto ambiental.

Competencia con rumiantes

Aquí aparece, a mi juicio, una de las mayores controversias. Los rumiantes han evolucionado durante millones de años para transformar recursos no comestibles por humanos en proteína de alta calidad. Según datos de la FAO, el 86% de lo que consumen estos animales a nivel global no es apto para el consumo humano directo. Además, más del 77% de la tierra agrícola mundial no es cultivable, pero sí puede sostener el pastoreo.

Pero su rol va mucho más allá de la producción de carne. Los sistemas pastoriles bien manejados, como muchos de los que se implementan en Argentina, son verdaderos motores de la salud ecosistémica. Respetando los ciclos naturales, estos sistemas pueden aumentar el contenido de materia orgánica del suelo, transformándolo en un valioso sumidero de carbono y mejorando su fertilidad. Ese incremento en la materia orgánica también mejora la infiltración y la retención de agua, un factor clave para la resiliencia en ambientes con climas tan variables como los nuestros. Además, son bastiones de biodiversidad: crean mosaicos de hábitats

que sostienen una rica variedad de flora y fauna nativa, desde microorganismos del suelo hasta aves e insectos benéficos. Todo esto lo logran utilizando energía solar directa (a través de la fotosíntesis), sin necesidad de paneles, baterías o infraestructura compleja, y con un uso mínimo de insumos externos.

En contraste, la carne sintética requiere energía constante (se estima entre 20 y 30 kWh por cada kilogramo producido), una infraestructura industrial compleja, insumos químicos sintéticos y condiciones de laboratorio que deben mantenerse las 24 horas. ¿Es esto realmente más "sostenible"?

La carne sintética demanda energía constante, insumos químicos y condiciones de laboratorio las 24 horas. ¿Eso es realmente más sostenible?

¿Los consumidores demandan esta “carne”?

Los datos de mercado muestran una realidad muy distinta a la narrativa promocional. En Estados Unidos, las ventas de “carne vegetal” cayeron un 13% en 2022 y siguieron en descenso en 2023 y 2024. Este retroceso es particularmente llamativo si se considera que llega después de años de marketing masivo e inversiones millonarias en publicidad.

El estado financiero del sector es revelador. Beyond Meat, por ejemplo, ha visto caer sus acciones más de un 97% desde su pico de 2019, reportando pérdidas por 335 millones de dólares en 2023 y llevando el valor de su acción

a casi cero. Impossible Foods, por su parte, reportó pérdidas por 191 millones en 2022 y despidió al 20% de su personal. Esta situación se repite en la mayoría de las empresas del rubro, lo que pone en duda la viabilidad económica de esta tecnología (Imagen 3).

En Estados Unidos, las ventas de “carne vegetal” cayeron un 13% en 2022 y siguieron en descenso en 2023 y 2024.

Imagen 3. Principales compañías de “carnes vegetales” y su evolución en los últimos 5 años.

Por otro lado, las encuestas de consumidores muestran que, aunque hay un interés inicial impulsado por la curiosidad, la repetición de compra es extremadamente baja. Los principales obstáculos son el precio (la carne sintética sigue costando entre 5 y 10 veces más que la convencional), el sabor (que aún no logra replicar completamente la experiencia de la carne real), y las preocupaciones sobre su alto grado de procesamiento industrial.

Reflexiones finales

La carne sintética es, sin duda, una innovación tecnológica interesante. Pero presentarla como "la” solución al futuro alimentario resulta, por ahora, prematuro y potencialmente contraproducente. El colapso financiero generalizado del sector debería ser una señal de alerta sobre las limitaciones reales de esta tecnología.

Los sistemas ganaderos bien manejados -en especial los basados en pastoreo regenerativo con leguminosas forrajeras- ofrecen beneficios múltiples que van mucho más allá de producir proteína. Han demostrado ser económicamente viables, ambientalmente sostenibles y socialmente beneficiosos.

En lugar de buscar reemplazar la ganadería con tecnologías industriales complejas, costosas y energéticamente intensivas que aún no han demostrado su viabilidad comercial, quizás deberíamos enfocar los esfuerzos en mejorar los sistemas existentes. La evidencia científica muestra que los sistemas pastoriles con leguminosas pueden ser altamente productivos, sostenibles y rentables.

El futuro de la alimentación probablemente no dependa de una única tecnología que lo "resuelva todo", sino de sistemas diversos, adaptados a cada realidad local, que optimicen los recursos disponibles y generen medios de vida dignos para las comunidades rurales. En este contexto, los rumiantes en pastoreo seguirán jugando un papel fundamental, sobre todo en vastas áreas del planeta que no son aptas para la agricultura pero sí para la ganadería sostenible.

La pregunta no debería ser si la carne sintética reemplazará a la ganadería, sino cómo lograr que nuestros sistemas ganaderos sean cada vez más eficientes, sostenibles y regenerativos. La respuesta, como suele ocurrir, está en la tierra, no en el laboratorio. Y los números del sector de carne sintética parecen confirmar esta realidad.

Gallinas con ruedas, huertas a domicilio y una vida en movimiento

Desde huertas en cajones hasta gallineros con ruedas, pasando por Aapresid y la bici, Soli Kuzub no se queda quieta. Productora agropecuaria, ingeniera agrónoma, emprendedora y deportista, su historia habla de empuje y ganas de aprender.

Hay personas que hacen camino con perfil bajo. Que no se acomodan en lo fácil ni buscan figurar, pero cuando están, se nota. Soli es una de ellas. Productora, ingeniera agrónoma, emprendedora, deportista, tía de Martu y Agus, y compañera inseparable de su perro Cosaco. Se sumó a Aapresid ni bien se recibió y al poco tiempo ya estaba asumiendo la presidencia de la regional Río Segundo.

Su nombre completo es Solania Kuzub, pero todo el mundo la conoce como Soli. Nació en Córdoba capital pero fue criada en Pilar, a 50 kilómetros de la capital cordobesa. Aunque hoy vive en Córdoba, a Soli le gusta decir que es de Pilar, “una linda ciudad con alma de pueblo”, dice, pegada a Río Segundo.

Soli es una persona inquieta y fanática de emprender. Apenas se recibió, lanzó junto a una amiga un servicio de huertas a domicilio. Más tarde, en plena pandemia, impulsó junto con su hermano una empresa de huevos agroecológicos de gallinas en pastoreo que todavía tiene y

Perfil express

✓ Ingeniera agrónoma, emprendedora y productora 24/7

✓ Emprendió con huertas a domicilio y huevos pastoriles

✓ Nació y vive en Córdoba, pero se siente “orgullosamente de Pilar”

✓ Fue presidenta de la regional Río Segundo de Aapresid

✓ Tía full time de Martu y Agus

✓ Cosaco, su perro, es parte del equipo y la acompaña a todos lados

✓ Fan del aire libre: pedalea, juega al pádel y hace kitesurf

de la que aprendió muchísimo. Ahora está pensando en dar un nuevo paso en su carrera, seguramente más vinculado a su especialización, que es protección vegetal.

“El encierro me hace mal”, dice. Y esa certeza fue decisiva a la hora de elegir estudiar Agronomía, una profesión que le permitiría estar al aire libre. “El cursillo de orientación vocacional también me daba para Administración de Empresas, pero no me imaginaba encerrada en una oficina, sino más bien andando”, cuenta Soli.

Su espíritu inquieto también está presente en el plano personal: siempre le gustaron los deportes al aire libre, este año empezó a entrenar para competir en alguna carrera en bici, juega al pádel todas las semanas, es aprendiz de kitesurf y su rol de tía lo toma muy en serio, por eso se organiza para pasar el mayor tiempo posible con sus dos sobrinas, incluso cuando está trabajando en el campo.

Cuando el campo no se hereda, se elige

Aunque en su familia no hay productores de toda la vida, el campo siempre estuvo cerca en la vida de los Kuzub. El papá de Soli, Wilder, trabajó toda la vida en la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (EPEC), y Mary, su mamá, era docente; pero siempre fueron muy emprendedores Fueron ellos quienes, ya de grandes, decidieron probar suerte con unas hectáreas en la zona. Así, a puro empuje, sin herencias ni fórmulas mágicas y apostando a capacitarse y

aprender en el camino, se metieron en el mundo de la agricultura con una mirada inquieta y emprendedora que, sin dudas, marcó a Soli.

Hoy, además del campo que tienen en Pilar, tienen otro en Chaco, por lo que conocen también de primera mano la realidad de esta zona desde hace 25 años. En la empresa familiar trabajan los cuatro: Wilder, Mary, Soli y su hermano Iván, que es administrador de empresas.

en

Los Kuzub,
la entrada al campo de Corzuela, Chaco.

Aapresid, una

escuela

y una red

Fue la necesidad de aprender sobre un negocio que no manejaban lo que llevó a los Kuzub a acercarse a instituciones como INTA y Aapresid. Primero se hizo socio Wilder, en el 2008, año en que se fundó la regional Río Segundo. Al poco tiempo se sumó Iván, y en el 2011 empezó a participar Soli de las reuniones.

“Me acuerdo de sentir muchos nervios cada vez que iba a las reuniones, porque encima era la única mujer en ese momento. Todo era un desafío nuevo cada día, incluso hasta cuando me dijeron si quería ser presidenta de la regional”, cuenta. “Estuvo buenísimo porque me llevó a una participación más activa, y siempre agradecida con el grupo que me abrió las puertas y me hizo sentir tan bien. Siempre decimos que somos un grupo de amigos que nos juntamos para aprender juntos”.

Soli sigue participando activamente de la regional y, además de aportar desde su profesión como ingeniera agrónoma, busca sumar desde su experiencia como productora agropecuaria y emprendedora: “Compartir experiencias de lo que le pasa a cada uno como productor es fundamental, es una manera de acompañarnos y también una forma de vincularnos entre colegas”.

“Compartir experiencias de lo que le pasa a cada uno como productor es fundamental, es una manera de acompañarnos y también una forma de vincularnos entre colegas.”

Cosaco siempre listo para la recorrida.

De la “chocita” al all inclusive para sus gallinas

Su primera experiencia emprendiendo por fuera del campo familiar fue haciendo huertas a domicilio con su amiga Dolo. “Hacíamos huertas en cajones, por eso en mi casa había cajones y plantines por todos lados, fue hermoso”, recuerda. Pese a que cerraron el proyecto, las huertas siguen estando presentes. “En casa tengo una y también en el campo, soy fan. Incluso le armé una huerta a mis sobrinas en su casa; se cansaron de comer tomates”.

"Hacíamos huertas en cajones, por eso en mi casa había cajones y plantines por todos lados, fue hermoso."

La huerta también es plan con Martu y Agus, sobrinas de Soli.

Después del emprendimiento de huertas con su amiga, Soli volvió a emprender, esta vez con su hermano Iván. En plena pandemia, encararon un proyecto de producción agroecológica de huevos pastoriles, con gallinas en pastoreo rotativo intensivo. “Antes habíamos tenido feedlot, pero yo buscaba algo distinto, más sustentable, con menor inversión inicial y un período de recupero más corto”, cuenta.

Así nació “Campo libre”, un sistema que divide un lote de alfalfa consociada con otras pasturas en parcelas, y sobre ellas se mueven gallineros móviles -carritos tipo casillas rodantes- que se trasladan según la disponibilidad de pasto. Así, las gallinas siempre tienen acceso a vegetación fresca, que se complementa con alimento balanceado.

Campo Libre, un sistema de carros móviles que permite a las gallinas comer pasto fresco.

La idea surgió después de visitar El Mate, un campo en Río Cuarto que trabaja con este tipo de producción. Allí vieron los carros, sacaron fotos y se volvieron con el impulso para arrancar. En ese momento, no había mucha información disponible, así que se las ingeniaron con lo que tenían: bocetos, imágenes y ganas. “Fuimos al herrero del pueblo con los planos y armamos los gallineros desde cero”, recuerda.

Llegaron a tener tres carros, con unas 450 gallinas en cada uno. Hace poco vendieron uno -al que sus sobrinas le decían “la chocita” (ver foto), por lo rústico-, y conservaron los otros dos, de chapa, más cómodos y mejor equipados, “los all inclusive”, bromea Soli. Aunque hoy ya no siguen con la producción a gran escala, el proyecto les dejó muchas enseñanzas. “Fue mucho trabajo, arrancamos desconociendo el tema y fuimos aprendiendo un montón sobre la marcha”, dice.

Su perro Cosaco -bautizado igual que la empresa familiar-, siempre tuvo un rol clave en el emprendimiento: “Cuando cargamos los huevos para preparar el reparto, se pone debajo de la caja y no deja que nadie se acerque, es un gran cuidador”, cuenta.

Con el campo bajo riego de fondo y el lapacho florecido, la bici siempre está.

Nunca quieta, siempre in-quieta

Apasionada por el deporte y la vida al aire libre, Soli anda en bicicleta desde hace años, aunque ahora decidió tomárselo más en serio: contrató un entrenador con el objetivo de prepararse para participar en alguna carrera como el Desafío del Río Pinto. “Quiero probar entrenarme de verdad y animarme a la competencia, aunque tenga que usar rodillo, que no me gusta nada”, dice entre risas.

La famosa “chocita”, el primer gallinero móvil del proyecto.

Bici y naturaleza, combinación perfecta para Soli.

Hace tiempo también va al gimnasio, pero no a uno de esos entre cuatro paredes: “Voy a uno que literalmente es un carrito, que está al aire libre y al que vamos sea invierno o verano”. Además le gusta jugar al pádel y hacer kitesurf, deporte que la llevó a Los Molinos, Los Espinillos y hasta a Cuesta del Viento en San Juan para practicarlo. La equitación fue otra pa-

sión que compartió desde chica con sus amigas del campo. Tiene su propia yegua, a la que hizo preñar, y ya sueña con enseñarles a sus sobrinas a saltar. Moverse, probar, aprender. Inquieta por naturaleza, Soli no se queda quieta ni cuando descansa.

La siembra aérea de cultivos de servicios ya despegó

Con avión, Altina o drones agrícolas, la siembra aérea de cultivos de servicios complementa la tecnología existente. Cada herramienta requiere algunas consideraciones para maximizar el porcentaje de logro. En esta nota te contamos lo que tenés que saber.

Por: Ing. Agr. María

Eugenia Magnelli

Para Aapresid Prospectiva

En el camino de diseñar una agricultura siempre viva y biodiversa, los cultivos de servicios (CS) ganaron un lugar indiscutido en la rotación. Inicialmente se los empezó a usar para generar cobertura de suelo, reduciendo procesos erosivos y minimizando las pérdidas de agua por evaporación, percolación y escurrimiento. Con el tiempo, se vio que los CS prestaban otros servicios ecosistémicos -de ahí su nombre- que resultan muy útiles para sostener el sistema productivo. Por ejemplo:

Mejorar la salud física, química y biológica de nuestros suelos.

Contribuir al manejo integrado de las malezas y otras plagas.

Favorecer la provisión de nutrientes a los cultivos mediante el ciclado de elementos en el suelo y reducir las pérdidas por volatilización o lixiviación.

Regular la profundidad de las napas.

Usos “alternativos”: forraje, bioenergía, corredores biológicos.

Mantener la calidad del aire, el agua y otros fines estéticos y recreativos.

Actualmente contamos con un amplio abanico de gramíneas, leguminosas y crucíferas que se implantan como CS (Tabla 1). Puras o en mezclas, la elección de cada especie depende del servicio ecosistémico buscado, el ambiente y la latitud de la región productiva.

La “Red de Cultivos de Servicios”, enmarcada dentro del programa Sistema Chacras de Aapresid y articulando la coordinación técnica con la FAUBA y la Facultad de Ciencias Agra-

rias de la UNR, busca generar y difundir conocimiento sobre la caracterización de especies, producción de biomasa, duración de los ciclos, consumo de agua y efecto sobre cultivos de grano posteriores. Todo esto considerando distintos escenarios productivos en diferentes regiones del país y haciendo foco en estrategias de manejo y herramientas que permitan afinar la toma de decisiones. Si querés saber más sobre la Red de CS, ingresá a https://www. aapresid.org.ar/sistema-chacras/redes/red-cultivos-servicios-aapresid-basf.

La “Red de Cultivos de Servicios”, enmarcada dentro del programa Sistema Chacras de Aapresid y articulando la coordinación técnica con la FAUBA y la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR, busca generar y difundir conocimiento sobre la caracterización de especies, producción de biomasa, duración de los ciclos, consumo de agua y efecto sobre cultivos de grano posteriores. Todo esto considerando distintos escenarios productivos en diferentes regiones del país y haciendo foco en estrategias de manejo y herramientas que permitan afinar la toma de decisiones. Si querés saber más sobre la Red de CS, ingresá a https://www. aapresid.org.ar/sistema-chacras/redes/red-cultivos-servicios-aapresid-basf.

FAMILIA

Gramíneas

ESPECIES

Raigrás, Cebada, Centeno,Triticale, Mijo, Moha

Leguminosas Vicia villosa, Melilotus, Crotalaria, Onobrychis viciifolia

Crucíferas

Carinata, Mostaza, Rábano

Tabla 1. Algunos ejemplos de especies pertenecientes a las familia gramíneas, leguminosas y crucíferas utilizadas como cultivos de servicio.

¿Qué hay de nuevo en la siembra de cultivos de servicios?

Además de la tradicional siembra terrestre, hoy surgen como alternativa las siembras aéreas de CS, ya sea con avión, Altina o drones agrícolas. Estas opciones complementan la tecnología existente y, en cada caso, requieren ciertos ajustes para asegurar el éxito y maximizar el porcentaje de logro.

“Estas opciones complementan la tecnología existente y, en cada caso, requieren ciertos ajustes para asegurar el éxito y maximizar el porcentaje de logro.”

Las siembras aéreas de CS sobre cultivos en pie emergen como alternativa para adelantar la implantación y asegurar un buen volumen de biomasa antes del invierno. Siembra con Altina sobre maíz en pie.

Las siembras aéreas presentan varias ventajas:

Permiten la siembra de CS sobre cultivos de grano en pie, como maíz o soja, lo que posibilita adelantar la implantación y asegurar un buen volumen de biomasa antes del invierno.

Con avión o drones es posible sembrar en zonas con topografía compleja (pendiente), o en situaciones de encharcamiento o excesos hídricos, donde los equipos terrestres no pueden ingresar al lote. Esto permite independizarse de la necesidad de “tener piso” y sembrar los CS en fechas óptimas.

A diferencia del avión, los drones suman otros beneficios:

Tecnología modular: se puede trabajar con varios drones en conjunto si la superficie es grande o optar por un equipo más reducido para lotes chicos o aislados. De esta manera, se gana eficiencia logística.

Sembrar de noche, lo que extiende las horas operativas.

Mayor precisión en el trabajo: a diferencia del avión -que abre y cierra la boquilla, y muchas veces caen las semillas fuera del lote, sobre todo en parcelas más chicas- los drones permiten mayor control.

Siembra selectiva o por ambientes mediante prescripciones: por ejemplo, sembrar sólo en lomas o cordones medanosos para evitar erosión, o repasar en sectores con bajo stand de plantas.

En zonas sin pistas de aterrizaje o donde el costo logístico del avión es alto, los drones tienen un gran nicho a explorar.

Menor inversión y costos de mantenimiento: los drones tienen componentes eléctricos de alta durabilidad y las reparaciones son preventivas y sencillas.

En el caso de optar por mezclas, el desafío de la siembra con avión o drones está en evitar la estratificación de semillas dentro del tanque.

Lo que tenés que saber para siembras aéreas

Las siembras aéreas alcanzan la misma eficiencia y logros que las tecnologías tradicionales, pero hay que tener en cuenta lo siguiente:

Elección correcta de especies. Si bien dependerá del servicio ecosistémico buscado, el ambiente o latitud de la región productiva, conviene optar por especies con alto porcentaje de implantación en siembras aéreas, como centeno o triticale.

Sembrar semillas de calidad, es decir, que estén limpias y sanas, con buen poder germinativo (PG) y correctamente curadas con insecticidas y fungicidas. En el caso de las leguminosas, no hay que pasar por alto la inoculación.

En mezclas, evitar la estratificación de semillas dentro del tanque. Esto se puede lograr con equipos que mantengan una presión constante en la tolva, previniendo la separación de semillas de diferentes pesos específicos. En siembras con avión, conviene elegir especies con pesos específicos similares para evitar desbalances. Con drones, se recomienda mezclar bien las semillas de antemano, ya que el vuelo del equipo dura 10 minutos y en ese tiempo el movimiento dentro del equipo es mínimo.

En cuanto a la densidad de siembra, el método aéreo requiere entre un 20 y un 30% más de semillas que las terrestres. Por ejemplo, la densidad recomendada para la siembra terrestre de raigrás puro es 25 kg/ha, mientras por avión se eleva a 33 kg/ha.

Considerar el ancho de solapamiento de cada pasada. Va a depender de cada especie: no es lo mismo volear una vicia que tienen más peso que un raigrás que va a abrir menos el cono de aplicación. Tener en cuenta que el ancho de labor de un dron ronda los 7 metros. Además, si se siembra sobre un barbecho o un cultivo en pie (como un maíz de 2 metros), conviene achicar el ancho de la faja para asegurar cobertura en las uniones entre pasada y pasada.

Capacitación de los operarios. La siembra con avión requiere de un piloto experimentado que asegure una distribución uniforme de la semilla. Mientras una Altina opera a 50 o 60 cm sobre el cultivo de maíz, el avión lo hace desde unos 20 o 25 metros.

Regular los equipos en función de los kilos por hectárea deseados y alcanzar una distribución homogénea. El dron es un monodisco, por lo tanto, hay que regular el ancho de la faja, la altura de trabajo, las vueltas del disco, etc. Para ello es fundamental medir lo que llega al campo y realizar los ajustes pertinentes.

Las siembras aéreas podrían ser más sensibles a la disponibilidad hídrica debido a su método de dispersión (al voleo) en comparación con la siembra terrestre (en línea con mayor contacto con el suelo). Por lo tanto, la implantación aérea puede requerir más humedad.

Las condiciones ambientales, particularmente la humedad relativa (HR) y la temperatura, son centrales para definir el momento oportuno de siembra. Si en un rango de 48 horas posteriores a la siembra la HR se mantiene por encima del 80% y hay baja insolación, el porcentaje de implantación mejora significativamente. Por tanto, la humedad a la siembra y en las semanas posteriores es un factor crítico para el éxito de una siembra aérea.

En el caso de optar por mezclas, el desafío de la siembra con avión o drones está en evitar la estratificación de semillas dentro del tanque.

Según los últimos resultados de la Red de Cultivos de Servicios Aapresid-Basf, las gramíneas mostraron un mejor desempeño en siembras aéreas, posiblemente por el tamaño diferente de semilla, mayor densidad de siembra y menor susceptibilidad a problemas de implantación, en comparación con leguminosas y crucíferas.

Pese a los desafíos, las siembras aéreas son una herramienta valiosa para implantar cultivos de servicio. Es una tecnología que ya despegó, está disponible y vino para quedarse. Ahora, está en manos de cada productor encontrarle un lugar dentro de su esquema productivo.

REFERENCIAS

Consulte las referencias ingresando a www.aapresid.org.ar/blog/revista-aapresid-n-241

Producción, cuidado de la biodiversidad y estrategias de carbono en el Gran Chaco

Con mediciones concretas en campos de Argentina y Paraguay, un proyecto binacional demostró que es viable combinar buenas prácticas agrícolas, biodiversidad y estrategias de carbono en el Gran Chaco.

Por: Equipo del proyecto “De la teoría a la acción: buenas prácticas agrícolas y secuestro de carbono para mejorar la conservación y restauración forestal en el Gran Chaco (Argentina y Paraguay)”.

La adopción de un conjunto de buenas prácticas agrícolas asociadas a los sistemas de agricultura sin labranza ha demostrado resultados positivos: promueve la actividad biológica del suelo, reduce las aplicaciones de herbicidas y fertilizantes, aumenta la eficiencia en el uso del agua, disminuye el riesgo de inundaciones, permite capturar carbono en el suelo y reduce las emisiones de gases de Efecto Invernadero (GEI).

La producción de soja en el Gran Chaco Americano convive con parches de bosques nativos que permanecen dentro de los campos (en parte por regulaciones como la Ley de Bosque Nativo en Argentina), aunque suelen quedar excluidos del modelo de negocio y son poco valorados por los productores.

A nivel internacional, crece la demanda por parte de gobiernos y consumidores para garantizar formas de producir que no sólo reduzcan su impacto en la emisión de carbono, sino que también protejan la biodiversidad. En este sentido, el proyecto “De la teoría a la acción: buenas prácticas agrícolas y secuestro de carbono para mejorar la conservación y restauración forestal en el Gran Chaco (Argentina y Paraguay)”, financiado por Land Innovation Fund (LIF), buscó fortalecer el trabajo conjunto entre productores y organizaciones de la sociedad civil. El objetivo fue aplicar un enfoque a escala de paisaje que incluyera la biodiversidad y el carbono en las decisiones de negocio. A partir de esto, se evaluó la factibilidad de certificar créditos de carbono con criterios que vayan “más allá del carbono”, y se desarrolló una plataforma para visibilizar y transparentar la certificación y venta de créditos.

Principales resultados

El proyecto se implementó en cinco sitios pilotos de Argentina y Paraguay, que en conjunto suman 145.430 ha (Tabla 1).

Tabla 1. Superficies silvestres y productivas, y contenido de Carbono Orgánico del Suelo actual (0-30 cm) en los cinco sitios piloto.

En cada sitio se definieron unidades homogéneas de ambientes silvestres (bosques y cortinas forestales) y productivos en base a condiciones climáticas, edáficas, de uso de la tierra y año de habilitación, para orientar los muestreos de carbono en suelo, carbono aéreo y biodiversidad de mamíferos.

En todos los sitios piloto se observó una brecha de crecimiento entre el stock de carbono en los suelos productivos y los valores alcanzables (Sachayoj/Charata: 60.77, Bandera; 60.72. NOA: 45.58 tnC/ha) y potenciales (Sachayoj/Charata: 89.49, Bandera: 126.8, NOA: 89.87 tnC/ha) (Ta-

bla 1). Los ambientes naturales tienen más carbono en el suelo que los ambientes productivos.

El inventario forestal reveló 6449 árboles de 46 especies diferentes. En promedio, se encontraron 250 árboles adultos por hectárea y 3985 individuos en regeneración. El carbono aéreo promedio en todos los sitios fue de 28 tn/ha. No se encontraron diferencias entre cortinas y bosques ni entre países; el stock de carbono estuvo determinado por la estructura forestal: a mayor altura del dosel y mayor número de individuos, más carbono aéreo en las parcelas de inventario forestal.

País Sitio Piloto

En cuanto a la biodiversidad de mamíferos, en la Figura 1 se resumen los resultados obtenidos en ambos países. No se encontraron relaciones directas entre la diversidad de mamíferos (pequeños y grandes) y la riqueza de árboles, en relación con la captura de carbono aéreo y de suelo.

Sin embargo, sí se observó una relación negativa entre la tasa de registro de mamíferos herbívoros y omnívoros (como indicador de la abundancia de estas especies) y el carbono en suelo: a mayor tasa de registro de esos grupos de mamíferos, menor cantidad de carbono en el suelo.

Figura 1. Resumen de los muestreos de mamíferos medianos y grandes en los cinco sitios piloto de Argentina y Paraguay.

La información generada permitió elaborar propuestas de manejo a escala predial para discutir con los productores. Se comparó la situación actual con escenarios de mejores condiciones en cuanto a diversidad (mamíferos y forestal) y carbono aéreo y forestal (Tabla 2). En cada sitio piloto se identificaron áreas donde realizar acciones de restauración o reforestación con especies nativas, con el fin de recuperar la estructura forestal, mejorar la conectividad del paisaje, aumentar la diversidad de especies forestales y fortalecer los valores de fijación de carbono.

En cuanto a las áreas productivas, se propone reforzar acciones ya en marcha, como la incorporación de gramíneas en la rotación, el uso de cultivos de servicio y prácticas de nutrición balanceada. Estas propuestas apuntan a incrementar la adicionalidad en carbono y biodiversidad, y a la sustentabilidad de la producción de soja en el Chaco argentino y paraguayo.

Criterio

Paisaje

Sup. cortinas

100 m ancho

Carbono suelo (Argentina) COS 0-30 cm

Carbono aéreo carbono

Individuos /ha.

Estructura y Biodiversidad forestal

Área Basal /ha.

Principales especies (regeneración)

Legislaciones provinciales

COS alcanzable y potencial INTA Aapresid

50 Tn/ha. Carbono. IPCC

486 Ind/ha.

9.24 m2/ha.

10 principales especies según IVI.

INBN2*

Biodiversidad mamíferos

Riqueza Especies clave Ocupación Tasas de registros

20 (Arg.) - 27 (Par.)

5 (Arg.) - (9 Par.)

Actual/mejorar

Actual/mejorar

PN Copo (Arg.)

Línea de base

Tabla 2. Criterios de biodiversidad y carbono utilizados para definir prácticas de manejo predial (*Segundo inventario nacional de bosques nativos, Argentina).

El proyecto también evaluó la factibilidad de implementar iniciativas de créditos de carbono (Tabla 3). Se identificaron 59.901 hectáreas aptas para proyectos de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal (REDD+), lo que representa un 40,6% del área total evaluada. Estos proyectos no solo ofrecen la posibilidad de generar créditos de carbono, sino que también contribuyen a la conservación de la biodiversidad y la protección de los ecosistemas nativos.

A su vez, se identificaron 57.402 hectáreas elegibles para proyectos de Gestión de Tierras Agrícolas (ALM), orientados a prácticas de manejo sostenible que promueven la restauración de suelos degradados, mejoran la productividad agrícola y forestal, y contribuyen a la captura de carbono.

Tabla 3. Superficies elegibles por sitio piloto y tipo de proyecto para Argentina y Paraguay.
Sup. y % del total elegible
Sitio piloto

Conclusiones principales

El proyecto presentó una serie de aspectos innovadores que lo diferencian de otras iniciativas tradicionales en sistemas productivos. En primer lugar, se abordó de manera integral la cuantificación, el balance y las oportunidades de certificación y comercialización de carbono en paisajes mixtos, con una mirada integrada entre la práctica agrícola y los ambientes naturales vecinos.

Un segundo elemento innovador fue el enfoque multifactor y multisectorial, integrando organizaciones de productores (Aapresid), ONGs de conservación (ProYungas y Fundación Moisés Bertoni), desarrolladores de proyectos de carbono (Allcot), investigadores (IER-CONICET) y espacios de discusión y articulación con empresas compradoras de soja. Esto favoreció una mirada amplia y realista sobre las posibilidades de implementación de proyectos de carbono en paisajes productivos.

El enfoque territorial a escala de la ecorregión del Chaco Americano se dio a partir del trabajo directo en los sitios piloto en Argentina (Sachayoj/Charata, Bandera y NOA) y Paraguay (Palmeiras y Jerovia), donde se realizaron mediciones de stock de carbono en lotes agrícolas y silvestres, y en áreas forestales.

Esto facilitó la identificación de los flujos y las dinámicas del carbono en un paisaje real, generando información concreta y adaptada al contexto local.

Además, se avanzó en explorar cómo integrar las dinámicas de carbono dentro de las certificaciones existentes (como ASC de Aapresid), con vistas a reconocer y valorizar las buenas prácticas agrícolas.

Existe una vinculación clara entre la información generada en el proyecto con las líneas de acción del Programa Paisaje Productivo Protegido (PPP) de la Fundación ProYungas, acercando a los productores a modelos de gestión territorial locales.

Estudiar la biodiversidad de mamíferos y árboles permitió poner en valor junto a los productores el sistema natural en el que se desarrolla la producción. Más allá de la posibilidad concreta de créditos de carbono, esto permite valorar y monitorear la diversidad del sistema y orientar prácticas de manejo tendientes a mantenerla y protegerla.

La integración de información de carbono, paisaje y biodiversidad a escala regional y predial ayudó a comprender mejor el funcionamiento de los sistemas sojeros, con la propuesta de prácticas de manejo adaptadas.

Por último, se desarrolló una plataforma web para compartir los resultados y facilitar el acceso a la documentación técnica, con un visor que permite consultar la información generada para cada empresa y sitio piloto: https://proyungas.org.ar/carbono-transparente.

Asimismo, se implementó una estrategia de comunicación que incluyó la presencia en diversos espacios (mesas paneles, conferencias, posters, talleres) que congregaron audiencias clave, así como acciones de prensa y redes sociales, logrando posicionar los avances del proyecto a nivel local, nacional e internacional.

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