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3. CÓMO AFECTA LA SEÑALÉTICA a la ciudad
La necesidad de una señalética en relación con el entorno urbano ha pasado conside-
rablemente desapercibida hasta bien entrado el siglo XX, debido a la familiaridad inconsciente que se desarrolla respecto a las incomodidades y las carencias de las propias ciudades. Desde entonces, la masificación del desarrollo urbano ha suscitado la
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toma de consciencia del potencial de mejora de las ciudades en materia de calidad
ambiental.
El problema que conlleva la falta de señalética urbana puede desglosarse en varios factores. La falta de acceso a la información urbana provoca un impacto negativo en la movilidad y, más concretamente, en una mala accesibilidad física. En sí mismo, el proceso de desorientación que supone esta falta de información se traduce en trastornos psicológicos y emocionales. Y a su vez, una mala orientación afecta a la accesibilidad de los servicios urbanos y, por ende, a la calidad de vida y los derechos de los ciudadanos. Es necesario tener en cuenta todos los factores para poder adecuar las
condiciones del entorno a la funcionalidad y el confort en la movilidad urbana.
Acceso a la información y la movilidad
Según López Vílchez (1996) existe una importante carencia informativa, y la poca información existente es bastante confusa: “ en España aún es raro encontrar una señalética correctamente planificada e implantada […]. Y, solemos encontrarnos, en aquellos casos ya en funcionamiento, cierta despersonalización a causa de la elección de sistemas estandarizados ” . La señalética ha evolucionado desde entonces en el ámbito
corporativo y en el de los servicios civiles, pero no de igual manera en el campo de la vía pública. Esto lleva a pensar que la necesidad de ser informados correctamente en el entorno urbano, en 2020, aún no está arraigada.
De alguna manera, la inexistencia de información a la que se ha acostumbrado la sociedad condiciona sus hábitos de movilidad, y obliga a utilizar las herramientas que hay actualmente al alcance para orientarse, como las aplicaciones de navegación móvil o preguntar directamente a otros usuarios. Sin embargo, no se considera revertir esta situación inicial. Esta falta de costumbre a encontrar información ocasiona que muchos usuarios no presten demasiada atención al entorno que les rodea o que lo miren sin ser realmente conscientes de lo que significa, cayendo en un círculo vicioso.
La necesidad de implantar un sistema señalético pasa completamente desapercibida
por las personas que transitan cotidianamente un espacio, pues tienden a extrapolar este conocimiento y la autonomía de la información al resto de transeúntes. Y aunque
es verdad que con un poco de experiencia uno siempre puede aprender a abrirse paso a través del entorno más confuso, no por ello debe dejar de exigirse esta información como un derecho propio.
“Descubrí que los seres humanos no siempre se portan con torpeza, no siempre se equivocan. Pero sí lo hacen cuando las cosas que utilizan están mal concebidas y diseñadas. Sin embargo, seguimos presenciando cómo siempre se echa la culpa a errores humanos por todos los desastres de la sociedad.
” (Norman, 1988).
El diseño de las ciudades, como cualquier diseño, debe ser intuitivo: es una cualidad implícita. Los seres humanos tienen una tendencia a intentar adecuarse al objeto, cuando debería suceder al contrario. Si un objeto es difícil de entender, manejar o ma-
nipular, la culpa no es de la falta de experiencia de la persona, sino de que es necesaria
esa misma experiencia previa para poder utilizarlo. Si bien es cierto que el cerebro hu-
mano es extraordinariamente adaptable, esto no justifica un mal diseño o una mala planificación.
El urbanismo de una ciudad, si no está correctamente planificado, puede suponer una barrera física para sus habitantes y en especial para aquellos con algún tipo de discapacidad. Testimonio de ello son los núcleos históricos sin restaurar, ya que no han sido adaptados a las necesidades de todos los ciudadanos: edificios donde la entrada se
hace difusa, aceras con un ancho insuficiente para el paso de carritos o sillas de ruedas,
mobiliario urbano mal distribuido…, son algunos de los ejemplos que coartan la accesibilidad a las personas. El hecho de no tener en cuenta todos los factores que definen al ser humano perjudica el acceso a la información.
Este problema ha generado conciencia sobre la necesidad de adecuar las condiciones del entorno a la actividad humana. Desde el siglo pasado se ha avanzado mucho en el diseño de las ciudades, que son cada vez más accesibles gracias a aplicación de conceptos ergonómicos y del planteamiento urbanístico moderno.
Entre estas mejoras se encuentra la contribución de la señalética a la supresión de las barreras de comunicación. La señalética no puede solucionar defectos urbanísticos referentes a espacios difíciles de transitar, pero sí puede mejorar considerablemente su comprensión y la accesibilidad a los servicios. La señalética, por consiguiente, surge como una respuesta a la demanda social para minimizar las barreras urbanísticas y comunicacionales y, así, favorecer la movilidad en las ciudades.
Acceso a la orientación
El entorno ambiental puede generar diferentes sentimientos en el ser humano. Mientras que algunos se sienten satisfechos y seguros mientras caminan, otros pueden
encontrarse confundidos, desconcertados o angustiados. Debido a estas sensaciones, fuertemente ligadas a las probabilidades de perderse, con frecuencia se evitan los entornos inexplorados.
Perderse en la ciudad es, en principio, una experiencia aterradora. Pero cuando se desperdicia tiempo y energía en vano, al no conseguir llegar al destino deseado desde un primer momento, esta experiencia se transforma en algo irritante. Como se dice popularmente, el tiempo es oro. Sin irse a casos extremos, es más que probable perder una cita importante, un tren o un vuelo por no saber cómo llegar a ello de la forma más directa. Pero lo cierto es que a veces el tiempo es una cuestión de vida o muerte: los
pacientes de las ambulancias, por ejemplo, pueden morir si sus conductores no son capaces de llegar a tiempo a una dirección. Por ello, el tiempo es un factor esencial para la toma de decisiones en un trayecto urbano, pues malgastar el tiempo intentando ubicarse es una inversión ingrata y banal.
La frustración y el estrés de perderse fueron corroborados por Arthur y Passini (1992), quienes hicieron explícito el proceso interior que tiene lugar en el individuo cuando finalmente localiza su destino, después de haber sufrido una desorientación prolongada:
• Se culpabiliza a sí mismo por el desconocimiento del lugar. • Siente frustración por haberse perdido. • Siente resentimiento y malestar por la pérdida de tiempo asociada.
Por ello, es importante poder construir una herramienta de orientación efectiva para cualquier zona, de manera que la planificación de los viajes sea fácil y permita encontrar en primera instancia las rutas más seguras y cortas para llegar a un determinado destino.
Kevin Lynch considera que el proceso de orientación cuenta con un vínculo estratégico: la imagen ambiental, que es la representación mental generalizada del mundo físico exterior.
“Esta imagen es producto al mismo tiempo de la sensación inmediata y del recuerdo de experiencias anteriores, y se la utiliza para interpretar la información y orientar la acción
” (Lynch, 1960:12).
Aunque Lynch destaca la importancia de un medio ambiente ordenado, también habla de reconocer y estructurar nuestro entorno, es decir, constituir una imagen nítida que permita el desplazamiento fluido y sin trabas. Por ello, una vez que no podemos actuar ya en el planeamiento urbano, los elementos que permitan orientarse en su espacio y hacerlo inteligible tendrán un papel relevante en la construcción nítida de sus representaciones mentales. De esta forma, la señalética urbana constituye un factor clave en la
formación de la imagen ambiental, en tanto que nos permite entender la ciudad mediante un proceso de interpretación de la información básica del espacio y la orientación consecuente de la acción.
“Una imagen ambiental eficaz confiere a su poseedor una fuerte sensación de seguridad emotiva. Puede éste establecer una relación armoniosa entre sí y el mundo exterior. Esto constituye el extremo opuesto del miedo provocado por la
desorientación. ” (Lynch, 1960:13).
La movilidad a pie generalmente tiene lugar en ambientes cotidianos (López Vílchez, 1996). Los individuos se desenvuelven gracias a experiencias anteriores o informaciones ya aprendidas a base de prueba y error. Pero en el caso específico de transitar por ambientes poco o nada conocidos, la desorientación y la pérdida de capacidad espaciotemporal puede ocasionar una pérdida de tiempo nada deseable para el ciudadano cosmopolita, además de estar asociado a factores psicológicos de inquietud, ansiedad y falta de seguridad.
“Perderse por completo constituye quizás una experiencia más bien rara para la mayoría de los habitantes de la ciudad de hoy. Nos apoyamos en la presencia de los demás y en los medios específicos de orientación, como mapas, calles numeradas, señales de ruta y letreros de autobuses. Pero si llega a producirse el percance, la sensación de ansiedad y hasta terror que lo acompaña nos revela hasta quépuntoestávinculadoconelsentidodeequilibrioybienestar.
” (Lynch,1960:12).
Como se ha mencionado anteriormente, hoy en día nos apoyamos en los sistemas de navegación presentes en nuestros dispositivos móviles más que en mapas físicos. Gracias a esta tecnología, perderse no supone una situación traumática, pero sí constituye un problema el depender por completo de ella, puesto que la disposición de la navegación en tiempo real ha disminuido la capacidad de orientación tradicional de las jóvenes generaciones. Esto se suma a que nadie está exento de la pérdida de batería en el momento más inoportuno o la pérdida de los propios dispositivos electrónicos, momento en que el individuo se encontraría doblemente perdido, al ni siquiera estar familiarizado con esa experiencia y sentimiento de desorientación. Un ejemplo respaldado por experiencias de la propia autora es que los jóvenes de la generación millennial (y posteriores) no se atrevan a irse solos a otro país si no disponen de datos móviles, aun-
que dominen parcialmente su idioma. Todo por miedo a perderse.
El disponer de un elemento tan sencillo como un indicador de posición en el propio viario puede evitar muchos trastornos al peatón desorientado desde un punto de vista funcional, mientras que también puede mejorar considerablemente la estética ambiental. Por ello, la información proporcionada por la señalética se justifica como una
xvii Esta afirmación es el resultado de una serie de estudios realizados por el Consejo de Europa, como se plasma en la obra de Abraham Moles L’analyse et le gropupement des indices de qualité de vie en fonction des besoins des individus, Conseil de L’Europe, Estrasburgo, 1980. respuesta desde el diseño hacia una necesidad de confort y funcionalidad, en tanto que hace el entorno más inteligible y comprensible a los individuos.
La señalética urbana se constituye, por tanto, como salvaguarda de todo usuario que se desplaza por entornos de la ciudad que no ha explorado anteriormente, en respuesta
a la trascendental toma de decisiones que afecta a su vida cotidiana.
Acceso a los servicios
La señalética urbana también hace más asequibles los servicios que ofrece la ciudad a
los individuos, lo cual resulta de gran utilidad en la sociedad actual —la sociedad de la sobreinformación— , con urbes cada vez más complejas, dinámicas y confusas.
Ya en 1980, el Consejo de Europa consideraba que la accesibilidad a los servicios urbanos era uno de los factores que miden la calidad de vidaxvii:
“Tan necesaria como la existencia misma de estos servicios (administración pública, seguridad social, transportes públicos, por ejemplo) es su accesibilidad para los individuos. De modo que un servicio difícilmente asequible es difícilmente utilizable, y esta dificultad, o inversamente, facilidad, es un elemento percibido por la sociedad como indicador de la calidad de vida.
” (Joan Costa, 1987:11).
La señalética es, por tanto, un factor potencial de la calidad ambiental de las ciudades. Cuanto más complejo y mayor número de servicios ofrezca el espacio en cuestión, mayor importancia tendrá su correcto diseño y ubicación. Una información fácil de acceder beneficia a los negocios, el transporte, la cultura, el turismo y, lo más importante, a los ciudadanos. Asimismo, favorecer conexiones en el tejido urbano también puede ayudar a lograr beneficios sociales, económicos y culturales más amplios y a promover el orgullo cívico.
Además, la señalética no solo comprende la fácil accesibilidad a los servicios que ofrece la ciudad a la sociedad, sino que también está vinculada a factores como la sostenibilidad, la disminución de la contaminación ambiental y acústica, y la recuperación de espacios más naturales.
“A strong identity is very important for transmitting a consistent internal and external image among stakeholders, turning into a valuable asset”
Simoes y Dibb