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Actos solemnes y protocolarios de independencia
El día que los habitantes juraron la independencia
Un lejano 23 de septiembre los habitantes de la ciudad también juraron defender la libertad y autonomía del país.
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Katheryn Ibarra
Luego de la celebración de la firma del Acta de Independencia, diversos grupos procedieron a jurar por la libertad del país. En una sesión efectuada en el Ayuntamiento, se convino que los jefes ediles prestarían juramento el 17 y 23 de septiembre. El 20 de septiembre, fray Ramón Casáus y Torres, arzobispo de la época, se opuso a la autonomía.
Posteriormente, el 21 del mismo mes, las comunidades religiosas del Colegio de Cristo; el cabildo eclesiástico lo realizó el 22, al igual que varios señores que integraron las Tertulias Patrióticas, como el doctor José María de Castilla. En las crónicas del evento destacan que se colocó una mesa con la imagen de Cristo y un libro de los Evangelios Sagrados, y uno a uno fueron respondiendo las preguntas “¿Juráis por Dios y los Santos Evangelios guardar la independencia de vuestra patria? ¿Juráis defender la religión católica y las personas y propiedades de todos los ciudadanos, sin diferencias de origen ni clases, respetando la autoridad?”, a lo cual respondieron: “Sí, juramos”. El secretario completaba el juramento con la frase: “Si así lo hiciéreis, Dios os premie; y, si no, os demande y castigue”, a lo que contestaron: “Amén”.
Finalmente, el domingo 23 de septiembre, el pueblo de Guatemala llegó a la Plaza Central a jurar por la emancipación. Desde las 9 de la mañana, varias autoridades recorrieron las principales calles de la ciudad, convergiendo frente a la Catedral, lugar donde se había instalado una tarima y una tribuna.
El acto inició con la lectura del Acta de Independencia. Posteriormente, se leyó el manifiesto del jefe político superior, don Gabino Gaínza, y luego de escuchar el discurso entusiasta del alcalde 1º., se procedió a la juramentación del pueblo que se hizo presente en la plaza.
A continuación, se lanzaron vivas a Guatemala y a la Independencia, y se hizo ondear un estandarte de la libertad. En ese instante se escucharon los repiques de campanas en todos los templos de la ciudad, que anunciaban una Guatemala libre, completando la escena una orquesta que amenizó los actos celebrados, sin faltar el homenaje a la patria, que en cada salva hacían retumbar los cañones.